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Génesis del Quijote

Considerado en su conjunto, el Quijote ofrece una anécdota bastante sencilla, unitaria y bien
trabada: un hidalgo manchego, enloquecido por su desmedida afición a la lectura de libros de
caballerías, decide hacerse caballero andante y sale tres veces de su aldea en búsqueda de
aventuras, siempre auténticos disparates, hasta que regresa a su casa, enferma y recobra el juicio.
Sin embargo, el conjunto de la trama no está diseñado de un tirón, sino que responde a un largo
proceso creativo, de unos veinte años, un tanto sinuoso y accidentado: cabe la posibilidad de que
Cervantes ni siquiera imaginara en los inicios cuál sería el resultado final.

Algunos cervantistas han defendido la tesis de que Cervantes se propuso inicialmente escribir una
novela corta del tipo de las Novelas ejemplares. Esta idea se basa en la unidad de los seis primeros
capítulos, en los que se relata la primera "salida" de don Quijote, su regreso a casa descalabrado y
el escrutinio de su biblioteca por el cura y el barbero. Otra razón es la estrecha relación entre el
comienzo de cada uno de estos seis capítulos iniciales y el final del anterior. Y también apoya esta
teoría la semejanza entre el relato de la primera salida y el anónimo Entremés de los romances,
donde el labrador Bartolo, enloquecido por la lectura de romances, abandona su casa para imitar a
los héroes del romancero, defiende a una pastora y resulta apaleado por el zagal que la pretendía,
y cuando es hallado por su familia imagina que lo socorre el marqués de Mantua. Pero la hipótesis
del relato breve es rechazada por otros estudiosos, que consideran que Cervantes planeaba desde
el principio una novela extensa.

Estructura

En el desarrollo interno de relato pueden apreciarse tres partes, que corresponden a las tres
salidas del hidalgo en busca de aventuras. En la primera parte del Quijote (1605) se relatan dos
salidas (del capítulo 1 al 6 la primera, y del capítulo 7 al 52 la segunda). La 74 capítulos de la
segunda parte del libro (1615) contienen la tercera y última salida de don Quijote. A pesar de su
idéntico desenlace (en todas ellas el hidalgo regresa derrotado a su aldea), las diferencias entre
estas tres partes son notables.

La primera ha de ocuparse previamente, como es natural, de presentar al personaje y explicar el


proceso que lo lleva a la locura. "Del poco dormir y del mucho leer" libros de caballerías, nos dice
Cervantes, un hidalgo cincuentón llamado Alonso Quijano "vino a perder el juicio". Esa locura le
conduce a tener por históricas y realmente ocurridas las más fantasiosas peripecias de los
caballeros andantes, y a concebir el disparatado proyecto de convertirse en uno ellos. Con armas
anacrónicas y un flaco rocín (Rocinante), abandona sin ser visto su casa en busca de lances en los
que piensa sostener a los débiles, acreditar su valor, cobrar inmortal fama y hacerse digno del
amor de Dulcinea del Toboso, que no es sino la transmutación en gran dama de una moza
labradora de la que anduvo enamorado.
Ya incluso en esta primera salida, cuyo relato manifiesta una mayor cohesión que las restantes, se
revela el entramado estructural de la obra, construida sobre una serie de unidades narrativas en
apariencia independientes. El Quijote, en efecto, debe considerarse una novela episódica; la
narración de cada una de las tres salidas consiste fundamentalmente en una sucesión de episodios
o "aventuras" que hasta cierto punto admite una lectura separada, en el sentido de que cada uno
de ellos es un relato completo, con su planteamiento, nudo y desenlace.

Así, tres son los episodios que componen la primera salida: Don Quijote es armado caballero en
una burlesca ceremonia celebrada en una venta, libera a Andrés y obliga a su amo Juan Haldudo a
pagarle la soldada, y es apaleado por los mercaderes toledanos a los que pretende obligar a
declarar que Dulcinea del Toboso no tiene parangón en el mundo. Un vecino recoge y devuelve al
maltrecho hidalgo a su casa, donde, al conocer la causa de su desvarío, el cura y el barbero
condenan a la hoguera sus libros de caballerías, en lo que hubiera sido un muy adecuado
desenlace para una novela ejemplar.

