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Compejidad Fotogr 2
Compejidad Fotogr 2
transinteractividad” .
INFORME
Palabras Clave: fotografía contemporánea - géneros fotográficos – unidad de campo- época pos-analógica -
era digital - ontología de la imagen - modelo hegemónico de los discursos- transinteracción – posfotografía –
Imagen medial --
Contenidos
PORTADA………..
DE LA INVESTIGACIÓN………..3.-
Abstract de la investigación……..4.-
Predata………..5.-
Introducción………..6.-
La unidad-texto………..5.-
Superficies de Inscripción………..5.-
Campo en expansión…………..7.-
Conclusiones…………..7.-
Bibliografía……17.-
ANEXOS:
Abstract de la Investigación
Predata
Introducción
Con la pre-fijación (postura a priori) de que existe una manera contemporánea conveniente de
interpretar los quehaceres en nuestra sociedad, intentamos acercarnos a esta idea “compleja” de
cultura, institución, campo, disciplina y a partir de allí, análogamente, abordamos la cuestión de lo
fotográfico y sus géneros. Para lo anterior nos preguntamos:
El proceso de este acercamiento contempla una reflexión sobre la manera en que operan los
cruces y las significaciones entre distintas esferas de la práctica fotográfica contemporánea (a priori
los géneros fotográficos) e indaga sobre la forma y las implicancias de tal ocurrencia. Así, las ideas
de unidad de campo, unidad-texto y espacio funcional se constituyen en ejes centrales de esta
meditación.
Sirviéndose de una referencia inicial, aquella que nos redefine los rasgos característicos de la
“institución actual”, se consagra el estudio a la inclusión de estos elementos al ámbito de reflexión
sobre la impronta fotográfica, configurando el escenario de una meditación en torno a los géneros
fotográficos; en torno a la superficie de inscripción y, de manera sugerida; en torno su condición
medial.
La intención es meditar sobre las interpretaciones de uso corriente que hacemos sobre los variados
“géneros” fotográficos, la forma de exhibirlos, la dinámica de interacciones y cruces que en ellos
surge y que se nos presenta a través de distintos complejos temáticos.
En ello, en este escrito se intenta plantear que tradicionalmente se ha tendido a entender a las
imágenes como polisémicas y aunadas, en general, siendo ellas una y la misma. La recepción y el uso
(también el consumo) de las imágenes, su interpretación, e incluso la clasificación que hacemos de
ellas, se encuentran altamente pre-programados por las institucionalizaciones y legitimaciones
1
culturales que nos aportan gran parte de nuestro bagaje perceptivo .
1
En “La construcción social de la realidad” ; Berger y Luckmann plantean que la institucionalización es un proceso de reconocimiento y
validación de las conductas, los organismos y de la realidad social en general que apoya en el proceso de subjetivación de las creencias y
visiones de mundo de cada uno de nosotros, el cual posteriormente, una vez instaurado de esa forma, se objetiviza, se universaliza y se
hace válido, aceptado socialmente, creíble y moralmente adecuado.
los considera, a todos por igual, "obra de arte" , y que por tanto no existe una clasificación, una
división a posteriori, por así decirlo, de las imágenes, sino que por el contrario la imagen ha sido y ha
estado siempre allí, polisémica, flexible y sujeta a las interpretaciones culturales, sociales y
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simbólicas que se relacionan directamente con los intereses de uso y consumo de las mismas , y que
por tanto, entonces, una manera de entender sus configuraciones y significados actuales es un
hecho que pasa por incorporar otras capas de entendimiento en donde ésta se desenvuelve
semánticamente.
El interés primordial que incita la ejecución de este escrito pretende efectuar aportes críticos a la
forma que entendemos las instituciones, las disciplinas, la práctica fotográfica, a como nos
comportamos frente a las imágenes. Nos gustaría rescatar aquí la idea expresada por el filósofo
Martin Heidegger que nos insta a desarrollar una actitud serena, reflexiva frente a ellas,
promoviendo el retardo como una forma de recepción de imágenes que posibilita el acceso
democrático e inclusivo a formas de configurar nuevas realidades.
