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Serpientes de Verano El Extraordinario C PDF
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SERPIENTES DE VERANO
EL EXTRAORDINARIO CASO DE LA HUELLA DEL PAJARILLO
DE CAPILLA DEL MONTE
Por
Fernando Jorge Soto Roland*
INTRODUCCIÓN
Algunas suelen dormir por meses en recovecos oscuros, fuera del alcance de la vista y a la
espera de las altas temperaturas estivales. Otras nacen y se desarrollan a gran velocidad con la
llegada del verano, época del año en la que parecen reproducirse fácilmente sin que nadie las
detenga. Todo lo contrario: encuentran una extraña recepción, casi morbosa, despreocupada, por
parte de la gente. Pero suelen ser de vida muy corta. Así como aparecen de golpe, se esfuman con
los primeros fríos; guardándose hasta el año siguiente para sorprender de nuevo.
Este comportamiento corresponde a un tipo de serpiente muy particular. Una especie que no
encuentra taxonomía en el universo de la zoología, ya que no es un reptil, ni animal catalogado por
especialistas en “bichos”. Son serpientes de verano. Producto, no de la evolución biológica
propuesta por Charles Darwin, sino de la irresponsable práctica de cierto periodismo
sensacionalista.
No nos encontramos, pues, ante ofidios que puedan “picarnos” al más mínimo descuido.
Estamos frente a un género literario que no ataca nuestras extremidades inferiores sino nuestro
cerebro, especialmente cuando ―relajados por el templado clima de las vacaciones― tenemos
nuestras defensas bajas; volviéndonos susceptible de aceptar cualquier cosa que se nos presente en
forma de historias ―noticias― que, en otro contexto, hubiéramos descartado de plano, sin apenas
detenernos demasiado en ellas.
*
Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP (Argentina).
2
Buenos Aires
Noviembre 2017
3
PARTE 1
Enero es el mes en el que lo imprevisible suele invadir con más frecuencia los títulos de diarios
y revistas. Es la época del año en la que los testigos que aseguran haber visto a Hitler escondiéndose
y organizando el IV Reich en Bariloche o Córdoba, consiguen fácilmente un espacio en los medios
y en los escaparates de las librerías, reeditando antiguos mitos nacidos hacia el final de la Segunda
Guerra Mundial. Viejas y prestigiosas falacias que parecen reciclarse con el solo transcurrir de los
años.
Con los calores del verano el Führer despierta de su larga hibernación, de igual modo que el
monstruo del Lago Nahuel Huapi (Nahuelito), el velludo ser antropoide de las yungas salteñas
(Ucumar) o los marcianitos verdes que tripulan sus ultra-avanzadas y discoidales naves
interplanetarias.
No hay duda: el verano busca divertir. Generar asombro y sacudir a la adormilada mente de los
turistas de una manera entretenida, que no requiera demasiado esfuerzo intelectual. Hecho que suele
coincidir con las vacaciones pagas de los principales reporteros y editores de periódicos.
Es, por lo tanto, una época de refritos. La hora de sacar de su letargo a las muchas serpientes
estivales que guardaron polvo por meses, con el objeto de combatir ―llegado el momento
adecuado― el hastío que suele acompañar al turista medio tras algunos días de descanso (algo que
no reconocerán por un simple mecanismo de idealización del ocio). Es entonces cuando, diarios y
revistas, despliegan una excitante, descontextualizada y falsa batería de rumores, fantasías, leyendas
y noticias mentirosas.
4
Y el público: agradecido.
Es que hay que aprovecharse de la languidez que produce el verano y sacar partido del
descompromiso generalizado que invade ―especialmente― a aquellos lectores afectos a la
literatura liviana y a las noticias irrelevantes de dudosas fuentes informativas. Por lo general, la
seriedad de los problemas mundanos, esos que sí afectan la vida cotidiana y familiar (la corrupción,
la mala política, el desempleo, el cierre de fábricas, la concentración de la riqueza y las medidas que
la estimulan desde arriba), son desechados. Se impone la pavada. Y no está mal que así ocurra. Lo
lúdico es una parte muy importante de la vida y los grandes medios de comunicación son concientes
de ello. Dan de comer lo que la gente quiere comer. De ahí que en el menú estival prevalezca lo
visual. La foto se impone al texto. La imagen adopta cierta actitud imperialista, conquistando
espacios antes dispuestos al desarrollo de la crítica.
