Está en la página 1de 260

1

RESTORE ME BY
TAHEREH MAFI
(SHATTER ME #4)

2
Para Jodi Reamer, quien siempre creyó.

3
Aclaración inicial:

Esta es una traducción de difusión libre y sin ningún fin de lucro, hecha por parte de una
fan para los fans de habla hispana, quienes no cuentan con el nivel de inglés necesario
para poder leer esta historia en su idioma original o para comprar el libro en físico o
digital.

Soy consciente de que la traducción presentada a continuación puede contener múltiples


errores, pero al ser trabajo de una sola persona, no cuento con los medios ni el tiempo
necesario para realizar un trabajo más exhaustivo; aunque confío que el material en su
totalidad esté lo suficientemente claro para quienes se animen a leerlo.

Al realizar esta traducción no quise desprestigiar el trabajo de cualquier foro que quiera
tomarse el trabajo de darles a los lectores un producto mejor hecho, mientras esperamos
por la traducción oficial realizada por parte de la editorial Puck, la cual se publicará en el
año 2019. Por lo tanto el ÚNICO fin que perseguí al hacer esto fue calmar mis propias
ansias por leer este libro y, después de meditarlo durante algún tiempo, divulgarlo por
distintas redes para quienes estén en mi misma situación y quieran saber cómo siguió
todo para los personajes que conforman esta saga querida por muchos; entre los que me
incluyo.

Así que, desde ya, sepan disculpar cualquier error que puedan encontrar y disfruten de
su lectura.

4
Juliette
Ya no me despierto gritando. No me siento enferma al ver sangre. No vacilo
antes de disparar un arma.

Nunca más pediré disculpas por haber sobrevivido.

Y aún así-

Me sobresalto de inmediato por el sonido de una puerta que se abre de golpe.


Silencio un grito ahogado, giro, y, por la fuerza de la costumbre, descanso mi mano en la
empuñadura de una semiautomática colgada de una funda a mi lado.

—J, tenemos un problema grave.

Kenji me está mirando, con los ojos entrecerrados, las manos en las caderas, la
camiseta tensa a través de su pecho. Este es Kenji enojado. Preocupado Kenji. Han
pasado dieciséis días desde que asumimos el control del Sector 45, desde que me coroné
como la comandante del Restablecimiento, y ha estado tranquilo. De manera
desconcertante. Todos los días me levanto, llena de mitad terror, mitad euforia,
ansiosamente esperando las inevitables misivas de las naciones enemigas que desafiarían
mi autoridad y librarían una guerra contra nosotros, y ahora, finalmente, parece que el
momento ha llegado. Así que tomo una respiración profunda, hago sonar mi cuello y
miro a Kenji en el ojo.

—Dime.

Él aprieta los labios. Mira hacia el techo. —Entonces, está bien, lo primero que
necesitas saber es que esto no es culpa mía, ¿de acuerdo? Solo estaba tratando de ayudar.

Frunzo el ceño. —¿Qué?

—Quiero decir, sabía que su punkass era una gran reina del drama, pero esto es
solo más allá de ridículo...

—Lo siento, ¿qué? —Saco mi mano de mi arma; siento que mi cuerpo se afloja. —
Kenji, ¿de qué estás hablando? ¿Esto no se trata de la guerra?

—¿La guerra? ¿Qué? J, ¿no estás prestando atención? Tu novio está teniendo un
maldito conniption en este momento y tienes que ir a manejar su culo antes de que yo
hacer.

5
Yo exhalo, irritada. —¿En serio? ¿De nuevo con esta tontería? Jesús, Kenji. —
Desbloqueo la funda de mi espalda y la tiro sobre la cama detrás de mí. —¿Qué hiciste
esta vez?

—¿Ves? —Kenji me señala.

—Mira, ¿por qué juzgas tan rápido, eh, princesa? ¿Por qué supones que yo fui el
que hizo algo mal? ¿Por qué yo? —Él cruza sus brazos contra su pecho, baja la voz. —Y
sabes, he tenido la intención de hablarte sobre esto por un tiempo, en realidad, porque
realmente siento que, como suprema comandante, no puedes mostrar un trato
preferencial como este, pero claramente-

Kenji se queda quieto de repente.

Al crujir de la puerta, las cejas de Kenji se disparan; un clic suave y sus ojos se
abren; un susurro de movimiento y de repente el cañón de un arma es presionado contra
la parte posterior de su cabeza. Kenji me mira, sus labios no emiten sonido mientras
pronuncia la palabra psicópata una y otra vez.

El psicópata en cuestión me guiña desde donde está de pie, sonriendo como si no


estuviera sosteniendo una pistola contra la cabeza de nuestro amigo en común. Yo logro
suprimir una risa.

—Continúa —,dice Warner, todavía sonriendo. —Por favor dime exactamente


cómo ella te falló como líder.

—Hey —Los brazos de Kenji vuelan en fingida rendición. —Nunca dije que ella
fallara en nada, ¿de acuerdo? Y estás claramente exagerado...

Warner golpea a Kenji en el lado de la cabeza con el arma. —Idiota.

Kenji gira alrededor. Saca la pistola de la mano de Warner. —¿Qué diablos está
mal contigo, hombre? Pensé que estábamos bien.

—Lo estábamos —,dice fríamente Warner. —Hasta que tocaste mi cabello.

—Me pediste que te diera un corte de pelo-

—¡No dije nada por el estilo! ¡Te pedí que cortases los bordes!

—Y eso es lo que hice.

—Esto —,dice Warner, dando vueltas para que pueda inspeccionar el daño, —no
es arreglar los bordes, idiota incompetente-

6
Yo jadeo. La parte posterior de la cabeza de Warner es un desastre irregular de
cabello desigual; todos los trozos han sido cortados.

Kenji se encoge al mirar su obra. Aclara su garganta —Bueno —,él dice, metiendo
sus manos en sus bolsillos. —Quiero decir, lo que sea, hombre, la belleza es subjetiva-

Warner apunta con otra pistola hacia él.

—¡Oye! Grita Kenji. —No estoy aquí para esta relación abusiva, ¿de acuerdo? —
Señala a Warner. —¡No me suscribí a esta mierda!

Warner lo mira y Kenji retrocede, saliendo de la habitación antes de que Warner


tenga otra oportunidad de reaccionar; y luego, justo cuando dejo escapar un suspiro de
alivio, Kenji vuelve la cabeza hacia la puerta y dice —Creo que el corte se ve lindo, en
realidad —y Warner le golpea la puerta en la cara.

Bienvenido a mi nueva vida como comandante supremo del Restablecimiento.

Warner todavía está frente a la puerta cerrada mientras exhala, sus hombros
pierden su tensión mientras lo hace, y puedo ver aún más claramente el desastre que
Kenji ha hecho. El pelo grueso, hermoso y dorado de Warner, una característica
definitoria de su belleza -arruinado por manos descuidadas.

Un desastre.

—Aaron —,digo en voz baja.

Él cuelga su cabeza.

—Ven aquí.

Se da la vuelta, mirándome por el rabillo del ojo como si tuviera algo de lo que
avergonzarse. Despejo las pistolas de la cama y hago espacio para él a mi lado. Él se
hunde en el colchón con un triste suspiro.

—Me veo horrible —,dice en voz baja.

Sacudo la cabeza, sonriendo y toco su mejilla. —¿Por qué lo dejaste cortar tu


cabello?

Warner me mira entonces; sus ojos redondos, verdes y perplejos. —Tú me dijiste
que pasara tiempo con él.

7
Me río a carcajadas. —¿Así que dejaste que Kenji te cortara el pelo?

—No dejé que me cortara el pelo —,dice, frunciendo el ceño. —Fue —,duda —fue
un gesto de camaradería. Fue un acto de confianza que había visto ser practicado entre
mis soldados. En cualquier caso, —dice, alejándose, —no es como si tuviera alguna
experiencia construyendo amistades.

—Bueno —,digo. —Somos amigos, ¿verdad?

Ante eso, él sonríe.

—¿Y? —Le doy un codazo. —Eso ha estado bien, ¿no? Estás aprendiendo a ser
más agradable hacia la gente.

—Sí, bueno, no quiero ser más amable con las personas. No me conviene.

—Creo que te queda muy bien, —dije radiante. —Me encanta cuando eres
agradable.

—Tú dirías eso. —Casi se ríe. —Pero ser amable no viene naturalmente para mí,
amor. Tendrás que ser paciente con mi progreso.

Tomo su mano en la mía —No tengo idea de lo que estás hablando. Eres
perfectamente amable conmigo.

Warner niega con la cabeza. —Sé que prometí que haría un esfuerzo para ser más
agradable para tus amigos, y continuaré haciendo ese esfuerzo, pero espero no haberte
hecho creer que soy capaz de una imposibilidad.

—¿Qué quieres decir?

—Solo que espero no decepcionarte. Podría, si me presionan, ser capaz de generar


un cierto grado de calidez, pero debes saber que no tengo ningún interés en tratar a
alguien de la forma en que te trato. Esto —,dice, tocando el aire entre nosotros, —es una
excepción a una regla muy difícil. —Sus ojos están en mis labios ahora; su mano se ha
movido a mi cuello. —Esto —,dice en voz baja, —es algo muy, muy inusual.

Yo dejo

dejo de respirar, hablar, pensar...

Apenas me tocó y mi corazón está acelerado; los recuerdos se ciernen sobre mí,
encendiéndome en oleadas: el peso de su cuerpo contra el mío; el sabor de su piel; el
calor de su toque y sus agudos jadeos por aire y las cosas que dijo para mí solo en la
oscuridad

8
Las mariposas invaden mis venas, y las obligo a salir.

Esto es todavía tan nuevo, su toque, su piel, su aroma, tan nuevo, tan nuevo y tan
increíble-

Él sonríe, inclina su cabeza; yo imito el movimiento e inhalo suavemente a través


de mis labios y me quedo inmóvil, mis pulmones arrojados al piso, los dedos buscando
su camisa y para lo que viene después cuando dice

—Tendré que afeitarme la cabeza, ¿sabes?

y se aleja.

Parpadeo y todavía no me está besando.

—Y espero sinceramente —,dice, —que todavía me amarás cuando vuelva.

Y luego está levantado y estoy contando con una mano el número de hombres
que he matado y maravillándome de lo poco que hace falta para ayudarme a sostenerlo
juntos en presencia de Warner.

Asiento una vez mientras se despide con la mano, recojo mi buen sentido de
donde lo dejé y caigo de espaldas sobre la cama, girando la cabeza, las complicaciones de
la guerra y la paz pesadas en mi mente.

No pensé que sería fácil ser un líder, exactamente, pero creo que pensé que sería
más fácil que esto:

Estoy llena de dudas en todo momento sobre las decisiones que he tomado. Estoy
exasperantemente sorprendida cada vez que un soldado sigue mi ejemplo. Y estoy cada
vez más aterrorizada de que nosotros, que yo, tenga que matar a muchos, muchos más
antes de que este mundo se arregle. Aunque creo que es el silencio, más que nada, lo que
me deja agitada.

Han pasado dieciséis días.

He dado discursos sobre lo que está por venir, sobre nuestros planes para el
futuro; hemos llevado a cabo monumentos conmemorativos por las vidas perdidas en la
batalla y estamos haciendo bien en prometer implementar el cambio. Castle, fiel a su
palabra, ya es duro en su trabajo, tratando de abordar los problemas con la agricultura, el
riego y, lo más urgente, cómo mejorar la transición de los civiles fuera de los
compuestos. Pero esto será trabajo hecho en etapas; será una construcción lenta y
cuidadosa, una lucha por la tierra que puede tomar un siglo. Creo que todos entendemos

9
eso. Y si fuera solo los civiles por los que tuviera que preocuparme, no me preocuparía
tanto. Pero me preocupa porque sé muy bien que no se puede hacer nada para arreglar
este mundo si gastamos las siguientes décadas en guerra dentro de ella.

Aun así, estoy preparada para luchar.

No es lo que quiero, pero con mucho gusto iré a la guerra si es lo que tenemos
que hacer para generar un cambio. Solo desearía que fuera así de simple. En este
momento, mi mayor problema también es el más confuso:

Las guerras requieren enemigos, y parece que no puedo encontrar ninguno.

En los dieciséis días desde que le disparé a Anderson en la frente, me he


enfrentado a cero oposición. Nadie ha intentado arrestarme. No hay otros comandantes
supremos que me hayan desafiado De los 554 sectores restantes en este continente
únicamente, ni uno solo ha desertado, declarado guerra o hablado mal de mí. Nadie ha
protestado; la gente no se amotinó. Por alguna razón, El Restablecimiento se mantiene
unido.

Jugando a fingir

Y profundamente, me desconcierta inmensamente.

Estamos en un punto muerto extraño, atrapado en neutral cuando


desesperadamente quiero estar haciendo más. Más para la gente del Sector 45, para
América del Norte, y para el mundo como un todo. Pero esta extraña quietud nos ha
desequilibrado a todos. Nosotros estábamos tan seguros de que, con Anderson muerto,
los otros comandantes supremos se levantarían, que ordenarían a sus ejércitos
destruirnos, que me destruyan. En cambio, los líderes del mundo han dejado clara
nuestra insignificancia: están ignorándonos como lo harían con una mosca molesta,
atrapándonos debajo de un cristal donde somos libres de zumbar, golpeando las alas
contra las paredes solo mientras dure el oxígeno. Se ha dejado que el Sector 45 haga lo
que le plazca; se nos ha permitido la autonomía y la autoridad para revisar la
infraestructura de nuestro sector sin interferencia En todos lados, y en todos los demás,
están pretendiendo como si nada en el mundo hubiera cambiado. Nuestra revolución
ocurrió en el vacío. Nuestra victoria posterior se ha reducido a algo tan pequeño que
podría no existir.

Juegos mentales.

Castle siempre estar de visita, asesorando. Fue su sugerencia de que fuera


proactiva -que tome la ventaja. En lugar de esperar, ansiosa y a la defensivo, debería
tender la mano, dijo. Debería hacer notar mi presencia. Reafirmar mi posición, dijo.

10
Tomar asiento en la mesa. E intentar formar alianzas antes de lanzar ataques. Conectar
con los otros cinco comandantes supremos alrededor del mundo.

Porque puedo hablar por América del Norte, pero ¿y el resto del mundo? ¿Qué
hay de Sudamérica? ¿Europa? ¿Asia? ¿África? ¿Oceanía?

Organiza una conferencia internacional de líderes, dijo.

Hablar.

Primero, busca la paz, dijo.

—Deben morir de curiosidad —,me dijo Castle. —¿Un año en donde una chica de
diecisiete años tomó el control de América del Norte? ¿Una adolescente que mató a
Anderson y se declaró gobernante de este continente? Sra. Ferrars: ¡debe saber que tiene
gran influencia en este momento! ¡Úsela para su ventaja!

—¿Yo? —Dije, aturdida. —¿Cómo tengo ventaja?

Castle suspiró. —Ciertamente es valiente para su edad, Sra. Ferrars, pero estoy
lamentando ver a su juventud tan inextricablemente ligada a la inexperiencia. Trataré
de ponerlo claramente: tienes una fuerza sobrehumana, una piel casi invencible, un
toque letal, solo diecisiete años a su nombre, y usted ha derrotado al déspota de esta
nación. ¿Y aún dudas de que puedas ser capaz de intimidar al mundo?

Me encogí.

—Viejos hábitos, Castle —,dije en voz baja. —Malos hábitos. Tienes razón, por
supuesto. Por supuesto, tienes razón.

Él me niveló con una mirada directa. —Debe entender esto claramente, el


silencio colectivo de tus enemigos no es un acto de coincidencia. Han sin duda estado en
contacto el uno con el otro, ciertamente han estado de acuerdo con este enfoque, porque
están esperando ver lo que haces a continuación. —Sacudió su cabeza. —Están esperando
su próximo movimiento, Sra. Ferrars. Te imploro que lo que hagas sea bueno.

Entonces estoy aprendiendo

Hice lo que me sugirió y hace tres días envié un mensaje a través de Delalieu y
contactó a los otros cinco comandantes supremos del Restablecimiento. Yo los invité a
reunirse aquí, en el Sector 45, para una conferencia de líderes el mes que viene.

Solo quince minutos antes de que Kenji irrumpiera en mi habitación, había


recibido mi primer RSVP.

11
Oceanía dijo que sí.

Y no estoy seguro de lo que eso significa.

12
Warner
No he sido yo mismo últimamente.

La verdad es que no he sido yo mismo por lo que parece mucho tiempo, tanto que
comencé a preguntarme si alguna vez lo supe realmente. Miro fijamente, sin parpadear,
hacia el espejo, el estrépito de las tijeras de pelo zumbando a través de la habitación. Mi
cara solo se refleja débilmente en mi dirección, pero es suficiente para ver que he perdido
peso. Mis mejillas son huecas; mis ojos, más amplios; mis pómulos más pronunciados.
Mis movimientos son tristes y mecánicos cuando corté mi propio cabello, los restos de
mi vanidad cayendo a mis pies.

Mi papá está muerto.

Cierro los ojos, armándome de valor contra la tensión no deseada en mi pecho,


las tijeras todavía tararean en mi puño cerrado.

Mi papá está muerto.

Han pasado solo dos semanas desde que lo mataron, le dispararon dos veces en la
frente por alguien que amo. Ella me estaba haciendo un favor al matarlo. Ella fue más
valiente que nunca, apretando el gatillo cuando nunca pude. Él era un monstruo.
Merecía algo peor.

Y todavía-

Este dolor.

Tomo una respiración entrecortada y parpadeo para abrir los ojos, agradecido por
el tiempo para estar solo; agradecido, de alguna manera, por la oportunidad de desgarrar
algo, algo de mi carne. Hay una extraña catarsis en esto.

Mi madre está muerta, creo, mientras arrastro la cuchilla eléctrica por mi cráneo.
Mi padre está muerto, creo, cuando el cabello cae al suelo. Todo lo que era, todo lo que
hice, todo lo que soy, fue forjado por los gemelos de su acción y la inacción.

¿Quién soy, me pregunto, en su ausencia?

Cabeza rapada, cuchilla apagada, apoyo mis palmas contra el borde del fregadero
y me apoyó, todavía tratando de echar un vistazo al hombre en el que me he convertido.
Me siento viejo e inquieto, mi corazón y mi mente en guerra. Las últimas palabras que
dije a mi padre-

—Oye.
13
Mi corazón se acelera mientras giro; estoy cubriéndome de indiferencia en un
instante. —Hola —,digo, obligando a mis extremidades a disminuir la velocidad, a ser
constantes ya que el polvo errante mechones de pelo cubre mis hombros.

Ella me mira con ojos grandes, hermosos y preocupados.

Recuerdo sonreír. —¿Como me veo? No es demasiado horrible, espero.

—Aaron —,dice en voz baja. —¿Estás bien?

—Estoy bien —,le digo, y me miro de nuevo en el espejo. Corro una mano sobre
la suave y puntiaguda media pulgada de pelo que me queda y me pregunto cómo el corte
logra hacerme ver más áspero, y más frío, que antes. —Aunque confieso que no me
reconozco precisamente —,agrego en voz alta, intentando reír. Estoy parado en el medio
del baño usando nada más que calzoncillos boxers. Mi cuerpo nunca ha estado más
delgado, las líneas agudas del músculo nunca más definidas; y la crudeza de mi cuerpo
ahora está emparejado con el corte áspero de mi pelo de una manera que se siente casi
incivilizado, y tan diferente de mí que tengo que mirar hacia otro lado.

Juliette ahora está justo en frente de mí.

Sus manos se asientan en mis caderas y me empujan hacia adelante; me tropiezo


un poco mientras sigo su ventaja. —¿Qué estás haciendo? —Comienzo a decir, pero
cuando la miro a los ojos, encuentro ternura y preocupación. Algo se derrite dentro de
mí. Mis hombros se relajan y la llevo hacia adentro, respirando profundamente mientras
lo hago.

—¿Cuándo hablaremos de eso? —,dice contra mi pecho. —¿Todo ello? Todo lo


que sucedió...

Me estremezco.

—Aaron.

—Estoy bien —,le miento. —Es solo pelo.

—Sabes que no es de lo que estoy hablando.

Miro hacia otro lado. Miro a la nada. Los dos estamos tranquilos un momento.

Es Juliette quien finalmente rompe el silencio.

—¿Estás enojado conmigo?, —susurra. —¿Por dispararle?

Mi cuerpo calla.

14
Sus ojos se abren.

—No, no. —Digo las palabras demasiado rápido, pero me refiero a ellas. —No,
por supuesto no. No es eso.

Juliette suspira.

—No estoy segura de que estés al tanto de esto —,dice finalmente, —pero está
bien llorar la pérdida de tu padre, incluso si él fue una persona terrible. ¿Lo sabes? —Ella
me mira. —No eres un robot.

Me trago el nudo que crece en mi garganta y me libero suavemente de sus brazos.


La beso en la mejilla y me demoró allí, contra su piel, por solo un segundo —Necesito
tomar una ducha.

Ella parece desconsolada y confundida, pero no sé qué más hacer. No es que no


ame su compañía, es solo que en este momento estoy desesperado por soledad y no sé
cómo más encontrarla.

Entonces me ducho. Yo tomo baños. Voy a dar largos paseos.

Tiendo a hacer esto mucho.

Cuando finalmente llego a la cama ya está dormida.

Quiero alcanzarla, acercar su cuerpo suave y cálido al mío, pero me siento


paralizado. Este horrible medio dolor me ha hecho sentir cómplice en la oscuridad. Me
preocupa que mi tristeza se interprete como un respaldo de sus elecciones -de su propia
existencia- y en este asunto no quiero ser mal entendido, así que no puedo decir que lo
sienta, que me importa en algo la pérdida de este monstruoso hombre que me crió. Y en
ausencia de alguna acción, permanezco congelado, una piedra sensible a raíz de la
muerte de mi padre.

¿Estás molesto conmigo? ¿Por dispararle?

Le odiaba.

Lo odiaba con una intensidad violenta que nunca había experimentado. Pero el
fuego del odio verdadero, me doy cuenta, no puede existir sin el oxígeno del afecto. Yo
no lastimaría tanto, u odiaría tanto, si no me importara.

15
Y es esto, mi afecto no correspondido por mi padre, lo que siempre ha sido mi
mayor debilidad. Así que me acuesto aquí, marinándome en un dolor del que nunca
puedo hablar, mientras que el arrepentimiento consume mi corazón.

Soy un huérfano

—¿Aaron? —,susurra, y estoy de vuelta al presente.

—¿Si, amor?

Se mueve en un movimiento somnoliento y lateral, y me empuja el brazo con su


cabeza. No puedo evitar sonreír mientras me abro para hacerle un lugar en mi contra.
Ella llena el vacío rápidamente, presionando su cara contra mi cuello mientras envuelve
un brazo alrededor de mi cintura. Mis ojos se cierran como en oración. Mi corazón se
reinicia.

—Te extraño —,dice ella. Es un susurro que casi no entiendo.

—Estoy aquí —, le digo, tocando suavemente su mejilla. —Estoy aquí, amor.

Pero ella niega con la cabeza. Incluso cuando la acerco más, incluso cuando
vuelve a caer dormida, ella niega con la cabeza.

Y me pregunto si no está equivocada.

16
Juliette
Estoy desayunando sola esta mañana, sola, pero no sola.

La sala del desayuno está llena de caras familiares, todos nos ponemos al día
sobre algo: dormir; trabajo; conversaciones a medio terminar. Los niveles de energía aquí
son siempre dependientes de la cantidad de cafeína que hemos consumido, y en este
momento, las cosas todavía están bastante tranquilas.

Brendan, que ha estado sosteniendo la misma taza de café toda la mañana, atrapa
mi ojo y hondea su mano. Le devuelvo el saludo. Él es el único entre nosotros que en
realidad no necesita cafeína; su don para crear electricidad también funciona como una
copia de seguridad y generador para todo su cuerpo. Él es exuberante, personalmente. De
hecho, su pelo blanco y los ojos azul hielo parecen emanar su propio tipo de energía,
incluso desde el otro lado de la habitación. Estoy empezando a pensar que Brendan
mantiene las apariencias con la taza de café en su mayoría por solidaridad hacia
Winston, que parece no poder sobrevivir sin ésta. Los dos son inseparables en estos días,
incluso si Winston de vez en cuando resiente la flotabilidad natural de Brendan.

Han pasado por muchas cosas juntos. Todos los hemos hecho.

Brendan y Winston están sentados con Alia, quien tiene su cuaderno de bocetos
abierto a su lado, sin duda diseñando algo nuevo e increíble para ayudarnos en batalla.
Estoy demasiado cansada para moverme, de lo contrario me levantaría para unirme a su
grupo; en su lugar, dejo caer mi barbilla con una mano y estudio las caras de mis amigos,
sintiéndome agradecida. Pero las cicatrices en las caras de Brendan y Winston me llevan
a un momento que más bien no quiero recordar, volver a un tiempo en el que pensamos
que los habíamos perdido. Cuando perdimos a otros dos. Y de repente mis pensamientos
son demasiado pesados para el desayuno. Entonces miro hacia otro lado. Tamborileo con
los dedos sobre la mesa.

Se supone que debo encontrarme con Kenji para desayunar, así es como
comenzamos nuestros días de trabajo, que es la única razón por la que no he cogido mi
propio plato de comida. Desafortunadamente, su tardanza está empezando a hacer que
mi estómago se queje. Todos en la sala están cortando pilas frescas de panqueques
mullidos, y se ven deliciosos. Todo es tentador: las mini jarras de jarabe de arce; los
humeantes montones de patatas de desayuno; los pequeños tazones de fruta recién
cortada. Sin nada más, matar a Anderson y hacerse cargo del Sector 45 nos dio muchas
mejores opciones de desayuno. Pero creo que podríamos ser los únicos que apreciamos
las actualizaciones

17
Warner nunca desayuna con el resto de nosotros. Él casi nunca se detiene de
trabajar, ni siquiera para comer. El desayuno es otra reunión para él, y lo toma con
Delalieu, solo ellos dos, y aun así no estoy segura de que realmente coma cualquier cosa
Warner nunca parece disfrutar de la comida. Para él, la comida es combustible necesario
y, la mayoría de las veces, uno molesto porque su cuerpo lo requiere ara funcionar. Una
vez, mientras estaba profundamente inmerso en algunos importantes papeles en la cena,
puse una galleta en un plato frente a él solo para ver qué podría pasar. Él me miró, echó
un vistazo atrás a su trabajo, susurró un tranquilo gracias, y se comió la galleta con
cuchillo y tenedor. Él ni siquiera parecía disfrutarlo. Esto, vale decirlo, lo convierte en el
polo opuesto de Kenji, a quien le encanta comer de todo, todo el tiempo, y quien más
tarde me dijo que estaba mirando a Warner comer una galleta y le hizo querer llorar.

Hablando de Kenji, su escamada en mí esta mañana es más que un poco raro, y


estoy empezando a preocuparme. Estoy a punto de mirar el reloj por tercera vez cuando,
de repente, Adam está parado al lado de mi mesa, mirando incómodo.

—Hola —,digo, solo un poco demasiado alto. —¿Qué es, eh, qué pasa?

Adam y yo hemos interactuado un par de veces en las últimas dos semanas, pero
ha sido siempre por accidente. Basta decir que es inusual que Adam esté parado frente a
mí a propósito, y estoy tan sorprendida que por un momento casi me pierdo lo obvio:

Él se ve mal.

Áspero. Harapiento. Más que un poco agotado. De hecho, si no lo conociera


mejor, habría jurado que Adam había estado llorando. No debido a nuestra fallida
relación, espero.

Aún así, el viejo instinto me roe, tira de las fibras de mi corazón ancestral.

Hablamos al mismo tiempo:

—¿Estás bien . . . ? —pregunto.

—Castle quiere hablar contigo —,dice.

—¿Castle te envió a buscarme? —digo, mis sentimientos olvidados.

Adam se encoge de hombros. —Estaba caminando más allá de su habitación en el


momento correcto, supongo.

—Um. Está bien. —Intento sonreír. Castle siempre está tratando de hacer las
paces entre Adam y yo; a él no le gusta la tensión. —¿Dijo que quiere verme? ¿Ahora
mismo?"

18
—Sí. —Adam se mete las manos en los bolsillos. —Inmediatamente.

—Está bien —,le digo, y todo se siente incómodo. Adam solo se para allí mientras
reúno mis cosas, y quiero decirle que se vaya, que deje de mirarme, que esto es extraño,
que rompimos hace mucho tiempo y fue raro, lo hizo tan raro, pero luego me doy cuenta
de que no me está mirando. Él está mirando el piso como si estuviera estancado, perdido
en su cabeza en alguna parte.

—Oye, ¿estás bien? —,repito, esta vez suavemente.

Adam mira hacia arriba, sorprendido. Por lo que dice. —Qué, oh-sí, estoy bien.
Oye ¿sabes? —,se aclara la garganta, mira a su alrededor —¿Tú, eh?

—¿Yo qué?

Adam se tambalea sobre sus talones, mirando alrededor de la habitación. —


Warner nunca está aquí para el desayuno, ¿eh?

Mis cejas se disparan en mi frente. —¿Estás buscando a Warner?

—¿Qué? No. Solo me estoy preguntando. Él nunca está aquí. ¿Sabes? Eso es
extraño.

Lo miro fijamente.

Él no dice nada.

—No es tan raro —,digo lentamente, estudiando la cara de Adam. —Warner no


tiene tiempo para desayunar con nosotros Él siempre está trabajando.

—Oh, —dice Adam, y la palabra parece desinflarlo. —Eso es muy malo.

—¿Lo es? —Frunzo el ceño.

Pero Adam parece no escucharme. Él llama a James, que está guardando su


bandeja de desayuno, y los dos se encuentran en el medio de la habitación y luego
desaparecen.

No tengo idea de lo que hacen todo el día. Nunca he preguntado.

El misterio de la ausencia de Kenji en el desayuno se resuelve en el momento en


que camino a la puerta de Castle: los dos están aquí, cabezas juntas.

Toco la puerta abierta como cortesía. —Hey —,digo. —¿Querías verme?

19
—Sí, sí, Sra. Ferrars —,dice Castle con entusiasmo. Él se pone de pie y me sañala
que entre —Por favor tome asiento. Y si quisieras -gesticula detrás de mí -cierra la
puerta.

Estoy nerviosa en un instante.

Doy un paso tentativo en la oficina improvisada de Castle y miro a Kenji, cuya


cara en blanco no hace nada para calmar mis temores. —¿Qué está pasando? —digo. Y
luego, solo a Kenji: —¿Por qué no estabas en el desayuno?

Castle hace un gesto para que tome asiento.

Lo hago.

—Sra. Ferrars —,dice con urgencia. —¿Tienes noticias de Oceanía?

—¿Disculpe?

—El RSVP. Recibiste tu primer RSVP, ¿no?

—Sí, lo hice —,dije lentamente. —Pero se supone que nadie debe saber eso
todavía. Iba a contarle esto a Kenji durante el desayuno esta mañana.

—Tonterías. —Castle me interrumpe. —Todo el mundo sabe. El Sr. Warner lo


sabe, ciertamente. Y el teniente Delalieu sabe.

—¿Qué? —Miro a Kenji, quien se encoge de hombros. —¿Cómo es eso posible?

—No se sorprenda tan fácilmente, Sra. Ferrars. Obviamente, todos tus


correspondencias son monitoreadas.

Mis ojos se ensanchan. —¿Qué?

Castle hace un movimiento frustrado con su mano. —El tiempo es esencial,


entonces si quisieras, realmente...

—¿El tiempo es de qué es esencial?, —dije, irritada. —¿Cómo se supone que debo
ayudarte cuando ni siquiera sé de lo que estás hablando?

Castle se pellizca el puente de la nariz. —Kenji —,dice de repente. —Podrías


dejarnos, por favor?

—Sí. —Kenji se pone de pie con un saludo fingido. Él se dirige hacia el puerta.

—Espera —,le dije, agarrando su brazo. —¿Que está pasando?

20
—No tengo ni idea, chica. —Kenji se ríe, libera su brazo. —Esta conversación no
me concierne. Castle me llamó aquí antes para hablar sobre las vacas.

—¿Vacas?

—Sí, lo sabes. —Él arquea una ceja. —Ganado. Él ha estado haciendo un


reconocimiento en varios cientos de acres de tierras de cultivo que El Restablecimiento
ha mantenido fuera del radar. Montones y montones de vacas.

—Emocionante.

—Lo es, en realidad. —Sus ojos se iluminan. —El metano hace que todo sea
bastante fácil seguirle la pista. Te hace preguntarte por qué no harían algo para
prevenir...

—¿Metano? —,dije, confundida. —¿No es eso una especie de gas?

—Supongo que no sabes mucho sobre mierda de vaca.

Ignoro eso. En su lugar, digo: —¿Así que por eso no estabas en el desayuno esto
mañana? ¿Porque estabas mirando el popo de las vacas?

—Básicamente.

—Bueno —,digo. —Al menos eso explica el olor.

Le toma un segundo a Kenji darse cuenta, pero cuando lo hace, entrecierra los
ojos. Me toca la frente con un dedo. —Te vas directamente al infierno, ¿lo sabes?

Sonrío, grande. —¿Nos vemos más tarde? Todavía quiero ir a nuestra caminata
de la mañana.

Él hace un gruñido evasivo.

—Vamos, —digo, —será divertido esta vez, lo prometo.

—Oh, sí, muy divertido. Kenji pone los ojos en blanco mientras se aleja, y dispara
a Castle otro saludo de dos dedos. —Hasta luego, señor.

Castle asiente con la cabeza, una brillante sonrisa en su rostro.

Kenji tarda un minuto en salir finalmente por la puerta y cerrarla detrás de él,
pero en ese momento el rostro de Castle se transforma. Su sonrisa fácil, sus impacientes
ojos: ido. Ahora que él y yo estamos completamente solos, Castle se ve un poco agitado,
un poco más serio. Tal vez incluso… ¿asustado?

Y él se pone a trabajar.
21
—Cuando llegó el RSVP, ¿qué decía? ¿Hubo algo memorable sobre la nota?

—No —frunzo el ceño. —No lo sé. Si toda mi correspondencia está siendo


monitoreada, ¿no sabrías ya la respuesta a esta pregunta?

—Por supuesto que no. Yo no soy el que controla tu correo.

—Entonces, ¿quién está monitoreando mi correo? ¿Warner?

Castle solo me mira. —Sra. Ferrars, hay algo profundamente inusual sobre esta
respuesta. —Él duda. —Especialmente ya que es el primero, y hasta ahora, único RSVP.

—Está bien —,digo, confundida. —¿Qué es lo inusual al respecto?

Castle mira sus manos. A la pared. —¿Cuánto sabes sobre Oceanía?

—Muy poco.

—¿Cuán poco?

Me encojo de hombros. —Puedo señalarlo en un mapa.

—¿Y nunca has estado allí?

—¿Hablas en serio? —Le disparo una mirada incrédula. —Por supuesto que no.
Nunca he estado en ningún lugar, ¿recuerdas? Mis padres me sacaron de la escuela. Pasé
a través del sistema. Finalmente me arrojaron a un manicomio.

Castle respira profundamente. Cierra los ojos mientras dice, muy


cuidadosamente, —¿Había algo memorable sobre la nota que recibió del supremo
comandante de Oceanía?

—No —, digo. —No realmente.

—¿No realmente?

—¿Supongo que fue un poco informal? Pero yo no...

—Informal, ¿cómo?

Miro hacia otro lado, recordando. —El mensaje fue muy breve —,explico. —Éste
decía: No puedo esperar para verte, sin firma ni nada.

—¿No puedo esperar para verte? —Castle se ve repentinamente perplejo.

Asiento con la cabeza.

22
—No decía no puedo esperar para conocerte, —dice, —pero en su lugar puso no
puedo esperar para verte.

Asiento de nuevo. —Como dije, un poco informal. Pero fue cortés, al menos. El
cual creo que es un signo bastante positivo, considerando todo.

Castle suspira pesadamente mientras se da vuelta en su silla. Él está de cara a la


pared ahora, su dedos juntados bajo su barbilla. Estoy estudiando los ángulos agudos de
su perfil mientras él dice en voz baja:

—Sra. Ferrars, ¿cuánto le ha dicho el Sr. Warner sobre El Restablecimiento?

23
Warner
Estoy sentado solo en la sala de conferencias, corriendo una mano ausente sobre
mi nuevo corte de pelo, cuando llega Delalieu. Él está tirando un pequeño carrito de café
detrás suyo, con la sonrisa cálida y temblorosa en la que he llegado a confiar. Nuestros
días de trabajo han estado más ocupados que nunca últimamente; afortunadamente,
nunca hemos hecho tiempo para discutir los incómodos detalles de los eventos recientes,
y dudo que alguna vez lo hagamos.

Por esto estoy eternamente agradecido.

Es un espacio seguro para mí aquí, con Delalieu, donde puedo fingir que las cosas
en mi vida han cambiado muy poco.

Todavía soy comandante en jefe y regente de los soldados del Sector 45; todavía
es mi deber organizar y liderar a aquellos que nos ayudarán a luchar contra el resto de El
Restablecimiento. Y con ese rol viene la responsabilidad. Hemos tenido mucha
reestructuración que hacer mientras coordinamos nuestros próximos movimientos, y
Delalieu ha sido fundamental para estos esfuerzos.

—Buenos días señor.

Asiento con la cabeza mientras nos sirve una taza de café. Un teniente como él
mismo no necesita servir su propio café por la mañana, pero hemos llegado a preferir la
privacidad.

Tomo un sorbo del líquido negro; recientemente aprendí a disfrutar de su sabor


amargo y me reclino en mi silla. —¿Actualizaciones?

Delalieu se aclara la garganta.

—Sí, señor —,dice, devolviendo apresuradamente su taza de café a su platillo,


derramando una poco mientras lo hace. —Bastantes esta mañana, señor.

Inclino mi cabeza hacia él.

—La construcción de la nueva estación de comando está yendo bien. Esperan


poder ultimar todos los detalles en las próximas dos semanas, pero las habitaciones
privadas estarán listas para mañana.

—Bien. —Nuestro nuevo equipo, bajo la supervisión de Juliette, comprende a


muchas personas ahora, con muchos departamentos para administrar y, con la excepción
de Castle, quien talló una pequeña oficina para él arriba, hasta ahora todos han estado

24
utilizando mis instalaciones de entrenamiento personal como su sede central. Y aunque
esto parecía una idea práctica en sus inicios, las instalaciones ara mi entrenamiento son
accesibles solo a través de mi alojamiento personal; y ahora que un grupo de ellos viven
libremente en la base, a menudo entran y salen de mis habitaciones, sin previo aviso.

No hace falta decir que me está volviendo loco.

—¿Qué más?

Delalieu revisa su lista y dice: —Finalmente hemos logrado asegurar los archivos
de su padre, señor Se ha tardado todo este tiempo en localizar y recuperar la mayor
parte, pero he dejado las cajas en su habitación, señor, para que pueda abrir cuando le
plazca. Yo pienso —se aclara la garganta— pensé que le gustaría mirar a través de su
efectos personales restantes antes de que sean heredados a nuestra nueva suprema
comandante.

Un terror pesado y frío llena mi cuerpo.

—Hay mucho de eso, me temo —,Delalieu todavía dice. —Todos sus registros
diarios. Cada informe que alguna vez haya presentado. Incluso logramos ubicar algunos
de sus diarios personales. —Delalieu duda. Y luego, en un tono que no sé cómo descifrar:
—Espero que sus notas le sean útiles, de alguna manera.

Levanto la mirada, miro los ojos de Delalieu. Hay preocupación allí.


Preocupación.

—Gracias —,dije en voz baja. —Casi lo había olvidado.

Un silencio incómodo se instala entre nosotros y, por un momento, ninguno de


los nosotros dos sabe exactamente qué decir. Todavía no hemos discutido esto, la
muerte de mi padre. La muerte del yerno de Delalieu. El horrible esposo de su difunta
hija, mi madre. Nunca hablamos sobre el hecho de que Delalieu es mi abuelo. Que él es
el único tipo de padre que me queda en el mundo.

No es lo que hacemos.

Así que es con una voz insegura y entrecortada que Delalieu intenta recoger el
hilo de la conversación.

—Oceanía, como, estoy seguro de que ha oído, señor, ha dicho eso, que asistirán a
una reunión organizada por nuestra nueva señora, señora suprema—

Asiento con la cabeza.

25
—Pero los otros —,dice, las palabras salen apresuradamente de él ahora, —no
responderán hasta que hayan hablado con usted, señor.

Ante esto, mis ojos se ensanchan perceptiblemente.

—Ellos son —Delalieu se aclara la garganta de nuevo— bueno, señor, como usted
sabe, todos son viejos amigos de la familia, y ellos... bueno, ellos...

—Sí—,le susurro. —Por supuesto.

Miro hacia otro lado, a la pared. Mi mandíbula se siente de repente cerrada por la
frustración. Secretamente, había estado esperando esto. Pero después de dos semanas de
silencio, en realidad comencé a desear que tal vez continuarían haciéndose los tontos.
No ha habido comunicación de estos viejos amigos de mi padre, no hay ofertas de
condolencias, sin rosas blancas, sin tarjetas de simpatía. Sin correspondencia, como era
nuestro ritual diario, de las familias que había conocido de niño, las familias
responsables de la hellscape en el que vivimos ahora. Pensé que felizmente,
misericordiosamente, había sido cortado.

Aparentemente no.

Aparentemente, la traición no es un crimen suficiente como para que te dejen


solo. Aparentemente las muchas misivas diarias de padre exponiendo mi "obsesión
grotesca con un experimento” no fueron razón suficiente para expulsarme del grupo. Él
amaba quejarse en voz alta, mi padre, amaba compartir sus muchos disgustos y
desaprobaciones con sus viejos amigos, las únicas personas vivas que lo conocieron cara
a cara. Y todos los días me humillaba frente a las personas que conocíamos. Él hizo que
mi mundo, mis pensamientos y mis sentimientos parezcan pequeños. Patéticos. Y todos
los días contaba las letras amontonadas en mi bandeja de entrada, reglas de sus antiguo
amigos que me suplican que entre en razón, como lo llamaron. Para recordarme a mí
mismo de dejar de avergonzar a mi familia. Para escuchar a mi padre. Para crecer, ser un
hombre, y deja de llorar por mi madre enferma.

No, estos vínculos son demasiado profundos.

Aprieto los ojos para sofocar la avalancha de caras, recuerdos de mi infancia,


mientras digo, —Diles que estaré en contacto.

—Eso no será necesario, señor —,dice Delalieu.

—¿Disculpe?

—Los hijos de Ibrahim ya están en camino.

26
Sucede rápidamente: una breve y repentina parálisis de mis extremidades. —
¿Qué quieres decir? —,digo, apenas logrando mantener la calma. —En camino ¿a dónde?
¿Aquí?

Delalieu asiente.

Una ola de calor inunda mi cuerpo tan rápido que ni siquiera me doy cuenta de
que estoy en pie hasta que tenga que agarrar la mesa como apoyo. —¿Cómo se atreven?
—,digo, de alguna manera todavía aferrándome al borde de la compostura. —Su
completa indiferencia —el ser tan insoportablemente marcado…

—Sí, señor, lo entiendo, señor —,dice Delalieu, pareciendo aterrorizado, —es solo
como usted sabe, es la manera de las familias supremas, señor. Una consagrada marcada
tradición. Un rechazo por mi parte habría sido interpretado como un acto abierto de
hostilidad, y la Señora Suprema me ha dado instrucciones de ser diplomático durante
tanto tiempo como sea posible, así que pensé, yo... pensé... Oh, lo siento mucho, señor ...

—Ella no sabe con quién está tratando —,le digo bruscamente. —No hay
diplomacia con estas personas. Nuestra nueva comandante suprema podría no tener
forma de saber esto, pero usted, —digo, más molesto que enojado ahora—, debería
haberlo sabido mejor. La guerra habría valido la pena para evitar esto.

No miro para ver su cara cuando él dice, su voz temblorosa, —Lo siento
profundamente, señor.

Una vieja tradición, de hecho.

El derecho de ir y venir era una práctica acordada hace mucho tiempo. Las
familias supremas siempre fueron bienvenidas en las tierras de las demás en cualquier
momento, sin invitaciones necesarias. Mientras que el movimiento era joven y los niños
eran jóvenes, nuestras familias se aferraron rápidamente. Y ahora esas familias, y sus
hijos, gobiernan el mundo.

Esta fue mi vida por mucho tiempo. El martes, una fecha de juego en Europa; el
viernes, una cena en Sudamérica. Nuestros padres estaban locos, todos ellos.

Los únicos amigos que conocí tenían familias aún más locas que la mía. No tengo
deseo de ver a alguno de ellos nunca más.

Y todavía—

Dios mío, tengo que advertir a Juliette.

—En cuanto a, en cuanto a la cuestión de, de los civiles —Delalieu está


parloteando— he estado comunicándome con Castle, según su pedido, señor, sobre cómo
27
lo mejor es proceder con la transición fuera de, fuera de los compuestos… —Pero el resto
de nuestra reunión matutina transcurre en un borrón.

Cuando finalmente logro liberarme de la sombra de Delalieu, me dirijo


directamente a mis propios cuartos. Juliette suele estar aquí a esta hora del día, y espero
atraparla, advertirla antes de que sea demasiado tarde.

Demasiado pronto, soy interceptado.

—Oh, um, hey—

Miro hacia arriba, distraído y rápidamente me detengo en mi lugar. Mis ojos se


abren, solo un poco.

—Kent —,dije en voz baja.

Una rápida evaluación es todo lo que necesito hacer para saber que no está bien.
De hecho, él parece terrible. Más delgado que nunca; círculos oscuros bajo sus ojos. A
fondo desgastado.

Me pregunto si me veo igual para él.

—Me estaba preguntando —,dice, y mira hacia otro lado, con la cara contraída. Él
carraspea con su garganta. —Yo estaba, eh —se aclara la garganta de nuevo—. Me
preguntaba si podríamos hablar.

Siento mi pecho apretarse. Lo miro por un momento, catalogando sus hombros,


su cabello descuidado, sus uñas profundamente mordidas. Él me nota mirando y
rápidamente se lleva las manos a los bolsillos. Él apenas puede mirarme a los ojos.

—Hablar —,logro decir.

Él asiente.

Expiro silenciosamente, lentamente. No hemos intercambiado una palabra desde


que descubrimos que éramos hermanos, hace casi tres semanas. Pensé que la implosión
emocional de la noche había terminado, como cualquiera podría haber esperado, pero
tanto ha sucedido desde esa noche. No hemos tenido la oportunidad de reabrir esa
herida de nuevo. —Hablar —,digo de nuevo. —Por supuesto.

Él traga duro. Mira al suelo. —Guay.

Y de repente me veo obligado a hacer una pregunta que nos inquieta a ambos: —
¿Estás bien?

28
Él mira hacia arriba, aturdido. Sus ojos azules son redondos y están bordeados de
rojo, inyectados en sangre. Su manzana de Adán oscila en su garganta. —No sé con
quién más hablar de esto —,susurra. —No conozco a nadie más que siquiera entienda...

Y lo hago De repente.

Entiendo.

Cuando sus ojos se vuelven abruptamente vidriosos por la emoción; cuando sus
hombros tiemblan incluso mientras trata de mantenerse quieto—

Siento que mis propios huesos tiemblan.

—Por supuesto —,le digo, sorprendiéndome a mí mismo. —Ven conmigo.

29
Juliette
Es otro día frío hoy, todas las ruinas de plata y la decadencia cubierta de nieve.
Me despierto todas las mañanas con la esperanza de incluso una inclinación de la luz del
Sol, pero la mordedura en el aire permanece implacable mientras hunde sus dientes
hambrientos en nuestra carne. Finalmente hemos dejado lo peor del invierno atrás, pero
incluso estas primeras semanas de Marzo se sienten inhumanamente heladas. Me pongo
el abrigo alrededor del cuello y me acurruco en él.

Kenji y yo estamos en lo que se ha convertido en nuestra caminata diaria


alrededor de los olvidados tramos del Sector 45. Ha sido extraño y liberador poder
caminar tan libremente en el aire fresco. Extraño, porque no puedo dejar la base sin una
pequeña tropa de protección, y liberadora porque es la primera vez que he sido capaz de
familiarizarme con la tierra. Nunca tuve la oportunidad de caminar con calma a través
de estos compuestos; no tenía forma de ver, de primera mano, exactamente qué le
sucedió a este mundo. Y ahora, el poder vagar libremente, sin cuestionar—

Algo así.

Miro por encima del hombro a los seis soldados que vigilan cada uno de nuestros
movimientos, ametralladoras apretadas contra sus pechos mientras marchan. Nadie
realmente sabe qué hacer con respecto a mí todavía; Anderson tenía un sistema muy
diferente en su lugar como comandante supremo; nunca mostró su cara a nadie excepto
a aquellos a los que estaba a punto de matar, y nunca viajó a ningún lado sin su Guardia
Suprema. Pero no tengo reglas sobre ninguno de ellos y, hasta que decida exactamente
cómo quiero gobernar, esta es mi nueva situación:

Debo cuidarme desde el momento en que salgo.

Traté de explicar que no necesito protección. Traté de recordarles a todos mi


toque literal y letal; mi fuerza sobrehumana; mi funcional invencibilidad—

—Pero sería muy útil para los soldados —,había explicado Warner—, si al menos
hacen sus movimientos. Confiamos en las reglas, regulaciones y disciplina constante en
el ejército, y los soldados necesitan un sistema sobre el cual puedan depender, en todo
momento. Haz esto por ellos —, dijo. —Mantén la pretensión. No podemos cambiar
todo a la vez, amor. Sería demasiado desorientador.

Así que aquí estoy.

Siendo seguida.

30
Warner ha sido mi guía constante estas últimas semanas. El ha estado
enseñándome todos los días sobre todas las cosas que hizo su padre y todas las cosas de
la que él, él mismo, es responsable. Hay un número infinito de cosas que Warner tiene
que hacer todos los días solo para ejecutar este sector, sin importar lo extraño (y la lista
es interminable) de las cosas que necesito hacer para liderar un continente entero.

Estaría mintiendo si no dijera que, a veces, todo parece imposible.

Tuve un día, solo un día para exhalar y disfrutar el alivio del derrocamiento de
Anderson y del reclamo del Sector 45. Un día para dormir, un día para sonreír, un día
para disfrutar del lujo de imaginar un mundo mejor.

Fue al final del Día 2 cuando descubrí a Delalieu con aspecto nervioso de pie
detrás de mi puerta.

Parecía frenético.

—Señora Suprema —,había dicho, con una sonrisa loca colgada en su rostro. —
Yo imagino que debe estar muy abrumada últimamente. Mucho que hacer. —Miró
abajo. Retorció sus manos. —Pero me temo que es... creo—

—¿Qué es? —, le dije. —¿Hay algo mal?

—Bueno, señora, no he querido molestarla, ya paso por mucho y ha necesitado


tiempo para adaptarse—

Miró a la pared.

Esperé.

—Perdóneme —,dijo. —Es solo que han pasado casi treinta y seis horas desde que
ha tomado el control del continente y no ha visitado sus cuartos ni una vez, —dijo
apurado. —Y ya ha recibido tanto correo que no sé dónde ponerlo en absoluto—

—¿Qué?

Él se congeló. Finalmente me encontré con los ojos.

—¿Qué quieres decir con mis habitaciones? ¿Tengo cuartos?

Delalieu parpadeó, estupefacto. —Por supuesto que sí, señora. El supremo


comandante tiene su propio alojamiento en todos los sectores del continente. Nosotros
tenemos un ala completa aquí dedicada a sus oficinas. Es donde el último supremo
comandante Anderson solía quedarse cada vez que nos visitaba en la base. Y como todos
en el mundo saben que has hecho del Sector 45 su residencia permanente, aquí es donde

31
han enviado todos sus correos, tanto físicos y digitales. Es donde se entregarán sus
informes de inteligencia cada mañana. Es el lugar donde otros líderes del sector han
estado enviando sus informes diarios.

—No hablas en serio —,dije atónita.

—Muy en serio, señora. —Parecía desesperado. —Y me preocupo por el mensaje


que podría estar enviando ignorando toda la correspondencia en esta temprana etapa. —
Desvió la mirada. —Perdóname. No quiero excederme. Yo solo-sé que le gustaría hacer
un esfuerzo para fortalecer sus relaciones internacionales, pero me preocupan las
consecuencias que puede enfrentar rompiendo sus muchos acuerdos continentales—

—No, no, por supuesto. Gracias, Delalieu —, dije, girando la cabeza. —Gracias
por dejarme saber. Estoy... estoy muy agradecida por su intervención. No tenía ni idea
—palmeé una mano en mi frente— pero ¿tal vez mañana? —, dije. —¿Mañana por la
mañana me podrías encontrar después de mi caminata mañanera? ¿Mostrarme dónde se
encuentran estos barrios?

—Por supuesto —,dijo con una ligera reverencia. —Sería un placer, Señora
Supremo.

—Gracias, teniente.

—Ciertamente, señora. —Parecía tan aliviado. —Tenga una noche agradable.

Entonces tropecé cuando me despedí de él, tropecé con mis pies aturdida.

No mucho ha cambiado.

Mis zapatos raspan sobre el concreto, mis pies golpeándose el uno al otro
mientras me sobresalto de vuelta al presente. Doy un paso más seguro, es hora de
prepararse contra otra ráfaga repentina y penetrante. Kenji me dispara una mirada de
preocupación Miro, pero realmente no lo veo. Estoy mirando más allá de él ahora, los
estrechándose ante nada en particular. Mi mente continúa su curso, zumbando al ritmo
del viento.

—¿Estás bien, chica?

Miro hacia arriba, mirando de reojo a Kenji. —Estoy bien, sí.

—Convincente.

Logré sonreír y fruncir el ceño al mismo tiempo.

32
—Entonces —,dice Kenji, exhalando la palabra. —¿De qué quería Castle hablar
contigo? ¿Acerca de qué?

Me alejo, irritada en un instante. —No lo sé. Castle está siendo extraño.

Eso llama la atención de Kenji. Para él, Castle es como un padre, y yo estoy
bastante segura de que si tuviera que elegir, Kenji elegiría a Castle sobre mí, así que está
claro donde reside su lealtad cuando dice: —¿Qué quieres decir? ¿Cómo es que Castle
está siendo raro? Parecía estar bien esta mañana.

Me encojo de hombros. —Simplemente parecía realmente paranoico de repente.


Y él dijo algo algunas cosas sobre Warner que solo —Me corté. Sacudí mi cabeza. —Yo
no sé.

Kenji deja de caminar. —Espera, ¿qué dijo él sobre Warner?

Me encojo de hombros otra vez, todavía irritada. —Él piensa que Warner me está
ocultando cosas. Como que, no me oculta nada exactamente, pero hay muchas cosas que
no sé ¿sobre él? Entonces yo estaba como, 'Si sabes mucho sobre Warner, ¿por qué no?
¿me dirías lo que necesito saber sobre él? 'y Castle dijo, 'No, bla, bla, El señor Warner
debería decírselo él mismo, bla, bla. —Pongo los ojos en blanco. —Básicamente él me
estaba diciendo que es raro que no sepa mucho sobre el pasado de Warner. Pero eso ni
siquiera es verdad —,le dije, mirando a Kenji ahora. —Sé un montón sobre el pasado de
Warner.

—¿Cómo qué?

—Como, no sé, sé todo eso sobre su madre.

Kenji se ríe. —No sabes una mierda sobre su madre.

—Segura que lo hago.

—Lo que sea, J. Ni siquiera conoces el nombre de esa mujer.

En este momento, titubeo. Busco en mi mente la información, segura de que debe


haberlo mencionado—

y me quedo corta.

Miro a Kenji, sintiéndome pequeña.

—Su nombre era Leila —,dice. —Leila Warner. Y solo sé esto porque Castle hizo
su investigación. Teníamos archivos de todas las personas de interés en Omega Point.

33
Sin embargo, nunca supo que ella tenía poderes que la enfermaban —, dijo, mirando
pensativo. —Anderson hizo un buen trabajo manteniendo eso en silencio.

—Oh —,es todo lo que logro decir.

—¿Entonces fue por eso que pensaste que Castle estaba siendo raro? —,me dice
Kenji. —¿Porque él señaló muy correctamente que no sabes nada sobre la vida del novio?

—No seas malo —,digo en voz baja. —Sé algunas cosas.

Pero la verdad es que no sé mucho.

Lo que Castle me dijo esta mañana tocó un nervio. Estaría mintiendo si dijera
que no me pregunto, cómo era la vida de Warner antes de conocerlo. De hecho, pienso a
menudo de ese día, ese horrible y horrible día, en la bonita casa azul en Sycamore, la
casa donde Anderson me disparó en el pecho.

Estábamos ambos solos, yo y Anderson.

Nunca le dije a Warner lo que su padre me dijo ese día, pero nunca lo he
olvidado. En cambio, traté de ignorarlo, de convencerme de que Anderson estaba
jugando juegos con mi mente para confundirme e inmovilizarme. Pero no importa
cuántas veces he reproducido la conversación en mi cabeza, tratando desesperadamente
de descomponerlo y descartarlo, nunca he podido sacudirme el sentimiento de que, tal
vez, solo tal vez, no fue toda una pantomima. Quizás Anderson estaba diciéndome la
verdad

Todavía puedo ver la sonrisa en su rostro mientras lo decía. Todavía puedo


escuchar la musical inclinación en su voz. Él estaba divirtiéndose. Atormentándome

¿Te dijo cuántos otros soldados querían estar a cargo del Sector? 45? ¿Cuántos
candidatos excelentes teníamos para elegir? Solo tenía dieciocho años ¡años!

¿Alguna vez te dijo lo que tuvo que hacer para demostrar que era digno?

Mi corazón late en mi pecho cuando recuerdo, y cierro los ojos, mis pulmones
anudándose juntos—

¿Alguna vez te dijo lo que le hice hacer para ganárselo?

No.

Sospecho que no quizo mencionar esa parte, ¿verdad? Apuesto a que no quería
incluir esa parte de su pasado, ¿verdad?

No.

34
Él nunca lo hizo. Y nunca he preguntado.

Creo que nunca quiero saber.

—No te preocupes —,me dijo Anderson entonces. —No lo arruinaré por ti. La
mejor manera es dejarlo compartir esos detalles con usted él mismo.

Y ahora, esta mañana, obtengo la misma frase de Castle:

—No, Sra. Ferrars —,había dicho Castle, negándose a mirarme a los ojos. —No,
no, no es mi lugar para contar. El Sr. Warner necesita ser el que le cuente las historias
sobre su vida. Yo no.

