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Introduccion a la Sociopatologia Por Oscar URIBE VILLEGAS. Del Instituto de Investigaciones So- ciales de ia Universidad Nacional de México. L A historia de las ideas filoséficas se ha encargado de poner de ma- nifiesto que la mentalidad de los pueblos de la Antigiiedad, conside- raba al mundo como algo fundamentalmente substantivo, en tanto que actualmente se le considera como un conjunto de substancias si, pero como un conjunto de substancias que se encuentran mds © menos in- timamente relacionadas; o sea, que el mundo —para nuestra mentalidad actual— es algo predominantemente relacional. Esto llega al grado de que Eduard von Hartmann considera que “pensar es, principalmente, rela- cionar”.* La Sociologia, como ciencia que es de reciente nacimiento, no ha po- dido librarse de esta manera de enfocar la realidad circundante; asi no resulta extrafio el que los socidlogos formalistas (Simmel y von Wiese, principalmente), olvidéndose 0 dejando un poco de lado Ja substancia~ lidad que sirve de base a lo social, hayan reducido el objeto de estudio de la Sociologia a la “sociedad” considerada como equivalente a “un con- junto de relaciones interhumanas” que dan como restltado “formas de convivencia humana.” Aunque no estemos de acuerdo con el punto de vista formalista, de- bido a su manifiesta parcialidad, esta postura nos ayuda a encarar mu- chos problemas sociales. En efecto, la sociedad esté formada por una serie de relaciones que se establecen entre los individuos; sin embargo, 1 Ferrater Mora, José: Diccionaria de Filosofia Ed. Atlante Méx., 1944, 378 Revista Mexicana de Sociologia la existencia de tales relaciones no agota totalmente la esencia del ser particular y concreto, sino que, por el contrario, el individuo de carne y hueso existe y subsiste. En efecto, no hay sino recordar que, a este respecto, dice Recaséns Siches: “El hombre estd a la vez dentro y fuera de la sociedad. Por una parte, el hombre constituye un ingrediente de la sociedad y, ademés, eva lo colectivo dentro de su misma estructura, Pero, de otro lado, puede oponerse a Ia sociedad como contemplador de ella, como critico y como opositor de ella”. 2 Es decir, que asi como hemos de considerar atentamente las relacio- nes que se establecen entre individuo e individuo, es indispensable estu~ diar también las que enlazan al individuo y a la sociedad de la que forma parte. Las diferencias psicolégicas existentes entre los hombres son, como ha mostrado Piaget una base del a-personamiento o forja de la persona- lidad individual que, por lo mismo, resulta ser un producto social puesto que “la conciencia del mé existe en Ja medida en que nos comparamos a Jos demas; es en esa medida como es posible conocernos a nosotros mis- mos y decir en qué difiere nuestro punto de vista moral ¢ intelectual det de los otros.” * No obstante, esta misma intervencién activa de lo social en la forja personalizadora es, por otra parte, causa de que esas relaciones no puedan establecerse siempre en los mejores términos. Las relaciones interperso- nales son un continuo estira y afloja, un proceso dialéctico de acerca~ mientos y alejamientos que se oponen entre si, que se conjugan, que se sincretizan y sintetizan dando lugar a los cambios sociales. Pero, el ajuste entre dos o mas individuos es dificil de lograr, resulta obvio el afirmar que es mucho mds arduo el establecimiento de una relacién adecuada, de ajustamiento, entre el individuo con sus inclina~ ciones y voliciones por una parte, y el grupo social y sus patrones y normas de condtcta por otra. Asi, se nos presenta el caso del individuo que trata de integrar su personalidad y que, en muchas ocasiones, choca contra los moldes rigi- dos de la sociedad en que vive. Junto a éste se nos da también el caso 2 Recaséns Siches, Luis: Lecciones de Sociologia. Ed. Portia S. A. Méx. 1948, (p. 363). 3. Piaget, L’Ecole libératrice 22 nov. 1930, citado por A, Cuvilier: Manual de Philosophie, Tomo I, Librairie A, Colin, 1950. Introduccién a la Sociopatologia 379 del individuo que tratando de definir los perfiles que lo diferencien de sus co-societarios, sigue vias que anteriormente aprobaba la colectividad y que, a partir de determinado momento, desaprueba. En uno y en otro caso, se producen trastornos que afectan no solamente al individuo, sino a la sociedad en su conjunto. Si tenemos en cuenta que, por una parte hay ciertos moldes de conducta social que muestran una gran rigidez (ejem: patrones religio- sos de conducta) y que, en cambio, otras normas y modos de actuar se transforman de manera stibita y continuamente repetida, nos podremos percatar de que el problema del ajuste entre el individuo y su sociedad se vuelve atin mas complejo, puesto que el hombre individual se encon- traba integrado en un sistema de valores que, en cuanto sufre el cambio de uno o varios de sus elementos, y en cuanto sigue incambiado en otros, entra en un periodo critico o abismal. Ferrater Mora explica este fenome- no como sigue: “El abismo abierto ante el hombre es el que se forma cuando, al Iegar a cierto punto de su curso histérico, se siente perdido sin raices y sin principios, pero no sin perspectivas. Se abre entonces un abismo entre el hombre y su futuro que le resulta incierto, y entre é y su pasado en el cual ya no cree, y en el que, por consiguiente, no puede ya apoyarse”. * Efectivamente, al