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Estudios Atacameños N°ATACAMEÑOS

27, pp. 169-187 (2004)


Y AYMARAS. EL DESAFIO DE LA “VERDAD HISTORICA”

Atacameños y aymaras. El desafío de la


“verdad histórica”

CLAUDIA ZAPATA S.1

RESUMEN Introducción
En este artículo se analiza la presencia de atacameños y
En enero del año 2001 el Presidente de la Repú-
aymaras en la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo
Trato, respondiendo a las preguntas de cómo se plantean blica, Ricardo Lagos, emitió un decreto con el cual
frente al tema de la historia y cómo resuelven el desafío se constituía la Comisión de Verdad Histórica y
de presentar una versión propia de ella. La primera parte Nuevo Trato, la cual tendría por objetivo elaborar
consiste en una síntesis histórica de la relación que se ha una propuesta nacional para resolver los temas
establecido entre el Estado chileno y las poblaciones in- pendientes con la población indígena. Con esta
dígenas del Norte Grande, mientras que en la segunda se
iniciativa se dio cumplimiento a una de las pri-
presenta el análisis de los documentos que asumen una
representatividad atacameña y aymara en esta Comisión, meras promesas que hizo Lagos tras asumir la
elaborados por líderes y miembros de organizaciones en presidencia en marzo del año 2000.2 A su vez, la
conjunto con profesionales e intelectuales no indígenas. Comisión significó una continuidad con la políti-
El núcleo de nuestra aproximación está en la visualiza- ca de los dos gobiernos anteriores de la Concer-
ción de la historia como herramienta política y el intento tación de Partidos por la Democracia hacia este
de los actores por posicionarse en ella, con las contra-
sector de la población, identificado a partir de
dicciones y tensiones que este esfuerzo implica.
1990 como destinatario de políticas específicas y
Palabras claves: identidad – discurso – historia – memo- de un “nuevo trato”.
ria.
Esta Comisión aparece a 10 años del retorno a la
democracia y siete de haberse aprobado por una-
ABSTRACT
nimidad la Ley Indígena. Contrario al clima de
This paper analyzes the presence of Atacameños and consensos de aquella época, fue planteada en
Aymaras in Chile’s Historical Truth and New Deal medio de una fuerte tensión social en la región de
Commission, answering questions concerning how these la Araucanía, donde una parte del movimiento
peoples relate to the topic of History and how they resolve mapuche radicalizó sus posiciones políticas y sus
the challenge of presenting a historical version of their estrategias de movilización. Este paso del optimis-
own. The first part is a synthesis of the chronological
relationship between the Chilean State and indigenous
mo a la confrontación y la desconfianza da cuenta
populations in Northern Chile. The second part renders de la inconformidad surgida entre las organizacio-
the analysis of the documents that were presented in nes indígenas de las distintas etnias que aparecen
representation of the Atacameños and Aymara in this reconocidas en la Ley Indígena, quienes no han
Commission, which were elaborated by leaders and visto la materialización de este nuevo trato.
members of indigenous organizations along with non-
indigenous professionals and intellectuals. Our approach
is centered on a view of History as a political tool, and in
Fiel al estilo de hacer política que se inauguró a
the attempts agents make to position themselves in it, with partir de 1990,3 esta iniciativa surgió como el re-
the tensions and contradictions this effort implies.

Key words: identity – discourse – History – memory. 2 Me refiero a la “Carta Pública a los Pueblos Originarios”
emitida en mayo de ese año. En ella, Lagos proponía 16
Recibido: abril 2004. Manuscrito revisado aceptado: agosto 2004.
medidas para abordar la situación de los pueblos indíge-
nas. La primera era constituir esta comisión, cuya propues-
ta de organización recayó en la CONADI y en el Ministe-
rio de Planificación y Cooperación (“Ministerios asumen
1 Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos, Facultad compromiso con Pueblos Originarios”, www.conadi.cl).
de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile. Ignacio 3 Caracterizada por la búsqueda de consensos y la participa-
Carrera Pinto 1025, Ñuñoa, Santiago, CHILE. Email: ción de sectores de la sociedad civil especialmente convo-
escufilo@uchile.cl cados en cada instancia propuesta por el gobierno, lo que

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sultado de una mesa de diálogo, convocada por un eje político imposible de ser obviado, tanto por
el gobierno e integrada por miembros de la so- los círculos intelectuales como por los gobiernos
ciedad civil. Fue presidida por el ex presidente de estos países. Esto se produce en un contexto
Patricio Aylwin y estuvo integrada por intelec- mundial en el que existe una sensibilidad espe-
tuales, ministros, representantes de iglesias, em- cial sobre el tema de la diversidad, lo cual ha
presarios y políticos. 4 Participaron también contribuido a visualizar grupos culturalmente dis-
miembros de las etnias aymara, atacameña, co- tintos y a la creación de identidades articuladas
lla, quechua, mapuche, pehuenche, huilliche y en torno al principio de la diferencia.6 A esta dis-
rapa nui. Su objetivo era hacer una revisión his- cusión se han incorporado los gobiernos de los
tórica de la relación entre estas etnias y el Esta- países democráticos, como un intento por inser-
do chileno, con el fin de elaborar un diagnóstico tarse en este nuevo contexto, pero también como
y una propuesta que oriente la política del Esta- una forma de abordar sus propios conflictos in-
do hacia una estrategia de incorporación adecua- ternos. Las palabras del presidente Lagos en el
da de estos grupos a la sociedad nacional. El discurso citado son una muestra de este clima
presidente Lagos definió este proyecto en los cultural y político:
siguientes términos:
“Invité a vivir la riqueza de la diversidad cultu-
“(...) la tarea de esta Comisión no es solamente ral que es lo que da forma a Chile. Por la natura-
mirar lo que ocurrió, sino también orientarnos y leza de las cosas, todas las culturas de Chile tie-
dar ideas hacia el futuro. Su objetivo es crear las nen un derecho y un lugar. Tienen derecho a ac-
bases como dice el Decreto, para una política de ceder a la sociedad del conocimiento de sus va-
Estado respecto de los pueblos originarios, que lores, con sus costumbres, con su arte y su espiri-
valore, respete e incorpore la cosmovisión de cada tualidad; a sentirse parte de la comunidad, pero
uno de ellos a nuestra propia realidad”.5 a partir de su propia identidad [...] Esto es lo que
corresponde a un país culto, a un país civilizado
Propuestas gubernamentales de este tipo son y a un país democrático. Es la tendencia que pre-
sintomáticas de la importancia que ha adquirido domina en nuestro mundo contemporáneo, donde
el tema de la situación en que se encuentran los el respeto a los derechos humanos surge como el
pueblos indígenas al interior de los Estados na- nuevo lenguaje común universal”.
cionales. No se trata de una concesión solamente,
sino una de las respuestas posibles al protago- En Chile el retorno a la democracia y la acción
nismo que han alcanzado aquellos movimientos de una clase política que incorporó este tema a su
que desarrollan una acción política desde posi- agenda dio un perfil particular al proceso, al en-
ciones identitarias, en este caso indígena. En cauzar por canales institucionales un movimiento
América Latina este fenómeno ha sido particular- indígena que se encontraba en una etapa inicial,
mente intenso, con la irrupción de movimientos sin alcanzar por entonces la amplitud y la presen-
en varios países de la región desde fines de los cia pública de otros en el continente,7 pero que
años ‘70, lo que ha hecho de la identidad étnica compartía con estos el giro de asumir en forma
positiva la categoría de “indio”, aceptando y pro-
moviendo una diferencia cultural de la que se sien-
desde la óptica oficialista implicaría participación ciudada- ten portadores.
na y profundización de la democracia. Si bien constituye un
mecanismo que distancia a la Concertación del autoritaris- Aunque esta Comisión tuvo una restricción ini-
mo pinochetista, se trata de una participación aceptada y
cial pues poseía un carácter solamente proposi-
promovida en la medida que sea encauzada por canales
institucionales, en los cuales se escucha a las partes pero se
terminan imponiendo las decisiones del gobierno (determi-
nadas por las negociaciones con el bloque político opositor). 6 Posibilitado por un marco de relaciones distintas a las que
4 Este proceso es relatado por Cristián Maquieira, represen- predominaron durante gran parte del siglo XX, cuyos ras-
tante permanente alterno de Chile ante Naciones Unidas. gos predominantes son una estructura económica que se ha
Intervención en el “Programa de actividades del Decenio modificado en el capitalismo tardío en aras de una mayor
Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo”, interconexión de mercados y una situación política en que
Nueva York, 17 de octubre de 2002 (www.un.int/chile/Dis- se perdió el referente del socialismo.
cursos). 7 Entre ellos los de Bolivia, Ecuador y México, por nombrar
5 Ricardo Lagos, 18 de enero de 2001 (www.presidencia.cl). a los que han alcanzado mayor impacto político.

