Sentado y frente a la pantalla. Son las cuatro de la mañana. Decidiendo cómo
empezar el texto para la presentación. Dichas líneas podrían empezar un cuento o el guion de una película. Pero lo que me ocupa en realidad es decidir desde dónde hablaré del libro. Dijeran en la corriente teórica que a la que alguna vez me acerqué: el lugar del emisor del discurso. Y refiero este posicionamiento en virtud de que el autor de Viajo, Toco, Aprendo fue mi maestro en el periodo conclusivo de mi Licenciatura en Artes opción Guitarra y es mi amigo desde todos esos sábados en los que generosamente me recibió en su casa con buen café y una inclinación a la charla inteligente y, por decirlo de alguna manera, anecdótica, previo a la revisión de mi material, primero para el examen de pasantía –el vigésimo semestre- y los dos recitales de titulación. Para hablar de la influencia que ha tenido para muchos de nosotros el Maestro Velasco dejaré a un lado la apología y me centraré en los hechos. Recuerdo cómo nos saludamos en el Concurso Internacional de Guitarra Manuel M. Ponce en 1990, que organizara la siempre recordada Corazón Otero, y me llamó por mi nombre. Un gesto que personalmente aprecio mucho, pues mis alumnos saben que no soy muy cuidadoso en esos detalles. Llegando al extremo de que al asentar la calificación de fin de semestre de mis alumnos individuales con frecuencia pregunto: ¿Apellido? En otra ocasión cenando en casa de nuestro amigo Enrique Salmerón, su alumno y mi maestro en toda la carrera, el autor de los arreglos que hoy presentamos refirió a mi inminente nombramiento como Coordinador del Centro de Iniciación Musical Infantil (CIMI), como: -Pronto se te terminará el tiempo libre y tomarás algunas responsabilidades extras-. Hay que acotar que en ese momento- finales de 1997- Salmerón era Director de la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana y Velasco, Director General del Área Académica de Artes. Algo aprendimos además de guitarra… ¿verdad Mtro. Luis Efrén García? El título del libro resulta de la impronta de compartir la música que uno realiza. Paco de Lucía, guitarrista flamenco, refería: el aplauso en el escenario es el premio al trabajo solitario por años en tu estudio. Y la guitarra me ha permitido desarrollarme profesionalmente y viajar. Para aprender, y le agregaría aprender a vivir de una forma generosa. Como dijera el Almirante Manuel Rodríguez Gordillo, que me prodiga el gran honor de su amistad: -Nada de lo que tienes es tuyo, te fue dado como regalo. Es tu obligación compartirlo, pasar la estafeta. Uno de los mandamientos judeo-cristianos refiere a la no invocar el nombre del Altísimo, pero Dios sabe, si se me permite ponerme deísta por solo un momento, que mi mejor intención era tocar hoy alguno de los arreglos contenidos en el libro. Los eventos de días pasados, que no referiré, además de la inminente gira internacional que tendremos los integrantes de la academia de guitarra del CIMI, han cambiado esa intención. No obstante, tocarán en mi lugar dos brillantes alumnas de mi clase, las que abrirán la presentación musical. Inspiraciones como las anteriores han dirigido mi actuar como docente; y el tener referentes facilita el cómo hacer. Esas formas y otras las aprendí de Enrique Velasco.