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CONCESIONES MINERAS

Al respecto Del Águila (1998) manifiesta que “la concesión minera, para fines

jurídicos, es considerada un bien inmueble sobre el que recae un derecho real,

irrevocable —siempre que el titular actúe conforme a ley—, a favor del

concesionario, y que incluye a las partes integrantes y accesorias de la

concesión.” (Pág.14)

En cuanto a la naturaleza de la concesión minera Del Águila cita a Diego

Zegarra (1998), quien señala que “(…) el mecanismo de la concesión se

mantiene vigente con una connotación radicalmente diferente, que implica el

entregar sólo un aprovechamiento temporal de los bienes, de infraestructura

de uso público, estableciéndose una relación jurídica pública subordinada al

interés público.” (Pág. 16)

Por su parte Zegarra cita a Zanobini (1998) quien ostenta que se “(…) define a

la concesión administrativa como aquel acto que tiene por objeto conferir a

una o más personas, extrañas a la Administración, nuevas capacidades o

nuevos poderes y derechos, con los cuales queda amplificada su esfera

jurídica.” (Pág. 101)

Si se partimos desde un punto de vista dominalista en lo referido a los recursos

naturales según lo determinado en nuestra Constitución Política, entenderemos


por concesión como aquel acto o declaración administrativa que está destinado

a producir ciertos efectos jurídicos y uno de los principales es conceder al

beneficiario o titular de la concesión aquello que la autoridad administrativa

puede conceder, en el caso de las concesiones mineras se estaría otorgando solo

el derecho de dominio sobre los recursos naturales que se pretenda explotar de

manera eventual, dado que dicha atribución solo le pertenece al Estado. (Del

Águila, 1998, p.p. 6-7)

Como se ve, en esta definición, el mencionado autor asevera de que en nuestro

ordenamiento jurídico los titulares de las concesiones mineras solo tienen el

derecho de dominio sobre las tierras que están explotando, es decir, lo cual

supone una total negación de su propiedad frente a esos territorios que por

norma suprema son del Estado Peruano.

En lo referido a la naturaleza de la concesión, Vinces, ostenta que existe una:

Relación unívoca con la naturaleza misma de los recursos sujetos a

explotación minera, puesto que se trata de recursos renovables y no

renovables cuya titularidad la ejerce el Estado en representación de la

población, en tanto es soberano en su aprovechamiento; en consecuencia,

su utilización no se encuentra completamente sometida a la libre empresa.

Si bien parte de la iniciativa de los concesionarios su correspondiente


explotación, esta se ordena sobre fórmulas de transmisión total o parcial

de derechos, como por ejemplo la cesión minera, conocida también como

concesión. (Vinces, 2015, Pág. 13)

Asimismo, Vinces manifiesta lo siguiente en cuanto a la actual situación de la

figura jurídica de la concesión minera:

En el ordenamiento peruano, la concesión minera se encuentra debilitada

en su eficacia jurídica como título habilitante, pues existe una

desorganización por parte de las diversas Administraciones públicas con

competencias cercanas a las de las autoridades mineras. Los

inversionistas asisten a un escenario en el que deben solicitar gran

cantidad de títulos habilitantes simultáneos o posteriores a la concesión

minera, viéndose imposibilitados de ejecutar sus proyectos con

dinamismo y seguridad jurídica, ya que, en ocasiones, la falta o el retraso

en la entrega de alguno de estos títulos adicionales impide el desarrollo

de su actividad. Una técnica que ayudaría a corregir este escenario es la

teoría de las autolimitaciones administrativas. (Vinces, 2015, Pág. 1)

Gutiérrez cita a Catalano (2014) quien ostenta que “la concesión minera es un

acto irrevocable ya que no es posible dejar sin efecto el acto administrativo,

salvo que se haya incluido en alguna causal de extinción, entre los cuales
podemos encontrar a la caducidad, el abandono, la nulidad, la cancelación o

renuncia; también es posible perderlo por expropiación,” (Pág. 2)

Asimismo, Gutiérrez (2014) indica que desde el punto de vista de la concesión

minera como derecho real se le debe entender como “el derecho mismo que se

tiene a explorar y a explotar, derecho que le es otorgado al solicitante, ahora

concesionario, una vez aprobada su solicitud ante el Ingemmet.” (Pág. 2)

DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

Ardito (2016) expresa “la forma más fácil de definir a la población indígena

desde el punto de vista étnico sería señalar simplemente como indígenas a

quienes descienden de los primeros pobladores del Perú” (Pág. 2)

Por su parte Blackstock (2013) manifiesta que “Los pueblos indígenas son

descendientes de la población u ocupantes originales de tierras antes de que

tales tierras fueran sustraídas o conquistadas por otros.” (Pág. 7)

Según las Naciones Unidas de derechos Humanos (2014)

Los derechos de los pueblos indígenas conforme al derecho internacional

han evolucionado partiendo del derecho internacional vigente, incluidos

los tratados de derechos humanos, en función de las circunstancias en que

se encontraban estos pueblos y de sus prioridades, como los derechos a

sus tierras, territorios y recursos y a la libre determinación. (Pág. 4)


