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SACIEDAD EN

CONJETURAS
POR MERLÍN SWIFT
Si hablamos de sociedad, debemos también hablar de ciudadanía, de manera que son los
ciudadanos los que dar carácter al termino asociado, sin ciudadanía no hay sociedad y sin
sociedad no podemos definir el termino de ciudadano por lo complejo y razonable que se
presenta el conflicto en contraste con los apuestos que definen ambos enunciados. Es por lo
tanto necesario aplicar lo que vamos a llamar “conexión autárquica aplicada a los
principios generales de las ciencias y la modernidad”. Es cierto que cuando planteamos
utilizar en su sentido etimológico la palabra Autarquía, esto nos lleva a pensar directa y
proporcionalmente a la necesidad de independencia y a la solvencia económicamente
independiente de los individuos en su desarrollo y progreso de vida en este mundo (pues
debe existir otro en donde nadie depende de nadie ni depende de sí mismo, de manera que
ese mundo cuantificado para los nuevos integrantes, aún no ha llegado de la lejana utopía),
sin en embargo, podemos acuñar el termino para los fines como es menester en este tema
de apoyo para el desenvolvimiento de los ciudadanos dentro de una sociedad.

Quisiéramos relacionarnos en este caso, en tratar de ver, no de definir ―que bien bastante
trillado está el concepto de ciudadano―, el estrecho margen de lo que rige dentro de lo
social al ciudadano o los individuos que integran la ciudadanía y dentro de este paralelo,
observar con detalle, el alcance de los distintos mecanismos, tales como: normas y leyes
ciudadanas, conducta social, principios y valores, costumbres y otros, que absorben las
fuerzas o el exceso de voluntades de los ciudadanos en una sociedad establecida. Es tal, la
necesidad de asumir una visión crítica y sin llegar a las denominadas practicas a priori, de
las imposiciones que a capricho de algunos prioratos del nuevo mundo y la
contemporaneidad, quieren imponer a la fuerza, encontrando que el hombre es, según las
leyes sociales que lo rigen y definen como hombre, un ciudadano. En consecuencia todo ser
que disponga de estos mecanismos, del cual hemos mencionado en párrafo anterior, puede
ser considerado «un ciudadano», «un buen ciudadano.» O «un mal ciudadano», según su
actuación entre los demás y según el margen de comportamiento frente a las situaciones
que se le presentan y que debe resolver, a través de estos mecanismos de soluciones.

La sociedad no es otra que el enfoque de un territorio marcado por individuos que piensan
y actúan según las leyes que aplican para vivir en cónsona armonía los unos con los otros, y
esto ha estado presente desde la fundación de un mundo en sociedad, habitando espacios
donde el carácter y la sobriedad de lo prescrito como norma, se ha establecido como ley,
para juzgar ciertos asuntos dentro de la sociedad y encarar los posibles conflictos con la
cotidianidad, mirando siempre el futuro que se presenta y el desarrollo que debe
preestablecerse para las generaciones próximas y venideras. Dentro, debe el existencialismo
de lo concreto, hacer realidad la tajante y latente frecuencia de asimilación, que soporta la
conducta de los demás y hace posible que se tome como ejemplo a los otros y fomente el
individualismo propio de ser tenido como axioma que cumpla con las exigencias que
determina ley, que de norma paso a ley, en vista del predominio metanóico que ejerce en la
sociedad, correspondiendo al escalafón que se presenta por delante, para llegar a la
competitiva por primacía, o así se observa en los grandes tratados enciclopédicos
publicados, donde el hombre es sujeto y objeto de estudio. Valga decir, que cuando los
márgenes de tales inspiraciones en el hombre se hacen visibles, se presenta el determinismo
puro de ser dentro del marco de una sociedad «civilizada», el ejemplo a seguir. La conducta
no es otra cosa que los elementos encontrados y aprendidos, de una serie de elementos ya
puestos en prácticas, que bien han logrado calar en el interior del ser humano, todo cuanto
él a deseado ser, la relación entre estos elementos que no tenemos el por qué definirlos
exhaustivamente en este ensayo, tienden a incorporar características propias en el individuo
que le distinguen de los demás y es por ello, que la marcada actitud de tendencia al respeto
y la consideración, es un testimonio de posibilidades dentro de la sociedad, pero, cuando
nos preguntamos si esto está dentro de los mecanismos que tienden a regir nuestro
temperamento, debemos contestar que «no», no pueden las leyes a mas de las que nosotros
mismos impongamos para cambiar algo que es inmutable, que se entiende por razones
ontológicas y que se expresa en momentos determinados, sea la circunstancia o situación de
la cual seamos puesto a prueba dentro de un círculo estrecho de relación, son las acciones
que están fuera de la norma, de aquella que ha adquirido rango de ley, de aquellas que los
llamados líderes de vanguardia han venido ponderando como necesarias dentro del
territorio llamado sociedad, donde todo se ajunta a rigores incorporado para el buen
desenvolvimiento de los ciudadanos y que, de cierto modo, estamos obligados a seguir,
queramos o no, sea cual fuera nuestra situación o condición humana.

