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Políticas de Estabilización
Un hecho notable en el cual concuerdan casi todos los economistas, es la necesidad
de contener las fluctuaciones de la economía, cuando se estima que serán permanentes
y no se corregirán a través del simple funcionamiento de las fuerzas del mercado.
Se considera que cuando son muy profundas y frecuentes, pueden estar indicando
una situación de inestabilidad que conviene atacar a tiempo, pues si no, se corre el
riesgo de caer en una grave situación recesiva o, por el contrario, en una situación
inflacionaria.
También se argumenta que mantener una cierta estabilidad en la evolución de
algunas variables como la oferta monetaria, el nivel de precios, etc etc, es importante,
pues cuando se producen “saltos” se distorsiona la información que reciben los agentes
económicos acerca del comportamiento futuro de la economía.
En este sentido, es básico señalar que la formación de expectativas es afectada en
forma notable por las situaciones de inestabilidad e incertidumbre producto de las
fluctuaciones.
Por supuesto, si se quiere implantar una política contra cíclica para evitar estos
efectos, se requiere que en primer lugar sus gestores reconozcan el origen, intensidad
y duración de la perturbación.
En ocasiones ésta puede ser el producto de una variación en el gasto público, en el
consumo o en la inversión privada. Por ejemplo, se argumenta que algunas
innovaciones requieren de inversiones particularmente fuertes en sus comienzos, para
asegurar el éxito en el mercado, y ello podría tener como consecuencia un
desplazamiento en la demanda agregada que, a su vez, desviaría el producto, las tasas
de interés o los precios, de las sendas de crecimiento establecidas como objetivos.
También es factible que el origen de la perturbación sea un aumento de las
exportaciones, debido a un incremento del nivel de renta en el exterior. Así pues, son
muchas y variadas las fuentes de las perturbaciones en la economía. De cuál sea su
origen dependerá, la forma como deberán ser atacadas.
Es importante tener presente que si las perturbaciones observadas son sólo de
origen transitorio, será preferible abstenerse de intervenir en el mercado, pues es
posible que sólo se consiga introducir más distorsiones en el sistema de precios.
Encontramos, en este caso, que se deben a las propias acciones de los gestores de
la política económica, debido a lo complejo de las decisiones que se deben tomar.
También es factible que sean el producto de medidas cuyo propósito sea el de
conseguir votos en periodos electorales. En este caso, se habla de la existencia de un
ciclo económico de origen político.
Supongamos que se adopta una política económica tendente a corregir cualquier
perturbación que haya surgido en la economía. Podemos esperar que surjan ciertos
desfases en el tiempo que son conocidos como retardos y que se producen debido a
que los acontecimientos tienen el lugar en el tiempo y no se suceden de forma
instantánea.
Frecuentemente, se acostumbra dividir los retardos en internos, que muestran el
tiempo que se demora la implementación de alguna medida de política económica y
externos, que muestran las demoras que se producen en los efectos de dicha política.
A su vez, el retardo interno es generalmente dividido en tres:
Los retardos de decisión son aquellos que muestran el tiempo que transcurre
entre el momento en que se reconoce la existencia de una perturbación y el
momento en que se toma la medida de política económica para contrarrestarla.
El retardo de acción muestra el tiempo que transcurre entre el momento en que
se toma la medida de política económica y el momento de su implementación o
ejecución.
Sin embargo la política monetaria disfruta de un retardo interno mucho más corto
que el de la política fiscal pues cuando, por ejemplo, se desea modificar una
legislación del Impuesto Sobre la Renta se requiere del consenso político
necesario, la aprobación de las modificaciones a través de las diferentes
instancias legales, etc.