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tivo,8 resulta interesante que se plantee el tema de Las poblaciones indígenas del Norte Grande
la historia como el eje de la discusión, en torno al y su relación con el Estado chileno. Una
cual se articularon otros como el de la reparación retrospectiva histórica
y las políticas gubernamentales. Esta importancia
dada a la historia parte de un hecho relevante: la En el contexto latinoamericano, la nación chilena
constatación de que los relatos oficiales y sus ver- aparece como una de las que se constituyó y con-
siones escolares son insuficientes y reduccionistas, solidó más tempranamente. La historiografía ofi-
en este caso por la ausencia del sujeto indígena en cial sostiene que el tránsito breve y poco traumá-
la historiografía nacional. De ahí la necesidad de tico de la Colonia a la República explicaría ese
conocer estas otras voces e incorporarlas al espa- grado mayor de estabilidad que distinguiría a
cio público, con el objetivo de avanzar hacia ex- Chile.
plicaciones más complejas de la relación entre los
pueblos indígenas y el Estado chileno. Así se se- Sin negar el hecho de que tras la independencia
ñala en el primer artículo del Decreto que crea la no se produjeron las luchas intestinas prolonga-
Comisión: das de otros países de la región, esta imagen de
armonía y progresiva consolidación corresponde
“Créase la Comisión de Verdad y Nuevo Trato, en gran medida a una elaboración de la historio-
destinada a asesorar al Presidente de la Repúbli- grafía del siglo XIX y la corriente conservadora
ca, en el conocimiento de la visión de nuestros del siglo XX (heredera de muchas de las premisas
indígenas sobre los hechos históricos de nuestro decimonónicas).10 La historiografía más reciente
país y a efectuar recomendaciones para una nue- ha buscado revertir esta imagen, colocando énfa-
va política de Estado, que permita avanzar hacia sis en las complejidades y contradicciones de este
el nuevo trato de la sociedad chilena y su proceso. En primer lugar, señalando su naturale-
reencuentro con los pueblos originarios”.9 za autoritaria, pues obedeció a los lineamientos
de la élite que se instaló en el poder político, la
Lo que se presenta en las siguientes páginas es cual concebía a la nación chilena a partir de
una reflexión sobre el tema de la verdad histórica parámetros modernos clásicos que imponían los
a partir de los planteamientos que hacen las pro- criterios de unidad, homogeneidad e integridad del
pias organizaciones aymaras y atacameñas sobre territorio, a partir de los cuales se autoasignaron
ella, por lo tanto, el análisis estará centrado en la la misión de definir, excluir y establecer sus lími-
lectura de los documentos elaborados en el mar- tes tanto simbólicos como territoriales.11
co de esta Comisión: informes preliminares, do-
cumentos de trabajo e intentos de síntesis que En América Latina –y Chile no fue la excepción–
buscan articular una historia propia y entrelazarla hubo dificultades para implementar un proyecto
con las demandas que actualmente dirigen al Es- que tenía tales referencias teóricas.12 Lo que sal-
tado. Previo a esto, es indispensable revisar el
contexto histórico de las relaciones entre la na- 10 Germán Colmenares, en un iluminador estudio sobre la
ción chilena y los grupos indígenas del Norte
historiografía decimonónica de los países hispanoamerica-
Grande, con el fin de situar el momento actual en nos, identifica un canon en el que existían técnicas de figu-
que tanto el Estado como estos grupos han expe- ración de la realidad, con las cuales se articulaba el relato
rimentado desplazamientos importantes en la for- histórico. Una de ellas era la continuidad narrativa, usada
ma de abordar esta relación. con la finalidad política de ocultar las rupturas y conflictos
sociales que trajo consigo la implementación de estos pro-
yectos, tendiendo sobre ellos un manto de estabilidad y
armonía (Colmenares 1997: 35).
11 Es importante considerar la presencia de estos principios
clásicos en torno a la nación, no como un marco teórico
sobre el tema sino por el peso ideológico que ha tenido,
8 “Ustedes no están aquí para buscar soluciones concretas a pues a partir de ella se ha tendido a “leer la nación”, como
los problemas y demandas actuales de los pueblos indíge- ha sido el caso de América Latina, donde todavía se pre-
nas. Esa es tarea del gobierno. Ustedes están aquí para co- senta con extraordinaria vigencia.
12 Esta tradición clásica se desarrolla principalmente durante
nocernos y reconocernos mejor...” (Ricardo Lagos, discur-
so presidencial, 18 de enero de 2001). el siglo XIX y tiene variantes importantes en el contexto
9 Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato. Secretaría europeo (la corriente francesa y la alemana son ejemplos),
Ejecutiva, Decreto Supremo Nº 19, 18 de enero de 2001. pero a grandes rasgos se resume y canoniza en la célebre

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taba a la vista era que no se estaba frente a una les. En el caso de Chile, se planteó el desafío de
situación dada sino al desafío de su construcción, integrar a estas poblaciones en la historia nacio-
emprendida por la élite desde la posición del Es- nal. El caso de los grupos indígenas andinos es
tado. La férrea unión conceptual que se estable- interesante justamente por esta incorporación tar-
ció desde entonces entre Estado y nación no es día y el conflicto de nacionalidades que implicó
mera retórica, pues, aunque son conceptos que durante las primeras décadas. Lo más llamativo
refieren a configuraciones históricas diferentes, de esta propuesta es que postula la importancia
nuestra historia republicana los unió en un pro- de las poblaciones indígenas en tanto referentes
yecto específico (el de la élite), pues fue el Esta- de lo que se quería y no se quería ser como na-
do el lugar desde el cual se buscó generar las con- ción. Durante el siglo XIX se apostó por un dis-
diciones para implementarlo (Palti 2003:145). tanciamiento, pero el ejercicio mismo de compa-
ración implicó la incorporación de la categoría
La historiografía aparece como uno de los meca- “indio” al pensamiento moderno, desprendiéndo-
nismos ideológicos fundamentales en esta cons- la del pasado colonial que –se asumía– la nación
trucción, dando forma a las narrativas nacionales. había cancelado, entendiéndola como una posi-
Las historias “patrias” –siguiendo la conceptuali- ción inferior, pero desde la cual era posible ini-
zación de Colmenares (1997)– se dieron a la ta- ciar el tránsito hacia la modernidad (Gundermann
rea de articular un pasado que señalara la supe- 2003: 56-57).
rioridad de la nación independiente, de ahí la rup-
tura con el Período Colonial, la relevancia de la En el Norte Grande, la incorporación de estos
independencia y el rechazo hacia todo lo que es- vastos territorios implicó establecer una presen-
capara a los principios de homogeneidad cultural cia concreta por parte del Estado. La ocupación
y progreso.13 de los espacios marginales se fue dando de mane-
ra paulatina, siendo las tierras altas las últimas en
En el transcurso del siglo XIX estos supuestos quedar bajo un control más permanente. Pero esta
sobre los cuales se erigió este imaginario de na- ocupación no estuvo ausente de problemas. J. L.
ción se vieron fuertemente problematizados. El Martínez menciona el caso de la Puna de Atacama
momento más crítico se vivió con la expansión a fines del siglo XIX, lugar donde se confronta-
territorial, momento en que el Estado chileno se ron tres lógicas de dominio: las de Chile, Bolivia
anexó –a través de conflictos bélicos– la zona de y Argentina. Chile se habría interesado principal-
la Araucanía y una extensa superficie en el norte. mente en los territorios y sus recursos (sobre la
Fue un momento en que “lo indio” dejó de estar población caían sospechas de “extranjería”), mien-
fuera, para pasar a incorporarse como minorías tras que Bolivia se habría inclinado más bien por
étnicas. Martínez y colaboradores (2003) señalan la población, sometida entonces a tributo indíge-
que esta expansión implicó una reformulación de na (Martínez 1994: 203). Por su parte, el interés
los imaginarios nacionales a fines de esa centu- de Argentina tenía que ver con la posición estra-
ria, refiriéndose también a los casos de Bolivia, tégica de esta zona dada su proximidad con la
Perú y Argentina, países que también experimen- costa del Pacífico.
taron la modificación de sus fronteras territoria-
En las regiones anexadas se desarrolló un capita-
lismo de enclave en torno a la explotación de re-
conferencia de Ernest Renan, leída en La Sorbona en 1882, cursos mineros (primero el salitre y luego el co-
con el sugerente título de ¿Qué es una nación?, en la cual bre). La zona norte fue pionera en la introducción
resumió estos principios y señaló a la nación como el últi-
de este modelo de producción, lo cual significó
mo y más elevado escalón de la organización humana, al
cual sólo pueden llegar los pueblos que estén aptos para ello transformaciones de la mayor importancia, que
y del cual Francia, su país natal, constituía el mejor ejemplo afectaron todos los ámbitos de la existencia de
(texto publicado en Fernández Bravo 2000: 53-66). sus habitantes, un fenómeno del cual las pobla-
13 Sobre esto apunta Colmenares: “No requiere hurgar dema- ciones indígenas no quedaron al margen.14
siado en los textos historiográficos del siglo XIX para en-
contrarse con una hostilidad manifiesta hacia lo más au-
tóctono americano, hacia lo indígena y hacia las castas. El 14 Este ha sido un tema ampliamente trabajado, sobre el cual
fastidio hacia lo rústico y elemental de las masas campesi- existe acuerdo en señalar la adecuación de la economía
nas iletradas se convertía en franca repulsión cuando se agraria tradicional que desarrollaban las comunidades indí-
trataba de indígenas, mulatos y mestizos” (1997: 20). genas, especialmente de las zonas altas, quienes se vincu-

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ATACAMEÑOS Y AYMARAS. EL DESAFIO DE LA “VERDAD HISTORICA”