Cuando por primera vez se impuso la ley, se coló con esto la norma, norma y ley se
definen por separado, la una ostenta el interés propio del individuo, la otra la capacidad de
entender y obedecer un dictamen, cito el primer caso, aunque no se prefiera dentro del tema
que tratamos, pero parece audible, ya que la mayoría a leído el libro y los que no lo han
leído, tienen noción de ello, hablo de la Biblia “BIBLOS GENESIOS”, en su dos versiones
testamentarias, el antiguo y el nuevo testamento, llamado así, por los padres de la iglesia.
En el génesis, el Dios Elohim cesó de entenderse con la creación, para interpolar entre lo
creado y aquello restante que no terminó ―pues este dios Elohim―, no cesa de trabajar,
pero, era necesario y a la vez justo compartir lo exuberante del nihilismo, pensado en las
eternidades sin fin, con algo cónsono llamado alguien, es decir: “EL HOMBRE”, sujeto a
toda plenitud, este, el hombre fue hecho, no creado, fue precisamente creado a su imagen y
semejanza, para que a imagen y semejanza de un Dios, pudiera interpretar la importancia de
mantener consecuentemente el predominio dentro de la esfera predilecta de su más
significativo y predilecto sentido creador, el paraíso. Podemos entender que Dios Elohim,
al igual que los hechos por él (el ser humano), mantenía un vínculo estrecho con aquello
que por razón y por dictamen, hoy día suena estridente en la mente de los grandes
pensadores, esto es; el libre albedrio, si el ser humano lo posee como medio de distinción
entre la realidad y la fantasía, entre lo concreto y lo determinante, entre el sentido y la
razón, la lógica y el sentido ético, que por consideración es parte inherente ―no del
complejo mundo de los humanos―sino de la conciencia cogito prerreflexivo, como diría
Jean Paul Sartre, para interpretar las cosas que se deben considerar de importancia relevante
y aquellas que sujetas a determinadas normas, nos conducen a un ejercicio de
entendimiento con nosotros mismos y con el ser sui genere, que nos caracteriza, por
consiguiente, ese carácter de posesión inherente, es el que nos impulsa a tomar decisiones
que tienden en lo particular, a llenar planillas apostilladas muy lejos de comenzar por la
práctica, sin antes ver en la teoría, las consecuencias y secuencias del bien y el mal, por
ejemplo, un niño, naturalmente se expone por inocencia a los enchufes de las conexiones
eléctricas, sin llegar a pensar a través de la lógica, que esta causa acusaciones de un “no”,
luego aprende por otros medios, la electro-tensión, que esta fuerza produce sensaciones
desagradables y va aprendiendo en esta misma medida, a no interferir en los asuntos en los
cuales, él no tiene un debido ejercicio de preparación técnica, para enfrentar el reto que
otros asumen, bajo las medidas de seguridad que dispone tal oficio, pero nos preguntamos:
¿qué tiene que ver esto con el libre albedrio? Mucho. Queda a la disposición de cada quien,
el someterse a esta fuerza de tensión eléctrica, si bien, puede juzgar entre el bien y el mal,
lo que conviene o debe rechazarse como parte de una experiencia agradable o desagradable,
es cierto que hoy se utiliza como base terapéutica, la energía que proviene de los átomos, y
esta trae beneficios en la salud, esta se aplica en las partes del cuerpo que suponemos
afectadas y su tensión en bajos pero controlados voltios, llegan a: por lo menos aliviar las