Un mero suceso argumental, pero de trascendentales consecuencias literarias, es la causa de la


abismal diferencia entre la primera salida y las siguientes: la incorporación de un nuevo personaje,
Sancho Panza, con rango de coprotagonista. Don Quijote, en efecto, logra convencer a Sancho
Panza, "un labrador amigo suyo, hombre de bien [...] pero de muy poca sal en la mollera", de que
lo acompañe como escudero en sus aventuras, asegurándole que podía ser "que ganase, en
quítame allá esas pajas, alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador della."

A partir de ahora, Cervantes no necesitará hacer monologar a su personaje; en contraste con la


primera salida, el relato cobra singular viveza y animación y se enriquece con la nueva perspectiva
que aporta Sancho, en ciertos aspectos opuesta y en otros complementaria a la de don Quijote. Y
de una aventura a otra, es decir, entre o dentro de los múltiples episodios relatados a lo largo de
la segunda y de la tercera salidas, tendrán lugar los célebres y sabrosísimos diálogos entre el
caballero y el escudero.

esde el punto de vista estructural, ha de constatarse asimismo una característica prontamente


observada que distingue la segunda salida de la tercera, y de hecho las dos partes de la novela.
Pensando que seguir siempre los pasos de don Quijote y Sancho podría resultar prolijo, e influido
por el ideal de variedad que caracteriza la narrativa renacentista, Cervantes intercaló entre las
aventuras del caballero y el escudero una serie de relatos con escasa conexión con la acción
principal: la historia de Crisóstomo y Marcela, la historia de Cardenio, la novela El curioso
impertinente, la historia del cautivo y la de Leandra y Vicente de la Rosa. Sensible a las críticas
adversas de los lectores, que más querían saber de la pareja protagonista que de historia
secundarias, Cervantes abandonó esa práctica en la segunda parte, aunque todavía incluyó en ella
la historia de las bodas de Camacho.

Los personajes

La consideración del Quijote como novela episódica no debe llevar a entender la obra como una
sucesión de compartimentos estancos; todo lo contrario, las interconexiones entre los episodios
son múltiples, lo que parecen aventuras completas no siempre los son (lo verdaderamente
ocurrido entre Andrés y Juan Haldudo no se conoce hasta el capítulo 31) o bien no son
correctamente interpretadas, ciertos personajes o motivos reaparecen en distintos lances, y cada
una de las peripecias desempeña su función dentro del conjunto de la obra. Uno de los aspectos
que mejor refleja la subordinación de los episodios al conjunto es la evolución de los
protagonistas; a lo largo de la narración, su modo de ser se ve modificado como resultado de las
experiencias por las que atraviesan.

Así, don Quijote sigue un proceso que puede definirse como de pérdida y progresiva recuperación
del juicio, hasta su definitiva curación. El desencadenante de su locura (que es a su vez el motor de
la acción) es su desmesurada afición a los libros de caballerías, que lo lleva a forjar el quimérico
proyecto de resucitar en el siglo XVII la caballería medieval. Pero la enajenación de Don Quijote no
se manifiesta únicamente en este propósito; de hecho, lo más llamativo de su trastorno es su
alucinada percepción de la realidad.

Del mismo modo que el enamorado, confundido por la fuerza de su pasión, cree ver, a lo lejos o de
espaldas, a su amada en otras mujeres, el deseo de aventuras trastoca los sentidos de don
Quijote. Si, en la lejanía, las aspas de los molinos le parecen gigantes agitando sus brazos, es
porque don Quijote proyecta en la realidad lo que fervientemente desea ver: un mundo medieval
conforme al descrito en los libros (con sus gigantes, castillos, encantadores, ejércitos, hermosas
damas y valientes caballeros) en el que está firmemente decidido a acreditar su valía como
caballero andante.