El proceso de “chilenización” se inició a princi- Para el período 1930-1970, Gundermann comple-


pios del siglo XX, pero se intensificó a partir de jiza todavía más esta relación, señalando que es-
los años ‘30, con el acceso de los sectores medios tas poblaciones optaron por el proyecto de inte-
al gobierno. En condiciones nacionales y mun- gración que se planteó desde el Estado, lo cual sig-
diales diferentes (tras la Primera Guerra Mundial nificaba asumir sus premisas, entre ellas la condi-
y la crisis de 1929), se inauguró el largo y azaro- ción de ciudadano. Lo señala también como una
so período del Estado de bienestar, que va a pro- respuesta a la permanencia social de una imagen
mover la integración de las masas populares.15 En negativa y estigmatizada de los indios:
este contexto social y político es que el Estado
fortalece su presencia en el norte, con obras de “Sostenemos que la identidad nacional y, en con-
infraestructura, la escuela pública y servicios de cordancia con la anterior, la identidad política
salud, aunque débil todavía en relación con otras de la ciudadanía, es el tipo de identificación a la
zonas del país. Sería recién durante la dictadura que las poblaciones indígenas regionales, ahora
militar cuando esta presencia se extendió y conso- aymaras y atacameñas, por largo tiempo han op-
lidó en los lugares más apartados, aunque no a partir tado volcarse, buscando trascender la condición
de este ideal integrador, sino del principio de segu- infamante de ‘indio’” (Gundermann 2003: 52).
ridad nacional y reforzamiento de fronteras.
La búsqueda del reconocimiento étnico
¿Cuál fue la reacción de las poblaciones indígenas
en todo este proceso? La literatura especializada En la actualidad, la demanda de estos grupos tie-
se pronuncia ampliamente, con un énfasis en la ne como eje articulador el principio de la diferen-
“embestida” del Estado contra los indígenas, quie- cia. Así, quienes hoy se reconocen como aymaras
nes –según el autor y la corriente que represente– y atacameños reclaman el derecho a sostener pú-
vivirán la desestructuración de su mundo tradicio- blicamente una pertenencia étnica, así como a
nal, o bien, desarrollarán una resistencia que les mantener y desarrollar aquellas prácticas sociales
permite mantener espacios importantes de éste. J. y culturales que los distinguen de la cultura na-
L. Martínez defiende la tesis de una participación cional y la sociedad chilena en general, a la cual
más activa de la que usualmente se reconoce, sin buscan integrarse desde esta diferencia.
negar la interrelación de estas poblaciones con la
sociedad nacional y regional sino partiendo de ella Considerando la postura que en general desarro-
como premisa de análisis.16 Para Martínez (1994: llaron estos grupos durante gran parte del siglo
201), durante los momentos conflictivos se mani- XX, argumentos de este tipo representan un mo-
fiesta una dinámica política de negociación por mento de ruptura más que de continuidad históri-
parte de estas poblaciones (refiriéndose a las co- ca. De ahí la importancia de considerar la trayec-
munidades altoandinas de Atacama), como habría toria de esta relación, brevemente señalada en el
ocurrido cuando Chile, Argentina y Bolivia dispu- apartado anterior, pues permite sustentar la idea
taban el control sobre la zona de Atacama, mo- de que esta etapa actual de organización nos co-
mento en que estas comunidades manejaron la op- loca frente a un sujeto indio nuevo, resultado de
ción de ser chilenas. una construcción identitaria reciente, de los años
‘80 en el caso aymara y de principios de los ‘90
en el atacameño (Gundermann 2000). Para
laron al ciclo salitrero a través del abastecimiento de estos Martínez, la construcción de estas identidades
centros con insumos menores, para lo cual reactivaron el corresponde a otro intento de negociación con la
arrieraje e iniciaron el cultivo de alfalfa (Rivera 1999; Núñez
sociedad mayor. Sobre los atacameños señala:
1992). Con el tiempo y especialmente durante el ciclo del
cobre, se intensificó la inserción como mano de obra en las
faenas productivas. “Me refiero al actual resurgimiento de una identi-
15 Esto significó nuevamente la reformulación de los imagi- dad étnica, la atacameña, que involucra a comu-
narios nacionales en varios países de América Latina tras nidades y pobladores que hasta hace pocos años
la crisis del modelo de crecimiento oligárquico (la llegada atrás la hubiesen negado, pero que parece ser
del Frente Popular al gobierno de Chile es más o menos
contemporánea a la consolidación del PRI en México, del
necesaria (o al menos, así es vista), para
Varguismo en Brasil y del Peronismo en Argentina). renegociar frente al Estado (y la Comisión Espe-
16 En oposición a una conceptualización de la resistencia indí- cial de Pueblos Indígenas), una posición –nueva-
gena vinculada con el aislamiento y la negativa al cambio. mente– más expectante” (1994: 206).

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Gundermann (2000 y 2003) rastrea los inicios de “La ‘etnicidad’ se refiere específicamente a la
este fenómeno, indicando la importancia que tuvo identificación de una colectividad social a partir
la formación de una élite profesional en el caso de antecedentes históricos, la existencia de un
aymara (por lo general urbanos de origen pasado común, la identificación con un territo-
altiplánico) y los dirigentes de las comunidades rio, el uso de un mismo idioma, junto a otros ele-
atacameñas a principios de los ‘90, cuando el mentos culturales y simbólicos compartidos por
ambiente nacional y la acción del Estado en par- los miembros de esta colectividad” (1999: 5-6).
ticular promovieron este tipo de identificaciones.
En ambos casos estos antecedentes son difíciles
Para entender esta transformación resulta útil de identificar y unificar, o incluso, de establecer
conceptualizarla a partir de un enfoque que con- su existencia histórica. Por ejemplo, el idioma de
sidere las identidades en tanto construcciones di- los atacameños ya no existe y el territorio es muy
námicas y dialógicas,17 pues no son fenómenos difícil de definir si consideramos la gran movili-
que ocurran en un aislamiento difícil de sostener dad de la población indígena en esta zona20, lo
para el caso que aquí se está tratando, sino, al cual se dificulta todavía más en la actualidad, con
contrario, la historia regional demuestra que la tra- un segmento urbano que reivindica estas identi-
yectoria de estos grupos se encuentra marcada por dades (se debe incluir también a los aymaras) sin
la migración, la movilidad18 y la inserción en los la base de un territorio ancestral de residencia.
circuitos económicos regionales. Esto hace cada Esto no significa que no exista la diferencia cul-
vez más difícil sostener juicios como la perma- tural que ellos invocan, pero estas dificultades son
nencia de la comunidad tradicional y la existen- indicadoras de la voluntad de imaginarse como
cia de identidades aymaras y atacameñas de larga totalidad, pasando por alto diferencias que en otros
data, los que confrontados con este marco regio- tiempos sirvieron para distanciarlos (Martínez
nal carecen de sustento histórico.19 1994: 206). Este acto de voluntad colectiva resul-
ta fundamental, pues la identidad étnica no es la
Las identidades aymara y atacameña aparecen
consecuencia directa de la diferencia cultural, un
como una práctica social en la que se postula la
punto sobre el cual insiste Gundermann:
diferencia cultural como experiencia válida y re-
levante, un lazo de unión entre quienes adhieren
“ (...) en contra de una visión de sentido común,
a ella. Koonings y Silva, recogiendo algunos tra-
las diferencias culturales objetivas entre dos gru-
bajos clásicos de la antropología, señalan los pi-
pos no son el único aspecto relevante de la
lares sobre los cuales se articula la identidad
etnicidad y de la identidad. Se deben anteponer
étnica:
criterios subjetivos de identificación, autoadscrip-
ción y pertenencia. Sólo en la medida en que las
17 El concepto de etnogénesis es clave en estos enfoques
diferencias culturales son percibidas como impor-
constructivistas, pues indica justamente el carácter tantes y que son hechos socialmente relevantes es
relacional, contingente y en permanente cambio de las iden- que las relaciones sociales tienen un componente
tidades étnicas (Stavenhagen 2000: 24-25). étnico” (2003: 29).
18 Recojo este concepto de la antropóloga E. Alber (1999),
para quien el de migración resulta insuficiente en el perío-
do actual, cuando una parte importante de la población
Otros actores en el surgimiento
andina mantiene residencias simultáneas que hacen difícil de la identidad aymara y atacameña
sostener la oposición entre lo urbano y lo rural.
19 Sin embargo, sorprende la vigencia de corrientes académi- La importancia de la interacción radica en que el
cas de corte primordialista en el estudio de las poblaciones surgimiento de estas identidades no es el resulta-
indígenas andinas y en general de América Latina (Koonings
do de un esfuerzo endógeno, sino de una confluen-
y Silva 1999: 11). Para el caso que estoy tratando esta co-
rriente se manifiesta en dos variantes que comparten, en cia de voluntades con otros actores, lo cual no
mayor o menor medida, un trasfondo esencialista. Por una hace más que indicar su naturaleza dialógica. En
parte se encuentra una visión romántica, que postula la
permanencia y resistencia de lo andino a pesar de los em-
bates modernizadores, y por otra, una de corte más fatalis-
ta, que supone a esta población en un polo tradicional (no 20 Se señala incluso la dificultad de nombrar lo atacameño en
occidental) amenazado por el contacto con la sociedad na- términos de unidad étnica y territorial (Castro y Martínez
cional. 1996).

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ATACAMEÑOS Y AYMARAS. EL DESAFIO DE LA “VERDAD HISTORICA”

primer lugar corresponde mencionar al Estado, de “indio”, así como en la definición y los conte-
que, como se dijo, también ha sido relevante en nidos de sus demandas. Son vínculos que están
la formulación de otras identidades a lo largo del presentes en la discursividad que han producido
siglo XX entre estas poblaciones. Hoy, esa im- tanto aymaras como atacameños, los cuales se fil-
portancia se repite tras la llegada al gobierno de tran en los documentos producidos por las orga-
la Concertación de Partidos por la Democracia, nizaciones durante toda la década de los ‘90 (la
cuyos personeros políticos –o por lo menos una mayoría incentivados por el gobierno y sus ins-
parte importante de ellos– habían incorporado el tancias de mediación), fenómeno que se repite en
tema de la diversidad cultural a su visión de la aquellos que fueron elaborados para la Comisión
transición a la democracia y estaban en la línea de Verdad Histórica y Nuevo Trato.
de la reparación histórica con los grupos indíge-
nas, promoviendo discusiones de este tipo entre Atacameños y aymaras en la Comisión de
las organizaciones y comunidades. Verdad Histórica y Nuevo Trato