tenciones musculares, sin embargo, en el caso del paraíso, el alto voltaje proveniente del
Dios nihilista, fue de tal amperaje, que los corregidos, todos, incluyendo al archienemigo
del Dios Elohim y por consiguiente, de Adán y Eva, también recibió parte de la dosis de esa
descarga, que padeció tiempo después, en la venida del Mesías Judio. De estos
acontecimientos que aún no hemos mencionado, pero que están impresos en la mente de
todo ser humano, se desprenden dos cobertizos húmedos de los cuales llevamos puestos
sobre nuestra conciencia en día de hoy, que aún humean describiendo en detalle, que lo uno
que sirvió para entender los procesos de creación del Dios elohimista, en relación a la
hechura suya de crear al ser humano a su imagen y semejanza, ha participado directamente
en lo que consideramos propio de cada quien,, por un lado, ese rayo que nos fulmina y que
entendemos por lo cual debemos abandonar el mundo en un momento determinado, es la
apertura del comienzo de la puesta en marcha con la cual logramos determinadas cosas, sin
la necesidad de meter mano a un tomacorriente en la casa, para saber que la intensidad de
corriente por encima de los 100 Voltios, causa efectos que descomponen nuestros cuerpos,
hasta convertirlos en lo que somos y a lo que pertenece él, al átomo. Lo otro, tiene que ver
con la preponderación de saber en lo cognitivo, que pertenecemos a una realidad tan
tangible, como aquel que no creyendo, se pellizca el cuero de la mano o los cachetes, para
soportar el dolor que ha de sacarlo del estupor, del hoyo de fango de la fantasía, para
incorporarlo a la realidad de lo que está viviendo. Fue así como Adán y Eva, los llamados
“nuestros primeros padre”, que se dieron cuenta de la realidad, después de fracasar en el
intento de sostener una verdad tan simple pero firme, que ocupados los vemos ahora en sus
faltas, la simplicidad de tal verdad no era el desenlace de un eufemismo utilizado para
sugerir que aquello dicho por el Dios Nihilista, fuese carente de sentido, sus palabras, su
carácter, su compromiso consigo misma, llevaban esa causa a presión ¿cuánto podía
aguantar la conciencia de aquellos dos seres, en medio de tanta suntuosidad del paraíso,
como para sostener con verdad, que lo dicho por el espíritu, era ciertamente de un
predominio que no se debía pasar por alto por nada del mundo recién creado, que la firme
determinación del carácter de ese Dios, no existiendo más dioses que ellos, rompería con el
cerco o la cerca perimetral de los acontecimientos históricos y que el determinismo exigido,
los conduciría por el buen camino hasta el final? De esta tragedia humana judía-cristiana,
nace entonces la necesidad de crear sociedades autárquicas, enfocada para lo que quedaba
hacer, después de haber perdido la dura pero lamentable batalla, por establecer el principio
que los humanos no hemos podido alcanzar hasta ahora y no alcanzara en las generaciones
y la vida que aún queda por vivir en este mundo, valiendo la destacable posición de hombre
y mujeres de ejemplos, que con aplomo han soportado las humillaciones y vejámenes de
haber sido participantes de la obediencia, por encima de las perplejidades de los miembros
sociales, que con déspota y arrogancia sutil, han tratado de imponer por vías no
convencionales, los dogmas más descabellados entre los ciudadanos. La libertad.