Tal estado alucinatorio no es permanente, y de hecho resulta habitual que, tras un desenlace
desastroso de la aventura, la evidencia de los sentidos se imponga al hidalgo. Pero tampoco
entonces reconoce su error anterior, sino que halla también en el universo caballeresco de su
mente una explicación de lo ocurrido en la realidad: los envidiosos y malignos encantadores que le
persiguen convirtieron en el último momento a los gigantes en molinos para arrebatarle la gloria
del triunfo; y así, el recurso a los encantadores u a otros expedientes similares mantiene a don
Quijote en sus trece.

Don Quijote

Conforme al citado proceso de pérdida y recuperación del juicio, la locura de don Quijote presenta
matices distintos en sus tres salidas en busca de aventuras. En la primera salida, hay que sumar al
trastorno perceptivo (que lo lleva transformar en castillo la venta en que necesita ser armado
caballero) los desdoblamientos de personalidad que sufre tras el apaleamiento de los mercaderes
toledanos; don Quijote cree ser primero Valdovinos, héroe del romancero, y luego el moro
Abindarráez, protagonista de una célebre novela morisca recogida por Antonio de Villegas.

Tales desdoblamientos desaparecen en la segunda salida: Alonso Quijano será siempre don
Quijote, su deseo de aventuras le lleva a ver gigantes en los molinos y ejércitos en los rebaños, y
en esa línea se mantendrá pese a que su locura parece subir de punto en episodios como la
penitencia de Sierra Morena, en el que don Quijote decide imitar la penitencia que hizo Amadís
tras ser desdeñado por Oriana pese a no haber padecido ningún desdén por parte de su Dulcinea.

El mes de reposo que transcurre entre la segunda y la tercera salida parece hacer bien a don
Quijote. En efecto, en la tercera salida, que corresponde al segundo volumen de la obra (1615), el
hidalgo conserva intacto su propósito y se lanza de nuevo con Sancho en busca de aventuras, pero
apenas si experimenta alguna de aquellas alucinaciones que distorsionaban la realidad conforme a
su deseo. Ahora bien, sin esa locura alucinada, generadora de la acción e incluso de los supuestos
espacios en que se enmarcan los lances, ¿cómo pueden surgir nuevas aventuras?

Resulta que un suceso en apariencia menor, acaecido entre la segunda y la tercera salida, va a
modificar sustancialmente el carácter de las aventuras de la segunda parte del libro: el hecho real,
pero también recogido en la ficción, de que la primera parte de las aventuras de don Quijote y
Sancho ha sido publicada. Los personajes de la segunda parte han leído la primera parte (el
bachiller la comenta incluso con sus protagonistas en los capítulos 3 y 4) o, cuando menos, han
oído hablar de una obra que ha hecho famosos por toda España a don Quijote y Sancho.

De este modo, es frecuente en esta segunda parte que, cuando el caballero y el escudero llegan a
cierto sitio, sean reconocidos de inmediato por los demás personajes como aquellos singulares
don Quijote y Sancho cuya vida anda impresa en libros. Y son entonces los demás personajes los
que, sabedores de la locura del amo y de la simplicidad del criado, inventan para ellos falsas
aventuras sin otra idea que regocijarse viéndolos en acción, de modo que es el propio mundo, sin
interferencia de la percepción del hidalgo, el que se convierte en caballeresco.

Es el caso de los duques, que reciben y acogen en su casa al hidalgo como verdadero caballero
(capítulos 30-52) y tejen para divertirse fingidas aventuras como la de Clavileño, supuesto caballo
volador que ha de llevar al caballero y al escudero a los dominios del gigante Malambruno, al que
debe vencer para desencantar a la barbuda condesa Trifaldi; con el mismo objetivo entregan los
duques a Sancho el gobierno de una de sus "ínsulas". Es también el caso del mismo Sancho, que,
ante la dificultad de encontrar a Dulcinea, opta por hacer creer a don Quijote que tres rústicas
aldeanas son Dulcinea y sus doncellas, en una espléndida ejecución cervantina del tema del
"engaño a los ojos".

