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Pensamiento Crítico

Alumno: Moisés González


Maestría en Docencia
CESBA
Formación del Pensamiento en la educación

El pensamiento crítico en el contexto educativo es un ejercicio central que todo


colegio particularmente tendría que fomentar. Algunos estudiantes desde la infancia
sienten curiosidad por el mundo que les rodea desde el nivel orgánico hasta el nivel
intelectual o social, sin embargo, no todos los estudiantes en los colegios
desarrollan el ímpetu por replantear sus creencias, observar la naturaleza y buscar
respuestas a partir de un proceso de investigación.

De esta manera a lo largo de la vida humana desde la etapa mas temprana e


inocente del ser humano la educación pretende que el niño domine su cuerpo a
partir de determinados procesos motrices hasta llegar a la autorregulación y
producción intelectual de su propio aprendizaje. La formación del pensamiento
crítico es un camino largo, complejo pero muy enriquecedor y comienza desde la
infancia cuando los niños imitan lo que sus padres o hermanos le quieren enseñar
a través de ciertos estímulos construyendo en el niño un mundo de significados. La
libertad intelectual y motriz se inicia con el espíritu lúdico del juego inherente a los
infantes guiándolos al mismo tiempo al terreno de la vida adulta donde tendrá que
desarrollar habilidades mentales superiores para ampliar sus experiencias y
significados del mundo. El juego por tanto se convierte en una actividad que
pretende el reconocimiento de su cuerpo y el aprendizaje conceptual.

En este sentido, una buena educación tiene como eje de acción incentivar en el
alumno ciertas experiencias concretar para llevarlo gradualmente hacia el plano
abstracto y crítico; de esta forma el pensamiento puede ser un fin o un medio, es
decir, si el pensamiento se toma como medio parte de lo concreto, pero si es tomado
como fin parte de lo abstracto. El equilibrio entre lo concreto y lo abstracto es un
reto interesante para llevarlo en todo el abanico de profesiones ya que fortalece el
pensamiento crítico, la actividad indagatoria y el menú de enunciados o conceptos
transmitidos a partir del lenguaje; en otras palabras, entre mayor integración de lo
práctico y lo abstracto mayor vocabulario, precisión, claridad del pensamiento, orden
metodológico-teórico en el discurso y mayor capital intelectual el estudiante podrá
generar.

En conclusión, me parece importante tener el cuenta en el contexto educativo desde


el nivel prescolar hasta el posgrado el balance entre el quehacer práctico e
intelectual de los saberes para fomentar y articular los diferentes conocimientos
humanos en la sociedad y verdaderamente exista una valoración equitativa entre
las diferentes profesiones, es decir, los profesionistas prácticos, por decirlo de
alguna manera, como los contadores, ingenieros, abogados y administradores
tendrían también que indagar sobre el fin último de sus quehaceres. Mientras que
por el lado de los profesionistas “puros” tendrían que articular sus saberes para
llevarlos acabo a nivel social y por tanto en el aula.

Bibliografía

John Dewy, Cómo pensamos: Tercera parte, Formación del Pensamiento. Editorial
Paidós; Buenos Aires, Argentina; 1998.

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