Así lo requiere el cerebro de Homo Ocioso, cerrado a la búsqueda de explicaciones. Más
inclinado a creer que a dudar. Las vacaciones no se inventaron para preocuparse. Todo lo contrario.
A los problemas hay que tirarlos bien lejos. Proyectarlos hacia fuera, sin involucrarse con ellos.
Para eso me hubiera quedado en casa.
al momento de jugar a las cartas en la playa (exaltando al mismo tiempo la afortunada situación en
la que uno se encuentra).
Claro que, en contextos como esos, el misterio también vende mucho más que en otras
circunstancias. Con muy poco esfuerzo, pasa a ocupar un rol destacado. Primordial. Ideal para que
los monstruos y los ovnis condimenten y recreen el disipado universo de las serpientes de verano.1
Uno de esos singulares ofidios propugnados por la prensa local y nacional, asomó su cabeza el
9 de enero de 1986 y desde entonces ―hace casi 32 años― no hace más que reaparecer con el
inicio de cada temporada veraniega.
No hay diario o semanario que no lo nombre en sus secciones de viajes y turismo, ni tampoco
faltan las notas de color que los noticieros de televisión ponen al aire con el advenimiento de los
primeros calores estivales. La municipalidad del lugar alienta esa difusión mediática. Es que de la
promoción depende ―en parte― la afluencia de turistas a la zona. Una región cuyo potencial
turístico gira en torno de la historia que se armó a partir de la serpiente de verano más resistente,
duradera y mejor explotada que conozco: La Huella del Pajarillo (y la presencia de extra e
intraterrestres en las inmediaciones de la ciudad de Capilla del Monte).
No abundaré sobre un tema del que se ha escrito ―y he escrito― bastante.2
1
Nota: Coincidentemente a la redacción de este artículo advierto por las redes sociales que en los primeros días del mes
de noviembre de 2017 un nutrido grupo de ufólogos argentinos han decidido inaugurar la próxima temporada
veraniega con una serie de charlas sobre platos voladores en la localidad costera (y turística) de Mar Azul (Pcia. de
Buenos Aires), con el auspicio de la Casa de la Cultura de Villa Gesell. Lo titularon Primer Encuentro Ovnis y
Misterios de Mar y Bosque. Promete ser una excelente publicidad para que el veraneante visite las localidades de donde
provienen algunos de los disertantes (Capilla del Monte, Córdoba y Victoria, Entre Ríos) o decida transcurrir el verano
en el bello pueblo costero que hace de lugar de encuentro.
2
Véase del autor los siguientes artículos y ensayos: 30 años conviviendo con extraterrestres. Disponible en Web:
http://www.monografias.com/trabajos107/30-anos-conviviendo-extraterrestres-sierras-cordoba/30-anos-conviviendo-
extraterrestres-sierras-cordoba.shtml // “Fantasías y mitos sobre las expediciones nazis al Uritorco” en Todo es Historia,
N° 580, Buenos Aires, Noviembre de 2015. // Bajo la Sombra del Uritorco. Disponible en Web:
https://www.academia.edu/23776194/BAJO_LA_SOMBRA_DEL_URITORCO . Además
en: http://factorelblog.com/2016/03/30/mas-cronicas-erksianas-
6
Hay hipótesis para todos los gustos y las opiniones encontradas circulan desde hace más de
tres décadas. Están los que consideran que todo fue (es) un gran circo, armado con fines
exclusivamente económicos (alentar el turismo local) y los que creen a pie juntillas que detrás de la
mentada huella se vislumbra una realidad misteriosa en la que se advierte la presencia de entidades
de otros mundos. Pero vayamos a de lleno a una apretadísima síntesis de lo ocurrido, evitando los
pormenores que podrán encontrarse en la bibliografía sugerida.
