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Señor, tú tienes el poder

Sí, tú, señor trabajador, empresario, agricultor, profesionista, comerciante, industrial,


hombre o mujer.

Tú tienes el poder de hacer que las cosas cambien, el poder de mejorar, el poder de
sacar de la miseria a muchas personas, de cambiar la angustia y las lágrimas, en
sonrisas y esperanzas.

Dios te ha hecho líder, de tu vida, de tu casa, de tu trabajo, de tu negocio, de tu


familia.

Te ha llenado de bendiciones y de poder, para que lo uses en bien tuyo, de tu familia


y de los demás.

Date cuenta que las necesidades son muchas.

Existen personas sufriendo aunque no las veas y tú puedes hacer algo por ellas.

Su esperanza puedes ser tú.

Estamos esperando que actúes y tomes la iniciativa.

Sabemos que ya haces mucho bien, en tu familia, en tus seres cercanos,


en tu trabajo, pero también sabemos que tienes más capacidad de dar.
Que no has dado todo lo que podrías.

Todo lo que Dios pide de ti.

Estamos seguros que puedes dar más.

Tú tienes mucho más poder que el que has usado hasta ahorita.
Algunos se la pasan quejando de lo mal que están las cosas, del gobierno, de la
violencia, etc, y no actúan.

No se dan cuenta que tienen el poder de cambiar las cosas y no lo han usado.
Y la comunidad los está esperando.

Y los necesitados también.

No es necesario dedicarle mucho tiempo, tu trabajo te lo requiere y no se debe


descuidar.
Pero sí se puede ayudar apoyando a las instituciones que se dedican a ello, en donde
voluntarios regalan su tiempo para darle una mano al desprotegido o llevar a cabo la
labor social que falta.

Ocupan del apoyo que tú les puedes dar.

Ofréceles tu tiempo, tus donativos, tus productos o servicios.


Hay mucho que puedes dar.

Quizás ya apoyes, pero bien puedes apoyar más.

Si las cosas en nuestras ciudades no andan bien, es porque los señores no hemos
usado nuestro poder para hacerlas cambiar.

¿Qué esperas?

Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir irritado algunas veces, pero no te olvides
que tu vida es la mayor empresa del mundo.

Sólo tú puedes evitar que ella vaya en decadencia.

Hay muchos que te aprecian, admiran y quieren.

Me gustaría que recordaras que ser feliz, no es tener un cielo sin tempestades,
camino sin accidentes, trabajos sin cansancio, relaciones sin decepciones.

Ser feliz es encontrar fuerza en el perdón, esperanza en las batallas, seguridad en el


palco del miedo, amor en los desencuentros.

Ser feliz no es sólo la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza.

No es apenas conmemorar el éxito, sino aprender lecciones en los fracasos.

No es solo tener alegría con los aplausos, sino tener alegría en el anonimato.

Ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos,
incomprensiones y períodos de crisis.
Ser feliz no es una cosa del destino, sino una conquista para quien sabe viajar
adentro de su propio ser.

Ser feliz es dejar de ser víctima de los problemas y volverse actor de la propia historia.

Es atravesar desiertos fuera de sí y ser capaz de encontrar un oasis en lo recóndito


de nuestra alma.

Es agradecer a Dios cada mañana por el milagro de la vida.

Ser feliz es no tener miedo de los propios sentimientos.

Es saber hablar de sí mismo.

Es tener coraje para oír o decir un «no».

Es tener seguridad para recibir una crítica, aunque sea dura.

Es besar a los hijos, mimar a los padres, tener momentos poéticos con los amigos,
aunque ellos nos hieran.

Ser feliz es dejar vivir a la criatura libre, alegre y simple, que vive dentro de cada uno
de nosotros.

Es tener madurez para decir ‘me equivoqué’.

Es tener la osadía para decir ‘perdóname’.

Es tener sensibilidad para expresar ‘te necesito’.

Es tener capacidad de decir ‘te amo’.

Que tu vida se vuelva un jardín de oportunidades para ser feliz.

Que en tus primaveras seas amante de la alegría.

Que en tus inviernos seas amigo de la sabiduría.

Y que cuando te equivoques en el camino, comiences todo de nuevo.


Pues así serás más apasionado por la vida.

Y descubrirás que ser feliz no es tener una vida perfecta.

Sino usar las lágrimas para regar la tolerancia.

Usar las pérdidas para refinar la paciencia.

Usar las fallas para esculpir la serenidad.

Usar el dolor para lapidar el placer.

Usar los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia.

Jamás desistas….

Jamás desistas de las personas que amas.

Jamás desistas de ser feliz, pues la vida es un espectáculo apasionante.

Walt Whitman

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,


sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
«Emito mis alaridos por los techos de este mundo»,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros «poetas muertos»,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los «poetas vivos».
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

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