—No entiendo —,dije, frustrada. —¿Cómo es esto relevante? ¿Por qué de repente
te importa el pasado de Warner? ¿Y qué tiene que ver eso con el RSVP de Oceanía?

—Warner conoce a estos otros comandantes —,dijo Castle. —Él conoce a las
otras familias supremas. Él sabe cómo opera el Restablecimiento desde adentro. Y
todavía hay mucho que necesita decirte. —Él negó con la cabeza. —La respuesta de
Oceanía es profundamente inusual, Sra. Ferrars, por la sencilla razón de que es la única
respuesta que ha recibido. Estoy seguro de que los movimientos hechos por estos
comandantes no solo son coordinados sino también intencionales, y estoy empezando a
sentirme más preocupado por el momento en que haya otro mensaje aquí, uno que
todavía estoy tratando de traducir.

Podía sentirlo entonces, podía sentir que mi temperatura subía, mi mandíbula se


tensaba y la ira se apoderó de mí. —¡Pero tú eres el que me dijo que contactara con todos
los comandantes supremos! ¡Esta fue tu idea! ¿Y ahora estás aterrado de que alguien
realmente se acercó? Qué hacer y—

Y luego, de repente, lo entendí.

Mis palabras fueron suaves y atónitas cuando dije: —Dios mío, no lo hiciste.
Creo que obtendré alguna respuesta, ¿verdad?

Castle tragó saliva. No digas nada.

—¿No pensaste que alguien respondería? —,dije, mi voz subiendo de tono.

—Señora Ferrars, debe comprender—

—¿Por qué estás jugando conmigo, Castle? —Mis puños se apretaron. —¿Qué
estás haciendo?"

35
—No estoy jugando contigo —,dijo, y las palabras salieron apresuradas. —Yo
solo, pensé —,dijo, gesticulando salvajemente. —Fue un ejercicio. Un experimento.

Sentí destellos de calor detrás de mis ojos. La ira se apoderó de mi garganta, vibró
a lo largo de mi columna vertebral. Pude sentir la furia creciendo dentro de mí y me
llevó todo lo que tenía el sujetarlo. —Ya no soy el experimento de nadie —,dijo. —Y
necesito saber qué demonios está pasando".

—Debe hablar con el señor Warner —,dijo. —Él le explicará todo. Todavía hay
mucho que debes saber sobre este mundo, y el Restablecimiento, y el tiempo es esencial
—, dijo. Él se encontró con mis ojos. —Tú debes estar preparada para lo que viene
después. Necesitas saber más, y necesitas saber ahora. Antes de que las cosas escalen.

Aparté la vista, mis manos temblaban por la oleada de energía no utilizada. Yo


quería —necesitaba— romper algo. Cualquier cosa. En cambio, dije: —Esto es una
mierda, Castle. Una completa mierda.

Y se veía como el hombre más triste del mundo cuando dijo—

—Lo sé.

He estado caminando con un dolor de cabeza cada vez mayor desde entonces.

Así que no me hace sentir mejor cuando Kenji me da un codazo en el hombro, me


sorprende de vuelta la vida, y dice:

—Lo he dicho antes y lo diré de nuevo: Ustedes tienen un extraño relación.

—No, no lo hacemos —,le digo, y las palabras son reflexivas, petulantes.

—Sí —,dice Kenji. —Lo haces. —Y se aleja, dejándome sola en las calles
abandonadas, inclinando un sombrero imaginario mientras se aleja.

Le tiro mi zapato.

El esfuerzo, sin embargo, es infructuoso; Kenji atrapa mi zapato en el aire. Él está


ahora esperándome, diez pasos adelante, sosteniendo mi zapatilla de tenis en su mano
mientras salto torpemente en su dirección. No tengo que darme la vuelta para ver las
sonrisas en las caras de los soldados a cierta distancia detrás de nosotros. Estoy bastante
segura de que todos piensan que soy una broma de comandante supremo. ¿Y por qué no?

Han pasado más de dos semanas y todavía me siento perdida.

Medio paralizada.

36
No estoy orgullosa de mi incapacidad para unirme, no estoy orgullosa de la
revelación que, como resultado, no soy lo suficientemente inteligente, lo
suficientemente rápida, o lo suficientemente astuta como para gobernar el mundo. No
estoy orgullosa de que, en mis momentos más bajos, mire a mi alrededor que tuve un
solo día y me pregunto, con asombro, ¿qué tan organizado que Anderson? Cuán seguro.
Muy, muy talentoso.

No estoy orgullosa de haber pensado eso.

O que, en las horas más tranquilas y solitarias de la mañana, permanezco


despierto al lado del hijo de Anderson torturado casi hasta la muerte y desearía que
Anderson regresara de los muertos y que recuperara la carga que robé de sus hombros.

Y luego está este pensamiento, todo el tiempo, todo el tiempo:

Que tal vez cometí un error.

—Uh, ¿hola? ¿Tierra a princesa?

Miro hacia arriba, confundida. Perdida en mi mente ahora. —¿Dijiste algo?

Kenji niega con la cabeza mientras me da el zapato. Estoy luchando por


ponérmelo cuando dice: —¿Así que me obligaste a dar un paseo por esta desagradable,
congelada mierda solo para ignorarme?

Levanto una sola ceja hacia él.

Él levanta ambos, esperando, expectante. —¿Cuál es el problema, J? Esto —,dice,


gesticulando en mi cara, —va más allá de cualquier rareza que hayas recibido de Castle
esta mañana. —Él inclina su cabeza hacia mí, y leo genuina preocupación en sus ojos
cuando dice: —Entonces, ¿qué está pasando?"

Yo suspiro; la exhalación marchita mi cuerpo

Debe hablar con el Sr. Warner. Él explicará todo.

Pero Warner no es conocido por sus habilidades de comunicación. Él no charla.


Él no comparte detalles sobre sí mismo. Él no hace nada personal. Yo sé que él me ama.
Puedo sentirlo, en cada interacción que tengo, lo mucho que le importo, pero aún así, él
solo me ha ofrecido la información más vaga sobre su vida. Él es una bóveda a la que
solo ocasionalmente tengo acceso, y a menudo me pregunto cuánto me queda por
aprender sobre él. A veces me asusta.

—Solo... no sé —,finalmente digo. —Estoy realmente cansada. Tengo mucho en


mi mente.

37
—¿Noche difícil?

Miro a Kenji, cubriéndome los ojos con la fría luz del sol. —Tú sabes que yo ya
no duermo —,le digo. —Me levanto a las cuatro de la mañana todos los días, y aún no he
recibido el correo de la semana pasada. ¿No es eso loco?

Kenji me lanza una mirada de soslayo, sorprendido.

—¿Y tengo que aprobar un millón de cosas todos los días? Aprueba esto, aprobar
eso. Ni siquiera grandes cosas, —le digo. —Es estúpido, como, como… —Saco una hoja
de papel arrugada de mi bolsillo y la sacudo hacia el cielo —como esta tontería: Sector
418 quiere extender el almuerzo de sus soldados de una hora por tres minutos
adicionales, y necesitan mi aprobación. ¿Tres minutos? ¿A quién le importa?

Kenji lucha una sonrisa; se mete las manos en los bolsillos.

—Cada día. Todo el día. No puedo hacer nada real. Pensé que estaría haciendo
algo grande, ¿sabes? Pensé que sería capaz de unificar los sectores y hacer correr la paz o
algo así, y en su lugar paso todo el día tratando de evitar a Delalieu, que está en mi cara
cada cinco minutos porque necesita que firme alguna cosa. Y eso es solo el correo.

No puedo parar de hablar ahora, finalmente le confieso a Kenji todas las cosas
que siento que nunca puedo decirle a Warner, por miedo a decepcionarlo. Es liberador,
pero luego, de repente, también se siente peligroso. Al igual que tal vez no debería estar
diciendo a cualquiera que yo me siento de esta manera, ni siquiera Kenji.

Así que dudo, espero una señal.

Kenji ya no me está mirando, pero todavía parece estar escuchando. Su cabeza


está inclinada hacia un lado, su boca sonríe cuando dice, después de un momento, —¿Eso
es todo?

Y niego con la cabeza, duro, aliviada y agradecida de seguir quejándome. —Yo


tengo que registrar todo, todo el tiempo. Tengo que llenar informes, leer informes,
archivar informes. Hay otros 550 sectores en América del Norte, Kenji. Quinientos
cincuenta y cuatro. —Lo miro fijamente. —Eso significa que tengo que leer quinientos
cincuenta y cuatro informes, todos los días.

Kenji mira hacia atrás, inmóvil.

—¡Quinientos cincuenta y cuatro!

Él cruza sus brazos.

—¡Los informes tienen diez páginas!

38
—Uh huh.

—¿Puedo contarte un secreto? —digo.

—Dispara.

—Este trabajo apesta.

Ahora Kenji se ríe, en voz alta. Aún así, él no dice nada.

Por lo que digo. —¿Qué estás pensando?

Me revuelve el pelo y dice: —Aww, J.

Alejo mi cabeza de su mano. —¿Eso es todo lo que tienes? Solo un 'Aww, J' y
¿Eso qué es?

Kenji se encoge de hombros.

—¿Qué? —Exijo.

—Quiero decir, no sé —,dice, encogiéndose un poco cuando lo dice. —Creíste que


esto iba a ser… ¿fácil?

—No —dije en voz baja. —Solo pensé que sería mejor que esto.

—Mejor, ¿cómo?

—Supongo, quiero decir, pensé que sería… ¿más genial?

—¿Crees que estarías matando a un montón de malos tipos ahora? ¿Pateando tu


camino a través de la política? ¿Como si pudieras matar a Anderson y todo de repente,
bam, paz mundial?

Y ahora no puedo obligarme a mirarlo, porque estoy mintiendo, mintiendo a


través de mis dientes cuando digo,

—No, claro que no. No pensé que sería así.

Kenji suspira. —Es por eso que Castle siempre fue tan aprensivo, ¿sabes? Con
Omega Point, siempre se trataba de ser lento y constante. Esperando el momento justo.
Conocer nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Tuvimos mucho yendo por
nosotros, pero siempre supimos, Castle siempre dijo, que nunca podríamos sacar a
Anderson hasta que estuviéramos listos para dirigir. Es por eso que no lo maté cuando
tuve la oportunidad. Ni siquiera cuando ya estaba medio muerto y justo frente a mí. —
Una pausa. —Simplemente no era el momento correcto.

39
—Entonces, ¿crees que cometí un error?

Kenji frunce el ceño, casi. Mira hacia otro lado. Mira hacia atrás, sonríe un poco,
pero solo con un lado de su boca. —Quiero decir, creo que eres genial.

—Pero crees que cometí un error.

Él se encoge de hombros de una manera lenta y exagerada. "Nah, no dije eso.


Solo pienso que necesitas un poco más de entrenamiento, ¿sabes? Estoy adivinando que
el manicomio no te preparó para este concierto.

Estrecho mis ojos hacia él.

Él ríe.

—Escucha, eres buena con la gente. Tú hablas lindo Pero este trabajo viene con
una gran cantidad de papeleo, y viene con un montón de tonterías, también. Un montón
de jugar bien. Muchos besos en el culo. Quiero decir, ¿qué estamos tratando de hacer en
este momento? Estamos tratando de ser geniales. ¿Correcto? Estamos tratando de, como,
asumir el control pero, como, no causar la anarquía absoluta. Estamos tratando de no ir a
la guerra en este momento, ¿verdad?

No respondo lo suficientemente rápido y me da un codazo en el hombro.

—¿Cierto? —,dice. —¿No es ese el objetivo? ¿Mantener la paz por ahora?


¿Intentar la diplomacia antes de empezar a volar la mierda?

—Sí, claro —,digo rápidamente. —Sí. Prevenir la guerra. Evitar las bajas. Jugar
bien.

—Está bien, entonces —, dice, y mira hacia otro lado. —Entonces tienes que
mantenerlo unido, niña. ¿Porque si empiezas a perderlo ahora? El Restablecimiento va a
comerte viva. Es lo que quieren. De hecho, es probablemente lo que están esperando.
Están esperando que tú autodestruyas toda esta mierda para ellos. Entonces no puedes
dejar que ellos vean esto. No puedes dejar que estas grietas se muestren.

Lo miro, sintiéndome repentinamente asustada.

Él envuelve un brazo alrededor de mi hombro. —No puedes estar estresada. Me


gusta esto. ¿Sobre algún papeleo? —Él niega con la cabeza. —Todos están mirándote
ahora. Todos están esperando a ver qué pasa después. O vamos a la guerra con los otros
sectores —infiernos, con el resto del mundo— o logramos ser geniales y negociar. Y
tienes que estar tranquila, J. Sencillamente, relájate.

Y no sé qué decir.

40
Porque la verdad es que él tiene razón. Estoy tan por encima de mi cabeza que ni
siquiera sé por dónde empezar. Ni siquiera me gradué de la escuela secundaria. Y ahora
se supone que tenga el valor de una vida de conocimiento sobre ¿relaciones
internacionales?

Warner fue diseñado para esta vida. Todo lo que hace, lo que es, lo que respira...

Él fue creado para dirigir.

¿Pero yo?

¿En qué demonios, pienso, me he metido?

¿Por qué creí que sería capaz de dirigir todo un continente? ¿Como pude
permitirme imaginar que una habilidad sobrenatural para matar cosas con mi piel de
repente me otorgaría una comprensión integral de la ciencia política?

Aprieto los puños con demasiada fuerza y—

dolor, dolor fresco.

—mientras mis uñas perforan la carne.

¿Cómo creí que las personas gobernaban el mundo? ¿Realmente imaginé que
sería tan sencillo? ¿Que podría controlar el tejido de la sociedad desde la comodidad de la
habitación de mi novio?

Solo ahora estoy empezando a comprender la amplitud de esta delicada telaraña


intrincadamente desarrollada de personas, posiciones y poder ya en lugar. Dije que
estaba listo para la tarea. Yo, una persona de diecisiete años que tiene poca experiencia
de vida; me ofrecí como voluntaria para este puesto. Y ahora, básicamente de la noche a
la mañana, tengo que seguir el ritmo. Y no tengo ni idea de lo que estoy haciendo.

¿Pero si no aprendo cómo administrar estas muchas relaciones? ¿Si no al menos


pretendo tener siquiera la más mínima idea de cómo voy a gobernar?

El resto del mundo podría destruirme tan fácilmente.

Y a veces no estoy segura de que salga vivo de esto.

41
Warner
—¿Cómo está James?

Soy el primero en romper el silencio. Es una sensación extraña. Nueva para mí.
Kent asiente con la cabeza en respuesta, sus ojos se centran en las manos que ha
abrochado enfrente de él. Estamos en el techo, rodeados de frío y concreto, sentados uno
al lado del otro en un rincón tranquilo al que a veces me retiro. Puedo ver todo el sector
desde aquí. El océano a lo lejos en la distancia. El sol haciendo su inactivo, enfoque de
mediodía. Civiles como soldados de juguete marchando de un lado a otro.

—Está bien —,finalmente dice Kent. Su voz es tensa. Él está usando nada más
que una camiseta y no parece estar molesto por el frío abrasador. Él toma una
respiración profunda. —Quiero decir, él es genial, ¿sabes? Él es tan bueno. Lo está
haciendo bien.

Asiento con la cabeza.

Kent levanta la vista, ríe de forma breve y nerviosa y mira hacia otro lado. —
¿Todo es tan loco? —él dice. —¿Estamos locos?

Los dos estamos en silencio por un minuto, el viento silba más fuerte que antes.

—No lo sé —,finalmente digo.

Kent golpea un puño contra su pierna. Exhala por su nariz. —Tú sabes que yo
nunca te dije esto. Antes. —Levanta la vista, pero no me mira. —Esa noche. Nunca lo
dije, pero quería que supieras que significó mucho para mí. Lo que tú dijiste.

Entrecerré los ojos en la distancia.

En realidad, es imposible emitir una disculpa por intentar matar alguien. Aun así,
lo intenté. Le dije que lo entendía entonces. Su dolor. Su enfado. Sus acciones. Le dije
que había sobrevivido a la crianza de nuestro padre para convertirse en una persona
mucho mejor de lo que yo sería alguna vez.

—Lo dije en serio —,le dije.

Kent ahora golpea su puño cerrado contra su boca. Aclara su garganta —Lo
siento, también, ya sabes. —Su voz está ronca. —Las cosas se pusieron tan jodidas.
Todo. Es un desastre.

—Sí, —le digo. —Lo es.

42
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —Finalmente se da vuelta para mirarme, pero
todavía no estoy listo para mirarlo a los ojos. —¿Cómo... cómo arreglamos esto?
¿Podemos arreglar esto? ¿Nos hemos excedido?

Pasé una mano por mi pelo recién cortado. —No lo sé —,le dije, en voz muy baja.
—Pero me gustaría arreglarlo.

—¿Sí?

Asiento con la cabeza.

Kent asiente varias veces a mi lado. —No estoy listo para decírselo a James
todavía.

Yo titubeo, sorprendido. —Oh.

—No por tu culpa —,dice rápidamente. —No eres tú el que me preocupa. Es solo
que —explicarlo significa explicar algo mucho más grande. Y yo no sé cómo decirle que
su padre era un monstruo. Aún no. Realmente pensé que él nunca tendría que saberlo.

En esto, miro hacia arriba. —¿James no sabe? ¿Cualquier cosa?

Kent niega con la cabeza. —Era tan pequeño cuando nuestra madre murió, y yo
siempre logré mantenerlo fuera de la vista cuando nuestro padre aparecía. Él piensa que
nuestro padres murieron en un accidente aéreo.

—Impresionante —,me escucho decir. —Eso fue muy generoso de tu parte.

Escucho la voz de Kent quebrarse cuando habla. —Dios, ¿por qué estoy tan mal
encima de él? ¿Por qué me importa?

—No lo sé —,le dije, sacudiendo la cabeza. —Estoy teniendo el mismo problema.

—¿Sí?

Asiento con la cabeza.

Kent deja caer su cabeza en sus manos. —Realmente nos jodió, hombre.

—Sí. Lo hizo.

Escucho a Kent resoplar dos veces, dos intentos agudos de mantener sus
emociones en orden, y aun así, le envidio su habilidad de ser tan abierto con sus
sentimientos. Yo saco un pañuelo del bolsillo interior de mi chaqueta y se lo paso.

—Gracias —,dice con fuerza.

43
Otro asentimiento.

—Entonces, um —¿qué pasa con tu cabello?

Estoy tan sorprendido por la pregunta que casi me estremezco. De hecho,


considero contarle toda la historia a Kent, pero me preocupa que me pregunte por qué
alguna vez dejé que Kenji toque mi pelo, y luego tendría que explicarle a Juliette sobre
las muchas, muchas solicitudes que me hace el idiota de su amigo. Y no creo que sea un
tema seguro para nosotros todavía. Entonces, en cambio, digo: —Un pequeño
contratiempo.

Kent levanta las cejas. Risas. —Uh huh.

Miro en su dirección, sorprendido.

Él dice: —Está bien, ya sabes.

—¿Qué cosa?

Kent está sentado más derecho ahora, mirando a la luz del sol. Estoy empezando
a ver las sombras de mi padre en su cara. Sombras de mí mismo. —Tú y Juliette —,él
dice.

Me congelo.

Él me mira. —De verdad. Está bien.

No puedo evitarlo cuando digo, aturdido, —No estoy seguro de que hubiera
estado bien conmigo, si nuestros roles se hubieran invertido.

Kent sonríe, pero parece triste. —Fui un verdadero idiota con ella al final —,dice.
—Así que supongo que obtuve lo que merecía. Pero en realidad no fue por ella, ¿sabes?
Todo eso. No se trataba de ella. —Él me mira por la esquina de su ojo. —Me había
estado ahogando por un tiempo, en realidad. Estaba muy triste, y realmente estresado, y
luego —se encoge de hombros, se aleja— honestamente, descubriéndote como mi
hermano casi me mata.

Parpadeo. Sorprendido una vez más.

—Sí. —Se ríe, sacudiendo la cabeza. —Sé que ahora parece raro, pero en su
momento solo... no sé, hombre, pensé que eras un sociópata. Estaba tan preocupado de
que supieras que estábamos relacionados y luego, quiero decir, no sé, yo pensé que
tratarías de matarme o algo así.

Él duda. Me mira

44
Murga.

Solo entonces me doy cuenta, sorprendido una vez más, de que quiere que niegue
esto. Para decir que no fue así.

Pero puedo entender su preocupación. Entonces digo, —Bien. Intenté matarte


una vez, ¿no es así?

Los ojos de Kent se abren. —Es demasiado pronto para eso, hombre. Esa mierda
todavía no es graciosa.

Miro hacia otro lado cuando digo: —No estaba haciendo una broma.

Puedo sentir a Kent mirándome, estudiándome, tratando, supongo, de dotarme


sentido a mí o a mis palabras. Quizás ambas. Pero es difícil saber lo que está pensando.
Es frustrante tener una habilidad sobrenatural que me permite saber las emociones de
todos, excepto las suyas. Me hace sentir fuera de equilibrio a su alrededor. Como si
hubiera perdido la vista.

Finalmente, Kent suspira.

Parece que he pasado una prueba.

—De todos modos, —dice, pero suena un poco incierto ahora, —estaba bastante
seguro de que vendrías detrás de mí. Y todo en lo que podía pensar era que si moría,
James moriría. Soy todo su mundo, ¿sabes? Me matas, lo matas. —Mira sus manos. —
Dejé de dormir por la noche. Dejé de comer. Estaba perdiendo mi mente. No podía
manejarlo, nada de eso, ¿y tú estabas viviendo con nosotros? Y luego todo con Juliette,
yo solo, no sé. —Suspira, largo y ruidoso. Tembloroso. —Yo era un imbécil. Le quité
todo a ella. La culpé por todo. Por alejarse de lo que pensé que era una de las pocas cosas
seguras en mi vida Es mi culpa, de verdad. Mi propio equipaje. Todavía tengo mucha
mierda para resolver —,dice finalmente. —Tengo problemas con las personas que dejo
detrás.

Por un momento, me quedo sin palabras.

Nunca había pensado en Kent como capaz de pensamientos complejos. Mi


habilidad para sentir las emociones y su habilidad para extinguir los dones
preternaturales ha hecho de nosotros un emparejamiento extraño: siempre me había
visto obligado a concluir que carecía de todo pensamiento y sentimiento Resulta que es
bastante más hábil emocionalmente de lo que esperaba. Vocal, también.

45
Pero es extraño ver a alguien con mi ADN compartido hablar tan libremente.
Admitiendo en voz alta sus miedos y defectos. Es demasiado crudo, como mirar
directamente al Sol. Tengo que mirar hacia otro lado.

En definitiva, solo digo —Entiendo.

Kent se aclara la garganta.

—Así que. Sí —,dice. —Creo que solo quería decir que Juliette tenía razón. Al
final, ella y yo nos distanciamos. Todo esto —hace un gesto entre nosotros— me hizo
darme cuenta de muchas cosas. Y ella tenía razón. Siempre he estado tan desesperado
por algo, algún tipo de amor, o afecto, o algo así. No sé. —,dice, sacudiendo la cabeza. —
Creo que quería creer que ella y yo teníamos algo que no era así. Estaba en un lugar
diferente entonces. Diablos, yo era una persona diferente. Pero ahora sé cuáles son mis
prioridades.

Lo miro entonces, una pregunta en mis ojos.

—Mi familia —,dice, encontrando mi mirada. —Eso es todo lo que me importa


ahora.

46
Juliette
Nos dirigimos lentamente a la base.

No tengo prisa por encontrar a Warner solo para tener lo que probablemente sea
un conversación difícil y estresante, así que me tomo mi tiempo. Me abro paso por el
detritus de guerra, serpenteando a través de los restos grises de los compuestos mientras
dejo atrás el territorio no regulado y los restos manchados de lo que solía ser. Siempre lo
siento cuando nuestra caminata casi ha llegado a su fin; siento una gran nostalgia para
las casas de galletas, las vallas, las tiendas pequeñas y tapiadas y viejos bancos
abandonados y edificios que forman las calles de césped no regulado. Me gustaría
encontrar una manera de traer todo de vuelta otra vez.

Respiro hondo y disfruto de la ráfaga de aire crujiente y helado mientras quema


en mis pulmones. El viento se envuelve a mi alrededor, tirando y empujando y bailando,
azotando mi cabello en un frenesí, y me apoyo en él, me pierdo en él, abro mi boca para
inhalarlo. Estoy a punto de sonreír cuando Kenji me lanza una mirada oscura y me
estremezco, disculpándome con mis ojos.

Mi disculpa poco entusiasta hace poco para aplacarlo.

Forcé a Kenji a tomar otro desvío hacia el océano, que a menudo es mi parte
favorita de nuestra caminata. Kenji, por otro lado, realmente lo odia, y también lo hacen
sus botas, una de las cuales quedó atascada en el barro que ahora se aferra a lo que solía
ser arena limpia.

—Todavía no puedo creer que te guste mirar esa asquerosidad, infestada de orina.

—No está infestada, exactamente —,señalo. —Castle dice que definitivamente es


más agua que orina.

Kenji solo me mira.

Todavía está murmurando por lo bajo, quejándose de que sus zapatos estén
empapados en "agua de pis", como le gusta llamarlo, a medida que avanzamos por la
principal carretera. Me alegra ignorarlo, decidida a disfrutar lo último de esta pacífica
hora, ya que es una de las únicas horas que tengo para mí en estos días. Me entretengo y
miro hacia atrás en las aceras agrietadas y los techos de nuestro viejo mundo, intentando
—y de vez en cuando teniendo éxito— recordar un momento en que las cosas no eran
tan desoladas.

—¿Alguna vez lo extrañas? —Le pregunto a Kenji. —¿Cómo eran las cosas?

47
Kenji está de pie sobre un pie, sacudiendo algún tipo de lodo de una bota de
cuero, cuando mira hacia arriba y frunce el ceño. —No sé lo que piensas que recuerdas, J,
pero como solían ser las cosas no era mucho mejor a la forma en son ahora.

—¿Qué quieres decir?, —le pregunté, apoyándome en el poste de un viejo letrero


de la calle.

—¿Qué quieres decir?, —contesta. —¿Cómo puedes extrañar algo sobre tu vieja
vida? Pensé que odiabas tu vida con tus padres. Pensé que dijiste que fueron horribles y
abusivos.

—Lo fueron, —digo, alejándome. —Y no teníamos mucho. Pero había algunas


cosas que me gusta recordar, algunos buenos momentos, antes de que El
Restablecimiento estuviera en el poder. Creo que solo extraño las pequeñas cosas que
solían hazme feliz. —Lo miro y sonrío. —¿Entiendes?

Él levanta una ceja.

—Como el sonido del camión de helados por las tardes, —le digo. —O el cartero
haciendo sus rondas. Solía sentarme junto a la ventana y mirar a la gente llega a casa del
trabajo por la noche. —Miro hacia otro lado, recordando. —Eso era agradable.

—Hm

—¿No lo crees?

Los labios de Kenji se tuercen en una sonrisa triste mientras inspecciona su bota,
ahora libre de lodo —No lo sé, niña. Esos camiones de helados nunca entraron en mi
barrio. El mundo que recuerdo era cansado, racista y volátil como el infierno, listo para
una toma hostil por un régimen de mierda. Ya estábamos divididos. La conquista fue
fácil. —Toma una respiración profunda. Exhala mientras dice, —De todos modos, me
escapé de un orfanato cuando tenía ocho años, así que no recuerde mucha de esa mierda
cursi, de todas formas.

Me congelo, aturdida. Me lleva un segundo encontrar mi voz. —¿Viviste en un


orfanato?

Kenji asiente antes de ofrecerme una risa corta y sin humor. —Sí. Yo había
estado viviendo en las calles durante un año, haciendo autostop a través del estado, lo sé,
antes teníamos sectores, hasta que Castle me encontró.

—¿Qué? —Mi cuerpo se pone rígido. —¿Por qué nunca me has contado esta
historia? Todas esas veces, y nunca dijiste...

Él se encoge de hombros.
48
—¿Alguna vez conociste a tus padres?

Él asiente, pero no me mira.

Siento que se me hiela la sangre. —¿Que les pasó a ellos?

—No importa.

—Por supuesto que importa, le digo, y le toco el codo. —Kenji—

—No es importante, —dice, separándose. —Todos tenemos problemas. Todos


tenemos equipaje. No hay necesidad de detenerse en eso.

—Esto no se trata de vivir en el pasado, —digo. —Sólo quiero saber. Tu vida, tu


pasado, me importa. —Y por un momento recuerdo de nuevo a Castle —sus ojos, su
urgencia— y su insistencia en que hay más que necesito conocer del pasado de Warner,
también.

Todavía queda mucho por aprender sobre las personas que me importan.

Kenji finalmente sonríe, pero lo hace lucir cansado. Finalmente, él suspira. Él


trota unos pocos pasos agrietados que llevan a la entrada de una vieja biblioteca y se
sienta sobre el concreto frío. Nuestros guardias armados nos están esperando, recién
salidos de visión.

Kenji acaricia el lugar junto a él.

Subo los escalones para unirme a él.

Estamos mirando hacia una antigua intersección, viejos semáforos y líneas


eléctricas aplastadas y enredadas en el pavimento, cuando dice:

—Entonces, sabes que soy japonés, ¿verdad?

Asiento con la cabeza.

—Bien. Donde crecí, la gente no estaba acostumbrada a ver caras como la mía.
Mis padres no nacieron aquí; hablaban japonés e inglés regular. A algunas personas no le
gustó eso. De todos modos, vivíamos en un área difícil, —explica, —con mucha gente
ignorante. Y justo antes de que el Restablecimiento comenzara a hacer campaña,
prometiendo resolver todos los problemas de nuestra gente borrando culturas y lenguas
y religiones y lo que sea, las relaciones raciales estaban en su peor momento. Hubo
mucha violencia en todo el continente. Comunidades chocando. Matándose unos a
otros. Solo por tener el color equivocado en el incorrecto tiempo —hace una pistola con
sus dedos, la lanza al aire —la gente te haría desaparecer. Lo evitamos, principalmente.

49
Las comunidades asiáticas nunca lo tuvieron tan mal como las comunidades negras, por
ejemplo. Las comunidades negras lo tenían peor —Castle puede constatar todo sobre eso,
—dice. —Castle tiene los más locos cuentos. Pero lo peor que le había pasado a mi
familia, por lo general, era la gente hablando mierda cuando saliéramos juntos. Recuerdo
que mi madre nunca quería salir de la casa .

Siento mi cuerpo tenso.

—De todos modos. —Se encoge de hombros. —Mi papá solo —tu sabes— él no
podía simplemente pararse allí y que la gente dijera tonterías estúpidas sobre su familia,
¿verdad? Entonces él se enfurecía. No era como si esto estuviera sucediendo siempre o
lo que fuera, pero cuando lo hacía, a veces el altercado terminaría en una discusión, y
algunas veces en nada. No parecía el fin del mundo. Pero mi madre siempre estaba
rogándole a mi papá que lo deje ir, y él no pudo. —Su rostro se oscurece. —Y yo no lo
culpo.

—Un día, —dice Kenji, —terminó realmente mal. Todos tenían pistolas en esos
días, ¿recuerdas? Los civiles tenían armas. Loco de imaginar ahora, bajo El
Restablecimiento, pero en aquel entonces, todos estaban armados, solos. —Hace una
pausa corta —Mi papá también compró un arma. Dijo que la necesitábamos, por las
dudas. Para nuestra propia protección. —Kenji no me está mirando cuando dice: —Y la
próxima vez que se produjo una mierda estúpida, mi padre se puso demasiado valiente.
Ellos usaron su arma contra él. Papá recibió un disparo. Mamá recibió un disparo
tratando de detenerlo. Yo tenía siete años.

—¿Tú estabas ahí?

El asiente. —Vi que todo se vino abajo.

Cubro mi boca con ambas manos. Mis ojos pican con lágrimas derramadas.

—Nunca le he contado esa historia a nadie, —dice, arrugando su frente. —Ni


siquiera a Castle.

—¿Qué? —Dejé caer las manos. Mis ojos se ensanchan. —¿Por qué no?

Él sacude la cabeza. —No sé, —dice en voz baja, y mira fijamente a la distancia.
—Cuando conocí a Castle, todo estaba tan fresco, ¿sabes? Todavía demasiado real.
Cuando quiso saber mi historia, le dije que no quería hablar al respecto. Nunca. —Kenji
me mira. —Eventualmente, él simplemente se detuvo de preguntar.

Solo puedo mirarlo, aturdida. Sin palabras.

50
Kenji mira hacia otro lado. Casi habla consigo mismo cuando dice: —Se siente
tan extraño haber dicho todo eso en voz alta. —Toma una respiración repentina y aguda,
se pone de pie y gira la cabeza para que no pueda ver su rostro. Lo escucho inhalar duro,
dos veces Y luego se mete las manos en los bolsillos y dice: —¿Sabes? Creo que podría
ser el único de nosotros que no tenga problemas con papá. Me gustó la mierda de mi
padre.

Todavía estoy pensando en la historia de Kenji, y sobre cuánto más hay para
saber sobre él, sobre Warner, sobre todos a los que he llegado a llamar amigos, cuando la
voz de Winston me sobresalta de vuelta el presente.

—Aún estamos averiguando exactamente cómo dividir las habitaciones, —dice.


—Pero está viniendo muy bien. De hecho, estamos un poco adelantados al respecto
sobre la organización de las habitaciones, —dice. —Warner aceleró el trabajo en el ala
este, por lo que podemos comenzar a movernos mañana.

Hay una breve ronda de aplausos. Alguien aplaude.

Estamos haciendo un breve recorrido por nuestra nueva sede.

La mayoría del espacio aún está en construcción, por lo que, en su mayor parte, lo
que estamos viendo es un lío ruidoso y polvoriento, pero estoy emocionada de ver el
progreso. Nuestro grupo necesitaba desesperadamente más habitaciones, más baños,
escritorios y estudios. Y tenemos que establecer un verdadero centro de comando desde
el cual podamos hacer el trabajo. Este será, afortunadamente, el comienzo de ese nuevo
mundo. El mundo en el que soy el comandante supremo.

Loco.

Por ahora, los detalles de lo que hago y controlo todavía se están desarrollando.
No desafiaremos a otros sectores o a sus líderes hasta que tengamos una mejor idea de
quienes podrías ser nuestros aliados, y eso significa que necesitaremos un poco más de
tiempo. —La destrucción del mundo no ocurrió de la noche a la mañana, y tampoco su
salvación. —A Castle le gusta decir eso, y creo que tiene razón. Necesitamos reflexionar
sobre las decisiones a medida que avanzamos y hacemos un esfuerzo para ser el poder
diplomático, ser la diferencia entre la vida y la muerte. Sería mucho más fácil hacer
progreso global, por ejemplo, si no fuéramos los únicos con la visión del cambio.

Necesitamos forjar alianzas.

Pero la conversación de Castle conmigo esta mañana me ha dejado un poco


nerviosa. No estoy segura de cómo sentir más o qué esperar. Solo sé, a pesar de la cara

51
valiente que pongo para los civiles, que no quiero saltar de una guerra a otra; no quiero
tener que masacrar a todos los que están en mi camino. La gente del Sector 45 confía en
mí con sus seres queridos, con sus hijos y cónyuges que se han convertido en mis
soldados, y no quiero arriesgar más de sus vidas a menos que sea absolutamente
necesario. Estoy esperando aliviar dentro de esto. Espero que haya una posibilidad,
incluso la más pequeña, de que la semi cooperación de mis sectores compañeros y los
otros cinco supremos comandantes podría significar buenas cosas para el futuro. Me
pregunto si podría ser capaz de unirse sin más derramamiento de sangre.

—Eso es ridículo. E ingenuo, —dice Kenji.

Miro hacia arriba al sonido de su voz, miro alrededor. Él está hablando con Ian.
Ian Sánchez, alto y delgado, con un poco de actitud pero buen corazón. El único de
nosotros sin superpoderes, sin embargo. No es que importe.

Ian está de pie, con los brazos cruzados contra el pecho, la cabeza inclinada hacia
un lado, ojos en el techo. —No me importa lo que pienses—

—Bueno, lo hago. —Escucho que Castle interrumpe. —Me importa lo que piense
Kenji, —está diciendo.

—Pero—

—Me importa lo que pienses, Ian, —dice Castle, —pero tienes que ver que Kenji
tiene razón en este caso. Tenemos que acercarnos a todo con gran precaución. No
podemos saber con certeza qué sucederá después.

Ian suspira, exasperado. —Eso no es lo que estoy diciendo. Lo que estoy diciendo
es que no entiendo por qué necesitamos todo este espacio. No es necesario.

—Espera, ¿cuál es el problema aquí? —Pregunto, mirando a mi alrededor. Y


luego, a Ian: —¿Por qué no te gusta el nuevo espacio?

Lily pone un brazo alrededor de los hombros de Ian. —Ian está triste, —dice
sonriendo. —Él no quiere interrumpir la fiesta de pijamas.

—¿Qué? —Frunzo el ceño.

Kenji se ríe.

Ian frunce el ceño. —Creo que estamos bien donde estamos, —dice. "No sé por
qué tenemos que pasar a todo esto, —dice, con los brazos abiertos mientras escanea el
espacio cavernoso. —Se siente como que tentáramos al destino. ¿Nadie recuerda qué
pasó la última vez que construimos una gran guarida?

52
Miro cómo Castle se encoge.

Creo que todos lo hacemos.

Punto Omega, destruido. Bombardeado a la nada. Décadas de trabajo duro


borrado en un momento.

—Eso no va a volver a suceder, —le digo con firmeza. —Además, estamos más
protegido aquí de lo que alguna vez estuvimos antes. Tenemos todo un ejército detrás de
nosotros ahora. Estamos más seguros en este edificio de lo que estaríamos en cualquier
otro lugar.

Mis palabras se encontraron con un coro inmediato de apoyo, pero aun así me
erizo, porque sé que lo que dije es parcialmente cierto.

No tengo forma de saber qué va a pasar con nosotros o por cuánto tiempo lo
haremos durar aquí. Lo que sí sé es que necesitamos el nuevo espacio, y tenemos que
establecer un fuerte mientras todavía tenemos los fondos. Nadie ha tratado de cortarnos
o cerrarnos abajo todavía; ninguna sanción ha sido impuesta por otros continentes o
comandantes. No todavía, de todos modos. Lo que significa que tenemos que reconstruir
mientras todavía tenemos los medios para hacerlo.

Pero esto—

¿Este enorme espacio dedicado solo a nuestros esfuerzos?

Esto fue todo lo que hizo Warner.

Él fue capaz de vaciar un piso completo para nosotros, el último piso, el


decimoquinto histórico de la sede del Sector 45. Tomó una enorme cantidad de esfuerzo
el transferir y distribuir el valor total de personas, trabajo y mobiliario a otros
departamentos, pero de alguna manera, lo logró. Ahora el nivel está siendo
reacondicionado específicamente para nuestras necesidades.

Una vez que haya terminado, tendremos la tecnología más avanzada que nos
permitirá no solo el acceso a la investigación y la vigilancia que necesitaremos, sino las
herramientas necesarias para Winston y Alia para continuar construyendo cualquier
dispositivo, artilugio y uniforme que podríamos necesitar. Y a pesar de que el Sector 45
ya tiene su propia ala médica, necesitaremos un área segura para que Sonya y Sara
trabajen, desde donde podrán continuar desarrollando antídotos y sueros que podrían
algún día salvar nuestras vidas.

Estoy a punto de señalar esto cuando Delalieu entra a la habitación.

—Suprema, —dice, con un gesto en mi dirección.


53
Al sonido de su voz, todos giramos.

—¿Sí, teniente?

Hay un ligero temblor en sus palabras cuando dice: —Tiene un visitante, señora.
Él está solicitando diez minutos de su tiempo.

—¿Un visitante? —Me giro instintivamente, encontrando a Kenji con mis ojos.
Él se ve solo tan confundido como yo.

—Sí, señora, —dice Delalieu. —Está esperando abajo en la principal sala de


recepción.

—¿Pero quién es esta persona? —Pregunto preocupada. —¿De dónde vino él?

—Su nombre es Haider Ibrahim. Él es el hijo del comandante supremo de Asia.

Siento mi cuerpo atrapado en repentina aprensión. No estoy segura de ser buena


escondiendo el pánico que me sobresalta cuando digo: —¿El hijo del supremo comandante de
Asia? ¿Dijo por qué está aquí?

Delalieu niega con la cabeza. —Lamento decir que se negó a responder a


cualquiera de mis preguntas más detalladas, señora.

Estoy respirando con dificultad, la cabeza dando vueltas. De repente, todo en lo


que puedo pensar es en la preocupación de Castle por Oceanía esta mañana. El miedo en
sus ojos. Las varios preguntas que se negó a responder.

—¿Qué le digo, señora? —Delalieu pregunta otra vez.

Siento que mi corazón se acelera. Cierro mis ojos. Eres un comandante supremo,
me digo a mí mismo. Actúa como tal.

—¿Señora?

—Sí, por supuesto, dile que estaré justo allí—

—Sra. Ferrars. —La voz aguda de Castle atraviesa la niebla de mi mente.

Miro en su dirección.

—Sra. Ferrars, —dice nuevamente, una advertencia en sus ojos. —Quizás


deberías esperar

—¿Esperar? —Digo. —¿Esperar para qué?

54
—Espere para encontrarse con él hasta que el Sr. Warner pueda estar allí
también.

Mi confusión sangra por la ira. —Aprecio tu preocupación, Castle, pero yo puedo


hacer esto por mi cuenta, gracias.

—Sra. Ferrars, le suplico que lo reconsidere. Por favor, —dice, con más urgencia
ahora, —debe entender, esto no es poca cosa. El hijo de un supremo comandante, podría
significar tanto...

—Como dije, gracias por tu preocupación. —Lo interrumpo, mis mejillas se


inflamaron. Últimamente, he estado sintiendo que Castle no tiene fe en mí, como si no
estuviera apoyándome en absoluto, y me hace pensar en la conversación de esta mañana.
Eso me hace preguntarme si puedo confiar en cualquier cosa que diga. ¿Qué tipo de
aliado se para justo aquí y señala mi ineptitud frente a todos? Es todo lo que puedo hacer
no gritarle cuando digo: —Puedo asegurarte, estaré bien.

Y luego, a Delalieu:

—Teniente, por favor dígale a nuestro visitante que bajaré en un momento.

—Sí, señora. —Otro asentimiento, y Delalieu se fue.

Desafortunadamente, mi valentía sale por la puerta con él.

Ignoro a Castle mientras busco en la habitación la cara de Kenji; para toda mi


gran charla, yo en realidad no quiero hacer esto sola. Y Kenji me conoce bien.

—Oye, estoy aquí. —Cruza la habitación en solo unos pasos, estando a mi lado en
segundos.

—Vendrás conmigo, ¿verdad? —Susurré, tirando de su manga como un niño.

Kenji se ríe. —Estaré donde sea que me necesites, niña.

55
Warner
Tengo un gran temor de ahogarme en el océano de mi propio silencio.

En el ritmo constante que acompaña a la tranquilidad, mi mente no es amable


conmigo. Pienso demasiado. Siento, quizás, mucho más de lo que debería. Sería solo una
ligera exageración al decir que mi objetivo en la vida es dejar atrás mi mente, mis
recuerdos.

Así que tengo que seguir moviéndome.

Solía retirarme al subsuelo cuando quería una distracción. Solía encontrar


comodidad en nuestras cámaras de simulación, en los programas diseñados para
preparar soldados para el combate. Pero como hemos movido recientemente un equipo
de soldados bajo tierra en todo el caos de la nueva construcción, estoy sin respiro. No
tengo otra opción más que subir.

Entro en el hangar a paso rápido, mis pasos resuenan en el vasto espacio mientras
me muevo, casi instintivamente, hacia los helicópteros del ejército estacionados en el
extremo derecho del ala. Los soldados me ven y saltan rápidamente de mi camino, sus
ojos traicionando su confusión incluso mientras me saludan. Asiento solo una vez en su
dirección, no ofreciendo ninguna explicación mientras trepo hacia el avión. Coloco unos
auriculares sobre mi cabeza y hablan en voz baja por la radio, alertando a nuestros
controladores de aire de mi intención de tomar vuelo, y me amarro al asiento frontal. El
escáner de retina toma mi identificación automáticamente. Realizo los chequeos pre-
vuelo. Enciendo el motor y el rugido es ensordecedor, incluso a través los auriculares
insonorizados. Siento que mi cuerpo comienza a aflojarse.

Pronto, estoy en el aire.

Mi padre me enseñó a disparar un arma cuando tenía nueve años. Cuando yo


tenía diez, me abrió la parte posterior de la pierna y me mostró cómo suturar mis
propias heridas A los once me rompió el brazo y me abandonó en la selva por dos
semanas. A los doce años me enseño a construir y desactivar mis propias bombas. Él
comenzó a enseñarme a volar aviones cuando tenía trece años.

Él nunca me enseñó a andar en bicicleta. Aprendí por mi cuenta.

Desde miles de pies sobre el suelo, el Sector 45 parece un medio ensamblado


juego de mesa. La distancia hace que el mundo se sienta pequeño y superable, una

56
pastilla fácil de tragar. Pero sé el engaño muy bien, y es aquí, sobre las nubes, que
finalmente entiendo a Ícaro. Yo también estoy tentado de volar demasiado cerca del sol.
Es solo mi incapacidad para ser poco práctico lo que me mantiene atado a la tierra. Así
que tomo un respiro para estabilizarme y vuelvo al trabajo.

Estoy haciendo mis rondas aéreas un poco antes de lo habitual, por lo que las
vistas a continuación son diferentes de las que he comenzado a esperar todos los días. En
un día promedio estoy aquí a última hora de la tarde, revisando a los civiles cuando
salen del trabajo para intercambiar sus dólares REST en los Centros de Abastecimiento
locales. Por lo general se escabullen de regreso a sus compuestos poco después, cargados
con nuevos víveres comprados y la desalentadora realización de que tendrán que hacer
todo de nuevo al día siguiente. En este momento, todos todavía están trabajando,
dejando la tierra vacía de sus hormigas obreras. El paisaje es extraño y hermoso de lejos,
el océano vasto, azul e impresionante. Pero soy muy consciente de la superficie picada
de viruela del mundo.

Esta extraña y triste realidad que mi padre ayudó a crear.

Aprieto mis ojos cerrados, mi mano agarrando el acelerador. Simplemente


también hay mucho para enfrentar hoy.

Primero, la comprensión desarmante de que tengo un hermano cuyo corazón es


tan complicado y defectuoso como el mío.

Segundo, y quizás el más ofensivo: lo inminente, que induce a la ansiedad


producto de mi pasado

Todavía no he hablado con Juliette sobre la inminente llegada de nuestros


invitados, y, si soy sincero, ya no estoy seguro de querer hacerlo. Nunca he discutido
gran parte de mi vida con ella. Nunca le conté historias de mis amigos de la infancia, sus
padres, la historia del Restablecimiento y mi papel dentro de éste. Nunca ha habido
tiempo. Nunca el momento correcto. Si Juliette ha sido comandante supremo durante
diecisiete días, ella y yo solo hemos estado en una relación durante dos días más que eso.

Los dos hemos estado ocupados.

Y acabamos de superar mucho, todas las complicaciones entre nosotros, toda la


distancia y la confusión, los malentendidos. Ella no me tiene confianza completa. Sé que
solo yo tengo la culpa de lo que sucedió entre nosotros, pero me preocupa que la fealdad
pasada haya inspirado en ella el instinto de dudar de mí; es probable que sea un músculo
bien desarrollado ahora. Y estoy seguro de que diciéndole más sobre mi innoble vida
solo empeorará las cosas al inicio de una relación que deseo desesperadamente preservar.
Proteger.

57
Entonces, ¿cómo empiezo? ¿Dónde empiezo?

El año en que cumplí dieciséis años, nuestros padres, los comandantes supremos,
decidieron que todos deberíamos turnarnos para dispararnos el uno al otro. No matar,
simplemente neutralizar. Querían que supiéramos cómo se sentía una herida de bala.
Ellos querían que fuéramos capaces de entender el proceso de recuperación. Sobre todo,
querían que supiéramos que incluso nuestros amigos algún día podrían volverse contra
nosotros.

Siento mi boca torcerse en una sonrisa infeliz.

Supongo que fue una lección que valió la pena. Después de todo, mi padre ahora
está a seis pies debajo de la tierra y sus viejos amigos no parecen importarle. Pero el
problema fue lo que mi padre, un maestro tirador, me había enseñado. Peor, yo había
estado practicando ya todos los días durante cinco años, dos años antes que los otros, y,
como resultado, fui más rápido, más agudo y más cruel que mis compañeros. Yo no
dudé. Disparé a todos mis amigos antes de que ellos recogieran sus armas.

Ese fue el primer día que sentí, con certeza, que mi padre estaba orgulloso de mí.
Había pasado tanto tiempo buscando desesperadamente su aprobación y ese día,
finalmente lo tuve. Me miró de la manera en que siempre había esperado que lo hiciera:
como si él se preocupara por mí. Como un padre que vio un poco de sí mismo en su hijo.
La realización me envió al bosque, donde de inmediato vomité en los arbustos.

Solo me ha golpeado una bala una vez.

La memoria todavía me mortifica, pero no me arrepiento. Me lo merecía. Por mal


entendiéndola, por maltratarla, por estar perdida y confundida. Pero he estado
esforzándome tanto por ser un hombre diferente; ser, si no más amable, entonces al
menos, mejor. No quiero perder el amor que he llegado a apreciar.

Y no quiero que Juliette sepa mi pasado.

No quiero compartir historias de mi vida que solo me disgustan y me revuelven,


historias que colorearían su impresión de mí. No quiero que ella sepa cómo pasé mi
tiempo como un niño. Ella no necesita saber cuántas veces mi padre me obligó a verlo
desollar animales muertos, cómo todavía puedo sentir las vibraciones de sus gritos en
mis oídos mientras me pateaba, una y otra vez, cuando me atreví a mirar hacia otro lado.
Prefiero no recordar las horas que pasé encadenado en un cuarto oscuro, obligado a
escuchar los sonidos emitidos de mujeres y niños gritando por ayuda. Se suponía que
todo debía fortalecerme, había dicho. Se suponía que me ayudaría a sobrevivir.

En cambio, la vida con mi padre solo me hizo desear la muerte.

58
No quiero decirle a Juliette que siempre había sabido que mi padre era infiel, que
había abandonado a mi madre hace mucho, mucho tiempo, que siempre había querido
asesinarlo, que lo había soñado, lo había planeado, esperaba romper su cuello usando las
mismas habilidades que me había dado.

Cómo fallé. Cada vez.

Porque soy débil

No lo extraño. No extraño su vida. No quiero a sus amigos o a su huella en mi


alma. Pero por alguna razón, sus viejos camaradas no me dejan ir.

Vienen a recoger su libra de carne, y me temo que esta vez, terminaré pagando
con mi corazón.

59
Juliette
Kenji y yo estamos en la habitación de Warner, la que se convirtió en mi
habitación, y estamos parados en el medio del armario mientras le arrojo ropa, tratando
de averiguar qué ponerme.

—¿Qué te parece esto?, —Le dije, arrojando algo brillante en su dirección. —¿O
esto? —Le echo otra bola de tela.

—No sabes nada de ropa, ¿verdad?

Me doy vuelta e inclino la cabeza. —Lo siento, ¿cuándo se suponía que iba a
aprender sobre moda, Kenji? ¿Cuando estaba creciendo sola y torturada por mis
horribles padres? ¿O tal vez cuando estaba supurando en un manicomio?

Eso lo calla.

—¿Y? —Dije, asintiendo con mi barbilla. —¿Cuál?

Levanta las dos piezas que le arrojé y frunce el ceño. —¿Me estás haciendo elegir
entre un vestido corto y brillante y un par de pantalones de pijama? Quiero decir que yo
¿supongo que elijo el vestido? Pero no creo que vaya a ir bien con esos tenis raquíticos
que siempre llevas puestos.

—Oh. —Miro hacia abajo a mis zapatos. —Bueno, no sé. Warner eligió estas
cosas para mí hace mucho tiempo, antes incluso de conocerme. Es todo lo que tengo, —
digo, mirando hacia arriba. —Estas prendas son de cuando llegué al Sector 45.

—¿Por qué no te pones tu traje?, —dice Kenji, apoyado contra la pared. —¿El
nuevo que Alia y Winston hicieron para ti?

Niego con la cabeza. —No han terminado de arreglarlo todavía. Y todavía tiene
manchas de sangre de cuando le disparé al padre de Warner. Además, —digo, tomando
un profundo aliento, —ese era un yo diferente. Yo usaba esos trajes de pies a cabeza
cuando pensaba que tenía que proteger a la gente de mi piel. Pero ahora soy diferente.
Puedo apagarme. Yo puedo ser… normal. —Intento sonreír. —Entonces quiero vestirme
como un persona normal.

—Pero no eres una persona normal.

—Lo sé. —Un frustrante calor calienta mis mejillas. —Yo solo… yo creo que me
gustaría vestir como tal. ¿Tal vez por un tiempo? Nunca he podido actuar de mi edad y
solo quiero sentir un poco...

60
—Lo entiendo, —dice Kenji, interrumpiéndome con una mano. Él me
inspecciona de arriba a abajo. Dice: —Bueno, quiero decir, si ese es el aspecto que buscas,
creo que pareces una persona normal en este momento. Esto funcionará. —Agita en
dirección general a mi cuerpo

Estoy usando pantalones vaqueros y un suéter rosa. Mi cabello está recogido en


una alta cola de caballo. Me siento cómoda y normal, pero también me siento como que
no logro fingir que tengo tan solo diecisiete años.

—Pero se supone que soy el comandante supremo de América del Norte, —digo.
—¿Crees que está bien si estoy vestida así? Warner siempre está usando trajes elegantes,
¿sabes? O simplemente, como, ropa realmente bonita. Él siempre se ve tan en equilibrio,
tan intimidante.

—¿Dónde está él, por cierto? —Kenji me interrumpe. —Quiero decir, sé que no
quieres escuchar esto, pero estoy de acuerdo con Castle. Warner debería estar aquí para
esta reunión.

Respiro profundamente. Intento calmarme. —Sé que Warner lo sabe todo ¿bien?
Sé que él es el mejor en básicamente todo, que que nacido para esta vida. Su padre lo
estaba preparando para liderar el mundo. ¿En otra la vida, otra realidad? Se suponía que
este era su papel. Yo sé eso. Lo hago.

—¿Pero?

—Pero no es el trabajo de Warner, ¿verdad?, —dije con enojo. —Es mío. Y estoy
intentando no confiar en él todo el tiempo. Quiero intentar hacer algunas cosas por mi
cuenta ahora. Para hacerme cargo.

Kenji no parece convencido. —No sé, J. Creo que este es uno de esos momentos
en los que aún deberías confiar en él. Él conoce este mundo mucho mejor que nosotros,
y, como bonus, él podría decirte lo que debes estar usando. —Kenji se encoge de
hombros. —La moda realmente no es mi área de especialización.

Recojo el vestido corto y brillante y lo examino.

Hace poco más de dos semanas combatí por mi cuenta a cientos de soldados.
Aplasté la garganta de un hombre en mi puño. Puse dos balas a través de la rente de
Anderson sin dudas ni remordimientos. Pero aquí, mirando a un armario lleno de ropa,
estoy intimidada.

—Tal vez debería llamar a Warner, —le dije, mirando por encima de mi hombro a
Kenji.

61
—Sí. Él me señala. —Buena idea.

Pero entonces,

—No, no importa, —le digo. —Está bien. Estaré bien, ¿verdad? Quiero decir,
¿cuál es la gran cosa? Él es solo un niño, ¿verdad? Solo el hijo de un comandante
supremo. No un comandante supremo real. ¿Correcto?

—Uhhh, todo es una gran cosa, J. Los hijos de los comandantes son todos, como,
otros Warners. Básicamente son mercenarios. Y todos han sido preparados para tomar
los lugares de sus padres—

—Sí, no, definitivamente debería hacer esto por mi cuenta. —Estoy mirando en
un espejo ahora, tirando de mi cola de caballo apretada. —¿Correcto?

Kenji está sacudiendo la cabeza.

—Sí. Exactamente. —Asiento.

—Uh uh. No. Creo que esta es una mala idea.

—Soy capaz de hacer algunas cosas por mi cuenta, Kenji, —respondo. —No soy
totalmente despistada.

Kenji suspira. —Lo que sea que digas, princesa.

62
Warner
—Señor Warner, por favor, señor Warner, disminuya la velocidad, hijo.

Me detengo demasiado de repente, girando bruscamente sobre mi talón. Castle


me está persiguiendo por el pasillo, agitando una mano frenética en mi dirección. Me
encuentro con sus ojos con una expresión suave

—¿Puedo ayudarte?

—¿Dónde has estado?, —dice, obviamente sin aliento. —He estado buscándote en
todas partes.

Levanto una ceja, luchando contra el impulso de decirle que mi paradero no es de


su incumbencia —Tenía que hacer algunas rondas aéreas.

Castle frunce el ceño. —¿Normalmente no haces eso más tarde?

En esto, casi sonrío. —Me has estado observando.

—No finjamos. Tú también me has estado observando.

Ahora realmente sonrío. —¿Lo hice?

—Piensas tan poco de mi inteligencia.

—No sé qué pensar de ti, Castle.

Él se ríe a carcajadas. —Dios mío, eres un excelente mentiroso.

Miro hacia otro lado. —¿Qué necesitas?

—Él está aquí. Él está aquí ahora y ella está con él y traté de detenerla pero ella
no me escucharía...

Me vuelvo, alarmado. —¿Quien está aquí?"

Por primera vez, veo un real parpadeo de ira en los ojos de Castle. —Ahora no es
el momento de jugar al tonto conmigo, hijo. Haider Ibrahim está aquí. Ahora mismo. Y
Juliette se reunirá con él sola, completamente desprevenida.

El shock me deja, por un momento, sin palabras.

—¿Escuchaste lo que dije? —Castle casi grita. —Ella se está reuniendo con el
ahora.

63
—¿Cómo?, —dije, volviendo a mí mismo. —¿Cómo es que él está aquí ya? ¿Él
llego solo?

—Señor Warner, por favor escúcheme. Tienes que hablar con ella. Tienes que
explicarle y tienes que hacerlo ahora, —dice, agarrando mis hombros. —Ellos están
volviendo por—

Castle fue lanzado hacia atrás, duro.