9 de enero de 1986
Capilla del Monte, otrora destino turístico de parejas recién casadas y mundialmente conocida
por una singular formación rocosa llamada El Zapato, vio su vida por completo alterada con la
aparición, en las faldas de un cerro vecino a la ciudad, de una extraña marca “circular” producto de
una desconocida quemazón.
La huella del Pajarillo, convertida por aquellos días en un sitio de peregrinación, fue
rápidamente interpretada como el efecto residual del paso de una nave extraterrestre, la cual se
habría posado o detenido a muy corta distancia del suelo, produciendo la mentada huella. Las
autoridades municipales de entonces actuaron con celeridad. Se trasladaron al sitio, charlaron con
los testigos y a una velocidad propia de un tribunal revolucionario dictaminaron en un “documento
oficial” que la región estaba siendo visitada por naves de otros mundos. Para ellos no había dudas:
un ovni ―una nave― había rondado El Pajarillo, dejando a su paso una prueba incontrovertible.
La idea estaba instalada.
Casi de inmediato, la televisión y un ejército de ufólogos ávidos de noticias jugosas venidas de
otra galaxia, se lanzaron sobre Capilla del Monte, elucubrando nuevas historias ―francamente
bizarras―; la mayoría de las cuales perduran hasta hoy.
A los alienígenas se les sumaron los intraterrestres provenientes de la subterránea ciudad de
ERKS y un tiempo después ―tras alambicadas conexiones― los preceptos de la teosofía, las
esotéricas predicciones de madame Blavatsky y todo el arsenal posmoderno de la New Age.
El plato ya estaba condimentado. Las hipótesis más inverosímiles se abrieron paso y con cada
visita que Capilla recibía una nueva explicación se sumaba a la primigenia hipótesis extraterrestre
(siendo algunas de éstas las que terminaron desbancándola). No pudieron faltar ―siguiendo las
inclinaciones de Jacques Vallée o John Keel― los seres de otras dimensiones. Después se
agregaron personajes liminales propios de la mitología, como los elementales de la naturaleza y
finalmente ―en alud― aparecieron misteriosas energías telúricas, expediciones nazis en pos de un
evanescente poder regenerativo propio de la zona, templarios, tribus hiperbóreas de origen nórdico,
bastones de mando, místicos de toda laya y hasta el mismísimo Santo Grial. Y todo, a partir de una
simple huella en el terreno.
La necesidad de creer (y de hacer creer) parecería haber sido imperiosa.
Pero, claro está que ―al mismo tiempo y sin tanta publicidad― aparecieron los heréticos
militantes de la refutación exigiendo pruebas. Escépticos que rebatieron las hipótesis y argumentos
indemostrables arriba señalados. Esta tribu de aguafiestas ―detestados y hasta censurados por los
más crédulos― llevan ya tres décadas luchando en inferioridad de condiciones. Sus argumentos y
dudas no se cotizan en el mercado capillense por no ser convenientes a los intereses turísticos de la
zona. Sus luchas contra la gran serpiente nacida en el verano de 1986 no impidieron que ésta
pasara de culebra a boa. Una boa enorme que ha conseguido mudar de piel año tras año,
adaptándose al clima de época y convirtiéndose en el mejor atractivo turístico de todo el valle de
Punilla.
Así, pues, de la mano de aquella milagrosa huella, Capilla devino en destino esotérico, “región
ventana” y reducto energético. Las historias terminaron imprimiéndole una renovada vitalidad,
sacándola de la crisis en la que por entonces (1986) se encontraba, reinventándose exitosamente a sí
misma.
El pueblo se convirtió en ciudad. Miles de buscadores de la verdad se afincaron
permanentemente en ella. Creció, se volvió mucho más famosa que antes. El Zapato pasó a un
lejano segundo plano, fagocitado por un cerro ―el Uritorco― que empezó a ser considerado
“sagrado” y base de civilizaciones extraterrestres provenientes de toda la galaxia. Un ejército de
astutos charlatanes alimentaron a la serpiente y siguen haciéndolo. Todos los años, a las puertas del
verano, reuniones, simposios y congresos que versan sobre “ciencia extraterrestre” inauguran la
temporada, concluyendo el ciclo, hacia mediados de febrero, con un Festival Alienígena que
convoca a miles de turistas, dispuestos a disfrazarse y ver gente disfrazada de ET desfilando por la
calle principal.