Tras la elección presidencial de 1989, algunas El corpus de documentos


premisas del multiculturalismo pasaron a formar
parte del lenguaje político del ahora sector Aunque ya se indicó en la introducción de este
oficialista. Una versión algo descuidada en térmi- trabajo, es oportuno insistir en que se trata de
nos teóricos y con poco impacto en la idea mis- documentos elaborados en el marco de una ins-
ma de nación, pero que ha significado la creación tancia oficial convocada por el gobierno, lo cual
de una institucionalidad (primero la CEPI y lue- obliga a circunscribir el análisis en ciertos
go la CONADI) y la destinación de una cantidad parámetros. Por ejemplo, que no agotan toda la
importante de recursos para financiar las políticas discursividad que han producido atacameños y
de discriminación positiva contenidas en la Ley aymaras a lo largo de esta última década, sino
Indígena. Todo ello ha conformado un escenario que representan un momento específico de ella.
favorable para una acción más desenvuelta de las También que su carácter de documentos públicos
organizaciones indígenas ya existentes o bien para y el énfasis en los acuerdos al interior de cada
la conformación de otras, las que no han sido rea- grupo (un esfuerzo que busca la sistematización
cias a involucrarse en el proceso, principalmente representativa de sus demandas) constituyen un
a través de la CONADI. filtro para la heterogeneidad discursiva que existe
al interior de cada uno.
Esto ha implicado un desplazamiento importante
en la posición gubernamental respecto a las po- Los documentos seleccionados para este análisis
blaciones indígenas, el que tiene como punto de son aquellos que asumen una representación indí-
partida reconocer su existencia como grupos di- gena, motivo por el cual su principal característi-
ferenciados culturalmente, a los cuales se consi- ca es un lugar de enunciación que parte de un
dera necesario dirigir políticas específicas. Esto “nosotros” atacameño o aymara. Sin embargo, esta
ha producido una movilización que ha seguido idea de lo propio no debe hacernos perder de vis-
caminos insospechados a los que promovió esta ta la importancia de la mediación no indígena en
parte de la clase política. Un ejemplo es el debate todo el proceso de producción, interacción que
en torno al reconocimiento, en el que una parte constituye uno de los rasgos más sobresalientes
importante de las organizaciones indígenas ha de lo que Bengoa (2000) ha denominado “emer-
desplazado sus demandas al ámbito político, si- gencia indígena” en toda América Latina.
guiendo la tendencia continental de los movimien-
tos indígenas. Los dirigentes de las organizaciones han jugado
un papel fundamental en la elaboración de estos
Por otra parte, y en un nivel regional, cabe desta- documentos. Su formación y los vínculos que han
car la acción de otros actores, principalmente de establecido con los actores regionales los coloca
algunos académicos y ONG (Gundermann 2000). en un nivel más sofisticado del debate, en lo que
Su relevancia va más allá de un mero acompaña- también ha influido el contacto con los plantea-
miento, pues han sido vitales en la formulación mientos de otros movimientos indígenas y la in-
de una identidad positiva en torno a la categoría corporación de argumentos indianistas que circu-

175
CLAUDIA ZAPATA S.

lan en distintas redes de información.21 Estos di- Sobre el caso particular de esta Comisión, hay
rigentes forman parte de la élite de estos grupos, elementos del contexto nacional que tampoco es
compuesta por líderes y profesionales que han sido prudente obviar, pues esta iniciativa aparece como
claves en la construcción de una identidad gene- una forma de contener la movilización mapuche
ral (“aymara”, “atacameño”, “indígena”) coloca- ascendente que desde 1997 ha desbordado los
da por sobre el localismo que ha caracterizado a canales de representación institucional.24 En el
esta población y con la cual coexiste (no necesa- caso de los indígenas del Norte Grande no se ha
riamente de manera articulada). Sin embargo, la producido este nivel de confrontación, pero estos
debilidad de estas élites es un factor que debe ser documentos también revelan niveles crecientes de
considerado en el análisis de su producción inconformidad. Por este motivo, son sintomáticos
discursiva, lo que en el plano organizativo se re- de una situación mayor que indica el desgaste de
fleja en problemas de representatividad e incluso la relación que han mantenido los indígenas y el
de legitimidad, como se acusa recurrentemente en Estado desde el retorno a la democracia.
el caso aymara. Esto ha redundado en la incapa-
cidad para consolidar un tipo de organización La verdad histórica
democrática o para generar un compromiso más
profundo con demandas de envergadura como la La Comisión instala el tema de la historia impo-
del reconocimiento constitucional de los pueblos niendo la necesidad de generar consensos como
indígenas (aunque se menciona, su desarrollo con- una base sobre la cual sea posible definir políti-
ceptual es insuficiente, lo que a su vez da luces cas. Para los grupos andinos ha sido complejo
sobre la extensión limitada de esta construcción asumir el compromiso de plantearse en este espa-
identitaria). Son élites que desde la década pasa- cio con una visión propia, pues implicaba el de-
da mantienen una demanda permanente por in- safío de articular un relato colectivo, coherente y
formación y capacitación de líderes, llegando al representativo. Una tarea de envergadura mayor
2003 con reuniones todavía informativas sobre en la que las experiencias individuales o de las
instrumentos básicos como la Ley Indígena.22 Un propias comunidades no resultan suficientes, como
factor que contribuye a explicar estas deficiencias, lo reconocen las propias organizaciones en los
es la falta de una intelectualidad que aporte a la documentos preliminares. Esta exigencia demos-
reflexión histórica y política, para dar mayor den- tró que la historia de cada grupo no era algo pre-
sidad conceptual a una demanda hasta ahora des- existente o una situación dada, y más aun, que no
articulada y discontinua.23 existe una memoria atacameña y aymara suficien-
temente articulada (en los términos de un relato).

21 Esto ha determinado una característica fundamental de es- La elaboración de una representación histórica
tos documentos: su fuerte intertextualidad, como se demues- propia, que incluya un balance de su existencia al
tra en la inserción de documentos y temas recurridos por interior del Estado nacional chileno, constituye un
los movimientos indígenas (el convenio 169-OIT, la cues- paso importante en la consolidación de estas nue-
tión de la autonomía, etc.), así como de aquellos que han
vas identidades. “Historizar” la identidad es rele-
sido claves en su producción discursiva (en el caso aymara,
las resoluciones de los congresos nacionales y el Plan Es-
vante en la medida que da contenido al discurso
tratégico de Desarrollo Andino, entre otros). Para clarifi-
car, se entiende aquí por intextualidad la referencia recono-
cida o velada de ideas, autores, organizaciones y textos de desde los ‘90, sin dejar de reconocer los avances de la pri-
distintas épocas (De Toro 1997: 23). mera, especialmente en los documentos de la Comisión de
22 Los atacameños declaran saber muy poco de esta ley, mien- Verdad Histórica, donde las demandas políticas de corte
tras que los documentos aymara insisten desde 1996 en la indianista alcanzan el estatus de “prioritarias”.
24 Las palabras de Ricardo Lagos sobre la constitución de esta
capacitación y formación de líderes (Plan Estratégico de
Desarrollo Andino 1997 y Propuesta IV Congreso Nacio- Comisión contienen una referencia directa a este conflicto:
nal Aymara 2002, entre otros). “Este es el único camino para lograr acuerdos. Esta es la
23 Esto no quiere decir que carezca de una dirección mayor manera de solucionar realmente los problemas. El recurso
pues si algo unifica la demanda andina de este período es de la violencia siempre conduce a un callejón sin salida.
la propuesta de integración a la sociedad nacional desde la Por ello, es que la abrumadora mayoría de las comunida-
diferencia cultural. Sin embargo, se encuentra compuesta des indígenas están en este camino, y han aislado a quie-
por varias vertientes, entre las que destacan una de tipo nes han elegido la violencia. Ese es el elemento determi-
indianista y otra económico-productiva, con énfasis en el nante que nos debe guiar” (Discurso presidencial, 18 de
tema del desarrollo. Esta última es la que ha predominado enero de 2001).

176
ATACAMEÑOS Y AYMARAS. EL DESAFIO DE LA “VERDAD HISTORICA”

de la diferencia cultural y también por la impor- Los documentos preliminares de ambos grupos
tancia política que inevitablemente trae consigo, arrojan características comunes, entre ellas: la
pues provee la argumentación para respaldar la identificación de una tradición con el fin de esta-
existencia de derechos, de los cuales a su vez se blecer la continuidad entre pasado y presente; la
desprenden demandas, en este caso enfocadas comunidad (tradicional) como eje del análisis; un
principalmente al desarrollo y a la exigencia de balance negativo del contacto con el Estado chi-
acción estatal. leno; y finalmente, un intento por marcar distan-
cia con la cultura occidental. Otra igualmente
En los documentos que no tienen la connotación importante y que cruza las anteriores, es el hecho
de definitivos (en general, aquellos fechados en de recurrir a las representaciones académicas so-
el 2002), este relato aparece como un proyecto en bre cada grupo y sobre el “mundo andino” en
etapa muy inicial, como una necesidad pero cuya general, mostrando predilección por análisis
articulación no se había concretado. En ellos se holísticos que les permiten marcar esta distancia
emiten juicios en los que la historia aparece vista con la sociedad nacional y con la modernidad.
como un dispositivo de poder, el que hasta ahora Hay, entonces, una cercanía con visiones primor-
les ha jugado en contra.25 Concretar este objetivo dialistas que manejan conceptos como los de
significaría la instalación en un campo conflicti- cosmovisión y comunidad tradicional, paradójico
vo, donde esta versión se confrontaría con otras, si se contrasta con los soportes que se proponen
con la particularidad de ser la que destaque sus para una historia propia de atacameños y aymaras,
logros culturales, les reporte dignidad y respalde tales como la escritura (se habla de reunir la in-
sus aspiraciones actuales. formación dispersa en un “libro”), el archivo y el
museo, acompañados de su complemento: las
Esta elaboración ha implicado la selección de los nociones de documento, monumento y patrimo-
elementos que desean resaltar de su trayectoria nio. Una elección de soportes modernos estrecha-
histórica, lo cual es importante, pues indica que mente vinculados a la conformación de los Esta-
no estamos frente a una mera evocación de re- dos nacionales (Lozano 1987; Le Goff 1991).
cuerdos o a un trabajo de recopilación que tenga
como única referencia tiempos pretéritos, pues la Una historia “desde” los atacameños. El infor-
construcción de una memoria atacameña y aymara me final del Subgrupo Pueblo Atacameño26 con-
tiene objetivos concretos, más relacionados con tiene un extenso “Informe de Verdad Histórica”,
el tiempo presente que con el pasado remoto. Uno resultado de las inquietudes y objetivos plantea-
de esos objetivos es hacer plausible el relato y, dos en los documentos de trabajo elaborados du-
con ello, la identidad étnica a la cual adscriben, rante el año 2002, en los cuales se había plantea-
constituyendo una versión propia en la medida que do como tarea prioritaria consensuar un relato que
les permita imaginarse y autorreconocerse como relevara los logros culturales del pueblo
colectivos culturales e históricos. Aquí se ubica atacameño, en una versión propia y representati-
el valor de este intento, más que en un posible va, que destacara hechos y héroes silenciados por
vínculo con la realidad de los hechos narrados. la historia oficial.27
Por lo tanto, más allá de acusar verdad o ficción
(todo relato histórico tiene su cuota de cada una Esto concluyó en una versión que destaca por su
por cierto) se coloca énfasis en el concepto de tono académico, como puede apreciarse en el uso
autenticidad (Koonings y Silva 1999: 10) que hace de la nomenclatura arqueológica, antropológica y
viable para estos grupos una autorrepresentación etnohistórica (conceptos como etnogénesis y
histórica, como un intento más de diferenciación. autoadscripción son recurrentes en su sección