Grita cuando se detiene, sus brazos y piernas extendidas frente a él está atrapado
en una ráfaga de viento. Él permanece en esa posición imposible, flotando varios
centímetros sobre el suelo, y me mira, con el pecho agitado. Lentamente, él se estabiliza.
Sus pies finalmente tocan el piso.

—¿Usarías mis propios poderes en mi contra?, —dice, respirando con dificultad.


—Yo soy tu aliado —

—Nunca, —le digo bruscamente, —nunca me pongas las manos encima, Castle.
O la próxima vez podría accidentalmente matarte.

Castle parpadea. Y luego lo siento; puedo sentirlo, cierro mis dedos alrededor de
él: su pena. Está en todas partes. Horrible. Sofocante.

—No te atrevas a sentir pena por mí, —le digo.

—Mis disculpas, —dice en voz baja. —No quise invadir tu espacio personal. Pero
debes entender la urgencia aquí. Primero, el RSVP, y ahora, ¿la llegada de Haider? Esto
es solo el comienzo, —dice, bajando la voz. —Se están movilizando.

—Estás pensando demasiado de esto, —digo, mi voz recortada. —La llegada de


Haider hoy es sobre la infestación inevitable del Sector 45 por un enjambre de supremos
comandantes sobre mí. He cometido traición, ¿recuerdas? —Sacudo mi cabeza,
comienzo a alejarme. —Son están un poco… enojados.

—Detente, —dice. —Escúchame —

—No necesitas preocuparte por esto, Castle. Yo me encargaré.

—¿Por qué no me estás escuchando? —Él me está persiguiendo ahora. —¡Ellos


están viniendo a llevarla de vuelta, hijo! ¡No podemos permitir que eso suceda!

Me congelo.

Me vuelvo para mirarlo. Mis movimientos son lentos, deliberados. —¿De qué
estás hablando? ¿Llevarla a dónde?

64
Castle no responde. En cambio, su cara se afloja. Él mira, confundido, en mi
dirección.

—Tengo mil cosas que hacer, —le digo, impaciente ahora, —así que si me hicieras
un favor, por favor haz esto rápido y dime de qué demonios estás hablando —

—Él nunca te lo dijo, ¿verdad?

—¿Quien? ¿Me dijo qué?

—Tu padre, dice. —Él nunca te lo dijo. —Castle pasa una mano por la longitud de
su cara. Se ve abruptamente viejo, a punto de caducar. —Dios mío. Él nunca te dijo.

—¿Qué quieres decir? ¿Qué es lo que nunca me dijo?

—La verdad, —dice. —Acerca de la Sra. Ferrars.

Lo miro, mi pecho se contrae de miedo.

Castle niega con la cabeza mientras dice: —Nunca te dijo de dónde vino
realmente, ¿verdad? Él nunca te dijo la verdad sobre sus padres.

65
Juliette
—Deja de retorcerte, J.

Estamos en el ascensor de vidrio, bajando a uno de las principales áreas de


recepción, y no puedo dejar de inquietarme.

Mis ojos están cerrados. Sigo diciendo: —Dios mío, soy totalmente despistada,
¿verdad? ¿Qué estoy haciendo? No me veo profesional en absoluto...

—¿Sabes qué? ¿A quién le importa lo que estás usando?, —dice Kenji. —Todo
está en la actitud, de todos modos. Se trata de cómo te llevas a ti mismo.

Miro hacia él, sintiendo la diferencia de altura entre nosotros más agudamente
que nunca. —Pero soy tan baja.

—Napoleón también era bajo.

—Napoleón fue horrible, —señalo.

—Napoleón hizo una mierda, ¿no?

Arrugo la frente.

Kenji me empuja con el codo. —Es posible que quieras escupir el chicle, sin
embargo.

—Kenji, —digo, solo medio oyéndole, —Acabo de darme cuenta de que nunca he
conocido a ningún funcionario extranjero antes.

—¿Lo sé, verdad? Yo tampoco, —dice, despeinando mi cabello. —Pero estarás


bien. Solo necesitas calmarte. De todos modos, te ves linda. Lo harás genial.

Le doy la mano. —Puede que no sepa mucho sobre ser un supremo comandante
todavía, pero sé que no se supone que sea linda.

En ese momento, el ascensor se abre.

—¿Quién dice que no puedes ser linda y patear culos al mismo tiempo? —Kenji
me guiña un ojo. —Lo hago todos los dáas.

—Oh, hombre, ¿sabes qué? No importa, —es lo primero que Kenji me dice.

66
Está encogido, dándome una mirada de soslayo mientras dice: —¿Tal vez
realmente deberías repensar sobre tu armario?

Podría morir de vergüenza.

Quien sea este tipo, cualesquiera que sean sus intenciones, Haider Ibrahim está
vestido diferente de todos los que he visto antes. No se parece a nadie que haya visto
antes.

Se pone de pie cuando entramos en la habitación, alto, muy alto, y me golpea al


instante. Por la vista de él. Está usando una chaqueta de cuero gris oscuro sobre lo que
puedo solo suponer que es una camiseta, pero en realidad es una serie de tejidos
apretados por cadenas atravesadas por su cuerpo. Su piel está muy bronceada y medio
expuesta, la parte superior de su cuerpo apenas disimulada por su camisa de malla. Sus
pantalones negros estrechos desaparecen en botas altas de combate, y sus ojos marrones
claros— un contraste sorprendente con su piel marrón; están bordeados por de negras y
gruesas pestañas.

Tiro de mi suéter rosa y trago mi chicle con nerviosismo.

—Hola, —le digo, y empiezo a saludar con la mano, pero Kenji tiene la
amabilidad de empujar hacia abajo mi mano. Me aclaro la garganta. —Soy Juliette.

Haider avanza cautelosamente, sus ojos se unen en lo que parece confusión a


medida que evalúa mi apariencia. Me siento incómodamente inconsciente.
Sorprendentemente poco preparada. Y de repente necesito usar el baño.

—Hola, —finalmente dice, pero suena más como una pregunta.

—¿Podemos ayudarte?, —le digo.

—¿Tehcheen Arabi?

—Oh. —Miro a Kenji, luego a Haider. —Um, ¿no hablas inglés?

Haider levanta una sola ceja. —¿Hablas inglés?

—¿Sí?, —le dije, sintiéndome ahora más nerviosa que nunca.

—Eso es muy malo. —Suspira. Mira a su alrededor. —Estoy aquí para ver al
supremo comandante. —Él tiene una voz rica y profunda, pero habla con un ligero
acento.

—Sí, hola, ese soy yo, —le digo, y sonrío.

67
Sus ojos se ensanchan con confusión mal ocultada. —¿Tú eres, —frunce el ceño,
—el supremo?

—Mm hm. —Pego una sonrisa más brillante. Diplomacia, me digo a mí misma.
Diplomacia.

—Pero nos dijeron que el nuevo supremo era salvaje, letal y aterrador.

Asiento con la cabeza. Siento mi cara caliente. —Sí. Ese soy yo. Soy Juliette
Ferrars.

Haider inclina su cabeza, sus ojos escanean mi cuerpo. —Pero eres tan pequeña.
—Y todavía estoy tratando de encontrar la forma de responder a eso cuando sacude su
cabeza y dice: —Me disculpo, quise decir, que eres muy joven. Pero entonces, también,
muy pequeña.

Mi sonrisa comienza a doler.

—Entonces fuiste tú, —dice, todavía confundido, —¿quién mató al Supremo


Anderson?

Asiento con la cabeza. Me encojo de hombros.

—Pero —

—Lo siento, interrumpe Kenji. —¿Tienes una razón para estar aquí?

Haider se ve sorprendido por la pregunta. Él mira a Kenji. —¿Quien es éste?

—Es mi segundo al mando, —le digo. —Y deberías sentirte libre de responder a él


cuando te habla.

—Oh, ya veo, —dice Haider, entendimiento en sus ojos. Él asiente con la cabeza
a Kenji. —Un miembro de tu Guardia Suprema.

—No tengo un Supr —

—Así es, —dice Kenji, arrojándome un rápido codo en mis costillas. —Tendrás
que perdonarme por ser un poco sobreprotector. —Sonríe. —Estoy seguro que sabes
cómo es.

—Sí, por supuesto, —dice Haider, mirando con simpatía.

—¿Deberíamos todos sentarnos?, —le dije, haciendo un gesto hacia los sofás que
estaban al otro lado de la habitación. Todavía estamos parados en la entrada y está
empezando a ponerse incómodo.

68
—Ciertamente. —Haider me ofrece su brazo en anticipación de los quince pies de
viaje a los sofás, y disparo a Kenji una rápida mirada de confusión.

Él se encoge de hombros.

Los tres nos acomodamos en nuestros asientos; Kenji y yo nos sentamos frente a
Haider. Hay una mesa de centro de madera larga entre nosotros, y Kenji presiona el
botón debajo para llamar por un servicio de té y café.

Haider no deja de mirarme. Su mirada no es ni halagadora ni amenazante —se ve


genuinamente confundido— y me sorprende descubrir que es esta reacción la que
encuentro más inquietante. Si sus ojos estaban enojados u reprochando, podría saber
mejor cómo reaccionar. En cambio, parece suave y agradable, pero— sorprendido. Y no
estoy segura de qué hacer con eso. Kenji tenía razón, deseo más que nunca que Warner
estuviera aquí; su habilidad para sentir emociones me daría una idea más clara de cómo
responder.

Finalmente rompo el silencio entre nosotros.

—Es realmente muy agradable conocerte, —le dije, esperando sonar más amable
de lo que me siento. —Pero me encantaría saber qué te trae por aquí. Has recorrido un
largo camino.

Haider sonríe entonces. La acción agrega una calidez necesaria en su rostro que lo
hace parecer más joven de lo que pareció por primera vez. —Curiosidad, —dice
simplemente.

Hago mi mejor esfuerzo para enmascarar mi ansiedad.

Se está volviendo más obvio por momentos el que fue enviado aquí para hacer
algún tipo de reconocimiento para su padre. La teoría de Castle era correcta, la de que
los comandantes supremos deben estar muriendo por saber quién soy. Y estoy
comenzando a preguntarme si esta es solo la primera de varias visitas que recibiré
pronto de los ojos intrusos.

En ese momento, llega el servicio de té y café.

Las damas y caballeros que trabajan en el Sector 45 —aquí, y en los compuestos,


están más llenos de vida que nunca en estos días. Hay una infusión de esperanza en
nuestro sector que no existe en ningún otro lugar del continente, y las dos más antiguos
señoras que se apresuran en nuestra habitación con el carrito de comida no son una
excepción a los efectos de los eventos recientes. Destellan grandes y brillantes sonrisas
en mi dirección, y arreglan la porcelana con una exuberancia que no pasa desapercibida.
Veo a Haider observando de cerca nuestra interacción, examinando las caras de las

69
damas y la manera cómoda en que se mueven en mi presencia. Les agradezco por su
trabajo y Haider está visiblemente aturdido. Con las cejas levantadas, él se sienta en su
asiento, manos juntas en su regazo como el caballero perfecto, silencioso como la sal
hasta que el momento en que se van.

—Apelaré a tu bondad por unas semanas, —dice Haider de repente. —Eso si eso
está bien.

Frunzo el ceño, comienzo a protestar y Kenji me interrumpe.

—Por supuesto, —dice, sonriendo ampliamente. —Quédate el tiempo que


quieras. El hijo de un comandante supremo siempre es bienvenido aquí.

—Eres muy amable, —dice con una simple inclinación de cabeza. Y entonces él
duda, toca algo en su muñeca, y nuestra habitación está llena instantáneamente por lo
que parecen ser miembros de su propio personal.

Haider se levanta tan rápido que casi lo extraño.

Kenji y yo nos apresuramos a ponernos de pie.

—Ha sido un placer conocerla, Comandante Supremo Ferrars, —Haider dice,


dando un paso adelante para alcanzar mi mano, y estoy sorprendida por su audacia. A
pesar de los muchos rumores que sé que escuchó sobre mí, no parece importarle estar
cerca de mi piel. No es que realmente importe, por supuesto, yo he aprendido a encender
y apagar mis poderes a voluntad, pero no todos lo saben todavía.

De cualquier manera, presiona un breve beso en el dorso de mi mano, sonríe e


inclina su cabeza muy levemente.

Logré una sonrisa incómoda y un pequeño asentimiento.

—Si me dices cuántas personas hay en tu grupo, —dice Kenji, "puedo comenzar a
organizar tus aposentos para y —

Haider se ríe a carcajadas, sorprendido. —Oh, eso no será necesario, —dice. —He
traído mi propia residencia.

—Has traído, —Kenji frunce el ceño —¿trajiste tu propia residencia?

Haider asiente sin mirar a Kenji. La próxima vez que habla me habla solo a mí.
—Espero verte a ti y al resto de tu guardia en la cena esta noche.

—Cena, —digo, parpadeando rápido. —¿Esta noche?

—Por supuesto, —dice Kenji rápidamente. —Lo esperamos con ansias.

70
Haider asiente. —Por favor envíe mis más cálidos saludos a su Regente Warner.
Han pasado varios meses desde nuestra última visita, pero estoy ansioso por ponerme al
día con él. ¿Él me ha mencionado, por supuesto? —Una sonrisa brillante. —Hemos
sabido el uno del otro desde nuestra infancia.

Aturdida, asentí lentamente, comprendiendo cómo superar mi confusión. —Sí.


Correcto. Por supuesto. Estoy segura de que estará encantado de verte de nuevo.

Otro asentimiento, y Haider se fue.

Kenji y yo estamos solos.

—Qué cara —

—Oh —Haider asoma la cabeza hacia atrás en la habitación —y por favor dile a
tu chef que no como carne.

Por supuesto, —dije

71
Warner
Estoy sentado en la oscuridad de espaldas a la puerta del dormitorio cuando la
escucho abrir. Es solo media tarde, pero he estado sentado aquí, mirando estas cajas sin
abrir por tanto tiempo que incluso el sol, parece, se ha cansado de mirar.

La revelación de Castle me dejó aturdido.

Todavía no confío en Castle, no confío en que él tenga idea de lo que está


hablando exactamente, pero al final de nuestra conversación no me pude sacudir una
terrible, sensación de miedo instintivo mendigando por atención. Necesitaba tiempo
para procesar las posibilidades. Estar solo con mis pensamientos. Y cuando le expresé
esto a Castle, dijo, —Procesa todo lo que quieras, hijo, pero no dejes que esto te distraiga.
Juliette no debería reunirse con Haider por su cuenta. Alguna cosa no se siente bien
aquí, Sr. Warner, y tiene que ir a ellos. Ahora. Observar cómo ella navega por su
mundo.

Pero no pude obligarme a hacerlo.

A pesar de todos mis instintos para protegerla, no la voy a socavar así. Ella no
pidió mi ayuda hoy. Ella tomó la decisión de no decirme qué estaba sucediendo. Mi
abrupta e inoportuna interrupción solo la haría creer que estuve de acuerdo con Castle,
que no confiaba en ella para hacer su trabajo por ella misma. Y no estoy de acuerdo con
Castle; creo que es un idiota por subestimarla. Así que volví aquí, en cambio, a estas
habitaciones, a pensar. Para mirar a los secretos de mi padre sin abrir. A la espera de su
llegada.

Y ahora—

Lo primero que hace Juliette es encender la luz.

—Oye, —dice con cuidado. —¿Qué está pasando?

Respiro hondo y me doy vuelta. —Estos son los archivos antiguos de mi padre,
explicó, gesticulando con una mano. —Delalieu los recolectó para mí. Yo pensé que
debería echar un vistazo, ver si hay algo aquí que pueda ser útil.

—Oh, wow, —dice, sus ojos se iluminan con reconocimiento. —Me preguntaba
para qué eran esos. —Ella cruza la habitación para agacharse junto a las pilas,
cuidadosamente pasando sus dedos a lo largo de las cajas sin marcar. —¿Necesitas ayuda
para mover estos a tu oficina?

Niego con la cabeza.

72
—¿Te gustaría que te ayude a ordenarlos?, —dice ella, mirando sobre mi hombro.
—Estaría feliz d… —

—No, —digo demasiado rápido. Me pongo de pie, hago un esfuerzo para parecer
tranquilo. —No, eso no será necesario.

Ella levanta sus cejas.

Intento sonreír. —Creo que me gustaría pasar tiempo a solas con ellos.

Ante esto, asiente con la cabeza, malentendiendo todo a la vez, y su sonrisa


comprensiva hace que mi pecho se tense. Siento una punzada de una sensación helada e
indistinta en algún lado dentro de mí. Ella piensa que quiero espacio para lidiar con mi
dolor. Que ir a través de las cosas de mi padre será difícil para mí.

Ella no sabe. Desearía no haberlo hecho

—Entonces, —dice, caminando hacia la cama, las cajas olvidadas. —Ha sido un…
día interesante.

La presión en mi pecho se intensifica. —¿Lo fue?

—Acabo de conocer a un viejo amigo tuyo, —dice ella, y se desploma de espaldas


sobre el colchón. Ella alcanza detrás de su cabeza para quitarse el pelo de la cola de
caballo, y suspira.

—¿Un viejo amigo mío? —Digo. Pero solo puedo mirarla mientras habla, estudiar
la forma de su rostro. No puedo, en este momento, saber con perfecta certeza si lo que
Castle me dijo es cierto o no; pero sé encontraré las respuestas que busco en los archivos
de mi padre, en las cajas apiladas dentro de esta habitación.

Aun así, aún no he reunido el valor para mirar.

—Oye, —dice, agitando una mano hacia mí desde la cama. —¿Estás ahí?

—Sí, —digo reflexivamente. Tomo una respiración fuerte. —Sí amor.

—Así que… ¿te acuerdas de él?, —dice ella. —¿Haider Ibrahim?

—Haider. —Asiento. —Sí, por supuesto. Él es el hijo mayor del Supremo


Comandante de Asia. Él tiene una hermana, —digo, pero lo digo de manera robótica.

—Bueno, no sé sobre su hermana, —dice ella. —Pero Haider está aquí. Y se


quedará por unas semanas. Esta noche todos cenaremos con él.

—A su orden, estoy seguro.

73
—Sí. —Se ríe. —¿Cómo lo supiste?

Yo sonrío. Vagamente. —Recuerdo a Haider muy bien.

Ella está en silencio por un momento. Luego: —Dijo que te conocía desde que tu
infancia.

Y siento, pero no reconozco, la tensión repentina en la habitación. Yo


simplemente asiento.

—Eso es mucho tiempo, —dice ella.

—Sí. Un largo tiempo.

Ella se sienta. Deja caer la barbilla en una mano y me mira. —Pensé que dijiste
que nunca tuviste amigos.

Ante esto, me río, pero el sonido es hueco. —No sé si los llamaría amigos,
exactamente.

—¿No?

—No.

—¿Y no te importaría explicarte un poco más?

—Hay poco que decir.

—Bueno, si no es tu amigo, exactamente, ¿por qué está aquí?

—Tengo mis sospechas.

Ella suspira. Dice: —Yo también, —y muerde el interior de su mejilla. —Creo


que esto es donde comienza, ¿eh? Todos quieren echar un vistazo al espectáculo de
monstruos. A qué hemos hecho, a quién soy. Y tenemos que seguirles el juego.

Pero solo estoy escuchando a medias.

En cambio, estoy mirando las muchas cajas que se ciernen detrás de ella, las
palabras de Castle aún asentándose en mi mente. Recuerdo que debería decir algo,
cualquier cosa, para parecer involucrado en la conversación. Así que trato de sonreír
cuando digo: —No me dijiste. Habría llegado antes. Ojalá pudiera haber estado allí para
ayudar de alguna manera.

Sus mejillas, de repente rosadas por la vergüenza, cuentan una historia; sus labios
dicen otra. —No pensé que necesitaba decirte todo, todo el tiempo. Puedo manejar
algunas cosas por mi cuenta.
74
Su tono agudo es tan sorprendente que obliga a mi mente a concentrarse. Me
encuentro con sus ojos para encontrar que ella está mirando directamente a través de mí
ahora, brillante con dolor y enojo.

—Eso no es en absoluto lo que quise decir, —digo. —Sabes que creo que puedes
hacer cualquier cosa, amor. Pero podría haberte ayudado. Conozco a esta gente.

Su rostro ahora está más rosado, de alguna manera. Ella no puede mirarme a los
ojos. —Lo sé, —dice en voz baja. —Lo sé. Me he estado sintiendo un poco abrumada
últimamente. Y tuve una charla con Castle esta mañana del tipo que se enredo en mi
cabeza. —Ella suspira. —Hoy estoy en un lugar extraño.

Mi corazón comienza a latir demasiado rápido. —¿Tuviste una conversación con


Castle?

Ella asiente.

Me olvido de respirar.

—¿Dijo que necesito hablar contigo sobre algo? —Ella me mira. "¿Como que, hay
más sobre El Restablecimiento que no me has dicho?

—¿Más sobre El Restablecimiento?

—Sí, como, ¿hay algo que necesites decirme?

—Algo que necesito decirte.

—Um, ¿vas a seguir repitiendo lo que te estoy diciendo? —dice, y se ríe.

Siento que mi pecho se afloja. Un poco.

—No, no, por supuesto que no, —le digo. —Yo solo... lo siento, amor. Confieso
que hoy también ¿estoy un poco distraído. —Asiento con la cabeza hacia las cajas
dispuestas en la habitación. —Parece que queda mucho por descubrir sobre mi padre.

Ella niega con la cabeza, sus ojos grandes y tristes. —Lo siento mucho. Debe ser
horrible tener que pasar por todas sus cosas de esta manera.

Expiro, y digo, sobre todo a mí mismo, —No tienes idea, —antes de mirar lejos.
Todavía estoy mirando al suelo, mi cabeza está cargada por el día y sus demandas,
cuando ella extiende la mano, tentativamente, con una sola palabra.

—¿Aaron?

75
Y puedo sentirlo entonces, puedo sentir el cambio, el miedo, el dolor en su voz.
Mi corazón aún late demasiado, pero ahora es por una razón completamente diferente.

—¿Qué pasa?, —le dije, levantando la vista de inmediato. Me siento a su lado en


la cama, estudio sus ojos. —¿Qué ha pasado?

Ella niega con la cabeza. Mira fijamente a sus manos abiertas. Susurra las
palabras cuando dice: —Creo que cometí un error.

Mis ojos se ensanchan mientras la miro. Su rostro se contrae. Sus sentimientos se


arremolinan fuera de control, agrediéndome con su salvajismo. Ella tiene miedo. Ella
está enojada. Está enojada consigo misma por tener miedo.

—Tú y yo somos muy diferentes, —dice ella. —Al conocer a Haider hoy, yo
solo… —ella suspira— recordé lo diferentes que somos. Cuán diferente crecimos.

Estoy congelado. Confuso. Puedo sentir su miedo y aprensión, pero no sé a


dónde va con esto. Lo que está tratando de decir.

—¿Entonces piensas que has cometido un error?, —le digo. —¿Sobre nosotros?

Pánico, de repente, mientras ella entiende. —No, oh Dios mío, no, no sobre
nosotros, —ella dice rápidamente. —No, yo solo —

La relevación fluye a través de mí.

—Todavía tengo mucho que aprender, —dice ella. —No sé nada sobre gobernar…
cualquier cosa. —Ella hace un sonido impaciente, enojado. Apenas puede sacar las
palabras. —No tenía idea de para qué me inscribía. Y todos los días me siento tan
incompetente, —dice ella. —A veces no estoy segura de poder seguirte el ritmo. Con
algo como esto. —Ella duda. Y luego, en voz baja, —Este trabajo debería haber sido tuyo,
ya sabes. No mío.

—No.

—Sí, —dice, asintiendo. Ella ya no puede mirarme. —Todos lo piensan, incluso si


no lo dicen. Castle. Kenji. Apuesto que incluso los soldados. Eso creo.

—Todos pueden irse al infierno.

Ella sonríe, solo un poco. —Creo que pueden estar en lo cierto.

—Las personas son idiotas, amor. Sus opiniones son inútiles.

—Aaron, —dice, frunciendo el ceño. —Aprecio que estés enojado en mi nombre,


realmente lo hago, pero no todas las personas son idio...

76
—Si te creen incapaz, es porque son idiotas. Idiotas que ya han olvidado que
fuiste capaz de lograr en cuestión de meses lo que ellos habían intentado hacer durante
décadas. Están olvidando desde dónde comenzaste, lo que has vencido, qué tan rápido
has encontrado el coraje para luchar cuando apenas ellos podían soportar.

Ella mira hacia arriba, parece derrotada. —Pero no sé nada sobre política.

—No tienes experiencia, —le digo, —eso es verdad. Pero puedes aprender sobre
estas cosas. Aún hay tiempo. Y te ayudaré. —Tomo su mano. —Amor, has inspirado a
la gente de este sector para que te siga en la batalla. Ponen sus vidas en la línea —
sacrificaron a sus seres queridos— porque creían en ti. En tu fuerza. Y no los
defraudaste. Nunca puedes olvidar la enormidad de lo que has hecho, —digo. —No
permita que nadie se lleve eso de ti. —Ella me mira, con los ojos muy abiertos,
brillantes. Parpadea mientras mira hacia otro lado, limpiando rápidamente una lágrima
que escapa por un lado de su rostro.

—El mundo intentó aplastarte, —le digo, suavemente ahora, —y tú rechazaste ser
destrozada. Te has recuperado de cada revés y te has convertido en una persona más
fuerte, que se eleva desde las cenizas solo para asombrar a todos a tu alrededor. Y
continuarás sorprendiendo y confundiendo a quienes te subestimen. Es una
inevitabilidad, —le digo. —Una conclusión inevitable.

—Pero debes saber ahora que ser un líder es una ocupación ingrata. Pocos estarán
agradecidos por lo que haces o por los cambios que implementes. Sus recuerdos serán
cortos, convenientes. Cada éxito tuyo será escudriñado. Tus logros serán ignorados,
convirtiéndose en solo mayores expectativas de quienes te rodean. Tu poder te empujará
aún más lejos de tus amigos. —Miro hacia otro lado, sacudo la cabeza. —Serás moldeada
para sentirte sola. Perdida. Anhelarás la validación de aquellos que una vez admiraste,
agonizando entre agradables viejos amigos y hacer lo correcto. —Miro hacia arriba. Yo
siento mi corazón hincharse de orgullo mientras la miro. —Pero nunca permitas, nunca
debes dejar que los idiotas se adentren en tu cabeza Ellos solo te llevarán por mal
camino.

Sus ojos están brillantes con lágrimas derramadas. —¿Pero cómo?, —ice, su voz
rompiendo la palabra —¿Cómo puedo sacarlos de mi cabeza?

—Hazlos arder.

Sus ojos se abren.

—En tu mente, —digo, intentando una sonrisa. —Alimenta el fuego que


mantienes para seguir esforzándote. —Extiendo la mano, pongo mis dedos en su mejilla.
—Los idiotas son altamente inflamables, amor Que todos ardan en el infierno.

77
Ella cierra sus ojos. Gira su cara en mi mano.

Y la atraigo, presiono mi frente contra la de ella. —Aquellos que no te entiendan,


digo en voz baja, —siempre dudarán de ti.

Ella se inclina hacia atrás, solo una pulgada. Mira hacia arriba.

—Y yo, —le digo, —nunca he dudado de ti.

—¿Nunca?

Niego con la cabeza. —Ni una sola vez.

Ella mira hacia otro lado. Se limpia los ojos. Presiono un beso en su mejilla,
saboreo la sal de sus lágrimas.

Ella se vuelve hacia mí.

Puedo sentirlo, mientras ella me mira; puedo sentir que sus miedos desaparecen,
pude sentir sus emociones convirtiéndose en algo más. Sus mejillas se sonrojan. Su piel
está de repente caliente, eléctrica, bajo mis manos. Mi corazón late más rápido, más
duro, y ella no tiene que decir una palabra. Puedo sentir la temperatura cambiar entre
nosotros.

—Oye, —dice ella. Pero ella está mirando mi boca.

—Hola.

Ella toca su nariz con la mía y algo dentro de mí cobra vida. Escucho mi
respiración atrapada Mis ojos se cierran, repentinamente.

—Te amo, —dice ella.

Las palabras me hacen algo cada vez que las escucho. Ellas me cambian.
Construyen algo nuevo dentro de mí. Trago, duro. El fuego consume mi mente

—Sabes, —le susurro, —nunca me canso de oírte decir eso.

Ella sonríe. Su nariz roza la línea de mi mandíbula mientras gira, presiona sus
labios contra mi garganta. Estoy conteniendo la respiración, aterrado de moverme, de
dejar este momento.

—Te amo, —dice nuevamente.

El calor llena mis venas. Puedo sentirla en mi sangre, sus susurros abrumando
mis sentidos. Y de repente, desesperado, creo que podría estar soñando.

78
—Aaron, —dice ella.

Estoy perdiendo una batalla. Tenemos mucho que hacer, mucho de que
encargarnos. Lo sé. Debería moverme, debería salir de esto, pero no puedo. No puedo
pensar

Y luego se sube a mi regazo y tomo una respiración rápida y desesperada,


luchando contra una súbita oleada de placer y dolor. No hay pretensión de cualquier tipo
cuando ella está tan cerca de mí; sé que puede sentirme, puede sentir cómo de mal la
quiero.

Puedo sentirla también.

Su calor. Su deseo Ella no oculta lo que quiere de mí. Lo que ella quiere que le
haga. Y saber esto hace que mi tormento sea solo más agudo.

Ella me besa una vez, suavemente, sus manos deslizándose debajo de mi suéter, y
abriga sus brazos a mi alrededor. La jalo y ella se mueve hacia adelante, ajustándose
sobre mi regazo, y tomo otra respiración dolorosa y angustiada. Cada músculo mío se
aprieta. Intento no moverme.

—Sé que es tarde, —dice ella. —Sé que tenemos muchas cosas que hacer. Pero te
extraño. —Ella se inclina, sus dedos se arrastran a lo largo de la cremallera de mis
pantalones, y el movimiento se arrastra a través de mí. Mi visión se pone blanca. Por el
momento escucho nada más que mi corazón, golpeando dentro de mi cabeza.

—Estás tratando de matarme, —le digo.

—Aaron. —Puedo sentir su sonrisa mientras ella susurra la palabra en mi oído.


Ella está desabrochando mis pantalones —Por favor.

Y yo me he ido.

Mi mano está repentinamente detrás de su cuello, la otra alrededor de su cintura,


y la beso, derritiéndome en ella, cayendo hacia atrás sobre la cama y tirando de ella abajo
conmigo. Solía soñar con esto, tiempos como éste, lo que sería. Me gusta desabrochar
sus jeans, pasar mis dedos por su piel desnuda, sentirla, caliente y suave contra mi
cuerpo.

Me detengo, de repente. Me separo. Quiero verla, estudiarla. Para recordarme a


mí mismo que ella está realmente aquí, que es realmente mía. Que ella me quiere tanto
como yo la quiero. Y cuando la miro a los ojos, la sensación me abruma, amenaza con
ahogarme. Y luego me está besando, incluso mientras lucho por recuperar el aliento, y

79
cada cosa, cada pensamiento y preocupación es perversa, reemplazada por la sensación
de su boca contra mi piel. Sus manos, reclamando mi cuerpo.

Dios, es una droga imparable.

Ella me está besando como si supiera. Como si supiera, sabe cuán


desesperadamente necesito esto, la necesito, necesito esta comodidad y liberación.

Al igual que ella lo necesita, también.

La rodeé con mis brazos, la volteé tan rápido que ella realmente chilló de
sorpresa. Beso su nariz, sus mejillas, sus labios. Las líneas de nuestros cuerpos son
soldadas juntas. Siento que me estoy disolviendo, convirtiéndome en una emoción pura
a medida que ella se va a mis labios, me saborea, gime en mi boca.

—Te amo, —digo, jadeando las palabras. —Te amo.

Es interesante, realmente, cuán rápido me he convertido en el tipo de persona que


toma siestas por la tarde. La persona que solía ser nunca hubiera perdido tanto o mucho
tiempo durmiendo Por otra parte, esa persona nunca supo cómo relajarse. Dormir era
algo brutal, escurridizo. Pero esto —

Cierro los ojos, presiono mi cara contra la parte posterior de su cuello y respiro.

Ella se mueve casi imperceptiblemente en mi contra.

Su cuerpo desnudo está al ras del mío, mis brazos envueltos completamente a su
alrededor. Son las seis en punto, tengo mil cosas que hacer, y nunca, alguna vez quisiera
moverme.

Le beso la parte superior del hombro y ella arquea la espalda, exhala y se vuelve
hacia para enfrentarme. La acerco más.

Ella sonríe. Me besa.

Cierro los ojos, mi piel aún caliente con el recuerdo de ella. Mis manos buscan de
la forma de su cuerpo, su calidez. Siempre me sorprende lo suave que es. Sus curvas son
suaves y cálidas. Siento que mis músculos se tensan con anhelo y me sorprende por
cuánto la quiero.

De nuevo.

Muy pronto.

80
—Será mejor que nos vistamos, —dice en voz baja. —Todavía necesito
encontrarme con Kenji para hablar de esta noche.

De repente retrocedo.

—Wow, —le susurro, alejándome. —Eso no era para nada lo que esperaba que
dirías.

Ella ríe. En voz alta. —Hmm. Kenji es un gran obstáculo para ti. Lo sé.

Frunzo el ceño, sintiéndome mezquino.

Ella me besa la nariz. —Realmente deseo que ustedes dos puedan ser amigos.

—Es un desastre andante, —le digo. —Mira lo que hizo con mi cabello.

—Pero él es mi mejor amigo, —dice, todavía sonriendo. —Y no quiero tener que


elegir entre ustedes dos todo el tiempo.

La miro por el rabillo del ojo. Ella está sentada ahora, vistiendo nada más que la
sábana. Su cabello castaño está largo y revuelto, sus mejillas rosas, sus ojos grandes y
redondos y aún un poco soñolientos.

No estoy seguro de poder decirle que no a ella.

—Por favor se amable con él, —dice, y se arrastra hacia mí, la sábana atrapada
debajo de su rodilla y deshaciendo su compostura. La despojo del resto y ella jadea,
sorprendida por la vista de su propio cuerpo desnudo, y no puedo evitar aprovechar el
momento, metiéndola debajo de mí de nuevo.

—¿Por qué, —le digo, besando su cuello, —siempre estás tan apegada a esta
sabana?

Ella mira hacia otro lado y se sonroja, y estoy perdido de nuevo, besándola.

—Aaron, —ella jadea, sin aliento, —Realmente, tengo que irme".

—No, —susurro, dejando besos ligeros a lo largo de su clavícula. —No te vayas.


—Su cara está sonrojada, sus labios están rojos. Sus ojos están cerrados de placer.

—No quiero, —dice ella, su respiración entrecortada mientras atrapo su labio


inferior entre mis dientes, —Realmente no, pero Kenji —

Gimo y caigo hacia atrás, tirando de una almohada sobre mi cabeza

81
Juliette
—¿Dónde demonios has estado?

—¿Qué? Nada, —digo, el calor parpadea a través de mi cuerpo. —Yo solo —

—¿Qué quieres decir con nada?, —dice Kenji, casi pisándome los talones en mi
intento por superarlo. —He estado esperando aquí por casi dos horas.

—Lo sé, lo siento —

Él agarra mi hombro. Me hace girar. Echa un vistazo a mi cara y —

—Oh, asqueroso, J, qué demonios —

—¿Qué?" Extiendo los ojos, toda inocencia, incluso cuando mi cara se inflama.

Kenji me mira.

Me aclaro la garganta.

—Te dije que le hicieras una pregunta.

—¡Lo hice!

—Jesucristo. —Kenji se pasa una mano agitada por la frente. —¿El tiempo y el
lugar no significan nada para ti?

—¿Hmm?

Él entorna los ojos hacia mí.

Yo sonrío.

—Ustedes son terribles.

—Kenji, —le dije, extendiendo la mano.

—Ew, no me toques.

—Bien. —Frunzo el ceño, cruzando los brazos.

Él niega con la cabeza, mira hacia otro lado. Hace una mueca y dice: —¿Sabes
qué? Lo que sea, —y suspira. —¿Al menos te dijo algo útil antes de que tú cambiaras de
tema?

82
Acabamos de regresar a la zona de recepción donde nos encontramos por primera
vez con Haider.

—Sí lo hizo, —le digo, decidida. —Él sabía exactamente de quién estaba
hablando.

—¿Y?

Nos sentamos en los sofás: Kenji decide sentarse frente a mí esta vez, y me aclaro
la garganta. Me pregunto si deberíamos pedir más té.

—No té. —Kenji se inclina hacia atrás, con las piernas cruzadas, el tobillo
derecho apoyado en la rodilla izquierda. —¿Qué dijo Warner sobre Haider?

La mirada de Kenji está tan concentrada e implacable que no estoy segura de qué
hacer con mí misma. Todavía me siento extrañamente avergonzada; ojalá hubiera
recordado atarme el pelo de nuevo. Tengo que seguir sacándomelo de la cara.

Me siento derecha. Me repongo. —Dijo que nunca fueron realmente amigos.

Kenji resopla. —Eso no es ninguna sorpresa.

—Pero él sí lo recordaba, —le dije, señalando nada en particular.

—¿Y? ¿Qué recuerda?

—Oh. Um. —Me rasco una comezón imaginaria detrás de la oreja. —No lo sé.

—¿No preguntaste?

—Yo... ¿lo olvidé?

Kenji rueda sus ojos. —Mierda, hombre, sabía que debería haber ido yo mismo.

Me siento en mis manos e intento sonreír. —¿Quieres pedir un poco de té?

—No té. —Kenji me mira. Él golpea el costado de su pierna, pensando.

—¿Quieres t —

—¿Dónde está Warner ahora? —Kenji me interrumpe.

—No lo sé, le digo. —Creo que todavía está en su habitación. Él tenía un montón
de cajas que quería ordenar —

Kenji está de pie en un instante. Él levanta un dedo. —En seguida vuelvo.

—¡Espera! Kenji, no creo que sea una buena idea...

83
Pero ya se fue.

Me dejo caer en el sofá y suspiro.

Como sospechaba. No es una buena idea.

Warner está parado rígidamente junto a mi sofá, apenas mirando a Kenji. Creo
que todavía no lo ha perdonado por el terrible corte de cabello, y no puedo decir que lo
culpo. Warner se ve diferente sin su cabello dorado, no está mal, no, pero sí diferente.
Su cabello es apenas de media pulgada de largo, una longitud uniforme en todo, de un
tono de rubio que ahora solo se ve débilmente como un color. En su mayoría. El cambio
interesante en su rostro es que tiene una sombra suave y sutil de barba —como si
hubiera olvidado afeitarse últimamente— y me sorprende descubrir que no me molesta.
Él es demasiado guapo para tener su genética deshecha por un simple corte de cabello y
la verdad es que me gusta. Aunque si dudaría en decirle esto a Warner, ya que no sé si
apreciaría mi poco ortodoxo cumplido, pero hay algo agradable sobre el cambio. Él se ve
un poco más áspero ahora; un poco más duro alrededor de los bordes. Él es menos bello,
pero de alguna manera, imposiblemente —

Más sexy

Cabello corto y sin complicaciones; una sombra a las cinco en punto; una
profunda, profundamente seria cara.

Funciona para él.

Lleva un suéter azul marino suave, las mangas, como siempre, empujadas hacia
arriba en sus antebrazos, y pantalones negros delgados metidos en brillantes botines
negros. Sin esforzarse. Y ahora está apoyado contra una columna, sus brazos cruzado
contra su pecho, pies cruzados en los tobillos, con un aspecto más huraño que de
costumbre, y estoy realmente disfrutando de la vista.

Kenji, sin embargo, no lo está.

Los dos se ven más irritados que nunca, y me doy cuenta de que tengo la culpa
por la tensión. Intento forzarlos a pasar tiempo juntos. Sigo esperando que, con
suficiente experiencia, Kenji llegue a ver lo que amo de Warner, y que Warner
aprenderá a admirar a Kenji de la manera en que lo hago, pero no parece estar
funcionando. Forzarlos a pasar tiempo juntos está comenzando a ser contraproducente

—Entonces, —digo, aplaudiendo. —¿Deberíamos hablar?

—Claro, —dice Kenji, pero está mirando a la pared. —Hablemos.


84
Nadie habla

Toco la rodilla de Warner. Cuando él me mira, le hago un gesto para que se


siente.

Lo hace.

—Por favor, —le susurro.

Warner frunce el ceño.

Finalmente, a regañadientes, suspira. —Dijiste que tenías preguntas para mí.

—Sí, primera pregunta: ¿Por qué eres tan idiota?

Warner se pone de pie. —Cariño, —dice en voz baja, —espero que me perdones
por lo que le voy a hacer en su cara.

—Oye, imbécil, todavía puedo oírte.

—Está bien, en serio, esto tiene que parar. —Estoy tirando del brazo de Warner,
tratando de hacer que se siente y no se mueve. Mi fuerza sobrehumana es totalmente
inútil en Warner; él solo absorbe mi poder. —Por favor siéntate. Todo el mundo. Y tú,
—le digo, señalando a Kenji, —debes dejar de instigar peleas.

Kenji levanta una mano en el aire, hace un sonido de incredulidad. —"Oh,


entonces es siempre es mi culpa, ¿eh? Lo que sea.

—No, —digo en voz alta. —No es tu culpa. Esto es mi culpa.

Kenji y Warner se vuelven para mirarme al mismo tiempo, sorprendidos.

—¿Esto?, —digo, gesticulando entre ellos. —Yo lo causé. Siento si alguna vez les
pedí que fueran amigos. No tienen que ser amigos. Ni siquiera tienen que gustarse el
uno al otro. Olviden que dije algo.

Warner deja caer sus brazos cruzados.

Kenji levanta sus cejas.

—Lo prometo, —digo. —No más sesiones de interacción forzadas. No más gastar
tiempo solos sin mí. ¿De acuerdo?

—¿Lo juras?, —dice Kenji.

—Lo juro.

85
—Gracias a Dios, —dice Warner.

—Lo mismo, hermano. Lo mismo.

Y giro los ojos, irritada. Esto es lo primero que han logrado acordar en más de
una semana: su odio mutuo de mis esperanzas para su amistad.

Pero al menos Kenji finalmente está sonriendo. Él se sienta en el sofá y parece


relajarse. Warner toma asiento a mi lado, todavía compuesto, pero mucho menos tenso.

Y eso es. Eso es todo lo que se necesita. La tensión se ha ido. Ahora que son libres
para odiarse, parecen perfectamente amistosos. No los entiendo en absoluto.

—Entonces, ¿tienes preguntas para mí, Kishimoto?, —dice Warner.

Kenji asiente, se inclina hacia adelante. —Sí, sí, quiero saber todo lo que
recuerdas sobre la familia Ibrahim. Tenemos que estar preparados para lo que sea que
Haider nos arroje en la cena de esta noche, que— Kenji mira su reloj, frunce el ceño—
será como en veinte minutos, no gracias a ustedes, pero de todos modos estoy
preguntándote si puedes decirnos algo sobre sus posibles motivaciones. Me gustaría
estar un paso por delante de este tipo.

Warner asiente. —La familia de Haider tardará más tiempo en desempacar.


Como un todo, son intimidantes. Pero el mismo Haider es mucho menos complejo. De
hecho, él es una elección extraña para esta situación. Me sorprende que Ibrahim no haya
enviado a su hija en cambio.

—¿Por qué?

Warner se encoge de hombros. —Haider es menos competente. Él es santurrón.


Estropeado. Arrogante.

—Espera, ¿te estamos describiendo a ti o a Haider?

A Warner no parece importarle la pulla. —Estás malinterpretando una diferencia


clave entre nosotros, dice. —Es cierto que tengo confianza. Pero Haider es arrogante. No
somos lo mismo.

—Suena como lo mismo para mí.

Warner cruza las manos y suspira, mirando a todo el mundo como si estuviera
intentando ser paciente con un niño difícil. —La arrogancia es una falsa confianza, —
dice. —Nace de la inseguridad. Haider pretende no tener miedo. Él finge ser más cruel
de lo que en realidad es. Él miente fácilmente. Eso lo hace impredecible y, en algunos
formas, un oponente más peligroso. Pero la mayoría de las veces sus acciones son

86
inspiradas por el miedo. —Warner mira hacia arriba, mira a Kenji a los ojos. —Y eso lo
hace débil.

—Huh. De acuerdo. —Kenji se hunde más en el sofá, procesando. —¿Cualquier


cosa particularmente interesante sobre él? ¿Algo de lo que deberíamos ser conscientes?

—Realmente no. Haider es mediocre en la mayoría de las cosas. Él sobresale solo


de vez en cuando. Está obsesionado principalmente con su físico, y es más talentoso con
un rifle francotirador.

La cabeza de Kenji aparece. —Obsesionado con su físico, ¿eh? ¿Seguro que


ustedes dos no están relacionados?

Ante esto, la cara de Warner se agrió. —No estoy obsesionado con m —

—Está bien, está bien, relájate. —Kenji agita sus manos. —No hay necesidad de
preocuparse por tu bonita carita.

—Te detesto.

—Me encanta que nos sintamos igual el uno con el otro.

—Muy bien, muchachos, —digo en voz alta. —Atención. Estamos cenando con
Haider como en cinco minutos, y parezco ser la única preocupada por esta revelación de
que es un francotirador súper talentoso.

—Sí, tal vez está aquí para algunas, ya sabes —Kenji hace una pistola con su dedo
y la mueve hacia Warner, y luego hacia sí mismo: —prácticas de tiro.

Warner niega con la cabeza, todavía un poco molesto. —Haider es todo


espectáculo. Yo no me preocuparía por él. Como dije, solo me preocuparía si su hermana
estuviera aquí, lo que significa que probablemente deberíamos preocuparnos muy
pronto. —Exhala. —Es casi seguro que llegará a continuación.

Ante esto, alzo las cejas. —¿Es realmente aterradora?

Warner inclina la cabeza. —No da miedo, exactamente, —me dice. —Ella es muy
cerebral.

—Entonces ella es… ¿Qué? dice Kenji. —¿Una psicópata?

—De ningún modo. Pero siempre he sido capaz de tener una idea de las personas
y sus emociones, y nunca pude leer bien sobre ella. Creo que su mente se mueve muy
rápido. Hay algo así como si fuera… frívola sobre la forma en que ella piensa. Como un

87
colibrí. —Suspira. Mira hacia arriba. —De todos modos, no la he visto en varios meses,
al menos, aunque dudo mucho de que haya cambiado.

—¿Como un colibrí?, —dice Kenji. —Entonces, ¿ella es, como, una habladora
rápida?

—No, —dice Warner. —Por lo general, es muy callada.

—Hmm. De acuerdo, bueno, me alegro de que ella no esté aquí, —dice Kenji. —
Suena aburrida.

Warner casi sonríe. —Ella te destriparía.

Kenji rueda sus ojos.

Y estoy a punto de hacer otra pregunta cuando un sonido repentino y duro


interrumpe la conversación.

Delalieu ha venido a recogernos para la cena.

88
Warner
Realmente no me gusta que me abracen.

Hay muy pocas excepciones a esaa regla, y Haider no es una de ellas. Aun así,
cada vez que lo veo, insiste en abrazarme. Él besa el aire a ambos lados de mi cara, sujeta
sus manos alrededor de mis hombros, y sonríe como si en realidad uera su amigo.

—¿Hela habibi shlonak? Es muy bueno verte.

Intento sonreír. —Ani zeyn, shukran. —Asiento hacia la mesa. —Por favor, toma
asiento.

—Claro, claro, —dice, y mira a su alrededor. —¿Wenha Nazeera…?

—Oh, —digo, sorprendido. —Pensé que viniste solo.

—La, habibi, —dice mientras se sienta. —Heeya shwaya mitakhira. Pero ella
debería estar aquí en cualquier momento. Estaba muy emocionada de verte.

—Lo dudo mucho.

—Um, lo siento, ¿pero soy el único aquí que no sabía que hablabas árabe? —Kenji
me está mirando con los ojos muy abiertos.

Haider se ríe, sus ojos brillantes mientras analiza mi cara. —Tus nuevos amigos
saben tan poco acerca de ti. —y luego, a Kenji, —Tu Regente Warner habla siete
idiomas.

—¿Hablas siete idiomas?, —dice Juliette, tocándome el brazo.

—A veces, —dije en voz baja.

Es un pequeño grupo de nosotros para cenar esta noche; Juliette está sentada a la
cabeza de la mesa. Estoy sentado a su derecha; Kenji se sienta mi derecha.

Frente a mí ahora se sienta Haider Ibrahim.

Al otro lado de Kenji hay una silla vacía.

—Entonces, —dice Haider, aplaudiendo. —¿Esta es tu nueva vida? Así que ha


cambiado mucho desde que te vi por última vez.

Recojo mi tenedor. —¿Qué estás haciendo aquí, Haider?

89
—Wallah, —dice, agarrando su pecho, —pensé que estarías feliz de verme. Quería
conocer a todos tus nuevos amigos. Y, por supuesto, tenía que conocer a tu nuevo
comandante supremo. —Evalúa a Juliette por el rabillo del ojo; el movimiento es tan
rápido que casi me lo pierdo. Y luego levanta su servilleta que cubre con cuidado su
regazo, y dice, muy suavemente, —Heeya jidan helwa.

Mi pecho se tensa.

—¿Y eso es suficiente para ti? —Se inclina hacia adelante de repente, hablando
tan en silencio que solo yo puedo escucharlo. —¿Una cara bonita? ¿Y traicionaste tan
fácilmente a tus amigos?

—Si has venido aquí a pelear, —le digo, —por favor, no nos molestemos en comer
la cena.

Haider se ríe a carcajadas. Recoge su vaso de agua. —Todavía no, habibi. —Toma
una bebida y se sienta de nuevo. —Siempre hay tiempo para cenar.

—¿Dónde está tu hermana?, —e dije, alejándome. —¿Por qué no llegaron juntos?

—¿Por qué no le preguntas a ella?

Levanto la mirada, sorprendido de encontrar a Nazeera parada en la puerta. Ella


estudia la habitación, sus ojos persistiendo en la cara de Juliette solo un segundo más que
en todos los demás, y toma su asiento sin decir una palabra.

—Todos, esta es Nazeera, —dice Haider, poniéndose de pie con una amplia
sonrisa. Él envuelve un brazo alrededor del hombro de su hermana incluso mientras ella
lo ignora. —Ella estará aquí por el resto de mi estancia. Espero que la reciban tan
cálidamente como me han recibido.

Nazeera no dice hola.

La cara de Haider está abierta, con exagerada felicidad. Nazeera, sin embargo, no
muestra expresión en absoluto. Sus ojos están en blanco, su mandíbula solemne. Las
únicas similitudes en estos hermanos son físicas: ella tiene un parecido notable con su
hermano Tiene su cálida piel marrón, sus ojos son café claro, y tiene las mismas
pestañas largas y oscuras que obstruyen y cierran su expresión del resto de nosotros.
Pero ella ha crecido bastante desde la última vez que la vi. Sus ojos son más grandes,
más profundos que los de Haider, y tiene un pequeño piercing de diamante centrado
justo debajo su labio inferior. Dos diamantes más por encima de su ceja derecha. La
única otra marcada distinción entre ellos es que no puedo ver su cabello.

Ella usa un chal de seda alrededor de su cabeza.

90
Y no puedo evitar quedar calladamente sorprendido. Esto es nuevo. La Nazeera
que yo recuerdo no cubría su cabello, y ¿por qué ahora? Su pañuelo de cabeza es una
reliquia; una parte de nuestra vida pasada. Es un artefacto de una religión y cultura que
ya no existe bajo El Restablecimiento. Nuestro movimiento hace mucho tiempo eliminó
todos los símbolos y prácticas de fe o cultura en un esfuerzo por restablecer identidades
y lealtades; tanto que los lugares de culto estuvieron entre las primeras instituciones de
todo el mundo en ser destruidas. Se dijo que los civiles debían inclinarse ante El
Restablecimiento y nada más. Cruces, semicírculos, estrellas de David —turbantes y
yarmulkes, pañuelos en la cabeza y hábitos de monjas—

Todos son ilegales

Y Nazeera Ibrahim, la hija de un comandante supremo, tiene una cantidad


asombrosa de atrevimiento. Debido a esta bufanda simple, en otra forma un detalle
insustancial, ahora es nada menos que un acto abierto de rebelión. Y estoy tan aturdido,
casi no puedo evitar lo que digo a continuación.

—¿Te cubres el pelo ahora?

Ante esto, ella mira hacia arriba, se encuentra con mis ojos. Ella toma un largo
sorbo de su té y me estudia Y luego, finalmente—

No dice nada.

Siento mi cara a punto de registrar sorpresa y tengo que esforzarme para


mantenerme impasible. Claramente, ella no tiene interés en discutir el tema. Decido
dejarlo pasar. Estoy a punto de decirle algo a Haider, cuando

—Entonces, ¿no crees que alguien se dará cuenta? ¿Que cubras tu cabello?

Es Kenji, hablando y masticando al mismo tiempo. Toco mis dedos con mis
labios y miro hacia otro lado, luchando por ocultar mi repulsión.

Nazeera apuñala un trozo de lechuga en su plato. Lo come.

—Quiero decir que tienes que saber, —le dice Kenji, aún masticando, —que lo
que estás usando es una ofensa punible con encarcelamiento.

Ella parece sorprendida de encontrar a Kenji persistiendo en el tema, sus ojos


evaluándolo como si fuera un idiota. —Lo siento, —dice en voz baja, poniendo abajo su
tenedor, —¿pero quién eres tú exactamente?

—Nazeera, —dice Haider, tratando de sonreír mientras le dispara a ella un


cuidadoso vistazo. —Por favor recuerda que somos invitados —

91
—No me di cuenta de que había un código de vestimenta aquí.

—Oh, bueno, supongo que no tenemos un código de vestimenta aquí, —dice


Kenji entre mordiscos, ajeno a la tensión. —Pero eso es solo porque tenemos un nuevo
comandante supremo que no es un psicópata. Pero es ilegal vestirse como eso, —dice,
señalando su rostro con su cuchara, —como, literalmente, en todas partes. ¿Verdad? —
Mira a su alrededor, pero nadie responde. —¿No es así?", —me dice, ansioso por la
confirmación.

Asiento con la cabeza. Despacio.

Nazeera toma otro trago largo de su té, con cuidado de colocar la taza en su
platillo antes de recortarse, nos mira a los ojos y dice: —¿Lo cual crees que me importa?

—Quiero decir —Kenji frunce el ceño— ¿no te tiene que importar? Tu padre es
un supremo comandante. —¿Él siquiera sabe que te pones esa cosa —Otro gesto hacia su
cabeza —en público? ¿No se va a enojar?

Esto no está yendo bien.

Nazeera, que acababa de recoger su tenedor de nuevo para lanzar un poco de


comida en su plato, lo baja y suspira. A diferencia de su hermano, ella habla inglés
perfectamente sin acento.

Ella solo mira a Kenji cuando dice: —¿Esto?

—Lo siento, —dice tímidamente. —No sé cómo se llama.

Ella le sonríe, pero no hay calidez en ésta. Solo una advertencia. —Hombres, —
ella dice, —siempre están tan desconcertados por la ropa de las mujeres. Tantas
opiniones sobre un cuerpo que no les pertenece. Cúbrete, no te cubras —agita su mano—
ninguna puede decidir.

—Pero… eso no es lo que yo, —Kenji trata de decir.

—¿Sabes lo que pienso, —dice, todavía sonriendo—, sobre alguien que dice qué es
legal o ilegal sobre la forma en que me visto?

Ella levanta sus dos dedos medios.

Kenji se atraganta.

—Adelante, —dice, sus ojos parpadean con enojo mientras levanta su tenedor de
nuevo. —Dile a mi papá. Alerta a los ejércitos. Me importa una mierda.

—Nazeera —

92
—Cállate, Haider.

—Whoa… hey.. lo siento, —dice Kenji de repente, pareciendo aterrado. No


pretendía…

—Lo que sea, —dice, poniendo los ojos en blanco. —No tengo hambre. —Se
levanta repentinamente. Intencionalmente. Hay algo interesante sobre su enojo. Su
protesta poco sutil. Y ella es más impresionante de pie.

Ella tiene las mismas piernas largas y la forma delgada como su hermano, y se
lleva a ella misma con gran orgullo, como alguien que nació con posición y privilegio.
Ella usa una túnica gris cortada de tela fina y pesada; ceñidos pantalones de cuero; botas
pesadas; y un conjunto de brillantes nudillos de oro en ambas manos.

Y no soy el único que mira.

Juliette, que ha estado mirando en silencio todo este tiempo, está mirando hacia
arriba, asombrada. Prácticamente puedo ver su proceso de pensamiento cuando de
repente se pone rígida, echa un vistazo a su propio conjunto, y cruza sus brazos sobre su
pecho como si escondiera su suéter rosa de la vista. Ella tira de sus mangas como si
pudiera arrancarlas.

Es tan adorable que casi la beso en ese momento.

Un silencio pesado e incómodo se establece entre nosotros después de que


Nazeera se fue.

Todos esperábamos un interrogatorio en profundidad de parte Haider esta noche;


en cambio, él hurga en su comida en silencio, luciendo cansado y avergonzado. Ninguna
cantidad de dinero o prestigio puede salvar a cualquiera de nosotros de la agonía de las
incómodas cenas familiares

—¿Por qué tenías que decir algo? —Kenji me da un codazo, y me estremezco,


sorprendido.

—¿Disculpa?

—Esto es tu culpa, —sisea, bajo y ansioso. —No deberías haber dicho cualquier
cosa sobre su bufanda.

—Hice una pregunta, —le dije con rigidez. —Tú eres el que siguió empujando —

—Sí, ¡pero tú lo comenzaste! ¿Por qué siquiera tienes que decir algo?

93
—Ella es la hija de un comandante supremo, —le digo, luchando por mantener mi
baja mi voz —Ella sabe mejor que nadie que lo que lleva puesto es ilegal bajo las leyes
del Restablecimiento —

—Oh, Dios mío, —dice Kenji, sacudiendo la cabeza. —Solo... solo detente, ¿de
acuerdo?

—Cómo te atreves —

—¿De qué están cuchicheando?, —dice Juliette, inclinándose.

—Solo de que tu novio no sabe cuándo cerrar la boca, —Kenji dice, recogiendo
otra cucharada de comida.

—Tú eres el que no puede mantener la boca cerrada. —Me alejo. —No puedes
incluso admitirlo mientras comes un bocado de comida. De todas las cosas
repugnantes…

—Cállate hombre. Tengo hambre.

—Creo que me retiraré por la noche también, —dice Haider de repente. Se pone
de pie.

Todos miramos hacia arriba.

—Por supuesto, —digo. Me levanto para darle las buenas noches.