Finalmente, en una sección dedicada a la reflexión sobre los logros obtenidos a partir de las
interrogantes aquí planteadas, nos reencontramos con los objetivos planeados en un principio para
meditar sobre el alcance y efectividad de la presente indagatoria en una actitud autocrítica y
recopiladora de las experiencias obtenidas en la presente investigación que tiende a abrir los
resultados de la reflexión hacia posibles derivaciones y proyecciones en otros ámbitos temáticos y de
desarrollo autoral de la práctica fotográfica.
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Id ant.
Lugar - no lugar - espacio de significación -espacios residuales
Varias características rigen y definen las instituciones actuales en nuestra sociedad, ya sean estas
instituciones materiales (las plazas, lo lugares de trabajo, los tribunales de justicia) o inmateriales (el
imaginario, la cultura, la noción de lo público o de lo privado).
3
En " Mapas Abiertos; Fotografía Latinoamericana 1991-2002" A. Castellote ha debido efectuar sendas cartografías de los “haceres”
fotográficos en Latinoamérica para poder describir a grandes rasgos las obras de innumerables autores, su trabajo es monumental.
diversos de sus componentes; que anuncian una tendencia a producir espacios-desecho o residuales
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y que tienden a ser interpretadas genéricamente.
En los lugares se desarrolla principalmente la actividad productiva, de vida de los habitantes, como
son los parques, las plazas, los edificios, las calles, las industrias, etc. En el no-lugar se produce el
mínimo de ocupancia (permanencia) estable e interacción de los usuarios, estos no- lugares tienen
una "utilidad" práctica muy reducida y en general tendemos a permanecer muy poco tiempo en
ellos, estos lugares son sitios deshabitados, o intersecciones de la ciudad con las autopistas, o
terminales y puertos, o habitaciones de hospedaje temporal. En estos espacios se producen silencios
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de convivencia, estos espacios no son habitables, no son “funcionales” . Luego se encuentran los
espacios residuales que son espacios a los que la ciudad va asignando paulatinamente menor
importancia y valoración, en estos espacios por ejemplo se vierten desechos, se produce demasiado
ruido no deseado, o no se moderniza la infraestructura, convirtiéndose prácticamente éstos en no
ue es donde se gesta y se desarrolla
operativos. Finalmente, tenemos los espacios de significación q
mucha convivencia y en general donde se produce o se gesta la cultura. Estos espacios están llenos
de sentido para sus habitantes y son los que dan origen a diversas instancias de interacción
ciudadana.
La importancia de concebir nuestras instituciones con este tipo de complejidades nos impone la
doble dinámica del desafío-oportunidad. Desafío de profundizar en su superficialidad genérica para
encontrar los significados que subyacen, con en el riesgo de perdernos en múltiples
interpretaciones, o en vagas aproximaciones y la oportunidad de encontrar reales sustentos a una
manera amplia, y no limitante, de abordarlas y de comprenderlas.
Es a partir de esta primera instancia de entendimiento, lograda a partir de una nueva forma de
conceptualización de lo unitario, que emanarían también las posibilidades de extrapolar esta noción
de espacio complejo a cualquier ámbito (sea teórico o empírico), campos otros como en este caso el
espacio urbano y más adelante lo fotográfico.
En la relevancia de esta sinergia con la noción de espacio que ha desarrollado la cultura en general
nos centraremos de pleno y extrapolaremos esta experiencia del campo del espacio [urbano] y sus
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En “La Ciudad Invisible. Imaginario Urbano y Patrimonio” el ensayo de Pablo Andrade Blanco titulado “La historia del arte en dialogo con
otras disciplinas” nos informa de este aspecto de la gran metrópolis contemporánea. Para Andrade esta unidad, institución
contemporánea (la gran ciudad) produciría espacios residuales que van mutando y adquiriendo distinto valor simbólico.