25 No se trata de un planteamiento nuevo y tampoco propio 26 La Comisión está organizada en grupos de trabajo. El Gru-
de aymaras y atacameños, como lo demuestra el hecho de po de Trabajo Pueblos Indígenas del Norte se encuentra
recurrir a los acuerdos del Congreso Nacional de Pueblos dividido en cuatro subgrupos: Pueblo Atacameño, Pueblo
Indígenas, realizado en Temuco durante el año 1991 (“Sis- Aymara, Pueblo Colla y Pueblo Quechua.
tematización de las demandas indígenas atacameñas”, Gru- 27 Objetivos que aparecen en documentos como el Acta Eje-
po de Trabajo Pueblos Indígenas del Norte, Subgrupo de cutiva fechada en Ayquina el 10 de mayo de 2002 y otra
Trabajo Pueblo Atacameño, San Pedro de Atacama, abril fechada en San Pedro de Atacama el 20 de mayo de ese
de 2002, p. 12). mismo año.

177
CLAUDIA ZAPATA S.

introductoria). Esta interferencia intelectual no in- luto de los dominadores y la pasividad como rasgo
dígena es decisiva, pues determina un formato cui- indígena, se reconoce la contribución de un histo-
dadoso y correcto, que matiza muchos de los plan- riador como J. Hidalgo (1982), cuya obra permite
teamientos señalados en los documentos prelimi- trabajar en una dimensión temporal profunda y
nares. Por ejemplo, se declara la necesidad de no conocer la acción desplegada por la población
incurrir en esencialismos y se incorporan plantea- atacameña en otros momentos de conflicto.
mientos de investigaciones recientes que sostie-
nen la dificultad de hablar de lo atacameño como Otra de las continuidades que se busca establecer,
una unidad histórica y espacial. Ahora bien, co- es la sobrevivencia de la cultura tradicional
mentarios de este tipo quedan subordinados al atacameña, mermada y acosada por la moderni-
esfuerzo por establecer las continuidades que per- dad, pero existente. Esto se representa en la adop-
mitan sostener el protagonismo del pueblo ción de la tesis que plantea la existencia de una
atacameño. Una de ellas es la de la resistencia frente nación atacameña (Núñez 1992), 31 que antecede-
a distintos proyectos de dominio externo: el incaico, ría en miles de años a la chilena. La comunidad
el español y el chileno,28 señalando como causas se propone como eje del relato, como el lugar
de la derrota situaciones externas (las enfermeda- donde se desarrolla la resistencia, la reproducción
des en el caso de la conquista española), con las de la cultura tradicional y desde la cual se esta-
cuales se busca negar la supuesta superioridad cul- blece distancia con lo que en este documento se
tural y militar de sus oponentes. Este intento por denomina “paradigma occidental”, no muy defi-
revertir el protagonismo se concreta en el ámbito nido pero que para efectos concretos se encuentra
de los héroes, como se demuestra en el intento personificado en el Estado chileno, identificado
por desmitificar a Pedro de Valdivia29 e imponer como el principal agente de desestructuración del
la imagen de un héroe atacameño durante las re- modo de vida ancestral.32 La administración chi-
beliones anticoloniales: Tomás Paniri, enviado de lena aparece analizada en los siguientes términos:
Tupac Amaru a la zona de Atacama:
“El modo de vida ancestral comienza un lento
“ (...) hacia esa época se realiza en la iglesia de proceso de desestructuración y de desarraigo,
Chiu Chiu una entrevista entre el líder indígena hecho que repercute notoriamente en las comuni-
Tomás Paniri y el representante eclesiástico y en dades agropastoriles, transformándose de campe-
la cual Paniri se presenta con un sable al cinto, sinos, ligados a la hacienda, en obreros asalaria-
instrumento propiamente español y una honda de dos y proletarios [...] En otras palabras, el para-
lana en el pecho, símbolo de la lucha andina”.30 digma occidental que se caracteriza por dividir
impacta a las comunidades desarticulando el es-
La cita muestra una de las estrategias discursivas pacio y sus habitantes, con la eclosión de los
más relevantes de estos documentos, especialmen- núcleos urbanos caracterizados por la pobreza y
te del Informe Final. Esta consiste en recurrir al la marginalidad, como lo demuestran los prime-
conocimiento disciplinario con el fin de articular ros años de Chuquicamata y Calama”.33
una memoria de larga duración. En este caso pun-
tual en que se busca discutir el protagonismo abso- Lo que aquí se presenta es un modelo de análisis
en el que el traslado de población desde las co-
28 Omito el Período Republicano boliviano porque en el texto
31 Este autor se encuentra presente en toda la narración y en
aparece una curiosa idealización, en el que se vincula a los
atacameños con la tradición libertaria americana, represen- la estructura misma del relato, conservándose la
tada por Simón Bolívar (Informe Final del Subgrupo de periodización que propone (Núñez 1992).
32 Se insiste en la diferencia con el dominio boliviano ante-
Trabajo Pueblo Atacameño, San Pedro de Atacama, octu-
bre de 2002, pp. 34-35). rior a la Guerra del Pacífico, país que habría manifestado
29 “De esta forma tenemos que Pedro de Valdivia, común- mayor preocupación por la población andina: “ (...) el mo-
mente denominado el Conquistador de Chile, no conquistó delo comprensivo integral que caracterizó al mundo andino
la zona de Atacama ya que había enviado a su Capitán de con las ideas de Bolívar, da paso a un modelo invasivo, indi-
hueste Francisco de Aguirre para realizar tal labor...”. In- vidualista, leve y carente del apego ancestral al terruño”.
forme Final del Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño, Informe Final del Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño,
San Pedro de Atacama, octubre de 2002, p. 24. San Pedro de Atacama, octubre de 2002, p. 41.
30 33 Informe Final del Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño,
Informe Final del Subgrupo de Trabajo Pueblo Atacameño,
San Pedro de Atacama, octubre de 2002, p. 33. San Pedro de Atacama, octubre de 2002, p. 41.

178
ATACAMEÑOS Y AYMARAS. EL DESAFIO DE LA “VERDAD HISTORICA”

munidades hacia las ciudades escapa a sus pau- sión cruza el proyecto de una historia aymara en
tas, pasando a ser entendido sólo en términos de su conjunto, como puede apreciarse en los docu-
pérdida. Si bien se hace mención al fenómeno de mentos de trabajo previos, en los que incluso el
la migración (no así del retorno y de la circula- delicado tema de la representatividad fue puesto
ción), este queda en una posición marginal, que en duda.
no alcanza a plantear la transformación social y
cultural como discontinuidad o ruptura con perío- “No necesariamente todos los planteamientos aquí
dos anteriores. esbozados son compartidos por todas las organi-
zaciones aymaras, ni siquiera por todos los diri-
El siglo XX, sobre todo a partir de 1930, es seña- gentes. Lo cierto es que se pueden identificar dos
lado con interés, pues fue el período de los pla- grandes orientaciones en la constitución de la
nes de desarrollo regionales más importantes. El demanda aymara: la una de raigambre
desarrollo aparece desde entonces como un tema campesinista, vinculada a la comunidad local,
recurrente, desde el cual se juzga y analiza la empeñada en obtener del Estado mejores condi-
política del Estado. A este último se critica la ciones para el desarrollo agropecuario y de cali-
actitud paternalista con las poblaciones indígenas, dad de vida en el espacio rural; la otra más
pero sin llegar a cuestionar la idea misma de desa- ‘etnicista’, representada de manera principal por
rrollo, manifestándose coherencia entre este tema líderes y organizaciones urbanas surgidas a par-
y las demandas actuales, centradas justamente en tir de la década de los ‘80”.36
el desarrollo de la población atacameña, principal-
mente rural, a lo cual se incorpora la participación Si se atiende a este contexto, tanto histórico como
de los atacameños y la consideración de sus nece- el que se dio en el propio Subgrupo de Trabajo
sidades.34 Aymara, es posible entender el carácter altamente
conflictuado de su relato, lo cual se refleja tam-
El proyecto de una historia aymara. Entre los bién en el Informe Final Preliminar que redacta-
aymara la elaboración de un informe de verdad ron para la Comisión en enero del 2003. A esta
histórica se enfrentó a problemas mayores que atmósfera enrarecida por la crisis organizacional,
entre los atacameños, no sólo por una falta de quedan supeditados otros problemas relacionados
información, sino por la tensión que existe entre con el tema específico de la historia. Entre ellos,
sus organizaciones, una divergencia interna pro- se señala conocer muy poco de la historia aymara,
tagonizada por líderes con orientaciones ideoló- situación que explica a partir de lo que hasta aho-
gicas diferentes. Esta crisis está marcada por un ra aparece como la línea de análisis preponderan-
intento de unificación que no se ha consolidado y te: el de la desestructuración permanente de su
que al momento de la comisión (2001-2003) se cultura, lo cual tendría un correlato negativo en la
encontraba en franca decadencia. Fue el proyecto identidad aymara.
que marcó la década de los ‘90 y que se encuen-
tra representado por el Consejo Nacional Aymara “La mayoría de los participantes en la comisión,
(CNA), surgido del Segundo Congreso Nacional ha determinado no conocer bien la historia
realizado en 1997, el cual ha tratado infructuosa- aymara y la historia andina, por lo cual la iden-
mente de monopolizar la representación, asumién- tidad se expresa en forma contradictoria [...] La
dose como la voz del pueblo aymara.35 Esta ten- población andina no tiene cabal conciencia de su
identidad, sobre todo los aymaras urbanos, quie-
nes por haber nacido en la ciudad ya no se iden-
34
tifican con sus raíces ancestrales”.37
Esto se impone por los conflictos actuales en torno al agua,
originado en un código emitido durante la dictadura que
privilegió a los grandes inversionistas mineros. Problema
36 “Sistematización de las demandas y propuestas del pueblo
en el cual el Informe Final se pronuncia ampliamente en
sus últimas páginas. aymara para un nuevo trato”, documento de trabajo inter-
35 Esta crisis se manifiesta en el paso de un tono seguro y con no, Subgrupo de Trabajo Pueblo Aymara, Arica, abril de
cierto sesgo autoritario en los pronunciamientos del CNA 2002, p. 1.
37 “Sistematización de las demandas y propuestas del pueblo
(como el que caracteriza a la Propuesta del Pueblo Aymara
a los Candidatos Presidenciales, 21 de noviembre de 1999) aymara para un nuevo trato”, documento de trabajo inter-
a otro marcado por la autocrítica (Propuesta IV Congreso no, Subgrupo de Trabajo Pueblo Aymara, Arica, abril de
Nacional Aymara, Arica, 28 de octubre de 2002). 2002, p. 15.

