Las Universidades e instituciones de educación superior en Colombia vienen
presentando una actualización vertiginosa, tratándose de adaptar a las nuevas tecnologías, al igual que cumplir con unos estándares de calidad exigidos por el Gobierno Nacional; así como también en busca de suplir las demandas en educación de una sociedad insatisfecha, en el ámbito social, cultural y económico. Para lo anterior no es secreto, ya que durante los gobiernos de turno le toca al estudiantado y la academia salir a las calles en marchas y protestas a exigir sus derechos. Aunque hay que destacar que en el último lustro se ha venido mejorando, ya que el presupuesto general de la nación puso a la educación como principal eje, por encima del sector salud y defensa. Siendo este último el que en lustros anteriores al que más se le asignaba presupuesto. La academia, en este caso los instituciones de educación superior; en aras de cumplir con los estándares expuestos al inicio de este texto, y en busca de demostrar su capacidad y su papel importante en la sociedad, ha incluido en el pensum de sus carreras de pregrado y el de postgrados; la humanización de las profesiones. Característica que solo se veía en las ciencias sociales como medicina, derechos, filosofía y otras. Ya que el mercado está lleno de profesionales inhumanos, incapaces de servir a la comunidad e incapaces de generar un impacto positivo en la sociedad. Como dirían los españoles “enhorabuena” se están implementando esos cambios, los cuales han impactado considerablemente las ciencias económicas, administrativas y contables. Más en esta última, ya que el profesional de Contaduría Publica estaba catalogado como un ser frio, metódico, cuadriculado, calculador y otros adjetivos más. Y si dentro de dicha profesión ese mismo profesional ejerce su profesión en el área de Revisoría fiscal, esos adjetivos quedaban pequeños y hasta al mencionarlo dentro de las organizaciones se referían con el prefijo,” el hijo de su señora madre”. Las instituciones de educación superior, a pesar de todos sus esfuerzos en el área de la ciencia contable, no cuentan con los elementos necesarios para formar un Revisor Fiscal. Empezando que no existen políticas públicas en aras de mejorar ese trio Sociedad-Empresa-Estado al cual pertenece el revisor fiscal. Donde cada uno trata de sacar la mejor parte, olvidándose que se necita el uno del otro. Por tal motivo las Universidades buscan formar profesionales que cumplan las expectativas de un mercado agresivo, donde cada quien se defiende como mejor puede, sin tener en cuenta la prioridad del bien general sobre el particular. Otro de los motivos, por los cuales los contadores no están contando con la formación adecuada en Revisoría Fiscal, es a consecuencia que nuestra economía es muy diversa, donde existen infinidades de variables sobre un mismo hecho económico. Si las Universidades se enfocaran en ahondar más en la revisoría fiscal, les tocaría reformar sus pensum académicos y/o alargar la carrera de contaduría en uno o más años. En mi opinión personal, estaría de acuerdo en una reforma estructural de la Revisoría Fiscal, ya que es Justa y necesaria en este mundo Globalizado, donde contablemente ya se habla en el Idioma universal de las NIIF. Propongo que para ejercer la Revisoría Fiscal, el profesional de Contaduría publica, tenga por lo menos una especialización acreditada por una universidad acreditada, y que empiece a ejercer como Revisores Fiscales Junior, algo así como revisores auxiliares; no quedar facultado con el solo hecho de acreditar un pregrado y mostrar una tarjeta profesional como esta en este momento. Como está planteado en otras profesiones, por ejemplo un médico para realizar una cirugía de corazón abierto, debe de ser especialista en cirugía y cardiología; un abogado para defender un infante, debe ser especialista en derecho de familia; un ingeniero de sistemas para ejercer ante una empresa de seguridad informática debe ser especialista en ese tema. Entonces ¿porque no se puede ser lo mismo con la Revisoría fiscal? Para concluir exhorto a los nuevos profesionales a tener el carácter y la integridad necesaria para no recibir un encargo de revisoría fiscal, sin tener la capacidad técnica para hacerlo y que adicional, ya que el tiempo en el pregrado no es suficiente para adquirir las herramientas y las técnicas necesarias, lo hagamos de forma autónoma; y aquellos que aspiren ejercer en esta área inviertan en un postgrado, por lo menos en una especialización.