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Acerca de todo.
Siempre lo hacía.
—No lo sé. Sólo parece tan diferente. Tan lejos. Tengo muchas
ganas de estar lejos de aquí, Caden.
Uno en el otro.»
Sacado de sus pensamientos por el sonido de un
portazo en algún lugar distante de la oficina, Caden Foster
sacudió la cabeza y maldijo entre dientes.
Y no lo era.
—Gracias.
—Haz lo mismo.
—Eso espero.
—Royce...
Ese había sido el plan desde que tenían dieciséis años, cuando
finalmente se admitieron a sí mismos y al otro que eran mucho más
que amigos.
Para mejor.
—Caden...
—Él nos vio hacer el amor. —Royce acarició una mano a través
del rebelde cabello negro de Caden.
O eso creía.»
—Royce...
—Caden...
—Lo sé...
—Sí.
La respuesta no era lo que esperaba, no estaba
preparado para escucharla y pareció absorber todo el aire
de sus pulmones, ahogándolo.
—Sí.»
—Royce...
—Roce...
—¡Dímelo! Maldita sea, dime que no te convertiste en un
cobarde.
—Te amo. —Se puso en pie, dando un paso hacia Royce, que
retrocedió.
—Y yo te amo.
—Por favor...
—¡Eso no es cierto!
—Mentira, es la verdad. La propia verdad. Si me amas, es todo o
nada. Y creo que ya has elegido que no será nada, y yo nunca te
perdonaré por eso.»
—Caden...
«Royce,
«El lago».
—Joven...
—Y no quiero casarme, Kelly.
—¿Cómo te atreves...?
—Caden...
¿Cómo podría?
Todavía no.
—Royce.
«Dios, él es perfecto».
—¿Y?
—Caden...
—Caden...
—¿Qué te detiene?
—Difícilmente...
—Royce...
—Caden...
«¿Qué demonios?»
—¿Qué fue...?
—¿Qué demonios?
—¡Aquí!
—Vamos. Tú primero.
—Royce...
«Mierda».
—Ya veo.
—Gracias, Jefe.
—No me importa.
—Lo lamento.
—¿Quién fue?
—No entiendo...
—Caden...
—Hijo...
—Caden...
—Sin embargo...
—¿Por qué?
—¿Me lo prometes?
May
Gaby