Atendiendo desde un punto de vista estas cosas, cuya palabra cosa se desprende de un
vocablo que etiológicamente viene a para en la causa, motivo, asunto, cuestión del Latín,
según el “Breve Diccionario Etimológico” de M. Heidegger, que trasciende en lo que
nosotros entendemos como cosa y su cosida, es necesario mantener el margen abierto del
sentido de pertenencia, sabiendo que bien o mal, según el libre Albedrio, es justo encerrar
entre comilla ―para iniciar un detallado examen de testimonios― los correctores que se
necesitan para no cometer y acometer contra el Dios Elohim, un nuevo parapeto de
irreverencias, cayendo de nuevo en el pozo donde fue la causa y cosa de risa de una criada
contra Tales de Mileto, quien prefijo en las cosas del universo, no pudo ver la causa que
condujo a la burla de parte de una criada, cayendo de cabeza en el pozo, y fue así como
concertó en razón de la conciencia, que a conciencia debemos andar, aplicado “a todos los
que se ocupan de la filosofía”. Agregado por Platón, en el relato de Tales de Mileto.

El mundo es ahora sostenido por estos principios que nosotros denominamos


“sustentabilidad de la razón y dominio de sustentación preestablecido”, por consiguiente,
se presenta el caso con un toque de misticismo, encontrando dentro de él, lo místico
propagado en toda la historia del mundo de la humanidad, no pretendiendo decir con esto,
que el caso de nuestros “primeros padres” sea de la imaginación lejana del medio Oriente,
contrario, es la fuente de donde surge con urgencia, la puesta en marcha de las sociedades
autárquicas, como soporte independiente de la conducta y la buena esencia de los que
debiera ser un ciudadano. Cuando todo se congestiona, es posible que la fuente de tal
congestionamiento, este dada por una falla que comenzó, sin la debida vigilancia de los
expertos, de modo que son ellos los que le debemos el servicio y es el servicio el que tiene
la responsabilidad de vigilar con detalle, las posibles fugas o desperfectos en lo instalado,
en este caso, los posibles problemas, que tienden a cambiar el curso de los asuntos, las
causas, los motivos y las cuestiones (abordando el conceptualismo de causa con mayor
decoro), es la sociedad, esa que está marcada con tinta roja del corrector de los tiempos,
para someter a precepto, el tiempo que le queda en este mundo de causas y efectos,
sabiendo que, va dejando la estela de los conflictos y errores, diseminados por su cuerpo,
cuyas cicatrices dictan un cambio en la prontitud del debido problema. Es probable que los
grandes clásicos de la filosofía antigua y moderna, hayan hecho lo suyo, los pensamientos
escritos y las memorias de los pensadores intelectuales, actúen todavía en beneficio de la
metanoia, esa que se profundiza más allá del término, que llega a afectar potencialmente
sobre los humanos, hasta convertirlos en lo que son, seres pensantes de la razón y la lógica,
para dar en los causes del sentido ético y moral, pero en orden de ideas, es cierto que lo
moral debe imponerse para que luego, lo ético tenga sentido, cuando en la sociedad se
establecen principios de igualdad y respeto, esto llega a raíces tan profunda, que puede
redirigir la historia, y de estos temas han salido los tratados más diversos y encumbrados de
hombres pensadores, de mujeres ejemplares y de generaciones con sentido ético, entre
ellos, la juventud complutense de los españoles, las categorías de las universidades de
Oxford y Harvard, los grandes avances en la tecnología, las enormes construcciones de
envergadura, las autopistas y carreteras interestatales, los trenes de 450 kilómetros por hora
y las cuestiones que tienen que ver el bienestar y comodidad de amoldarse a los tiempos
modernos, todo se lo debemos a ellos y al impulso de su mano, escribiendo y sosteniendo
en la otra al mundo, uno mejor y más resaltante a la vista de todo el que habita el planeta
tierra y sus componentes. No son las grandes sociedades la que se caracterizan por poseer
los activos humanos más altos, son las pequeñas cosas de causas y motivos las que llevar a
establecer el carácter distintivo de una verdadera sociedad, con ciudadanos proscritos en los
elementos o mecanismos que rigen el comportamiento y la conducta, hasta alcanzar el
placer de ser independiente, sin llegar a comprender aun con todo eso, el significado de
sostenibilidad que urge con visión amplia, para fomentar lo que tanto busca el ser humano,
solidaridad con rendimiento y comodidad estable.

