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Semana 14: Amar con pureza y libertad.

“Creo que una persona que está apegada a sus riquezas, que vive preocupada por sus
riquezas, es en realidad muy pobre. Sin embargo, si esa persona pone su dinero al servicio de
los demás, entonces se vuelve rica, muy rica”.
Santa Teresa de Calcuta

Objetivo de aprendizaje: Identificar en el sexto y noveno, y en el séptimo y décimo


mandamiento la invitación de Dios a amar con pureza y a ser libres frente a los bienes
materiales para que el hombre alcance su vida plena.
Conceptos claves: Bienes materiales, robo, pureza, amor vida plena.

El hombre rico: San Marcos 10, 17-22.


Cuando salía para seguir su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le
preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Y Jesús le dijo: ¿Por qué me
llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios. Tú sabes los mandamientos: "NO MATES,
NO COMETAS ADULTERIO, NO HURTES, NO DES FALSO TESTIMONIO, no defraudes, HONRA A
TU PADRE Y A TU MADRE". Y él le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres,
y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste,
porque era dueño de muchos bienes.

1. Séptimo mandamiento: No robarás1 y décimo mandamiento: No codiciarás los


bienes ajenos2.
La semana pasada estudiamos el segundo grupo de los mandamientos. El cuarto
mandamiento nos invita a amar y honrar padre y madre; el quinto, a amar y respetar la
dignidad de toda vida humana; el octavo, a vivir en la verdad y en la autenticidad para
ser verdaderamente felices. Esta semana estudiaremos el último grupo de los
mandamientos.

1 Ex 20,15; Dt 5, 19; Mt 19,18


2 Ex 20, 17; dt 5,21

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 ¿Qué dice el Evangelio respecto al mandamiento “no robarás” y no “codiciarás
los bienes ajenos”? El Evangelio con que inicia esta clase no trata de una parábola,
sino de un hecho histórico de la vida de Jesús. La pregunta del joven rico manifiesta,
sin duda alguna, el anhelo natural de plenitud que todo ser humano tiene en su
corazón; al joven algo le falta, su vida estaba incompleta, aun cuando tenía muchos
bienes materiales. El joven cumplía todos los mandamientos, tal como lo señala el
texto, pero le falta el mandamiento principal: amarás al Señor con todo tu corazón...
amarás al prójimo como a ti mismo. Las riquezas del joven eran materiales y no era
verdaderamente libre y feliz, al dejar que estos bienes materiales lo definieran en
su valor como persona y no en el ser, en primer lugar, hijo de Dios.

 ¿Qué nos dice a nosotros el texto? Si aplicamos el Evangelio a nuestra vida,


quizás también descubrimos que colocamos nuestra seguridad en distintas
“riquezas”, y no en lo que nos define más esencialmente como personas. Como al
joven, Jesús nos llama a descubrir estas falsas seguridades y despojarnos de ellas
para ser plenamente libres. No podemos amar y seguir a Jesús si no hay libertad. Y
a la vez, Jesús respeta nuestra libertad, como hace con el joven del Evangelio.

 ¿Cuál es el sentido del séptimo mandamiento? El séptimo mandamiento es un


llamado de Dios para todo hombre, profundamente inscrito en el corazón humano.
¿Quién no se ha indignado cuando ha visto a alguien robar a otro por la calle, o
cuando lo ha sufrido en carne propia? ¿O cuando escuchamos en las noticias que un
empleador no paga sueldos justos a sus empleados, o que varios empresarios se
coludieron para elevar los precios de los productos de manera injusta? Este
Mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y
perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes. Prescribe la justicia y la
caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los
hombres. Con miras al bien común exige el respeto del destino universal de los
bienes y del derecho de propiedad privada. La vida cristiana se esfuerza por

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ordenar los bienes de este mundo a Dios y a la caridad fraterna3. En concreto, el
séptimo mandamiento prohíbe el robo, es decir, la usurpación del bien ajeno contra
la voluntad razonable de su dueño; y toda forma de tomar o retener injustamente el
bien ajeno, aunque no esté penalizado por la ley civil.

 Algunos ejemplos que atentan contra el séptimo mandamiento. En nuestro día


a día encontramos innumerables ejemplos, pequeños y grandes: quedarse
conscientemente con algo prestado, defraudar en el comercio, pagar salarios
injustos, elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas, la
corrupción en la política y en los negocios, el fraude fiscal, el despilfarro, el
vandalismo contra las propiedades públicas o privadas… La facilidad con que se
multiplican los ejemplos nos habla de lo común que es este desorden en el corazón
humano.

