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1950.html

Terrestres: estos ecosistemas se caracterizan por el hecho de que los animales y


plantas que los componen habitan en el suelo terrestre así como también en el aire,
siendo éstos sus hábitat donde hallan todos aquellos elementos que necesitan para
vivir. Un rasgo que caracteriza a los ecosistemas terrestres es que, a mayor humedad,
mayor diversidad y cantidad de flora y fauna.
Dentro de este ecosistema se encuentran los siguientes tipos:

Bosque: este ecosistema se caracteriza por contar con una importante densidad de
arbustos y árboles. Este rasgo hace que los bosques no sólo sean un hábitat para
numerosas especies de insectos y animales, sino que también cumplen la función de
conservar los suelos. Otro rasgo importante de este ecosistema es su capacidad de
regular los flujos hidrológicos. Los bosques son el ecosistema que más espacio ocupan
dentro de la biósfera terrestre y se pueden dividir en dos grandes grupos: frondosos y
de coníferas. Los primeros se caracterizan por estar compuestos por árboles de hoja
ancha y que contienen flores. Los de coníferas son aquellos cuyos árboles tienen hojas
aciculares, propias de los climas templados o fríos, y carecen de flores.
Desierto: en estos ecosistemas las lluvias son prácticamente inexistentes, por lo que
su suelo es sumamente árido y arenoso. Esto hace que la población humana sea
bastante escasa y la fauna que vive allí suele salir de noche, para evitar las elevadas
temperaturas. Entre otros, es común encontrar lagartijas, aves rapaces o camellos.
Con respecto a la flora, también suele ser muy escasa por lo que es prácticamente
imposible realizar tareas de cultivación allí. Entre otros, son comunes los cactus, los
arbustos de escasa altura y las palmeras. Otro rasgo propio de los desiertos es su
amplitud térmica. Mientras que de día las temperaturas son sumamente elevadas, por
la noche descienden de forma significativa.
Tundra: estos ecosistemas se caracterizan por contar con temperaturas sumamente
bajas, lo que hacen que sus subsuelos sean prácticamente helados. Estos rasgos hacen
que la vegetación que crezca allí jamás supera los diez centímetros, por lo que son
corrientes los líquenes y musgos, mientras que no crece ninguna especie de árbol.
Dentro del territorio terrestre, este ecosistema cubre alrededor de un quinto del total
de la tierra y, se los encuentra en lugares como la Antártida y al sur de Chile y
Argentina. Con respecto a los animales que suelen vivir en este ecosistema, las focas,
los renos, el oso polar y los lobos marinos son los más comunes.
Matorrales: son aquellos ecosistemas en los que la mayoría de la vegetación son
plantas geófitas y herbáceas, además de césped y arbustos. Esto significa que la
vegetación que integra los matorrales no supera los ocho metros de altura. Además, al
encontrarse en climas secos, las plantas tienen espinas y hojas de pequeño tamaño.
Herbazales: también conocidos como pastizales, estos ecosistemas se caracterizan
por contar con vegetación herbácea de manera abundante. Su extensión representa
cerca de un 25 por ciento de la superficie terrestre. Un rasgo principal de los
herbazales es que las precipitaciones son bastantes escazas, por lo que se las puede
ubicar en un punto medio entre los desiertos y los bosques. Además, se encuentran
presentes en todos los continentes, exceptuando la Antártida. Dentro de los
herbazales se pueden identificar las siguientes clases:
• Estepas: ubicados lejos del mar, estos herbazales suelen contar con
temperaturas muy bajas y escazas precipitaciones. En su extensión,
generalmente, se desarrolla poca vida animal y vegetal mientras que los
minerales abundan. Además, las estepas se caracterizan por contar con
diferencias de temperaturas muy marcadas entre invierno y verano.
• Praderas: estos ecosistemas suelen contar con césped, juncales así como
también gramíneas entre su vegetación. También es muy común hallar aves y
mamíferos entre su fauna. Las praderas se ubican en América, Oceanía y Asia y
sus temperaturas suelen ser templadas y con lluvias escazas.
• Sabana: este ecosistema se caracteriza por contar con un clima subtropical y
seco tropical. Es por esto que la fauna suele ser escaza y, en el caso de los
árboles, estos se caracterizan por ser de baja estatura. Este ecosistema puede
ser encontrado en los continentes asiático, americano y africano. En cuanto a los
animales, los más comunes suelen ser las jirafas, los búfalos, los felinos y los
elefantes. Al ser suelos poco fértiles, allí no se desarrollan actividades agrícolas,
por lo que se encuentran con poca presencia humana.

