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SOBRE EL PODER (BYUNG-CHUL HAN)

INTRODUCCIÓN

Para Byung-Chul Han el concepto de poder se encuentra actualmente bajo un caos


teórico. Es necesario hallar una forma fundamental del poder que permita comprender las
diversas maneras en que se manifiesta.

En el presente ensayo hablaremos de las ideas principales que presenta Byung Chul Han
sobre la lógica del poder, daremos nuestros punto de vista y enriqueceremos las nociones
fundamentales.

DESARROLLO

PODER, LIBERTAD Y VIOLENCIA

En primer lugar, contrasta las dos formas en que se suele interpretar el poder: el poder
coactivo y el “poder libre”.

El poder coactivo es la forma más débil o inestable de ejercer el poder, su


“intermediación” con el otro es baja, se lo mantiene forzado a actuar, contra su deseo,
manteniendo siempre abierta la posibilidad de que desobedezca (o incluso que se rebele
por completo).

Por el contrario, el poder ejercido desde la libertad es la forma más fuerte o estable, dada
la alta intermediación que tiene con el otro al ingresar y conquistar invisiblemente su
subjetividad. Aquí el individuo obedece gustosamente la voluntad del poder pues la cree y
siente como si fuera la suya propia.

El poder como coerción consiste en imponer decisiones propias contra la voluntad


del otro. Muestra un grado muy reducido de intermediación. El yo y el otro se
comportan de forma antagónica. El yo no es recibido en el alma del otro. Por el
contrario, más intermediación contiene aquel otro poder que no opera contra el
proyecto de acción del otro, sino desde él. (p. 8)

Sin embargo, en ambos casos el poder debe enfrentarse a la infinidad de posibilidades


que pertenecen al actuar libre del otro. De una u otra manera tiene que lograr transformar
esas múltiples posibilidades en el curso determinado que quiere. Es en este sentido que
el poder siempre supone libertad:

«Si en todo campo social hay relaciones de poder, eso se debe a que en todas
partes hay libertad» (recuerda Han a Foucault)

Esta vinculación del poder con la libertad es de suma importancia para establecer la
diferencia y relación del poder con la violencia. La violencia niega la libertad de una
manera extrema, no deja campo alguno para la posibilidad de obedecer o resistirse, anula
toda intermediación:

Si la intermediación se reduce a cero, entonces el poder se trueca en violencia. La


pura violencia desplaza al otro a una pasividad y a una falta de libertad extremas
(…) La violencia y la libertad son los dos extremos de una escala del poder. (p. 12)

Lo más interesante, es la forma en que propone Han sobre el desarrollo idóneo del poder,
según explica: la cúspide del poder se da cuando se desarrolla bajo la comunicación que
se vuelve un catalizador constructivo:

La conducción comunicativa del poder no tiene por qué producirse con represión
(...) no se basa en la opresión. Siendo un medio de comunicación, opera más bien
de forma constructiva (...) Los catalizadores aceleran el arranque de
acontecimientos o influyen sobre el curso de determinados procesos sin que por
eso ellos mismos resulten alterados… (P. 13)

Al usar la comunicación como medio catalizador, el soberano influye sobre el súbdito de


tal manera que llega a consentir todas las demandas ya que todas estas se vuelven en
aquello que quieren realizar:

El poder no se opone a la libertad. Es la libertad la que distingue el poder de la


violencia o de la coerción (…) Incluso la obediencia presupone una libertad, pues
sigue siendo una elección (…) En toda comunicación queda abierto si el otro acepta
o rechaza la decisión del yo. Pero el poder del yo incrementa la probabilidad de que
el otro obedezca las decisiones del yo. (p. 15)

También es necesario mencionar que Han menciona que el poder no es lo mismo que la
influencia, que la influencia favorece al poder, pero no siempre el poder favorece a la
influencia, para que la relación entre partes prospere es necesario alinear los intereses y
las decisiones de manera bilateral:
No se puede equiparar el poder con la influencia. La influencia puede ser neutra en
términos de poder. Esa intencionalidad típica del poder que configura una
continuidad del yo no es inherente a la influencia. Un subordinado que, por ejemplo,
a causa de sus conocimientos especiales es capaz de ejercer mucha influencia
sobre el proceso de decisión, no tiene por qué tener mucho poder. La posibilidad
de influencia no desemboca por sí misma en una relación de poder: primero se la
tiene que reconfigurar como tal (p. 20).

El poder permite al yo recobrarse a sí mismo en lo otro, crece y continua más allá de sí


mismo pero para expandirse y, desde ahí, volver a sí mismo. Esta “continuidad de sí
mismo” es lo que permitiría comprender todas las manifestaciones del poder en un único
poder con distintos grados de estabilidad:

Básicamente, el poder como coerción y el poder como libertad no son distintos.


Solo se diferencian en cuanto al grado de intermediación. Son manifestaciones
distintas de un único poder. Todas las formas de poder buscan establecer una
continuidad, y presuponen un sí mismo. Una intermediación pobre genera coerción.
En una intermediación máxima, el poder y la libertad se identifican. Es en este caso
cuando el poder es máximamente estable. (p. 26)

Según Han el poder se desvanece poco a poco en cuanto se reduce la comunicación, la


negociación y la influencia, convirtiéndose en algo más:

(…) La violencia se vuelve pura cuando se la despoja de todo contexto


comunicativo. Lo siniestro o lo abisal que tiene consiste en tal desnudez y en tal
pureza. Por ejemplo, atormentar arbitrariamente o incluso matar a otro, sin que con
ello se produzca ninguna intencionalidad comunicativa, remite a esta violencia pura
y sin sentido. (p. 28)

CONCLUSIONES

Según Han existe el poder coactivo y el “poder libre”, quienes son separados de acuerdo
a la calidad de intermediación, comunicación en influencia. El poder no se opone a la
libertad, es la libertad la que distingue el poder de la violencia o de la coerción. La
influencia puede ser neutra en términos de poder. Básicamente, el poder como coerción y
el poder como libertad no son distintos. Solo se diferencian en cuanto al grado de
intermediación. El poder se convierte en violencia cuando se despoja de todo contexto
comunicativo.

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