Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cinco claves para hallar la genuina felicidad. Por Jorge Carvajal Posada
Podríamos callar, mirarnos a los ojos y sonreírnos. Podríamos encontrar en esos ojos una
humanidad profunda y entrar en ese territorio de la magia que es el territorio de la vida.
Podríamos creer que vivimos más allá de existir, a pesar de nuestro cáncer, a pesar de
nuestro dolor…
A pesar de nuestras pequeñas miserias hay tanta grandeza en la semilla humana… Hay
tanto en nosotros esperando para ser, para fructificar, para amar… Hay tanta humanidad
esperándonos en las fronteras, esperando un encuentro entre el Norte y el Sur, entre el
Oriente y Occidente… para así encontrar ese sol del centro del ser humano.
Hay tanto en nosotros esperando revelarse, recrearse, fructificar. Somos semilla y a partir
de ese potencial infinito, de ese océano interior podemos re-encantar la vida. Podemos
volvernos a crear y así divertirnos y gozar.
¿Si pudiéramos despertar ese torrente amoroso que habita en nuestra sangre…? ¿Si
pudiéramos reencontrar la fuerza de nuestra propia identidad y así nos completáramos los
unos a los otros? ¿Si pudiéramos, como Pablo Neruda decir: “Súbete conmigo a nacer,
hermano”?
¿Si nos bajáramos de los pedestales del orgullo, de la maestría y del materialismo de una
vida repetitiva y nos inventáramos la vida y regresáramos a la inocencia y ésta no fuera una
inocencia ingenua, sino consciente? Entonces, volveríamos a ser como niños, porque el
Reino de la inocencia es el Reino de los Cielos y él está en nosotros y es un templo de
relaciones…
Hay seres humanos que creyeron en imposibles y los realizaron. Ahí está Ghandi, Simón
Bolívar, la Madre Teresa … Ahí están con la desnudez de su autenticidad. No tuvieron más
escudo que su conciencia del amor y su corazón abierto. Soñadores de imposibles que nos
demostraron que los imposibles se realizan cuando creemos en nosotros. Cuando creemos
en nosotros activamos el potencial de un Dios que no es externo, sino que es interior, un
Dios que nos acompaña y nos da su energía y su fuerza.
¿Es posible ser felices? Sí, es posible, a pesar del dolor, pues el dolor no es lo contrario de
la felicidad. Es posible ser felices a pesar de la muerte, pues la muerte no es lo contrario de
la vida. Es posible ser felices a pesar de la tristeza, pues la tristeza no es lo contrario de la
alegría. La felicidad es ese sentimiento leve de compasión y de aceptación que te lleva por
la vía del Ser.
En la felicidad no hay un Dios exterior. Tú eres a imagen y semejanza de ese Creador que
habla en tu palabra, mira en tu mirada y ama con tu amor. ¿Podríamos entonces vislumbrar
nuestro c ami no hacia la felicidad? Sí. Ese c ami no es un c ami no de retorno. Es un c ami
no de consciencia. Es un c ami no que libera porque no está hecho de dependencias.
Nada que te ate, nada que te amarre, nada que conduzca al poder… te lleva a la felicidad.
Más poder no da más felicidad, si no, más dependencia. Más placer no constituye más
felicidad. Más vivir para los sentidos hace que pierdas el sentido. La felicidad es un c ami
no hacia el sentido, un sendero que empieza en tu interior y termina en tu interior. Tú eres
el centro del universo cuando eres consciente de ti.
Cuando te puedes renovar a cada instante eres único. Cuando eres único, te das cuenta de
que eres importante, porque eres irrepetible y no tienes competencia posible, porque puedes
compartir, te puedes entregar sin temor a perderte y con cada entrega te vas a renovar, te
vas a completar y además, vas a completar al otro con tus ojos, con tu abrazo, con tu
palabra, con tu silencio, con tu compañía, con tu presencia… Así puedes disfrutar la vida.
Primera clave para la felicidad: sé como tú; no como nadie más, único, irrepetible y
original.
Da tu propia nota en la sinfonía de la creación, esa nota que es necesaria porque no hay dos
seres humanos como tú. Cuando tú no pretendes ser como nadie más que como tú, entonces
descubres esa corriente hermosa del Creador que eres, y entras en el mundo maravilloso de
tu tierra, de tu raíz, de tu savia, entras en el lugar desde el que puedes re-nacer. Si no tienes
ese útero que te está pariendo, que es tu propia identidad, si no te aceptas, si no te amas, si
no te afirmas, nada podrás encontrar. Autoafírmate para que te completes, para que
completes el universo.