Acuáticos: en este ecosistema, la flora y fauna vive y establece relaciones entre sí en
el agua. De acuerdo al tipo de agua que componga al hábitat se puede hablar de
ecosistemas acuáticos de agua dulce y ecosistemas acuáticos de agua salada:
De agua dulce: estos ecosistemas se caracterizan por ser de menor tamaño que los de
agua salada e incluye ríos, estanques, lagos, lagunas y arroyos. Como algunos de ellos
cuentan con aguas en constante movimiento, como el caso de los arroyos y ríos, la
vegetación es distinta a la de los lagos, estanques y lagunas, en los que el agua
permanece inmóvil.
De agua salada: dentro de este grupo se encuentran los océanos, las marismas y los
mares. Al ser muy profundos, estos ecosistemas se caracterizan por contar con un
problema: como que la luz solar no penetra más de 200 metros, existe mucha
distancia entre la zona superficial y la que contiene los nutrientes que necesitan las
plantas y animales para sobrevivir, ya que esto se ubica en el fondo del océano o mar.
Esto hace dificultoso el desarrollo de vida en ciertos sectores.
Aéreos: estos ecosistemas suelen ser considerados de “transición” puesto que
ninguna planta o animal puede vivir continuamente en el aire pero sí relacionarse y
llevar adelante ciertas acciones esenciales para su vida en ése ámbito. El hecho de que
no sea un ecosistema autosuficiente hace que algunos especialistas lo consideren
como parte del terrestre.
A su vez, los ecosistemas pueden dividirse en Naturales y Artificiales:
Naturales: estos ecosistemas son los que se desarrollaron de manera espontánea en
la naturaleza sin que los seres humanos hayan intervenido. Para que esto ocurra,
deben pasar muchos años y son las precipitaciones, el suelo y el clima los que van
condicionando en el desarrollo de plantas y animales que se encuentran en el hábitat.
Para esto, otro elemento esencial es la energía solar. Sin ella, no existe la posibilidad
de que se desarrolle vida. Los ecosistemas mencionados anteriormente pertenecen a
esta categoría, pero esto no descarta que no hayan sufrido transformaciones a partir
de la mano de obra humana, causando que nuevas especies se desarrollen allí, en
detrimento de otras.
Artificiales: en estos ecosistemas, en cambio, la presencia del hombre es esencial
para su desarrollo ya que tiene la posibilidad de manipular, de acuerdo a sus
necesidades, al suelo, las lluvias y hasta los seres vivos que se desarrollen allí. Dentro
de estos ecosistemas conviven dos factores contrapuestos, que son los abióticos y los
bióticos. Los primeros hacen referencia a aquellos que no tienen vida, como lo son la
lluvia, el suelo o incluso la luz del sol. Pero a estos, se le agregan los edificios, las
represas, las calles, los puentes, y cualquier otro elemento diseñado por el hombre.
Los factores bióticos, en cambio, son la flora y fauna que logra desarrollarse en dicho
ecosistema. Para que ambos factores logren cumplir con sus funciones, no sólo alcanza
con la energía solar, sino que es necesario que el hombre intervenga aportando
energías artificiales. Dentro de estos ecosistemas se pueden encontrar, entre otros, los
siguientes:
Piscícola: en esta clase de ecosistema artificial, la mano de obra humana interviene
con el objetivo de criar peces de manera artificial ya sea con fines comerciales o para
satisfacer las necesidades básicas de una determinada población.
Urbanos: estos ecosistemas tienen que ver con la construcción de casas y edificios
urbanos con el objetivo de que allí se asiente una población para desempeñar sus
tareas cotidianas. En estos ecosistemas se da lugar a factores bióticos, como árboles,
plantas y ciertos animales, para que se combinen con los abióticos, como lo son el
cemento, las veredas, los puentes y las construcciones en general.
Agrícolas: en estos casos, se modifica un terreno natural, al que se le agregan
plantaciones que no existían allí, para de esta forma poder desempeñar tareas
agrícolas, ya sea con fines comerciales o domésticos. También estas plantaciones
pueden ser desarrolladas para alimentar animales, por lo que funcionan como un
complemento de la actividad ganadera.

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