179
CLAUDIA ZAPATA S.

Autocríticas de este tipo nos colocan frente a un una historia aymara que sirviera para marcar dis-
concepto problemático de cultura que radicaliza tancia con occidente y con Chile. Chipana (2002
posiciones esencialistas, pues se la entiende vin- Ms), en un documento de carácter propositivo para
culada a la comunidad, a lo ancestral y al paisaje el informe final, lo planteó en estos términos,
altiplánico. Imágenes invocadas no sólo por re- denunciando la relación de poder que ha mediado
presentantes de comunidades sino también por las entre el occidente cristiano y el pueblo aymara.41
organizaciones urbanas, cuyos integrantes no tie-
nen la experiencia de la comunidad que ideali- Se pueden establecer diferencias entre este infor-
zan.38 me final y el que presentaron los atacameños. Una
de ellas, es que aunque se sigue un hilo conduc-
Esta noción cerrada de lo aymara –que deja en tor que es cronológico, cada apartado aparece más
los márgenes a su mayoría urbana– determina el discutido, incluyendo una crítica frontal a la polí-
surgimiento de otro conflicto específico de esta tica del Estado chileno. Otra diferencia, es que el
Comisión, el cual se refiere a la autocrítica frente énfasis se encuentra en el Período Republicano,
a la falta de recursos para articular un relato tanto peruano como chileno, ambos países indi-
propiamente aymara de la historia, tanto concep- cados como los responsables de la aculturación
tuales como en formas de escritura. Aunque valo- aymara.42 El concepto central de todo el texto es
ran el aporte académico, manifiestan inconformi- el de aculturación, entendido como un proceso de
dad por no poder concretar por sí mismos esta pérdida sostenida y causada por agentes externos:
aspiración. Frente a esta insuficiencia se propuso el Estado chileno, las autoridades regionales, la
una solución momentánea, que consistía en escuela, los profesores, la policía, entre otros. Un
“aymarizar” el relato con la incorporación de pa- acoso continuo hacia la comunidad y la tradición
labras en su lengua autóctona.39 Insatisfacciones aymara.
de este tipo se reflejan permanentemente en el
Informe Final Preliminar, donde la búsqueda (frus- Se establece así una oposición de dos totalidades:
trada) de un lenguaje propio aparece como un la cultura aymara y la occidental, una relación en
deseo permanente.40 la que la primera se ha visto perjudicada. En co-
herencia con la visión holocáustica que se ha de-
A pesar de estos obstáculos, se valora el proyecto sarrollado en la academia, pero en una versión
de una verdad histórica, en el cual advierte un menos matizada, se plantea que incluso la infra-
potencial político en la medida que se vincule con estructura pone en peligro la continuidad de lo
las demandas que se presentan al interior de la andino.
misma Comisión. El objetivo principal fue el de
“La sola integración, gracias a la red vial y co-
municaciones nacionales, y los mecanismos de
38 Esto se puede apreciar en la inserción de los acuerdos so- participación en la sociedad y ante autoridades
bre cultura del II y III Congreso Nacional Aymara en los chilenas, junto a los factores arriba examinados,
anexos al documento “Sistematización de las demandas y
pone en peligro la permanencia de ‘lo andino’”.43
propuestas del pueblo aymara para un nuevo trato”.
39 Esto fue rápidamente rechazado, como quedó establecido
en un Acta Ejecutiva: “Parte de la reunión se centró en la Juicios similares son vertidos en relación con la
discusión sobre la perspectiva en que está escrito el docu- educación formal, asimilada directamente con los
mento (occidental), el cual debería hacerse desde una pers- proyectos de integración planteados por el Esta-
pectiva aymara (para reflejar la emotividad y sentimiento
del aymara) y no ahora tratar de ‘aymarizarlo’. Sin em-
bargo, todos coincidieron en que el tiempo es muy escaso y
que el trabajo realizado por autores ‘occidentales’ hay que 41 Una propuesta que conserva una estructura cronológica, y
mirarlo como un aporte, y reorientar el texto con los re- en la que se recurre a frases y autores del campo cultural
cursos y conocimientos como se está haciendo hasta latinoamericano, como José Martí y Eduardo Galeano.
ahora (...)”, Arica, 14 de diciembre de 2002, p. 2. 42 Se refleja en una visión mucho menos romántica de Bolí-
40 Se incorporan palabras aymaras para reemplazar conceptos var, a quien se indica como el primer responsable de la
“chilenos” y occidentales. En cuanto a la metodología, se individuación de las tierras comunitarias. Informe Final
recurre a los testimonios de ancianos de las comunidades en Preliminar, Subgrupo de Trabajo Pueblo Aymara, Arica,
el mismo nivel de importancia que las citas de trabajos aca- enero de 2003, p. 3.
démicos y de documentos de archivo, jugando la función de 43 Informe Final Preliminar, Subgrupo de Trabajo Pueblo
citas de autoridad para respaldar el texto (Lozano 1987). Aymara, Arica, enero de 2003, p. 18.

180
ATACAMEÑOS Y AYMARAS. EL DESAFIO DE LA “VERDAD HISTORICA”

do. A ésta oponen una visión aymara que asumen mación, un intento por construir un lugar de enun-
portadora de valores y criterios no occidentales, ciación propio, coherente con el objetivo de esta-
desde la cual se llega a cuestionar incluso la vali- blecer diferencias culturales con la sociedad chi-
dez de la alfabetización. lena. Por ejemplo, al concepto de “chilenización”
–ampliamente recurrido por los exponentes de la
“El impacto de este proceso de enseñanza-des- historia regional– se opone el de “desaymariza-
arraigo puede tener dos lecturas. Desde el punto ción”, como una forma de escribir una historia que
de vista del Estado y los indicadores que hoy día recoja su experiencia y particular punto de vista
se utilizan, puede decirse que la introducción de de los procesos regionales.
la escuela occidental formal redujo el analfabe-
tismo, si tomamos como parámetros el saber leer “Para el Pueblo Aymara dicho período de nues-
y escribir el castellano [...] Pero este proceso tam- tra historia, que llamaremos ‘desaymarización’
bién puede interpretarse como el aumento del por ahora, fue un proceso violento, de miedo,
analfabetismo cultural aymara, la pérdida del amedrentamiento, muerte e imposición de costum-
idioma materno y la pérdida del conocimiento bres ajenas, de intolerancia y falta de visión de
tradicional del medio geográfico”.44 las autoridades chilenas de la época, al igual
como ocurriera a partir de 1492”.47
Opiniones de este tipo confluyen en un enjuicia-
miento mayor hacia la ciudadanía moderna que Este énfasis en la oposición de mundos: el andino-
se impuso con el dominio chileno, basada en la aymara y el occidental-moderno, constituye un
idea fuerza de igualdad. Se denuncia en duros desplazamiento en la trayectoria discursiva de los
términos la falacia de este principio, entendiendo aymaras, ámbito en el cual se produce una ruptu-
el proyecto de integración populista como un ra entre estos documentos y aquellos producidos
mecanismo de control social y como una gran durante la década pasada, en los que lejos de bus-
fuerza desestructuradora.45 Para hacer aun más car esa distancia lo que se afirmaba era la compa-
rígido el análisis, se esencializa lo “occidental- tibilidad de la cultura andina con la modernidad,
chileno”, señalando, por ejemplo, que entre sus cuestionando a esta última su desarrollo de espal-
características innatas se encontraría la depreda- das al mundo andino.48
ción del medio ambiente. 46 Es decir, que se
esencializa lo aymara pero también su opuesto, Tanto en el informe atacameño como en el aymara
en un modelo de análisis que no permite incorpo- se articulan visiones sobre procesos históricos
rar la complejidad de fenómenos como el de la –especialmente la incorporación de estas zonas
migración (de manera similar al caso atacameño), al Estado chileno– cuyo correlato material fue el
visto como una expresión más de aculturación irre- despojo de las comunidades y el desarraigo, lo que
mediable. Lo importante no es lo que hacen los junto a la pugna ideológica entre sus dirigentes
aymaras en las ciudades –espacio difuso y lejano (en el caso aymara), determinan análisis poco
en este informe– sino el despoblamiento de las matizados, que dibujan un mundo maniqueo en el
comunidades altiplánicas. que es difícil vislumbrar la posibilidad del diálo-
go. No se reconoce una relación dialógica y la
Interpretaciones como esta son resultado de ex-
periencias históricas concretas además de doloro-
47
sas, pero en un análisis interno de este informe, Informe Final Preliminar, Subgrupo de Trabajo Pueblo
es también el resultado de un ejercicio de autoafir- Aymara, Arica, enero de 2003, p. 4.
48 Se llegó a proponer incluso un modelo de desarrollo
“bidimensional”, que definieron en los siguientes términos:
“Si bien la modernidad es importante, no debe olvidarse ni
44 Informe Final Preliminar, Subgrupo de Trabajo Pueblo relegarse el sistema andino porque debe coexistir un mo-
Aymara, Arica, enero de 2003, p. 20. delo socio-económico bidimensional, donde nuestras co-
45 Este acoso constante sólo se ha visto interrumpido por epi- munidades andinas puedan desarrollarse como sociedad
sodios de resistencia, en los que también se destacan hé- con identidad propia, pero al mismo tiempo puedan inser-
roes aymaras, como Antonio Mollo, a principios del siglo tarse con personalidad en el sistema global (...) Es posible
XX. Informe Final Preliminar, Subgrupo de Trabajo Pue- conjugar nuestra cosmovisión junto a la sociedad actual,
blo Aymara, Arica, enero de 2003, pp. 9-10. para alcanzar un desarrollo pertinente y consensuado”. Plan
46 Informe Final Preliminar, Subgrupo de Trabajo Pueblo Estratégico de Desarrollo Andino, Arica, 1996, pp. 9-10
Aymara, Arica, enero de 2003, p. 13. (ratificado por el II Congreso Nacional Aymara en 1997).