Poderosa serpiente de verano. Imprevista, pero inteligentemente aprovechada. Este sólo hecho
se merece todos los estudios sociológicos, antropológicos e históricos que se han realizado hasta la
fecha.
8
Si efectivamente la Huella del Pajarillo & sus ET Asociados fue en sus días ―entre otros,
gracias a José de Zer y su mítico camarógrafo, Chango―3 una serpiente de verano, habría que
agregar que no se trató (ni se trata) de una serpiente común y corriente. Es que, además de
veraniega, resultó ser una verdadera serpiente de la discordia entre grupos de doctos ufólogo que se
han diversificados con el paso del tiempo, develando internas, celos profesionales, egocentrismo y
una voluntad desaforada de ser original en los planteamientos y explicaciones (la mayoría de la
veces yendo en contra de la ciencia racionalista).
En rededor de la huella se detectan básicamente dos agrupaciones enfrentadas y una tercera
resistida y denostada por ambas.
En primera instancia están los ufólogos clásicos, aquellos que siguen defendiendo la hipótesis
extraterrestre. Ellos consideran que la marca dejada en la ladera del cerro es una clara manifestación
de la presencia de seres de otros planetas. En segundo término, tenemos a los místicos o
paraufólogos, defensores de una explicación apofénica en la que se mezclan seres de luz, entidades
de otras dimensiones, contactados, orientalismo y toda una parafernalia newager a la que sólo unos
pocos iluminados pueden tener acceso. Son los defensores de Erks, entre otros.
Finalmente, están los escépticos. Los pinchaglobos. Los fríos y aburridos racionalistas,
adoradores del materialismo. Aquellos que exigen pruebas y sentido común. Los herejes que
descreen y rebaten los argumentos fabulosos de los dos primeros grupos, sustentados en ideas
conspiracionistas, testimonios falsos o exagerados y creencias imposibles.4
Estamos ante una lucha descarnada en la que no parece haber tregua. Un mundo de
compartimentos estancos (como el Titanic) en el que nadie está dispuesto a escuchar al otro y las
discusiones de sordos se imponen, chocando de lleno contra un muro fabricado de pura fe. Quizás
los primeros indicios de un nuevo culto platillista, de consecuencias futuras inimaginables.
Cuero duro, muy duro, el de esta serpiente.
3
Véase: Artículo El equipo de José. Disponible en Web:
HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/RADAR/9-291-2002-07-28.HTML
4
En realidad habría que agregar un cuarto grupo: aquellos que no creen pero hacen/dicen que creen sólo por
conveniencia. No debe resultar nada sencillo denunciar mentiras en un pueblo que hace 30 años viene alimentándose en
gran parte de ellas. Esta cuarta tendencia ―híbrida― sería, en mi opinión, la menos honesta desde el punto de vista
intelectual.
9
Así todo es un cuero que hay que curtir. Mostrar que la serpiente que cubre es imaginaria,
como Nahuelito o el monstruo del lago Ness. Hermosas historias para una despreocupada lectura
veraniega, pero llena de exageraciones, errores y mentiras. Todo muy propio del realismo
fantástico, género dentro del cual podemos encuadrarlas.
PARTE 2
SERPIENTE DE HUMO
A muy pocos días de que apareciera la huella en las laderas del cerro Pajarillo, el periodista e
investigador ―especializado en historia y sociología de los ovnis― Alejandro Agostinelli, publicó
―tras un temprano viaje a Capilla del Monte― sus conclusiones en la revista Ufo-Press, con fecha
23 de julio de 1986.5
Fue el primero en dar una interpretación racional de lo acaecido, adelantándose en casi tres
décadas a otros trabajos de investigación, basados en la recopilación de testimonios de vecinos del
pueblo, quienes al parecer habían guardado un cuidadoso silencio aproximadamente por 30 años.
