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El Viejo y el Mar (Ernest Hemingway)

esumen de la Obra
Santiago es un viejo pescador cubano. Le acompaña un joven muchacho llamado manolito, con
quien el sentimiento de aprecio es mutuo, pero éste tuvo que dejarle por otros pescadores con
más fortuna en sus pescas porque el viejo tenía muy mala suerte. Sin embargo, él le seguía
ayudando.
Un día el viejo salió a la mar con el objetivo de terminar con su mala racha en la pesca. El
muchacho le había conseguido cebo. Al cabo de unas horas de navegar, tras haber perdido de
vista la costa, un pez picó el anzuelo. Era un pez enorme, dispuesto a luchar hasta la muerte, si
era preciso. La barca navegó a capricho del pez mar adentro. Las fuerzas del viejo cada vez iban
a menos y predecía que el pez le podía matar, pero tenía una fuerte determinación por
conseguir sacarlo del agua, y no le importaba si tenía que dejar su vida en el intento. Tras una
larga y dura batalla, el pez tuvo la peor suerte, y el viejo, rebosante de felicidad, ya que no creía
que el pez fuese tan inmenso, lo amarro al costado de la barca, para poner rumbo a la
costa."Era tan grande, que era como amarrar un bote mucho más grande al costado del suyo".
Todo su empeño habría sido inútil si no consiguiese llevar el pez a tierra firme. Sin embargo, y
para su desilusión, apareció un tiburón. Cuando el escualo se acercó a comer el pez el viejo le
asestó un mortal golpe en la cabeza con su arpón. Se había librado del tiburón, pero no
tardarían en acercarse otros más siguiendo el rastro de la sangre desparramada del pez herido.
El viejo logró batirlos, pero se habían comido medio pez. Por la noche se le acercaron más, que
acabaron con él, dejando solo la cabeza, la espina y la cola, suficientes para dar testimonio de la
hazaña.
Así, llego por fin a puerto. Era de noche y no había nadie para ayudarle a recoger. Cuando
terminó se fue a su casa a dormir. A la mañana siguiente el muchacho, muy preocupado, fue a
su casa para ver cómo estaba y le prometió que saldría a pescar con él.
Los demás pescadores reconocieron el mérito de Santiago, al ver los restos del pez, que era un
tiburón.

Introducción
El presente trabajo tiene por finalidad realizar un análisis literario de la novela del autor
norteamericano Ernest Hemingway.
La elección de la presente novela obedece al interés personal por que nos da a conocer que la
novela tiene una alta calidad literaria, tanto en el plano de expresión, como en el plano del
contenido.
Me pareció interesante de parte del autor que nos da a conocer la vida de Santiago u viejecito
de buen corazón, que a pesar de las críticas de las personas, él no se dio por vencido y siguió
con su pensamiento de pescar no perdió la fe.
Más acerca de la genialidad del autor, considerado por muchos uno de los más eximios
escritores de narrativa. Asimismo, porque consideramos que el contenido del cuento transmite
un mensaje de reflexión para que las personas pases todas las adversidades que se interfiere
uno tiene que seguir adelante frente a la vida cotidiana

El viejo y el mar
PRIMERA ENTREGA
Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hacía ochenta y cuatro días que no
cogía un pez. En los primeros cuarenta días había tenido consigo a un muchacho. Pero después
de cuarenta días sin haber pescado los padres del muchacho le habían dicho que el viejo estaba
definitiva y rematadamente salado, lo cual era la peor forma de la mala suerte, y por orden de
sus padres el muchacho había salido en otro bote que cogió tres buenos peces la primera
semana. Entristecía al muchacho ver al viejo regresar todos los días con su bote vacío, y
siempre bajaba a ayudarle a cargar los rollos de sedal o el bichero y el arpón y la vela arrollada
al mástil. La vela estaba remendada con sacos de harina y, arrollada, parecía una bandera en
permanente derrota.
El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las
pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el solproduce con sus reflejos en el mar
tropical estaban en sus mejillas. Esas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante
abajo y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas
cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas
como las erosiones de un árido desierto.
Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e
invictos.
—Santiago —le dijo el muchacho trepando por la orilla desde donde quedaba varado el bote—.
Yo podría volver con usted. Hemos hecho algún dinero.
El viejo había enseñado al muchacho a pescar y el muchacho le tenía cariño.
—No —dijo el viejo—. Tú sales en un bote que tiene buena suerte. Sigue con ellos.
—Pero recuerde que una vez llevaba ochenta y siete días sin pescar nada y luego cogimos peces
grandes todos los días durante tres semanas.

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