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1.

EL DERECHO DEL TRABAJO, SU NACIMIENTO Y CONTENIDO1

El Derecho del Trabajo constituye la ordenación jurídica del trabajo asalariado


prestado en régimen de libertad y que se presenta en los diversos sistemas, aunque su origen
es relativamente reciente, en cuanto en promedio no tiene más de dos siglos de antigüedad.
En efecto, el nacimiento de esta disciplina jurídica se presenta en un determinado momento
histórico, al confluir diversos elementos que hacen necesaria la ordenación jurídica del trabajo
libre y que se realiza en un régimen de dependencia y ajenidad; este régimen consiste en
que, por una parte, el trabajador está bajo la dirección laboral de otro, el empleador, y, por la
otra, en que los frutos del trabajo se adjudican a este último.

Si bien el trabajo en régimen de dependencia y ajenidad ha existido a lo largo de la


historia, ello ha sido a través de diversos modelos de apropiación del resultado del trabajo,
tal cual han sido la esclavitud, la servidumbre y el contrato2, los que coexisten a lo largo de la
historia, pero el predominio de este último, el contrato, sólo se presenta en los últimos siglos
de la historia de la humanidad. Precisamente, un antecedente que es poco recordado es que
sólo en los dos últimos siglos se reconoce mayoritariamente la libertad de todas las personas,
por lo que los requerimientos laborales no pueden hacerse bajo la fórmula de trabajo forzoso
o de trabajo servil, sino que por vía de la relación contractual en la que supuestamente se
plantea un intercambio de trabajo por un precio establecido.

Pero son antecedentes concretos los que definen la gestación del Derecho del Trabajo
y generan su nacimiento como disciplina jurídica alrededor del siglo XIX —tal como se
presentó tempranamente en algunos países, como son los del Viejo Continente, o
posteriormente, como sucedió con los países de Sudamérica—, antecedentes a los que la
doctrina laboralista ha denominado como "presupuestos del Derecho del Trabajo"3 y que son
los siguientes4: la revolución industrial y advenimiento del sistema capitalista, el derecho
liberal individualista, la organización de los trabajadores y la posterior intervención del Estado
en las relaciones laborales.

El primer presupuesto que se destaca es el de la revolución industrial, al que se suma


el sistema de producción capitalista, lo que tuvo como efecto inmediato una gran demanda
de trabajo asalariado y cuyas relaciones laborales se caracterizan por la disociación entre
quien organiza la actividad productiva —el empleador o empresario— y quien aporta el trabajo
—el trabajador—. Con esta separación de los factores de la producción se supera la
organización de las antiguas comunidades de gremios de la Edad Media5.

Esta forma de producción fue originariamente dura para quienes aportan el trabajo,
es decir, los trabajadores. De una parte, se constituye una población laboral cuyo único bien

1
Texto extraído desde: Rojas, Irene (2016). El Derecho del Trabajo en Chile: Su Formación Histórica y el Control
de la Autonomía Colectiva. Santiago de Chile: Thomson Reuters, p.9. Se mantienen notas al pie de página en
los mismos términos que en el libro (nota del profesor).
2
Tal como lo ha sintetizado la doctrina iuslaboralista; por todos, Nores T., Enrique (2007), "El 'genoma' laboral:
Orígenes, componentes y evolución del derecho del trabajo", en Quaderns de Ciéncies Socials, Nº 7, 2007, pp.
5-52.
3
En este sentido, Sala F., Tomás y López G., Juan (2000), "El nacimiento y desarrollo del Derecho del Trabajo",
en Albiol M., Ignacio y otros (editores) Compendio del Derecho del Trabajo, Valencia, Ed. Tirant lo Blanch, pp.
45 y s
4
En este sentido, Sala Franco, Tomás y otros autores (2002), Derecho del Trabajo. Fuentes y Relaciones
Colectivas, Tomo I, Cuarta edición, 2002, Ed. Tirant lo Blanch, España, pp. 22 y ss.
5
Que correspondían a talleres, en donde la actividad se ordenaba en razón del trabajo, sin perjuicio de que se
establecía una jerarquía en razón de los saberes y habilidades; a saber, los maestros, los oficiales y los
aprendices.
es el trabajo, el que debe vender para vivir. De la otra, se presentan altos niveles de
explotación laboral que generan condiciones miserables: extensas jornadas de trabajo,
salarios muy bajos (definidos como "salarios de hambre"), condiciones precarias de trabajo y
de vida; es decir, las condiciones que entre el siglo XVIII e inicios del siglo XX fueron
manifestación de la denominada eufemísticamente "cuestión social"6.