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En “El no-lugar”. M. Augé ha desarrollado esta idea y plantea que un no-lugar es disfuncional desde el punto de vista de importancia en
el tramado de lugares y sus respectivas valoraciones de sentido: una pieza de hotel o un aeropuerto serían espacios no funcionales por la
baja interacción entre constituyentes y su bajo valor funcional, ellos serían no-lugares.
derivados (distintos tipo de lugares) hacia un nuevo espacio discursivo, cuando revisemos la poéticas
de las variadas prácticas actuales en el ámbito de la fotografía.
De cada una de las instancias descritas anteriormente en relación con el espacio urbano y sus
variados lugares, podemos además efectuar una lectura que se aproxime a las historias que emanan
de ellas. En un sentido amplio se refirió a los lugares, en un juego un poco ambiguo al definir y
conceptualizar dichas instancias. Lo que importa aquí, no obstante, se acerca a una lectura del lugar
de la cultura que no olvida, no deja de tomar en cuenta el espacio físico en donde ésta se desarrolla,
pero que se inclina por entender el lugar más bien como una dimensión inmaterial de la misma. En
esto último radica la importancia de que la cultura puede entenderse mejor cuando concedemos
que de aquellos lugares emanan relatos de vida de sus habitantes.
La unidad-texto
La cultura concebida como texto nos brinda precisamente esa oportunidad que se asocia con el valor
de significar y dar sentido a aquello que surge como una narración de las distintas expresiones de la
sociedad y sus variadas dimensiones.
La unidad-texto, al igual que las nociones mismas de unidad de campo, nos refieren a una esfera
en que se verifican una serie de sentidos y en donde, a la vez, los sentidos surgen de su propias
particularidades. En la cultura-texto, los lugares, con sus distintas valoraciones y determinaciones,
nos llegan como una narración de la que podemos obtener valores y sentidos; ya no son ellos un
espacio material en donde ocurre un determinado tipo de actividad, en ellos se gestan creencias,
modos de ver y sentir, visiones de mundo, en las que, según se ha constatado, se hacen evidente las
predeterminaciones que tenemos sobre lo periférico y lo central.
Lo mismo ocurre con el ámbito de la fotografía contemporánea. Como muchas otras, la fotografía
contemporánea es una institución que actualmente se caracteriza por constituirse como una unidad
fraccionada y fragmentada, aunque en la superficie de lo que concebimos de ella ésta se mantiene
como una unidad colectiva, homogénea y regular.
No obstante, concebir una analogía de lo textual con lo fotográfico no es inédito, varios son los
6
autores que han visto en la imagen toda una nueva era de literacidad de lo visual, entendiendo que
el ‘nuevo texto visual’ (la imagen, y en especial por su injerencia, la imagen fotográfica) constituye la
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actual textualidad en la actual era de la información y las redes digitales .
Para nosotros lo que importa es entender lo fotográfico, esta unidad específica de la imagen, como
un texto del que se obtienen valores de sentido y significación que nos llevan a develar nuevas y
ricas capas de entendimiento sobre el soporte mismo (sus variadas formas de actuar en el contexto
social) y sobre sus contenidos, sobre aquello que ella constituye: un asombroso medio de
transmisión de conocimiento y de acercamiento a lo simbólico.