Su influencia

Quizá Cervantes nunca llegó a imaginar la importancia que su obra llegaría a tener en la historia de
la literatura. La crítica es unánime a la hora de señalar el Quijote como la primera novela moderna.
El Quijote no se sitúa en épocas pretéritas ni en lejanías exóticas, no idealiza mundos ni
personajes, sino que refleja la sociedad contemporánea; prescinde de toda improbable fantasía y
se atiene a lo real y verosímil; no presenta como personajes tipos estereotipados e inalterables,
sino seres de carne y hueso, manifiestamente humanos en su virtudes y debilidades, cuya forma
de ser se ve modificada por las vivencias y los acontecimientos relatados. Algunos de estos rasgos
estaban ya presentes en el anónimo Lazarillo de Tormes, novela picaresca de la que Cervantes
aprendió mucho y que, sin el Quijote, hubiese sido la máxima creación narrativa del Siglo de Oro
español.

Don Quijote de la Mancha

Don Quijote de la Mancha es uno de los personajes más famosos de la literatura en lengua
española y uno de los más conocidos fuera del contexto hispanoamericano. Fue creado por Miguel
de Cervantes Saavedra y vio la luz en 1605.

Las aventuras de Don Quijote aparecen en una obra que se publicó en dos partes bajo el título de
“El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. En verdad el personaje principal de la obra se
llama Alonso Quijano, que cansado de tener una vida monótona decide lanzarse a la aventura
como caballero y para ello se pone de nombre Don Quijote.

El objetivo de la aventura es encontrar a una mujer que se le ha aparecido en sueños, Dulcinea


del Toboso. Así, se pone al camino junto a Sancho que se convierte en su escudero y decide
ayudarlo, defenderlo y protegerlo. Como Don Quijote pone en riesgo su vida en varios momentos
de la aventura, la presencia de Sancho se vuelve fundamental para mantenerlo a salvo de sus
delirios y de los peligros reales.

Don Quijote de la Mancha es el personaje más popular de la Literatura Española

Don Quijote de la Mancha es alto y sumamente delgado, de aspecto sombrío pero con una
capacidad para ironizar y hacer reír que resulta sumamente sorprendente. En sus aventuras le
acompaña un joven molinero llamado Sancho Panza, y un caballo y un asno, de nombres
Rocinante y el Rucio, respectivamente.

Don Quijote es un personaje que hace referencia a ciertos aspectos de la idiosincrasia española,
que tienen que ver con el delirio y una mirada un poco esquizofrénica sobre la realidad que les
lleva a no aferrarse a las soluciones tangibles sino en emprender una búsqueda casi demencial
para superar sus problemas. Esta idea tan afianzada en el pensamiento de Cervantes le incentivó a
escribir esta historia que se caracteriza por presentar situaciones descabelladas y dar rienda suelta
a los delirios de Don Quijote de la Mancha.

El idealismo de Don Quijote de la Mancha

De todas formas, si lo leemos con atención llegamos a la conclusión de que Don Quijote es en
realidad un idealista, un hombre que desea poner su granito de arena para conseguir que los
demás razonen y busquen caminos de paz y armonía para resolver sus conflictos. En todo se
aparece ese idealismo, pero en su romance con Dulcinea del Toboso, que no deja de ser una figura
que crece en su cabeza según él la deja.

A través de la lectura de este libro podemos entender que Don Quijote de la Mancha puede ser
una criatura fabulosa, en la cual podemos mirarnos y repensarnos.

Tan fantástico ha sido este personaje que a lo largo de la historia de la literatura muchos autores
han hecho referencias directas o indirectas a él a través de la reflexión ensayística y de la ficción.