5
Véase el excelente artículo de A. Agostinelli publicado en julio de 1986. Disponible en Web:
https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986
11
Pero las conclusiones de Agostinelli, aunque claras y contundente, no fueron divulgadas con el
mismo ahínco con que se alimentó la fantasía ufológica desde la municipalidad capillense y los
medios masivos. Los intereses que se estaban creando en el norte de Córdoba opacaron aquel señero
y honesto trabajo.
La sentencia de ciertos grupos de intereses era definitiva: la huella/marca se había producido
por un intenso calor proveniente desde arriba (lógicamente, desde una nave extraterrestre) dejando
en el suelo del cerro una forma elipsoidal, de contornos perfectamente definidos.
Pero los hechos verificados por Agostinelli desmentían los dichos.
En primer lugar, los contornos no eran para nada definidos, sino difusos. Tampoco su forma
era la de un óvalo perfecto y la mancha se diluida con dirección Norte, es decir hacia la cima del
cerro. Por otro lado, dentro de la huella había un rastro muy sugestivo: una marca con forma de “V”
(de unos 40 metros) que indicaría el sitio exacto donde podría haber impactado el rayo que originó
la fogata.6
Por otra parte, el análisis hecho sobre las cañas y paja brava que crecían en el interior de la
huella demostró que el calor no vino desde arriba, sino que la vegetación se encontraba calcinada
sólo en una de sus caras (la que se orientaba hacia el sur del cerro), no afectando el calor la cara
contraria. En pocas palabras: el incendio había venido desde uno de los costados. El fuego se
originó en la parte sur y propagó hacia la cima. Por la madrugada, una llovizna (confirmada por
lugareños) lo apagó.
La teoría del incendio producto de un rayo suena bien. Es posible y probable.
Pero el asunto no terminó ahí.
En otro artículo publicado en 1996, Agostinelli entrevistó a un vecino de Capilla del Monte
quien, bajo el pseudónimo O.O., aseguró ser el artífice y responsable de la huella. Confesó que él,
junto con tres peones y el apoyo de tres comerciantes de la ciudad, habían hecho la marca del
Pajarillo con un soplete de acetileno, durante la noche del 9 de enero; y que lo que perseguían era
lo mismo que Jorge Suárez: recuperar el turismo perdido.7
El problema, en este caso, es que la única prueba que hay al respecto es el testimonio que diera
O.O.; desconociéndose quiénes eran los peones y los empresarios que colaboraron en el fraude.
Claro que, como ningún secreto se guarda por mucho tiempo, en noviembre de 2011 Agostinelli
reveló finalmente la identidad del supuesto perpetrador. Su nombre era Roberto Basso, un dirigente
del Partido Justicialista (PJ), ya fallecido.8
6
Véase e A. Agostinelli publicado en julio de 1986, Pág.9. Disponible en Web:
https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986
7
Agostinelli, Alejandro, “…Y los ET nunca vinieron”, en Revista Descubrir, año 6, N°63, octubre de 1996, pp. 87-88.
12
Como era obvio, los creyentes en ovnis (tanto los moderados como los más fanatizados) le
saltaron al periodista a la yugular, negando que Basso hubiera podido hacer lo que dijo que hizo.
Los más ortodoxos continuaron afirmando que esa noche de enero un plato volador extraterrestre se
había acercado al cerro lo suficiente como para dejar la marca en el pasto quemado. Los más
heterodoxos formularon hipótesis que iban desde un spot poderosísimo de luz, perteneciente a una
productora que filmaba en el lugar, pasando por el derrame de líquidos incendiarios desde un
helicóptero, hasta la instalación de una mallado de alambre con un pequeño pararrayos (que, como
es de prever, al recibir el impacto de la centella, fulminó el alambre y dejó todo el pasto quemado).
Pero tampoco hay evidencias de todo esto.