—Ani aasef, —dice Haider, mirando hacia abajo a su cena a medio comer. —Yo
estaba esperando tener una conversación más productiva con todos ustedes esta noche,
pero me temo que mi hermana no está feliz de estar aquí; ella no quería irse a casa. —
Suspira. —Pero conoces a Baba, —me dice. —Él no le dio elección. —Haider se encoge
de hombros. Intenta una sonrisa. —Ella todavía no entiende lo que hacemos, la forma en
que vivimos ahora, —titubea—, es la vida que se nos dio. Ninguno de nosotros tiene otra
opción.

Y por primera vez esta noche me sorprende; reconozco algo en sus ojos. Un
parpadeo de dolor. El peso de la responsabilidad. De la expectativa.

Sé muy bien lo que es ser el hijo de un comandante supremo del


Restablecimiento y atreverse a estar en desacuerdo.

—Por supuesto, —le digo. —Entiendo.

Realmente lo hago.

94
Juliette
Warner acompaña a Haider a su residencia, y poco después de que se hayan ido,
el resto de nuestro grupo se separa. Fue una cena extraña, muy corta con muchas
sorpresas, y me duele la cabeza. Estoy lista para la cama. Kenji y yo estamos haciendo
nuestro camino a las habitaciones de Warner en silencio, ambos perdidos en nuestros
pensamientos.

Es Kenji quien habla primero.

—Entonces, estuviste bastante tranquila esta noche, —dice.

—Sí. —Me río, pero no hay vida en eso. —Estoy agotada, Kenji. Fue un día raro.
Una noche aún más extraña.

—¿Qué fue raro?

—Um, no sé, ¿qué tal si comenzamos con el hecho de que Warner habla siete
idiomas? —Miro hacia arriba, miro sus ojos. —Quiero decir, ¿qué demonios? A veces creo
que lo conozco muy bien, y luego sucede algo como esto y simplemente —sacudo la
cabeza— me saca de quicio. Tenías razón, —digo. —Yo todavía no sé nada sobre él.
Además, ¿qué estoy haciendo de todas formas? No dije algo en la cena porque no tenía
idea de qué decir.

Kenji deja escapar un suspiro. —Sí. Bien. Siete idiomas es bastante loco. Pero,
quiero decir, debes recordar que él nació en esto, ¿sabes? Warner tuvo estudios que
nunca has tenido.

—Ese es exactamente mi punto.

—Oye, estarás bien, —dice Kenji, apretando mi hombro. —Vas a estar bien.

—Estaba empezando a sentir que tal vez podría hacer esto, —le digo. —Yo solo
tuve esta charla con Warner hoy que realmente me hizo sentir mejor. Y ahora ni
siquiera puedo recordar por qué. —Suspiro. Cierro los ojos. —Me siento muy estúpida,
Kenji. Todos los días me siento cada más estúpida.

—Tal vez te estás haciendo vieja. Senil. —Él golpea su cabeza. —Ya sabes.

—Cállate.

—Entonces, eh —se ríe—. Sé que fue una noche extraña y todo, pero ¿qué
piensas? ¿En general?

95
—¿De qué? —Lo miro.

—De Haider y Nazeera, —dice. —¿Pensamientos? ¿Sentimientos? ¿Sociópatas, sí


o ¿no?

—Oh. —Frunzo el ceño. —Quiero decir, son muy diferentes el uno del otro.
Haider es tan ruidoso. Y Nazeera es… No lo sé. Nunca antes había conocido a alguien
como ella. Creo que respeto el que ella defienda a su padre y al Restablecimiento, pero
no tengo idea de cuáles son sus verdaderas motivaciones, así que no estoy segura de que
deba darle demasiado crédito. —Suspiro. —De todos modos, ella parece realmente…
enojada.

Y realmente hermosa. Y realmente intimidante.

La dolorosa verdad es que nunca antes me había sentido tan intimidada por otra
chica, y no sé cómo admitirlo en voz alta. Todo el día y durante el última par de
semanas, me he sentido como un impostor. Una niña. Odio lo fácil que me desvanezco
y pierdo la confianza, cómo dudo entre quién era y quién podría ser. Mi pasado todavía
se aferra a mí, las manos esqueléticas me retienen incluso mientras avanzo en la luz. Y
no puedo evitar preguntarme qué diferente sería hoy si hubiera alguna vez tenido a
alguien que me animara cuando estaba creciendo. Nunca tuve fuertes modelos de roles
femeninos. Este encuentro con Nazeera esta noche, viendo qué tan alta y valiente fue...
me hizo preguntarme de dónde aprendió a ser de esa manera.

Me hizo desear haber tenido una hermana. O una madre. Alguien de quien
aprender y con quien recargarme. Una mujer que me enseñe a ser valiente en este
cuerpo, entre estos hombres.

Nunca he tenido eso.

En cambio, crecí con una dieta constante de burlas y abucheos, golpes en mi


corazón, bofetadas en la cara. Dichos repetidamente de que no valía nada. Un monstruo.

Nunca amé. Nunca fui protegida del mundo.

A Nazeera no parece importarle lo que otras personas piensen, y deseo mucho de


tener su confianza. Sé que he cambiado mucho, que he llegado muy lejos de quien solía
ser, pero quiero más que nada ser solo alguien confiada y sin disculparme sobre quién
soy y cómo me siento, y sin tener que intentar tan duro todo el tiempo. Todavía estoy
trabajando en esa parte de mí misma.

—Correcto, —está diciendo Kenji. —Sí. Bastante enojado. Pero —

—¿Disculpa?

96
Al sonido de su voz ambos giramos.

—Hablando del diablo, —dice en voz baja Kenji.

—Lo siento, creo que estoy perdida, —dice Nazeera. —Pensé que conocía este
edificio bastante bien, pero hay un montón de construcción siendo hecha y es… bastante
desconcertante ¿Alguno de ustedes me puede decir cómo salir?

Ella casi sonríe.

—Oh, claro, —le digo, y casi le devuelvo la sonrisa. —En realidad, —me
detengo— creo que podrías estar en el lado equivocado del edificio. ¿Recuerdas desde
cuál entrada viniste?

Ella se detiene a pensar. —Creo que nos quedamos en el lado sur, —dice, y me
muestra una sonrisa completa y real por primera vez. Entonces vacila. —Espera. El que
pensé que era el lado sur. Lo siento, —dice, frunciendo el ceño. —Acabo de llegar hace
un par horas, Haider llegó aquí antes que yo...

—Entiendo totalmente, —le digo, interrumpiéndola con un gesto. —No te


preocupes, también me tomó un tiempo navegar a través de la construcción. En realidad,
¿sabes qué? Kenji conoce su camino incluso mejor que yo. Este es Kenji, por cierto. No
creo que hayan sido formalmente presentados esta noche.

—Sí, hola, —dice, su sonrisa desapareció en un instante. —Lo recuerdo.

Kenji la está mirando como un idiota. Ojos abiertos, parpadeando. Los labios
separados ligeramente. Le golpeo el brazo y él grita, sorprendido, pero vuelve a la vida.
—Oh, correcto, —dice rápidamente. —Hola. Hola, hola, um, perdón por la cena.

Ella levanta una ceja hacia él.

Y por primera vez en todo el tiempo que lo conozco, Kenji en realidad se sonroja.
Se sonroja. —No realmente, —dice. —Yo, eh, creo que tu —bufanda— es, eh, realmente
genial.

—Uh Huh.

—¿De qué está hecha?, —dice, estirándose para tocar su cabeza. —Parece tan
suave —

Ella golpea su mano, retrocediendo visiblemente incluso en esta tenue luz. —


¿Qué carajos? ¿Hablas en serio ahora mismo?

—¿Qué? —Kenji parpadea, confundido. —¿Qué hice?

97
Nazeera se ríe, su expresión es una mezcla de confusión y vago disgusto. —
¿Cómo estás tan mal en esto?

Kenji se queda inmóvil, con la boca abierta. —Yo no, um, no sé, como, ¿cuáles
son las reglas? Como, ¿puedo llamarte alguna vez o..?

Me río de repente, fuerte y torpe, y pellizco a Kenji en el brazo.

Kenji maldice en voz alta. Me dispara una mirada enojada.

Muestro una brillante sonrisa en mi cara y le hablo solo a Nazeera. —Entonces,


sí, um, si quieres llegar a la salida sur, —lo digo rápido—, tu mejor opción es volver por
el pasillo y girar tres veces a izquierda. Verás las puertas dobles a tu derecha —solo
pídele a uno de los soldados que te lleve desde allí.

—Gracias, —dice Nazeera, devolviendo mi sonrisa antes de lanzar una mirada


extraña en la dirección de Kenji. Todavía se está masajeando el hombro lesionado
mientras le agita un adiós débil.

Solo después de que ella se va, finalmente giro y siseo, —¿Qué en el infierno te
pasa? —y Kenji me toma del brazo, se para débil en sus rodillas, y dice,

—Oh, Dios mío, J, creo que estoy enamorado.

Lo ignoro.

—No, en serio, —dice, —¿Es esto lo que es? Porque nunca he estado en el amor
antes, entonces no sé si esto es amor o si solo tengo, como, ¿envenenamiento por
comida?

—Ni siquiera la conoces, —le digo, poniendo los ojos en blanco—, así que
supongo que probablemente es intoxicación alimentaria.

—¿Crees que sí?

Le miro con los ojos entrecerrados, pero basta con una mirada para perder mi hilo
de ira. Su expresión es tan rara y tonta, tan feliz como una bofetada. Casi me siento mal
por él.

Suspiro, empujándolo hacia adelante. Él sigue parándose en el lugar sin razón. —


Yo no lo sé. ¿Creo que tal vez solo estás, ya sabes, atraído por ella? Dios, Kenji, me diste
tanta mierda por actuar así sobre Adam y Warner y ahora aquí estás, siendo todo
hormonal...

—Lo que sea. Me lo debes.

98
Le frunzo el ceño.

Él se encoge de hombros, todavía radiante. —Quiero decir, sé que ella es


probablemente una sociópata. Y, como, definitivamente me asesinaría en mi sueño. Pero
maldita sea, guau, —dice. —Ella es, como, batshit bonita. El tipo de belleza que hace que
un hombre piense que ser asesinado en sus sueños podría no ser un mal camino a seguir.

—Sí, —le digo, pero en voz baja.

—¿No es así?

—Supongo.

—¿Qué quieres decir? ¿Supones? No estaba haciendo una pregunta. Esa chica es
objetivamente hermosa.

—Por supuesto.

Kenji se detiene, toma mis hombros en sus manos. —¿Cuál es tu problema, J?

—No sé de lo que estás…

—Oh, Dios mío, —dice atónito. —¿Estás celosa?

—No, —le digo, pero prácticamente le grito la palabra.

Él se está riendo ahora. —Eso es una locura. ¿Por qué estás celosa?

Me encojo de hombros, murmuro algo.

—Espera, ¿qué es eso? —Se tapa la oreja con la mano. —¿Estás preocupada de que
te dejaré por otra mujer?

—Cállate, Kenji. No estoy celosa.

—Aw, J.

—No lo estoy. Lo juro. No estoy celosa. Solo soy... soy justa…

Estoy teniendo un momento difícil.

Pero nunca tuve la oportunidad de decir las palabras. Kenji de repente me recoge,
me da vueltas y dice: —Aw, eres tan linda cuando estás celosa.

Y le doy una patada en la rodilla. Dura.

99
Él me tira al suelo, agarra su pierna, y grita palabras tan asquerosas que no
reconozco ni la mitad de ellas. Me alejo, medio culpable, medio satisfecha, su promesa
de patearme el culo a la mañana haciéndose eco mientras me voy.

100
Warner
Me uní a Juliette en su caminata mañanera hoy.

Ella parece profundamente nerviosa ahora, más que nunca, y me culpo a mí


mismo por no prepararla mejor para lo que podría enfrentar como suprema comandante.
Ella regresó a nuestra habitación anoche presa del pánico, dijo algo sobre desear hablar
más idiomas, y luego se negó a hablar sobre eso.

Siento que se está escondiendo de mí.

O tal vez me he estado escondiendo de ella.

He estado tan absorto en mi propia cabeza, en mis propios problemas, que no he


tenido mucha oportunidad par por in hablar con ella sobre lo que está haciendo
últimamente. Ayer fue la primera vez que ella mencionó sus preocupaciones acerca de
ser una buen líder, y me hace preguntarme cuánto tiempo llevan estos temores
atormentándola. Cuánto tiempo ha estado embotellando todo. Tenemos que encontrar
más tiempo para hablar sobre todo esto; pero me preocupa que ambos nos ahoguemos en
revelaciones.

Estoy seguro de que yo lo estoy.

Mi mente todavía está llena con las tonterías de Castle. Estoy bastante seguro de
que se probará que está mal informado, que ha entendido mal algunos detalles cruciales.
Aún así, estoy desesperado por respuestas concretas, y todavía no he tenido la
oportunidad de inspeccionar los archivos de mi padre.

Así que me quedo aquí, en este estado incierto.

Tenía la esperanza de encontrar algo de tiempo hoy, pero no confío en Haider y


Nazeera estando solos con Juliette. Le di el espacio que necesitaba cuando ella primero
conoció a Haider, pero dejarla sola con ellos ahora sería algo irresponsable. Nuestros
visitantes están aquí por todas las razones equivocadas y probablemente buscando
cualquier razón para jugar olimpiadas mentales crueles con sus emociones. Su carné de
identidad se sorprendería si no quieren aterrorizarla y confundirla. Intimidarla por su
cobardía. Y estoy empezando a preocuparme.

Hay tanto que Juliette no sabe.

Creo que no me he esforzado lo suficiente como para imaginar cómo debe ser
dicha sensación. Doy por hecho demasiado en esta vida militar, y cosas que parecen
obvias para mí todavía son completamente nuevas para ella. Necesito recordar eso.

101
Necesito decirle que tiene su propio arsenal. Que tiene una flota de autos privados; un
chófer personal. Varios jets privados y pilotos a su disposición. Y luego me pregunto, de
repente, si alguna vez ha estado en un avión.

Me detengo, suspendido en mis pensamientos.

Por supuesto que no. Ella no recuerda nada de una vida vivida en cualquier lugar,
que no sea en el Sector 45. Dudo que alguna vez se haya ido a nadar, y mucho menos
haya navegado en un barco en el medio del océano. Ella nunca ha vivido en otro lugar
que no sea entre libros y recuerdos.

Todavía hay mucho que tiene que aprender. Mucho por vencer. Y mientras yo
simpatizo profundamente con sus luchas, realmente no la envidio en esto, la enormidad
de la tarea por delante. Después de todo, hay una razón simple por la que nunca quise el
trabajo de comandante supremo para mí mismo —

Nunca quise la responsabilidad.

Es una tremenda cantidad de trabajo con mucha menos libertad de la que uno
podría esperar; peor, es una posición que requiere una gran cantidad de habilidades
personales. El tipo de habilidad que incluyen tanto matar y encantar a una persona en un
noticia del momento. Dos cosas que detesto.

Traté de convencer a Juliette de que era perfectamente capaz de posarse en los


zapatos de mi padre, pero no parece nada persuadida. Y con Haider y Nazeera ahora
aquí, entiendo por qué parece más insegura que nunca. Ambos, bueno, fue solo Haider,
realmente, pidieron unirse a Juliette. Caminar hasta el agua esta mañana. Ella y Kenji
habían estado discutiendo el tema bajo sus respiraciones, pero sospecho que Haider tiene
una audición más aguda que nosotros. Así que aquí estamos, los cinco de nosotros
caminando por la playa en un silencio incómodo. Haider y Juliette y yo hemos formado
involuntariamente un grupo. Nazeera y Kenji nos siguen algunos pasos atrás.

Nadie está hablando.

Aún así, la playa no es un lugar terrible para pasar la mañana, a pesar del extraño
hedor que surge del agua. En realidad es bastante pacífico. Los sonidos de las olas
rompientes crean un telón de fondo relajante contra los que, de otro modo, ya son días
estresantes.

—Entonces, —Haider finalmente me dice—, ¿vas a asistir al Simposio


Continental este año?

—Por supuesto, —respondo en voz baja. —Asistiré como siempre lo hice. —Una
pausa. —¿Volverás a casa para asistir a tu propio evento?

102
—Lamentablemente no. Nazeera y yo esperábamos acompañarte al Brazo de
América del Norte, pero por supuesto, no estaba seguro de si la Comandante Suprema
Ferrars —mira a Juliette— estaría haciendo una aparición, entonces —

Ella se inclina, con los ojos muy abiertos. —Lo siento, ¿de qué estamos hablando?

Haider frunce el ceño solo un poco en respuesta, pero puedo sentir la profundidad
de su sorpresa. —El Simposio Continental, dice. —¿Seguramente has oído hablar de eso?

Juliette me mira, confundida, y luego —

—Oh, sí, por supuesto, —dice, recordando. —He recibido un montón de cartas
sobre eso. No me di cuenta de que era un gran asunto.

Tengo que luchar contra el impulso de encogerme.

Este fue otro descuido de mi parte.

Juliette y yo hemos hablado sobre el Simposio, por supuesto, pero solo


brevemente. Es un congreso bianual de los 555 regentes de todo el continente. Cada líder
del sector reuniéndose en un solo lugar.

Es una producción masiva.

Haider inclina su cabeza, estudiándola. —Sí, es un gran asunto. Nuestro padre, —


él dice, —está ocupado preparándose para el evento de Asia, así que ha estado en mi
mente un poco últimamente. Pero como el fallecido Supremo Anderson nunca asistió a
reuniones públicas, se preguntó si tú seguirías sus pasos.

—Oh, no, estaré allí, —dice Juliette rápidamente. —No me estoy escondiendo del
mundo como él lo hizo. Por supuesto que estaré allí.

Los ojos de Haider se abren levemente. Él mira de mí hacia ella y de vuelta otra
vez.

—¿Cuándo es exactamente?, —dice ella, y siento que la curiosidad de Haider


crece de repente más intensa.

—¿No has visto tu invitación?, —pregunta, todo inocencia. —El evento es en dos
días.

Ella de repente se da vuelta, pero no antes de que vea que sus mejillas están
enrojecidas. Pude sentir su repentina vergüenza y me rompe el corazón. Odio a Haider
por estar jugando con ella así

—He estado muy ocupada, —dice en voz baja.

103
—Es mi culpa, —interrumpí. —Se suponía que debía seguir con el asunto y se me
olvidó. Pero estaremos finalizando con el programa hoy. Ya es difícil para Delalieu
trabajar en arreglar todos los detalles.

—Maravilloso, —me dice Haider. —Nazeera y yo esperamos incorporarnos


contigo. Nunca antes hemos asistido a un Simposio fuera de Asia.

—Por supuesto, —digo. —Estaremos encantados de tenerlos con nosotros.

Haider mira a Juliette de arriba a abajo, examinando su atuendo, su cabello, sus


zapatos tenis lisos y desgastados; y aunque él no dice nada, puedo sentir su
desaprobación, su escepticismo y finalmente su desilusión en ella.

Me da ganas de tirarlo al océano.

—¿Cuáles son tus planes para el resto de tu estancia aquí? —Pregunto, mirándolo
de cerca ahora.

Él se encoge de hombros, perfecta indiferencia. —Nuestros planes son fluidos.


Solo estamos interesados en pasar tiempo con todos ustedes. —Él me mira. —
¿Realmente viejo amigo? ¿Necesitamos una razón para verte? —Y por un momento, en
el momento más breve, siento dolor genuino detrás de sus palabras. Una sensación de
abandono.

Me sorprende.

Y luego se fue.

—En cualquier caso, —dice Haider—, creo que la Comandante Supremo Ferrars
ya ha recibido una serie de cartas de nuestros otros amigos. Parece que sus solicitudes de
visita se encontraron con el silencio. Me temo que se sintieron un poco dejados de lado
cuando les dije que Nazeera y yo estábamos aquí.

—¿Qué?, —dice Juliette, mirándome antes de mirar a Haider. —Qué otros


amigos? ¿Te refieres a los otros comandantes supremos? Porque yo no he…

—Oh, no, —dice Haider. —No, no, no los otros comandantes. Aún no, de todas
formas. Solo nosotros, los niños. Esperábamos una pequeña reunión. No hemos
conseguido reunir a todo el grupo en demasiado tiempo.

—Todo el grupo, —dice Juliette en voz baja. Entonces frunce el ceño. —¿Cuántos
niños más hay allí?

La exuberancia falsa de Haider se vuelve repentinamente extraña. Fría. Él me


mira con ira y confusión cuando dice: —¿No le has dicho nada sobre nosotros?

104
Ahora Juliette me está mirando. Sus ojos se ensanchan perceptiblemente; puedo
sentir un punto de miedo. Y todavía estoy tratando de encontrar la forma de decirle que
no se preocupe cuando Haider me toma con fuerza del brazo y me empuja hacia
adelante.

—¿Qué estás haciendo? —susurra, las palabras son urgentes, violentas. —Nos
volviste la espalda a todos nosotros, ¿para qué? ¿Por esto? ¿Por una niña? Inta kulish ghabi,
—él dice. —Muy, muy estúpido. Y te prometo, habibi, esto no terminará bien.

Hay una advertencia en sus ojos.

Lo siento entonces, cuando de repente lo suelta, cuando abre un secreto profundo


dentro de su corazón, y algo horrible se instala en la boca de mi estómago. Una
sensación de náuseas. De terrible pavor.

Y finalmente entiendo:

Los comandantes están enviando a sus hijos para asentar las bases aquí porque no
creen que valga la pena su tiempo el venir ellos mismos. Ellos quieren que sus
descendientes se infiltren y examinen nuestra base, usar su juventud para apelar a la
nueva y joven comandante supremo de América del Norte, para fingir camaradería y, en
última instancia, enviar información. Ellos no están interesados en forjar alianzas.

Solo están aquí para descubrir cuánto trabajo se necesitará para destruirnos.

Me alejo, la ira amenaza con deshacer mi compostura, y el agarre Haider en mi


brazo aumenta. Me encuentro con sus ojos. Es solo mi determinación de mantener la
cosas civilizadas por Juliette lo que me impide romper sus dedos fuera de mi cuerpo.

Herir a Haider sería suficiente para comenzar una guerra mundial.

Y él sabe eso.

—¿Qué te ha pasado?, —dice, todavía siseando en mi oído. —No creí cuando


escuché por primera vez que te habías enamorado de una idiota psicótica. Tenía más fe
en ti. Te defendí Pero esto, —dice, sacudiendo la cabeza—, esto es realmente desgarrador.
No puedo creer lo mucho que has cambiado.

Mis dedos se tensan, con ganas de formar puños, y estoy a punto de responder
cuando Juliette, que nos ha estado observando de cerca desde la distancia, dice: —
Suéltalo.

Y hay algo sobre la firmeza en su voz, algo sobre la furia apenas contenida en sus
palabras, que captura la atención de Haider.

105
Él deja caer mi brazo, sorprendido. Gira alrededor.

—Tócalo una vez más, —Juliette dice en voz baja—, y voy a desgarrar tu corazón
fuera de tu cuerpo.

Haider la mira. —¿Disculpa?

Ella da un paso adelante. Se ve de repente aterradora. Hay un fuego en sus ojos.


Una inmovilidad asesina en sus movimientos. —Si alguna vez te atrapo poniendo tus
manos sobre él de nuevo, voy a abrir tu pecho, —dice ella—, y te arrancaré el corazón.

Las cejas de Haider se alzan en su frente. Él parpadea. Vacila. Y luego: —No me


di cuenta de que era algo que podías hacer.

—Por ti, —dice—, lo haría con placer.

Ahora, Haider sonríe. A carcajadas. Y por primera vez desde que llegó, en
realidad se ve sincero. Sus ojos se arrugaron de placer. —¿Te importaría, —le dice, si
tomo prestado a tu Warner por un tiempo? Prometo que no pondré mis manos sobre él.
Me gustaría hablar.

Ella me mira entonces, una pregunta en sus ojos.

Pero solo puedo sonreírle. Quiero recogerla y llevármela. Llevarla a algún lugar
tranquilo y perderme en ella. Me encanta que la chica que se sonroja tan fácilmente en
mis brazos sea la misma que mataría a un hombre por lastimarme.

—No tardaré, —digo.

Y ella devuelve mi sonrisa, su rostro transformado una vez más. Solo dura un
par de segundos, pero de alguna manera el tiempo se ralentiza lo suficiente como para
que pueda reunir los muchos detalles de este momento y colocarlo entre mis recuerdos
favoritos. Estoy agradecido, de repente, por este regalo inusual y sobrenatural que tengo
para percibir otras emociones. Todavía es mi secreto, conocido solo por unos pocos: un
secreto que he logrado mantener alejado de mi padre, y de los otros comandantes y sus
niños. Me gusta cómo me siento aparte y diferente de las personas. Siempre lo he
sentido. Pero lo mejor de todo es que me permite saber cuán profundamente Juliette me
ama. Siempre puedo sentir la emoción en sus palabras, en sus ojos. La certeza de que
pelearía por mí. De que me protegerá. Y saber esto hace que mi corazón se sienta tan
lleno que, a veces, cuando estamos juntos, apenas puedo respirar.

Me pregunto si ella sabe que haría cualquier cosa por ella.

106
Juliette
—¡Oh mira! ¡Un pez! —Corro hacia el agua y Kenji me atrapa por la cintura,
arrastrándome hacia atrás.

—Esa agua es asquerosa, J. No deberías acercarte a ella.

—¿Qué? ¿Por qué? —Digo, todavía señalando. —¿No puedes ver al pez? No he
visto uno en el agua en un tiempo realmente largo.

—Sí, bueno, probablemente esté muerto.

—¿Qué? —Miro de nuevo, entrecerrando los ojos. —No, no creo —

—Oh, sí, definitivamente está muerto.

Los dos miramos hacia arriba.

Es lo primero que ha dicho Nazeera en toda la mañana. Ella ha estado muy


callada, mirando y escuchando todo con una inquietante quietud. En realidad, he notado
que pasa la mayor parte de su tiempo mirando a su hermano. Ella no parece interesada
en mí de la forma en que Haider parece estar, y lo encuentro confuso. No entiendo
exactamente por qué están aquí. Sé que tienen curiosidad sobre quién soy yo —lo cual,
honestamente, entiendo—, pero tiene que haber algo más aparte de eso. Y es esta parte
incognoscible, la tensión entre hermano y hermana, la que no puedo comprender

Así que espero a que ella diga más.

No lo hace.

Todavía está mirando a su hermano, que está lejos en la distancia con Warner
ahora, los dos discutiendo algo que ya no podemos escuchar.

Es una escena interesante, los dos juntos.

Warner está usando un traje oscuro, rojo sangre hoy. Sin corbata y sin sobretodo
a pesar de que está helado afuera, solo una camisa negra debajo del blazer, y un par de
botas negras. Él está agarrando el mango de un maletín y tiene un guante en dicha mano
mano, y sus mejillas están rosadas por el frío. Junto a él, el cabello de Haider es un
salvaje e indómito deslumbre de negrura en la mañana gris ligera. Está usando
pantalones negros delgados y la misma camisa de ayer, debajo de un largo abrigo de
terciopelo azul, y no parece en absoluto molesto por el viento que sopla su chaqueta
abierta para revelar su parte superior muy bronceada y su muy construido cuerpo. De
hecho, estoy bastante segura de que es intencional. Los dos caminando altos y solos en la
107
desierta playa, sus botas pesadas dejando huellas en la arena, conforman una imagen
llamativa, pero definitivamente están demasiado vestidos para la ocasión.

Si fuera sincera, me vería obligado a admitir que Haider es tan hermoso como su
hermana, a pesar de su aversión a usar camisas. Pero él parece profundamente
consciente de lo guapo que es, lo que de alguna manera funciona en su contra. En
cualquier caso, nada de eso importa. Solo me interesa el chico que camina a su lado. Por
lo que estoy mirando a Warner cuando Kenji dice algo que me atrae de repente de vuelta
al presente.

—Creo que será mejor que volvamos a la base, J. —Él revisa la hora en el reloj
que solo recientemente comenzó a usar. —Castle dijo que necesita hablar contigo
CUANTO ANTES.

—¿De nuevo?

Kenji asiente. —Sí, y tengo que hablar con las chicas sobre su progreso con
James, ¿recuerdas? Castle quiere un informe. Por cierto, creo que Winston y Alia
finalmente han terminado de arreglar tu traje, y en realidad tienen un nuevo diseño para
que mires cuando tengas la oportunidad. Sé que todavía tienes que revisar el resto de tu
correo a partir de hoy, pero cada vez que termines tal vez podríamos —

—Oye, dice Nazeera, saludándonos mientras camina. —Si ustedes están


volviendo a la base, ¿podrían hacerme un favor y concederme permiso para recorrer a lo
largo del sector por mi cuenta hoy? —Ella me sonríe. —No he vuelto aquí en más de un
año, y me gustaría mirar un poco. Observar lo que ha cambiado.

—Claro, —le digo, y le devuelvo la sonrisa. —Los soldados en la recepción


pueden encargarse de eso. Solo dales tu nombre, y haré que Kenji les envíe mi pre-
autorización —

—Oh sí, en realidad, ¿sabes qué? ¿Por qué no te doy un recorrido yo mismo? —
Kenji la mira. —Este lugar cambió mucho en el último año. Estaría feliz de ser tu guía
turístico.

Nazeera duda. —Pensé que acabo de oírte decir que tenías un montón de cosas
que hacer.

—¿Qué? No. —Se ríe. —Cero cosas que hacer. Soy todo tuyo. Para lo que sea. Ya
sabes.

—Kenji —

Él me da un golpe en la espalda y me estremezco, frunciéndole el ceño.

108
—Um, está bien, —dice Nazeera. —Bueno, tal vez más tarde, si tienes tiempo —

—Tengo tiempo ahora, —dice, y le está sonriendo como un idiota. Como un


verdadero idiota No sé cómo salvarlo de sí mismo. —¿Deberíamos ir yendo? —él dice. —
Podemos comenzar aquí; puedo mostrarte los compuestos primero, si quieres O, quiero
decir, también podemos comenzar en un territorio no regulado. —Se encoge de
hombros. —Lo que sea que prefieras. Sólo házmelo saber.

Nazeera se ve de repente fascinada. Ella está mirando a Kenji como si pudiera


rebanarlo y ponerlo en un estofado. —¿No eres un miembro de la Guardia Suprema? —
Ella dice. —¿No deberías quedarte con tu comandante hasta que ella esté segura de
vuelta a la base?

—Oh, eh, sí, no, ella estará bien, —dice apurado. —Además, tenemos a estos
tipos, —hizo un gesto a los seis soldados que nos seguían—, vigilándola a todo
momento, así que, ella estará a salvo.

Lo pellizco, fuerte, en el costado de su vientre.

Kenji jadea, gira alrededor. —Estamos a solo cinco minutos de la base, —dijo. —
Estarás bien volviendo sola, ¿no?

Lo miro con furia. —Por supuesto que puedo volver sola, —le grito. Susurro. —
No es por eso que estoy enojada. Estoy enojada porque tienes un millón de cosas que
hacer y estás actuando como un idiota frente a una chica que obviamente no está
interesado en ti.

Kenji retrocede, pareciendo herido. —¿Por qué estás tratando de lastimarme, J?


¿Dónde está tu voto de confianza? ¿Dónde está el amor y el apoyo que necesito en esta
hora difícil? Necesito que seas mi respaldo.

—¿Sabes que puedo oírte, verdad? —Nazeera inclina su cabeza a un lado, con los
brazos cruzados contra su pecho. —Estoy parada aquí. —Ella se ve de alguna manera aún
más impresionante hoy, su cabello envuelto en sedas que se ven como oro líquido en la
luz. Ella está usando un suéter rojo intrincadamente tejido, un par de polainas negras de
cuero con textura y botas negras con plataformas de acero. Y todavía tiene esos pesados
nudillos de oro en sus dos puños.

Desearía poder preguntarle de dónde saca su ropa.

Solo me doy cuenta de que Kenji y yo hemos estado mirándola por mucho
tiempo cuando finalmente se aclara la garganta. Ella deja caer los brazos y avanza
cautelosamente, sonriendo, no cruelmente, a Kenji, que de repente parece incapaz de

109
respirar. —Escucha, —dice en voz baja. —Eres lindo. Muy lindo. Tienes una hermosa
cara. Pero esto, —dice, haciendo un gesto entre ellos—, no va a suceder.

Kenji no parece haberla escuchado. —¿Crees que tengo una hermosa cara?

Ella ríe y frunce el ceño al mismo tiempo. Agita dos dedos y dice: —Adiós.

Y eso es todo. Ella se va.

Kenji no dice nada. Sus ojos están fijos en la forma desapareciendo de Nazeera en
la distancia.

Le doy una palmadita en el brazo, intento sonar comprensiva. —Todo estará


bien, —le digo. —El rechazo es…

—Eso fue increíble.

—Uh. ¿Qué?

Él se vuelve para mirarme. —Quiero decir, siempre he sabido que tenía una
hermosa cara. Pero ahora sé, seguro, que tengo una hermosa cara. Y es algo validado.

—Sabes, no creo que me guste este lado tuyo.

—No seas así, J. —Kenji me toca la nariz. —No estés celoso.

—No estoy...

—Quiero decir, también merezco ser feliz, ¿no? —Y se calla de repente. Su


sonrisa se desliza, su risa se apaga, y Kenji parece, aunque sea por un momento, triste. —
Tal vez algún día.

Siento que mi corazón se apodera de mí

—Oye, —le dije suavemente. —Mereces ser el más feliz.

Kenji se pasa una mano por el pelo y suspira. —Sí. Bien.

—Su pérdida, —digo.

Él me mira. —Creo que fue bastante decente, en lo que respecta a los rechazos.

—Ella simplemente no te conoce, le digo. —Eres un premio total.

—¿Lo sé, verdad? Sigo tratando de decírselo a la gente.

—La gente es tonta. —Me encojo de hombros. —Creo que eres maravilloso.

110
—Maravilloso, ¿eh?

—Sip, —digo, y uno mi brazo con el suyo. —Eres inteligente y divertido y


amable y…

—Guapo, —dice. —No te olvides de guapo.

—Y muy guapo, —le digo, asintiendo.

—Sí, me siento halagado, J, pero no me gustas así.

Mi boca se abre.

—¿Cuántas veces tengo que pedirte que dejes de enamorarte de mí?

—¡Oye!, —le dije, alejándome de él. —Eres terrible.

—Pensé que era maravilloso.

—Depende de la hora.

Y él se ríe, en voz alta. —Está bien, niño. ¿Estás lista para regresar?

Suspiro, miro hacia la distancia. —No lo sé. Creo que necesito un poco más de
tiempo sola. Todavía tengo mucho en mi mente. Hay mucho que necesito revisar.

—Lo entiendo, —dice, y me mira con simpatía. —Encárgate de tus cosas.

—Gracias.

—¿Te importa si me voy? Bromas aparte, realmente tengo mucho para hacer hoy.

—Estaré bien. Vete.

—¿Estás segura? ¿Estarás bien aquí por tu cuenta?

—Sí, sí, —le digo, y lo empujo hacia adelante. —Estaré más que bien. Nunca
estoy realmente por mi cuenta, de todos modos. —Hago un gesto con la cabeza hacia los
soldados. —Estos muchachos siempre me están siguiendo.

Kenji asiente, me da un rápido apretón en el brazo y se va.

En cuestión de segundos, estoy sola. Suspiro y me vuelvo hacia el agua, pateando


la arena mientras tanto.

Estoy tan confundida.

111
Estoy atrapada entre diferentes preocupaciones, atrapada por un miedo a lo que
parece mi fracaso inevitable como líder y mis temores por el pasado inescrutable de
Warner. Y la conversación de hoy con Haider no ayudó con esto último. Su
desenmascarada sorpresa ante el hecho de que Warner ni siquiera se haya tomado la
molestia de mencionar a las otras familias, y los niños, con los que creció, realmente me
dejaron alucinada. Me hizo preguntarme cuánto más, no sé, cuanto más hay por
desenterrar.

Sé exactamente cómo me siento cuando lo miro a los ojos, pero a veces Warner
me inquieta. Está tan poco acostumbrado a comunicarse sobre las cosas básicas, ante
cualquiera, que todos los días con él vienen con nuevos descubrimientos. Los cuales no
son del todo malos, de hecho, la mayoría de las cosas que aprendo sobre él solo hacen
que lo ame más, pero incluso las revelaciones inofensivas son ocasionalmente confusas.

La semana pasada lo encontré sentado en su oficina escuchando viejos discos de


vinilo. En su carné de identidad ya había visto su colección de discos antes; tiene una
enorme pila que fue asignada a él por El Restablecimiento, junto con una selección de
libros antiguos y obras de arte —se suponía que estaba clasificando todo, decidiendo qué
conservar y que destruir. Pero nunca lo había visto solo sentarse y escuchar música.

Él no me notó cuando caminé ese día.

Estaba sentado muy quieto, mirando solo a la pared, y escuchando lo que yo más
tarde descubrí que fue un registro de Bob Dylan. Lo sé porque eché un vistazo en su
oficina muchas horas después, posterior a que él se fuera. No pude sacudir mi
curiosidad; Warner solo había escuchado una de las canciones del disco, había reiniciado
la aguja cada vez que la canción terminaba, y quería saber de qué se trataba. Resultó ser
una canción llamada "Like a Rolling Stone".

Todavía no le he dicho lo que vi ese día; quería ver si compartiría la historia


conmigo por sí mismo. Pero él nunca lo mencionó, ni siquiera cuando le pregunté qué
hizo esa tarde. No fue una mentira, exactamente, sino la omisión lo que me hizo
preguntarme por qué me lo ocultaba.

Hay una parte de mí que quiere romper su historia abierta. Quiero saber de él lo
bueno y lo malo y acabar de sacar todos sus secretos y terminar con eso. Porque ahora
estoy segura de que mi imaginación es mucho más peligrosa que cualquier de sus
verdades.

Pero no estoy segura de cómo hacer que eso suceda.

Además, todo se mueve tan rápido ahora. Todos estamos muy ocupados, todo el
tiempo, y es bastante difícil mantener mis propios pensamientos en línea recta. Ni

112
siquiera estoy segura de hacia dónde se dirige nuestra resistencia en este momento.
Todo me preocupa. Las preocupaciones de Castle me preocupan. Los misterios de
Warner me preocupan. Los hijos de los comandantes supremos me preocupan.

Inhalo profundamente y exhalo, largo y fuerte.

Estoy mirando al otro lado del agua, tratando de aclarar mi mente centrándome
en los movimientos fluidos del océano. Fue hace solo tres semanas que me sentí más
fuerte que nunca en mi vida. Finalmente aprendí cómo hacer uso de mi habilidades;
aprendí cómo moderar mi fuerza, cómo proyectar y, lo más importante, cómo activar y
desactivar mis poderes. Y luego aplasté las piernas de Anderson con mis manos
desnudas. Me quedé quieta mientras los soldados vaciaban innumerables rondas de
plomo en mi cuerpo. Yo era invencible.

¿Pero ahora?

Este nuevo trabajo es más de lo que esperaba.

La política, resulta que, es una ciencia que aún no entiendo. ¿Matar cosas,
romperlas, destruirlas? Eso, lo entiendo. Enojarse y enfurecerme para ir a la guerra, lo
entiendo. ¿Pero jugar pacientemente un confuso juego de ajedrez con un grupo de
extraños de todo el mundo?

Dios, prefiero dispararle a alguien.

Me dirijo a la base lentamente, mis zapatos llenándose de arena mientras voy.


Estoy temiéndole a lo que quiera que Castle quiera hablarme, pero me he ido por mucho
tiempo ya. Hay mucho que hacer, y no hay forma que me desligue de esto. Tengo que
enfrentarlo. Tratar con eso, sea lo que sea. Suspiro mientras flexiono y contraigo mis
puños, sintiendo el poder entrar y salir de mi cuerpo. Esto todavía es una extraña
emoción para mí, poder desarmarme a voluntad. Es bueno ser capaz de caminar la
mayoría de los días con mis poderes apagados; es bueno poder accidentalmente tocar la
piel de Kenji sin preocuparme por lastimarlo. Yo recojo dos puñados de arena y
enciendo mis poderes: cierro mi puño y la arena se convierte en polvo. Lo apago: la
arena deja una impresión vaga como picaduras de viruela en mi piel.

Dejo caer la arena, desempolvo los granos restantes de mis palmas y entrecierro
los ojos al sol de la mañana. Estoy buscando a los soldados que me han estado siguiendo
todo este tiempo, porque, de repente, no puedo verlos. Lo cual es extraño, porque los
acabo de ver hace un minuto.

Y luego lo siento —

113
Dolor

Explota en mi espalda.

Es un dolor agudo, punzante, violento y estoy cegada por ello en un instante.


Giro todo en una furia que inmediatamente se apaga, mis sentidos se atenúan incluso
cuando intento aprovecharlos. Levanto mi energía, zumbando de repente con
electricidad, y me pregunto ante mi propia estupidez por olvidarme de volver a encender
mis poderes, especialmente en un lugar abierto como éste. Estaba demasiado distraída.
Demasiado frustrada. Puedo sentir que la bala en mi omóplato me incapacita ahora, pero
lucho en agonía tratando de detectar a mi atacante.

Aún así, soy demasiado lenta.

Otra bala golpea mi muslo, pero esta vez siento que deja solo una herida en mi
carne, rebotando antes de que pueda dejar una gran marca. Mi energía es débil. Y estoy
debilitándome minuto a minuto, creo que debido a la sangre que estoy perdiendo, y
estoy frustrada, tan frustrada por lo rápido que he sido superada.

Estúpida estúpida estúpida —

Corro mientras trato de apresurarme en la arena; todavía soy un objetivo abierto


aquí. Mi atacante podría ser cualquiera, podría estar en cualquier parte, y ni siquiera
estoy segura de hacia dónde mirar cuando de repente tres balas más me golpean: en mi
estómago, mi muñeca, mi pecho. Las balas rompen mi cuerpo y aún así logran extraer
sangre, pero la bala enterrada, enterrada en mi espalda, está enviando cegadores destellos
de dolor a través de mis venas y jadeo, mi boca se congela y no puedo retener mi
respiración y el tormento es tan intenso que no puedo evitar preguntarme si esto es una
arma especial, si éstas son balas especiales —

Oh.

El sonido pequeño y sin aliento sale de mi cuerpo cuando mis rodillas golpean la
arena y ahora estoy bastante segura, bastante segura de que estas balas han sido
mezcladas con veneno, lo que significaría que incluso estas, estas heridas en mi carne
serían peligrosas.

Me caigo, la cabeza dando vueltas hacia atrás sobre la arena, demasiado mareada
para ver claramente. Mis labios se entumecen, mis huesos se aligeran y mi sangre, mi
sangre chapotea rápido y extraño y me echo a reír, pensando que veo un pájaro en el
cielo, no solo uno sino muchos de ellos todos a la vez volando volando.

De repente no puedo respirar.

114
Alguien tiene su brazo alrededor de mi cuello; me están arrastrando hacia atrás y
me estoy ahogando, escupiendo y perdiendo mis pulmones y no puedo sentir mi lengua
y estoy dando patadas a la arena con tanta fuerza que he perdido los zapatos y creo que
aquí está, la muerte de nuevo, tan pronto tan pronto, estaba demasiado cansada de todos
modos y luego

La presión se fue

Tan rápido.

Estoy jadeando y tosiendo y hay arena en mi pelo y en mis dientes y estoy


viendo colores y pájaros, tantos pájaros, y estoy girando y —

crack

Algo se rompe y suena como un hueso. Mi vista se agudiza por un instante y


logro ver algo frente a mí. Alguien. Entrecierro los ojos, sintiendo que mi boca podría
tragar y creo que debe ser el veneno pero no lo es; es Nazeera, tan bonita, tan bonita,
parada frente a mí, sus manos alrededor del cuello inerte de un hombre y luego ella lo
deja caer al suelo

Me levanta

Eres tan fuerte y tan linda murmuro, tan fuerte y quiero ser como tú, yo le digo.

Y ella dice shhh y me dice que esté quieta, me dice que estaré bien

y me lleva lejos

115
Warner
Pánico, terror, miedo sin límites de culpa —

Apenas puedo sentir mis pies cuando golpean el suelo, mi corazón late con tanta
fuerza que duele físicamente. Me estoy dirigiendo hacia nuestro ala médica a medio
construir en el piso quince y tratando de no ahogarme en la oscuridad de mis propios
pensamientos. Tengo que luchar contra el instinto de cerrar los ojos mientras corro,
tomando las escaleras de emergencia de dos en dos porque, por supuesto, el ascensor más
cercano está temporalmente cerrado por reparaciones.

Nunca he sido tan tonto.

¿Qué estaba pensando? ¿Qué estaba pensando? Simplemente me alejé. Sigo


cometiendo errores. Sigo haciendo suposiciones. Y nunca he estado tan desesperado por
el vocabulario poco elegante de Kishimoto. Dios, las cosas que desearía poder decir. Las
cosas que me gustaría gritar. Nunca he estado tan enojado conmigo mismo. Estaba tan
seguro de que ella estaría bien, estaba tan seguro de que ella sabía que nunca se movería
desprotegida en la intemperie —

Una súbita oleada de terror me abruma.

La eliminaré.

La eliminaré, incluso cuando mi pecho arremete con agotamiento e indignación.


Es irracional, estar enojado con la agonía, es inútil, lo sé, estar enojado con este dolor —y
sin embargo, aquí estoy. Me siento impotente. Quiero verla. Quiero abrazarla. Quiero
preguntarle cómo pudo haber podido bajar la guardia mientras caminaba sola, afuera en
la intemperie.

Algo en mi pecho se siente como si pudiera romperse cuando alcanzo el último


piso, mis pulmones ardiendo por el esfuerzo. Mi corazón está bombeando furiosamente.
Aun así, paso apresuradamente por el pasillo. La desesperación y el terror alimentan mi
necesidad de encontrarla.

Me detengo abruptamente en mi lugar cuando vuelve el pánico.

Una ola de miedo me dobla la espalda y estoy doblado, las manos en las rodillas,
tratando de respirar. Es espontáneo, este dolor. Abrumador. Siento un sorpresivo
pinchazo detrás de mis ojos. Parpadeo, con fuerza, luchando contra la emoción.

¿Cómo pasó esto? Quiero preguntarle a ella.

116
¿No te diste cuenta de que alguien trataría de matarte?

Casi estoy temblando cuando llego a la habitación en la que la mantienen dentro.


Casi no puedo darle sentido a su cuerpo flácido y manchado de sangre sobre la mesa de
metal. Corro medio ciego y les pido a Sonya y a Sara que vuelvan a hacer lo que han
hecho una vez antes: ayudarme a sanarla.

Solo entonces me doy cuenta de que la habitación está llena.

Me estoy arrancando la chaqueta cuando noto a los demás. Las cifras son
presionadas contra las paredes: formas de personas que probablemente conozco y que no
me molesto en nombrar. Aún así, de alguna manera, ella se destaca para mí.

Nazeera.

Podría cerrar mis manos alrededor de su garganta.

—Sal de aquí, —me ahogo con una voz que no suena como la mía.

Ella se ve realmente conmocionada.

—No sé cómo manejaste esto, —le digo—, pero esto es culpa tuya, tú, y tu
hermano, tú le hiciste esto a ella...

—Si quieres conocer al hombre responsable, —dice, fría y plana—, eres


bienvenido a eso. Él no tiene identificación, pero los tatuajes en sus brazos indican que
podría ser de un sector vecino. Su cadáver está en una celda subterránea.,

Mi corazón se detiene, luego se reinicia. —¿Qué?

—¿Aaron? —Es Juliette, Juliette, mi Juliette—

—No te preocupes, amor, —digo rápidamente—, vamos a arreglar esto, ¿de


acuerdo? Las chicas están aquí y vamos a hacer esto de nuevo, como la última vez —

—Nazeera, —dice ella, con los ojos cerrados y los labios entrecerrados.

—¿Sí? —Me congelo. —¿Qué hay de Nazeera?

—Salvado —su boca detiene el movimiento, luego traga —mi vida.

Miro a Nazeera, entonces. Estudiándola. Ella parece tallada en piedra, inmóvil en


medio del caos. Está mirando a Juliette con una mirada curiosa en su cara, y no puedo
leerla en absoluto. Pero no necesito una habilidad sobrenatural para decirme que algo
está mal sobre esta chica. El instinto humano básico me dice que hay algo que ella sabe,
algo que no me está diciendo, y hace que desconfíe de ella.

117
Entonces cuando finalmente se vuelve en mi dirección, sus ojos profundos,
firmes y espantosamente serios, siento un ataque de pánico que me atraviesa el pecho.

Juliette está durmiendo ahora.

Nunca estuve más agradecido por mi capacidad inhumana de robar y de


manifestar las energías ajenas de la gente de lo que lo estoy en estos desafortunados
momentos. A menudo hemos esperado que ahora, después de que Juliette aprendiera a
encender y apagar su toque letal, Sonya y Sara podrían curarla, que podrían colocar sus
manos sobre su cuerpo en caso de emergencia sin preocuparse por su propia seguridad.
Pero Castle ha señalado que aún existe la posibilidad de que, una vez que el cuerpo de
Juliette haya comenzado a sanar, su trauma medio curado podría instintivamente
disparar viejas defensas, incluso sin el permiso de Juliette. En ese estado y en caso de
emergencia, la piel de Juliette podría, accidentalmente, volverse letal una vez más. Es un
riesgo, un experimento, que esperábamos nunca tener que enfrentar. ¿Pero ahora?

¿Qué pasa si yo no estuviera cerca? ¿Qué pasa si no tuviera este extraño regalo?

No puedo pensar en ello.

Así que me siento aquí, cabeza en mis manos. Espero tranquilamente afuera de
su puerta mientras ella reposa de sus heridas. Las propiedades curativas siguen
trabajando su camino a través de ella cuerpo.

Hasta entonces, las olas de emoción continúan asaltándome.

Es inconmensurable, esta frustración. Frustración con Kenji por haber dejado a


Juliette sola. La frustración con los seis soldados que fueron tan fácilmente despojados
de sus armas y sus facultades por este único asaltante no identificado. Pero más que
todo, Dios, sobre todo, nunca he estado tan frustrado conmigo mismo.

He sido negligente.

Deje que esto suceda. Mis descuidos. Mi estúpido encaprichamiento con mi


propio padre —las consecuencias de mis propios sentimientos después de su muerte—
los patéticos dramas de mi pasado. Me dejé distraer; estaba absorto en mí mismo,
consumido por mis propias preocupaciones y temas diarios.

Lo que es mi culpa.

Es mi culpa por malentender.

118
Es culpa mía por pensar que estaba bien, que no necesitaba más de mí —más
estímulo, más motivación, más orientación— sobre una base diaria. Ella siguió
mostrando estos tremendos momentos de crecimiento y cambio, y me desarmó. Solo
ahora me estoy dando cuenta de que estos momentos son engañosos. Ella necesita más
tiempo, más oportunidades para consolidar su nueva fortaleza. Necesita practicar; y
necesita ser empujada a practicar. Para ser inflexible, para siempre y siempre luchar por
ella misma.

Y ha llegado tan lejos.

Ella es, hoy, casi irreconocible de la temblorosa joven que conocí por primera vez.
Ella es fuerte. Ya no está aterrorizada de todo. Pero todavía tiene solo diecisiete años. Y
solo ha estado haciendo esto por un corto tiempo.

Y lo sigo olvidando.

Debería haberle aconsejado cuando dijo que quería hacerse cargo del trabajo de
comandante supremo. Debería haber dicho algo entonces. Debería haberme asegurado
que ella entendía la amplitud de en lo que se estaría metiendo. Debería haberle advertido
que sus enemigos inevitablemente atentarías contra su vida—

Tengo que apartar mis manos de mi cara. Inconscientemente presiono mi dedos


tan duros en mi piel que me he dado un nuevo dolor de cabeza.

Suspiro y me recuesto contra la silla, extendiendo mis piernas mientras mi


cabeza golpea el frío muro de concreto detrás de mí. Me siento entumecido y, de alguna
manera, todavía electrificado. Con enfado. Con impotencia. Con esta necesidad
imposible de gritarle a alguien, a cualquiera. Mis puños se aprietan. Cierro mis ojos. Ella
tiene que estar bien. Tiene que estar bien para su bien y por mi bien, porque la necesito,
y porque necesito que ella esté segura—

Una garganta se despeja.

Castle se sienta en el asiento a mi lado. No miro en su dirección.

—Señor Warner, —dice.

No respondo

—¿Cómo estás, hijo?

Una pregunta idiota

—Esto, —dice en voz baja, señalando con la mano hacia su habitación—, es un


problema mucho más grande de lo que nadie admitirá. Creo que tú también lo sabes.

119
Me pongo rígido.

Él me mira.

Me vuelvo solo una pulgada en su dirección. Finalmente noto las débiles líneas
alrededor de sus ojos, su frente. Los hilos de plata brillando a través de las rastas atadas
en su cuello. No sé qué edad tiene Castle, pero sospecho que tiene edad suficiente para
ser mi padre —¿Tienes algo que decir?

—Ella no puede liderar esta resistencia, —dice, entrecerrando los ojos ante algo
en la distancia. —Es demasiado joven. Demasiado inexperta. Demasiado enojada. Tú lo
sabes, ¿verdad?

—No.

—Deberías haber sido tú, —dice Castle. —Siempre esperé secretamente, desde el
día en que apareciste en Omega Point, que hubieras sido tú. Que te unirías a nosotros. Y
nos guiarías. —Él niega con la cabeza. —Naciste para esto. Hubieras logrado todo
maravillosamente.

—No quería este trabajo, —le dije, agudo y cortante. —Nuestra nación necesitaba
un cambio. Necesitaba un líder con corazón y pasión y yo no soy esa persona. Juliette se
preocupa por estas personas. Se preocupa por sus esperanzas, sus miedos, y luchará por
ellos de una manera que yo nunca lo haría.

Castle suspira. —No puede luchar por nadie si está muerta, hijo.

—Juliette va a estar bien, —le dije con enojo. —Ella está descansando ahora.

Castle está tranquilo por un tiempo.

Cuando finalmente rompe el silencio, dice: —Es mi gran esperanza que, muy
pronto, dejarás de fingir que no me entiendes. Ciertamente respeto tu inteligencia
demasiado para corresponder con tal pretensión. —Él está mirando al suelo. Sus cejas se
unen. —Sabes muy bien a lo que intento llegar.

—¿Y cuál es tu punto?

Él se vuelve para mirarme. Ojos marrones, piel morena, cabello castaño. El


blanco de sus dientes se muestra mientras habla. —¿Dices que la amas?

Siento que mi corazón palpita de repente, el sonido tamborileando en mis oídos.


Es tan difícil para mí admitir este tipo de cosas en voz alta. Para un verdadero extraño.

—¿Realmente la amas?, —pregunta de nuevo.

120
—Sí, —le susurro. —Lo hago.

—Entonces detenla. Detenla antes que ellos. Antes de que este experimento la
destruya.

Me alejo, mi pecho se agita.

—Todavía no me crees, —dice. —Aunque sabes que te estoy diciendo la verdad.

—Solo sé que crees que me estás diciendo la verdad.

Castle niega con la cabeza. —Sus padres vienen por ella, —dice. —Y cuando lo
hagan, sabrán con certeza que no los he desviado. Pero para entonces, —dice—, será
demasiado tarde.

—Tu teoría no tiene ningún sentido, —le dije, frustrado. —Tengo documentos
afirmando que los padres biológicos de Juliette murieron hace mucho tiempo.

Él entorna los ojos. —Los documentos se falsifican fácilmente.

—No en este caso—, digo. —No es posible.

—Te aseguro que así es.

Todavía estoy sacudiendo la cabeza. —No creo que entiendas, —digo. —Tengo
todos los archivos de Juliette, —le digo—, y la fecha de muerte de sus padres biológicos
siempre se ha estipulado claramente. Quizás confundiste a estas personas con sus padres
adoptivos —

—Los padres adoptivos solo tuvieron la custodia de un hijo, de Juliette, ¿correcto?

—Sí.

—Entonces, ¿cómo explicas al segundo niño?

—¿Qué? —Lo miro fijamente. —¿Qué segundo hijo?

—Emmaline, su hermana mayor. Recuerdas a Emmaline, por supuesto.

Ahora estoy convencido de que Castle está desquiciado. —Dios mío, —le digo.
"Realmente has perdido la cabeza.

—Tonterías, —dice. —Has conocido a Emmaline muchas veces, señor Warner.


Tú puede que no supieras quién era en ese momento, pero has vivido en su mundo. Has
interactuado con ella en detalle. ¿No es así?

—Me temo que estás muy mal informado.

121
—Intenta recordar, hijo.

—¿Intentar recordar qué?

—Tenías dieciséis. Tu madre estaba muriendo. Hubo rumores de que tu padre


pronto sería promovido de comandante y regente del Sector 45 a Comandante Supremo
de América del Norte. Sabías que, en un par de años, ibas a mudarte a la capital. No
querías ir. No querías dejar a tu madre atrás, entonces ofreciste tomar su lugar. Tomar al
Sector 45. Y estabas dispuesto a hacer cualquier cosa.

Siento que la sangre sale de mi cuerpo.

—Tu padre te dio un trabajo.

—No, —le susurro.

—¿Recuerdas lo que te hizo hacer?

Miro a mis manos abiertas y vacías. Mi pulso se acelera. Mi mente gira en


espiral.

—¿Recuerdas, hijo?

—¿Cuánto sabes? —Digo, pero mi cara se siente paralizada. —Sobre mi —¿sobre


esto?

—No tanto como tú. Pero más que la mayoría.

Me hundo en la silla. La habitación gira a mi alrededor.

Solo puedo imaginar lo que mi padre diría si estuviera vivo para ver esto ahora.
Patético. Eres patético. No tienes a nadie a quien culpar sino a ti mismo, él diría.
Siempre estás arruinando todo, poniendo tus emociones antes de tu deber —

—¿Cuánto tiempo lo has sabido? —Lo miro, la ansiedad envía olas de calor no
deseado en mi espalda. —¿Por qué nunca has dicho nada?

Castle se mueve en su silla. —No estoy seguro de si cuánto debería decir sobre
esto importa. No sé cuánto puedo confiar en ti.

—¿No puedes confiar en mí? —Digo, perdiendo el control. —Tú eres el que ha
sido soportado todo este tiempo. —Alzo la vista de repente, dándome cuenta de que —
¿Kishimoto sabe sobre esto?

—No.

Mis funciones se reorganizan. Sorprendido.


