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El mundo no es creado por los dioses, sino que ha existido y existirá para siempre, es fuego

eterno que se mueve, prende y apaga según principios o leyes regulares. El cosmos es un
constante cambio entre ignición, combustión y enfriamiento. Sus principios teóricos lo
acercan a los filósofos jónicos y constituyen una antítesis a las soluciones dadas por la
escuela de Elea.

Su pregunta sobre el ser de las cosas lo conduce a establecer la solución del movimiento.
Afirma que sólo existe y es real el devenir, todo fluye y nada permanece estático. Plantea el
cambio constante de la materia en su aforismo "no nos bañamos dos veces en el mismo
río". El universo está en permanente transformación y el sustrato de la realidad es su
continuo devenir.

Según Heráclito, la sustancia primordial o Arjé no es el agua ni el aire ni el apeirón, sino el


fuego, que por esencia es movimiento y cambio. En su obra, Heráclito trata De la natura
sobre el universo, la política y la teología. Cratilo fue uno de sus más importantes
seguidores. También las escuelas estoicas y las escépticas aceptaron y propagaron la
doctrina de Heráclito de Efeso.

Respecto a los contenidos esenciales de su interpretación de la naturaleza, siguiendo la


línea abierta por los filósofos de Mileto, podemos destacar: • la afirmación del cambio, o
devenir, de la realidad, ("Este cosmos [el mismo de todos] no lo hizo ningún dios ni ningún
hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que se enciende según medida y se
extingue según medida.”) que se produce debido a:

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