El segundo presupuesto es el derecho liberal de corte individualista, manifestado


particularmente en los códigos civiles. Éste es el sistema jurídico que sustenta al régimen
capitalista y que, en lo pertinente, considera que las partes de las relaciones de trabajo son
libres para contratar y para fijar las cláusulas de su regulación. Se plantea así la contradicción
original del sistema liberal individualista, en cuanto asume la libertad de las personas, pero
no reconoce la distinta situación de poder para convenir, lo que significará la imposición de
las condiciones por quien tiene poder, el empresario, y el aceptarlas, por no tener otras
opciones, por parte del trabajador.

El tercer presupuesto es la organización de los trabajadores frente a los efectos del


capitalismo y la explotación laboral consecuente; esto es, los trabajadores toman conciencia
de la misma y se organizan para su autodefensa, utilizando dos elementos centrales de la
acción de los trabajadores organizados: la huelga y una incipiente negociación colectiva7.

Sin embargo, diversos sistemas jurídicos prohibieron estas organizaciones y sus


acciones colectivas e, incluso, algunas de ellas fueron tipificadas como delitos, fundado todo
ello en la improcedencia de organizaciones intermedias y en la necesaria actuación del
mercado, situación que ejemplifica la ley francesa Le Chapelier de 1791, cuya exposición de
motivos establece:

"Debe, sin duda, permitirse a los ciudadanos de un mismo oficio o profesión celebrar asambleas,
pero no se les debe permitir que el objetivo de esas asambleas sea la defensa de sus pretendidos
intereses comunes; no existen corporaciones en el Estado, y no hay más interés que el particular de
cada individuo y el general; no puede permitirse a nadie que inspire a los ciudadanos la creencia en
un interés intermedio que separe a los hombres de la cosa pública por un espíritu de cooperación"8.

El cuarto y último presupuesto es la intervención del Estado en las relaciones


laborales. El Estado interviene en las relaciones laborales fijando condiciones mínimas
irrenunciables en favor de los trabajadores a fin de establecer derechos mínimos en favor del
trabajador, y ello lo hace a través de un instrumento privilegiado y que es la ley.

Respecto de los objetivos de esta intervención, resulta dudoso que el Estado actuara
con sólo un objetivo paternalista a fin de tutelar a "la parte más débil de la relación laboral",
tal como se ha entendido tradicionalmente9. Más allá de las diversas motivaciones, tal como
fueron la presión de la organización de los trabajadores y del descontento social, como
también la de diversas entidades como la Iglesia Católica10y organizaciones políticas, en
diversos sistemas se ha concluido que el Estado regula las relaciones de trabajo, procediendo
"a la integración del conflicto entre el trabajo asalariado y el capital, en términos compatibles