122
Castle suspira. —Lo sabrá pronto. Como todos los demás lo harán.

Niego con incredulidad. —Entonces me estás diciendo que eso, esa chica, ¿eso era
su hermana?

Castle asiente.

—Eso no es posible.

—Es un hecho.

—¿Cómo puede ser esto cierto?, —le dije, sentándome más recto. —Yo sabría si
era verdad. Tendría los datos clasificados, me habrían informado...

—Todavía eres un niño, Sr. Warner. Lo olvidas a veces. Olvidas que tu padre no
te contó todo.

—Entonces, ¿cómo lo sabes? ¿Cómo sabes algo de esto?

Castle me mira. —Sé que piensas que soy un tonto, —dice—, pero no soy tan
simple como podrías esperar Yo también una vez intenté liderar esta nación e hice gran
parte de mi propia investigación durante mi tiempo bajo tierra. Pasé décadas
construyendo Omega Point. ¿Crees que lo hice sin entender también a mis enemigos?
Tenía archivos de tres pies de profundidad sobre cada comandante supremo, sus
familias, sus hábitos personales, sus colores favoritos. —Él entorna los ojos. —
Seguramente no pensaste que era tan ingenuo.

—Los comandantes supremos del mundo tienen una gran cantidad de secretos —
dice Castle. —Y estoy al tanto de solo algunos de ellos. Pero la información que reuní en
los comienzos del Restablecimiento ha demostrado ser cierta.

Solo puedo mirarlo fijamente, sin comprender.

—Fue por la fuerza lo que descubrí cuando conocí a una joven mujer con un
toque letal, a la que se estaban llevando a un asilo en el Sector 45. Nuestro equipo tenía
ya planeada una misión de rescate cuando descubriste por primera vez su existencia,
como Juliette Ferrars, un alias, y te diste cuenta de cómo ella podría ser útil para tu
propia investigación. Así que en Omega Point esperamos. Encaminamos nuestro tiempo
En el ínterin, Kenji se alistó. Estuve recopilando información durante varios meses
antes de que tu padre finalmente aprobara tu pedido de sacarla del asilo. Kenji se infiltró
en la base del Sector 45 bajo mis órdenes; su misión fue siempre recuperar a Juliette. He
estado buscando a Emmaline desde entonces.

—Todavía no entiendo, —le susurro.

123
—Señor Warner, —dice con impaciencia—, Juliette y su hermana han estado en
la custodia del Restablecimiento por doce años. Las dos hermanas son parte de un
experimento en curso para pruebas genéticas y manipulación, los detalles todavía estoy
tratando de desentrañar.

Mi mente podría explotar.

—¿Me creerás ahora?, —dice. —¿He hecho lo suficiente para demostrar que sé
más sobre tu vida de lo que piensas?

Intento hablar pero mi garganta está seca; las palabras raspan el interior de mi
boca. —Mi padre era un hombre enfermo y sádico, —le digo. —Pero él no habría hecho
esto. No podría haberme hecho esto.

—Y sin embargo, —dice Castle. —Él lo hizo. Te permitió traer a Juliette a la base
sabiendo muy bien quién era ella. Tu padre tenía una inquietante obsesión por la tortura
y la experimentación.

Me siento desconectado de mi mente, de mi cuerpo, incluso cuando me obligo a


respirar. —¿Quiénes son sus verdaderos padres?

Castle niega con la cabeza. —No lo sé todavía. Quienes fueron, sus lealtades al
Restablecimiento corren profundo. Estas chicas no fueron robados de sus padres, —dice.
—Fueron ofrecidos voluntariamente.

Mis ojos se ensanchan. Me siento repentinamente enfermo.

La voz de Castle cambia. Él se sienta hacia adelante, sus ojos agudos. —Señor
Warner, —él dice. —No estoy compartiendo esta información contigo porque estoy
tratando de lastimarte. Debes saber que esto tampoco es divertido para mí.

Miro hacia arriba.

—Necesito tu ayuda, —dice, estudiándome. —Necesito saber qué hiciste durante


esos dos años. Necesito saber los detalles de tu asignación a Emmaline. ¿Qué se te pidió
que hicieras? ¿Por qué estaba siendo detenida? ¿Cómo la estaban usando?

Niego con la cabeza. —No lo sé.

—Lo sabes, —dice. —Debes saber. Piensa, hijo. Trata de recordar —

—¡No lo sé!, —grité.

Castle se sienta, sorprendido.

124
—Nunca me lo dijo, —le dije, respirando con dificultad. —Ese era mi trabajo.
Seguir órdenes sin cuestionarlas. Hacer lo que me pidiera el Restablecimiento. Para
demostrar mi lealtad.

Castle vuelve a caer en su asiento, abatido. Él se ve destrozado. —Era mi única


esperanza restante, —dice. —Pensé que finalmente podría desentrañar esto.

Lo miro, el corazón palpitando. —Y todavía no tengo idea sobre lo que estás


hablando.

—Hay una razón por la cual nadie sabe la verdad sobre estas hermanas, Sr.
Warner. Hay una razón por la cual Emmaline se mantiene bajo tanta seguridad. Ella es
crítica, de alguna manera, para la estructura del Restablecimiento y todavía no sé cómo o
por qué. No sé lo que ella está haciendo para ellos. —Él me mira directamente a los ojos,
entonces, su mirada atravesándome. —Por favor, —dice. —Trata de recordar. ¿Qué hizo
él que le hicieras? Cualquier cosa que puedas recordar —algo en absoluto—

—No, —le susurro. Quiero gritar la palabra. —No quiero recordar.

—Señor Warner, —dice. —Entiendo que esto es difícil para ti.

—¿Difícil para mí? —Me levanto de repente. Mi cuerpo está temblando de ira. Las
paredes, las sillas, las mesas a nuestro alrededor comienzan a traquetear. Las luces
oscilan peligrosamente por encima, los bulbos parpadeando. —¿Crees que esto es difícil
para mí?

Castle no dice nada.

—Lo que me estás diciendo ahora es que Juliette fue plantada aquí, en mi vida,
como parte de un experimento más grande, un experimento que mi padre siempre había
mantenido en privado. Me estás diciendo que Juliette no es quien creo que es. Esa
Juliette Ferrars ni siquiera es su verdadero nombre. Me estás diciendo que no solo es una
niña con un par de padres vivos, pero también que pasé dos años inconscientemente
torturando a su hermana. —Mi pecho arrecia mientras lo miro fijamente. —¿Es eso
correcto?

—Hay más.

Me río, en voz alta. El sonido es insano.

—La Sra. Ferrars se enterará de todo esto muy pronto, —me dice Castle. —Así
que te aconsejaría adelantarte a estas revelaciones. Cuéntale todo tan pronto como sea
posible. Debes confesar. Hazlo ahora."

—¿Qué?, —dije, aturdido. —¿Por qué yo?


125
—Porque si no se lo cuentas pronto, —dice—, le aseguro, señor Warner, que
alguien más lo hará —

—No me importa, —le digo. —Tu díselo.

—No me estás escuchando. Es imperativo que ella escuche esto de ti. Ella confía
en ti. Ella te ama. Si lo descubre por su cuenta, de una menos fuente digna, podríamos
perderla.

—Nunca dejaré que eso suceda. Nunca dejaré que nadie vuelva a lastimarla,
incluso si eso significa que tendré que protegerla de mí mismo…

—No, hijo. —Castle me interrumpe. —Me estás malinterpretando. No quise


decir que las perderías físicamente. —Sonríe, pero el resultado es extraño. Asustado. —
Quise decir que la perderíamos. Aquí arriba —se toca la cabeza— y aquí —toca sobre su
corazón.

—¿Qué quieres decir?

—Simplemente que no debes vivir en negación. Juliette Ferrars no es quien tú


crees que es y no se debe jugar con ella. Ella parece, a veces, completamente indefensa.
Ingenua. Incluso inocente. Pero no puedes permitirte olvidar el puño de ira que todavía
vive en su corazón.

Mis labios se separan, sorprendidos.

—Has leído sobre eso, ¿verdad? En su diario, —dice. —Has leído a dónde se fue
su mente, qué oscuro ha estado...

—Cómo hizo —

—Y yo, —dice—, lo he visto. La he visto con mis propios ojos perder el control de
eso en voz baja, la ira contenida. Ella casi nos destruyó a todos en Omega Punto mucho
antes que tu padre. Rompió el suelo en un ataque de locura inspirado por un simple
malentendido, —dice. —Porque ella estaba molesta sobre las pruebas que estábamos
haciendo con el Sr. Kent. Porque estaba confundida y un poco asustada. Ella no
escucharía la razón, y casi nos mata a todos.

—Eso fue diferente, —digo, sacudiendo la cabeza. —Eso fue hace mucho tiempo.
Ella es diferente ahora. —Miro hacia otro lado, sin poder controlar mi frustración ante
sus acusaciones escasamente veladas. —Ella es feliz —

—¿Cómo puede ser realmente feliz cuando nunca se enfrenta a su pasado? Ella
nunca lo abordó, simplemente lo dejo de lado. Nunca tuvo el tiempo, o las herramientas,
para examinarlo. Y esa ira, ese tipo de ira, —dice Castle, sacudiendo su cabeza—, no
126
desaparece simplemente. Ella es volátil e impredecible. Y presta atención mis palabras,
hijo: su enojo volverá a reaparecer.

—No.

Él me mira. Me examina con sus ojos. —Realmente no crees eso.

Yo no respondo

—Señor Warner —

—No así, —digo. —Si vuelve, no será así. Ira, tal vez —si— pero no rabia. No
rabia descontrolada, desinhibida...

Castle sonríe. Es tan repentino, tan inesperado, que me detengo a mitad de la


frase.

—Señor Warner, —dice. —¿Qué crees que va a pasar cuando la verdad de su


pasado finalmente se revele ante ella? ¿Crees que lo aceptará tranquilamente?
¿Tranquilamente? Si mis fuentes son correctas, y generalmente lo son, susurros
subterráneos afirman que su tiempo aquí está acabado. El experimento ha llegado a su
fin. Juliette asesinó a un comandante supremo. El sistema no deja que siga así, sus
poderes desatados, sin control. Y he escuchado que el plan es destruir el Sector 45. —Él
vacila. —En cuanto a la propia Juliette —él dice—, es probable que la maten o la ubiquen
en otra instalación.

Mi mente gira, explota. —¿Cómo sabes eso?

Castle se ríe brevemente. —No puedes creer que Omega Point fue el único grupo
de resistencia en América del Norte, Sr. Warner. Estoy muy bien conectado con el
submundo. Y mi punto sigue en pie. —Una pausa. —Juliette pronto tendrá acceso a la
información necesaria para reconstruir su pasado. Y descubrirá, de una forma u otra, tu
parte en todo eso.

Miro hacia otro lado y hacia atrás otra vez, con los ojos muy abiertos, mi voz
deshilachada. —No lo entiendes, —le susurro. —Ella nunca me lo perdonaría.

Castle niega con la cabeza. —¿Si aprende de otra persona que tú siempre ha
sabido que ella fue adoptada? ¿Si escucha de alguien más que tú torturaste a su hermana?
—Él asiente. —Sí, es verdad, ella probablemente nunca te lo perdonará.

Por un momento repentino y terrible, pierdo la sensación en mis rodillas. Me veo


obligado a sentarme, mis huesos temblando dentro de mí.

127
—Pero yo no sabía, —digo, odiando cómo suena, odiando sentirme como un niño.
—No sabía quién era esa chica, no sabía que Juliette tenía una hermana, yo no sabía —

—No importa. Sin ti, sin contexto, sin una explicación o una disculpa, todo esto
será mucho más difícil de perdonar. ¿Pero si le dices tú mismo y se le dices ahora? Tu
relación aún podría tener una oportunidad. —Sacude su cabeza. —De cualquier forma,
debes decírselo, señor Warner. Porque tenemos que advertirle. Ella necesita saber lo que
viene, y tenemos que empezar a planificar. Tu silencio sobre el tema terminará solo en
devastación.

128
Juliette
Soy una ladrona.

Robé este cuaderno y este bolígrafo de uno de los doctores, de una de sus batas de
laboratorio cuando él no estaba mirando, y empujé ambos en mis pantalones. Esto fue justo antes
de que le ordenara a esos hombres que vinieran a buscarme. Los de los trajes extraños con los
guantes gruesos y las máscaras de gas con las ventanas nebulosas de plástico que ocultan sus ojos.
Eran alienígenas, recuerdo haber pensado. Yo recuerdo haber pensado que deben haber sido
extraterrestres porque no podían haber sido humanos, los que esposaron mis manos a mi espalda,
los que me amarraron a mi asiento. Pegaron Tasers en mi piel una y otra vez sin otra razón que
no fuera escucharme gritar pero no lo haría. Gimoteé pero nunca dije una palabra. Sentí que las
lágrimas corrían por mis mejillas, pero no estaba llorando.

Creo que los hizo enojar.

Me abofetearon despierta a pesar de que tenía los ojos abiertos cuando llegamos. Alguien
me desabrochó sin quitarme las esposas y me dio una patada en ambas rótulas antes de ordenarme
que me levantase. Y lo intenté. Lo intenté pero no pude y finalmente seis manos me empujaron por
la puerta y mi cara estuvo sangrando en el concreto por un tiempo. Realmente no puedo recordar
la parte donde me arrastraron dentro.

Me siento fría todo el tiempo.

Me siento vacía, como si no hubiera nada dentro de mí, pero este corazón roto, el único
órgano que queda en este caparazón. Siento que los balazos resuenan dentro de mí, siento que un
golpeteo reverbera alrededor de mi esqueleto. Tengo un corazón, dice la ciencia, pero yo soy un
monstruo, dice la sociedad. Y lo sé, por supuesto que lo sé. Yo sé lo que hice. No estoy pidiendo
simpatía. Pero a veces pienso, a veces me pregunto, si fuera un monstruo, seguramente, ¿lo
lamentaría ahora?

Me sentiría enojada, viciosa y vengativa. Sabría a rabia ciega y sed de sangre y una
necesidad de reivindicación.

En cambio, siento un abismo dentro de mí que es tan profundo, tan oscuro que no puedo
ver eso dentro de mí; no puedo ver lo que contiene. No sé lo que soy o lo que podría pasarme a mí.

No sé qué podría hacer de nuevo.

-UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

129
Estoy soñando con pájaros de nuevo.

Desearía que ya se fueran. Estoy cansada de pensar en ellos, esperar por ellos.
Aves, pájaros, pájaros: ¿por qué no se van? Me sacudo. Moviéndome como para
despejarme, pero siento mi error de una vez. Mi mente todavía es densa y neblinosa,
nadando en la confusión. Parpadeo abriendo mis ojos lentamente, tentativamente, pero
no importa cuánto los obligue a abrirse, parece que no puedo ver nada. Necesité
demasiado tiempo para entender que me desperté en medio de la noche.

Un agudo jadeo.

Esa soy yo, mi voz, mi aliento, mi corazón que late rápidamente. ¿Dónde está mi
cabeza? ¿Por qué está tan pesada? Mis ojos se cierran rápidamente, la arena atrapada en
mis pestañas, manteniéndolos juntos. Intento aclarar la neblina, intento recordar, pero
hay partes en las que todavía me siento entumecida, como mis dientes y los dedos de
mis pies y los espacios entre mis costillas y me río, de repente, y no sé por qué—

Me dispararon.

Mis ojos se abren, mi piel rompe en un sudor frío y repentino.

Dios mío, me dispararon, me dispararon y me dispararon

Intento sentarme y no puedo. Me siento tan pesada, tan pesada de sangre y hueso
y de repente me estoy congelando, mi piel es de goma fría y pegajosa contra el metal de
la mesa a la que me estoy apegando y todo a la vez

quiero llorar

de repente estoy de vuelta en el manicomio, el frío y el metal y el dolor y el


delirio me confunden y luego lloro, en silencio, lágrimas ardientes calentando mis
mejillas y no puedo hablar pero estoy asustada y los escucho, los escucho a ellos

los demás

gritando.

La carne y los huesos se rompen en la noche, silenciados, voces amortiguadas,


gritos suprimidos —compañeros de celda que nunca vería—

¿Quiénes eran? Me pregunto. No he pensado en ellos en tanto tiempo. Que les


pasó a ellos. De dónde vinieron. ¿A quién dejé atrás?

Mis ojos están cerrados herméticamente, mis labios se separaron en terror


silencioso. No he sido perseguida así en tanto tiempo tanto tiempo

130
Son las drogas, creo. Había veneno en esas balas.

¿Es por eso que puedo ver los pájaros?

Yo sonrío. Risilla. Los cuento. No solo a los blancos, blancos con vetas de oro
como coronas sobre sus cabezas, sino a los pájaros azules y negros y amarillos, también.
Los veo cuando cierro los ojos pero los vi hoy también en la playa y se veían tan reales,
tan reales.

¿Por qué?

¿Por qué alguien trataría de matarme?

Otra sacudida repentina para mis sentidos y estoy más alerta, más yo misma,
pánico limpiando el veneno por un solo momento de claridad y soy capaz de empujarme
arriba, sobre mis codos, cabeza girando, ojos salvajes mientras escanean la oscuridad y
estoy a punto de recostarme, agotada, cuando veo algo...

—¿Estás despierta?

Inhalo bruscamente, confundida, tratando de dar sentido a los sonidos. Las


palabras están deformadas como si las estuviera escuchando bajo el agua y nado hacia
ellas, intentando, intentando, mi barbilla cayendo contra mi pecho cuando pierdo la
batalla.

—¿Viste algo hoy?, —me dice la voz. —"Cualquier cosa… ¿extraña?

—¿Quién —dónde, dónde estás? —digo, alcanzando ciegamente en la oscuridad,


los ojos solo medio abiertos ahora. Siento resistencia y paso mis dedos alrededor. ¿Una
mano? Una mano extraña. Es una mezcla de metal y carne, un puño con un borde
afilado de acero.

No me gusta

Lo dejo ir.

—¿Viste algo hoy?, —dice nuevamente.

Murmuro.

—¿Qué viste?, —dice.

Y me río, recordando. Podía oírlos, escuchar sus graznidos mientras volaron muy
por encima del agua, podía oír sus pequeños pies caminando por la arena. Había tantos
de ellos. Alas y plumas, picos afilados y garras.

131
Tanto movimiento

—¿Qué viste —? —La voz demanda nuevamente, y me hace sentir extraña.

—Tengo frío, —le digo, y vuelvo a acostarme. —¿Por qué es tan frío?

Un breve silencio. Un crujido de movimiento. Siento una pesada manta sobre la


hoja simple que ya cubre mi cuerpo.

—Deberías saber, —me dice la voz—, que no estoy aquí para lastimarte.

—Lo sé, —le digo, aunque no entiendo por qué lo he dicho.

—Pero las personas en las que confías te están mintiendo, —dice la voz. —Y los
otros comandantes supremos solo quieren matarte.

Sonrío ampliamente, recordando los pájaros. —Hola, —digo.

Alguien suspira.

—Te veré en la mañana. Hablaremos en otro momento, —dice la voz. —Cuando


te sientas mejor.

Estoy tan caliente ahora, cálida y cansada y ahogada de nuevo en sueños extraños
y recuerdos distorsionados. Siento que estoy nadando en arenas movedizas y más duro
me alejo, más rápido me devoran y todo lo que puedo pensar es

aquí

en la oscuridad, en los polvorientos rincones de mi mente

Siento un extraño alivio.

Siempre soy bienvenida aquí

en mi soledad, en mi tristeza

en este abismo, hay un ritmo que recuerdo. La gota constante de lágrimas, la


tentación de retirarme, la sombra de mi pasado

la vida que elegí olvidar no me ha

Nunca

nunca

Olvidado.

132
Warner
He estado despierto toda la noche.

Infinitas cajas se abren ante mí, sus entrañas extendidas por la habitación. Los
papeles están apilados sobre escritorios y mesas, abiertos en mi piso. Estoy rodeado de
archivos. Muchos miles de páginas de papeleo. Son los viejos informes de su padre, su
trabajo, los documentos que regían su vida-

Los he leído todos.

Obsesivamente. Desesperadamente.

Y lo que he encontrado dentro de estas páginas no hace nada para calmarme, no…

Estoy angustiado.

Me siento aquí, con las piernas cruzadas en el suelo de mi oficina, sofocado por
todos lados debido a la vista de un estilo de tipografía familiar y por los garabatos
demasiado legibles de mi padre. Mi mano derecha queda atrapada detrás de mi cabeza,
desesperada porque un mechón de cabello se suelte mi cráneo y no encontrar ninguno.
Esto es mucho peor de lo que temía, y no sé por qué estoy tan sorprendido.

Esta no es la primera vez que mi padre me ha ocultado secretos.

Fue después de que Juliette escapó del Sector 45, después de que se escapó con
Kent y Kishimoto y mi padre vino aquí para limpiar el desastre, ahí fue cuando aprendí,
por primera vez, que mi padre tenía conocimiento de su mundo. De otros con
habilidades.

Él me lo había ocultado por tanto tiempo.

Había escuchado rumores, por supuesto, de los soldados, de los civiles, de varios
avistamientos e historias inusuales, pero los descarté como tonterías. Una necesidad
humana de encontrar un portal mágico para escapar de nuestro dolor.

Pero así fue, todo era verdad.

Después de la revelación de mi padre, mi sed de información se volvió


repentinamente insaciable. Necesitaba saber más: quiénes eran estas personas, de dónde
venían, cuánto hemos sabido-

Y descubrí verdades de las que deseo poder desaprenderme todos los días.

133
Hay asilos, como el de Juliette, en todo el mundo. Antinaturales, como El
Restablecimiento los llamó, fueron contenidos en nombre de la ciencia y del
descubrimiento. Pero ahora, finalmente, entiendo cómo comenzó todo. Aquí, en estos
montones de papeles, están todas las respuestas horribles que siempre busqué.

Juliette y su hermana fueron los primeros hallazgos antinaturales del


Restablecimiento. El descubrimiento de las habilidades inusuales de estas chicas llevó al
descubrimiento de otras personas como ellas, a lo largo de todo el mundo. El
Restablecimiento pasó a recolectar tantos antinaturales como pudieran encontrar; ellos
les dijeron a los civiles que los estaban limpiando de los viejos y enfermos y
encarcelándolos en campamentos para un examen médico más profundo.

Pero la verdad fue bastante más complicada.

El Restablecimiento separó rápidamente a los útiles no naturales de los no útiles


para su propio beneficio. Los que tenían las mejores habilidades fueron absorbidos por el
sistema, divididos en todo el mundo por los supremos comandantes para su uso personal
en la perpetuación de la ira del Restablecimiento, y los demás fueron eliminados. Esto
condujo a la eventual prosperación del Restablecimiento, y, con esto, de los muchos
asilos que albergarían a los otros seres antinaturales en todo el mundo. Para más
estudios, habían dicho. Para pruebas.

Juliette aún no había manifestado habilidades cuando fue donada al


Restablecimiento por parte de sus padres. No. Fue su hermana quien comenzó todo.

Emmaline.

Fue Emmaline, cuyos dones sobrenaturales sorprendieron a todos a su alrededor;


la hermana, Emmaline, fue quien inconscientemente llamó la atención sobre sí misma y
su familia. Los padres sin nombre estaban asustados por su hija y sus frecuentes e
increíbles muestras de psicoquinesis.

También eran unos fanáticos.

Hay información limitada en los archivos de mi padre sobre la madre y el padre


que voluntariamente entregaron a sus hijas para la experimentación. He recorrido cada
documento y fui capaz de recoger solo un poco sobre sus motivos, en última instancia,
juntando piezas de varias notas y detalles extraños junto a una sorprendente
representación de estos personajes. Parece que estas personas tenían una no saludable
obsesión con el Restablecimiento. Los padres biológicos de Juliette estaban dedicados a
la causa mucho antes incluso de que hubiera ganado impulso como un movimiento
internacional, y pensaron que el estudio de su hija podría ayudar a arrojar luz sobre el
mundo actual y sus muchas dolencias. Si esto estaba sucediéndole a Emmaline,

134
teorizaron, tal vez le estaba sucediendo a otros— y tal vez, de alguna manera, esta era
información que podría usarse para ayudar a mejorar el mundo. En un abrir y cerrar de
ojos el Restablecimiento tenía a Emmaline bajo custodia.

Juliette fue tomada como precaución.

Si la hermana mayor había demostrado ser capaz de hazañas increíbles, el


Restablecimiento pensó que la hermana menor también podría. Juliette solo tenía cinco
años, y ella estaba bajo estrecha vigilancia

Después de un mes en una instalación, Juliette no mostró signos de alguna


habilidad especial. Así que le inyectaron una droga que destruiría partes críticas de su
memoria, y la enviaron a vivir en el Sector 45, bajo la supervisión de mi padre.
Emmaline mantuvo su verdadero nombre, pero la hermana menor, desatada en el
mundo real, necesitaría un alias. La renombraron Juliette, plantaron recuerdos falsos en
su cabeza, y se la asignaron a sus padres adoptivos quienes, muy felices de llevar a casa a
una niña en su familia sin hijos, siguieron instrucciones de nunca decirle a la niña que
había sido adoptada. Tampoco tenían idea de que estaban siendo observados. Todos los
demás anti naturales inútiles fueron, en general, asesinados, pero El Restablecimiento
eligió monitorear a Juliette en un entorno más neutral. Ellos esperaban que una vida
hogareña inspirara a una habilidad latente dentro de ella. También era demasiado
valiosa al estar relacionada por sangre con la muy talentosa Emmaline como para
disponer de ella demasiado rápido.

Es la siguiente parte de la vida de Juliette con la que estaba más familiarizado.

Sabía de los problemas de Juliette en casa, sus muchas mudanzas. Sabía de las
visitas de su familia al hospital. Sus llamadas a la policía. Sus estancias en centros de
detención juvenil. Ella vivía en el área general que solía ser el sur de California antes de
establecerse en una ciudad que se convirtió firmemente en una parte de lo que es ahora
el Sector 45, siempre al alcance de mi padre. Su educación entre la gente común del
mundo estaba fuertemente documentada por informes policiales. quejas de los maestros
y archivos médicos que intentaron entender en lo que ella se estaba convirtiendo.
Finalmente, al descubrir finalmente los extremos del toque letal de Juliette, las personas
viles elegidas para ser sus padres adoptivos pasaron a abusar de ella —por el resto de su
vida adolescente con ellos— y, en última instancia, devolviéndola al Restablecimiento, el
cual estaba feliz de recibirla.

Fue el Restablecimiento, mi propio padre, quien devolvió a Juliette de vuelta en


aislamiento. Para más pruebas. Más vigilancia

Y fue entonces cuando nuestros mundos colisionaron.

135
Esta noche, en estos archivos, finalmente pude darle sentido a algo tan terrible
como alarmante:

Los comandantes supremos del mundo siempre han conocido a Juliette Ferrars.

La han estado viendo crecer. Ella y su hermana fueron entregadas por sus padres
psicóticos, cuya lealtad al Restablecimiento anuló todo lo demás. La explotación de estas
chicas, entendiendo sus poderes, era lo que ayudó al Restablecimiento a dominar el
mundo. Fue a través de la explotación de otras personas inocentes que el
Restablecimiento pudo conquistar y manipular a las personas y los lugares tan rápido.

Esto, ahora me doy cuenta, es por lo que han sido tan pacientes con alguien de
diecisiete años quien se ha declarado a sí misma gobernante de todo un continente. Es
por eso que han silenciosamente acatado la verdad de haber matado a uno de sus
compañeros comandantes.

Y Juliette no tiene idea.

Ella no tiene idea de que está siendo manipulada y atacada. No tiene idea de que
no tiene ningún poder real aquí. Sin posibilidad de cambio. No hay oportunidad de
hacer una diferencia en el mundo. Ella fue, y siempre será, nada más que un juguete para
ellos, un experimento de ciencia al cual observar cuidadosamente, para asegurarse de que
el brebaje no hierve demasiado pronto.

Pero lo hizo.

Juliette no pasó sus pruebas hace más de un mes, y mi padre intentó matarla por
ello. Trató de matarla porque había decidido que ella se convertiría en una distracción.
Se había ido la oportunidad para que esta Anti Natural se convirtiera en un adversario.

El monstruo que hemos criado ha intentado matar a mi propio hijo. Ella me atacó como un
animal salvaje, disparándome en ambas piernas. Yo nunca he visto tal salvajismo, tal ira ciega e
inhumana. Su mente cambia sin advertencia. Ella no mostró signos de psicosis cuando llegó por
primera vez a la casa, pero parecía disociarse de cualquier estructura de pensamiento racional
mientras me atacaba. Habiendo visto su inestabilidad con mis propios ojos hace que esté más
seguro de lo que hay que hacer. Escribo esto ahora como un decreto desde mi cama de hospital, y
como precaución para mis compañeros comandantes. En caso de que no me recupere de estas
heridas y sea incapaz de seguir adelante con lo que se debe hacer: usted, quién esté leyendo ahora,
debe reaccionar. Termina lo que yo no pude hacer. La hermana menor es un experimento fallido.
Ella está, como temíamos, desconectada de la humanidad. Peor aún, se ha convertido en una
distracción para Aaron. Él se volvió —en un cambio tóxico de los acontecimientos—
imposiblemente atraído hacia ella, sin aparente respeto por su propia seguridad. No tengo idea de
136
lo que le hizo a su mente. Solo sé ahora que nunca debería haber entretenido mi curiosidad al
permitirle traerla a la base. Es una pena, realmente, que ella no se parece en nada a su hermana
mayor. En cambio, Juliette Ferrars se ha convertido en un cáncer incurable que debemos eliminar
de nuestras vidas para siempre.

—UN EXTRACTO DEL REGISTRO DIARIO DE ANDERSON

Juliette amenazó el equilibrio del Restablecimiento.

Ella fue un experimento que salió mal. Y se convirtió en una responsabilidad.


Ella necesitaba ser eliminada de la tierra.

Mi padre intentó con todas sus fuerzas destruirla.

Y ahora veo que su fracaso ha sido de gran interés para los otros comandantes.
Los registros diarios de mi padre fueron compartidos; todos los supremos comandantes
compartieron sus registros el uno con el otro. Era la única forma de que seis de ellos se
mantuvieran informados, en todo momento, de los acontecimientos cotidianos de los
demás.

Entonces. Ellos sabían su historia. Han sabido de mis sentimientos por ella.

Y tienen sus órdenes de matar a Juliette.

Pero están esperando. Y tengo que asumir que hay algo más, alguna otra
explicación para su vacilación. Tal vez ellos piensan que pueden rehabilitarla. Tal vez se
preguntan si Juliette todavía no les puede servir a ellos y a su causa, al igual que su
hermana lo ha hecho.

Su hermana.

Estoy atormentado de inmediato por un recuerdo de ella.

De cabello castaño y huesuda. Sacudiéndose incontrolablemente bajo el agua.


Largo pelo marrón en olas suspendidas, como anguilas inquietas, alrededor de su cara.
Cables eléctricos enroscados debajo de su piel. Varios tubos permanentemente unidos a
su cuello y torso. Ella había estado viviendo bajo el agua por tanto tiempo cuando la vi
por primera vez que apenas si se parecía a una persona. Su carne era lechosa y estaba
arrugada, su boca estirada en una O grotesca, envuelta alrededor de un regulador que
forzaba el aire dentro de sus pulmones. Solo tiene un año más que Juliette. Y ella ha
estado cautiva por doce años.

Todavía viva, pero apenas.

137
No tenía idea de que fuera la hermana de Juliette. No tenía idea de que fuera
alguien en absoluto. Cuando mi tarea me fue asignada por primera vez, ella no tenía
nombre. Solo me dieron instrucciones, y me ordenaron seguirlas. No sabía a quién o a
qué había sido asignado para supervisar. Solo entendí que ella era una prisionera, y sabía
estaba siendo torturada, pero no sabía entonces que había algo sobrenatural sobre la
chica. Yo era un idiota. Un niño.

Golpeo la parte posterior de mi cabeza contra la pared, una vez. Duro. Mis ojos se
contraen al cerrarse.

Juliette no tiene idea de que alguna vez tuvo una verdadera familia, una familia
horrible y loca, pero una familia no obstante. Y si Castle es factible, El
Restablecimiento viene por ella. Para matarla. Para explotarla. Entonces tenemos que
actuar. Tengo que advertirle, y tengo que hacerlo lo antes posible.

Pero ¿cómo... cómo le cuento algo de esto? ¿Cómo le digo sin explicarle mi parte
en todo esto?

Siempre he sabido que Juliette fue adoptada, pero nunca le dije dicha verdad
simplemente porque pensé que empeoraría las cosas. Mi entendimiento era que los
padres biológicos de Juliette habían muerto hace mucho tiempo. No vi cómo decirle que
tenía padres reales y muertos mejoraría su vida.

Pero eso no cambia el hecho de que yo sabía.

Y ahora tengo que confesar. No solo esto, sino la verdad sobre su hermana, eso
de que ella todavía está viva y siendo activamente torturada por El Restablecimiento.
Que yo he contribuido a esa tortura.

O esto:

Que soy el verdadero monstruo, completamente y completamente indigno de su


amor.

Cierro los ojos, presiono el dorso de mi mano en mi boca y siento mi cuerpo


separarse dentro de mí. No sé cómo librarme del desastre hecho por mi propio padre. Un
desastre del que involuntariamente fui cómplice. Un lío que, al revelarse, destruirá la
pequeña felicidad que me las arreglé para juntar en mi vida.

Juliette nunca, nunca me perdonará.

La perderé.

138
Y eso me matará.

139
Juliette
Me pregunto qué están pensando. Mis padres. Me pregunto dónde están. Me pregunto si
están bien ahora, si están felices ahora, si finalmente consiguieron lo que querían saber si mi
madre tendrá otro hijo. Me pregunto si alguien alguna vez será tan amable de matarme y me
pregunto si el infierno es mejor que aquí. Me pregunto cómo se verá mi cara ahora. Me pregunto
si alguna vez respiraré aire fresco de nuevo.

Me pregunto sobre tantas cosas.

A veces me quedo despierta por días solo contando todo lo que puedo encontrar. Cuento las
paredes, las grietas en las paredes, mis dedos de las manos y los pies. Cuento los resortes en la
cama, los hilos en la manta, los pasos necesarios para cruzar la habitación y de vuelta. Cuento mis
dientes y los pelos individuales en mi cabeza y la cantidad de segundos que puedo contener la
respiración.

Pero a veces me canso tanto que me olvido de que no puedo desear cosas nunca más y me
encuentro deseando la única cosa que siempre he querido. Lo único que siempre he soñado.

Deseo todo el tiempo por un amigo.

Sueño acerca de eso. Me imagino cómo sería. Sonreír y que te sonrían. Tener una persona
en la que confiar, alguien que no arroje cosas a mí o que no ponga mis manos en el fuego o me
golpee por haber nacido. Alguien que escucharía que he sido arrojada lejos y trataría de
encontrarme, quién nunca me tendría miedo

Alguien que supiera que nunca traté de lastimarlos.

Alguien que supiera que nunca traté de lastimarlos.

Me doblo en una esquina de esta habitación y entierro mi cabeza en mis rodillas y ruedo
de ida y vuelta y de ida y vuelta y de ida y vuelta, y deseo y yo deseo y deseo y sueño con cosas
imposibles hasta que lloro hasta dormir.

Me pregunto cómo sería tener un amigo.

Y luego me pregunto quién más está encerrado en este asilo. Me pregunto de dónde vienen
los otros gritos.

Me pregunto si vendrán de mí.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

140
Me siento extraña esta mañana.

Me siento lenta, como si estuviera vadeando barro, como si mis huesos se


hubieran llenado de plomo y mi cabeza, oh—

Me estremezco.

Mi cabeza nunca ha estado más pesada.

Me pregunto si es el último vestigio del veneno que todavía acecha mis venas,
pero algo se siente erróneo hoy. Mis recuerdos de mi tiempo en el asilo de repente están
demasiado presentes, demasiado encaramados al frente de mi mente. Pensé que había
logrado quitarme esos recuerdos de la cabeza, pero no, aquí están otra vez, arrastrados
desde la oscuridad. 264 días en perfecto aislamiento. Casi un año sin acceso o salida al
exterior. A otro ser humano

Tanto tiempo, tanto, mucho, mucho tiempo sin la calidez del contacto humano.

Me estremezco involuntariamente. Me enderezo.

¿Qué está mal conmigo?

Sonya y Sara deben haberme escuchado moverme porque ahora están de pie ante
mí, sus voces claras, pero de alguna manera, vibrando. Haciéndose eco en las paredes.
Mis oídos no paran de sonar. Entorno los ojos para darle sentido a sus caras, pero me
siento mareada de repente, desorientada, como si mi cuerpo estuviera de costado o tal
vez extendido en el suelo o tal vez necesito estar recostada sobre el suelo, o oh

oh, creo que podría estar enfermo—

—Gracias por el cubo, —le digo, todavía con náuseas. Intento sentarme y para
alguna razón no puedo recordar cómo. Mi piel ha brotado en un sudor frío. —¿Qué pasa
conmigo? —Digo. — Pensé que sanaste —sanaste—

Me voy de nuevo.

Cabeza dando vueltas.

Ojos cerrados contra la luz. Las ventanas del piso al techo que hemos instalado
parece que no pueden bloquear al Sol de invadir la habitación y no puedo evitar
preguntarme cuándo he visto al Sol brillar tan intensamente. Durante la última década
nuestro mundo colapsó hacia adentro, la atmósfera impredecible, el clima cambiando en
agudos y dramáticos picos. Nieva donde no debería; llueve donde una vez no se podía;

141
las nubes son siempre grises; los pájaros se fueron para siempre del cielo. Las hojas
verdes, antes brillantes, de los árboles y del césped ahora son aburridas y quebradizas
con decaimiento. Es Marzo ahora, e incluso cuando nos acercamos a la primavera, el
cielo no muestra signos de cambio. La tierra todavía está fría, todavía helada, todavía
oscura y fangosa.

O al menos, así fue ayer.

Alguien me pone un trapo frío en la frente y el frío es bienvenido; mi piel se


siente inflamada incluso cuando tiemblo. Lentamente, mis músculos se aflojan. Pero
deseo que alguien haga algo acerca de la deslumbrante luz del Sol. Estoy entrecerrando
los ojos, incluso con estos cerrados, y empeora mi dolor de cabeza.

—La herida está completamente curada, —escuché a alguien decir—, pero parece
que el veneno no ha salido de su sistema...

—No entiendo, —dice otra voz. —¿Cómo es eso posible? ¿Por qué ¿No eres capaz
de curarla por completo?

—Sonya, —logro decir. —¿Sara?

—¿Sí? —Las hermanas gemelas responden al mismo tiempo, y puedo sentir la


emoción de sus pasos, duros como golpes de tambor contra mi cabeza, mientras corren
hacia mi cabecera.

Intento hacer un gesto hacia las ventanas. —¿Podemos hacer algo con respecto al
Sol? —Digo. —Es demasiado brillante.

Me ayudan a sentarme y siento que mi cabeza comienza a girar estable. Parpadeo


con los ojos abiertos con gran esfuerzo justo a tiempo para tener a alguien dándome una
taza de agua.

—Bebe esto, —dice Sonya. —Tu cuerpo está severamente deshidratado.

Trago el agua rápidamente, sorprendida por mi propia sed. Ellas me dan otro
vaso. También bebo ese. Tengo que beber cinco vasos de agua antes de poder mantener
mi cabeza en alto sin una dificultad inmensa

Cuando finalmente me siento más normal, miro alrededor. Los ojos bien
abiertos. Tengo un dolor de cabeza masivo, pero los otros síntomas están empezando a
desvanecerse.

Primero veo a Warner.

142
Está de pie en un rincón de la habitación, con los ojos enrojecidos, la ropa del día
anterior revuelta sobre su cuerpo, y me está mirando con una mirada de miedo sin
enmascarar que me sorprende. Es completamente diferente a él. Warner rara vez
muestra emoción en público.

Desearía poder decir algo, pero no parece que sea el momento adecuado. Sonya y
Sara todavía me están mirando con atención, sus ojos color avellana brillantes contra su
piel marrón. Pero algo sobre ellos me parece diferente. Tal vez sea eso. Nunca las he
visto así de cerca, excepto bajo tierra, pero la brillante luz del sol ha reducido sus pupilas
al tamaño de pinchazos, y hace que sus ojos se vean diferentes. Más grande. Nuevos.

—La luz es tan extraña hoy, —no puedo dejar de decir. —¿Ha sido alguna vez así
de brillante?

Sonya y Sara miran por la ventana, me miran y fruncen el ceño. La una a la otra.
—¿Cómo te sientes?, —dicen. —¿Todavía te duele la cabeza? ¿Te sientes mareada?

—Mi cabeza me está matando, —le digo, y trato de reír. —¿Qué había en esas
balas? —Pellizco el puente de mi nariz entre mi pulgar e índice. —¿Saben si el dolor de
cabeza desaparecerá pronto?

—Honestamente, no estamos seguras de lo que está sucediendo en este momento.


—Dice Sara.

—Tu herida está reparada, —dice Sonya—, pero parece que el veneno todavía está
afectando tu mente No podemos saber con certeza si fue capaz de causar un daño
permanente daño antes de que llegáramos a ti.

Ante esto, miro hacia arriba. Siento a mi columna vertebral ponerse rígida. —
¿Daño permanente?, —digo. —¿A mi cerebro? ¿Es eso realmente posible?

Ellas asienten. —Te vigilaremos de cerca durante las próximas semanas solo para
estar seguras. Las ilusiones que estás experimentando pueden terminar siendo nada.

—¿Qué? —Miro a mi alrededor. Miro a Warner, quien todavía no habla. —¿Qué


ilusiones? Solo me duele la cabeza. —Entrecierro los ojos otra vez, alejándome de la
ventana. —Cielos. Lo siento, —digo, con los ojos entrecerrados por la luz—, ha sido
tanto tiempo desde hemos tenido días como éste —me río—. Creo que estoy más
acostumbrada a la oscuridad. —Pongo mi mano sobre mis ojos como una visera. —
Realmente necesitamos conseguir algunos tonos en estas ventanas. Alguien recuérdeme
que le cuente a Kenji sobre eso.

Warner se puso gris. Él parece congelado en su piel.

143
Sonya y Sara comparten una mirada de preocupación.

—¿Qué es?, —le digo, mi estómago se hunde cuando los miro a los tres. —¿Qué
pasa? ¿Qué no me están diciendo?

—Hoy no hay sol, —dice Sonya en voz baja. —Está nevando otra vez.

—Está oscuro y nublado, como todos los días, —dice Sara.

—¿Qué? ¿De qué están hablando?, —digo, riendo y frunciendo el ceño al mismo
tiempo. Puedo sentir el calor del sol en mi cara. Lo veo hacer un directo impacto en sus
ojos, sus pupilas dilatándose a medida que avanzan hacia las sombras. —¿Están
bromeando no? El Sol es tan brillante que apenas puedo mirar por la ventana.

Sonya y Sara niegan con la cabeza.

Warner está mirando a la pared, con las dos manos cerradas detrás de su cuello.

Siento que mi corazón comienza a correr. —¿Así que estoy viendo cosas?, —les
digo. —¿Estoy alucinando?

Ellos asienten.

—¿Por qué? —Digo, tratando de no entrar en pánico. —¿Que me está pasando?

—No lo sabemos, —dice Sonya, mirando a sus manos. —Pero esperamos que
estos efectos sean solo temporales.

Intento refrenar mi respiración. Trato mantener la calma —Bueno. Bien.


Necesito irme. ¿Puedo irme? Tengo mil cosas que hacer...

—Tal vez deberías quedarte aquí un poco más, —dice Sara. —Déjanos
monitorearte por unas horas más.

Pero estoy sacudiendo la cabeza. —Necesito tomar algo de aire, necesito salir.

—No —

Es lo primero que dijo Warner desde que me desperté, y casi me grita la palabra.
Él está levantando sus manos en una súplica silenciosa.

—No, amor, —dice, sonando extraño. —No puedes salir nuevamente. No —no
todavía. Por favor.

La expresión de su rostro es suficiente para romperme el corazón.

144
Reduzco la velocidad, siento mi pulso acelerado mientras lo miro. —Lo siento
mucho, —digo. —Lamento haberlos asustado a todos. Fue un momento de estupidez y
fue totalmente mi culpa. Deje bajar mi guardia por solo un segundo. —Suspiro. —Creo
que alguien me había estado observando, esperando el momento adecuado. De cualquier
manera, no volverá a suceder.

Intento sonreír, y él no se mueve. No me devuelve la sonrisa.

—Realmente, —lo intento de nuevo. —No te preocupes. Debería haberme dado


cuenta de que habría personas esperando por matarme en el momento en que pareciera
vulnerable, pero —me rio— créanme, seré más cuidadosa la próxima vez. Incluso pediré
tener un guardia más grande siguiéndome por aquí.

Él sacude la cabeza.

Lo estudio, su terror. No lo entiendo

Me esfuerzo por ponerme en pie. Estoy en calcetines y una bata de hospital, y


Sonya y Sara se apresuran por una bata y pantuflas. Les agradezco por todo lo que han
hecho y me aprietan las manos.

—Estaremos justo afuera si necesitas algo, —dicen al unísono.

—Gracias de nuevo, —les digo, y sonrío. —Les dejaré saber cómo van todas las,
um —toco mi cabeza— visiones extrañas.

Asienten y desaparecen

Doy un paso tentativo hacia Warner.

—Oye, —le dije suavemente. —Voy a estar bien. De verdad.

—Podrías haber sido asesinada.

—Lo sé, —digo. —Últimamente estuve muy mal, no estaba pensando. Pero esto
fue un error que nunca volveré a cometer. —Una breve carcajada. —De verdad.

Finalmente, él suspira. Libera la tensión en sus hombros. Corre una mano a lo


largo de su cara, por la parte posterior de su cuello.

Nunca lo había visto así antes.

—Lamento mucho haberte asustado, —le digo.

—Por favor, no te disculpes, amor. No tienes que preocuparte por mí, —dice,
sacudiendo la cabeza. —He estado preocupado por ti. ¿Cómo te sientes?

145
—¿Aparte de la alucinación, quieres decir? —Digo con una media sonrisa. —Me
siento bien. Me tomó un minuto volver a mí esta mañana, pero me siento mucho mejor
ahora. Estoy segura de que las visiones extrañas también se irán pronto. —Sonrío,
amplio, más por su beneficio que el mío. —De todos modos, Delalieu quiere que me
encuentre con él lo antes posible para hablar de mi discurso para el simposio, así que
estoy pensando en que tal vez debería ir a hacer eso. No puedo creer que esté sucediendo
mañana. —Sacudo mi cabeza. —No puedo permitirme perder más tiempo. Aunque —
miro hacia abajo a mí misma— ¿tal vez debería tomar una ducha primero? ¿Ponerme
algo de ropa?

Intento sonreírle nuevamente, convencerlo de que me siento bien, pero él parece


incapaz de hablar. Solo me mira, con los ojos enrojecidos y llorosos. Si no lo conociera
mejor, pensaría que había estado llorando.

Estoy a punto de preguntarle qué sucede, cuando dice

—Cariño.

y por alguna razón aguanto la respiración.

—Tengo que hablar contigo, —dice.

Él lo susurra, en realidad.

—Está bien, —le digo, y exhalo. —Háblame.

—Aquí no.

Siento que se me revuelve el estómago. Mis instintos me dicen que entre en


pánico. —¿Está todo bien?

Le toma mucho tiempo decir: —No lo sé.

Lo miro, confundida.

Él mira hacia atrás, sus ojos de un verde tan pálido en la luz que, por un
momento, ni siquiera parece humano. Él no dice nada más.

Respiro profundamente. Intento calmarme. —Está bien, —digo. —Bueno. Pero si


estamos volviendo a la habitación, ¿puedo al menos ducharme primero? Me gustaría
sacar toda esta arena y sangre seca de mi cuerpo .

El asiente. Todavía no hay emoción.

Y ahora estoy empezando a entrar en pánico.

146
Warner
Estoy caminando de un lado a otro del salón justo afuera de nuestra habitación,
esperando impacientemente para que Juliette termine su ducha. Mi mente está
devastada. La histeria ha estado arañando mis entrañas durante horas. No tengo idea de
lo que ella me dirá. Cómo reaccionará ante lo que necesito decirle. Y estoy tan
horrorizado por lo que estoy a punto de hacer, que ni siquiera escucho a alguien gritar
mi nombre hasta que me han tocado.

Giro muy rápido, mis reflejos son más rápidos que mi mente. Tengo mi mano
agarrando su muñeca y envuelta en su espalda y he acorralado su pecho pegado a la
pared antes de darme cuenta de que es Kent. Kent, que no está luchando de vuelta, solo
riendo y diciéndome que lo deje ir.

Lo hago.

Dejé caer su brazo. Aturdido. Sacudo mi cabeza para despejarla. No recuerdo


pedir disculpas.

—¿Estás bien?, —me dice alguien más.

Es James. Él sigue siendo del tamaño de un niño, y por alguna razón esto me
sorprende. Tomo una respiración cuidadosa. Mis manos están temblando. Nunca me he
sentido más lejos de estar bien, y estoy demasiado confundido por mi ansiedad como
para recordar que debo mentir.

—No, —le digo. Retrocedo, golpeando la pared detrás de mí y cayendo al suelo.


—No, —repito, y esta vez no sé a quién le estoy hablando.

—Oh. ¿Quieres hablar de eso? —James todavía está hablando en público. Yo no


comprendo por qué Kent no lo hace detenerse.

Niego con la cabeza.

Pero esto solo parece alentarlo. Él se sienta a mi lado. —¿Por qué no? Creo que
deberías hablar sobre eso, —dice.

—Vamos, amigo, —Kent finalmente le dice. —Tal vez deberíamos darle a


Warner algo de privacidad.

James no está convencido. Él me mira a la cara. —¿Estabas llorando?

—¿Por qué haces tantas preguntas?, —respondo, dejando caer mi cabeza en una
mano.
147
—¿Qué le pasó a tu pelo?

Miro a Kent, asombrado. —¿Podrías por favor retenerlo?

—No deberías responder preguntas con otras preguntas, —me dice James, y pone
una mano en mi hombro. Casi salgo de mi piel.

—¿Por qué me estás tocando?

—Parece que podrías necesitar un abrazo, —dice. —¿Quieres un abrazo? Los


abrazos siempre me hacen sentir mejor cuando estoy triste.

—No, —digo, rápido y agudo. —No quiero un abrazo. Y no estoy triste.

Kent parece estar riendo. Él se para a unos metros de nosotros con sus brazos
cruzados, sin hacer nada para ayudar a la situación. Lo miro con furia.

—Bueno, pareces triste, —dice James.

—En este momento, —le digo con rigidez—, todo lo que siento es irritación.

—Apuesto a que te sientes mejor, ¿eh? —James sonríe. Me palmea el brazo. —


Ves —te dije que ayuda hablar de eso.

Parpadeo, sorprendido. Lo miro.

Él no está exactamente acertado en su teoría, pero por extraño que parezca, me


siento mejor. Frustrarme ahora mismo, con él, ayudó a despejar mi pánico y enfocar mis
pensamientos. Mis manos se han estabilizado. Me siento un poco más aclarado.

—Bueno, —digo. —Gracias por ser molesto.

—Oye. —Frunce el ceño. Se pone de pie, se quita el polvo de los pantalones. —No
soy molesto.

—Definitivamente eres molesto, —le digo. —Especialmente para un niño de tu


tamaño. ¿Por qué no has aprendido a ser más tranquilo ahora? Cuando tenía tu edad solo
hablaba cuando me hablaban.

James cruza sus brazos. —Espera un segundo, ¿qué quieres decir con un niño? de
mi tamaño? ¿Qué pasa con mi tamaño?

Le entorné los ojos. —¿Cuántos años tienes? ¿Nueve?

—¡Estoy a punto de cumplir once!

—Eres muy pequeño para tener once".

148
Y luego él me golpea. Duro. En el muslo

—Owwwwwww, —llora, exagerando demasiado el simple sonido. Él sacude sus


dedos. Me mira con el ceño fruncido. —¿Por qué tu pierna se siente como piedra?

—La próxima vez, —le digo—, deberías tratar de elegir a alguien de tu tamaño".

Él entorna los ojos hacia mí.

—No te preocupes, —le digo. —Estoy seguro de que pronto serás más alto. No
llegué a mi estirón hasta que tenía alrededor de doce o trece años, y si eres como yo —

Kent se aclara la garganta, con fuerza, y me sorprendo.

—Eso e —si eres algo así como, ah, tu hermano, estoy seguro de que serás
justamente alto.

James mira a Kent y sonríe, el golpe incómodo aparentemente olvidado. —


Realmente espero ser como mi hermano, —dice James radiante ahora. —Adam es el
mejor, ¿no? Espero ser como él.

Siento la sonrisa romperse en mi cara. Este pequeño niño. Él también es mío, mi


hermano, y tal vez nunca lo sepa.

—¿No es así?, —dice James, todavía sonriendo.

Me sobresalto. —¿Disculpa?

—Adam, —dice. —¿No es Adam el mejor? Él es el mejor hermano mayor en el


mundo.

—Oh, sí, —le dije, aclarando la trampa en mi garganta. —Sí, por supuesto. Adam
es, ah, el mejor. O alguna aproximación a eso. En cualquier caso, eres muy afortunado
de tenerlo.

Kent me mira, pero no dice nada.

—Lo sé, —dice James, sin inmutarse. —Tuve mucha suerte.

Asiento con la cabeza. Siento algo retorcerse en mis entrañas. Me pongo de pie.
—Sí, bueno, si me disculpas —

—Sí. Entiendo. —Kent asiente. Se despide. —Te veremos por aquí, ¿sí?

—Ciertamente.

149
—¡Adiós!, —dice James mientras Kent lo arrastra por el pasillo. —¡Me alegro de
que te sientas mejor!

De alguna manera me siento peor.

Camino de regreso al dormitorio no tan asustado como antes, pero más sombrío,
de alguna manera. Y estoy tan distraído que casi no me doy cuenta de Juliette saliendo
del baño cuando entro.

Ella está usando nada más que una toalla.

Sus mejillas están rosadas por la ducha. Sus ojos son grandes y brillantes
mientras me sonríe. Ella es tan bella. Tan increíblemente hermosa.

—Solo tengo que agarrar algo de ropa fresca, —dice, todavía sonriendo. —¿Si no
te importa?

Niego con la cabeza. Solo puedo mirarla fijamente.

De alguna manera, mi reacción es insuficiente. Ella duda. Frunce el ceño


mientras me mira. Y luego, finalmente, se mueve hacia mí.

Siento que mis pulmones no funcionan bien.

—Oye, —dice ella.

Pero todo en lo que puedo pensar es lo que tengo que decirle y cómo ella podría
reaccionar. Hay una esperanza pequeña y desesperada en mi corazón que todavía está
tratando de ser optimista sobre el resultado.

Quizás ella lo entenderá.

—¿Aaron? —Ella se acerca, cerrando la brecha entre nosotros. —Dijiste que


querías hablar conmigo, ¿verdad?

—Sí, —le digo, susurrando la palabra. —Sí. —Me siento aturdido.

—¿Puede esperar?, —dice ella. —¿Solo el tiempo suficiente para que me cambie?

No sé lo que siento.

Desesperación. Deseo. Miedo.

Amor.

Me golpea con una fuerza dolorosa, el recordatorio. De cuánto la amo. Dios, la


amo. Sus imposibilidades, sus exasperaciones. Me encanta lo amable que ella es conmigo

150
cuando estamos solos. Qué suave y amable puede ser en nuestros momentos de
tranquilidad. Cómo ella nunca duda en defenderme.

La amo.

Y ella está de pie frente a mí ahora, una pregunta en sus ojos, y no puedo pensar
en nada menos en cuánto la quiero en mi vida, para siempre.

Aún así, no digo nada. No hago nada.

Y ella no se va.

Me di cuenta, en un comienzo, que todavía está esperando una respuesta.

—Sí, por supuesto, —digo rápidamente. —Por supuesto que puede esperar.

Pero ella está tratando de leer mi cara. —¿Qué pasa?, —dice ella.

Niego con la cabeza mientras tomo su mano. Suavemente, tan suavemente. Ella
se acerca, y mis manos se cierran ligeramente sobre sus hombros desnudos. Es un
pequeño, simple movimiento, pero lo siento cuando sus emociones cambian. Ella
tiembla de repente mientras la toco, mis manos viajan por sus brazos, y su reacción
dispara mis sentidos. Me mata, cada vez, me deja sin aliento cada vez que reacciona a
mí, a mi toque. El saber que ella siente algo por mí. Que ella me quiere. Quizás ella lo
entenderá, creo. Hemos pasado por mucho juntos. Hemos superado mucho. Quizás esto,
también, sea superable.

Quizás ella lo entenderá.

—¿Aaron?

La sangre corre por mis venas, caliente y rápida. Su piel es suave y huele a
lavanda y retrocedo, solo una pulgada. Solo para mirarla. Yo le muerdo el labio inferior
con mi pulgar antes de que mi mano se deslice detrás de su cuello.

—Hola, —digo.

Y ella se encuentra conmigo aquí, en este momento, en un instante.

Ella me besa sin restricción, sin dudarlo, y envuelve sus brazos alrededor de mi
cuello y estoy abrumado, perdido en un ataque de emoción—

Y la toalla se cae de su cuerpo.

Sobre el piso.

151
Doy un paso atrás, sorprendido, mirándola. Mi corazón está palpitando
furiosamente en mi pecho Apenas puedo recordar lo que estaba tratando de hacer.

Luego da un paso adelante, se pone de puntillas y me arrastra, todo el calor y


calor y dulzura y la empujo contra mí, drogado por la sensación de ella, perdido en la
suave extensión de su piel desnuda. Todavía estoy completamente vestido. Ella está
desnuda en mis brazos. Y de alguna manera esa diferencia entre nosotros solo hace que
este momento sea más surrealista Ella me está empujando hacia atrás suavemente,
incluso mientras continúa besándome, incluso mientras busca en mi cuerpo a través de
esta tela y caigo hacia atrás sobre la cama, jadeando.

Ella se sube encima de mí.

Y creo que he perdido mi maldita mente.

152
Juliette
Esto, creo, es una forma de morir.

Podría ahogarme en este momento y nunca me arrepentiría. Podría prenderme


fuego con este beso y felizmente me convertiría en cenizas. Podría vivir aquí, morir
aquí, aquí mismo, en contra de sus caderas, sus labios. En la emoción en sus ojos
mientras se hunde en mí, los latidos de su corazón indistinguibles de los míos.

Esto. Siempre. Esto.