De la misma forma, el Ministerio de Cultura (2014) en cuanto a los derechos de

los pueblos indígenas, indica que:

Desde mucho tiempo atrás, los pueblos indígenas u originarios

consideran y practican derechos y responsabilidades entre sus

integrantes. (…) Estos derechos y deberes de las comunidades son el

resultado de un proceso histórico, en el que han participado diversas

generaciones, dando respuestas a intereses y necesidades colectivas,

expresando y afirmando sus propuestas, valores, costumbres, cultura,

planes y metas. (Pág. 19)

Galvis (2017) refiere en cuanto a los derechos de los pueblos indígenas que en

el Convenio de la OIT 169 se determina:

Deber de los Estados de reconocerles el derecho a la propiedad y a la

posesión de las tierras que tradicionalmente han ocupado y garantizar su

efectiva protección. (…) Los conceptos de propiedad y posesión, en el

caso de los pueblos indígenas, difieren de la concepción tradicional del

derecho a la propiedad privada, pues tienen una dimensión colectiva.

(Pág. 12)

En ese sentido, el Ministerio de Cultura (2014) una vez más ha precisado que

los derechos de los pueblos indígenas:


No deben entenderse como favores o gracias corporativas, sino como un

desarrollo y complemento que ha ido elaborando la comunidad

internacional a través de tratados, declaraciones y jurisprudencia,

asumiendo que hay bienes jurídicos que no son garantizados ni protegidos

adecuadamente mediante los instrumentos que ya existen para los

derechos individuales. (Pág. 21)

En palabras de Camero y Gonzales (2018) en nuestro país los Pueblos Indígenas

Tienen derechos humanos colectivos reconocidos por las normas legales

nacionales y otras internacionales que se integran a nuestra normativa.

(…) Derecho a la tierra y al territorio: a tener el reconocimiento formal

de las tierras y territorios ancestrales y tradicionales. Es decir, titular,

registrar o formalizar ante el Estado peruano la existencia de un espacio

en el que viven con sus familias y realizan sus manifestaciones culturales.

(Pág. 24)

En el Manual de la OIT sobre el derecho al territorio de los pueblos indígenas

se señala que “el territorio es la base de la economía y las estrategias de

sustento, las instituciones tradicionales, el bienestar espiritual y la identidad

cultural particular de la mayoría de los pueblos indígenas.” (Pág. 91)


Asimismo, pone en manifiesto lo reiterado por la Corte Interamericana, esto es

que “(…) entre los indígenas existe una tradición comunitaria sobre una forma

comunal de la propiedad colectiva de la tierra, en el sentido de que la

pertenencia de ésta no se centra en un individuo sino en el grupo y su

comunidad.” (Galvis, Pág. 12)

Sobre su derecho al territorio según lo precisado en el Manual de la OIT (2009)

los pueblos indígenas sostienen una relación especial con la tierra y sus

territorios que habitan ya que:

Son los lugares donde vivieron sus ancestros y donde se desarrollan su

historia, conocimientos, prácticas de sustento y creencias. Para gran parte

de los pueblos, el territorio tiene un significado sagrado o espiritual, que

va mucho más allá del aspecto productivo y económico de la tierra (…)

La pérdida de tierras ancestrales amenaza la sobrevivencia misma como

comunidades y pueblos distintos. Es por ello que debe entenderse que

cuando el Convenio habla de “tierra”, el concepto abarca la totalidad del

territorio que emplean, lo que incluye los bosques, ríos, montañas y mares

costeros y tanto la superficie como el subsuelo. (Pág. 91)

Respecto a la situación actual del derecho a la propiedad de sus tierras de los

pueblos indígenas Ardito (2016), exhorta que


Aunque las tierras estén tituladas, no dejan de verse amenazadas por las

actividades extractivas. Estas se realizan sin respetar un ordenamiento

territorial. Las empresas mineras lo han rechazado expresamente, aunque

permitiría más bien contar con seguridad jurídica para la población

indígena. También se han opuesto a los mecanismos de participación para

definir el uso del suelo. (Pág. 65)

Según Quivera (2015) “un componente esencial de los derechos colectivos es

la autodeterminación (también conocida como libre determinación), la cual

inclusive ha sido catalogada como "derecho matriz" del cual emanan o se

condensan el resto de los derechos colectivos.” (Pág. 50)

En palabras de Galvis (2017) el derecho a la autodeterminación “les permite a

los pueblos indígenas perseguir su bienestar y futuro de acuerdo con sus

propias prácticas, modos de vida y costumbres. Este derecho resulta de vital

importancia en la medida en que garantiza la supervivencia de los pueblos

indígenas como pueblos distintos.” (Pág. 9)

Quivera cita a Oliva (2015) quien determina que el referido derecho a “la

autodeterminación se compone de seis dimensiones (política, económica,

cultural, jurídica, territorial y participativa) que remiten a un conjunto de

derechos colectivos interrelacionados.” (Pág. 52)

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