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DISCUTIENDO QUE TAN POBRES SOMOS

Tras el exabrupto del Vicepresidente García Linera en torno a un estudio del Centro de
Estudios para el Desarrollo Agrario Laboral (CEDLA) en el que se habla de un nivel de
pobreza del 61% a nivel Bolivia, es preciso aclarar algunos aspectos importantes en
relación a la pobreza de la manera más sencilla posible.
Bolivia, como todos los países del mundo decide el tipo de metodología que va a utilizar
para medir la pobreza, actualmente se calcula a través del Método de Línea de Pobreza
y el Método de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). En el primer caso hablamos del
costo mínimo de vida (Canasta Familiar - IPC) en relación a los ingresos familiares, en
una situación en la que los ingresos no cubran con este costo mínimo se consideraría
dentro de la categoría de pobreza extrema, mientas que si los ingresos familiares tan
solo duplican el costo mínimo de vida entraría dentro de la categoría de pobreza crítica.
En el segundo caso se toma en cuenta el acceso de las familias a 4 sectores: Vivienda de
Calidad, Servicios Básicos, Salud y Educación. Este método incorpora aspectos de
servicios tales como Agua y Saneamiento Básico, Insumos Energéticos (Energía
Eléctrica, Gas Natural) Disponibilidad de Acceso Libre al Sistema de Educación y
Atención en Salud.
Ambos métodos son complementarios de tal forma que se pueda brindar un acercamiento
del fenómeno desde un enfoque no meramente cuantitativo sino también cualitativo,
denominado como el Método Integrado de Medición de la Pobreza. Sin embargo, en la
medida que se va complementando el análisis con variables adicionales se puede arribar
a otros índices de pobreza no menos válidos, tal es el caso del Índice de Pobreza
Multidimensional (IPM) instrumento propuesto por el CEDLA que sirvió de base para dar
a conocer las conclusiones del último análisis de pobreza en Bolivia.
El IPM contemplo aspectos interesantes tales como el acceso a recursos monetarios
(financiamiento y crédito) bienes de capital, empleo de calidad, pérdida de poder y voz
del ciudadano (libertad de expresión, democracia y participación política) y la seguridad
humana (violencia dentro y fuera del hogar) todos estos elementos no son comprendidos
por el Gobierno dentro de su propio enfoque de medición y análisis de la pobreza.
Las cifras son más que elocuentes: 61% de los bolivianos son pobres según el CEDLA (2019);
15% de pobreza extrema según García Linera (2019), 15,2% de pobreza extrema, 34,6% pobreza
crítica (Líneas de Pobreza), 35,3% Pobreza Moderada, 9,2% Pobreza Indigencia y 0,4% de
pobreza Marginal (NBI) según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2018 y 2012
respectivamente); 35% de Pobreza crítica y 14,7% de pobreza extrema según la CEPAL
(2016).
Del conjunto de datos disponibles se puede extraer algunas afirmaciones, por ejemplo, lo
señalado por García Linera respecto a la pobreza extrema no dista mucho de los
resultados alcanzados por la CEPAL a tan solo un año de diferencia (0,3 puntos
porcentuales), si se comparan los datos de pobreza crítica y pobreza moderada del INE
(Líneas de Pobreza-NBI) con los datos de pobreza crítica de la CEPAL son casi similares
con una leve diferencia de 0,4 y -0,3 puntos porcentuales con dos y seis años de diferencia
respectivamente.
En síntesis, mientras el CEDLA (2019) señala que 6 de cada 10 bolivianos son pobres, el
INE (2018) y la CEPAL (2016) nos indican que 5 de cada 10 bolivianos son pobres tomando
en cuenta exclusivamente la relación entre el costo mínimo de vida y el nivel de
ingresos percibido. De igual manera el INE esta vez basándose en las necesidades básicas
insatisfechas de vivienda, servicios básicos, educación y salud establece que 4 de cada 10
bolivianos se encuentran en situación de pobreza (2012).
Como se puede evidenciar conforme los instrumentos de medición de la pobreza van
evolucionando en cuanto a su profundización como concepto integral al ser humano, los
índices de pobreza resultantes van creciendo en relación a su incidencia, Bolivia no es la
excepción. La actualización y debate de nuevas formas de concebir y medir la pobreza son
una realidad en países de primer mundo que, al haber cubierto algunos elementos
esenciales como el costo mínimo de vida, se plantean nuevos desafíos y redoblan la
apuesta a manera de incentivos que constantemente promueven el desarrollo y
crecimiento de sus sociedades.
García Linera con su reacción solo demuestra la intención de monopolizar la pobreza
desde su concepción teórica. Su versión de pobreza, sus pobres visibilizados y su
alternativa de solución. Enfocar la atención en imponer su visión particular para
justificar una gestión plagada de erros, desnuda su propia pobreza, una de la cual será
muy difícil librarse, la humana.

Por: Carlos Armando Cardozo Lozada


Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del
Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, Presidente de Fundación Lozanía

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