Él me besa de nuevo, sus ocasionales jadeos por aire caliente contra mi piel, y yo
lo pruebo, su boca, su cuello, la línea dura de su mandíbula y él lucha contra un gemido,
alejándose, el dolor y el placer se entrelazan mientras se mueve más profundo, más duro,
sus músculos ensañados, su cuerpo sólido contra el mío. Él tiene una mano alrededor de
la parte posterior de mi cuello, la otra alrededor de la parte posterior de mi muslo y él
nos envuelve juntos, increíblemente más cerca, abrumándome con un extraordinario
placer que se siente como nada que haya conocido. No tiene nombre. Desconocido,
imposible de planificar. Es diferente cada vez

Y hay algo salvaje y hermoso en él hoy, algo que no puedo explicar en la forma
en que me toca, la forma en que sus dedos se demoran a lo largo de mis omóplatos, en la
curva de mi espalda, como si pudiera evaporarme en cualquier momento, como si podría
ser la primera y la última vez que nos toquemos.

Yo cierro mis ojos.

Me dejo ir.

Las líneas de nuestros cuerpos se han fusionado. Son ola tras ola de hielo y calor,
derritiéndose y prendiéndose fuego y está su boca sobre mi piel, sus fuertes brazos
envolviéndome en amor y calidez. Estoy suspendida en el aire, bajo el agua, en el espacio
exterior, todo al mismo tiempo y los relojes están congelados, las inhibiciones están
fuera del ventana y nunca me había sentido tan segur, tan amada o tan protegida como
aquí, en la fusión privada de nuestros cuerpos.

Pierdo la noción del tiempo.

Pierdo el control de mi mente.

Solo sé que quiero que esto dure para siempre.

153
Me está diciendo algo, corriendo sus manos por mi cuerpo, y sus palabras son
suaves y desesperadas, sedosas contra mi oreja, pero apenas puedo oírlas sobre el sonido
de mi propio corazón latiendo contra mi pecho. Pero lo veo, cuando los músculos de sus
brazos se tensan contra su piel, mientras él lucha por quedarse aquí, conmigo—

Él jadea, en voz alta, apretando sus ojos mientras estira la mano, agarra un
puñado de las sábanas y me vuelve la cara contra su pecho, paso la nariz por la línea de
su cuello y lo respiro y estoy presionado contra él, cada centímetro de mi piel caliente y
cruda con deseo y necesidad y

—Te amo, —le susurro

incluso cuando siento que mi mente se separa de mi cuerpo.

incluso cuando las estrellas explotan detrás de mis ojos y el calor inunda mis
venas y estoy superada, estoy aturdido y superada cada vez, cada vez

Es un torrente de sentimientos, un sabor simultáneo y efímero de la muerte y la


dicha y mis ojos se cierran, el calor candente destella detrás de mis párpados y tengo que
luchar contra la necesidad de gritar su nombre, incluso cuando siento que nos
destrozamos, destruimos y restauramos todo de una vez y él jadea

Él dice: —Juliette—

Me encanta ver su cuerpo desnudo.

Especialmente en estos momentos tranquilos y vulnerables. Estos paréntesis de


tiempo engrapado entre los sueños y la realidad son mis favoritos. Hay dulzura en esta
conciencia vacilante: un regreso cuidadoso y gentil de la forma para funcionar. He
descubierto que me encantan estos minutos por la manera delicada en que se desarrollan.
Lo que ofrecen.

A cámara lenta.

Tiempo de atar sus zapatos.

Y Warner está tan quieto, tan suave. Tan desprotegido. Su cara es lisa, su frente
relajada, sus labios preguntándose si deben separarse. Y los primeros segundos después
de que él abre sus ojos son los más dulces. Algunos días tengo la suerte de mirar hacia
arriba antes que él. Hoy lo veo moverse. Lo miro parpadear y abrir los ojos y orientarse
a sí mismo. Pero luego, en el tiempo que le lleva encontrarme, la forma en que su rostro
se ilumina cuando me ve mirando, esa parte hace algo dentro de mí cantar. Lo sé todo,
todo lo que importa, solo por la forma en que me mira en ese momento.
154
Y hoy, algo es diferente.

Hoy, cuando abre los ojos, se ve súbitamente desorientado. Él parpadea y mira a


su alrededor, sentado demasiado rápido como si quisiera correr y no recuerda cómo.
Hoy, algo está mal.

Y cuando me levanto en su regazo él calla.

Y cuando tomo su barbilla en mis manos, él se da vuelta.

Cuando lo beso, suavemente, él cierra los ojos y algo dentro de él se derrite, algo
se afloja en sus huesos, y cuando abre los ojos otra vez se ve aterrorizado y de repente
me siento mal del estómago.

Algo es terriblemente, terriblemente mal.

—¿Qué es?, —digo, mis palabras apenas emiten un sonido. —¿Qué pasó? ¿Qué
pasa?

Él sacude la cabeza.

—¿Soy yo? —Mi corazón late con fuerza. —¿He hecho algo?

Sus ojos se abren. —No, no, Juliette, eres perfecta. Tú eres, Dios, eres perfecta, —
dice. Se agarra la parte posterior de la cabeza, mira el techo.

—Entonces, ¿por qué no me miras?

Entonces él encuentra mis ojos. Y no puedo evitar maravillarme de lo mucho que


amo su cara, incluso ahora, incluso en su miedo. Él es tan clásicamente guapo. Así de
notablemente hermoso, incluso así: su pelo rapado, corto y suave; su cara sin afeitar, una
sombra plateada que contornea las ya duras líneas de su rostro. Sus ojos son un matiz
imposible de verde. Brillante. Parpadea. Y entonces—

Se cierran.

—Tengo que decirte algo, —dice en voz baja. Él está mirando hacia abajo.
Levanta una mano para tocarme y sus dedos se arrastran por el costado de mi torso.
Delicado. Aterrorizado. —Algo que debería haberte dicho antes.

—¿Qué quieres decir? —Me repliego. Levanto una sección de la sábana y la


sostengo fuertemente contra mi cuerpo, sintiéndome repentinamente vulnerable.

Él duda por mucho tiempo. Exhala. Arrastra su mano sobre su boca, su barbilla,
sobre la parte posterior de su cuello—

155
—No tengo idea de por dónde empezar.

Cada instinto en mi cuerpo me dice que corra. Para empujar algodón en mis
oídos. Para decirle que deje de hablar. Pero no puedo. Estoy congelada.

Y estoy asustada.

—Comienza por el principio, —le digo, sorprendida de poder hablar. Nunca lo


había visto así antes. No me puedo imaginar lo que tiene que decir. Él está ahora
juntando sus manos con tanta fuerza, me preocupa que pueda romper sus propios dedos
por accidente.

Y luego, finalmente. Despacio.

Él habla.

—El Restablecimiento, —dice—, se hizo público con sus campañas cuando tenías
siete años. Yo tenía nueve. Pero habían estado reunidos y planeando durante muchos
años antes de eso.

—Bueno.

—Los fundadores del Restablecimiento, —dice—, alguna vez fueron militares


hombres y mujeres que se convirtieron en contratistas de defensa. Y fueron
responsables, en parte, del surgimiento del complejo militar industrial que constituyó la
base de los estados militares de facto que componen lo que ahora es El Restablecimiento.
Tuvieron sus planes establecidos durante mucho tiempo antes de que este régimen se
pusiera en marcha. —Él dice. —Sus trabajos les habían permitido tener acceso a armas y
tecnologías de las que nadie había oído hablar. Tenían una extensa vigilancia,
instalaciones totalmente equipadas, acres de propiedad privada, ilimitados accesos a la
información, todo durante años antes de que siquiera nacieras.

Mi corazón está latiendo en mi pecho.

—Descubrieron a los Anti Naturales, un término que El Restablecimiento usa para


describir a aquellos con habilidades sobrenaturales, algunos años después. Estabas a
punto de cumplir cinco años, —dice—, cuando hicieron su primer descubrimiento. —Él
mira la pared. —Fue entonces cuando comenzaron a recolectar, probar y usar personas
con habilidades para agilizar sus objetivos de dominar el mundo.

—Todo esto es realmente interesante, —le digo—, pero me estoy volviendo loca
ahora y necesito que saltemos a la parte donde me dices lo que cualquiera de esto tiene
que ver conmigo.

156
—Cariño, —dice, finalmente encontrándome con los ojos. —Todo esto tiene que
ver contigo.

—¿Cómo?

—Había una cosa que sabía sobre tu vida que nunca te dije, —dice. Él traga. Está
mirando a sus manos cuando dice: —Fuiste adoptada.

La revelación es como un trueno.

Salgo tambaleándome de la cama, agarro la sábana a mi cuerpo y me quedo allí de


pie, mirándolo fijamente, aturdida. Intento mantener la calma incluso cuando mi mente
se prende fuego.

—Fui adoptada.

Él asiente.

—¿Así que estás diciendo que las personas que me criaron —que me torturaron—
no eran mis verdaderos padres?

Él sacude la cabeza.

—¿Todavía están vivos mis padres biológicos?

—Sí, —susurra.

—¿Y nunca me lo dijiste?

No, él dice rápidamente

No, no, no sabía que todavía estaban vivos, dice.

No sabía nada excepto que fuiste adoptada, dice, acabo de descubrir, ayer mismo,
que tus padres todavía están vivos, porque Castle, dice, Castle me dijo—

Y cada revelación posterior es como una onda de choque, una repentina e


imprevista detonación que implosiona dentro de mí—

BOOM

Tu vida ha sido un experimento, dice.

BOOM

Tienes una hermana, él dice, ella todavía está viva.

BOOM

157
Tus padres biológicos te dieron a ti y a tu hermana al Restablecimiento para
investigación científica.

y es como si el mundo hubiera sido derrumbado de su eje, como si hubiera sido


arrojado de la Tierra y me dirijo directamente al Sol,

como si me estuvieran quemando viva y de alguna manera, todavía puedo


escucharlo, incluso cuando mi piel se derrite hacia adentro, mientras mi mente se
revuelve y todo lo que alguna vez conocí, todo lo que alguna vez pensé que era cierto
acerca de quién soy y de dónde vengo

desaparece

Me alejo de él, confundida y horrorizada e incapaz de formar palabras, incapaz de


hablar.

Y él dice que no sabía, y su voz se rompe cuando lo dice, cuando dice que no sabía
hasta hace poco que mis padres biológicos todavía estaban vivos, No lo sabía hasta que
Castle se lo contó, nunca supo cómo decirme que había sido adoptada, no sabía cómo lo
tomaría, no sabía si necesitaba ese dolor, pero Castle le dijo que El Restablecimiento
viene por mí, que están viniendo para llevarme de vuelta

y tu hermana, dice

pero estoy llorando ahora, incapaz de verlo a través de las lágrimas y todavía no
puedo hablar y

tu hermana, dice, su nombre es Emmaline, ella es un año mayor que tú, ella es
muy, muy poderosa, ha sido propiedad de El Restablecimiento por doce años.

No puedo dejar de sacudir mi cabeza

—Para, —digo

—No, —digo

Por favor no me hagas esto...

Pero él no se detendrá. Él dice que tengo que saber. Dice que tengo que saber esto
ahora, que tengo que saber la verdad,

DEJA DE CONTARME, grito

No sabía que ella era tu hermana, él está diciendo,

No sabía que tenías una hermana

158
Juro que no sabía

—Hubo casi veinte hombres y mujeres que armaron los comienzos del
Restablecimiento, —dice—, pero solo había seis comandantes supremos. Cuando el
hombre elegido originalmente para América del Norte enfermó de forma terminal, mi
padre estaba siendo considerado para reemplazarlo. Yo tenía dieciséis. Vivíamos aquí,
en el Sector 45. Mi padre era entonces CCR. Y al convertirse en comandante supremo
quería decir que se estaría alejando, y quería llevarme con él. Mi madre, — dice—, debía
quedarse atrás.

Por favor, no digas más.

Por favor, no digas nada más, se lo ruego.

—Fue la única forma en que pude convencerlo de que me diera su trabajo, —dice.
desesperado ahora. —Permitirme quedarme atrás, mirarla de cerca. Él tomó el juramento
como Comandante Supremo cuando tenía dieciocho años. Y me hizo pasar los dos años
en el medio—

—Aaron, por favor, —le digo, sintiéndome histérica—, no quiero saberlo, no lo


hago. Te pido que no me digas, no quiero saber…

—Perpetué la tortura de tu hermana, —dice, su voz en carne viva, rota—, su


confinamiento. Me ordenaron que supervisara su encarcelamiento continuo. Él me dio
órdenes de que la mantuvieran allí. Cada día. Nunca me dijeron por qué estaba allí o qué
estaba mal con ella. Me dijeron que la mantuviera allí. Eso fue todo. A ella se le permitía
solo cuatro descansos de veinte minutos desde el tanque de agua cada veinticuatro horas
y ella solía gritar, me rogaba que la liberara, —dice, su captura de voz. —Suplicó
clemencia y nunca se la di.

Y me detengo

Cabeza dando vueltas

Dejo caer la sábana de mi cuerpo mientras corro, escapo.

Estoy empujando la ropa lo más rápido que puedo y cuando regreso a la


habitación, mitad salvaje, atrapada en una pesadilla, lo veo medio vestido, también, sin
camisa, solo pantalones, y él ni siquiera habla mientras lo miro, aturdida, una mano
cubriendo mi boca mientras niego con la cabeza, las lágrimas se derraman rápidamente
por mi cara y no sé qué decir, no sé si alguna vez podré decirle algo, nunca más—

—Es demasiado, —digo, ahogándome en las palabras. —Es demasiado, es


demasiado.

159
—Juliette —

Y sacudo la cabeza, las manos temblando cuando alcanzo la puerta y

—Por favor, —dice, y las lágrimas caen silenciosamente por su rostro, y él está
visiblemente temblando mientras dice: —Tienes que creerme. Era joven. Y estúpido.
Estaba desesperado. Pensé que no tenía nada por qué vivir, nada me importaba, salvo
salvar a mi madre y yo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que me mantendría aquí,
cerca de ella—

—¡Me mentiste! —Exploto, la ira aprieta mis ojos mientras me alejo de él. —Me
mentiste todo este tiempo, me mentiste, sobre todo.

—No, —dice, todo terror y desesperación. —Lo único que he guardado fue la
verdad sobre tus padres, te lo juro...

—¿Cómo pudisteesconder eso de mí? Todo este tiempo, todo esto, todo, todo lo
hiciste fue mentirme...

Está negando con la cabeza cuando dice —No, no, te amo, mi amor por ti nunca
ha sido una mentira.

—Entonces, ¿por qué no me dijiste esto antes? ¿Por qué mantendría esto de mí?

—Pensé que tus padres habían muerto hace mucho tiempo, no pensé que te
ayudaría saber sobre ellos. Pensé que solo te haría más daño saber que los habías
perdido. Y no sabía, —dice, sacudiendo la cabeza—, no sabía algo sobre tus verdaderos
padres o tu hermana, por favor créeme, te juro que no lo sabía, no hasta ayer...

Su pecho se agita tan fuerte que su cuerpo se inclina, sus manos plantadas en su
rodillas mientras trata de respirar y no me está mirando cuando dice, susurra: —Lo
siento mucho. Lo siento mucho.

—Basta, deja de hablar

—Por favor —

—¿Cómo... cómo puedo confiar en ti alguna vez? —Mis ojos son amplios y
aterrados y busco una respuesta que nos salve a los dos, pero él no responde. No puede.
Me deja sin nada a lo que aferrarme. —¿Cómo podemos alguna vez volver? —digo. —
¿Cómo puedes esperar que olvide todo esto? ¿Que me mentiste acerca de mis padres?
¿Que torturaste a mi hermana? Hay tanto sobre ti que no sé, —digo, mi voz es pequeña
y rota, —demasiado y no puedo. No puedo hacer esto —

160
Y mira hacia arriba, congelado en su lugar, mirándome como si finalmente
estuviera entendiendo que no pretenderé que esto nunca sucedió, que no puedo seguir
estando con alguien en quien no puedo confiar y puedo verlo, puedo ver la esperanza
escapar de sus ojos, su mano atrapada detrás de su cabeza. Su mandíbula está floja; su
cara está aturdida, de repente palidece y da un paso hacia mí, perdido, desesperado,
suplicante con sus ojos.

pero me tengo que ir.

Estoy corriendo por el pasillo y no sé a dónde voy hasta que llego ahí.

161
Warner
Así que esto —

Esto es agonía

De esto es de lo que hablan cuando hablan de desamor. Yo pensé que sabía cómo
era antes. Pensé que sabía, con perfecta claridad, qué se sentía tener mi corazón roto,
pero ahora... ahora finalmente lo entiendo.

¿Antes? ¿Cuándo Juliette no podía decidirse entre Kent y yo? ¿Ese dolor? Eso fue
un juego de niños.

Pero esto.

Esto es sufrimiento Esta es una tortura completa y sin diluir. Y no tengo a nadie
a quien culpar de este dolor más que a mí mismo, lo que hace que sea imposible dirigir
mi ira hacia cualquier lugar que no sea hacia adentro Si no estuviera mejor informado,
pensaría que estaba teniendo una ataque cardíaco real. Se siente como si un camión me
hubiera atropellado, roto cada hueso en mi pecho, y que ahora está atrapado aquí, el peso
aplastando mis pulmones. No puedo respirar. Ni siquiera puedo ver claramente.

Mi corazón está latiendo en mis oídos. La sangre se apresura a mi cabeza


demasiado rápido y me está poniendo caliente y mareado. Estoy estrangulado en mi
mudez, entumecido en mis huesos. No siento nada más que una presión inmensa e
imposible rompiendo mi cuerpo. Caigo hacia atrás, duro. Mi cabeza está contra la pared.
Intento calmarme a mí mismo, calmar mi respiración. Intento ser racional

Esto no es un ataque al corazón, me digo a mí mismo. No es un ataque al corazón.

Lo sé mejor.

Estoy teniendo un ataque de pánico.

Esto me ha pasado solo una vez, y luego el dolor fue materializado como saliendo
de una pesadilla, de la nada, sin previo aviso. Me he despertado en el medio de la noche
atrapado en un terror violento que no pude articular, convencido más allá de cualquier
sombra de duda de que estaba muriendo. Eventualmente, el episodio pasó, pero la
experiencia nunca me abandonó.

Y ahora, esto —

Pensé que estaba preparado. Pensé que me había mentalizado contra el posible
resultado de la conversación de hoy. Estaba equivocado.
162
Puedo sentir que me está devorando.

Este dolor.

He luchado con ansiedad ocasional en el transcurso de mi vida, pero en general,


he podido gestionarlo. En el pasado, mis experiencias siempre habían sido asociadas con
este trabajo. Con mi padre. Pero cuanto más viejo me pongo, cuanto menos sin poder me
siento, encontré formas de manejar mis disparadores; encontré la caja fuerte en los
espacios de mi mente; Me formé en terapias cognitivo-conductuales; y con el tiempo,
aprendí a hacerle frente. La ansiedad llegó con mucho menos peso y frecuencia. Pero
muy raramente, se transforma en otra cosa. A veces eso forma espirales totalmente
fuera de mi control.

Y no sé cómo salvarme esta vez.

No sé si soy lo suficientemente fuerte para luchar ahora, no cuando ya no sé por


lo que estoy luchando. Y acabo de colapsar, tendido en el suelo, presionando mi mano
contra el dolor en mi pecho, cuando la puerta se abre de repente.

Siento que mi corazón se reinicia.

Levanto mi cabeza media pulgada y espero. Esperando contra la esperanza

—Oye, hombre, ¿dónde diablos estás?

Dejo caer la cabeza con un gemido. De todas las personas.

—¿Hola? —Pasos. —Sé que estás aquí. ¿Y por qué esta habitación está tan
desordenada ¿Por qué hay cajas y sábanas por todas partes?

Silencio.

—Hermano, ¿dónde estás? Acabo de ver a Juliette y ella estaba loca, pero no me
diría por qué, y sé que tu gilipollas probablemente te escondiste aquí como un pequeño

Y luego ahí está él.

Sus botas justo al lado de mi cabeza.

Mirándome.

—Hola, —digo. Es todo lo que puedo manejar en este momento.

Kenji me está mirando, aturdido.

163
—¿Qué demonios estás haciendo en el suelo? ¿Por qué no estás vistiendo ropa? —
Y luego, —Espera, ¿lloraste?

Cierro los ojos, oro para morir.

—¿Qué está pasando? —Su voz está repentinamente más cerca de lo que estaba
antes, y me doy cuenta de que debe estar agachado a mi lado. —¿Qué está mal contigo
hombre?

—No puedo respirar, —le susurro.

—¿Qué quieres decir con que no puedes respirar? ¿Ella te disparó de nuevo?

Ese recordatorio me atraviesa directamente. Dolor fresco y abrasador

Dios, lo odio tanto.

Trago, duro. —Por favor. Vete.

—Uh, no. —Escuché el crujido del movimiento mientras se sienta a mi lado. —


¿Qué es todo esto?, —dice, haciendo un gesto hacia mi cuerpo. —¿Qué te está pasando
ahora?

Finalmente, me rindo. Abro mis ojos. —Estoy teniendo un ataque de pánico, tú


maldito desconsiderado. —Intento tomar aliento. —Y realmente me gustaría algo de
privacidad.

Sus cejas vuelan. —¿Estás teniendo un qué —ahora?

—Pánico. —Yo respiro. —Ataque.

—¿Qué demonios es eso?

—Tengo medicina. En el baño. Por favor.

Me lanza una mirada extraña, pero hace lo que le pido. Él regresa en un


momento con la botella correcta, y estoy aliviado.

—¿Ésta es?

Asiento con la cabeza. Nunca antes había tomado este medicamento, pero he
mantenido la prescripción actualizada a petición de mi médico. En caso de emergencias.

—¿Quieres un poco de agua con eso?

Niego con la cabeza. Arranco la botella con manos temblorosas. No puedo


recordar la dosis correcta, pero como raramente tengo un ataque así de severo, adivino.

164
Me meto tres pastillas en la boca y muerdo, duro, acogiendo el sabor vil y amargo en mi
lengua.

Es solo unos minutos más tarde, después de que la medicina comienza a


funcionar su magia, que el camión metafórico finalmente se extrae de su posición en mi
pecho. Mis costillas se re posicionan mágicamente. Mis pulmones recuerdan hacer su
trabajo.

Y me siento repentinamente flojo. Agotado.

Lento.

Me levanto, tropiezo y me pongo de pie.

—¿Ahora quieres decirme qué está pasando aquí? —Kenji todavía está
mirándome, los brazos cruzados contra su pecho. —¿O debería seguir adelante y asumir
que le hiciste algo horrible y simplemente sacudió tu mierda?

Me siento tan cansado de repente.

Una risa se acumula en mi pecho y no sé de dónde viene. Logro contenerla, pero


no logro ocultar una sonrisa estúpida e inexplicable Yo digo: —Probablemente deberías
simplemente darme una paliza".

Fue lo incorrecto de decir.

La expresión de Kenji cambia. Sus ojos están de repente, genuinamente


preocupados y me preocupa haber dicho demasiado. Estas drogas me están
desacelerando, suavizando mis sentidos. Me llevo una mano a los labios, les suplico que
se mantengan cerrados. Espero no haber demasiado de la medicina.

—Oye, —dice gentilmente Kenji. —¿Qué pasó?

Niego con la cabeza. Cierro los ojos. —¿Qué pasó? —Ahora realmente me río. —
Lo que sucedió, lo que sucedió. —Abro los ojos el tiempo suficiente para decir: —Juliette
rompió conmigo.

—¿Qué?

—Es decir, ¿creo que ella lo hizo? —Me detengo. Frunzo el ceño. Toco un dedo
contra mi barbilla. —Imagino que por eso que ella salió corriendo gritando.

—Pero, ¿por qué ella rompería contigo? ¿Por qué estaba llorando?

Ante eso, me río de nuevo. —Porque yo, —le digo, señalándome a mí mismo—,
soy un monstruo.

165
Kenji se ve confundido. —¿Y cómo eso es noticia para nadie?

Yo sonrío. Él es gracioso, creo. Chico divertido.

—¿Dónde dejé mi camisa? —Murmuro, sintiéndome súbitamente entumecido en


toda una nueva manera. Cruzo mis brazos. Entrecierro los ojos. —¿Hmm? ¿La has visto
por alguna parte?

—Hermano, ¿estás borracho?

—¿Qué? —Golpeo el aire. Me rio. —No bebo. Mi padre es un alcohólico, ¿no lo


sabías? No toco las cosas. No, espera, —levanto un dedo—, un alcohólico. Mi padre era
un alcohólico. Él está muerto ahora. Bastante muerto.

Y luego escucho a Kenji jadear. Es ruidoso y extraño y él susurra: —Santo mierda,


—y es suficiente para agudizar mis sentidos por un segundo.

Me volteo para enfrentarlo.

Él se ve aterrorizado.

—¿Qué es?, —le dije, molesto.

—¿Qué pasó con tu espalda?

—Oh —miro hacia otro lado, nuevamente irritado. —Eso. —Las muchas, muchas
cicatrices que se las arreglan para desfigurar toda mi espalda. Respiro profundamente.
Exhalo. —Esos son, ya sabes, obsequios de cumpleaños de mi querido padre.

—¿Regalos de cumpleaños de tu padre? —Kenji parpadea, rápido. Mira a su


alrededor, le habla al aire. —¿En qué tipo de telenovela entré aquí? —Corre una mano a
través de su cabello y dice: —¿Por qué siempre me estoy involucrando en la mierda
personal de la gente? ¿Por qué no puedo simplemente ocuparme de mis propios asuntos?
¿Por qué no puedo solo mantener la boca cerrada?

—Sabes, —le digo, inclinando mi cabeza ligeramente—, siempre me he


preguntado la misma cosa.

—Cállate.

Sonrío, grande. Como una bombilla brillante.

Los ojos de Kenji se ensanchan, sorprendidos, y él se ríe. Asiente con la cabeza y


dice: —Aw, tienes hoyuelos. No lo sabía. Eso es lindo.

—Cállate. —Frunzo el ceño. —Vete.

166
Él se ríe más fuerte. —Creo que tomaste demasiados de esos medicamentos, —me
dice, recogiendo la botella que dejé en el suelo. Él escanea la etiqueta. —Dice que solo se
supone que debes tomar una cada tres horas. —Se ríe de nuevo. Más fuerte esta vez. —
Mierda, hombre, si no supiera que estás en un mundo de dolor en este momento, estaría
filmando esto.

—Estoy muy cansado, —le digo. —Por favor, vete directamente al infierno.

—De ninguna manera, bicho raro. No me estoy perdiendo esto. —Se inclina
contra la pared. —Además, no voy a ir a ninguna parte hasta que tú borracho me digas
por qué tú y J rompieron.

Niego con la cabeza. Finalmente logro encontrar una camisa y me la pongo.

—Sí, te la pones al revés, —me dice Kenji.

Lo miro y me tiro en la cama. Cierro los ojos.

—¿Entonces?, —dice, sentándose a mi lado. —¿Debo comprar las palomitas de


maíz? ¿Qué está pasando?

—Es clasificado.

Kenji hace un sonido de incredulidad. —¿Qué es clasificado? ¿Por qué rompiste


es clasificado? ¿O rompiste con la información clasificada?

—Sí.

—Tírame un maldito hueso aquí.

—Nos separamos, —digo, poniéndome una almohada sobre los ojos—, debido a la
información que compartí con ella es, como dije, clasificada.

—¿Qué? ¿Por qué? Eso no tiene ningún sentido. —Una pausa. —A no ser que —

—Oh bien, prácticamente puedo escuchar los pequeños engranajes en tu pequeño


cerebro girando.

—¿Le mentiste acerca de algo?, —dice. —¿Algo que deberías haberle dicho? ¿Algo
clasificado sobre ella?

Agito una mano hacia nada en particular. —El hombre es un genio.

—Oh, mierda.

—Sí, —lo digo. —Mucha, mierda.

167
Él exhala una respiración larga y dura. —Eso suena bastante serio.

—Soy un idiota.

Él se aclara la garganta. —Entonces, realmente estás jodido esta vez, ¿eh?

—Totalmente, me temo.

Silencio.

—Espera, dime otra vez por qué todas estas sábanas están en el suelo.

Ane eso, retiro la almohada de mi cara. —¿Por qué crees que están en el piso?¿

Un segunda de duda y luego,

—Oh, qué demonios, hombre, qué demonios. —Kenji salta de la cama pareciendo
disgustado. —¿Por qué me dejarías sentarme aquí? —Se aleja al otro lado del cuarto. —
Ustedes son solo —Jesús— eso no está bien —

—Crece.

—He crecido. —Él me frunce el ceño. —Pero Juliette es como mi hermana,


hombre, yo no quiero pensar sobre esa mierda...

—Bueno, no te preocupes, —le digo—, estoy seguro de que nunca volverá a


suceder.

—Está bien, está bien, reina del drama, cálmate. Y cuéntame sobre este negocio
clasificado.

168
Juliette
Corre, me dije.

Corre hasta que tus pulmones colapsen, hasta que el viento te azote y se rompa en tu ropa
hecha jirones, hasta que seas un borrón que se mezcla con el fondo.

Corre, Juliette, corre más rápido, corre hasta que tus huesos se rompan y tus espinillas se
partan y tus músculos se atrofian y tu corazón muere porque siempre fue demasiado grande para
tu pecho y lo golpees demasiado rápido durante demasiado tiempo y corre.

Corre corre corre hasta que no puedas escuchar tus pies detrás tuyo. Corre hasta que
caigan tus puños y tus gritos se disuelven en el aire. Corre con tus ojos abiertos y cierra la boca y
obstruye el río que corre detrás de tus ojos. Corre, Juliette.

Corre hasta que caigas muerta.

Asegúrate de que tu corazón se detenga antes de que te alcancen. Antes de que alguna vez
te toquen.

Corre, dije.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

169
Mis pies golpean contra la tierra dura y compacta, cada vez que piso fuerte
descargas de dolor eléctrico se disparan en mis piernas. Mis pulmones queman, mi
respiración entra rápida y fuertemente, pero empujo a través del agotamiento, mis
músculos trabajando más duro de lo que lo han hecho en un largo tiempo, y sigo
moviéndome. Nunca solía ser buena en esto. Siempre he tenido problemas para respirar.
Pero he estado haciendo un montón de cardio y entrenamiento con pesas desde que me
mudé a la base, y me he vuelto mucho más fuerte.

Hoy, ese entrenamiento está dando sus frutos.

Ya cubrí al menos un par de millas, impulsando el pánico y la ira casi todo el


tiempo, pero ahora tengo que romper mi propia resistencia para mantener dicho
impulso. No puedo parar. No voy a dejar d hacerlo.

No estoy lista para comenzar a pensar aún.

Hoy es un día inquietantemente hermoso; el Sol brilla alto y resplandeciente,


pájaros imposibles cantando alegremente en árboles de media floración y agitando sus
alas en vastos cielos azules. Estoy usando una fina camisa de algodón. Jeans azul oscuro.
Otro par de tenis. Mi cabello, suelto y largo ondea, encerrado en una batalla con el
viento. Puedo sentir al Sol calentar mi cara; siento perlas de sudor rodando por mi
espalda.

¿Podría esto ser real? Me pregunto.

¿Alguien me disparó con esas balas de veneno a propósito? Para probarme y


¿decirme algo?

¿O son mis alucinaciones algo completamente diferente?

Cierro los ojos y empujo las piernas con más fuerza, moviéndome más rápido.
No quiero pensar aún. No quiero dejar de moverme.

Si dejo de moverme, mi mente podría matarme.

Una repentina ráfaga de viento me golpea en el rostro. Abro los ojos otra vez,
recuerdo respirar. Estoy de vuelta en territorio no regulado ahora, mis poderes se
activaron por completo, la energía zumbando a través de mí incluso ahora, en perpetuo
movimiento. Las calles del viejo mundo están pavimentadas, pero picadas por baches y
charcos. Los edificios están abandonados, altos y fríos, líneas eléctricas atadas a través
del horizonte como bastones de canciones inacabadas, meciéndose suavemente en la
brisa ligera. Corro bajo un paso elevado que se desmorona y bajo varias cascadas,
escaleras de hormigón plagadas a ambos lados por palmeras descuidadas y quemadas
farolas, sus barandillas de hierro forjado con su pintura áspera y descascarada. Paso

170
arriba y abajo por algunas calles laterales y luego estoy rodeada, por todos lados, por el
esqueleto de una vieja autopista, doce carriles de ancho, una enorme estructura metálica
colapsó en el medio del camino. Entorno los ojos más de cerca y cuento tres signos
verdes igualmente masivos, solo dos de los cuales aún están en pie. Yo leo las palabras—

405 SOUTH LONG BEACH

—y me detengo.

Caigo hacia adelante, con los codos sobre las rodillas, las manos cruzadas detrás
de la cabeza y lucho contra el impulso de caer al suelo.

Inhalar.

Exhalar.

Una y otra vez

Miro hacia arriba, miro a mi alrededor.

Un viejo autobús se encuentra no muy lejos de mí, sus muchas ruedas están
atrapadas en un charco de agua, podrida, medio oxidadas, como un niño abandonado
empapado en su propia inmundicia. Señales de la autopista, vidrio roto, goma
desmenuzada y arena olvidada en los parachoques es lo que queda del pavimento roto

El Sol me encuentra y brilla en mi dirección, un foco para la chica deshilachada


detenida en el medio de la nada y estoy atrapada en sus enfocados rayos de calor,
derritiendome lentamente desde adentro, colapsando silenciosamente mientras mi
mente alcanza a mi cuerpo como un asteroide que se lanza a la Tierra.

Y luego me golpea—

Los recordatorios como reverberaciones

Los recuerdos son como las manos alrededor de mi garganta

Ahí está

Ahí está ella

destrozada de nuevo.

Estoy acurrucada contra la parte trasera del inmundo autobús y tengo una mano
cerrada sobre mi boca para tratar de atrapar los gritos pero su desesperados intentos por
escapar de mis labios están luchando contra una marea de lágrimas no derramadas que
no me puedo permitir y—

171
respiro

Mi cuerpo tiembla con emoción no utilizada.

Vomito pulsa por salir de mi esófago.

Vete, susurro, pero solo en mi cabeza

vete, digo

Por favor muere

Había encadenado a la niña aterrorizada de mi pasado en una mazmorra


incognoscible dentro de mí donde ella y sus miedos habían sido cuidadosamente
almacenados, sellados.

Sus recuerdos, sofocados.

Su enojo, ignorado.

No hablo con ella. No me atrevo a mirar en su dirección. La odio.

Pero ahora puedo escucharla llorar.

Ahora mismo puedo verla, ésta otra versión mía, puedo verla arrastrando sus
uñas sucias contra las cámaras de mi corazón, extrayendo sangre. Y si pudiera alcanzar
dentro de mí y sacarla con mis propias manos, lo haría.

Me gustaría romper su pequeño cuerpo por la mitad.

Lanzaría sus miembros destrozados al mar.

Me desharía de ella entonces, completamente y verdaderamente, blanqueando


para siempre sus manchas de mi alma. Pero ella se niega a morir. Permanece dentro de
mí, un eco. Atormenta los pasillos de mi corazón y mi mente y aunque con mucho gusto
la asesinaría por una posibilidad de libertad, no puedo. Es como intentar estrangular a un
fantasma.

Así que cierro los ojos y me obligo a ser valiente. Respiro profundamente. No
puedo dejar que la chica rota dentro de mí inhale todo lo que he llegado a ser. No puedo
revertirme y volver a otra versión de mí misma. No me voy a romper, no de nuevo, a
raíz de un terremoto emocional.

Pero, ¿por dónde empiezo?

¿Cómo trato con esto? Estas últimas semanas ya habían sido demasiado para mí;
mucho para soportar; demasiado para hacer malabares. Ha sido difícil admitir que no
172
estoy calificada, que está por encima de mí, pero llegué allí. Yo estaba dispuesta a
reconocer que todo esto, esta nueva vida, este nuevo mundo, tomaría tiempo y
experiencia. Estuve dispuesta a invertir mis horas, a confiar en mi equipo, a probar ser
diplomática. Pero ahora, a la luz de todo—

Toda mi vida ha sido un experimento.

Tengo un hermano. Una hermana. Y un par completamente diferente de padres,


padres biológicos, que no me trataron de manera diferente a como lo hicieron mis
adoptivos, donando mi cuerpo a la investigación como si no fuera más que algo con lo
que experimentar.

Anderson y los otros comandantes supremos siempre me han conocido. Castle


siempre ha sabido la verdad sobre mí. Warner sabía que había sido adoptada.

Y ahora, saber que aquellos en quienes más he confiado han estado mintiéndome
—manipulándome.

Todos me han estado usando—

Se arranca de mis pulmones, el grito repentino. Se libera de mi pecho sin previo


aviso, sin permiso, y es un grito tan fuerte, tan duro y violento que me pone de rodillas.
Mis manos están presionadas contra el pavimento, mi cabeza medio doblada entre mis
piernas. El sonido de mi agonía se pierde en el viento, llevado por las nubes.

Pero aquí, entre mis pies, el suelo se ha resquebrajado.

Salto, sorprendida, y miro hacia abajo, giro. De repente no puedo recordar si esa
grieta estaba allí antes.

La fuerza de mi frustración y confusión me devuelve al autobús, donde exhalo y


me apoyo contra las puertas traseras, esperando por un lugar donde descansar mi
cabeza— excepto que mis manos y mi cabeza se rasgan a través de la pared exterior
como si estuviera hecho de tejido, y me caigo duro en el suelo sucio, mis manos y
rodillas atraviesan directamente a través del metal bajo los pies.

De alguna manera esto solo me enoja más.

Mi poder está fuera de control, alimentado por mi mente imprudente, mis


pensamientos salvajes. No puedo enfocar mi energía de la manera en que Kenji me
enseñó, y está en todas partes, a todo mi alrededor, dentro y fuera de mí y el problema es
que ya no me importa.

No me importa, no ahora.

173
Alcanzo sin pensar y arranco uno de los asientos del autobús de sus pernos, y tró
de éste, fuerte, a través del parabrisas. Astillas de vidrio en todas partes; una gran astilla
me golpea en el ojo y varias más vuelan a mi boca abierta y enojada; levanto una mano
para encontrar las astillas atrapadas en mi manga, brillando como carámbanos en
miniatura. Yo escupo los pedazos restantes de mi boca. Retiro los fragmentos de vidrio
de mi camisa. Y luego saco un trozo de cristal de una pulgada del interior de mi párpado
y lo tiro, con un pequeño traqueteo, al suelo.

Mi pecho está agitado.

¿Qué, pienso, cuando arranco otro asiento de sus tornillos, qué hago ahora?
Arrojo este asiento directo a través de una ventana, destrozando más vidrio y abriendo
más entrañas de metal. El instinto solo mueve mi brazo hacia arriba para proteger mi
cara de los escombros voladores, pero no retrocedo. Estoy demasiado enojada para
preocuparme. Soy muy poderosa en el momento para sentir dolor. El vidrio rebota en mi
cuerpo. Cintas de acero fino como una navaja rebotan en mi piel. Casi me gustaría sentir
algo. Cualquier cosa.

¿Qué debo hacer?

Golpeo la pared y no hay alivio en eso; mi mano pasa directamente. Yo pateo una
silla y no hay consuelo en ella; mi pie rasga a través de la tapicería barata. Grito de
nuevo, mitad indignación, mitad desgarro, y observo esta vez como una grieta larga y
peligrosa se forma a lo largo del techo.

Eso es nuevo.

Y apenas tuve tiempo para analizarlo cuando el autobús da un repentino,


tambaleante, y profundo estremecimiento, y se divide por la mitad.

Las dos mitades colapsan a cada lado de mí y me hacen retroceder. Me caigo en


una pila de metal triturado y vidrio húmedo y sucio y, aturdida, me tropiezo con mis
pies.

No sé lo que acaba de pasar.

Sabía que podía proyectar mis habilidades, mi fuerza, con precisión, pero no
sabía que había algún poder de proyección en mi voz. Mis viejos impulsos me instan a
desear tener a alguien con quien discutir sobre esto. Pero ya no tengo a nadie con quien
hablar.

Warner está fuera de cuestión.

Castle es cómplice.

174
Y Kenji, ¿qué hay de Kenji? ¿Sabía él sobre mis padres? ¿También sobre mi
hermana? Seguramente, ¿Castle se lo habría dicho?

El problema es que ya no puedo estar segura de nada.

No hay nadie en quien confiar.

Pero esas palabras, ese pensamiento simple, de repente me inspiran un recuerdo.


Es algo confuso que debo rebuscar. Lo rodeo con mis manos y lo tiro. ¿Una voz? Una
voz femenina, recuerdo ahora. Diciéndome—

Yo jadeo.

Fue Nazeera. Anoche. En el ala médica. Fue ella. Recuerdo la voz ahora, recuerdo
haber alcanzado su mano y tocarla, recuerdo el sentir los nudillos metálicos que siempre
usa y ella dijo—

—…. las personas en las que confías te están mintiendo, y los otros comandantes
supremos solo quieren matarte….

Doy vueltas demasiado rápido, buscando algo que no puedo nombrar.

Nazeera estaba tratando de advertirme. Anoche, ella apenas me conoce y estaba


tratando de decirme la verdad mucho antes de que los demás lo hicieran—

¿Pero por qué?

En ese momento, algo duro y fuerte aterriza pesadamente sobre el acero medio
doblado de la estructura bloqueando el camino. La antigua autopista muestra signos de
estremecimiento y balanceo.

Estoy mirando directamente mientras sucede. Estoy viendo esto en tiempo real,
fotograma a fotograma, y, sin embargo, todavía estoy tan sorprendida por lo que veo que
me olvido de hablar.

Es Nazeera, a quince metros en el aire, sentada tranquilamente sobre un letrero


que dice...

10 EAST LOS ANGELES

—y ella me saluda. Lleva puesta una capucha de cuero marrón suelta unida a una
funda que se ajusta cómodamente alrededor de sus hombros. La capucha de cuero le
cubre el pelo y le da sombra a sus ojos, de modo que solo la mitad inferior de su cara
queda visible desde donde estoy parada. El diamante perforando debajo de su labio
inferior se prende fuego a la luz del Sol.

175
Ella parece una visión de un tiempo incognoscible.

Todavía no tengo idea de qué decir.

Naturalmente, ella no comparte mi problema.

—¿Estás lista para hablar?, —me dice.

—Cómo... cómo hiciste—

—¿Sí?

—¿Cómo llegaste aquí? —Giro, escaneando la distancia. ¿Cómo es que ella estaba
aquí? ¿Me estaba siguiendo?

—Volé.

Me vuelvo para enfrentarla. —¿Dónde está tu avión?

Ella se ríe y salta del letrero de la autopista. Es una caída larga y dura que habría
lastimado a cualquier persona normal. —Realmente espero que estés bromeando, —dice
ella para mí, y luego me agarra por la cintura y salta hacia el cielo.

176
Warner
He visto muchas cosas extrañas en mi vida, pero nunca pensé que tendría el
placer de ver a Kishimoto cerrar la boca por más de cinco minutos. Y sin embargo, aquí
estamos. En cualquier otra situación, podría estar saboreando este momento.
Tristemente, no puedo disfrutar incluso de este pequeño placer.

Su silencio es desconcertante.

Han pasado quince minutos desde que terminé de compartir con él los mismos
detalles que he compartido con Juliette el día de hoy, y él no ha dicho una palabra. Está
sentado silenciosamente en la esquina, su cabeza presionada contra la pared, cara
fruncida, y no habla. Solo mira, sus ojos entrecerrados en algún punto invisible a través
de la habitación.

Ocasionalmente él suspira.

Hemos estado aquí por casi dos horas, solos él y yo. Hablando. Y de todas las
cosas que pensé que pasarían hoy, ciertamente no pensé que involucraría a Juliette
huyendo de mí, y mi amistad con este idiota.

Oh, los mejores planes.

Finalmente, después de lo que parece una tremenda cantidad de tiempo, él habla.

—No puedo creer que Castle no me haya dicho, —es lo primero que dice.

—Todos tenemos nuestros secretos.

Él mira hacia arriba, me mira a los ojos. No es agradable. —¿Tienes más secretos
que debería saber?

—Ninguno que debas saber, no.

Él se ríe, pero suena triste. —Ni siquiera te das cuenta de lo que estás haciendo,
¿no es así?

—¿Darme cuenta de qué?

—Te estás preparando para toda una vida de dolor, hermano. No puedes seguir
viviendo así.. Esto , —dice, señalando mi rostro—, ¿este viejo tú? Este complicado tipo
que nunca habla y nunca sonríe y nunca dice nada agradable y nunca permite que nadie
lo conozca realmente; no puedes ser ese tipo si quieres estar en cualquier tipo de
relación.

177
Levanto una ceja.

Él sacude la cabeza. —Simplemente no puedes, hombre. No puedes estar con


alguien y mantener muchos secretos de ellos.

—Nunca me detuvo antes.

Ante eso, Kenji duda. Sus ojos se abren, solo un poco. —¿Qué quieres decir con
antes?

—Antes, —digo. —En otras relaciones.

—Entonces, ¿has estado en otras relaciones? ¿Antes de Juliette?

Inclino mi cabeza hacia él. —Te resulta difícil de creer.

—Todavía estoy tratando de entender el hecho de que tienes sentimientos, por lo


que sí, me resulta difícil de creer.

Me aclaro la garganta muy silenciosamente. Me aparto.

—Entonces —umm— tú, eh —él ríe, nerviosamente— lo siento pero, como, ¿sabe
Juliette que has estado en otras relaciones? Porque ella nunca ha mencionado algo sobre
eso, y creo que habría sido, como, ¿no lo sé? ¿Pertinente?

Me vuelvo para mirarlo. —No.

—¿No qué?

—No, ella no lo sabe.

—¿Por qué no?

—Nunca pregunto.

Kenji me mira boquiabierto. —Lo siento, pero tú eres... quiero decir, ¿en realidad
eres tanestúpido como suenas? ¿O solo estás jugando conmigo en este momento?

—Tengo casi veinte años, —le dije, irritado. —¿De verdad piensas que es tan
extraño que he estado con otras mujeres?

—No, —dice—, personalmente no me importa una mierda con cuántas mujeres


has estado. Lo que creo que es extraño es que nunca le dijiste a tu novia que has estado
con otras. Y para ser honesto, me hace preguntarme si su relación no estaba dirigida ya
al infierno.

178
—No tienes idea de lo que estás hablando. —Mis ojos parpadean. —La amo.
Nunca habría hecho nada para lastimarla.

—¿Por qué le mentirías?

—¿Por qué sigues presionando con esto? ¿A quién le importa si he estado con otra
persona o mujer? No significaron nada para mí...

—Tu cabeza está jodida, hombre.

Cierro los ojos, sintiéndome repentinamente exhausto. —De todas las cosas que
he compartido contigo hoy, ¿este es el tema que más te interesa discutir?

—Solo creo que es importante, ya sabes, si tú y J alguna vez intentan reparar este
daño. Tienes que ordenar tu mierda.

—¿Qué quieres decir con reparar este daño? —Digo, mis ojos se abren. —Ya la he
perdido. El daño está hecho.

En esto, él se ve sorprendido. —¿Eso es todo? ¿Te vas a ir? Toda esta


conversación sobre la amo, bla, bla, ¿y eso es todo?

—Ella no quiere estar conmigo. No intentaré convencerla de que está equivocada.

Kenji se ríe. —Maldición, —dice. —Creo que es posible que necesites apretar tus
tornillos.

—¿Te ruego me disculpes?

Él se pone de pie. —Lo que sea, hermano. Tu vida. Tu negocio. Me gustabas más
cuando estabas borracho a causa de tus medicamentos.

—Dime algo, Kishimoto—

—¿Qué?

—¿Por qué debería tomar tu consejo sobre mi relación? ¿Qué sabes sobre
relaciones aparte del hecho de que nunca has estado en una?

Un músculo se contrae en su mandíbula. —Wow. —Asiente, mira hacia otro


lado. —¿Sabes qué? —Él me muestra el dedo. —No pretendas saber una mierda sobre mí,
hombre. Tú no me conoces.

—Tú tampoco me conoces a mí.

—Sé que eres un idiota.

179
De repente, inexplicablemente, me apago.

Mi cara palidece. Me siento tenso. No me queda ninguna lucha hoy y no tengo


ningún interés en defenderme. Soy un idiota. Sé quién soy. Las cosas terribles que he
hecho. Es indefendible.

—Tienes razón, —le digo, pero lo digo en voz baja. —Y estoy seguro de que
tienes razón en que hay muchas cosas que no sé sobre ti, también.

Algo en Kenji parece relajarse.

Sus ojos son comprensivos cuando dice: —Realmente no creo que tengas que
perderla. Así no. No por esto Lo que hiciste fue, como —sí, esa mierda fue más que
horrible ¿Torturar a su maldita hermana? Quiero decir. Sí. Absolutamente. Al igual,
diez de cada diez probablemente irás al infierno por eso.

Me estremezco.

—Pero eso sucedió antes de que la conocieras, ¿verdad? Antes de todo esto —
ondea una mano— ya sabes, lo que sea que haya sucedido entre ustedes. Y la conozco; sé
lo que siente por ti. Puede haber algo para resguardar. No perdería la esperanza por el
momento.

Casi rompo una sonrisa. Casi me río.

No lo hago.

En cambio, digo: —Recuerdo que Juliette me dijo que le hablaste de manera


similar a Kent poco después de que se separaron. Que te declaraste expresamente en
contra de sus deseos. Le dijiste a Kent que todavía lo amaba, que quería volver a estar
con él. Le dijiste exactamente lo contrario de lo que ella sentía. Y ella estaba furiosa.

—Eso fue diferente. —Kenji frunce el ceño. —Eso fue justo… como… ya sabes—
¿Sólo estaba tratando de ayudar? Porque, lógicamente, la situación era realmente
complicada—

—Aprecio que trates de ayudarme, —le digo. —Pero no le rogaré para volver a
mí. No si no es lo que ella quiere. —Miro hacia otro lado. —En todo caso, ella siempre
ha merecido estar con alguien mejor. Quizás esta es su oportunidad.

—Uh huh. —Kenji levanta una ceja. —Así que si, como, mañana ella conecta con
algún otro tipo solo vas a encoger los hombros y estar como... ¿No lo sé? ¿Sacudirás la
mano del tipo? ¿Llevarás a la feliz pareja a cenar? ¿De verdad?

Es solo una idea

180
Un escenario hipotético.

Pero la posibilidad florece en mi mente: Juliette sonriendo, riendo con otro


hombre—

Y aún peor: sus manos sobre su cuerpo, sus ojos medio cerrados con deseo—

De repente me siento como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago.

Cierro mis ojos. Intento serenarme.

Pero ahora no puedo dejar de imaginarlo: alguien más conociéndola de la forma


en que yo la conocía, en la oscuridad, en las horas tranquilas antes del amanecer, sus
dulces besos, sus gemidos privados de placer.

No puedo hacerlo. No puedo hacerlo

No puedo respirar

—Oye, lo siento, solo fue una pregunta.

—Creo que deberías irte, —le digo. Susurro las palabras. —Deberías irte.

—Sí, ¿sabes qué? Sí. Excelente idea. —Él asiente varias veces. —No hay
problema. —Aún así, no se mueve.

—¿Qué?, —le grito.

—Yo solo, eh —él se balancea sobre sus talones— me preguntaba si tú, eh,
¿querrías más de esas cositas medicinales? ¿Antes de salir de aquí?"

—Fuera.

—Está bien, hombre, no hay problema, sí, solo voy a...

De repente, alguien está golpeando mi puerta.

Miro hacia arriba. Miro alrededor.

—Debería, um —Kenji está mirándome, una pregunta en sus ojos— quieres que
yo atienda eso?

Lo miro con furia.

—Ya, lo entiendo, — dice, y corre a abrir la puerta.

Es Delalieu, que parece estar en pánico.

181
Se necesita más que un esfuerzo concertado, pero me las arreglé para recuperar
mis fuerzas.

—¿No podría haber llamado, Teniente? ¿No es para eso para lo que son nuestros
teléfonos?

—He estado intentando, señor, durante más de una hora, pero nadie respondía a
su teléfono, señor...

Muevo mi cuello y suspiro, estirando los músculos incluso mientras se tensan


nuevamente.

Mi culpa.

Desconecté mi teléfono anoche. No quería distracciones mientras estaba mirando


los archivos de mi padre, y durante la locura de la mañana olvidé reconectar la línea.
Estaba empezando a preguntarme por qué había tenido tanto tiempo ininterrumpido
para mí mismo hoy.

—Está bien, —le dije, interrumpiéndolo. —¿Cuál es el problema?

—Señor, —dice, tragando saliva—, he intentado ponerme en contacto con usted y


con Madame Suprema, pero ustedes dos no estuvieron disponibles en todo el día y, y...

—¿Qué pasa, Teniente?

—El comandante supremo de Europa ha enviado a su hija, señor. Ella se mostró


sin previo aviso hace un par de horas, y me temo que está haciendo bastante alboroto
para ser ignorada y no estaba seguro de qué hacer.

—Bueno, dile que se siente bien y espere, —dice Kenji, irritado. —¿Qué quieres
decir con que está haciendo un escándalo? Tenemos mierda que hacer aquí.

Pero me he vuelto inesperadamente sólido. Al igual que la sangre en mis venas se


ha congelado.

—Quiero decir, ¿no?, —ice Kenji, empujándome con su brazo. —¿Cuál es el


problema, hombre? Delalieu, —dice, ignorándome— solo dile que se calme. Bajaremos
en un minuto. Este chico necesita bañarse y ponerse la camisa. Darle algo de almuerzo o
algo así, ¿está bien? Estaremos allí.

—Sí, señor, —dice Delalieu en voz baja. Él está hablando con Kenji, pero me
fulmina con otra mirada de preocupación. Yo no respondo. No estoy seguro de qué
decir.

182
Las cosas están sucediendo demasiado rápido. Fisión y fusión en todos los
incorrecto lugares, todos a la vez.

Solo cuando Delalieu se fue y la puerta se cerró, Kenji finalmente dice, —¿Qué
fue todo eso? ¿Por qué te ves tan asustado?

Y me descongelo. La sensación regresa lentamente a mis extremidades.

Me volteo para enfrentarlo.

—¿Realmente piensas, —digo con cuidado—, que tengo que decirle a Juliette
sobre las otras mujeres con las que he estado?

—Uh, sí, —dice, pero ¿qué tiene eso que ver con—

Lo miro fijamente.

Él mira hacia atrás. Su boca se abre. —¿Quieres decir con esta chica, la única
abajo—?

—Los hijos de los comandantes supremos, —trato de explicar, apretando mis ojos
cerrados—, todos... básicamente todos crecimos juntos. He conocido a la mayoría de
estas chicas toda mi vida. —Lo miro, intentando aparentar indiferencia. —Era
inevitable, realmente. No debería ser sorprendente.

Pero las cejas de Kenji están altas. Está tratando de luchar contra una sonrisa
mientras me da una palmada en la espalda, muy duro. —Oh, estás en un mundo de
dolor, hermano. Un. Mundo. De. Dolor.

Niego con la cabeza. —No hay necesidad de ser dramático. Juliette no lo tiene
que saber. Ni siquiera me está hablando en este momento.

Kenji se ríe. Me mira con algo parecido a la compasión. —No sabes algo sobre las
mujeres, ¿verdad? —Cuando no respondo, él dice: —Confía en mí, hombre, apuesto
cualquier cosa a que donde sea que J esté ahora, afuera en algún lugar, ella ya lo sabe. Y
si no lo hace, lo hará pronto. Platica de mujeres sobre todo.

—¿Cómo es eso posible?

Él se encoge de hombros.

Yo suspiro. Paso una mano por mi cabello. —Bueno, —digo. —¿Realmente


importa? ¿No tenemos cosas más importantes con las que lidiar que no sean los detalles
más estrictos de mis relaciones previas?

183
—¿Normalmente? Sí. Pero cuando el comandante supremo de América del Norte
es tu ex novia, ¿y ella ya se siente realmente estresada por el hecho de que has estado
mintiéndole? Y luego, de repente, tu otra ex novia aparece y ¿Juliette ni siquiera sabe
sobre ella? Y se da cuenta de que hay como miles de cosas más sobre las que le has
estado mintiendo…

—Nunca le mentí sobre nada de esto, —interrumpo. —Ella nunca preguntó —

—¿y entonces nuestro poderoso comandante supremo se pone súper super


¿enojada? —Kenji se encoge de hombros. —No lo sé, amigo, no veo que eso termine
bien.

Dejo caer mi cabeza en mis manos. Cierro los ojos. —Necesito ducharme.

—Y… sí, esa es mi señal para irme.

Miro hacia arriba, de repente. —¿Hay algo que pueda hacer? —Digo. —¿Para
evitar que esto empeore?

—Oh, ¿entonces ahora estás tomando un consejo de relación de mí?

Lucho contra el impulso de poner los ojos en blanco.

—Realmente no lo sé, hombre, —dice Kenji, y suspira. —Creo que, esta vez, solo
tienes que lidiar con las consecuencias de tu propia estupidez.

Miro hacia otro lado, retengo una risa, y asiento varias veces al decir: —Vete al
infierno, Kishimoto.

—Estoy justo detrás de ti, hermano. —Me guiña un ojo. Sólo una vez.

Y desaparece

184
Juliette
Hay algo hirviendo dentro de mí.

Algo que nunca me he atrevido a tocar, algo que temo reconocer. Hay una parte
de mí arañando por liberarme de la jaula en donde lo atrapé, golpeando las puertas de mi
corazón suplicando ser libre.

Mendigando para que la deje ir.

Todos los días siento que estoy reviviendo la misma pesadilla. Abro mi boca
grito, peleo, muevo los puños pero mis cuerdas vocales están cortadas, mis brazos están
pesados y pesados como si estuvieran atrapados en cemento mojado y estoy gritando,
pero nadie puede oírme, nadie puede alcanzarme y estoy atrapada. Y me está matando.

Siempre he tenido que hacerme sumisa, subordinada, retorcida en un suplicante,


trapeador pasivo solo para que todos los demás se sientan seguros y cómodos. Mi
existencia se ha convertido en una lucha para demostrar que soy inofensiva, que no soy
una amenaza, que soy capaz de vivir entre otros seres humanos sin lastimarlos.

Y estoy tan cansada que estoy tan cansada que estoy tan cansada que estoy muy
cansada y a veces me enojo tanto.

No sé lo que me está pasando.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

185
Aterrizamos en un árbol.

No tengo idea de dónde estamos, ni siquiera sé si alguna vez estuve tan alto, o
tan cerca de la naturaleza, pero Nazeera no parece molestarse en absoluto.