Nuestro abordaje otorga importancia a la noción de unidad-texto. Así, la fotografía actual describe
grandes divisiones, ya en el inicio de este nuevo milenio, distintos tipos de relatos, narrativas que se
fundan en actitudes divergentes sobre lo fotográfico. En todo esto algunos han visto una gran nueva
conformación de lo ontológico en relación con la imagen fotográfica, debido a que la condición de la
imagen fotográfica actual se sustentaría en una pérdida absoluta de la dimensión del tiempo y su
registro; o sea; actualmente en la imagen no existiría más un "eso ha sido" [evidencia de la calidad
de registro de la fotografía, entre otros], sino que un "eso está siendo" ad infinitum. Como se puede
ver, la unidad fotografía-texto nos abre un panorama que se podría describir como una narración de
la que emanan (a lo menos por ahora) diversos relatos; por ejemplo, algunos se inclinan por lo
fundacional de lo fotográfico y otros se decantan por una narrativa de la fotografía como un nuevo
complejo que instala conexiones con lenguajes, disciplinas y esferas que transgreden lo puramente
indicial, fundacional y que suprime las nociones clásicas de imagen-materia, imagen-movimiento,
imagen-espacio.
6
Entiéndase como la habilidad adquirida, producto de la práctica y lectura recurrente e informada de imágenes, que irían conformando
una surte de cultura visual, competencia para “leer” imágenes en un proceso de alfabetización sobre la visualidad.
7
En “Las Eras de la Imagen” J. Luis Brea plantea que esta nueva literacidad sería un habilidad necesaria para poder entender (“leer”) las
imágenes en la presente era digital.
texto que nos arroja lecturas válidas para su comprensión como una unidad que se manifiesta como
un relato basado en la acumulación de elementos variados, conformando una estructura
rudimentaria similar a la del collage. Ocurre en el soporte, de este modo, una fragmentación que
hace de esta actividad un texto muy contemporáneo, en una evidente nueva fase de desarrollo.
La textualidad que genera esta dinámica de opciones y actitudes frente a lo fotográfico abre
opciones hacia lo diverso y la multiplicidad, hacia una heterogeneidad que se beneficia de la
inclusión y de la aceptación de los distintos tipos de discurso y que, aún más, abre las posibilidades
de expansión del medio, en tanto texto, de donde emanan relatos que pueden proponer amplitud
de opciones.
Insistimos aquí que nos interesa homologar nuestros criterios sobre los géneros fotográficos con
aquellos de la unidad de campo. En otras palabras, preferimos entender que cada una de las
instancias en que se manifiesta la fotografía, aquellas expresiones que histórica y tradicionalmente
hemos concebido como esferas de acción que se concentran en determinados rasgos del objeto a
estudiar, entiéndase, el retratar, el documentar, el narrar, el ensayar, el objetualizar, el
conceptualizar de y con la imagen fotográfica conforman también lugares.
Los géneros fotográficos, esos espacios discursivos de la unidad en que se constituyen las
narrativas de valor abordan sus temáticas, cada uno, con distintos énfasis en los rasgos del objeto de
estudio, describiendo con ello distintos propósitos y actitudes frente al acto constituyente de
fotografiar: el retrato contemporáneo utiliza una serie de apropiaciones e hibridaciones
(conceptuales, temporales, etc.); pero es quizá dicho énfasis en el objeto lo que permite una
delimitación más o menos razonable de dicho espacio discursivo o propósito fotográfico, el retratar.
Pero, lo que deseamos plantar centralmente aquí, es que los géneros, concebidos como
lugares-textos de la unidad fotográfica surgen como instancias que generan y son generadas, a la
vez, por distintos tipos de sensibilidades que brindan variados grados de interés y consideración a
cada espacio-lugar de lo fotográfico. Todos estos énfasis llevan una orientación determinada que
hacen que se ocupen uno u otro lugar o espacio de discurso. Cada una de estas sensibilidades
escribe un texto con las dificultades propias de la especificidad del soporte. Cada una de ellas debe
lidiar con la imposibilidad de capturar objetivamente el mundo exterior, con la esperanza de la
búsqueda y la exploración, con el impulso y la potencia que le brindan el pretexto encontrado de la
captura, una justificación del actuar para expresarse, y también con las limitaciones-posibilidades
que brinda el formato fotográfico elegido. La lectura, para nosotros, conveniente de dicho texto nos
abre a la comprensión de que tales actitudes-textos no son solamente manifestaciones estéticas
portadoras de variadas visiones de mundo, sino que además; incluso en sus actitudes subversivas
más radicales, intentan configurar un ethos para la tradición en que se insertan, cuyos avatares se
traducen en tales manifestaciones del espacio que ocupan los distintos lugares-géneros, las opciones
de estilo y las distintas formas de expresividad. Para algunos, de todo ello surge una
intersubjetividad muy propia de los tiempos actuales. Entender esta complejidad es a la vez optar
por la simpleza de que la constitución de la unidad campo es más bien una dinámica y una entidad
en cambio constante en la que las nociones de dirección, espacio, tiempo, lugar, no siendo
completamente caóticas, sí constituyen un universo con gradaciones expresivas.