181
CLAUDIA ZAPATA S.

inserción (subordinada) de las poblaciones indí- Demandas prioritarias y nuevo trato


genas en varios de los proyectos emanados desde
el Estado, principalmente el de la integración a En los informes de verdad histórica, tanto aymaras
partir de la igualdad ciudadana, lo que a veces como atacameños repiten con insistencia la pala-
tuvo manifestaciones entusiastas, como las ges- bra “pueblo” para definirse, destacando su trayec-
tiones realizadas por las comunidades altiplánicas toria a través del tiempo y las características que
para el mejoramiento de la infraestructura y la lle- les permiten identificarse como tales.50 Esta con-
gada de la escuela pública, exigiendo la presencia dición de pueblo constituye una de las demandas
del Estado en lugar de rechazarlo. centrales que hoy dirigen al Estado, exigiendo ser
reconocidos como tales en la Constitución Políti-
Las anteriores son consideraciones de rigor his- ca.51 En estos documentos se señala este tipo de
tórico que no se pueden dejar de señalar, pero reconocimiento como el principal de un conjunto
que para los propósitos de este trabajo no resul- de demandas catalogadas como “prioritarias” o
tan ser las más relevantes, pues lo que interesa es “fundamentales”, matriz desde la cual se despren-
escudriñar en la dimensión legitimadora de un den otras de carácter más específico.
relato histórico sobre la acción política de estos
grupos. En ellos se desarrollan argumentos que Esta demanda insiste en la necesidad de distin-
respaldan conceptos claves de sus discursos, como guir a cada uno de los pueblos indígenas, de lo
la categoría de “pueblos” que poseerían una his- cual se desprende que la palabra “indígena” re-
toria, una cultura y un territorio. También el tér- sulta insuficiente en estas autorrepresentaciones,
mino de “originarios”, con el cual señalan una pues se trata de un término genérico que no da
existencia anterior a la de la nación chilena, pero cuenta de la heterogeneidad cultural que encierra.
sin relegarse al pasado sino proyectándose al pre- De ahí el sentido que adquieren una historia
sente, como colectivos vigentes que han sabido aymara y una historia atacameña, a través de las
sobrevivir a la embestida nacional y moderniza- cuales estos grupos buscan establecer su condi-
dora. Es en este propósito que adquieren sentido ción de pueblo.
las continuidades narrativas colocadas por sobre
las rupturas históricas, ejercicio en el cual los
Aymaras: “El pueblo aymara posee una historia
olvidos y las omisiones son de la mayor impor-
milenaria, una cosmovisión de vida distinta, len-
tancia49, lo que determina relatos cuya naturaleza
gua, música, danza, artesanía, tradiciones, cos-
y objetivos los distancian de aquellos que son
tumbres, poblados y paisajes andinos de belleza
producidos en la academia. Se trata, en definiti-
innegable, la cual hace que el turista de todas
va, de las diferencias que existen entre memoria
partes del mundo desea conocer. Este es un apor-
e historia (entendiendo a esta última como disci-
te a la identidad cultural de la región y del país
plina y a los historiadores como miembros del
que la nación debe valorar”.52
campo intelectual), las cuales responden a diná-
micas distintas. Ambas mantienen un estrecho
vínculo con la identidad y ambas son representa- Atacameños: “Queremos ser reconocidos como un
ciones del pasado, pero pueblo, que como tal posee creencias, valores,
costumbres, una historia y un territorio compar-
“ (...) la primera se propone como objetivo la tido que nos diferencia por estas particularida-
exactitud de la representación, mientras que la
segunda no aspira sino a la verosimilitud (...) La 50 Insisto en que constituye una forma de autorrepresentación
historia se esfuerza por poner el pasado a dis-
restringida a la élite de cada grupo (compuesta por dirigen-
tancia; la memoria busca fusionarse con él” tes, profesionales y estudiantes principalmente), quienes
(Candau 2001: 127). asumen la representatividad de colectivos históricos mayo-
res, lo que a nivel discursivo se refleja en una forma de
enunciación que parte de un “nosotros” atacameño o aymara.
51 Esta demanda forma parte del movimiento indígena gene-
ral, la que se viene planteando desde el retorno a la demo-
49 La función del olvido en la construcción de historias, me- cracia, pero especialmente a partir del Congreso Nacional
morias e identidades ha sido un tema largamente trabajado de Pueblos Indígenas, realizado en 1991.
52 Informe Final Preliminar, Subgrupo de Trabajo Pueblo
por distintas disciplinas. Desde la filosofía, Ricoeur (2003)
profundiza esta discusión. Aymara, Arica, enero de 2003, p. 25.

182
ATACAMEÑOS Y AYMARAS. EL DESAFIO DE LA “VERDAD HISTORICA”

des del resto de la sociedad mayor que conforma “Si bien la cuestión de los derechos territoriales,
nuestro país”.53 hasta hace algunos años no ocupaba un papel
importante en la agenda de las organizaciones
En este ámbito se ubica otro desplazamiento rele- aymaras, enfrascadas en este ámbito en la de-
vante en relación con la producción discursiva que manda campesinista de la regularización y sanea-
antecede a estos documentos, esta vez de mayor miento de títulos de las comunidades de tierra, se
envergadura política. Se trata del predominio que ha terminado asentando con fuerza como respues-
alcanzan aquí los derechos políticos asociados al ta a los intentos de explotación de recursos natu-
concepto de pueblo y la mayor profundidad con rales (pozos altiplánicos, explotación minera)”.55
que es tratado este último, desarrollado en su acep-
ción política, de la cual se desprenden derechos Del concepto de pueblo se desprenden tres cues-
tales como autodeterminación y territorio. Este tiones importantes que también aparecen señala-
manejo lo vuelve un concepto central en la rela- das: el principio de autodeterminación, los dere-
ción que se establece con el Estado nacional y los chos colectivos y la noción de territorio, este últi-
inserta en una discusión que han venido desarro- mo entendido como la base material sobre la cual
llando los movimientos indígenas en América se reproduce cada pueblo y cuya importancia es
Latina. Conscientes de este contexto, se apoyan tanto simbólica como económica. Sobre esta pla-
en instrumentos de la legislación internacional que taforma se articula la crítica a la Ley Indígena de
sostienen la calidad de pueblos para estos grupos, 1993, que habla de etnias en lugar de pueblos y
principalmente el Convenio 169 de la Organiza- de tierras en lugar de territorios.56 Un instrumen-
ción Internacional del Trabajo sobre Pueblos In- to que valoran, por cuanto tendió a democratizar
dígenas y Tribales (1989) y a la Declaración de el escenario postdictadura, pero que resulta insu-
Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos ficiente frente a las aspiraciones políticas actua-
Indígenas que se encuentra en proceso de elabo- les. La definición que hacen los atacameños de
ración. Los atacameños reconocen estar en un su territorio es una muestra de esta distancia.
proceso de aprendizaje de estos instrumentos, es-
“El pueblo atacameño reivindica los derechos
pecialmente el convenio 16954 pero sostienen con
sobre su territorio de ocupación ancestral, inclu-
igual fuerza una demanda en la que ven la posibi-
yendo el control y gestión de sus recursos, la pro-
lidad de ampliar su margen de acción e incidir en
tección de las aguas, los equilibrios ecológicos,
temas relevantes, como los proyectos de desarro-
su patrimonio histórico y cultural, la participa-
llo, que en estos documentos aparecen como el
ción en decisiones que afecten al territorio y en
ámbito más importante, hacia el cual confluyen el
los beneficios económicos de actividades que rea-
resto de las demandas. Por su parte, los aymaras
licen terceros y la recuperación de ambientes de-
aparecen manejando este tema con un nivel de pro- gradados por terceros”.57
fundidad mayor, en el que han logrado predomi-
nio aquellos dirigentes urbanos más inmersos en En este marco se puede entender la formulación
la ideología indianista. Al parecer, esta dirección de demandas específicas, tales como una educa-
ha tenido buena recepción por parte de las bases ción pertinente e intercultural, preservación y res-
en el último tiempo, para quienes tiene sentido cate de tradiciones, participación en los distintos
hablar de autodeterminación y territorio en medio niveles de la institucionalidad política, entre otros.
de conflictos regionales específicos que los con- Hasta otras todavía más puntuales como subsidios,
fronta con los agentes económicos. prestaciones, mejoras en la infraestructura de las
comunidades, becas, asesoría judicial, previsión
social, entre otros. La pregunta que surge de estas
53 Acta Ejecutiva, San Pedro de Atacama, 20 de mayo de 2002, exigencias es simple: ¿qué faculta a estos grupos
p. 3. para solicitar al Estado servicios que también an-
54 La Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato sirvió como
espacio para difundirlo, como consta en las Actas Ejecuti-
vas: “También se entregó a los asistentes una copia del 55 “Sistematización de las demandas y propuestas del pueblo
Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales, aymara para un nuevo trato”. Arica, abril de 2002, p. 4.
explicándose su actual situación jurídica y la necesidad de 56 Ley Indígena (19.253), Artículos 1 y 12 respectivamente
que sea discutido y socializado al interior de las organiza- (www.derechosindigenas.cl).
ciones indígenas” (Acta Ejecutiva, Taller de Trabajo, 57 Informe Final Preliminar, Subgrupo de Trabajo Pueblo
Ayquina, 10 de mayo de 2002). Aymara, Arica, enero de 2003.