Finalmente, los dichos de Luis Bartoli, Jefe de Bomberos de Capilla del Monte por aquellos
ochentosos días, dejan entreabierta la posibilidad de un fraude al declarar que lo que más le
extrañaba era que, cuando apareció la marca, nadie (del municipio, se entiende) lo convocó a
investigar las causas del incendio (como lo hacían en todos los demás casos).9 Y el asunto se
archivó rápidamente.
Frente a toda esta batería de explicaciones posibles y probables, los defensores del discurso
ovni sacaron (y siguen sacando) de la manga dos sucesos con los cuales pretendieron zanjar la
discusión, inclinando a balanza hacía el lado misterioso de la cuestión.
El primero de ellos tiene que ver con un segundo incendio natural desencadenado en El
Pajarillo un año después (1987) y que afectó a todo el cerro. Claro que, en esta oportunidad, la
única zona que no se vio afectada por el fuego fue (¡Oh, misterio!) la huella que apareciera en el
’86. Este hecho desató la cadena una vez más y los teóricos de turno quisieron ver en ello la prueba
“irrefutable” de que una extraña energía/ radiación residual estaba enquistada en “la marca”.
¿Por qué no se quemó también ella en el ’87? ¿Ante que misterioso fenómeno estaban? ¿Qué
habían dejado los extraterrestres el año anterior?
Estas preguntas tuvieron oportunamente una respuesta del jefe de bomberos de Capilla del
Monte. Pero también fue encubierta.
Según el funcionario de entonces, el fuego no entró en la huella por dos motivos: (1) porque ya
estaba quemado y/o (2) porque toda la superficie estaba tapizada por brotes de pasto verde, poco
propicio para acoger el calor y las llamas.10
8
Véase en Web artículo: Agostinelli, A., HTTP://FACTORELBLOG.COM/2011/11/14/LA-HUELLA-DEL-CERRO-PAJARILLO-
CON-PECADO-CONCEBIDA/
9
Ibídem.
10
Llama la atención lo siguiente. En el año 2012, en un reportaje que Alejandro Agostinelli le hiciera al intendente de
Capilla del Monte (Gustavo Sez, creyente en los ovnis e hijo del jefe comunal en los días en que apareció la huella),
éste aseguró no conocer la hipótesis planteada por el bombero. Véase en Web reportaje :
http://factorelblog.com/2013/02/07/festival-alien-2013-el-uritorco-tira-los-platillos-por-la-ventana/
13
El otro suceso extraño tiene que ver con un sauce ubicado en el predio de la casa de los
Gómez, testigos de “los hechos” aquella noche del 9 de enero del ’86. La tradición local cuenta que
el árbol se secó a poco de haber ocurrido el fenómeno. ¿Disecado por los ET y sus radiaciones?
Considerar como prueba de la presencia de seres de otras galaxias un simple árbol seco es
demasiado.11 Como bien adujo una bióloga, “No sería la primera vez que un sauce se enferma
repentinamente”.12
Agostinelli fue también uno de los pioneros en calcular el tamaño real que tenía la huella.
Aún hoy en Capilla es factible escuchar diferentes mediciones, habiendo entre ellas marcadas
diferencias. Una señal más de lo poco atendido que resultó oportunamente el trabajo del periodista,
ya que en aquel primer viaje al pueblo (en 1986) él pudo determinar ―junto con un piloto de la
Fuerza Aérea Argentina y en base a fotografías cenitales tomadas “in situ”― que el tamaño era de
unos 115 por 57 metros.13
11
Es de notar que e intendente Gustavo Sez, en la entrevista antes citada, se agarró de la historia del sauce para rebatirle
al periodista ciertos comentarios escéptico al respecto.
12
Agostinelli, op.cit Pág. 9. Disponible en Web: https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986
13
Ver “La mancha del Pajarillo: con pecado concebida”. Disponible en Web: http://factorelblog.com/2011/11/14/la-
huella-del-cerro-pajarillo-con-pecado-concebida/
14
PARTE 3
De Izquierda a Derecha:
Alejandro Agostinelli (organizador del evento)- Excelente cartelera promocional del evento- Alejandro Otamendi
(antropólogo), Fernando Diz (periodista-investigador), el autor (historiador) y Alejandro Borgo (periodista-investigador)
14
Sobre el evento véase en Internet: Maratón OVNI. 70° aniversario a platillo batiente. Disponible en Web:
http://factorelblog.com/2017/05/27/maraton-ovni/
16
Hacia 1990, cuando Fernando Diz se instaló de forma permanente en Capilla del Monte, la
huella del Pajarillo terminaba de borrarse definitivamente, pero sus repercusiones no dejaron de
darse. Casi podría decirse que recién acababan de empezar.
