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Módulo 2 Episodio 2

EPISODIO 2: El recurso al Derecho penal

El viejo Código Penal


En la época de aprobación del anterior Código Penal, que encontraba sus precedentes en
el texto de 1848, la perspectiva del legislador partía naturalmente de los intereses
masculinos y de la posición inferior de la mujer respecto del hombre, a quien
correspondía velar por la dignidad de las madres, esposas e hijas. Esta perspectiva
legitimaba la discriminación penal de la mujer en un sentido claramente represivo y, al
igual que el padre, durante la minoría de edad con base en la patria potestad, permitía la
aplicación por los maridos de cierta violencia (con moderación) para corregir a la mujer
con base en la llamada autoridad marital reconocida por el Derecho Civil; los maridos
se beneficiaban asimismo de una excusa absolutoria si descubrían los secretos de sus
mujeres o abrían su correspondencia. Además, el derecho al débito conyugal anulaba –
salvo en casos excepcionales (frágil o débil salud de la mujer, exigencia de actos
“contra natura”, peligro de transmisión de enfermedades)- cualquier posibilidad
jurídica de aplicación de las penas de la violación a las agresiones violentas entre
cónyuges, que sólo se castigaban si resultaban en homicidio o lesiones graves.

Sólo en 1975 se derogó la sumisión de la mujer al marido y ciertamente a partir de la


aprobación de la Constitución, que proclamó la igualdad de todos los ciudadanos,
fueron múltiples las reformas del Código punitivo, que afectaron entre otras a la
regulación de la criminalidad y/o victimización de la mujer, y añadieron nuevas e
importantes disposiciones contra la discriminación y respecto a los hechos cometidos en
producidos en el marco familiar; también, en cuanto a la violencia doméstica, fenómeno
que todavía hoy sigue mostrando de la manera más descarnada cómo la ciudadanía
continúa siendo algo todavía bastante precario para las mujeres.
El debate acerca del tratamiento de la violencia doméstica, en el que la adecuada
incriminación y sanción de conductas tan reprobables aparecía como el necesario primer
paso, puso pronto de manifiesto las insuficiencias a este respecto del Código Penal
entonces vigente. Este incluía entre las lesiones algunas figuras específicas, como las
lesiones graves contra parientes o las lesiones menos graves contra personas dignas de
especial respeto, pero en modo alguno resultaban apropiadas para hacer frente al
fenómeno de la violencia doméstica y familiar.

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La reforma de 1989
Con cierto retraso frente a otros modelos del Derecho Comparado, en 1989 se introdujo
en el Código Penal una incriminación específica (art. 425) consistente en el ejercicio de
la violencia física habitual por parte de miembros del grupo familiar (sobre el cónyuge
– o persona ligada de manera estable por relación análoga de afectividad-, sobre los
hijos, menores o incapaces convivientes).

El Código penal de 1995


El nuevo Código penal de 1995 mantuvo la figura en el art. 153, entre los delitos de
lesiones, mejorándola técnicamente, exigiendo la estabilidad la análoga relación
de afectividad y extendiendo el ámbito de protección a personas antes no comprendidas:
se aludía así a los hijos propios o del cónyuge o conviviente, pupilos, ascendientes o
incapaces que con él convivan o que se hallen sujetos a la potestad, tutela, curatela,
acogimiento o guarda de hecho de uno u otro. Aumentó igualmente la anterior pena de
uno a seis meses de arresto mayor a pena a prisión de 6 meses a 3 años y la declaró
compatible con las susceptibles de imponerse en razón de los resultados (muerte,
lesiones) de la violencia física aplicada.
En un primer momento, la incidencia en la práctica de la nueva figura delictiva no fue
relevante, probablemente por la tendencia judicial a concentrarse más sobre los hechos
individuales de maltrato, entonces constitutivos de falta y que no permitían imponer
prisión provisional. En cualquier caso, la necesidad de nuevas medidas empezó
a hacerse evidente por las informaciones procedentes de la realidad, donde los casos de
denuncia de agresiones y de maltrato familiar se incrementaban de año en año
de manera muy importante según las estadísticas policiales.

La reforma de 1999
En 1999 la reforma del Código penal añade la tipificación de la violencia psíquica a la
violencia física habitual, extiende el campo de protección a situaciones en que
ha terminado la vida en común y establece criterios para determinar la “habitualidad”.
Frente al anterior entendimiento de la habitualidad, que exigía la identidad de la
víctima, a partir de entonces, se entenderá que existe también habitualidad aunque la
violencia se haya ejercida sobre personas diferentes pertenecientes al mismo grupo

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familiar/doméstico, así como aunque los hechos hayan sido ya objeto de un


proceso particular. Además, en el campo de las penas se autoriza a los jueces a acordar
la prohibición (hasta por cinco años) de visitar o regresar a ciertos lugares y de
aproximarse o comunicar con ciertas personas (art. 57).

