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EQUILIBRIO ENTRE COERCIÓN Y PERSUASION.

El problema del equilibrio entre la coerción y la persuasión es una cuestión típica del
concepto de gobierno y de Estado. Esto es así, porque durante mucho tiempo en los
Estados Unidos se optó por el control social como régimen general, universal, en una
actitud de rechazo al concepto de Estado al estilo europeo. Bajo la creencia de ostentar
una estructura social insular a la cual corresponderían necesariamente formas de
autorregulación y no de Estado centralizado y gigantesco (Leviatán), se dio un rechazo a
la forma de la política clásica y se promovió la idea de la democracia natural.19 Esto ha
hecho que en la sociología norteamericana el tema del control social aparezca como la
sociología misma y sinónimo de gobierno y Estado.20 En consecuencia, el problema del
equilibrio es el mismo, aunque adaptado a las circunstancias micro y atomizadas de la
sociedad norteamericana de principios del siglo XX. Líneas atrás se anota “creencia”,
porque ya Charles Wright-Mills dio a conocer el mito de esta democracia natural
norteamericana, al exhibir la manera en que se forman las élites del poder en esa nación
su edad temprana. Sin embargo, la sinonimia aludida atiende a esa concepción y es
una realidad en un periodo histórico amplio y no privativa de los Estados Unidos.
La cuestión puede ser expresada como la forma de relación entre el gobernante y los
gobernados, con alcance universal. Primero, fue presentada en forma personal, cuando
los poderes públicos se concentraban en la figura del príncipe. En referencia a la forma
de actuación del príncipe en este aspecto, Maquiavelo atendió a la opinión sobre la
naturaleza humana, la cual debe ser puesta al descubierto y de la cual deriva una serie
de recetas para el comportamiento hacia los integrantes del Estado (stato) y hacia el
pueblo. El equilibrio aparece como un problema personal.
“[...]pues un hombre que en todas partes quiera hacer profesión de bueno es
inevitable que se pierda entre tantos que no lo son. Por lo cual es necesario que
19 Cfr.Melossi, Darío, Op. cit El autor expone el rechazo estadunidense al concepto de Estado; a partir de
una estructura sociopolítica de tipo insular, de la cual emerge una democracia “natural”, es decir, de
control vecinal y societal, no fundada en el Leviatán separado del pueblo.
20 Horton, Paul y Chester L. Hunt, Sociología, México, McGraw-Hill, 1992

todo príncipe que quiera mantenerse aprenda a no ser bueno, y a practicarlo o no


de acuerdo con la necesidad.”21
La referencia a las cualidades a cultivar por el príncipe se orienta a dar consejo sobre la
forma en que el príncipe debe conservar su stato, en términos de status o posición. Sin
embargo, esas recomendaciones desde su publicación fueron vistas como universales,
por lo cual han llegado a integrar una especie de consejería trascendente. El objetivo es
mantenerse en el poder y conseguir la notoriedad. Ni una de esas dos cosas puede
lograrse con bondad. ¿Qué es ésta? Dádiva, clemencia, lealtad, decisión, animosidad,
castidad, humanidad, sinceridad, dureza, astucia, etc. La maldad, que resulta de la
negación de estas bondades es tacañería, rapacidad, crueldad, soberbia, lascivia, astucia,
frivolidad, incredulidad, etc. En ese contexto, lanzó su máxima: <<Es mejor ser temido
que ser amado>>:
[...]todos los príncipes deben desear ser tenidos por clementes y no por crueles.
Y, sin embargo, deben cuidarse de emplear mal esta clemencia [...] un príncipe
no debe preocuparse porque lo acusen de cruel, siempre y cuando la crueldad
tenga por objeto el mantener unidos y fieles a los súbditos; porque con pocos
castigos ejemplares será más clemente que aquellos que, por excesiva clemencia,
dejan multiplicar los desórdenes, causa de matanzas y saqueos que perjudican a
toda una población, mientras que medidas extremas adoptadas por el príncipe
sólo van en contra de uno.”22
Maquiavelo opina que deben templarse las dos posibilidades: ser temidos y amados a la
vez. Mas, esto es un ideal que difícilmente se alcanza, por lo cual el príncipe debe
procurar ser temido, pero sin gestar el odio contra él. Sus recomendaciones son para el
gobernante personal, no para un Estado impersonal, no para una burocracia. Su
concepto de Estado se basa mucho en la naturaleza humana, concibe a los hombres
ventajosos por naturaleza, frente a lo cual el gobernante debe acudir al castigo como
medio para mantener unida a la población. Es notable su franqueza. El castigo es
necesario, pero debe ser administrado con prudencia. El príncipe nuevo debe prodigar
castigos ejemplares, a fin de sentar su dominación. Debe ponderar la clemencia, porque,
mucha, puede ser contraproducente para la conservación del orden social. Estas son
recetas universales de cuya eficacia pocas personas pueden dudar. En todos los grupos los
líderes deben administrar la relación entre castigo y recompensa, el cual es un tema
predilecto de Maquiavelo.23
“Volviendo a la cuestión de ser amado o temido, concluyo que, como el amar
depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del príncipe, un
príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno, pero, como he
dicho, tratando siempre de evitar el odio.”24
La coerción es una función universal, necesaria, pero es un problema, en cuanto
conlleva la necesidad de una adecuada administración. Es un problema trascendental,
que acompaña al ser humano, por lo cual es menester determinarlo para examinar
situaciones concretas.
“Agréguese a esto que un príncipe jamás podrá dominar a un pueblo cuando lo
tenga por enemigo [...]Lo peor que un príncipe puede esperar de un pueblo que
no lo ame, es el ser abandonado por él.”
“El que llegue a príncipe mediante el favor del pueblo debe esforzarse en
conservar su afecto, cosa fácil, pues el pueblo sólo pide no ser oprimido. Pero el
que se convierta en príncipe por el favor de los nobles y contra el pueblo,
procederá bien si se empeña ante todo en conquistarlo, lo que sólo le será fácil si
lo toma bajo su protección.”25
A más del temor al odio del pueblo —factor de permanencia en el poder— la relación
gobernante-gobernado tendrá que basarse en la aceptación —o “consenso”, como dirá
más tarde Antonio Gramsci26—. La tensión entre la aceptación y el rechazo popular
constituye un marco de referencia para la acción de los gobernantes. Empero,
Maquiavelo tiene cuidado en distinguir situaciones concretas. Así como hay quienes
llegan al poder por la voluntad del pueblo, hay también quienes llegan por tradición y
otros aun por la fuerza. Las recomendaciones varían.
“[...] al apoderarse de un estado, todo usurpador debe reflexionar sobre los
crímenes que le es preciso cometer, y ejecutarlos todos a la vez, para que no
tenga que renovarlos día a día y, al no verse en esa necesidad, pueda conquistar a
los hombres a fuerza de beneficios. Quien procede de otra manera, por timidez o por haber
sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a estar con el cuchillo en
la mano.”27
La estabilidad social está siempre en la mira de Maquiavelo. Mantener el control de las
masas requiere de un adecuado juego de equilibrio. Así mismo, llama la atención la
negativa a mantener estados de terror, aún el usurpador debe afanarse por ganar la
aquiescencia popular. Si derrama sangre, sea sólo al principio y toda la que sea
necesaria, pero después deberá buscar deponer las armas y articular un aparato de
gobierno que no se base en la violencia.
27 Maquiavelo, Nicolás, Op. Cit., p. 16.

Autor

JOSE FERNANDO GARCIA ZAMUDIO

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