Diz, devenido en capillense por adopción, inició una larga y persistente recolección de datos
“in situ”. Recorrió la zona, habló con vecinos, encontró testigos, indagó en los rumores y chismes
locales y finalmente llegó a una conclusión contundente: todo era un fraude.
Convertido en protagonista privilegiado de la historia capillense, sus dichos abrieron un frente
interno en el que no faltaron abucheos y aplausos en igual medida. Se enfrentó a los ufólogos
clásicos y recogió todas las voces respecto de lo que realmente había ocurrido en enero del ’86,
confirmando lo que Agostinelli y un piloto de la Fuerza Aérea habían concluido en el comienzo
mismo del drama.
Aceptado por los vecinos y activo partícipe en la vida política de Capilla del Monte, Diz tardó
26 años en hacer público su parecer y lo hizo abriéndole el micrófono de su programa radial (Cielos
Profundos) a los disidentes y principales actores del asunto.
Gracias a que esos testimonios están archivados y subidos en su blog de Internet podemos hoy
hacer conocer los que él llama con criterio “la verdadera historia de Capilla del Monte”.
He aquí sus principales conclusiones.15
15
Véase: Diz, Fernando, grabaciones de entrevistas realizadas en el programa radial Cielos Profundos. Excelente
archivo del que han sido extraídos los datos de esta parte del artículo. Disponible en Web:
http://cielosprofundosfm.blogspot.com.ar/search?q=huella+pajarillo&max-results=20&by-date=true
17
hasta el día de hoy. Tal vez todo esto suene a conspiración, pero convengamos que
había mucho en juego y que, desde fines de enero ya circulaba el veredicto oficial de la
intendencia sentenciando que la huella era el producto de una “nave-ovni”.
“Aprovecharon el momento y usaron un discurso único ―habría dicho Basso― y la
prensa se prendió”.
Las temporadas veraniegas a mediados de la década de 1980 venían complicadas para
el valle de Punilla y Capilla del Monte y el gobierno de turno se aprovechó de las
circunstancias. Incluso hay testigos ―según Diz― que afirman que la huella recibió, al
cabo de un tiempo, cierto “mantenimiento” para que tuviera la forma de un ovni. En su
programa radial, el investigador afirmó que el aviador local Lito Pugliese ―quien, a
pocos días de hacerse pública la huella, empezó a llevar turistas en su avioneta desde la
ciudad de La Cumbre para poder verla y fotografiarla― sostuvo que “La huella no
estaba tan redonda ni definida al principio”. Hecho constatado por Agostinelli en julio
de 1986, al momento de publicar su artículo (“la huella no era tan perfecta ni
delineada como suele decirse”).16
En el pueblo todo “era un secreto a voces”, afirma Diz. La huella había sido producida
por un rayo o centella durante la noche del 8 de enero de 1986. Tormenta referida por
muchos vecinos, y que el relato oficial ha soslayado convenientemente. Como prueba
de que el fenómeno meteorológico existió, cita la página 162 del libro Erks y las
Ciudades Subterráneas (1999) escrito por Dante Franch, un “contactado” que ―esa
misma noche― junto con un grupo que buscaba la entrada secreta a la ciudad
intraterrena del Uritorco, refiere el temporal eléctrico que se desató. “Los incendios en
Capilla dan para todo”, comentó con ironía el periodista.