Reformas penales en 2003


En 2003, el Código penal es de nuevo objeto de reforma.
* La Ley Orgánica 11/2003 saca de las lesiones al maltrato habitual, que es colocado
entre los delitos contra la integridad moral, llamados a dar una especial protección a las
personas frente a aquellas conductas más directamente atentatorias de su dignidad. El
cambio de posición sistemática en el Código Penal de la incriminación de la violencia
física y psíquica doméstica habitual (que pasa a integrar el art.173, 2) se acompañado
de ciertas novedades:

  se amplía de nuevo el campo de aplicación de las personas protegidas:


tíos y tías (incluso políticos) y cualquier otra persona que por la relación que
sea se encuentre integrada en la convivencia doméstica, así como las personas
particularmente vulnerables internadas en centros públicos o privados;

  al lado de la pena de prisión (6 meses a tres años) se prevé la


aplicación de nuevas penas: privación del derecho a la tenencia y porte de
armas y, en su caso, inhabilitación especial para el ejercicio de la patria
potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento;

  las penas se imponen sin perjuicio de las que correspondan a los delitos
y faltas cometidos, y se agravan si los hechos se producen en presencia de
menores o con uso de armas o si tienen lugar en el domicilio común o en el de
la víctima o con infracción de una pena o medida cautelar o de seguridad (o
prohibición) adoptada para proteger a la víctima.

Por lo que se refiere a los hechos puntuales de agresión contra la integridad o la salud
de las personas pertenecientes al ámbito doméstico del delincuente:

- las anteriores faltas de maltrato doméstico se transforman en delito, y


resultan castigadas en lo sucesivo (art.153) con pena de prisión de tres meses a
un año o, alternativamente, trabajos en beneficio de la comunidad (31-80 días),
así como con la privación del derecho de tenencia o porte de armas y, en su

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caso, inhabilitación especial para el ejercicio de la patria potestad, tutela,


curatela, guarda o acogimiento. Las penas se agravan también aquí si los
hechos se producen en presencia de menores o con uso de armas o si tienen
lugar en el domicilio común o en el de la víctima o con infracción de una pena o
medida cautelar o de seguridad (o prohibición) adoptada para proteger a la
víctima.
- También se elevan las penas de las amenazas, coacciones, injurias o
vejaciones injustas de carácter leve sobre personas pertenecientes al ámbito
doméstico del agresor, las cuales, salvo en el caso de las injurias, pueden ya ser
objeto de persecución de oficio (art. 620 Código penal).
* El mismo año 2003 una nueva ley (LO 15/2003), vuelve a incidir en la materia
alargando la duración máxima de las penas de alejamiento, prohibición de
acercamiento y de comunicación (hasta diez años en caso de delitos graves y hasta
cinco años si el delito es menos grave: art. 57) y añadiendo a la prohibición de
acercamiento la suspensión del régimen de visitas, comunicación y estancia adoptado
por la jurisdicción civil (art. 48).
También se reforman los artículos 83,1 y 84 con objeto de incluir como
condición obligatoria para la suspensión condicional de la pena de los delitos del art. 153
y 173,2 del Código Penal la prohibición de acudir a determinados lugares y de
aproximarse a la víctima o a aquellos de sus familiares u otras personas que determine
el juez o tribunal, o de comunicarse con ellos, cuyo incumplimiento “determinará la
revocación de la suspensión de la ejecución de la pena” de prisión acordada. En la misma
línea, en el artículo 88 se trata de impedir la sustitución de la pena de prisión por multa
en los supuestos del art. 173,2 y acompañar la posible sustitución de la pena de prisión
por la de trabajos en beneficio de la comunidad con la sujeción a programas específicos
de reeducación y tratamiento psicológico y la prohibición de acudir a determinados
lugares y de aproximarse a la víctima o a aquellos de sus familiares u otras personas que
determine el juez o tribunal, o de comunicarse con ellos.
Finalmente, se retoca la regulación del delito de quebrantamiento de condena, para
regular de manera expresa el quebrantamiento de las prohibiciones del art. 57,2,
castigado con pena de prisión de tres meses a un año o trabajos en beneficio de la
comunidad de 90 a 180 días.

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