6
Me sumo a la calificación otorgada en Palomeque L., Carlos (2011), Derecho del Trabajo e ideología, 7ª
edición revisada, Madrid, Ed. Tecnos, p. 27.
7
Sobre la negociación colectiva, véase Webb, Beatrice y Webb, Sidney (1920), Historia del sindicalismo, 1666-
1920 (edición de 1920 de Longmans Green), Ed. Centro de Publicaciones del Ministerio del Trabajo y Seguridad
Social, España, 1990.
8
Exposición de motivos de Ley Chapelier, Francia, 1791, citada por Sala F., Tomás y Albiol M., Ignacio, (1998),
Derecho Sindical, Quinta edición, Valencia, Ed. Tirant lo Blanch, p. 43.
9
Al menos eso acontece en la enseñanza tradicional del Derecho del Trabajo en Chile.
10
Como es a través de la Encíclica Rerum Novarum, de 1891; véase, de León XIII (1891). "Carta Encíclica sobre
la situación de los obreros", en Ocho grandes mensajes, Madrid, Ed. Edica, Undécima edición, 1979.
con la existencia del sistema económico capitalista"11o, como se ha señalado en nuestro
medio, el fin decisivo del Derecho del Trabajo ha sido el de "encauzar los conflictos sociales
dentro del esquema capitalista, no para su debilitamiento ni menos para su superación, sino
para todo lo contrario: su reforzamiento, y en última instancia, su consolidación"12.

Nace así el Derecho del Trabajo como disciplina jurídica, pero su regulación no se
limita a la estatal, en cuanto sus manifestaciones comprenden tanto la regulación que emana
del Estado a través de la legislación laboral como la efectuada por los actores de las
relaciones laborales a través de la negociación colectiva. Por consiguiente, son dos las
fuentes principales de Derecho del Trabajo: la normativa estatal, a través de un instrumento
que es privilegiado, tal cual lo es la ley, y la normativa colectiva, a través de los respectivos
acuerdos colectivos, como quiera que se los llame en un concreto ordenamiento jurídico13. La
preeminencia de una de las dos fuentes en el respectivo ordenamiento configurará un
determinado sistema jurídico laboral: heterónomo, en cuanto el contenido del Derecho del
Trabajo está dado principalmente por un actor externo a las relaciones de trabajo (el Estado),
o autónomo, dado que la regulación está definida principalmente por los propios sujetos de
la relación laboral a través de los acuerdos colectivos.

A su vez, el Derecho del Trabajo comprende dos grandes áreas objeto de regulación.
De una parte, la relación laboral que constituye el centro de imputación normativa del Derecho
del Trabajo ha sido históricamente la de carácter individual, esto es, la que se presenta entre
el trabajador individualmente considerado y el empleador. De la otra, se presenta una
segunda relación de trabajo y ésta es la de carácter colectivo —que es la que se establece
entre la organización de trabajadores y la parte empresarial14—, relación que no es
necesariamente objeto de regulación, sino que de reconocimiento normativo de sus partes y
de las acciones que tienen trascendencia jurídica, tal cual es, entre otras, el ejercicio de la
autonomía colectiva.

11
Palomeque L., Manuel (2011), ob. cit., p. 34.
12
Ugarte C., José Luis (2004), El nuevo Derecho del Trabajo, Santiago, Ed. Universitaria, p. 22
13
Como es "convenio colectivo", "contrato colectivo", "acuerdo colectivo" o "pacto colectivo", entre las más
relevantes, en conformidad a las expresiones más utilizadas en el Derecho comparado. Aunque cabe efectuar
dos observaciones. En primer lugar, la expresión más utilizada es la de "convenio colectivo", a fin de distinguir
dicho acuerdo del contrato, particularmente del contrato individual. En segundo término, se debe tener
presente que una determinada expresión puede definir un tipo específico de acuerdo colectivo o que éste
tenga una connotación especial (En este sentido, Martín V.; Antonio, Rodríguez-Sañudo, Fermín, y García M.,
Joaquín, (2014), Derecho del Trabajo, Madrid, Ed. Tecnos, Vigésimo tercera edición, pp. 366 y 367. Asimismo,
Borrajo D., Efrén (1994), Introducción al Derecho del Trabajo, Madrid, Ed. Tecnos, p. 265.
14
La que corresponde al empleador, grupo de empleadores, asociación o asociaciones de empleadores.

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