Sin embargo, podrías construir un paraíso. La pregunta es: ¿cuentas contigo, te aprecias, te
valoras, te reconoces? Ese es el primer paso en el sendero de la felicidad. Es un paso hacia
el interior. Encuéntrate contigo, en tu centro. Respira profundo y siente la maravilla de la
vida. El sol brilla para ti, los pájaros cantan para ti y el aire y de la magia de la mañana
soplan para ti.
Vives en alegría y levedad y ya no tienes el peso del cuerpo, de la culpa, del condicion ami
ento… Aceptas tus luces y tus sombreas.
Reconocerás la nota clave de un corazón que nace y muere a cada instante. La muerte y el
renacimiento del corazón es la sístole y la diástole, dura un solo segundo. En cada segundo
el corazón se da entero. Si el corazón guardara una gota en cada segundo, en una hora
tendríamos insuficiencia cardiaca. Hermoso sería que nosotros pudiéramos atender esa ley
del corazón y así en cada segundo, desde tu identidad, entregar y fructificar sin medida. Ese
fruto dulce de tu vida se hizo para dar.
Cuando ya tengas tu tierra y tu paraíso, multiplica tus semillas, porque así, dándote, se
liberan y es dando como recibimos. Cuando nos damos descubrimos nuestra genuina
identidad, nuestra tierra, nuestro paraíso. Cuando hay un yo aparece un tú. Entre el tú y el
yo se genera un movimiento de resonancia, de comunicación coherente, de diálogo. Surge
ahí una inteligencia que representa tu capacidad de adaptarte a la vida. No hay una
inteligencia espiritual, separada de la inteligencia molecular. Es una inteligencia dinámica y
adaptativa: tu capacidad de adaptación a la vida.
Necesitas del otro para mirarte, reconocerte, observarte en ese espejo y poder modificarte y
crecer hacia un nuevo ser. Esa nueva tierra tuya ha sido fecundada por el tú, cuando el tú
cabe en el yo, entonces surge la maravilla del nosotros.
En nuestros estudios hemos comprobado que allí donde hay más confianza en los demás: en
el vecino, en el de al lado, en el gobernante, en el empresario…, allí donde hay más
confianza porque hay más transparencia y más honestidad, hay también una mayor
felicidad.
Nuestra tierra es vulnerable y puede así germinar. Nosotros somos también vulnerables y
nos podemos adaptar. Nuestra adaptabilidad es nuestra mejor fortaleza.
¿De qué esta hecha nuestra vulnerabilidad? Está hecha de flexibilidad. No tenemos que ser
perfectos. Cuando somos auténticos y a la vez somos flexibles podemos germinar. Cuando
el propósito del alma germina, entonces nos podemos realizar.
La segunda clave es por lo tanto humildad. La humildad es la clave del aprendizaje, sólo
desde la humildad podemos abrir nuestro corazón y sensibilizar nuestra piel, todas nuestras
pieles, la piel de nuestro campo mental, de nuestro campo emocional y abrirla a la caricia
del cosmos.
Vulnerabilidad, humildad y flexibilidad son las claves para la nueva vida, para recuperar el
poder de servir y disfrutar. El orgullo nos impide disfrutar, porque el orgullo nos separa. El
orgullo divide y destruye el territorio de la conciencia, que es el territorio del nosotros.
Dos movimientos pues hasta el presente: El yo interno que nos conduce a la autenticidad y
en segundo lugar la adaptabilidad para llegarnos al tú y construir un nosotros.
Ahí viene la tercera condición para la felicidad, la más difícil de todas: la vida cambia y
todo muere. No hay nada constante. Todo muere salvo el cambio. No te resistas al cambio.
El cambio te introduce en una corriente de transformación y transmutación que permite al
Espíritu fecundarte.
El cuerpo es un instrumento del ser y el ser es ese proceso de cambio permanente que nos
empuja en un proceso de aprendizaje continuo… Vivir es encender un fuego interior, es
convertir el conocimiento en sabiduría que nos permite desenvolvernos en un proceso de
cambio permanente.
Tú terminas convertido en aquello que crees de ti. Tú creas el universo en el que crees. Si tú
crees que eres culpable, te castigarás de mil maneras. Si tú crees que no eres digno, te
enfermarás. Podrías, sin embargo, mirar al pasado, con ojos de presente, de presencia y de
amor, no para quedarte en el dolor de tu pasado, sino para aprender la lección que dejaste
de aprender.