Respiro fuerte cuando me giro para mirarla, la adrenalina y la incredulidad


chocan, pero ella no me está mirando. Ella se ve tranquila, feliz, incluso, mientras mira
hacia afuera a través del cielo, un pie apoyado en la rama de un árbol mientras que el
otro cuelga, balanceándose suavemente de un lado a otro con la brisa fresca. Su brazo
izquierdo descansa sobre su rodilla izquierda y su mano está relajada, casi demasiado
casual, ya que se aprieta y se distiende alrededor de algo que no puedo ver. Inclino mi
cabeza, abro mis labios para preguntarle cuando ella me interrumpe.

—Sabes, —dice de repente, —nunca le he mostrado a nadie lo que puedo hacer.

Me pilla desprevenida.

—¿A nadie? ¿Alguna vez? —Dije, aturdida.

Ella niega con la cabeza.

—¿Por qué no?

Está callada por un minuto antes de decir: —La respuesta a esa pregunta es una de
las razones por las que quería hablar contigo. —Toca con una mano ausente a la
perforación de diamantes en su labio, golpeando la punta de un dedo contra la piedra
brillante. —Entonces, —dice ella. —¿Sabes algo real acerca de tu pasado?

Y el dolor es rápido, como acero frío, como cuchillos en mi pecho. Dolorosos


recordatorios de las revelaciones de hoy. —Sé algunas cosas, —finalmente digo. —
Aprendí la mayor parte esta mañana, en realidad.

Ella asiente. —Y es por eso que huiste como lo hiciste.

Me vuelvo para enfrentarla. —¿Me estabas observando?

—Te he estado siguiendo, sí.

—¿Por qué?

Ella sonríe, pero parece cansada. —Realmente no me recuerdas, ¿verdad?

La miro, confundida.

Ella suspira. Balancea ambas piernas debajo de ella y mira hacia la distancia. —
No importa.

186
—No, espera, ¿qué quieres decir? ¿Se supone que debo recordarte?

Ella niega con la cabeza.

—No entiendo, —digo.

—Olvídalo, —dice ella. —No es nada. Simplemente te ves muy familiar, y por un
fracción de segundo, pensé que nos habíamos visto antes.

—Oh, —digo. —Está bien. —Pero ahora ella no me mira, y tengo una extraña
sensación de que está reteniendo algo.

Aún así, ella no dice nada.

Se ve perdida en sus pensamientos, mordiéndose el labio mientras mira a la


distancia, y no dice nada por lo que parece mucho tiempo.

—Um. ¿Disculpa? Me pones en un árbol, —finalmente digo. —¿Qué demonios


estoy haciendo aquí? ¿Qué quieres?

Ella se da vuelta para mirarme. Entonces es cuando me doy cuenta de que el


objeto en su mano es en realidad una bolsa de caramelos duros. Ella me la tiende,
indicando con la cabeza que debería tomar uno.

Pero no confío en ella. —No, gracias, —digo.

Ella se encoge de hombros. Desenrolla uno de los dulces coloridos y se lo mete en


la boca. —Entonces, —dice ella. —¿Qué te dijo Warner hoy?

—¿Por qué quieres saber?

—¿Te dijo que tienes una hermana?

Siento que un nudo de ira comienza a formarse en mi pecho. No digo nada.

—Lo tomaré como un sí, —dice ella. Muerde con fuerza el dulce en su boca. Cruje
silenciosamente a mi lado. —¿Te dijo algo más?

—¿Qué quieres de mí?, —le digo. —¿Quién eres tú?

—¿Qué te dijo sobre tus padres?, —pregunta, ignorándome incluso mientras me


mira por el rabillo del ojo. —¿Te dijo que eras adoptada? ¿Que tus padres biológicos
todavía están vivos?

Solo la miro.

Ella inclina la cabeza. Me estudia —¿Te dijo sus nombres?

187
Mis ojos se ensanchan automáticamente.

Nazeera sonríe, y la acción ilumina su rostro. —Ahí está", dice, con un


asentimiento triunfante. Ella pela otro caramelo de su envoltorio y lo mete en su boca —
Hmm.

—¿Qué fue eso?

—El momento, —dice ella, —donde termina el enojo y comienza la curiosidad.

Suspiro, irritada. —¿Conoces los nombres de mis padres?

—Yo nunca dije eso.

Me siento agotada de repente. Impotente. —¿Todos saben más sobre mi vida que
yo? "

Ella me mira. Mira hacia otro lado. —No todos, —dice ella. —Aquellos de
nosotros con rangos lo suficientemente altos en el Restablecimiento sí saben mucho, —
dice ella. —Es nuestro deber saberlo. Especialmente nosotros, —dice, encontrándome
con la mirada durante un segundo. —Los niños, quiero decir. Nuestros padres esperan
que tomemos el control algún día. Pero, no, no todo el mundo lo sabe todo. —Ella sonríe
ante algo, una broma privada compartida solo con ella, cuando dice: —La mayoría de la
gente no sabe nada, en realidad. —Y entonces, frunce el ceño. —Aunque creo que
Warner sabe más de lo que pensé.

—Entonces —,digo. —Conoces a Warner desde hace mucho tiempo.

Nazeera se quita la capucha un poco para que pueda ver mejor su cara, se inclina
contra una rama, y suspira. —Escucha, —dice en voz baja. —Solo sé sobre lo que mi
Papa nos habló de ustedes, y ahora soy lo suficientemente sabia para saber que la
mayoría de las cosas que he escuchado son probablemente tonterías. Pero —

Ella duda. Se muerde el labio y duda.

—Solo dilo, —le digo, sacudiendo la cabeza mientras lo hago. —Ya escuché a
mucha gente decirme que estoy loca por enamorarme de él. Tú no serías la primera.

—¿Qué? No, —dice, y se ríe. —No creo que estés loca. Quiero decir, entiendo por
qué la gente puede pensar que él es problemático, pero es mi gente, ¿sabes? Yo sabía
sobre sus padres. Anderson hizo que mi propio padre pareciera un buen tipo. Todos
estamos jodidos en cierta forma, eso es cierto, pero Warner no es una mala persona. Él
solo está tratando de encontrar una manera de sobrevivir a esta locura, al igual que el
resto de nosotros.

188
—Oh, —digo. Sorprendida.

—De todos modos, —dice con un encogimiento de hombros—, no, entiendo por
qué te gusta. E incluso si no lo hiciera, quiero decir, no estoy ciega. —Ella levanta una
ceja sabia hacia mí. —Te entiendo, niña.

Todavía estoy aturdida. Esta podría ser la primera vez que escucho a alguien más
que mí misma defender a Warner.

—No, lo que estoy tratando de decir es que creo que podría ser un buen momento
para que concentrarte en ti misma por un tiempo. Tomate un respiro. Y de todos modos,
Lena va a estar aquí en cualquier momento, por lo que es mejor que te mantengas alejada
de esa situación durante todo el tiempo que puedas. —Ella me dispara otra mirada de
complicidad. —Realmente no creo que necesites más drama en tu vida, y toda esa —ella
hace un gesto hacia el aire— cosa se va a poner realmente fea.

—¿Qué?" Frunzo el ceño. —¿Qué cosa? ¿Qué situación? ¿Quién es Lena?

La sorpresa de Nazeera es tan rápida, tan genuina que no puedo evitar sentirme
instantáneamente preocupada. Mi pulso se acelera cuando Nazeera se vuelve
completamente en mi dirección y dice muy, muy lentamente: —Lena. Lena Mishkin.
Ella es la hija del supremo comandante de Europa.

La miro fijamente. Sacudo mi cabeza.

Los ojos de Nazeera se ensanchan. —Chica, ¿qué diablos?

—¿Qué?, —digo, asustada ahora. —¿Quien es ella?

—¿Quien es ella? ¿En serio? Ella es la ex novia de Warner.

Casi me caigo del árbol.

Es gracioso, pensé que sentiría más que eso.

La vieja Juliette habría llorado. La rota Juliette se habría abierto por el impacto
repentino de las muchas revelaciones desgarradoras de hoy, por la profundidad de las
mentiras de Warner, por el dolor de sentirme tan profundamente traicionada. Pero esta
nueva versión de mí se niega a reaccionar; en cambio, mi cuerpo se está apagando.

Siento que mis brazos se entumecen cuando Nazeera me ofrece detalles sobre el
vieja relación de Warner, detalles que quiero y no escuchar. Ella dice que Lena y
Warner fueron un gran asunto para el mundo del Restablecimiento y de repente tres de

189
los dedos en mi mano derecha comienzan a temblar sin mi permiso. Ella dice que la
madre de Lena y el padre de Warner estaban entusiasmados por una alianza entre sus
familias, sobre un vínculo que solo fortalecería a su régimen, y las corrientes eléctricas
se deslizan por mis piernas, sorprendiéndome y paralizándome todo a la vez.

Ella dice que Lena estaba enamorada de él, realmente enamorada, pero que
Warner le rompió el corazón, que nunca la trató con ningún afecto real y que ella lo odia
por eso, que —Lena ha estado furiosa desde que escuchó las historias de cómo se
enamoró de ti, especialmente porque se suponía que debías estar, como, recién salida de
un asilo mental, ¿sabes? Aparentemente fue un gran golpe a su ego —y escuchar esto no
hace nada para calmarme. Me hace sentir extraña y rara, como un espécimen en un
tanque, como si mi vida nunca fue mía, como si fuera un actor en una obra de teatro
dirigida por extraños y siento una exhalación del viento ártico que sopla constantemente
en mi pecho, una brisa amarga rodea mi corazón y cierro los ojos cuando la congelación
alivia mi dolor, sus manos heladas cerrándose alrededor de las heridas apresurándose por
mi carne.

Sólo entonces

Solo entonces respiro finalmente, disfrutando de la desconexión de este dolor.

Miro hacia arriba, sintiéndome rota y flamante, con los ojos fríos e insensibles
mientras parpadeo lentamente y digo: —¿Cómo sabes todo esto?

Nazeera rompe una hoja de una rama cercana y la dobla entre sus dedos. Ella se
encoge de hombros. —Es un círculo pequeño e incestuoso en el que nos movemos. He
conocido a Lena desde siempre. Ella y yo nunca fuimos cercanas, exactamente, pero nos
movemos en el mismo mundo. —Otro encogimiento de hombros. —Ella estaba muy
mal por él. Es todo de lo que ella siempre quiso hablar. Y ella ha hablado con cualquiera
sobre eso.

—¿Cuánto tiempo estuvieron juntos?

—Dos años.

Dos años.

La respuesta es tan inesperadamente dolorosa que atraviesa mis nuevas defensas.

¿Dos años? Dos años con otra chica y nunca dijo una palabra al respecto. Dos años
con alguien más. ¿Y cuántas otras? Un golpe de dolor intenta llegar a mí, para eludir mi
nuevo y frío corazón, y me las arreglo para luchar contra lo peor de eso. Aun así, un
bloque de algo caliente y horrible se entierra en mi pecho.

190
No celos, no.

Inferioridad. Inexperiencia. Naïveté.

¿Cuánto más aprenderé sobre él? ¿Cuánto más ha guardado de mí? ¿Cómo podré
volver a confiar en él?

Cierro los ojos y siento el peso de la pérdida y la resignación asentarse profundo,


profundo dentro de mí. Mis huesos cambian, reorganizándose para hacer espacio a estas
nuevas heridas.

Esta ola de ira fresca.

—¿Cuándo se separaron? —Pregunto.

—¿Hace como… ocho meses atrás?

Ahora dejo de hacer preguntas.

Quiero convertirme en un árbol. Una brizna de hierba. Quiero convertirme en


tierra o aire o nada. Nada. Sí. Quiero convertirme en nada.

Me siento como una tonta.

—No entiendo por qué él nunca te lo dijo, —Nazeera me está diciendo ahora,
pero apenas puedo oírla. —Eso es una locura. Fue una gran noticia en nuestro mundo.

—¿Por qué me has estado siguiendo? —Cambio el tema con cero finura. Mis ojos
están medio cerrados. Mis puños están apretados. No quiero hablar más sobre Warner.
Nunca más. Quiero arrancar mi corazón de mi pecho y tirarlo en nuestro océano lleno
de orina por todo lo bueno que me ha hecho.

No quiero sentir nada más.

Nazeera se sienta, sorprendida. —Están sucediendo muchas cosas en este


momento, —dice ella. —Hay tanto que no sabes, tanta mierda que estás empezando a
adentrarte. Quiero decir... diablos, alguien intentó matarte ayer. —Ella la sacude la
cabeza. —Solo estoy preocupada por ti.

—Ni siquiera me conoces. ¿Por qué molestarte en preocuparte por mí?

Esta vez, ella no responde. Solo me mira. Lentamente, desenvuelve otro dulce y
se lo mete en la boca y mira hacia otro lado.

—Mi padre me obligó a venir aquí, —dice en voz baja. —No quería tener nada
que ver con esto. Nunca lo hice. Odio todo lo que el Restablecimiento representa. Pero

191
me dije a mí misma que si tenía que estar aquí, cuidaría de ti. Entonces eso es lo que
estoy haciendo ahora. Estoy cuidando de ti.

—Bueno, no pierdas tu tiempo, —le digo, sintiéndome insensible. —No necesito


tu piedad o tu protección.

Nazeera se calla. Finalmente, ella suspira. —Escucha, lo siento mucho, —dice


ella. —Honestamente pensé que sabías sobre Lena.

—No me importa Lena, —miento. —Tengo cosas más importantes por las que
preocuparme.

—Bien, —dice ella. Se aclara la garganta. —Lo sé. Aún así, lo siento.

No dije nada.

—Oye, —dice Nazeera. —De verdad. No quise molestarte. Solo quiero que sepas
que no estoy aquí para lastimarte. Estoy tratando de cuidarte.

—No necesito que me cuides. Estoy bien.

Ahora ella pone los ojos en blanco. —¿Acaso no te salvé la vida?

Murmuro algo tonto en voz baja.

Nazeera niega con la cabeza. —Tienes que resolver todo, niña, o no vas a superar
esto viva, —me dice. —No tienes idea de qué está pasando detrás de escenas o lo que los
otros comandantes tienen en preparado para ti. —Cuando no respondo ella dice: —Lena
no será la última de nosotros en llegar aquí, sabes. Y nadie viene aquí a jugar limpio.

Miro hacia ella. Mis ojos están muertos de emoción. —Bien, —digo. —Déjalos
venir.

Ella se ríe, pero no hay vida en eso. —¿Así que tú y Warner tienen algo de drama
y ahora simplemente no te importa nada? Eso es muy maduro.

Fuego parpadea a través de mí. Mis ojos se agudizan. —Si estoy enojada en este
momento, es porque acabo de descubrir que todos los que están más cerca de mí me han
estado mintiendo. Usándome. Manipulándome para sus propias necesidades. Mis
padres, —digo con enojo—, todavía están vivos, y aparentemente no son mejores que los
monstruos abusivos quienes me adoptaron. Tengo una hermana quien ha sido torturada
activamente por el Restablecimiento, y nunca supe que ella existía. Intento conciliar el
hecho de que nada va a ser lo mismo para mí, nunca más, y no tengo idea en quién
confiar o cómo avanzar. Entonces sí, —digo, casi gritando las palabras—, en este
momento no me importa nada. Porque ya no sé para qué estoy luchando. Y no sé

192
quiénes son mis amigos. En este momento, —digo—, todos son mis enemigos,
incluyéndote a ti.

Nazeera no se conmueve. —Podrías luchar por tu hermana, —dice ella.

—Ni siquiera sé quién es ella.

Nazeera me lanza una mirada de soslayo, pesada con incredulidad. —¿No es


suficiente que ella es una niña inocente siendo torturada? Pensé que había algo mayor
por lo que estabas luchando.

Me encojo de hombros. Me aparto.

—¿Sabes qué? No tienes que preocuparte, —dice ella. —Pero yo sí. Me importa lo
que el Restablecimiento le ha hecho a personas inocentes. Me importa que nuestros
padres son todos un grupo de psicópatas. Me importa mucho lo que el Restablecimiento
ha hecho, en particular, en aquellos de nosotros con habilidades.

—Y para responder a tu pregunta anterior: nunca le conté a nadie acerca de mis


poderes porque vi lo que le hicieron a personas como yo. Cómo los encerraron.
Torturaron y abusaron de ellos. —Ella me mira a los ojos. —Y no quiero ser el próximo
experimento ".

Algo dentro de mí se suaviza. De repente me siento vacía y triste. —Me importa,


—finalmente le digo. —Me preocupa demasiado, probablemente.

Y la ira de Nazeera se calma. Ella suspira.

—Warner dijo que el Restablecimiento quiere llevarme de vuelta, —le digo.

Ella asiente. —Parece lo correcto.

—¿A dónde quieren llevarme?

—No estoy segura, —dice ella. Se encoge de hombros. —Quizás te maten.

—Gracias por la charla.

—O, —dice, sonriendo un poco—, te enviarán a otro continente, tal vez. Nuevo
alias. Nueva instalación."

—¿Otro continente? —Digo, curiosa a mi pesar. —Nunca he estado en un avión


antes.

De alguna manera, he dicho algo equivocado.

193
Nazeera parece casi afectada por un segundo. El dolor destella dentro y fuera de
sus ojos y mira hacia otro lado. Aclara su garganta Pero cuando ella mira de vuelta su
cara es neutral una vez más. —Sí. Bien. No te pierdes mucho.

—¿Viajas mucho? —Pregunto.

—Sí.

—¿De dónde eres?

—Sector 2. Continente asiático. —Y luego, al mirarme la cara: —Pero yo nací en


Bagdad.

—Bagdad, —digo, casi para mí misma. Suena muy familiar, y estoy tratando de
recordar, tratando de ubicarlo en el mapa, cuando ella dice:

—Irak.

—Oh, — digo. —Guau.

—Mucho que asimilar, ¿eh?

—Sí, —dije en voz baja. Y luego, odiándome incluso mientras digo las palabras,
no puede evitar preguntar: —¿De dónde es Lena?

Nazeera se ríe. —Pensé que habías dicho que no te importaba Lena.

Yo cierro mis ojos. Sacude mi cabeza, mortificada.

—Ella nació en Peterhof, un suburbio de San Petersburgo.

—Rusia, —digo, aliviada de reconocer finalmente una de estas ciudades. —Guerra


y Paz.

—Gran libro, —dice Nazeera asintiendo. —Lástima que todavía esté en la lista de
quemados.

—¿Lista de quemados?

—Para ser destruido, —dice ella. —El Restablecimiento tiene grandes planes para
reiniciar el lenguaje, la literatura y la cultura. Quieren crear un nuevo tipo de, no sé, —
dice, haciendo un gesto al azar con una mano—,humanidad universal.

Asiento, silenciosamente horrorizada. Ya sé esto. Había oído hablar de esto por


primera vez con Adam justo después de que fue asignado para convertirse en mi
compañero de celda en el manicomio. Y la idea de destruir el arte —la cultura, todo lo
que hace a los seres humanos diversos y hermosos—
194
Me hace sentir mal del estómago

—De todos modos, —dice ella—, obviamente es un experimento basura, grotesco,


pero tenemos que pasar a través de etapas. Nos dieron listas de libros para ordenar, y
tenemos que leerlos, escribir informes, decidir qué mantener y de cuáles deshacerse. —
Ella exhala. —Finalmente terminé de leer la mayor parte de los clásicos hace un par de
meses, pero a principios del año pasado nos obligaron a todos a leer “Guerra y Paz” en
cinco idiomas, porque querían que analizáramos cómo la cultura juega un papel en la
manipulación de la traducción del mismo texto. —Duda, recordando. —Definitivamente
fue de lo más divertido leer en francés. Pero creo que, finalmente, es mejor que en ruso.
Todas las demás traducciones, especialmente las inglesas, faltan lo necesario… toska.
¿Sabes a lo que me refiero?

Mi boca se abre un poco.

Es la forma en que lo dice, como si no fuera gran cosa, como si acabara de decir
algo perfectamente normal, como si cualquiera pudiera leer Tolstoy en cinco idiomas
diferentes y pulir los libros en solo una tarde. Es su propia seguridad fácil y sin esfuerzo,
eso hace que mi corazón se desinfle. Me tomó un mes leer Guerra y Paz. En inglés.

—Claro, —le digo, y aparto la mirada. —Sí. Eso es, um, interesante.

Se está volviendo demasiado familiar, este sentimiento de inferioridad. Muy


poderoso. Cada vez que creo que he progresado en mi vida, me recuerda cuánto más aún
tengo que recorrer. Aunque supongo que no es culpa de Nazeera que ella y el resto de
estos niños fueran criados para ser genios violentos.

—Entonces, —dice, aplaudiendo. —¿Hay algo más que quieras saber?

—Sí, —digo. —¿Cuál es el problema con tu hermano?

Ella se ve sorprendida. —¿Haider? —Ella duda. —¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, como —frunzo el ceño—, ¿es leal a tu padre? ¿Al


Restablecimiento? ¿Es él confiable?

—No sé si lo llamaría confiable, —dice, pareciendo pensativa. —Pero creo que


todos nosotros tenemos relaciones complicadas con el Restablecimiento. Haider no
quiere estar aquí más que yo.

—¿De verdad?

Ella asiente. —Warner probablemente no considera a ninguno de nosotros sus


amigos, pero Haider lo hace. Y Haider pasó por un momento realmente oscuro el año
pasado. —Ella hace una pausa. Rompe otra hoja de una rama cercana. Pliega y vuelve a
195
doblar sus dedos mientras dice: —Mi papá lo estaba presionando mucho, forzando a
través de un entrenamiento realmente intenso, los detalles de los cuales Haider todavía
no quiere compartir conmigo, y unas semanas más tarde comenzó a descender en
espiral. Él estaba exhibiendo tendencias suicidas. Haciéndose daño a sí mismo. Y
realmente me asusté. Llame Warner porque sabía que Haider lo escucharía. —Niega
con la cabeza. —Warner no dijo una palabra. Él acabó por subir a un avión. Y se quedó
con nosotros por un par de semanas. No sé lo que le dijo a Haider, —dice ella. —No sé lo
que hizo o cómo lo sacó de allí, pero —ella mira hacia la distancia, se encoge de
hombros— es difícil olvidar algo así. Aunque nuestro padres siguen tratando de
enfrentarnos unos a otros. Están tratando de evitar que nos pongamos demasiado suave.
—Ella se ríe. —Pero es una mierda.

Y estoy tambaleándome, aturdida.

Hay tanto que desentrañar aquí que ni siquiera sé por dónde empezar. No estoy
segura de si quiero. Todos los comentarios de Nazeera sobre Warner solo parecen
arrojarse en mi corazón. Me hacen echarlo de menos.

Me hacen querer perdonarlo.

Pero no puedo dejar que mis emociones me controlen. Ahora no. Jamás.
Entonces fuerzo los sentimientos hacia abajo, fuera de mi cabeza, y en su lugar, digo, —
Wow. Y yo solo pensé que Haider era una especie de imbécil.

Nazeera sonríe. Agita una mano ausente. —Está trabajando en eso.

—¿Tiene él alguna… habilidad sobrenatural?

—Ninguna que yo sepa.

—Huh.

—Sí.

—Pero puedes volar, —le digo.

Ella asiente.

—Eso es interesante.

Ella sonríe, amplio, y se da vuelta para mirarme. Sus ojos son grandes y
bellamente iluminados por la luz moteada que atraviesa las ramas, y su emoción es tan
pura que hace que algo dentro de mí se marchite y muera.

196
—Es mucho más que interesante, —dice, y es entonces cuando siento una
punzada de algo nuevo:

Celos.

Envidia.

Resentimiento.

Mis habilidades siempre han sido una maldición, una fuente de dolor y conflicto
sin fin. Todo en mí está diseñado para matar y destruir y es una realidad que nunca he
sido capaz de aceptar completamente. —Debe ser agradable, —le digo.

Ella se da la vuelta de nuevo, sonriendo al viento. —¿La mejor parte?, —dice ella.
—Es que también puedo hacer esto —

Nazeera se vuelve de repente invisible.

Me estremezco bruscamente.

Y luego ella regresa radiante. —¿No es genial?, —dice, con los ojos brillantes con
emoción. —Nunca antes he podido compartir esto con nadie.

—Uh… sí. —Me río, pero suena falso, demasiado alto. —Muy bueno. —Y luego,
más tranquilamente, —Kenji va a estar enojado.

Nazeera deja de sonreír. —¿Qué tiene que ver él con algo?

—Bueno— Asiento en su dirección general. —Quiero decir, ¿lo que acabas de


hacer? Eso es lo de Kenji. Y no es bueno para compartir el centro de atención, en
general.

—No sabía que podría haber alguien más con el mismo poder, —dijo,
visiblemente desconsolada. —¿Cómo es eso posible?

—No lo sé, —le digo, y siento un impulso repentino de reír. Ella está tan decidida
a desagradar a Kenji, estoy empezando a preguntarme por qué. Y luego recuerdo, a la
vez, las horribles revelaciones de hoy, y la sonrisa se borra fuera de mi cara —Entonces,
—digo rápidamente—, ¿deberíamos regresar a la base? Todavía tengo unas toneladas de
cosas por descubrir, incluyendo cómo voy a lidiar con este estúpido simposio mañana.
No sé si debería huir o simplemente...

—No huyas. —Nazeera me interrumpe. —Si lo haces, podrían pensar que sabes
algo. No muestres tu mano, —dice ella. —Aún no. Solo revisa los movimientos hasta
que consigas crear tu propio plan.

197
La miro fijamente. Estudiándola. Finalmente, digo: —Está bien.

—Y una vez que decidas lo que quieres hacer, házmelo saber. Siempre puedo
ayudarte a evacuar a la gente Mantener presionado el fuerte. Luchar. Lo que sea. Solo
dilo.

—¿Qué —? —Frunzo el ceño. —¿Evacuar gente? ¿De qué estás hablando?

Ella sonríe mientras niega con la cabeza. —Chica, todavía no lo entiendes,


¿verdad? ¿Por qué crees que estamos aquí? El Restablecimiento está planeando destruir
el Sector 45. —Ella me mira. —Y eso incluye a todos los que están dentro.

198
Warner
Nunca llegué a bajar.

Apenas tuve un segundo para ponerme la camisa bien cuando escuché a alguien
golpeando mi puerta.

—Lo siento mucho, hermano, —escuché gritar a Kenji—, ella no me escucharía…

Y entonces,

—Abre la puerta, Warner. Prometo que esto solo dolerá un poco.

Su voz es la misma de siempre. Suave. Engañosamente suave. Siempre un poco


áspera alrededor de los bordes.

—Lena, —digo. —Qué bueno saber de ti otra vez.

—Abre la puerta, gilipollas.

—Nunca te contuviste con la adulación.

—Dije abre la puerta —

Muy cuidadosamente, lo hago.

Y luego cierro los ojos.

Lena me da una bofetada tan fuerte que siento como suena en mis oídos. Kenji
grita, pero solo brevemente, y tomo un respiro para estabilizarme. Miro hacia ella sin
levantar la cabeza. —¿Ya terminaste?

Sus ojos se abren, enfurecidos y ofendidos, y me doy cuenta de que ya la he


empujado demasiado lejos. Se balancea sin pensar, y aún así, es un golpe perfectamente
ejecutado. Con el impacto ella rompería, por lo menos, mi nariz, pero no puedo seguir
entreteniéndola con sus ensoñaciones de causarme daño físico. Mis reflejos son más
rápidos que los de ella, siempre lo han sido, y atrapo su muñeca solo momentos antes del
impacto. Su brazo vibra por la intensidad de la energía no utilizada y se echa hacia atrás,
chillando mientras se libera.

—Hijo de puta, —dice, respirando con dificultad.

—No puedo dejar que me golpees en la cara, Lena.

—Te lo haría peor.

199
—Y sin embargo, te preguntas por qué las cosas no funcionaron entre nosotros.

—Siempre tan frío, —dice, y algo en su voz se rompe cuando dice eso. —Siempre
tan cruel.

Me froto la parte posterior de la cabeza y sonrío, infelizmente, a la pared. —¿Por


qué tienes que venir a mi habitación? ¿Por qué acorralarme en privado? Sabes que me
queda poco para decirte.

—Nunca me dijiste nada, —grita de repente. —Dos años, —ella dice, con el pecho
agitado—, dos años y dejaste un mensaje con mi madre diciéndole que me haga saber
que nuestra relación había terminado...

—No estabas en casa, —le dije, apretando los ojos. —Pensé que era más eficiente

—Eres un monstruo —

—Sí, —le digo. —Sí lo soy. Deseo que te olvides de mí.

Sus ojos se vuelven vidriosos en un instante, cargados de lágrimas no


derramadas. Me siento culpable por no sentir nada Solo puedo mirarla, demasiado
cansado para luchar. Demasiado ocupado cuidando mis propias heridas

Su voz es enojada y triste cuando dice: —¿Dónde está tu nueva novia? Me muero
por conocerla.

Ante esto, miro hacia otro lado, mi propio corazón se rompe en mi pecho. —Tú
debería arreglarte, —digo. —Nazeera y Haider están aquí, también, en algún lado. Estoy
seguro de que todos tendrán mucho de qué hablar.

—Warner —

—Por favor, Lena, —digo, sintiéndome verdaderamente agotado ahora. —Estás


enojada, te entiendo. Pero no es mi culpa que te sientas de esta manera. Yo no te amo,
nunca lo hice. Y nunca te hice creer lo contrario.

Está callada por tanto tiempo que finalmente la miro, dándome cuenta demasiado
tarde de que de alguna manera, nuevamente, he logrado empeorar las cosas. Ella se ve
paralizada, sus ojos redondos, con los labios separados, sus manos temblando
ligeramente a los costados.

Yo suspiro.

200
—Tengo que irme, —dije en voz baja. —Kenji te mostrará tus habitaciones. —
Miro a Kenji y él asiente, solo una vez. Su cara está inesperadamente sombría.

Aún así, Lena no dice nada.

Doy un paso atrás, listo para cerrar la puerta entre nosotros, cuando ella se lanza
hacia mí con un grito repentino, sus manos cerrándose alrededor de mi garganta tan
inesperadamente que casi me golpea. Ella está gritando en mi cara, empujándome hacia
atrás mientras lo hace, y es todo lo que puedo hacer para mantener la calma. Mis
instintos son demasiado agudos a veces; es difícil para mí evitar reaccionar a las
amenazas, y me obligo a moverme en cámara lenta casi líquida mientras retiro sus
manos de alrededor de mi cuello. Ella todavía está luchando contra mí, propinando
varias patadas en mis espinillas cuando finalmente logro suavizar sus brazos

y acercarla.

De repente, ella queda inmóvil.

Mis labios están en su oído cuando digo su nombre una vez, muy suavemente.

Traga saliva mientras se encuentra con mis ojos, todo fuego e ira. Aun así, siento
su esperanza. Su desesperación Puedo sentir su maravilla sobre si he cambiado de
parecer.

—Lena, —repito, aún más suavemente. —Realmente, debes saber que tus
acciones no hacen nada para hacerte querer.

Ella se pone rígida.

—Por favor, vete, —le digo, y cierro rápidamente la puerta entre nosotros.

Caigo hacia atrás sobre mi cama, encogiéndome mientras patea violentamente a


mi puerta, y acuno mi cabeza en mis manos. Debo sofocar de repente el inexplicable
impulso de romper algo. Mi cerebro siente que podría separarse de mi cráneo.

¿Cómo llegué aquí?

Sin anclaje. Desaliñado y distraído.

¿Cuándo me pasó esto?

No tengo enfoque, no tengo control. Soy cada desilusión, cada falla, cada cosa
inútil que mi padre alguna vez dijo que era. Soy débil. Soy un cobarde. Dejé que mis
emociones ganasen demasiado a menudo y ahora, ahora lo he perdido todo. Todo está
despedazándose. Juliette está en peligro. Ahora, más que nunca, ella y yo necesitamos

201
permanecer unidos. Necesito hablarle. Necesito advertirle. Necesito protegerla... pero
ella se ha ido. Ella me desprecia de nuevo.

Y estoy aquí una vez más.

En el abismo

Disolviéndome lentamente en el ácido de la emoción.

202
Juliette
La soledad es algo extraño.

Se arrastra hacia ti, quieta y inmóvil, se sienta a tu lado en la oscuridad, golpea tu cabello
mientras duermes. Se envuelve alrededor de tus huesos, apretando con tanta fuerza que casi no
puedes respirar, casi no puedes escuchar el pulso corriendo en tu sangre mientras se apresura
hacia arriba de tu piel y toca tus labios con los pelos suaves en la parte posterior de su cuello. Deja
mentiras en tu corazón, se encuentra a tu lado por la noche, filtra la luz desde cada esquina. Es un
compañero constante, alcanzando tu mano solo para tirar cuando estás luchando por ponerte de
pie, atrapando tus lágrimas solo para obligarlas a bajar por tu garganta. Te asusta simplemente
estando a tu lado.

Te despiertas por la mañana y te preguntas quién eres. No te quedas dormido por la noche
y tiembla en tu piel. Dudas y dudas y dudas

lo hago

yo no

debería

por qué no lo haría

E incluso cuando estás listo para dejarla ir. Cuando estás listo para liberarte.

Cuando estás listo para ser alguien completamente nuevo. La soledad es un viejo amigo de
pie a tu lado en el espejo, mirándote a los ojos, desafiándote a vivir tu vida sin ella. No puedes
encontrar las palabras para luchar contra ti mismo, para luchar contra las palabras gritando que
no eres suficiente no eres suficiente nunca.

La soledad es un compañero amargo y miserable.

A veces simplemente no te suelta.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

203
Lo primero que hago al regresar a la base es ordenar a Delalieu que mueva todas
mis cosas a las viejas habitaciones de Anderson. Realmente no he pensado en cómo voy
a lidiar con ver a Warner todo el tiempo. Todavía no he considerado cómo actuar
alrededor de su ex novia. No tengo idea de cómo será eso y justo ahora casi no me
molesto en preocuparme.

Estoy muy enojada.

Si le creo a Nazeera, entonces todo lo que tratamos de hacer aquí, todos nuestros
esfuerzos por jugar bien, por ser diplomáticos, por organizar una conferencia
internacional de líderes, fueron por nada. Todo por lo que hemos estado trabajando es
basura. Ella dice que planean eliminar todo el Sector 45. Todas las personas. No solo a
los que viven en nuestra sede. No solo a los soldados que se pararon junto a nosotros.
Sino que también a todos los civiles, también. Mujeres, niños, todos.

Van a hacer que el Sector 45 desaparezca.

Y me siento repentinamente fuera de control.

Los cuartos viejos de Anderson son enormes; hacen que las habitaciones de
Warner parezcan ridículas en comparación, y después de que Delalieu me ha dejado en
paz, soy libre de ahogarme en los muchos privilegios que mi falso papel como
comandante supremo del Restablecimiento tiene para ofrecer. Dos oficinas. Dos salas de
reuniones. Una cocina completa Una gran suite principal. Tres baños. Dos habitaciones
para huéspedes. Cuatro armarios, de tal padre tal hijo me doy cuenta, e innumerables
otros detalles. Nunca había pasado mucho tiempo en ninguna de estas habitaciones
antes; las dimensiones son demasiado vastas. Solo necesito una oficina y, en general, es
donde paso mi tiempo.

Pero hoy me tomo el tiempo de mirar alrededor, y el único espacio que despierta
más mi interés es uno que nunca antes había notado. Es el que está más cerca del
dormitorio: una sala entera dedicada a la enorme colección de alcohol de Anderson.

No sé mucho sobre el alcohol.

Nunca he tenido ninguna experiencia adolescente tradicional de ningún tipo;


nunca he tenido fiestas a las que asistir; nunca he estado sometida al tipo de presión de
grupo sobre la que he leído en novelas. Nadie me ha ofrecido nunca drogas o una bebida
fuerte, y probablemente por una buena razón. Aún así, estoy fascinada por la miríada de
botellas arregladas perfectamente en los estantes de vidrio que recubren las paredes
oscuras con paneles de esta habitación. No hay muebles, sino dos grandes sillas de cuero
marrones y la gran mesa de centro lacada posicionada entre ellos. Encima de la mesa de
204
centro se encuentra un ¿jarra transparente?, llena con algún tipo de líquido ambarino;
hay solo una vaso de vidrio colocado al lado. Todo aquí es oscuro, vagamente
deprimente y apesta a madera y a algo antiguo, mohoso.

Extiendo la mano, paso los dedos por los paneles de madera y cuento. Tres de las
cuatro paredes de la sala están dedicadas a albergar varias botellas antiguas, 637 en total,
la mayoría de las cuales están llenas del mismo líquido ámbar; solo un par están llenas
de líquido claro. Me acerco para inspeccionar las etiquetas y aprender que las botellas
transparentes están llenas de vodka, ésta es una bebida de la que he oído hablar, pero el
líquido ámbar recibe diferentes nombres en diferentes contenedores. Uno se llama
“escocés”. Hay siete botellas de tequila. Pero la mayoría de lo que Anderson mantenía
en esta sala se llama bourbon —523 botellas en total, una sustancia de la que no tengo
conocimiento. Solo he oído hablar de personas que beben vino, cerveza y margaritas, y
no hay nada de eso aquí. La única pared llena de cualquier cosa más que de alcohol se
apilan varias cajas de cigarros y más de los mismos vasos de licores cortos y
estrechamente cortados. Recojo una de los vasos y casi lo dejo caer; es mucho más
pesado de lo que parece. Me pregunto si estas cosas están hechas de cristal real.

Y luego no puedo evitar preguntarme sobre las motivaciones de Anderson para


diseñar este espacio. Es una idea tan extraña, dedicar un cuarto entero a mostrar botellas
de alcohol. ¿Por qué no ponerlos en un armario? ¿O en una refrigerador?

Me siento en una de las sillas y miro hacia arriba, distraída por la masiva,
brillante araña colgando del techo.

Por qué me he traído hacia esta habitación, no puedo decirlo. Pero aquí me siento
realmente sola. Alejada de todo el ruido y la confusión del día. Me siento bien aislada
aquí, entre estas botellas, de una manera que me alivia. Y por primera vez en todo el día,
me siento relajada. Siento que me retiro. Retirada. Huyo a un rincón oscuro de mi
mente.

Hay un extraño tipo de libertad en darse por vencido.

Hay una libertad en estar enojada. En vivir sola. Y lo más extraño de todo: es que
aquí, dentro de las paredes del antiguo refugio de Anderson, siento que finalmente lo
entiendo. Finalmente entiendo cómo pudo vivir de la forma en que lo hizo. Él nunca se
permitió a él mismo el sentir, nunca se permitió herirse, nunca invitó a ninguna
emoción en su vida. No estuvo obligado a nadie más que a sí mismo, y yo lo liberé.

Su egoísmo lo liberó.

Busco la jarra de líquido ámbar, tiro del tapón y lleno el cristal de vaso colocado
al lado. Miro al vaso por un rato, y me devuelve la mirada.

205
Finalmente, lo recojo.

Un sorbo y casi lo escupo, tosiendo violentamente mientras parte del líquido se


atrapa en mi garganta. La bebida preferida de Anderson es repugnante. Como a muerte
y fuego y aceite y humo. Me obligo a tomar un trago rápido de la bebida vil antes de
volver a bajarla, mis ojos se llenan de lágrimas mientras el alcohol atraviesa su camino a
través de mí. Ni siquiera estoy segura de por qué lo he hecho, por qué quería probarlo o
lo que espero que haga por mí. No tengo expectativas de nada.

Tengo curiosidad.

Me siento descuidada.

Y los segundos pasan, mis ojos se abren y cierran en el bienvenido silencio y


arrastro un dedo por el borde de mis labios, cuento las muchas botellas de nuevo, y estoy
empezando a pensar que el terrible sabor de la bebida no era realmente tan malo cuando
lentamente, felizmente, llega a una flor de calor desde lo más profundo de mi ser y
despliega rayos individuales de calor dentro de mis venas.

Oh, pienso.

Oh.

Mi boca sonríe pero se siente un poco torcida y no me importa, no realmente, ni


siquiera el que mi garganta se sienta un poco entumecida. Recojo el vaso todavía lleno y
tomo otro gran trago de fuego y esta vez no me da miedo. Es agradable estar perdida así,
el llenar mi cabeza de nubes y viento y nada. Me siento floja y un poco torpe mientras
estoy parada, pero se siente bien, se siente agradable y cálido y agradable y me encuentro
vagando hacia el baño, sonriendo mientras busca en sus cajones algo

alguna cosa

Dónde está

Y luego lo encuentro, un conjunto de corta pelos eléctricos, y decido que es hora


de darme un corte de cabello. Éste me ha estado molestando por siempre. Está muy
largo, por demasiado tiempo, un recuerdo, un recuerdo de todo mi tiempo en el
manicomio, demasiado largo por todos esos años en los que fui olvidada y me pudrí en el
infierno, demasiado espeso, también sofocante, demasiado, demasiado esto, demasiado
aquello, demasiado molesto.

Mis dedos buscan a tientas el enchufe pero eventualmente logro encender la cosa,
la pequeña máquina zumba en mi mano y creo que probablemente debería quitarme mi

206
ropa primero, no quiero tener pelo en todos lados, así que debería. Probablemente me
quite la ropa primero, definitivamente.

Y luego estoy de pie en ropa interior, pensando en cuánto he siempre querido


hacer secretamente esto, cómo siempre pensé que se sentiría tan bien, tan liberador.

Y arrastro los clippers a través de mi cabeza en un movimiento levemente


irregular.

Una vez.

Dos veces.

Una y otra vez y me río cuando mi cabello cae al suelo, un mar de olas castañas
demasiado largas lamiéndome los pies y nunca me he sentido tan ligera, tonta feliz

Dejé caer las tijeras todavía zumbando en el fregadero y retrocedo, admirando mi


trabajo en el espejo mientras toco mi cabeza recién cortada. Ahora tengo el mismo corte
de pelo que Warner. La misma media pulgada de cabello, excepto que mi pelo está
oscuro donde el suyo es claro y de repente me veo mucho más vieja. Más dura. Seria.
Tengo pómulos. Una mandíbula. Me veo enojada y un poco atemorizante. Mis ojos son
brillantes, enormes en mi cara, el centro de atención, amplios, agudos y penetrantes y
me encanta.

Lo amo.

Todavía estoy riendo mientras me tambaleo por el pasillo, vagando por las
habitaciones de Anderson en mi ropa interior, sintiéndome más libre que en años. Me
desplomo sobre la gran silla de cuero y termino el resto del vaso en dos tragos rápidos.

Años, siglos, vidas pasan y vagamente, escucho el sonido de golpes.

Los ignoro.

Ahora estoy de lado en la silla, mis piernas arrojadas sobre el brazo, inclinada
hacia atrás miro la lámpara girando

¿Estaba girando antes?

—y demasiado pronto mi ensueño se interrumpe, demasiado pronto escucho un


torrente de voces que reconozco vagamente y no me muevo, simplemente entrecierro los
ojos, girando solo mi cabeza hacia los sonidos.

—Oh mierda, J —

207
Kenji entra a la habitación y se congela al verme. Yo de repente, débilmente,
recuerdo que estoy en ropa interior, y que otra versión de mí misma preferiría que Kenji
no me vea así, pero no es suficiente como para motivarme a moverme. Kenji, sin
embargo, parece muy preocupado.

—Oh, mierda, mierda, mierda.

Solo entonces noto que no está solo.

Kenji y Warner están de pie frente a mí, los dos mirándome como si estuvieran
horrorizados, como si hubiera hecho algo mal, y eso me enoja.

—¿Qué?, —dije, molesta. —Váyanse.

—Juliette —amor— qué hiciste —

Y luego Warner está arrodillado a mi lado. Intento mirarlo pero de repente es


difícil de enfocar, difícil de ver en absoluto. Mi visión se borra y tengo que parpadear
varias veces para que su rostro deje de moverse, pero luego lo estoy mirando, realmente
observándolo, y algo dentro de mí está tratando de recordar que estamos enojados con
Warner, que ya no nos gusta y que no quiero verlo o hablar con él, pero luego toca mi
rostro

y suspiro

Descanso mi mejilla contra su palma y recuerdo algo hermoso, algo amable, y


una oleada de sentimientos me inunda

—Hola, —digo.

Y se ve tan triste y apenado que está a punto de responder, pero Kenji dice: —
Hermano, creo que bebió, como, no sé, un vaso entero de estas cosas. Tal vez medio
¿medio litro? ¿Y por su peso? —Jura por lo bajo. —Ese whisky me destruiría.

Warner cierra los ojos. Estoy fascinada por la forma en que su manzana de Adán
se mueve arriba y abajo de su garganta y estiro la mano, recorro mis dedos por su cuello.

—Cariño, —susurra, con los ojos todavía cerrados. —Por qué —

—¿Sabes cuánto te amo? —Digo. —Te amo, te quiero mucho. Tanto.

Cuando vuelve a abrir los ojos, son brillantes. Brillantes. Él no dice nada.

—Kishimoto, —dice en voz baja. —Por favor enciende la ducha.

—A eso.

208
Y Kenji se ha ido.

Warner todavía no me dice nada.

Toco sus labios. Me inclino hacia delante. "Tienes una boca tan linda, —le
susurro.

Él trata de sonreír. Se ve triste.

—¿Te gusta mi pelo? —Digo.

Él asiente.

—¿De verdad?

—Eres hermosa, —dice, pero apenas puede pronunciar las palabras. Y su voz se
rompe cuando dice, —¿Por qué hiciste esto, amor? ¿Estabas tratando de lastimarte a ti
misma?

Intento responder, pero de repente siento náuseas. Mi cabeza gira. Cierro mis
ojos para estabilizar la sensación, pero no disminuye.

—La ducha está lista, —escucho gritar a Kenji. Y luego, de repente, su voz está
cerca. —¿Tienes esto, hermano? ¿O quieres que te releve desde aquí?

—No. —Una pausa. —No, puedes irte. Me aseguraré de que esté a salvo. Por
favor dile a los otros que no me siento bien esta noche. Envíales mis disculpas.

—Lo tienes. ¿Algo más?

—Café. Varias botellas de agua. Dos aspirinas.

—Considéralo hecho.

—Gracias.

—Cuando quieras, hombre.

Y luego me estoy moviendo, todo se mueve, todo está de lado y yo abro mis ojos
y rápidamente los cierro mientras el mundo se vuelve borroso delante de mí. Warner
está llevándome en sus brazos y entierro mi cara en el hueco de su cuello. Él huele tan
familiar.

Seguro.

209
Quiero hablar, pero me siento lenta. Me lleva una eternidad decirle a mis labios
que se muevan, como si estuviera en cámara lenta cuando lo hacen, como si las palabras
se apresurasen juntas cuando las digo, una y otra vez.

—Ya te extraño, —murmuro contra su piel. —Extraño esto, te extraño, te extraño


—y luego me baja, me pone de pie y me ayuda a caminar de pie hacia la ducha.

Casi grito cuando el agua golpea mi cuerpo.

Mis ojos se abren, mi mente medio sobria en un instante, mientras el agua fría
corre sobre mí. Parpadeo rápido, respirando con dificultad mientras me apoyo contra la
pared de la ducha, mirando salvajemente a Warner a través del vidrio deformado. El
agua serpentea por mi piel, se acumula en mis pestañas, en mi boca abierta. Mis
hombros disminuyen su temblar mientras mi cuerpo se aclimata a la temperatura y los
minutos pasan, ambos mirándonos el uno al otro y sin decir nada. Mi mente se
estabiliza pero no se esclarece, una niebla aún colgando sobre mí incluso cuando me
acerco para girar el dial, calentando el agua a muchos grados.

Todavía puedo ver su cara, hermosa incluso borrosa por el cristal entre nosotros,
cuando él dice: —¿Estás bien? ¿Te sientes mejor?

Avanzo, estudiándolo en silencio, y no digo nada mientras desabrocho mi


sujetador y lo dejo caer al piso. No hay respuesta de él salvo el leve ensanchamiento de
sus ojos, el ligero movimiento en su pecho y me zafo de mi ropa interior, pateando
detrás de mí y parpadeo varias veces y doy algunos pasos hacia atrás, miro hacia otro
lado, miro hacia atrás de nuevo.

Empujo para abrir la puerta de la ducha.

—Entra, —digo.

Pero ahora él no me mira.

—Aaron.

—No te encuentras bien, —dice.

—Me siento bien.

—Cariño, por favor, solo bebiste tu peso en whisky —

—Solo quiero tocarte, —le digo. —Ven aquí.

Finalmente se vuelve hacia mí, sus ojos se mueven lentamente por mi cuerpo y
creo ver suceder cuando algo dentro de él parece romperse. Parece dolorido y vulnerable

210
y traga duro mientras camina hacia mí, el vapor llenando la habitación ahora, gotas
calientes de agua rompiendo en mis caderas desnudas y sus labios se separan mientras
me mira, mientras se acerca, y creo que en realidad podría entrar cuando

en su lugar

él cierra la puerta entre nosotros y dice

—Te estaré esperando en la sala de estar, amor.

211
Warner
Juliette está dormida.

Salió de la ducha, se subió a mi regazo y cayó rápidamente dormida contra mi


cuello, todo el tiempo murmurando cosas que sé con certeza que ella se arrepentirá en la
mañana de haber dicho. Me tomó todo mi autocontrol desenganchar su figura suave y
cálida de mi alrededor, pero de alguna manera lo logré. La metí en la cama y me fui, el
dolor de apartarme de ella como nada que hubiese imaginado, sino que fue como pienso
que sería pelar la piel de mi propio cuerpo. Ella me suplicó que me quedara y fingí no
escucharla. Me dijo que me amaba y no pude obligarme a responder.

Ella lloró, incluso con los ojos cerrados.

Pero no puedo confiar en que ella sabe lo que está haciendo o diciendo en este
estado comprometido; no, lo sé mejor. Ella no tiene experiencia con el alcohol, por lo
que solo puedo imaginar que cuando su sentido común le sea devuelto a la luz del día,
ella no querrá ver mi cara. No querrá saber que se mostró a sí misma tan vulnerable
frente a mí. Me pregunto si siquiera recordará lo que pasó.

En cuanto a mí, estoy más allá de la desesperación.

Son más de las tres de la madrugada y siento que no he dormido en días. Apenas
puedo soportar cerrar los ojos; no puedo quedarme solo con mi mente o con las muchas
flaquezas de mi persona. Me siento destrozado, unido por nada más que necesidad.

Intenté en vano articularle a Kenji el desorden de emoción que abarrotaba mi


mente, quien quería saber qué pasó después de que se fue; a Castle, quien me acorraló
tan solo hace tres horas, exigiendo saber lo que le había dicho; incluso a Kent, quien se
las arregló para parecer solo un poco satisfecho al descubrir que mi nueva relación ya
había implosionado.

Quiero hundirme en la tierra.

No puedo volver a nuestra habitación, a mi dormitorio, donde la impresión de


ella está todavía fresca, muy viva; y ya no puedo escapar a las cámaras de simulación,
mientras los soldados todavía estén estacionados allí, reubicados en todas las células de
la nueva construcción.

No tengo un respiro de las consecuencias de mis acciones.

No tengo dónde descansar mi cabeza por más de un momento antes de que me


descubran y sea debidamente castigado.

212
Lena, riendo en voz alta en mi cara cuando pasé junto a ella en el pasillo.

Nazeera meneando la cabeza mientras le di las buenas noches a su hermano.

Sonya y Sara me lanzaron miradas lúgubres al descubrirme agachado en una


esquina del ala médica inacabada. Brendan, Winston, Lily, Alia, e Ian sacando la cabeza
de sus nuevas habitaciones, deteniéndome mientras intenté alejarme, haciendo tantas
preguntas, tan fuerte y enérgicamente, que incluso un James atontado vino a buscarme,
tiró de mi manga y me preguntó una y otra vez si Juliette estaba bien o no.

¿De dónde vino esta vida?

¿Quiénes son todas estas personas con las que de repente estoy relacionado?

Todo el mundo está tan justificadamente preocupado por Juliette, por el bienestar
de nuestra nueva comandante suprema, que yo, porque ser cómplice de su sufrimiento,
no estoy a salvo en ningún lado de miradas indiscretas, miradas inquisitivas y
expresiones de lastima. Es alarmante, tener tanta gente al tanto de mi vida privada.
Cuando las cosas estaban bien entre nosotros, tuve que responder menos preguntas; era
un sujeto de menor interés. Juliette fue la que mantuvo estas relaciones; no fueron para
mí. Nunca quise nada de esto. No quería esta responsabilidad. No me preocupo por la
responsabilidad de las amistades. Solo quise a Juliette. Quería su amor, su corazón, sus
brazos a mi alrededor. Y esto fue parte del precio que pagué por su afecto: esta gente.
Sus preguntas. Su desprecio sin diluir por mi existencia.

Así que. Me he convertido en un espectro.

Acecho en estos silenciosos pasillos. Me quedo en las sombras y me quedo quieto


en la oscuridad y espero por algo. Por qué, no sé.

Peligro.

Olvido.

Cualquier cosa para orientar mis próximos pasos.

Quiero un propósito renovado, un enfoque, un trabajo que hacer. Y luego, de


repente, recuerdo que soy el comandante en jefe y regente del Sector 45, que tengo un
número infinito de cosas para supervisar y negociar, y de alguna manera eso no es más
suficiente para mí. Mis tareas diarias no son suficientes para distraer mi mente; mis
rutinas profundamente regimentadas han sido desmanteladas; Delalieu está luchando
bajo el peso de mi erosión emocional y no puedo evitar pensar en mi padre una y otra
vez—

Qué correcto estaba con respecto a mí.


213
Él siempre ha estado en lo cierto.

Me he deshecho por la emoción, una y otra vez. Fue la emoción lo que provocó
que tomase cualquier trabajo, a cualquier precio, para estar más cerca de mi madre. Fue
la emoción lo que me llevó a encontrar a Juliette, a buscarla en busca de una cura para
mi madre. Fue la emoción lo que me impulsó a enamorarme, a recibir un disparo y a
perder la cabeza, volverme un niño roto de nuevo, uno que caería de rodillas y le rogaría
a su inútil y monstruoso padre para que salvara a la chica que amaba. Fue la emoción,
mis frágiles emociones las que costaron todo.

No tengo paz. Sin propósito.

Cómo desearía haber arrancado este corazón de mi pecho hace mucho tiempo.

Aún así, hay trabajo por hacer.

El simposio está ahora a menos de doce horas de distancia y nunca tuve una
oportunidad de repasar los detalles con Juliette. No pensé que las cosas saldrían como
esto. Nunca pensé que el negocio continuaría como siempre después de la muerte de mi
padre. Pensé que una guerra mayor era inminente; pensé con certeza que los otros
comandantes supremos vendrían por nosotros antes de que tuviéramos siquiera una
oportunidad de fingir que teníamos el control real del Sector 45. No se me había
ocurrido que tendrían planes más siniestros en mente. No se me había ocurrido gastar
más tiempo preparándola para las tediosas formalidades, estas monótonas rutinas
integradas en la estructura de El Restablecimiento. Pero debería haberlo sabido mejor.
Debería haber esperado esto. Pude haber evitado esto.

Pensé que el Restablecimiento caería.

Estaba equivocado.

Nuestro comandante supremo tiene horas para prepararse antes de tener que
abordar una sala con los otros 554 comandantes y regentes principales en América del
Norte. Se espera de ella que lidere. Para negociar por las muchas complejidades de la
vida doméstica y diplomática internacionales. Haider, Nazeera y Lena estarán
esperando para enviar informes a sus padres asesinos. Y debería estar a su lado,
ayudándola y guiándola y protegiéndola. En cambio, no tengo idea de qué tipo de
Juliette saldrá de las habitaciones de mi padre por la mañana. No tengo idea de qué
esperar de ella, cómo me tratará, o hacia dónde irá su mente.

No tengo idea de lo que va a pasar.

Y no tengo a nadie a quien culpar más que a mí mismo.

214
Juliette
No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca.
No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. Yo no estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No
estoy loca. No soy insana. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. Yo no estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No soy insana. No estoy loca. No estoy loca.
No estoy loca. No estoy loca. Yo no estoy loca No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No
soy insana. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. Yo no estoy loca No estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No soy insana. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca.
No estoy loca. Yo no estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No soy insana. No
estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. Yo no estoy loca. No estoy loca. No estoy
loca. No estoy loca. No soy insana. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca.
Yo no estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No soy insana. No estoy loca. No
estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. Yo no estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy
loca. No soy insana. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. Yo no estoy loca.
No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No soy insana. No estoy loca. No estoy loca. No
estoy loca. No estoy loca. Yo no estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No soy
insana. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. No estoy loca. Yo no estoy loca. No estoy
loca. No estoy loca. No estoy loca. No soy insana. No estoy loca. No estoy loca.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

215
Cuando abro los ojos, todo vuelve apresuradamente hacia mí.

La evidencia está aquí, en este tamborileante y fuerte dolor de cabeza, en este


gusto agrio en mi boca y estómago, en esta sed insoportable, como si cada célula en mi
cuerpo estuviera deshidratada. Es la sensación más extraña. Es horrible.

Pero peor, peor que todos eso son los recuerdos. Vacíos pero intactos, yo recuerdo
todo. Beber el bourbon de Anderson. Estar en ropa interior delante de Kenji. Y luego,
con un jadeo repentino y doloroso

Desnudarme en la ducha. Pidiéndole a Warner que se una a mí.

Cierro los ojos cuando una oleada de náuseas me alcanza, amenaza con hacerme
expulsar el magro contenido de mi estómago. La mortificación me inunda con una casi
impresionante eficiencia, creando dentro de mí una sensación de absoluto auto desprecio
que no me puedo sacudir. Finalmente, a regañadientes, entrecierro los ojos para abrirlos
de nuevo y notar que alguien me ha dejado tres botellas de agua y dos pequeñas pastillas
blancas.

Agradecidamente, ingiero todo.

Todavía está oscuro en esta habitación, pero de alguna manera sé que ya es de


día. Me siento demasiado rápido y mi cerebro se balancea, balanceándose en mi cráneo
como un péndulo cargado y me siento fluir incluso mientras permanezco inmóvil,
plantando mis manos contra el colchón.

Nunca, pienso. Nunca más. Anderson era un idiota. Esto es una terrible sensación. Y
no es hasta que me dirijo al baño que recuerdo, con una claridad repentina y penetrante,
que me rasuré la cabeza.

Me quedo congelada frente al espejo, los restos de mis ondas largas y castañas
todavía están tirados en el piso bajo mis pies, y miro mi reflejo con asombro. Horror.
Fascinación.

