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Reflexiones:

Eran las fiestas del pueblo y, en la plaza, Rubén observaba junto a su abuelo cómo tres globos
se escaparon de entre los nudos que les amarraban a un lindo banco. Uno era de un brillante
color amarillo, otro de un dulce y suave azul y el tercero de un fresco color verde, como la hierba.
Realmente eran tres globos muy bonitos que quisieron volar y emprender un largo viaje. El niño,
que observaba muy atento, fue testigo de cómo el globo amarillo poco a poco empezó a
ascender a un ritmo más ligero que el resto y cómo el globo de color azul, iba ondeando y
ascendiendo más lentamente que sus compañeros. Los tres en la misma dirección pero con
velocidades, ritmos y ondas diferentes. El niño, inquieto buscador de realidades, preguntó: —
Abuelo, ¿será que el color amarillo es el mejor? ¿Es que los globos amarillos saben volar más
rápido? — No. No es el color el que le hace volar más alto. En realidad son los tres iguales, están
hechos de aire. La diferencia está en que a unos les dieron el tiempo suficiente para llenarse
más que otros y, este, fue el secreto que les hizo volar diferentes.

Cuida el tiempo que dedicas cada día a cultivar y nutrir el interior de tus hijos puesto que es lo
que marcará la diferencia en su vuelo, no el color con el que decidan mostrarse. Como familia,
os esperan muchas aventuras. Atravesareis muchas etapas y crisis evolutivas con innumerables
cambios pero, si dedicasteis un tiempo a construir y cuidar vuestro refugio interno, vuestro
mundo interior, desde la calma de un afectuoso y extraordinario campamento base, os permitirá
sentir que salir de expedición no es más que otra aventura. Que podéis seguir avanzando pese
a las inclemencias. Que estáis preparados para seguir y, sobre todo, que tenéis un maravilloso
campamento base para encontraros y descansar.

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