Superficies de inscripción
En lo concreto, el soporte fotográfico funciona como una forma de expresión que depende de su
exhibición y en esto la practica fotográfica se ha asociado en numerosas ocasiones con otras
disciplinas y ha desarrollado variadas forma de transgredir, negar y desarticular cualquier forma de
discurso que se sustenta en el emplazamiento de los trabajos en la forma en que se hace en los
museos, galerías de arte o cualquier otro espacio de recepción-circulación oficial.
De este modo, podemos apreciar que el emplazamiento de los trabajos ha formado y forma
actualmente una parte importante del proceso creativo y expresivo en la que el fotógrafo o artista
que utiliza la fotografía otorga importancia especial a esta fase, la de presentación. En esta fase la
exhibición cobra importancia debido a que es el momento en que los trabajos entran en contacto
con su audiencia. Con ello, se torna claramente comprensible la importancia que reviste el
emplazamiento y la función que cumple en el circuito comunicativo.
Pero deseamos aproximarnos aquí a la idea de que la superficie de inscripción e s una instancia que
deviene un espacio discursivo también, un lugar, un espacio de significado y probablemente un
territorio dentro de ese campo acotado al que la podríamos circunscribir, que sería la totalidad del
proceso de creación y que se muestra naturalmente transversal a todos los campos expresivos
(géneros) dentro de la unidad fotográfica.
Más particularmente aún, la noción de superficie de inscripción c omo una idea distinta a la de
soporte o espacio del emplazamiento nos otorga la posibilidad de asociarla con la idea de espacio
funcional dentro del contexto general de la cultura. Pero estos espacios forman parte de la cultura
por excelencia. Estos son nuestros espacios de significación de que hacíamos referencia en un
principio. En ello, estos nuevos espacios, resignificados por obra de la selección y adjudicación de
las intenciones expresivas de los agentes culturales se transforman en los nuevos lugares en donde
se gestan plenos sentidos simbólicos y por ende en donde comienzan a operar las diferentes
narrativas y alcances con el imaginario que correspondan. Así, una superficie de inscripción en la
práctica contemporánea se encuentra entrelazada directamente con los espacios de significación de
la cultura.
Campo en expansión
Para Krauss, la expansividad era una consecuencia de esa condición dialéctica que transformaba la
disciplina en una unidad de tipo binaria en una unidad más compleja aún, expansiva. Para Osborne,
la fotografía es un campo en expansión debido a circunstancias socio-culturales que se determinan
históricamente por el valor de uso de las concepciones que sobre dicha unidad se tiene de la misma.
La importancia de todo esto se funda en el hecho de que tal expansividad de los campos, en
especial aquí el de la fotografía, no se origina ni se determina debido a la emergencia de un
desarrollo tecnológico única o determinantemente, sino que es su expansión endógena, desde su
interioridad, que su expansividad se puede percibir.
Un campo en expansión es mucho más rico y potencialmente dinámico, pero sugiere considerarle,
contextual y particularmente, espacio complejo. La fotografía contemporánea se manifiesta como
una institución contemporánea de este tipo y que se plantea abierta hacia ilimitadas posibilidades de
transinteracción disciplinaria.
A modo de Conclusión