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Viajo, toco, aprendo

Ramsés Rodríguez
26 de noviembre de 2019

Sentado y frente a la pantalla. Son las cuatro de la mañana. Decidiendo cómo


empezar el texto para la presentación.
Dichas líneas podrían empezar un cuento o el guion de una película. Pero
lo que me ocupa en realidad es decidir desde dónde hablaré del libro. Dijeran
en la corriente teórica que a la que alguna vez me acerqué: el lugar del emisor
del discurso.
Y refiero este posicionamiento en virtud de que el autor de Viajo, Toco,
Aprendo fue mi maestro en el periodo conclusivo de mi Licenciatura en Artes
opción Guitarra y es mi amigo desde todos esos sábados en los que
generosamente me recibió en su casa con buen café y una inclinación a la charla
inteligente y, por decirlo de alguna manera, anecdótica, previo a la revisión de
mi material, primero para el examen de pasantía –el vigésimo semestre- y los
dos recitales de titulación.
Para hablar de la influencia que ha tenido para muchos de nosotros el
Maestro Velasco dejaré a un lado la apología y me centraré en los hechos.
Recuerdo cómo nos saludamos en el Concurso Internacional de Guitarra
Manuel M. Ponce en 1990, que organizara la siempre recordada Corazón Otero,
y me llamó por mi nombre. Un gesto que personalmente aprecio mucho, pues
mis alumnos saben que no soy muy cuidadoso en esos detalles. Llegando al
extremo de que al asentar la calificación de fin de semestre de mis alumnos
individuales con frecuencia pregunto: ¿Apellido?
En otra ocasión cenando en casa de nuestro amigo Enrique Salmerón, su
alumno y mi maestro en toda la carrera, el autor de los arreglos que hoy
presentamos refirió a mi inminente nombramiento como Coordinador del
Centro de Iniciación Musical Infantil (CIMI), como: -Pronto se te terminará el
tiempo libre y tomarás algunas responsabilidades extras-. Hay que acotar que
en ese momento- finales de 1997- Salmerón era Director de la Facultad de
Música de la Universidad Veracruzana y Velasco, Director General del Área
Académica de Artes. Algo aprendimos además de guitarra… ¿verdad Mtro.
Luis Efrén García?
El título del libro resulta de la impronta de compartir la música que uno
realiza. Paco de Lucía, guitarrista flamenco, refería: el aplauso en el escenario
es el premio al trabajo solitario por años en tu estudio. Y la guitarra me ha
permitido desarrollarme profesionalmente y viajar. Para aprender, y le agregaría
aprender a vivir de una forma generosa. Como dijera el Almirante Manuel
Rodríguez Gordillo, que me prodiga el gran honor de su amistad: -Nada de lo
que tienes es tuyo, te fue dado como regalo. Es tu obligación compartirlo, pasar
la estafeta.
Uno de los mandamientos judeo-cristianos refiere a la no invocar el
nombre del Altísimo, pero Dios sabe, si se me permite ponerme deísta por solo
un momento, que mi mejor intención era tocar hoy alguno de los arreglos
contenidos en el libro. Los eventos de días pasados, que no referiré, además de
la inminente gira internacional que tendremos los integrantes de la academia de
guitarra del CIMI, han cambiado esa intención. No obstante, tocarán en mi lugar
dos brillantes alumnas de mi clase, las que abrirán la presentación musical.
Inspiraciones como las anteriores han dirigido mi actuar como docente;
y el tener referentes facilita el cómo hacer. Esas formas y otras las aprendí de
Enrique Velasco.

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