La historia no es lo que pasó, sino la lectura que haces de ella. Si no dejas ir a las cosas,
éstas se siguen reflejando en tu fisiología, en tus relaciones, en tu vida…, turbando tu
felicidad.
La sensibilidad nos puede liberar o nos puede matar. Si la abordamos desde la posición de
la víctima, se convierte en lágrimas de cocodrilo, en sensiblería y nos predispone a la
manipulación que es el terreno de la inconsciencia. Eso no es una verdadera relación
humana, pues hay posesión, chantaje…
Un día nos duele la vida y la vida nos dice que también es con nosotros y nos acerca un
dolor que es un despertador. Un día vemos la proximidad de la muerte y ella nos enseña las
lecciones más hermosas de la vida.
Un dolor nos hace sensibles, nos ablanda. Todo fruto maduro es blando. El amor deja de ser
un amor duro y dominante y casi perfecto y se convierte en ternura, entonces vuelves a
nacer. La sensibilidad nos hace tiernos. Los viejecitos se vuelven tiernos y les cuentan
cuentos a los nietecitos. Inician el c ami no de regreso, el c ami no de regreso es la ternura.
En el seno del caos renacemos. En el caos existe un vórtice de sensibilidad infinita que nos
permite transformarnos y emerger y con ello, llega también la felicidad.
El problema no es lo que ocurra fuera, si no lo que ocurre dentro de ti. Es posible, aún con
toda la turbulencia, que mantengas tu serenidad. La serenidad es la paz profunda e
inconmovible del ser que te permite abordar los procesos de cambio sin resistencia.
He ahí la tercera vía a la felicidad: no te resistas al cambio. Aprovecha la oportunidad de
cada crisis. Utiliza tu infinita sensibilidad. Aprovecha las oportunidades que te brinda la
vida para acceder a un nuevo potencial. Aprovecha la bifurcación cuando la vida no vuelve
a ser igual. Aprovecha las semillas que la vida siembra en tu corazón, cuando la vida te
duele profundamente. Aprovecha el parto del caos para nacer a un orden superior y así
recrear y reinventar tu vida.
¿A qué respondes? ¿Respondes por tus actos, respondes por ti? ¿Respondes al dolor ajeno?
La responsabilidad es una condición esencial del amor. El amor sin responsabilidad es lo
más peligroso que hay en este mundo. En nombre del amor hemos cometido las mayores
barbaridades.
La responsabilidad hace que el amor sea una verdadera respuesta a la felicidad. El amor es
reconocer lo esencial del otro. La responsabilidad nos permite comunicarnos y
corresponder. El amor nos lleva a un universo maravilloso de correspondencias.
Todo verdadero amor surge de la ami stad y toda genuina ami stad es reciprocidad, es una
vía que va en dos direcciones. Donde hay reciprocidad hay resonancia, donde hay
correspondencia hay correctas relaciones humanas. Esa es la más maravillosa lección que
vinimos a aprender: correctas relaciones humanas. En ello somos todos aprendices.
Así transformamos la ecología de la Tierra, que no es una ecología externa. Lo que le pasa
a la Tierra es lo que le está sucediendo al corazón del hombre. Si yo abro mi corazón, abro
la tierra dentro de mí. Si me amo y amo a mis semejantes, amo también a la tierra, al
paisaje y la atmósfera. Y si amo con un amor puro no me cont ami naré. El resentimiento es
el agente cont ami nante.
El amor liberador existe en la reciprocidad responsable. Amar es dar y recibir. Hay más
sabiduría en el saber recibir. A menudo nos neg amos a recibir el regalo de la sonrisa, de la
mirada del otro, por no comprometernos, por no quedar en deudas. Necesitamos infinitas
deudas de amor como vía a la felicidad. La gratitud es esa habilidad que revela tu propia
luz.
Estamos aquí para conectarnos a la gran cadena de la vida, a esa gran cadena de
inteligencia cósmica, río de conciencia. Somos mediadores entre los reinos inferiores y
superiores de la naturaleza.
Cuando somos sencillos reflejamos el Alma, no para la vida eterna, sino para aquí y ahora
en vivo y en directo. Ya no sólo comunicarnos, sino fundirnos por el centro, de corazón a
corazón y así entrar en esa corriente de la evolución que pasa a través de nosotros para
liberarse.