Presiono el interruptor de la luz y parpadeo, las bombillas fluorescentes activan


algo doloroso en mi nuevo cerebro estúpido, y me lleva un minuto adaptarme a la luz.
Enciendo la ducha, dejando que el agua se caliente mientras estudio mi nuevo yo.

Con cuidado, toco la suave capa del poco cabello que me queda. Pasan los
segundos y me pongo más valiente, acercándome tanto al espejo que mi nariz choca
contra el vidrio. Tan extraño, tan extraño, pero pronto mi aprensión se vuelve aburrida.
No importa cuánto tiempo me mire, soy incapaz de generar los sentimientos de
arrepentimiento apropiados. Shock, sí, pero —

216
No sé.

Realmente, de verdad me gusta.

Mis ojos siempre han sido grandes y azul verdosos, miniaturas del globo que
habitamos, pero nunca antes los he encontrado particularmente interesantes. Pero
ahora— por primera vez, encuentro mi propio rostro interesante. Como si hubiera salido
de las sombras de mi propio yo; como si la cortina en la que solía ocultarme detrás se ha
sido, finalmente, empujada hacia atrás.

Estoy aquí. Aquí.

Mírame, parece que grito sin hablar.

Vapor llena la habitación con exhalaciones lentas y cuidadosas que nublan mi


reflejo y, finalmente, me veo obligada a mirar hacia otro lado. Pero cuando lo hago,
estoy sonriendo.

Porque, por primera vez en mi vida, me gusta cómo me veo.

Le pedí a Delalieu que hiciera los arreglos necesarios para que mi armario se
trasladara a los cuartos Anderson antes de llegar ayer, y me encuentro frente a éste
ahora, examinando sus profundidades con nuevos ojos. Estas son las mismas ropas que
he visto cada vez que abro estas puertas; pero de repente las veo de manera diferente.

Pero luego, me siento diferente.

La ropa solía dejarme perpleja. Nunca podría entender cómo juntar un atuendo
como lo hace Warner. Pensé que era una ciencia que nunca descifraría; una destreza más
allá de mi alcance. Pero ahora me estoy dando cuenta de que mi problema era que nunca
sabía quién era yo; no entendía cómo vestir al impostor viviendo en mi piel.

¿Qué me gusta?

¿Cómo quería ser percibida?

Durante años, mi objetivo fue minimizarme, doblarme y volver a doblegarme en


la forma de un polígono de nada, para ser demasiado insignificante como para que ser
recordada. Quería parecer inocente; quería que me viesen como alguien silenciosa e
inofensiva; estuve preocupada siempre por cómo mi propia existencia era aterradora
para los demás e hice todo lo que estaba a mi alcance para disminuirme, mi luz, mi alma.

217
Yo quería desesperadamente aplacar a los ignorantes. Quería tanto apaciguar a
los imbéciles que me juzgaron sin saber que me perdí en el proceso.

¿Pero ahora?

Ahora, me río. En voz alta.

Ahora, no me importa una mierda.

218
Warner
Cuando Juliette se une a nosotros en la mañana, ella está casi irreconocible.

Me vi forzado, a pesar de todas mis inclinaciones, a enterrarme en otros deberes,


a reunirme con nuestro grupo hoy a causa de lo que parece haber sido la llegada
inevitable de nuestros tres invitados finales. Los hijos gemelos del Comandante
Supremo de América del Sur y el hijo del Comandante Supremo de África llegaron
todos temprano esta mañana. El Comandante Supremo de Oceanía no tiene niños, así
que tengo que asumir que estos son los últimos de nuestros visitantes. Y todos ellos
llegaron a tiempo para acompañarnos al simposio. Muy conveniente.

Debería haberme dado cuenta.

Acababa de estar a mitad de presentarles a los tres a Castle y Kenji, quien vino a
saludar a nuestros nuevos visitantes, cuando Juliette hizo su primera aparición del día.
Han pasado menos de treinta segundos desde que entró, y sigo intentando no acercarla a
mí.

Ella está deslumbrante

Ella está usando un suéter negro simple y ajustado; pantalones vaqueros


ajustados, de color gris oscuro; y un par de botas planas, negras, hasta el tobillo. Su
cabello se ha ido y no al mismo tiempo; es como un una corona suave y oscura que se
adapta a ella de una manera que nunca podría haber esperado. Sin la distracción de su
largo cabello mis ojos no tienen a dónde más enfocar sino directamente sobre su rostro.
Y tiene las facciones más increíbles: ojos grandes y cautivadores, y una estructura ósea
que nunca se vio más pronunciada.

Ella se ve sorprendentemente diferente.

Cruda.

Todavía hermosa, pero más nítida. Más fuerte. Ella ya no más es una niña con
una cola de caballo en un suéter rosa, no. Se parece mucho más a la joven que asesinó a
mi padre y luego bebió cuatro dedos de su escocés más caro.

Ella está mirando desde mí a las expresiones atónitas de Kenji y Castle y hacia
las caras silenciosamente confundidas de nuestros tres nuevos invitados, y todos
nosotros parecemos incapaces hablar.

—Buenos días, —finalmente dice, pero no sonríe cuando lo dice. No hay calidez,
ni bondad en sus ojos cuando mira a su alrededor, y yo titubeo.

219
—Maldita sea, princesa, ¿realmente eres tú?

Juliette evalúa a Kenji una vez, rápidamente, pero no responde.

—¿Quiénes son ustedes tres?, —dice ella, asintiendo con la cabeza a los recién
llegados. Ellos permanecen quietos. Desconcertados.

—Estos son nuestros nuevos huéspedes, —le digo, pero ahora no me atrevo a
mirarla. Para enfrentarla. —Estaba a punto de presentarles a Castle y Kishimo —

—¿Y no ibas a incluirme?, —dice una nueva voz. —También me gustaría conocer
al nuevo comandante supremo.

Me doy vuelta para encontrar a Lena de pie en la entrada, a menos de un metro


de Juliette, mirando alrededor de la habitación como si nunca hubiera estado tan
encantada en toda su vida. Siento mi corazón latir, mi mente correr. Todavía no tengo
idea de si Juliette sabe quién es Lena, o lo que fuimos juntos.

Y los ojos de Lena son brillantes, demasiado brillantes, su sonrisa amplia y feliz.

Un escalofrío me recorre.

Con ellas de pie tan juntas, no puedo dejar de notar que las diferencias entre ella
y Juliette son casi demasiado obvias. Donde Juliette es pequeña, Lena es alta. Juliette
tiene cabello oscuro y ojos profundos, mientras que Lena es pálida en todas las maneras
posibles. Su cabello es casi blanco, sus ojos son del azul más claro, su piel es casi
traslúcida, salvo las muchas pecas que cubren su nariz y mejillas. Pero lo que le falta en
pigmento lo compensa en presencia; ella siempre ha sido ruidosa, agresiva, apasionada
hasta lo indecible. Juliette, en comparación, está silenciosa casi hasta el extremo esta
mañana. Ella no revela ninguna emoción, ni una pista de enojo o celos. Se queda quieta
y callada, estudiando silenciosamente la situación. Su energía está fuertemente
enrollada. Lista para estallar.

Y cuando Lena se da vuelta para mirarla, siento que todos en la sala se ponen
rígidos.

—Hola, —dice Lena en voz alta. La falsa felicidad desfigura su sonrisa,


transformándola en algo cruel Ella extiende su mano mientras dice: —Es bueno
finalmente conocer a la novia de Warner. —Y luego: —Oh, espera, lo siento. Quise
decir ex novia.

Estoy conteniendo la respiración cuando Juliette la mira de arriba abajo.

220
Se toma su tiempo, inclinando la cabeza mientras devora a Lena con sus ojos y yo
puedo ver como la mano ofrecida por Lena comienza a cansarse, sus dedos abiertos
comienzan a sacudirse.

Juliette no parece impresionada.

—Puedes llamarme Comandante Supremo de América del Norte, —dice ella.

Y luego se va.

Siento una risa casi histérica en mi pecho; tengo que mirar hacia abajo, obligarme
a mantener mi cara seria. Y luego estoy sobrio, todo a la vez, por la comprensión de que
Juliette ya no es mía. Ella ya no es mía para amar, mía para adorar. Nunca me he
sentido más atraído por ella en todo el tiempo que la he conocido y no hay nada, nada
que hacer al respecto. Mi corazón late más rápido cuando ella se adentra más en la
habitación, dejando a Lena en su lugar, y todavía estoy arrepentido.

No puedo creer que haya logrado perderla. Dos veces.

Que ella me amo. Una vez.

—Por favor identifíquense, —les dice a nuestros tres invitados.

Stephan habla primero.

—Soy Stephan Feruzi Omondi, —dice, extendiendo la mano para sacudir la suya.
—Estoy aquí para representar al Comandante Supremo de África.

Stephan es alto, digno y profundamente formal, y aunque nació y se crió en lo


que solía ser Nairobi, estudió inglés en el extranjero y ahora habla con acento británico.
Y puedo decir por la forma en que los ojos de Juliette perduran en su rostro que a ella le
gusta su aspecto.

Algo se tensa en mi pecho.

—¿Tus padres también te enviaron a espiarme, Stephan?, —dice, sin dejar de


mirar.

Stephan sonríe, el movimiento anima toda su cara, y de repente lo odio. —Solo


estamos aquí para decir hola, —dice. —Solo una reunión un poco amistosa.

—Uh huh. ¿Y ustedes dos? —Se vuelve hacia los gemelos. —¿La misma cosa?

Nicolás, el gemelo mayor, solo le sonríe. Él parece encantado. —Yo soy Nicolás
Castillo, —dice—, hijo de Santiago y Martina Castillo, y esta es mi hermana, Valentina
...

221
—¿Hermana? —Interrumpe Lena. Ha encontrado otra oportunidad para ser cruel
y nunca la he odiado tanto. —¿Sigues haciendo eso?

—Lena, —digo, una advertencia en mi voz.

—¿Qué? —Ella me mira. —¿Por qué todos siguen actuando así? ¿Normales? Un
día, el hijo de Santiago decide que quiere ser una niña y todos nosotros, ¿qué? ¿Miramos
hacia otro lado?

—Vete a la mierda, Lena, —es lo primero que Valentina ha dicho en toda la


mañana. —Debería haber cortado tus orejas cuando tuve la oportunidad.

Los ojos de Juliette se abren.

—Uh, lo siento —Kenji asoma su cabeza hacia adelante, agita una mano— ¿me
estoy perdiendo de algo?

—A Valentina le gusta jugar a fingir, —dice Lena.

—Cállate la boca, cabrona, —le dice bruscamente Nicolás.

—No, ¿sabes qué?, —dice Valentina, poniendo una mano sobre el hombro de su
hermano. —Está bien. Déjala hablar. Lena cree que me gusta fingir, pero no seguiré
pretendiendo cuando cuelgue su cuerpo muerto en mi cuarto.

Lena solo pone los ojos en blanco.

—Valentina, —digo. —Por favor ignórala. Ella no tiene ninguna idea de lo que
está hablando. Tenemos mucho que hacer y no debemo...

—Maldita sea, hermano, —Kenji me interrumpe. —Tú también hablas español,


¿eh? —Él corre un mano por su pelo. —Voy a tener que acostumbrarme a eso.

—Todos hablamos muchos idiomas, —dice Nicolás, una nota de irritación


todavía aferrándose a su voz. —Tenemos que ser capaces de comunicarnos entre
nosotros.

—Escuchen, muchachos, no me importan sus dramas personales, —dice Juliette,


de repente, pellizcando el puente de su nariz. —Tengo un dolor de cabeza masivo y un
millones de cosas que hacer hoy, y me gustaría comenzar.

—Por supuesto, señorita. —Nicolás inclina la cabeza un poco.

—¿Qué? —Ella dice, parpadeando. —No sé lo que eso significa.

Nicolás solo sonríe. —Entonces debería aprender cómo hablar español.

222
Casi me río, incluso cuando niego con la cabeza. Nicolás está siendo difícil a
propósito. —Basta ya, —le digo. —Déjala sola. Sabes que ella no habla español.

—¿Qué están diciendo?, —demanda Juliette.

Nicolás solo sonríe más, sus ojos azules se arrugan de placer. —Nada que
preocuparte, Madam Suprema. Solo que estamos encantados de conocerte.

—¿Y tengo entendido que asistirán al simposio de hoy?, —dice ella.

Otra ligera reverencia. —Claro que sí

—Eso es un sí, —le digo.

—¿Qué otros idiomas hablas?, —dice Juliette, girando para mirarme, y estoy tan
sorprendido de que se dirija a mí en público que me olvidé de responder.

Es Stephan quien dice: —Nos enseñaron muchas lenguas desde muy jóvenes. Era
fundamental que los comandantes y sus familias supieran cómo comunicarse unos con
otros.

—Pero pensé que El Restablecimiento quería deshacerse de todos los idiomas —


ella dice. —Pensé que estaban trabajando hacia un lenguaje único y universal —

—Sí, Madam Suprema, —dice Valentina con un leve asentimiento. —Es verdad.
Pero primero teníamos que ser capaces hablar el uno con el otro, ¿no?

Juliette se ve fascinada. Ella ha olvidado su enojo por el tiempo suficiente para


estar asombrada por la inmensidad del mundo otra vez; puedo verlo en sus ojos. Su
deseo de escapar. —¿De dónde eres?, —pregunta, llena de inocencia; asombro. Algo
sobre esto me rompe el corazón. —Antes de que el mundo fuera reasignado, ¿cuáles eran
los nombres de sus países?

—Nacimos en Argentina, —dicen Nicolás y Valentina al mismo tiempo.

—Mi familia es de Kenia, —dice Stephan.

—¿Y se han visitado el uno al otro?, —dice ella, volviéndose para escanear
nuestras caras. —¿Ustedes viajan a los continentes de los demás?

Asentimos.

—Wow, —dice en voz baja, pero sobre todo para sí misma. —Eso debe ser
increíble.

223
—También debe visitarnos, Madam Suprema, —dice Stephan sonriendo. —Nos
encantaría que te quedes con nosotros. Después de todo, ahora eres una de nosotros.

La sonrisa de Juliette se desvanece. Se fue demasiado pronto la mirada nostálgica


y distante sobre en su cara. Ella no dice nada, pero puedo sentir el enojo y la tristeza
hirviendo dentro de ella.

Demasiado de repente, ella dice,

—¿Warner, Castle, Kenji?

—¿Sí?

—¿Sí, Sra. Ferrars?

Me limité a mirar.

—Si terminamos aquí, me gustaría hablar con ustedes tres solos, por favor.

224
Juliette
Sigo pensando que necesito mantener la calma, que todo está en mi cabeza, que todo va a
estar bien y alguien va a abrir la puerta ahora, alguien va a dejarme salir de aquí. Sigo pensando
que va a suceder. Sigo pensando que tiene que suceder, porque cosas como ésta no ocurren solo
porque si. Esto no sucede. Las personas no son olvidadas así. No son abandonadas así.

Esto solo no sucede.

Mi cara está cubierta de sangre de cuando me arrojaron al suelo y mis manos todavía
tiemblan mientras escribo esto. Esta pluma es mi única salida, mi única voz, porque no tengo a
nadie más con quien hablar, no tengo otra mente más que la mía para ahogarme y todos los botes
salvavidas han sido tomados y todos los salvavidas se rompen y no sé cómo nadar, no puedo
nadar, no puedo nadar y se está poniendo tan difícil. Se está poniendo tan duro. Es como si
hubiera un millón de gritos atrapados dentro de mi pecho, pero tengo que mantenerlos a todos
dentro porque ¿de qué sirve gritar? si nunca serás escuchado y nadie me escuchará aquí. Nadie va
nunca más a volver para escuchar

Aprendí a mirar las cosas.

Los muros. Mis manos. Las grietas en las paredes. Las líneas en mis dedos. Los tonos de
gris en el concreto. La forma de mis uñas. Escojo una cosa y la miro por lo que deben ser horas.
Guardo el tiempo en mi cabeza contando los segundos a medida que pasan. Guardo los días en mi
cabeza escribiéndolos. Hoy es el Día Dos. Hoy es el segundo día. Hoy es un día.

Hoy.

Está muy frio. Hace tanto frío hace tanto frío.

Por favor por favor por favor

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

225
Todavía estoy mirando a los tres, esperando la confirmación cuando, de repente,
Kenji habla en un comienzo.

—Uh, sí, no, eh, no hay problema, —dice.

—Ciertamente, —dice Castle.

Y Warner no dice nada en absoluto, mirándome como si pudiera ver a través de


mí, y por un momento todo lo que puedo recordar es a mí, desnuda, rogándole que se
una a mí en la ducha; yo, acurrucada en sus brazos llorando, diciéndole cuánto lo
extraño; yo, tocando sus labios—

Me estremezco, mortificada. Un viejo impulso de sonrojarme se apodera de todo


mi cuerpo.

Cierro los ojos y aparto la vista, girando bruscamente mientras salgo de la


habitación sin palabras.

—Juliette, amor —

Ya estoy a la mitad del pasillo cuando siento su mano en mi espalda y me


endurezco, mi pulso acelerado en un instante. En el momento en que giro, veo su rostro
cambiar, sus características cambian de miedo a sorpresa en menos de un segundo y me
enoja tanto que tenga esta habilidad, este don de ser capaz de sentir las emociones de
otras personas, porque siempre soy tan transparente con él, entonces completamente
vulnerable y es exasperante, exasperante.

—Que —digo. Intento decirlo con dureza, pero sale mal. Jadeante. Embarazoso.

—Yo solo —Pero su mano se cae. Sus ojos capturan los míos y de repente estoy
congelada en el tiempo. —Quería decirte —

—¿Qué? —Y ahora la palabra es tranquila, nerviosa y aterrada a la vez. Yo doy


un paso hacia atrás para salvar mi propia vida y veo a Castle y Kenji caminando
también lentamente por el pasillo; mantienen su distancia a propósito, dándonos espacio
para hablar —¿Qué quieres decir?

Pero ahora los ojos de Warner se están moviendo, estudiándome. Él me mira con
tal intensidad. Me pregunto si es consciente de que lo está haciendo. Me pregunto si él
sabe eso que cuando me mira así puedo sentirlo tan agudamente como si su piel desnuda
estuviera presionada contra la mía, que me hace cosas cuando me mira de esta forma y
me vuelve loca, porque odio que no pueda controlar esto, que este hilo entre nosotros
permanece intacto y él dice finalmente, en voz baja,

alguna cosa
226
algo que no escucho

porque estoy mirando sus labios y siento que mi piel se enciende con recuerdos
de él y fue ayer, ayer fue que él era mío, que sentí su boca en mi cuerpo, que podía
sentirlo dentro de mí—

—¿Qué? —Logro decir, parpadeando hacia arriba.

—Dije que realmente me gusta lo que has hecho con tu cabello.

Y lo odio, lo odio por hacerle esto a mi corazón, odio mi cuerpo por ser tan débil,
por desearlo, extrañarlo, a pesar de todo y no sé si llorar o besarlo o darle una patada en
los dientes, entonces en cambio digo, sin encontrar sus ojos,

—¿Cuándo ibas a contarme sobre Lena?

Él se detiene entonces; inmóvil en un momento. —Oh —se aclara la garganta—


yo no me había dado cuenta de que habías oído hablar de Lena.

Estrecho mis ojos hacia él, sin confiar en mí misma para hablar, y todavía estoy
decidiendo el mejor curso de acción cuando dice

—Kenji tenía razón, —pero susurra las palabras, y sobre todo para sí mismo.

—¿Disculpa?

Él mira hacia arriba. —Perdóname, —dice en voz baja. —Debería haberte dicho
algo cuanto antes. Ya lo veo ahora.

—Entonces, ¿por qué no?

—Ella y yo, —dice—, "lo que era, no éramos nada. Fue una relación de
conveniencia y compañerismo básico. No significaba nada para mí. De verdad, —él
dice—, debes saberlo, si nunca dije nada sobre ella, era sólo porque nunca pensé en ella el
tiempo suficiente como para siquiera considerar mencionarla.

—Pero estuvieron juntos por dos años —

Él niega con la cabeza antes de decir: —No fue así. No fueron dos años de algo
serio. Ni siquiera fueron dos años de comunicación continúa. —Él suspira. —Ella vive
en Europa, amor. Nos veíamos brevemente y con poca frecuencia. Fue puramente físico.
No fue una relación real...

—Puramente físico, —dije atónita. Me balanceo hacia atrás, casi tropezándome con
mi propios pies y siento sus palabras rasgar a través de mi carne con un dolor físico
abrasador que no esperaba. —Guau. Guau.

227
Y ahora no puedo pensar en nada más que su cuerpo y el suyo, los dos
entrelazados, los dos años que pasó desnudo en sus brazos —

—No, por favor, —dice, la urgencia en sus palabras me devuelve al presente. —


Eso no es lo que quise decir. Solo estoy, yo, yo no sé cómo explicarte esto, —dice,
frustrado como nunca antes lo he visto. Él sacude su cabeza, dura. —Todo en mi vida
era diferente antes de conocerte, dice. —Estaba perdido y solo. Nunca me interesé por
nadie más. Nunca quise estar cerca de cualquier persona. Nunca he sido... tú fuiste la
primer persona que alguna vez...

—Para, —le dije, sacudiendo la cabeza. —Solo detente, ¿de acuerdo? Estoy tan
cansada. Mi cabeza está matándome y no tengo la energía para escuchar más de esto.

—Juliette —

—¿Cuántos secretos más tienes? —Pregunto. —¿Cuánto más voy a aprender


sobre ti? ¿Sobre mí? ¿Mi familia? ¿Mi historia? ¿El Restablecimiento y los detalles de mi
vida real?

—Te juro que nunca quise lastimarte así, —dice. —Y no quiero mantenerme
alejado de ti. Pero esto es todo tan nuevo para mí, amor. Este tipo de relación es tan
nueva para mí y yo no. No sé cómo...

—Ya has guardado tanto de mí, —le digo, sintiendo mi fuerza vacilar, sintiendo
el peso de este dolor de cabeza palpitante, aflojando mi armadura, sintiendo demasiado,
demasiado de una vez cuando digo: —Hay tanto que no sé de ti. Hay tanto que no sé
sobre tu pasado. Nuestro presente Y ya no tengo idea de en qué creer.

—Pregúntame cualquier cosa, —dice. —Te diré todo lo que quieras saber—

—¿Excepto la verdad sobre mí? ¿Mis padres?

Warner se ve repentinamente pálido.

—Me vas a ocultar eso para siempre, —le digo. —No tenías planeado decirme la
verdad de que fui adoptada ¿Verdad?

Sus ojos son salvajes, brillantes de sentimientos.

—Responde la pregunta, —le digo. —Solo dime esto. —Me acerco, entonces
puedo sentir su aliento en mi cara; tan cerca que casi puedo escuchar su corazón
corriendo en su pecho. —¿Alguna vez ibas a decirme?

—No lo sé.

228
—Dime la verdad.

—Honestamente, amor, —dice, sacudiendo la cabeza. —Con toda probabilidad, lo


hubiera hecho. —Y de repente él suspira. La acción parece agotarlo. —No sé cómo
convencerte de que creí que te estaba librando de ese dolor en particular. Realmente
pensé que tus padres biológicos estaban muertos. Ya veo que guardarte eso no fue lo
correcto, pero no siempre hice lo correcto, —dice en voz baja. —Pero tienes que creer que
mi intención nunca fue lastimarte. Nunca tuve la intención de mentirte o retener
deliberadamente información de ti. Y creo que lo hubiera hecho, con el tiempo, te
hubiera dicho lo que sabía que era verdad. Solo buscaba el momento apropiado.

De repente, no estoy segura de qué sentir.

Lo miro, sus ojos abatidos, el movimiento en su garganta mientras él traga contra


una oleada de emoción. Y algo se rompe dentro de mí. Alguna medida de resistencia
comienza a desmoronarse.

Se ve tan vulnerable. Tan joven.

Respiro hondo y lo dejo ir, lentamente, y luego miro hacia arriba, miro para
enfrentarlo una vez más y lo veo, veo el momento en que siente el cambio en mi
sentimientos. Algo cobra vida en sus ojos. Él da un paso adelante y ahora estamos tan
cerca que temo hablar. Mi corazón late demasiado fuerte en mi pecho y no tengo que
hacer nada para que recordar todo, cada momento, cada toque que hemos compartido.
Su olor está a mi alrededor. Su calor. Sus exhalaciones. Pestañas doradas y ojos verdes.
Toco su cara, casi sin querer, gentilmente, como si fuera un fantasma, como si esto
podría ser un sueño y las puntas de mis dedos rozan su mejilla, sigo la línea de su
mandíbula y yo me detengo cuando su respiración se detiene, cuando su cuerpo se
sacude casi imperceptiblemente

y nos apoyamos como por memoria

ojos cerrados

labios solo tocando

—Dame otra oportunidad, —susurra, apoyando su frente contra la mía.

Me duele el corazón, palpita en mi pecho.

—Por favor, —dice en voz baja, y de alguna manera está más cerca ahora, tocando
sus labios con los míos mientras habla y me siento inmovilizada por la emoción, incapaz
de moverme mientras él presiona las palabras contra mi boca, sus manos suaves y

229
vacilantes alrededor de mi cara y él dice: —Juro por mi vida, —dice—, que no te
defraudaré.

y él me besa

Me besa

aquí mismo, en el medio de todo, frente a todos y estoy inundada, invadida de


sentimientos, mi cabeza girando mientras me presiona contra la línea dura de su cuerpo
y no puedo salvarme de mí misma, no puedo detener el sonido que hago cuando separa
mis labios y estoy perdida, perdida en el sabor de él, perdida en su calor, envuelta en sus
brazos y

tengo que apartarme

retrocedo tan rápido que casi tropiezo. Estoy respirando demasiado fuerte, mi
cara enrojecida, mis sentimientos entraron en pánico.

Y él solo puede mirarme, su pecho subiendo y bajando con intensidad que lo


puedo sentir desde aquí, desde dos pies de distancia, y no se me ocurre nada bueno o
razonable que decir sobre lo que acaba de pasar o lo que estoy sintiendo, excepto

—Esto no es justo, —le susurro. Las lágrimas amenazan, picando mis ojos. —Esto
no es justo.

Y no espero para escuchar su respuesta antes de recorrer el pasillo, atornillando el


resto del camino de vuelta a mis habitaciones.

230
Warner
—¿Problemas en el paraíso, Sr. Warner?

Lo tengo por la garganta en segundos, el shock desfigurando su expresión


mientras golpea su cuerpo contra la pared. —Tú, —le dije con enojo. —Me obligaste a
esta posición imposible. ¿Por qué?

Castle trata de tragar pero no puede, con los ojos muy abiertos pero sin miedo.
Cuando él habla sus palabras son ásperas, sofocadas. —Tuviste que hacerlo, —se ahoga.
—Eso tenía que suceder. Ella necesitaba ser advertida, y tenía que venir de ti.

—No te creo, —le grito, empujándolo con más fuerza contra la pared. —Y no sé
por qué alguna vez confié en ti.

—Por favor, hijo. Bájame.

Me relajo, solo un poco, y toma varias bocanadas de aire antes de decir: —No le
he mentido, Sr. Warner. Ella tenía que escuchar la verdad. Y si hubiera escuchado esto
de alguien más, ella nunca te perdonaría. Pero al menos ahora —él tose— con el tiempo,
ella podría hacerlo. Es tu única oportunidad de felicidad.

—¿Qué? —Dejo caer la mano. Lo suelto. —¿Desde cuándo te preocupas por mi


felicidad?

Está tranquilo por mucho tiempo, masajeándose la garganta mientras me mira.


Finalmente, él dice: —¿Crees que no sé lo que tu padre te hizo? ¿Lo que él te hizo
atravesar?

Y ahora doy un paso atrás.

—¿Crees que no sé tu historia, hijo? ¿Crees que te dejaría entrar a mi mundo, te


ofrecería santuario entre mi gente, si realmente pensara que ibas a hacernos daño?

Estoy respirando fuerte. De repente confundido. Me siento expuesto.

—No sabes nada sobre mí, —le digo, sintiendo la mentira incluso mientras lo
digo.

Castle sonríe, pero hay algo herido en él. —Eres solo un niño, —dice en voz baja.
—Tienes solo diecinueve años, Sr. Warner. Y creo que te olvidas de eso todo el tiempo.
No tienes perspectiva, ni idea de que solo apenas has vivido. Todavía hay mucha vida
por delante. —Suspira. —Intento decirle a Kenji lo mismo, pero es como tú. Obstinado,
—dice. —Tan terco.
231
—No soy nada como él.

—¿Sabías que eres un año más joven que él?

—La edad es irrelevante. Casi todos mis soldados son mayores que yo.

Castle se ríe.

—Todos ustedes son niños, —dice, sacudiendo la cabeza. —Ustedes sufren


demasiado. Tienen estas horribles y trágicas historias. Personalidades volátiles. Siempre
he querido ayudar, —dice. —Siempre quise arreglar eso. Haz que este mundo sea un
mejor lugar para ustedes, niños.

—Bueno, puedes ir a salvar el mundo a otro lugar, —le digo. —Y siéntete libre de
cuidar a Kishimoto todo lo que quieras. Pero yo no soy tu responsabilidad. No necesito
tu lastima.

Castle solo inclina su cabeza hacia mí. —Nunca escapará a mi compasión, Sr.
Warner.

Mi mandíbula se aprieta.

—Chicos, —dice, con los ojos distraídos por un momento—, me recuerdan en


gran parte a mis propios hijos.

Hago una pausa. —¿Tienes hijos?

—Sí, —dice. Y siento su repentina e impresionante ola de dolor barrerme


mientras él dice, —lo hice.

Doy varios pasos inconscientes hacia atrás, tambaleándome por la prisa de sus
emociones compartidas. Solo puedo mirarlo fijamente. Sorprendido. Curioso.

Lástima.

—Hey.

Al sonido de la voz de Nazeera giro, sorprendido. Ella está con Haider, los dos
parecen preocupados.

—¿Qué pasa? —Digo.

—Tenemos que hablar. —Mira a Castle. —Tu nombre es Castle, ¿verdad?

Él asiente.

232
—Sí, sé que eres hábil en este negocio, Castle, así que voy a necesitar que te
metas en esto, también. —Nazeera desliza su dedo por el aire para dibujar un círculo
alrededor de nosotros cuatro. —Todos necesitamos hablar. Ahora.

233
Juliette
Es algo extraño, nunca conocer la paz. Saber que no importa dónde vayas, no hay
santuario. Que la amenaza del dolor siempre está a un susurro de distancia. No estoy segura
encerrada en estas 4 paredes, nunca estuve a salvo al dejar mi casa, y ni siquiera podía sentirme
segura durante los 14 años que viví en casa. El asilo mata gente todos los días, al mundo ya se le
ha enseñado a temerme, y mi hogar es el mismo lugar donde mi padre me encerró en mi habitación
todas las noches y mi mi madre me gritó por ser la abominación que se vio obligada a criar.

Ella siempre dijo que era mi cara.

Había algo en mi cara, dijo, que no podía soportar. Algo sobre mis ojos, la forma en que la
miraba, el hecho de que incluso existía. Ella siempre me decía que dejara de mirarla. Siempre lo
gritaba. Como si yo podría atacarla. Deja de mirarme, ella gritaría. Solo deja de mirarme, ella
gritaría.

Ella puso mi mano en el fuego una vez.

Solo para ver si ardería, dijo ella. Solo para comprobar si era una mano normal, ella dijo.

Tenía 6 años entonces.

Lo recuerdo porque era mi cumpleaños.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO.

234
—No importa, —es todo lo que digo cuando Kenji aparece en mi puerta.

—No importa, ¿qué? —Kenji saca su pie para atrapar la puerta que se cierra.
Ahora está apretando su camino adentro. —¿Qué está pasando?

—No importa, no quiero hablar con ninguno de ustedes. Por favor vete. O tal
vez se pueden ir todos al infierno. Realmente no me importa.

Kenji se ve aturdido, como si le hubiera dado una bofetada en la cara. —Estás...


espera, ¿hablas en serio ahora mismo?

—Nazeera y yo nos vamos al simposio en una hora. Tengo que prepararme.

—¿Qué? ¿Qué está pasando, J? ¿Qué sucede contigo?

Ahora, me vuelvo para enfrentarlo. —¿Que pasa conmigo? Oh, ¿como si no lo


supieras?

Kenji se pasa una mano por el pelo. —Quiero decir, me enteré de lo que pasó con
Warner, sí, pero estoy bastante seguro de que acabo de verlos a ustedes haciendolo en el
pasillo, así que estoy realmente confundido...

—Me mintió, Kenji. Él me mintió todo este tiempo. Sobre tantas cosas. Y también
lo hizo Castle. Entonces tú —

—Espera, ¿qué? —Me agarra del brazo mientras me alejo. —Espera, no te mentí
sobre ninguna mierda. No me confundas en este lío. No tuve nada que ver con nada de
eso. Demonios, todavía no he descifrado qué decirle a Castle. No puedo creer que él
mantuvo todo esto oculto de mí.

De repente me quedo inmóvil, mis puños cerrados mientras mi ira se acumula y


se rompe, sosteniendo rápido una repentina esperanza. —¿No estabas incluido en todo
esto? —Digo. —¿Con Castle?

—Uh uh. De ninguna manera. No tenía ni idea de nada de esta locura hasta que
Warner me dijo sobre eso ayer.

No me atrevo.

Kenji rueda sus ojos.

—Bueno, ¿cómo se supone que debo confiar en ti? —Digo, mi voz se eleva en un
tono como de niña. —Todos me han estado mintiendo.

—J, —dice, sacudiendo la cabeza. —Vamos. Ya sabes cómo soy. Sabes que no
hago esa mierda. Ese no es mi estilo.

235
Trago saliva, fuerte, sintiéndome súbitamente pequeña. Sintiéndome rota de
repente por dentro. Mis ojos arden y lucho contra el impulso de llorar. —¿Lo prometes?

—Oye, —dice en voz baja. —Ven aquí, niña.

Doy un paso tentativo hacia adelante y él me envuelve en sus brazos, cálido y


fuerte y seguro y nunca he estado tan agradecida por su amistad, por su existencia
estable en mi vida.

—Vas a estar bien, —susurra. —Lo juro.

—Mentiroso, —olfateo.

—Bueno, hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que tenga razón.

—¿Kenji?

—¿Mm?

—Si descubro que me estás mintiendo acerca de esto, juro por Dios que romperé
todos los huesos de tu cuerpo.

Una risa breve. —Sí, vale.

—Lo digo en serio.

—Uh huh. —Él golpea mi cabeza.

—Lo haré.

—Lo sé, princesa. Lo sé.

Varios segundos más de silencio.

Y entonces

—Kenji, —dije en voz baja.

—¿Mm?

—Van a destruir el Sector 45.

—¿Quiénes?

—Todo el mundo.

Kenji se inclina hacia atrás. Levanta una ceja. —¿Todos quién?

236
—Todos los otros Comandantes Supremos, —digo. —Nazeera me contó todo.

Inesperadamente, la cara de Kenji rompe en una sonrisa tremenda. —Oh, así que
Nazeera es una de los chicos buenos, ¿eh? ¿Ella está en nuestro equipo? ¿Tratando de
ayudarte fuera de esto?

—Dios mío, Kenji, por favor concéntrate

—Solo digo, —dice, levantando las manos. —La chica está tan buena como el
infierno, es todo lo que digo.

Pongo los ojos en blanco. Trato de no reírme mientras limpio las lágrimas
errantes.

—Entonces. —Él asiente con la cabeza hacia mí. —¿Cuál es el trato? ¿Los
detalles? ¿Quién está viniendo? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Etcétera?

—No lo sé, —le digo. —Nazeera todavía está tratando de resolverlo. ¿Ella piensa
que tal vez en la próxima semana más o menos? Los niños están aquí para
monitorearme y enviar de vuelta información, pero vienen al simposio, específicamente,
porque al parecer, los comandantes quieren saber cómo los otros líderes del sector
reaccionan al verme. Nazeera dice que cree que la información ayudará a informarla
sobre sus próximos movimientos. Supongo que tenemos tal vez una cuestión de días.

Los ojos de Kenji se abren, asustados. —Oh, mierda.

—Sí, pero cuando decidan eliminar el Sector 45 su plan es también tomarme


prisionera. El Restablecimiento quiere llevarme de vuelta, aparentemente. Lo que sea
que eso signifique.

—¿Llevarte de vuelta? —Kenji frunce el ceño. —¿Para qué? ¿Más pruebas?


¿Tortura? ¿Qué quieren hacer contigo?

Niego con la cabeza. —No tengo idea. No tengo idea de quiénes son estas
personas. Mi hermana, —digo, las palabras se sienten extrañas cuando las digo—,
aparentemente sigue siendo probada y torturada en algún lugar. Así que estoy bastante
segura de que no me están llevando de vuelta para una gran reunión familiar, ¿sabes?

—Wow. —Kenji se frota la frente. —Eso es un drama de otro nivel.

—Sí.

—¿Entonces, que vamos a hacer?

237
Vacilo. —No lo sé, Kenji. Vienen a matar a todos en el Sector 45. No creo que
tenga otra opción.

—¿Qué quieres decir?

Miro hacia arriba. —Quiero decir, estoy bastante segura de que tendré que
matarlos primero.

238
Warner
Mi corazón está latiendo frenéticamente en mi pecho. Tengo las manos húmedas
e inestables. Pero no puedo hacer tiempo para lidiar con mi mente. Las confesiones de
Nazeera pueden costarme la cordura. Solo puedo rezar para que ella se equivoque. Solo
puedo esperar que se demuestre que está desesperada y terriblemente mal y no hay
tiempo, no hay tiempo para lidiar con nada de esto. Ya no puedo permitir espacio en mi
día para estas emociones humanas endebles y poco confiables.

Debo vivir el aquí y ahora.

En mi propia soledad.

Hoy seré un soldado solamente, un robot perfecto si es necesario, y me pondré de


pie, ojos no traicionando ninguna emoción mientras nuestro comandante supremo
Juliette Ferrars toma el escenario.

Todos estamos aquí hoy, un pequeño batallón posicionado detrás de ella como su
propia Guardia personal: yo, Delalieu, Castle, Kenji, Ian, Alia, Lily, Brendan y
Winston, incluso Nazeera y Haider, Lena, Stephan, Valentina y Nicolás. Parados junto
a nosotros, fingiendo ser solidarios mientras comienza su discurso. Solo faltan Sonya,
Sara, Kent y James, que se quedaron en la base. A Kent le importa poco en estos días,
pero mantiene a James fuera de peligro, y no puedo decir que lo culpo. A veces me
gustaría también poder optar por no participar de esta vida.

Aprieto mis ojos cerrados. Preparándome a mí mismo.

Solo quiero que esto termine.

La ubicación del simposio bianual es bastante fluida, y en general rotacional. Pero


en reconocimiento a nuestro nuevo comandante supremo, el evento fue reubicado en el
Sector 45, un esfuerzo posibilitado completamente por Delalieu.

Puedo sentir nuestro pulso grupal colectivo con diferentes tipos y niveles de
energía, pero está tan ligada que no puedo distinguir el miedo de la apatía. Estoy
centrado en cambio en la audiencia y en nuestro líder, ya que sus reacciones son las más
importantes. Y de todos los muchos eventos y simposios a los que he asistido durante
los años, nunca he sentido tanta carga eléctrica en la multitud como ahora.

554 de mis compañeros comandantes y regentes están en la audiencia, pero son


sus cónyuges, e incluso varios miembros de su personal más cercano. Sin precedentes:
todas las invitaciones fueron aceptadas. Nadie quería perderse la oportunidad de conocer

239
al nuevo líder de diecisiete años de América del Norte, no. Están fascinados. Ellos
tienen hambre. Lobos sentados en piel humana, deseosos de rasgar la carne de la joven
que ya han subestimado.

Si los poderes de Juliette no le ofrecían a su cuerpo un nivel de invencibilidad


funcional, me preocuparía profundamente porque ella esté sola y sin protección frente a
todos sus enemigos. Los civiles de este sector pueden estar alentándola, pero el resto del
continente no tiene interés en la interrupción que ha traído a la tierra, o en la amenaza
que representa para sus filas en el Restablecimiento. A estos hombres y mujeres que
están parados ante ella hoy se les paga para ser leales a otra parte. Ellos no tienen
simpatía por su causa, por su lucha por la gente común.

No tengo idea de cuánto tiempo la dejarán hablar antes de que la ataquen.

Pero no tengo que esperar mucho.

Juliette acaba de comenzar a hablar; acaba de comenzar a hablar sobre los muchos
fracasos del Restablecimiento y la necesidad de un nuevo comienzo cuando la multitud
se vuelve repentinamente inquieta. Se ponen de pie, levantan los puños y mi mente se
desconecta mientras le gritan, los acontecimientos que se desarrollan ante mis ojos como
en cámara lenta. Ella no reacciona.

Una, dos, dieciséis personas están de pie ahora, y ella sigue hablando.

La mitad de la habitación ruge hacia arriba, palabras enojadas arrojadas en su


dirección y ahora puedo sentirla enojarse cada vez más, su frustración llegando a su
punto máximo, pero de alguna manera, ella se sostiene su terreno. Cuanto más
protestan, más proyecta su voz; ella está hablando tan fuerte ahora que prácticamente
grita. Miro rápidamente entre ella y la multitud, mi mente trabajando desesperadamente
para decidir qué hacer. Kenji me llama la atención y los dos nos entendemos sin hablar.

Tenemos que intervenir.

Juliette ahora denuncia los planes del Restablecimiento para aniquilar idiomas y
literatura; ella está delineando sus esperanzas de transición de los civiles fuera de los
compuestos; y acaba de comenzar a abordar nuestros problemas con el clima cuando se
dispara un tiro en la habitación.

Hay un momento de silencio perfecto, y luego—

Juliette se quita la abollada bala de la frente. La arroja al suelo. El sonido suave y


tintineante del metal sobre el mármol reverbera por la habitación.

Caos masivo.

240
Cientos y cientos de personas se ponen de pie repentinamente, todas ellas
gritándole, amenazándola, apuntándole con armas, y puedo sentirla, puedo sentirla fuera
de control.

Suenan más disparos, y en los segundos que tardamos en formar un plan,


estamos ya demasiado tarde. Brendan cae al suelo con un jadeo repentino y aterrador.
Winston grita; atrapa su cuerpo.

Y eso es.

Juliette se queda quieta de repente, y mi mente se ralentiza.

Puedo sentirlo antes de que suceda: puedo sentir el cambio, la estática en el aire.
El calor se ondula a su alrededor, lenguas de poder desplegándose desde su cuerpo como
un rayo preparándose para atacar y no hay tiempo para hacer nada más que sostener mi
aliento cuando, de repente—

Ella grita.

Largo. Ruidoso. Violento.

El mundo parece borroso por solo un segundo, por solo un momento todo se
aquieta, se congela en su lugar: cuerpos contorsionados; caras enojadas y distorsionadas;
todo congelado en el momento—

Los suelos se quiebran hacia arriba y se separan. Grietas como truenos cuando las
paredes se rompen. Las lámparas se balancean precariamente antes de estrellarse contra
el piso.

Y luego, todos.

Cada persona en su línea de visión. 554 personas y todos sus invitados. Sus
rostros, sus cuerpos, los asientos en los que se sientan: rebanados como pescado fresco.
Su carne sale hacia afuera, hinchándose lentamente a medida que se acumula un
constante chorro de sangre y piscinas alrededor de sus pies.

Todos caen muertos.

241
Juliette
Empecé a gritar hoy.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO.

242
Estabas feliz

Estabas triste

¿Estabas asustada? Estaban asustados

¿Estabas enojada

la primera vez que gritaste?

¿Estabas luchando por tu vida, tu decencia, tu dignidad, tu humanidad?

Cuando alguien te toca ahora, ¿gritas?

Cuando alguien te sonríe, ¿le devuelves la sonrisa?

¿Te dijo que no grites? ¿Te golpeó cuando lloraste?

Tenía una nariz dos ojos dos labios dos mejillas dos orejas dos cejas.

¿Era un humano que se parecía a ti?

Colorea tu personalidad.

Las formas y los tamaños son variados.

Tu corazón es una anomalía.

Tus acciones

son

solamente

las

huellas

que dejas

detrás.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

243
A veces pienso que las sombras se están moviendo.

A veces creo que alguien podría estar mirando.

A veces esta idea me asusta y, a veces, la idea me hace tan absurdamente feliz, no puedo
dejar de llorar. Y a veces creo que no tengo idea de cuando comencé a perder la cabeza aquí. Nada
parece real y yo no puedo decir si estoy gritando en voz alta o solo en mi cabeza.

No hay nadie aquí para escucharme.

Para decirme que no estoy muerta.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

244
No sé cuando comenzó.

No sé por qué comenzó.

No sé nada de nada excepto de los gritos.

Mi madre gritaba cuando se dio cuenta de que ya no podía tocarme. Mi padre gritando
cuando se dio cuenta de lo que le había hecho a mi madre. Mis padres gritando cuando me
encerraron en mi habitación y me dijeron que debería estar agradecida. Por su comida. Por su
trato humano a esta cosa que no pudo posiblemente ser su hija. Por el criterio que usaron para
medir la distancia que necesitaban para mantenerse alejados.

Arruine sus vidas, es lo que me dijeron.

Les robé su felicidad. Destruí la esperanza de mi madre de tener niños otra vez.

¿No podía ver lo que había hecho? es lo que me preguntarían. ¿No podía ver que había
arruinado todo?

Traté muy duro de arreglar lo que había arruinado. Intenté todos los días el ser lo que
ellos querían. Intenté todo el tiempo ser mejor, pero nunca supe cómo.

Solo sé que los científicos están equivocados.

El mundo es plano.

Lo sé porque fui arrojada desde el borde y he estado tratando de mantenerme por diecisiete
años. He estado intentando subir de nuevo durante diecisiete años pero es casi imposible vencer a
la gravedad cuando nadie está dispuesto a darte una mano.

Cuando nadie quiere arriesgarse a tocarte.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

245
¿Ya estoy loca?

¿Ya sucedió?

¿Cómo voy a saberlo?

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

246
Hay un momento de silencio puro y perfecto antes que todo, todo explote. Al
principio, ni siquiera me doy cuenta de lo que he hecho. No entiendo lo que acaba de
suceder. No quise matar a estas personas...

Y luego, de repente.

Me golpea

La aplastante idea de que acabo de matar a una habitación llena de seiscientas


personas.

Parece imposible. Parece falso. No hubo balas. Sin exceso de fuerza sin violencia.
Solo un llanto largo y enojado.

—Basta, —grité. Apreté los ojos y grité, enojo y

Desamor, agotamiento y aplastante devastación llenando mis pulmones. Era el


peso de las últimas semanas, el dolor de todos estos años, la vergüenza de las falsas
esperanzas fabricadas en mi corazón, la traición, la pérdida—

Adam. Warner. Castle.

Mis padres, reales e imaginarios.

Una hermana que quizás nunca conocería.

Las mentiras que componen mi vida. Las amenazas contra las personas inocentes
del Sector 45. La muerte segura que me espera. La frustración de tener mucho poder,
tanto poder y el sentimiento tan completamente, completamente impotente

—Por favor, —grité. —Por favor deja de —

Y ahora—

Ahora esto.

Mis miembros se han entumecido por la incredulidad. Mis oídos se sienten llenos
de viento, mi mente desconectada de mi cuerpo. No podría haber matado a tanta gente,
pienso, no podría haber matado a todas estas personas porque no es posible, creo, no es
posible, no es posible, que abrí la boca y luego esto

Kenji está tratando de decirme algo, algo parecido a que tenemos que salir de
aquí, apúrate, tenemos que irnos ahora—

Pero estoy entumecida, insensible, no puedo mover un pie delante del otro y
alguien me está arrastrando, forzándome a moverme y escucho explosiones

247
Y de repente mi mente se agudiza.

Jadeo y giro, buscando a Kenji pero él se ha ido. Su camisa está empapada de


sangre y lo arrastran en la distancia, sus ojos medio cerrado y

Warner está de rodillas, con las manos esposadas a la espalda

Castle está inconsciente en el suelo, la sangre corre libremente desde su pecho

Winston sigue gritando, incluso cuando alguien lo arrastra lejos

Brendan está muerto

Lily, Ian, Alia, muertos

Y estoy tratando de volver a conectar mi mente, tratando de abrirme camino a


través del shock sosteniendo mi cuerpo y mi cabeza está girando, girando, y veo a
Nazeera por el rabillo del ojo con la cabeza entre las manos y alguien me toca y yo salto

Me estremezco

—¿Qué está pasando? —No le digo a nadie. —¿Qué está pasando?"

—Has hecho un hermoso trabajo aquí, cariño. Realmente nos has hecho
orgullosos. El Restablecimiento está muy agradecido por los sacrificios que has hecho.

—¿Quién eres?, —le dije, buscando la voz.

Y luego los veo, un hombre y una mujer arrodillados frente a mí, y es solo
entonces que me doy cuenta de que estoy tirada en el suelo, paralizada. Mis brazos y
piernas están sujetos a cables eléctricos pulsantes. Intento luchar contra ellos y no
puedo.

Mis poderes se han extinguido.

Miro a estos extraños, con los ojos muy abiertos y aterrorizados. —¿Quién eres?,
—le digo de nuevo, todavía furiosa contra mis restricciones. —¿Que quieres de mi?

—Soy el comandante supremo de Oceanía, —me dice la mujer, sonriendo. —Tu


padre y yo hemos venido a llevarte a casa.

248
Warner
……………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………

249
Juliette
¿Por qué no te matas? alguien en la escuela me preguntó una vez.

Creo que era el tipo de pregunta destinada a ser cruel, pero fue la primera vez que
contemplé la posibilidad. No sabía qué decir. Tal vez y era una locura considerarlo, pero siempre
había esperado que si fuera lo suficientemente buena niña, si hiciera todo bien, si dijera las cosas
correctas o si no dijera nada en absoluto. Pensé que mis padres cambiarían de opinión. Pensé que
finalmente escucharían cuando traté de hablar. Pensé que me darían una oportunidad. Pensé que
ellos finalmente podrían amarme.

Siempre tuve esa estúpida esperanza.

—UN EXTRACTO DE LOS DIARIOS DE JULIETTE EN EL ASILO

250
Cuando abro los ojos, veo estrellas.

Decenas de ellas. Pequeñas estrellas de plástico pegadas al techo. Ellas brillan,


débilmente, en la tenue luz, y me siento, con la cabeza palpitando, mientras trato de
orientarme. Hay una ventana a mi derecha; una cortina transparente y fina filtra los
naranjas y azules del atardecer en la habitación en ángulos extraños. Estoy sentada en
una cama pequeña. Miro hacia arriba, miro a mi alrededor.

Todo es rosa

Manta rosa, almohadas rosas. Alfombra rosa en el piso

Me pongo de pie y giro, confundida, para encontrar que hay otra cama idéntica
aquí, pero sus sábanas son de color púrpura. Las almohadas son moradas.

La sala está dividida por una línea imaginaria, cada mitad es una imagen
especular de la otra. Dos escritorios; uno rosado, uno violeta. Dos sillas; uno rosado, uno
violeta. Dos aparadores, dos espejos. Rosado morado. Flores pintadas en las paredes.
Una pequeño mesa y sillas a un lado. Una estantería de vestidos de disfraces mullidos.
Una caja de tiaras en el piso. Un pequeño caballete de pizarra en la esquina. Un
contenedor debajo de la ventana llena de muñecas y animales de peluche.

Esta es la habitación de un niño.

Siento mi corazón acelerado. Mi piel se pone caliente y fría.

Todavía puedo sentir una pérdida dentro de mí, el conocimiento inherente de que
mis poderes no funcionan, y solo entonces me doy cuenta de que hay puños eléctricos
que brillan intensamente sujetados alrededor de mis muñecas y tobillos. Les doy un
tirón, uso cada parte de mi fuerza para abrirlos, y no se mueven.

Estoy cada vez más asustada por el momento.

Corro hacia la ventana, desesperada por algún sentido del lugar, por alguna
explicación de dónde estoy, como prueba de que esto no es un tipo de alucinación —y
estoy decepcionada; la vista por la ventana solo me confunde. Veo una impresionante
vista. Interminables colinas. Montañas en la distancia. Un masivo lago brillante que
refleja los colores de la puesta de sol. Es bonito.

Doy un paso atrás, sintiéndome de repente más aterrorizada.

Mis ojos se mueven hacia el escritorio y la silla rosada, escaneando sus


superficies por pistas. Solo hay montones de cuadernos coloridos. Una taza de porcelana
llena de marcadores y plumas brillosas. Varias páginas de pegatinas fluorescentes.

251
Me tiembla la mano cuando abro el cajón del escritorio.

En el interior hay montones de cartas viejas y Polaroids.

Al principio, solo puedo mirarlas. Los latidos de mi corazón hacen eco en mi


cabeza, palpitando tan fuerte que casi puedo sentirlos en mi garganta. Mi respiración
entra más rápido, mis inhalaciones superficiales. Siento mi cabeza girar y parpadeo una,
dos veces, forzando a mí misma para concentrarme. Ser valiente.

Lentamente, muy lentamente, recojo la pila de cartas.

Todo lo que tengo que hacer es mirar las direcciones postales para saber que estas
cartas provienen del Restablecimiento. Todas han sido enviadas a la atención de Evie y
Maximillian Sommers. A una calle en Glenorchy, Nueva Zelanda.

Nueva Zelanda.

Y luego recuerdo, con un grito repentino, las caras del hombre y la mujer quienes
me sacaron del simposio

Soy el comandante supremo de Oceanía, ella había dicho. Tu padre y yo hemos


venido a llevarte a casa.

Cierro los ojos y las estrellas explotan en la negrura detrás de mis párpados,
dejándome desmayada. Jadeante. Parpadeo mis ojos abiertos. Mis dedos se sienten
sueltos, torpes cuando abro la carta en la parte superior de la pila.

La nota es breve. Está fechado hace doce años.

M&E

Todo está bien. Le hemos encontrado una familia adecuada. Sin signos de poder todavía,
pero la vigilaremos de cerca. Aún así, debo aconsejarle que la aleje de su mente. A Ella y
Emmaline le han borrado sus recuerdos. Ellas ya no preguntan por ti. Esta será mi última
actualización.

P. Anderson.

P. Anderson.

Paris Anderson. El padre de Warner

252
Miro alrededor de la habitación con nuevos ojos, sintiendo un terrible escalofrío
en mi columna vertebral mientras las piezas imposibles de esta nueva locura se unen en
mi mente.

El vomito amenaza. Me lo trago de vuelta.

Estoy mirando ahora la pila de Polaroids, intactas, dentro del cajón abierto en el
escritorio. Creo que he perdido la sensibilidad en algunas partes de mi rostro. Aún así,
me obligo a recoger la pila.

La primera es una imagen de dos niñas en vestidos amarillos a juego. Ellas son
ambos de pelo castaño y un poco delgadas, tomadas de la mano en un sendero del jardín.
Una de ellas miran a la cámara, la otra mira sus pies.

Le doy la vuelta a la foto.

El primer día de escuela de Ella

La pila de fotos cae de mis manos temblorosas, dispersándose a medida que


avanzan. Todos mis instintos me gritan, hacen sonar las alarmas y me ruegan que corra.

Fuera, intento gritarme a mí mismo. Sal de aquí.

Pero mi curiosidad no me deja ir.

Algunas de las fotos han aterrizado boca arriba en el escritorio, y no puedo parar
de mirarlas, mi corazón latiendo en mis oídos. Cuidadosamente, las recojo.

Tres niñas pequeñas de cabello castaño se paran al lado de bicicletas que son un
poco demasiado grandes para ellos. Todas se miran la uno a la otro, se ríen de algo.

Le doy la vuelta a la foto.

Ella, Emmaline y Nazeera. No más ruedas de entrenamiento.

Jadeo, el sonido me asfixia cuando sale de mi pecho. Siento mis pulmones


apretados y extiendo la mano, agarro el escritorio con una mano para estabilizarme.
Siento que estoy flotando, desquiciada.

Atrapada en una pesadilla.

Hojeo las fotos con desesperación ahora, mi mente trabajando más rápido que
mis manos mientras busco, intentando y sin poder darle sentido a lo que estoy viendo.

La siguiente foto es de una niña sosteniendo la mano de un hombre mayor.

Emmaline y Papa, dice en la parte posterior.


253
Otra foto, ésta de las dos chicas subiendo a un árbol.

El día en que Ella se torció el tobillo

Otra, caras borrosas, cupcakes y velas—

El 5to cumpleaños de Emmaline

Otra, esta vez una imagen de una hermosa pareja—

Paris y Leila, visitando por Navidad

Y me congelo

aturdida

siento que el aire abandona mi cuerpo.

Ahora solo tengo una foto, y tengo que forzarme, suplicarme a mirarla, la
Polaroid cuadrada tiembla en mi mano temblorosa.

Es una imagen de un niño pequeño de pie junto a una niña pequeña. Ella está
sentada en un hueco de la escalera. Él la mira mientras ella come un pedazo de pastel.

Lo volteo.

Aaron y Ella

es todo lo que dice.

Camino hacia atrás, tropezando y colapso en el suelo. Todo mi cuerpo está


agarrotado, temblando de terror, con confusión, con imposibilidad.

De repente, como si fuera una señal, llaman a mi puerta. Una mujer, la mujer de
antes; una versión más antigua de la mujer en las imágenes, aparece su cabeza adentro,
me sonríe y dice: —Ella, cariño, ¿no quieres salir? Tu cena se está enfriando.

Y estoy segura de que voy a estar enferma.

La habitación se inclina a mi alrededor.

254
Veo manchas

me siento fluir

y entonces—

de repente

El mundo se vuelve negro.

255
Aclaración final:

Al realizar esta traducción me esforcé por recrear la pluma tan característica de


Tahereh Mafi y, principalmente, la forma única en que Juliette se expresa en ocasiones,
por lo que, cuando hayan leído aquellos capítulos narrados por nuestra protagonista, lo
que se muestra no son errores de escritura ni nada por el estilo. Sólo que así estaba
presentado en el original y de mi parte intenté aferrarme al estilo de escritura tan
singular de esta autora; por lo que espero haber visto cumplido mi objetivo.

Sin nada más para decir espero que hayan disfrutado de su lectura y que el
producto final haya sido lo suficientemente entendible.

Saludos a todos.

256
Libros de la saga Shatter Me:

1. SHATTER ME.

1.5 DESTROY ME.

2. UNRAVEL ME.

257
2.5 FRACTURE ME.

3. IGNITE ME

258
4. RESTORE ME

5. Sin título todavía. Su fecha de publicación estimada será en el año 2019.

259
260

También podría gustarte