Otra historia que viene circulando desde hace años en artículos, libros y documentales
de televisión, es la de difícil acceso al sitio de la huella. Según Diz eso es una
exageración. De acuerdo a su experiencia personal y a los dichos del mismísimo
propietario de esos terrenos (el señor Bernabé Leal), al lugar se puede llegar en una
hora y media de caminata sin ningún problema. La romantización de la aventura
siempre está a la orden del día. De seguro en todo esto aún se mantienen las ficticias
desventuras de José de Zer en la zona.
Lo que muchos turistas actuales no saben es que hubo una segunda huella, aparecida
(sic) en las laderas del cerro Overo dos años después de la del Pajarillo. Tenía unos 25
16
Pagina Web citada. Disponible en http://cielosprofundosfm.blogspot.com.ar/search?q=huella+pajarillo&max-
results=20&by-date=true
18
altura, anchas espaldas y cabellos oscuros (según describe), lo desviaron del camino correcto, mientras exploraba las
inmediaciones del Cerro Uritorco. Lo que sí estos misteriosos personajes no pudieron impedir fue que Picco investigara
(“a tres días de producirse”) la famosa huella del Cerro Pajarillo (una supuesta marca dejada por una nave de otro
planeta, en las laderas de la montaña y que lanzara a la fama a la localidad de Capilla del Monte). Embebido también
por los escritos de Guillermo Terrera, Héctor Picco era un convencido creyente de la presencia, en el pasado, de una
raza hiperbórea en la región de Punilla; del inmenso poder del Bastón de Mando de los comechingones (construido,
según los grupos esotéricos, por el dios Wotan) y de la presencia del Santo Grial en la misma zona. Picco fue lo que se
dice un personaje interesante, devenido en sabio para los muchos peregrinos que siguen buscando los secretos del
Uritorco, durante las vacaciones de verano.
20
Diz, Fernando. Entrevista a Bartoli, minuto 50’. Disponible en Web:
http://cielosprofundosfm.blogspot.com.ar/search?q=huella+pajarillo&max-results=20&by-date=true
20
dichos”. Aún así son más verosímiles, lógicos y comprobables que la presencia de
extra-intra-ultra-dimensionales marcianitos verdes.
Finalmente, una última revelación ―dada a conocer por Diz en el evento de Junio de
2017 en Buenos Aires― referente al “misterioso sauce” que, según la
propietaria/testigo de los sucesos del 9 de enero de 1986, se secó en una sola noche,
tras el paso de la “nave”. Los dichos del periodista capillense fueron determinantes: “el
sauce estaba seco desde hacía años”.21
Imágenes que muestran cómo la vegetación de la huella se quemó de abajo hacia arriba
(fotos del autor)
La prueba al respecto la dio ―en el evento del Museo Roca― el hasta ahora anónimo aviador
que estuvo con Agostinelli en la zona en 1986. Se trata del Comodoro (RE) Rubén Lianza, actual
encargado del único organismo oficial dependiente de la Fuerza Área Argentina dedicado al estudio
y análisis de los testimonios de avistamientos de ovnis en el país (CEFae- Comisión de Estudio de
Fenómenos Aeroespaciales)22, quien el 24 de junio pasado presentó, junto con Agostinelli, la
evidencia material recogida hace poco más de 31 años en el lugar de los hechos.
21
Testimonio del vecino de la zona de Ongamira, Gustavo Roca, presentado por Diz en el Evento de junio de 2017.
“Desde que yo tengo uso de razón, y de esto hace más de 50 años, ese sauce estaba seco”. Disponible en Web:
http://factorelblog.com/2017/11/08/maraton-ovni-2017-todas-las-conferencias/
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Para mayores datos sobre el CEFAe véase: https://www.faa.mil.ar/mision/cefae.html //
https://www.faa.mil.ar/mision/informe_cefae_2016.pdf
21
Las fotos que tomé en esa oportunidad ―y las publicadas en el blog de Agostinelli― 23 ponen
fin ―en mi humilde opinión― al larguísimo debate generado a partir del relato del Pajarillo y su
―ahora sí― incendio natural.
Aunque, seguramente, con los próximos calores del verano otras serpientes saldrán de sus
madrigueras.
Buenos Aires
diciembre de 2017
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Factor 302.4. Disponible en Web: http://factorelblog.com/