El final de la historia de Don Quijote de la Mancha es bastante desolador. Sus aventuras se


terminan cuando sufre una derrota que lo obliga a regresar a su casa y abandonar para siempre
esa vida nómada. Poco tiempo después recupera la cordura pero muere a causa de la melancolía.

COMPÁRTELO

Resumen de don quijote

Alonso Quijano es un hidalgo -es decir, un noble sin bienes y de escala social baja-, de unos
cincuenta años, que vive en algún lugar de La Mancha a comienzos del siglo XVII. Su afición es leer
libros de caballería donde se narran aventuras fantásticas de caballeros, princesas, magos y
castillos encantados. Se entrega a estos libros con tanta pasión que acaba perdiendo el contacto
con la realidad y creyendo que él también puede emular a sus héroes de ficción.

Con este fin, recupera una armadura de sus antepasados y saca del establo a su viejo y desgarbado
caballo, al que da el nombre de Rocinante. Como todo caballero, también necesita una dama, por
lo que transforma el recuerdo de una campesina de la que estuvo enamorado y le da el nombre
de Dulcinea del Toboso. Por último, se cambia el nombre por el de Don Quijote, que rima con el
del famoso caballero Lanzarote (Lancelot).
Don quijote sale en busca de aventura. Tiene un aspecto ridículo, pero está decidido a llevar a
cabo hazañas heroicas. Sin embargo, aquí comienzan a surgir las primeras diferencias con la
realidad: ve una posada y cree que es un castillo; exige al dueño que lo arme caballero en una
escena cómica; intenta rescatar a un joven pastor que está siendo azotado por su amo; y ataca
también a unos mercaderes que se burlan de él, pero es derribado y herido.

Vuelve a su casa y consigue convencer a un labrador, Sancho Panza, para que sea su escudero.
Sancho, al contrario que Don Quijote, es un hombre ignorante y práctico, pero poco a poco
quedará contagiado por los sueños de su señor.

Al poco de partir de nuevo, encuentran unos molinos de viento que Don Quijote ataca creyendo
que son gigantes. Además, viven otras muchas aventuras: el hidalgo ataca un rebaño de ovejas
creyendo que es un ejército; tiene un duelo a espada con un vizcaíno; libera a unos reclusos que
después le atacan; encuentra una palangana de barbero y está convencido de que es
un yelmo mágico; y vive situaciones cómicas en una posada. Incluso en una
ocasión, Rocinante persigue unas yeguas. Después de todo, Don Quijote decide irse a vivir a lo alto
de una montaña como penitencia para merecer el amor de su dama. Pero sus mejores amigos - un
cura y un barbero- lo logran engañar y lo llevan a su aldea dentro de una jaula.

En sus aventuras también encuentra diversos personajes que aportan tramas secundarias a la
novela: unos pastores enamorados, un prisionero de los piratas, etc.

En la segunda parte, Don Quijote sale de nuevo con Sancho. Aunque menos famosa, esta parte es
la preferida de muchos críticos. Don Quijote es ahora un personaje tratado con más respeto por el
autor: a veces logra tener éxito en sus aventuras y es más reflexivo y consciente de sí mismo.
Sancho, por el contrario, se ha vuelto un soñador. Por otro lado, los personajes con los que se
encuentran ya los conocen a ambos, así que intentan aprovecharse de la situación. Unos duques
los acogen en su palacio para reírse de ellos y hacer creer a Don Quijote que Dulcinea y él están
bajo un hechizo de Merlín. Además, convierten a Sancho “gobernador” para cumplir una promesa
que le había hecho su señor. Para su sorpresa, Sancho resulta ser un sabio governante.

Don Quijote y Sancho llegan a Barcelona, en cuya playa Don Quijote es derrotado por el Caballero
de la Blanca Luna -en realidad uno de sus amigos disfrazados. El hidalgo y desengañado caballero
vuelve a su aldea a pesar de que Sancho le pide salir a vivir nuevas aventuras. Llega ya muy
enfermo y, justo antes de morir, recupera la razón y pide perdón a todos por sus locuras.

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