y tu abdomen plano, tu piel de tierna margarita y su provocativo color nacarado, quienes posar desean sus infames manos sobre cada curva de tu imponente figura, y así probar la dulzura de tus pétalos y robar de tu vida sus mejores años.
Llegarán entonces como impíos alabando
con interesadas y lisonjeras palabras, pretendiendo de tu corazón ser amado, cuando la verdad es que les interesa de tu cuerpo tan solo un bocado, echando luego tu piel y tus huesos al olvido con apetito siempre insatisfecho.
Tienes mucho más que enseñar.
No eres carne para buitres ni lobos, ni mucho menos miel y néctar para viles gusanos y despreciables insectos. Cuando entregues de tu vida pasión, coraje e inteligencia, gentileza, amabilidad y dulzura; entonces tu sonrisa, tu mirada y tus palabras serán un sello inmortal de tu impecable belleza.