183
CLAUDIA ZAPATA S.

helan y necesitan el conjunto de los pobres del –más concretamente el de autonomía, que tam-
país? La respuesta se encuentra nuevamente en el bién ha sido deslizado en estos documentos– im-
concepto de “pueblos indígenas”, pues como se- plica la creación de una institucionalidad que al-
ñala Colom (1998: 122), la diferencia no otorga tera la tradición centralista del Estado chileno, lo
derechos por sí misma, sino la desventaja históri- cual indica que el potencial democratizador de
ca y el atropello para el cual esta diferencia ha estas propuestas no ha sido suficientemente ad-
servido como excusa. A esto apuntan los docu- vertido (Díaz Polanco 1999).
mentos de aymaras y atacameños, en los cuales
la verdad histórica enfatiza en el daño infligido Por parte del Estado tampoco parece existir la
por la sociedad mayor y la necesidad de repararlo profundidad teórica que se requiere para enfren-
como una forma de enfrentar la deuda con sus tar un diálogo que se afirma en esta dirección, el
pueblos.58 Como ejemplo, cito nuevamente el In- cual además parte bloqueado por la escasa inci-
forme Final del Pueblo Atacameño (sección “nue- dencia de espacios como el de la Comisión de Ver-
vo trato”, redactada en tercera persona). dad Histórica y Nuevo Trato, que ni siquiera posee
la facultad de incidir en la reformulación de un
“Los atacameños demandan ser reconocidos y instrumento específico como la Ley Indígena.60
respetados como uno de los Pueblos Originarios
de Chile. Demandan a su vez el reconocimiento Sobre el reconocimiento que reclaman tanto
por parte de la nación chilena de los perjuicios aymaras como atacameños, es imprescindible dis-
realizados a ésta a lo largo de su historia en torno cutir el eje de la diferencia, en ningún caso para
al menoscabo de su cultura y territorio, incluidos negar su derecho a ella, sino para analizar en qué
los recursos naturales que son parte de él”.59 términos aparece planteada y cuáles son las posi-
bilidades que abre. Sus discursos enfatizan en ella,
Más allá de la adhesión a estas demandas, corres- pero ¿qué ocurre con el concepto de igualdad que
ponde preguntarse por sus implicancias. Una de de cuando en cuando se filtra en estos documen-
ellas, es que el reconocimiento de estos grupos tos?, ¿cómo se resuelve el par igualdad/diferencia?
como pueblos en la Constitución Política impli- De una discusión productiva sobre este punto de-
caría un desplazamiento con respecto a la defini- pende un modelo de integración justo, que respete
ción de nación chilena que contiene nuestra carta el derecho de estos pueblos a la diferencia, pero
magna. Incorporar de esta manera la diversidad que a la vez permita la convivencia y el diálogo no
cultural entraña varias cuestiones sobre las cuales sólo con el Estado, sino con el conjunto de los
los actores de este diálogo no se han pronuncia- sectores que conforman la sociedad nacional.61
do. Una de ellas es que la nación ya no sería con-
cebida en términos monolíticos y definida por
60 La situación latinoamericana no es alentadora sobre este
exclusividad, es decir, como poseedora de rasgos
compartidos por todos sus miembros y que la dis- punto, ya que por lo general los Estados se han negado a
discutir el marco nacional, dejando intactas definiciones
tinguen de las demás naciones (Palti 2003: 132), integristas, especialmente en temas sensibles como el del
sino por la inclusión de aquellos grupos diferen- territorio, con lo cual se deja el reconocimiento de la diver-
ciados culturalmente, en un espacio nacional de sidad cultural en un nivel más bien retórico (Díaz Polanco
convergencia. ¿Existe conciencia de este trasfon- 1998: 15).
61
do? Un lenguaje hasta ahora centrado en el nuevo Es interesante la aparición de esta tensión (no resuelta) en
trato a través de políticas de discriminación posi- los documentos aymaras, como lo demuestra la transcrip-
ción de una cita correspondiente al Plan Estratégico de
tiva, indica que estas implicancias no han sido
Desarrollo Aymara en uno de los documentos presentados
tema de debate. En este mismo sentido, temas a la Comisión de Verdad Histórica que a continuación cito:
como el de la autodeterminación aparecen sola- “En general, la legislación chilena está basada en la pre-
mente mencionados, sin especificaciones en tor- misa equívoca de la homogeneidad social-racial, de tal
no a su significado, pues invocar este principio manera que una ley especial indígena, si bien es un gran
avance, no resulta del todo eficaz si no se reconoce la di-
versidad en la generalidad del quehacer legislativo (...)
58 Esta lógica de la reparación ha operado como un consenso Desde nuestro punto de vista el problema es el desconoci-
con la clase política a partir de 1990, el cual permitió la miento, intencionado o no por parte del legislador de otras
aprobación de la Ley Indígena. El mismo presidente Lagos realidades diversas, como la nuestra, por ende el no reco-
la ha desarrollado en sus pronunciamientos sobre la materia. nocimiento de las mismas. Lo anterior atenta contra el prin-
59 Informe Final Preliminar, Subgrupo de Trabajo Pueblo cipio de igualdad (…)” (Sistematización de las demandas,
Aymara, Arica, enero de 2003, p. 56. p. 2; el destacado es nuestro).

184
ATACAMEÑOS Y AYMARAS. EL DESAFIO DE LA “VERDAD HISTORICA”

Conclusiones conflictos nuevos producidos al calor de cambios


estructurales que quitaron el piso político y eco-
Los documentos elaborados por aymaras y nómico de identidades anteriores. La modernidad
atacameños en el marco de la Comisión de Ver- aparece aquí en sus dos dimensiones, aquella ins-
dad Histórica y Nuevo Trato contienen discursos trumental que es la responsable de estas contra-
en los cuales se establece una conexión entre la dicciones y otra emancipadora, que provee los
historia y las demandas que plantean al Estado. A recursos para formular un discurso reivindicativo.
través de un relato que reivindican como propio, Esta ubicación compleja en el campo moderno
se articula una autorrepresentación que los instala contrasta con corrientes académicas que insisten
en el tiempo presente, con los argumentos necesa- en hacer de los pueblos indígenas el símbolo de
rios para exigir desde políticas de reparación hasta un nebuloso mundo no occidental, el cual se opon-
la autodeterminación en lo que consideran sus te- dría a una modernidad descrita siempre en térmi-
rritorios. Esto, a partir de la calidad de pueblo que nos absolutos y negativos.
tanto aymaras como atacameños se atribuyen.
Tensiones de este tipo no hacen más que multi-
En razón de los principios y argumentos que los plicar los desafíos, sobre todo pensando en que
integran, estamos frente a construcciones se trata de un proceso que no ha concluido y que
discursivas híbridas, que reúnen elementos pro- por lo mismo resulta incierto. Uno de ellos es
venientes del indigenismo, del desarrollismo, del enfrentar con eficacia un riesgo latente, como es
indianismo, del derecho internacional y de la fi- el de la cooptación del discurso de la diferencia,
losofía política. Un punto neurálgico de estos dis- tanto por parte del Estado como del mercado
cursos, es el énfasis que colocan en el Estado (¿cómo impedir que estos reclamos se rutinicen y
como proveedor y como regulador de las relacio- pasen a formar parte del paisaje político?). Es una
nes sociales, reposicionándolo como un lugar de posibilidad de desenlace, pero no la única. Otra
negociación, en contradicción con tendencias de sería encauzar este debate hacia el problema de la
las últimas décadas (la neoliberal principalmente) nación, discutir su carácter unitario y promover
que niegan la legitimidad de esta mediación. su reformulación, un debate necesario en el que
la rigidización de las identidades étnicas (otro
También es posible advertir en ellos nudos pro- camino posible) no tendría cabida.
blemáticos que tensionan estas representaciones
de lo aymara y lo atacameño, fundamentadas en Agradecimientos Agradezco a José Luis Martínez
la existencia de una cultura tradicional a la cual las sugerencias y los documentos que me facilitó
se atribuyen características fijas, pues la discu- cuando la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo
sión de su situación al interior de la nación chile- Trato aún no concluía sus trabajos. También a
na los obliga a situarse en un contexto moderno y María Berríos, quien amablemente tradujo al in-
apelar a un lenguaje igualmente moderno para glés el resumen de este artículo. Finalmente debo
respaldar sus demandas. Me refiero a nociones mencionar a Hans Gundermann, quien colaboró
centrales de sus discursos, como las de “pueblo” con documentación aymara correspondiente a
y “derechos”. Esto se produce en un período de otros períodos y con la lectura crítica de las pri-
etnificación bullente, como un tipo de respuesta a meras versiones de este trabajo.

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