Todo cuanto entendemos del pensamiento presocrático, no ha sido manejado por los
pensadores modernos de estos tiempos con la regularidad que se merece, citando de nuevo
a Jean Paul Sartre, quien confiriendo su tiempo para una entrevista dijo: “el poder no otorga
legalidad”, a entender y parafraseando lo dicho por Sartre, quien hablaba de la injerencia
norteamericana en Vietnam, corregía el asolado camino de expansionismo de esa nación
Americana, por el hecho de mantener una creciente forma de progreso y de fomentar el
bienestar de consumo, no daba crédito a someter a designios a las demás naciones, por más
voluntad de entendimiento que estas tengan en no resolver sus diferencias, es por tanto
sugerir, que cuando el sentido sugiere cambios es cuando el ser-individuo amerita el uso
definitorio de moderar su carácter.

Debemos; por definición, saber que es sociedad y por deferencia, que es una sociedad, de
manera que podamos entender que son los ciudadanos y que función cumple un ciudadano
dentro de una sociedad.

Sociedad es por tanto y según el diccionario de la Real Academia Española:


“Agrupación de individuos, con el fin de cumplir mediante la cooperación, todos o algunos
fines de la vida” y su ejemplo de sociedad” son las abejas: “las abejas viven en sociedad”.

Pero, desarrollando el término según la terminología de la palabra, digamos que sociedad,


es el fin cooperativo de un grupo de individuos, que según una tendencia a vivir agrupados,
desempeñan roles que someten a designios todo cuanto el futuro les exige, para mantener la
armonía y concordia, mediante el trabajo y la educación aprendida y aplicada y solventando
los conflictos a través de normas, que se consagran al fin de los estamentos y a esto último,
podríamos llamar “leyes”. Las leyes son el pilar fundamental de los derechos que se
otorgan a la ciudadanía, para hacer cumplir su régimen y manifestar la voluntad de los
participantes en vivir en sociedad y es precisamente aquí, en este punto, donde entra a
formar parte el principio de “sustentabilidad de la razón y dominio de sustentación
preestablecido”, en la vida de los individuos o ciudadanos, utilizando los dos sustantivos
como sinónimos. De manera que las leyes deber de alguna manera ser sustentada por la
razón, saber que una norma hecha ley, somete los principios puros de la voluntad, el por
qué hacer esto o esto otro, cuáles son las pautas que sigue el establecimiento de las leyes en
el individuo, cuándo está determinadamente guiado a las leyes establecidas y cuáles las
consecuencias que se acarrean, cuando el dividendo traspasa los linderos de forma ilegal y
premeditada. Las vallas y anuncios en las paradas de autobuses, siendo un escueto ejemplo,
nos ayudara a comprender este principio. Si un ciudadano conductos (un chófer de
automóvil) infringe la ley de tránsito, infringe toda la ley, aparcando en el rayado que
debería estar en el lugar que corresponde a la parada del bus público, y este por omisión
sostiene que no lo sabía, la multa debería abarcar tres elementos dentro de la ley, primero,
que el conductor, no obtuvo o no ha adquirido su licencia de conducir por vías legales, pues
desconoce las leyes, segundo, que estando el rayado proscrito en el asfalto y lo sabía, ha
hecho conforme a las consecuencias que implica una multa, que por razones obvias él lo
sabía, pero omitió las consecuencias de la multa, tercero, que el rayado para él debió ser
una advertencia y por la vía de la razón, no debió someter su licencia a dudas, su salud al
desprestigio y su seguridad de ser tenido o considerado un mal conductor; en este caso, un
mal ciudadano, de modo que los correctivos debieran aplicarse, según lo que está escrito y
establecido por la ley y como ley. El principio de sustentabilidad, abarca en particular, la
forma como adquirimos con detalles, los ejercicios de aprendizaje, basada en la educación
que corresponde a determinadas áreas en donde el individuo o ciudadano se desempeña, sin
embargo, lo sustentable no adquiere rango ni predominio como para ejercer fuerza en la
voluntad del individuo, sólo sirve como mecanismo de defensa intelectual, como elemento
reforzado de la capacidad para comprender, dentro de un margen determinado, las
cuestiones de carácter autárquico, esto forma parte de los eslabones que se encajan para
aprender a comportarnos como sociedad.

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