 ¿A qué apunta el décimo mandamiento? se relaciona con el séptimo, al apuntar a


“la codicia del bien ajeno, raíz del robo, de la rapiña y del fraude”4, de la que ya
hablamos en el séptimo mandamiento. Y así es: «Donde [...] esté tu tesoro, allí estará
también tu corazón»5 ¿No forma parte de nuestra experiencia humana? Cualquier
robo se engendra antes en el corazón, en el deseo desordenado por el bien que no
me pertenece o por el apego excesivo a acumular riquezas y poder.
 ¿Qué es la avaricia? La avaricia es ese deseo desordenado del corazón tan dañino
“porque la sed codiciosa de los bienes del prójimo es inmensa, infinita y jamás
saciada. Este mandamiento también nos hace un llamado a no tener envidia por los
logros de los demás, sino a alegrarnos por la felicidad de otros6.

2. Sexto Mandamiento: no cometerás adulterio7; y Noveno mandamiento: no


consentirás pensamientos ni deseos impuros8.

3 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2401.


4 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2534.
5 Mt 6,21.
6 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2536, citando el Catecismo Romano, 3, 10, 13.

7 Ex 20, 14; Dt 5, 17; Mt 5, 27-28

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 ¿Qué nos dice el sexto mandamiento? Hoy en día la palabra “adulterio” puede
parecer de otras épocas o ligada a otras culturas. Sin embargo, estos mandamientos
protegen uno de los bienes más grandes que tiene el ser humano: el amor y la
sexualidad humana. ¿A quién no le duele enterarse de que su pololo o polola le ha
sido infiel? Y si eso sucede en el matrimonio, aún mayor dolor. La traición siempre
es dolorosa, pero cuando se relaciona con el amor, aún es más profunda, porque
toca lo más íntimo del ser humano.

 ¿A qué refiere el sexto mandamiento? Al darnos este mandamiento, Dios quería


salvaguardar la belleza y los bienes de la sexualidad humana, en su sentido más
amplio y profundo9, invitándonos a la virtud de la castidad, que implica vivir
ordenadamente el amor y la sexualidad10. Esta vivencia de la castidad y el
cumplimiento de este mandamiento es fruto de la gracia de Dios y una respuesta
libre en el amor al amor de Dios

 ¿Cómo se relaciona este mandamiento con el matrimonio? Dios creó el hombre


a imagen y semejanza suya… Hombre y mujer los creó11. Al hombre y a la mujer
Dios los creó por amor, distintos y complementarios, con igual dignidad. Y así, en el
matrimonio “el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen
una sola carne”12.

8 Ex 20, 17
9 Cuando hablamos de sexualidad, no nos referimos sólo al acto sexual. La sexualidad abraza todos los
aspectos de nuestra persona, en la unidad de cuerpo y de alma; particularmente a la afectividad, a la
capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la capacidad que tenemos de relacionarnos con
los demás (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2332 y 2336). La sexualidad humana también fue uno de
los temas que se abordó en el curso de Antropología.
10 Conviene profundizar un poco más en qué es la castidad, porque hoy en día ya no suena mucho esa

palabra o se tiene una comprensión muy reducida de ella. La castidad significa la integración de la
sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La
persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella. Esta integridad
asegura la unidad de la persona. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje (Cf. Catecismo de la Iglesia
n. 2337).
11 Cfr. Gn 1, 27.
12 Gn 2, 24; Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2335.

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 La fidelidad mutua es uno de los compromisos de ese amor conyugal. ¡Cuánto
dolor cuando uno de los cónyuges ha descubierto que el otro le ha sido infiel! Se
siente traicionado en lo más profundo. La infidelidad dentro del matrimonio es lo
que se llama adulterio. Por otro lado, el compromiso matrimonial implica un “hasta
que la muerte nos separe”. Esto es también propio de la naturaleza del amor, que
no tiene límites temporales. Por ello, el divorcio daña la naturaleza de este amor
conyugal y el vínculo matrimonial, la promesa de amor mutua de los esposos. Este
mandamiento nos invita a ser fieles a la promesa de amor realizada, pues es
Dios mismo que ha unido dos vidas para hacerlas una sola carne. Nadie podría decir
que en la familia todo es “color de rosa”, obviamente habrá problemas, sin embargo,
quien ha tomado el peso al compromiso que ha asumido junto a su cónyuge,
comprende que el valor que dan al matrimonio se manifieste en el cuidado que
ponen en su relación mutua.

 ¿Qué nos quiere decir el noveno mandamiento? Este mandamiento nos invita
también a vivir el pudor. ¿Qué es el pudor? Nos ayuda preservar la intimidad de la
persona, y ordena todos nuestros actos en conformidad con la dignidad de las
personas y con la relación que existe entre ellas: las miradas y los gestos, los
vestidos, los silencios. Así el pudor de los sentimientos y el pudor del cuerpo
inspiran una manera de vivir que quiere proteger el misterio de las personas y de
su amor13.

Como resumen global de los mandamientos podemos señalar que el Decálogo se


resume en amar a Dios y al prójimo. En efecto, y tal como lo hemos señalado, son una
respuesta de amor a Dios y al prójimo, que brota de la iniciativa de Dios de amarnos y
de promover nuestra dignidad en la relación con Él y con los demás, y que ha inscrito
en nuestra naturaleza para nuestro bien.

13 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2521-2523.

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