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El gato negro y la meditación.

El superior del monasterio tenía por costumbre hacer una meditación diaria con sus discípulos. Un día le
regalaron un gato, pero cuando todos estaban en la meditación, comenzó a pasearse por el oratorio
runruneando y sobando las piernas de los discípulos, perturbando el recogimiento de la ocasión. Por ello, antes
de comenzar la meditación del día siguiente, el superior ordenó que amarrasen el gato a un árbol para evitar
que volviese a perturbar. Y al terminar la oración pidió que alguien fuese a desatar el gato. Y lo mismo hizo
cada día.

Y con esta misma rutina siguió quien sucedió en el cargo al anciano superior: antes de la meditación ordenaba
amarrar el gato, y al finalizar enviaba a liberarlo. Y así pasaron los años hasta que el gato envejeció y murió. Y
como los nuevos discípulos no conocían la historia del gato en el monasterio, suspendieron la meditación diaria
hasta que lograron conseguir otro gato parecido, para poder cumplir con el rito.

¿Habéis pensado cuántos gatos hay en vuestras creencias? Velas, aceites, supersticiones, ornamentos
específicos para tal o cual ceremonia, arrodillarse o ponerse de pie en cierto momento, hacer la señal de la cruz
(elemento de tortura romano que hizo sufrir mucho a Jesús y que, por lo tanto, no tiene nada de sagrado). No
deis más importancia a la forma de los ritos que al sentido real de la oración a tu Dios. Si enciendes tu fe para
orar a tu Dios, no será necesario encender velas de cera ni hablar a muñecos de yeso y de madera. Argumentar
que algo es cierto porque viene por tradición, es tan absurdo como suponer que una mentira se convierte con
el tiempo en verdad, o cuando son muchas las personas que la repiten y la creen.

El poder de los amuletos:.


Ningún objeto influye sobre la suerte o los espíritus. El poder está en la sugestión, en lo que uno crea que
pueden hacer. No te dejes manipular por miedos ni supersticiones. El cielo y el infierno no existen: son
metáforas para representar estados del alma.

NI UNA GOTA DE SANGRE

Un científico de Phoenix, Arizona, quería probar una teoría. Necesitaba un voluntario que llegase hasta las
últimas consecuencias. Por fin lo encontró, era un condenado a muerte que sería ejecutado en la silla eléctrica,
en la penitenciaria de St. Louis en el estado de Missouri.

El científico le propuso al condenado, lo siguiente: él participaría de un experimento científico que consistía en


hacerse un pequeño corte en el pulso, con el propósito de que su sangre fuera goteando lentamente hasta la
última gota. Le explicó que tenía mínimas probabilidades de sobrevivir, pero que de todas formas, su muerte
sería sin sufrimiento, ni dolor; ni siquiera se daría cuenta.

El condenado aceptó, porque morir de esta manera, era preferible a morir en la silla eléctrica. Lo colocaron en
una camilla y ataron su cuerpo para que no pudiera moverse. A continuación, le hicieron un pequeño corte en
la muñeca y colocaron debajo de su brazo una pequeña vasija de aluminio.

El corte fue superficial, sólo sus primeras capas de piel, pero fue lo suficiente para que él creyera que
realmente le habían cortado las venas. Debajo de la cama, fue colocado un frasco de suero con una pequeña
válvula que regulaba el paso del líquido, en forma de gotas que caían en la vasija. El condenado, podía oír el
goteo y contaba cada gota de lo que creía era su sangre. El científico, sin que el condenado lo viera, iba
cerrando la válvula, para que el goteo disminuyera, con la intención de que pensara que su sangre se iba
terminando.

Con el pasar de los minutos su semblante fue perdiendo color, su ritmo cardíaco se aceleraba y le hacía perder
aire a sus pulmones. Cuando la desesperación llego a su punto máximo, el científico cerró por completo la
válvula y entonces el condenado tuvo un paro cardíaco y murió. El científico consiguió probar que la mente
humana cumple estrictamente todo lo que percibe y que el individuo lo acepta, sea positivo o negativo,
actuando sobre toda nuestra parte psíquica y orgánica.

Esta historia, nos deja una enseñanza muy interesante. El científico le dio a ese hombre una posibilidad de vida,
pero el condenado al parecer, la desaprovechó. Muchas veces en nuestra vida se nos presentan problemas que
parecen ser desastrosos. Posiblemente haya alguien que nos diga que hay una pequeña o ínfima posibilidad de
revertir dicha situación, pero nosotros decidimos creer sólo lo que somos capaces de percibir e imaginar.

Muchas veces cuando creemos que podemos estamos en lo correcto, pero cuando pensamos que no podemos
también estamos en lo correcto. Todo depende de cómo vemos las cosas. Siempre he pensado que la mente
no tiene límites cuando se engaña ella misma. Peor aun cuando no entiende las cosas y fabrica lo que puede
para entender, como cuando vemos cosas que las tomamos como sobrenaturales pero que en realidad no lo
son.

Cuando una idea entra en una mente débil y se apodera de esta mente, es cuando el fanatismo nace. Y el
fanatismo es algo radical y peligroso. El fanatismo deportivo y peor aún el fanatismo religioso que cree que
hacen bien con ponerse bombas y matar gente inocente. Recuerden, el poder de la mente no tiene límites.

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