tomar como dato de nuestro problema el que la sociedad no es estitica sino dindmica, nos explica el que el ajuste entre el individuo y esa misma sociedad no se logre sino en raras ocasiones, pues muchas veces, una vez lograda esa adecuacién, se produce un cam- bio stibito en la sociedad, el cual, por su misma rapidez, impide que el individuo pueda adaptarse con igual prontitud a las nuevas condiciones emanadas del cambio. Estos desajustes entre lo social y lo individual, producen como ya hemos dicho, trastornos que afectan a los dos términos de la correlacién, putes causan dafio a los individuos y provocan malestar en la sociedad. Tales dafios y tal malestar son de tanta importancia que en ellos se encuentra, por modo muy principal, la explicacién de la honda crisis de nuestro tiempo. De aqui que tales trastornos demanden el que se em- prenda un estudio cientifico, metodizado ¢ integrado en el cuadro total de conocimientos humanos (es decir, puesto en intima relacién con el res- to de las ciencias, técnicas, etc.). 4. Ferrater Mora. Opus. cit, Articulo “crisis”. 380 Revista Mexicana de Sociologia Dichos estudios se han adjudicado a lo que los sociélogos anglopar- lantes llaman Social Pathology, que algunos hispanoparlantes titulan —-en simple proceso de traduccién— Patologia Social y que nosotros, por eco- nomia lingiiistica, llamaremos Sociopatologia, atin cuando, al hacerlo, nos detengamos un tanto dubitativamente, ya que el Dr. Mario Escobar R. hace ver en uma ponencia suya® que atin dentro de los limites de una actitud asimiladora y no identificadora, deberfamos hablar, mas que de Patologia Social de Nosologia Social. De encontrarse mas justificada esta denominacién (de lo cual no estamos totalmente seguros) habriamos de referirnos a la Socionosologia o estudio de los cuadros morbosos o de desarreglo de un grupo social. No obstante las dudas que nos asaltan en cuanto a la terminologia (que reflejan variaciones semejantes a las denominaciones de Econo- mia, Crematistica 0 Plutologia), el hecho es que se est conspirando con- tra especialidades de Ia misma, nace con una evidente orientacién practica, y la cual esta requiriendo la intervencién entusiasta de los socidlogos, de- bido a la importancia de los problemas por ella enfocados. Puede hablarse, por tanto, no sdlo de una Patologia Social, Sov patologia 0 Socionosologia como apartado de la ciencia sociolégica, sino también de un arte terapéutico, de una Socioterapéutica derivada de ella y encaminada a Ia correccién de los desajustes que han conducido a nues- tras sociedades a la crisis. Esta unidad, planteada desde el principio, entre la Sociopatologia y la Socioterapéutica debe mantenerse, pues como hace notar Croce “si el conocer es necesario para la praxis, la praxis es nece~ saria para el conocer que sin aquélla no surgiria”. # Ya dentro de los terrenos de esta ciencia y de este arte, puede esta~ blecerse que el desajuste y el malestar social nacen generaimente del fra~ caso de los individuos que forman la sociedad. A su vez, estos fracasos individuales son explicables puesto que, como asienta Gillin, “en vista de las condiciones complejas (fisicas y sociales) a las que el ser humano debe adaptarse zes de extrafiar que sean algunos los que fracasan? El milagro est en que sean tantos los que triunfan.” 7 5 Escobar R. Mario, Breve Ensayo sobre Patologia Social, Ponencia pre- sentada al IT Congreso Mexicano de Sociologia. 6 Croce Benedetto: La Historia como hazatia de la Libertad. Version espaiiola de Enrique Diez-Canedo, Fondo de Cultura Econémica, México, Traduccién de La Storia come pensiero e come asione, Bari. 7 Gillin, John Lewis: Social Pathology. D. Appleton Century Co, Inc, N. Y. London, 1933, 1939, Inivoduccién a la Sociopatologia 381 Aun cuando resulte tan facilmente comprensible ese fracaso, la elu- cidacién de sus causas fundamentales no lo es tanto; asi, es posible ob- servar que los atin poco numerosos sociopatélogos difieren ya en sus criterios de planteamiento de este problema, pues si bien es cierto que Gillin® afirma que los problemas sociales se originan en un desajuste entre las peculiaridades del individuo y los ordenamientos sociales, hay quienes piensan que el origen es distinto, Asi, Queen y Gruener ® sostienen la tesis de que los males sociales dimanan de una escasa participacién del individuo en la vida social; ya que, quien no participa o tiene una participacién muy limitada en ella es porque se cree 0 siente que no encaja en el cuerpo social; porque se siente —y en realidad esti— desajustado con respecto a esa misma enti- dad social. Para el presente propésito, no importa si esa falta de par~ ticipacién se produce por factores exteriores 0 por factores internos del individuo: por un descuido de la socializacién de parte del grupo que no trata de incorporar a todos sus elementos, o por una especie de asociabi- lidad innata del individuo. De aqui que, segtin el criterio de Gillin, exista una vinculacién intima entre la Sociopatotogia y la estructura social que cambia de momento a momento; en tanto que, segiin el punto de vista de los dos autores ya mencionados, la conexién deberia establecerse entre Sociopatologia y So- ciometria, por las consideraciones que, en uno y en otro caso, pasamos a de- Jinear muy brevemente. Segiin Gillin, la Sociopatologia est ligada a la Socioestatica y a la Sociodindmica; 0 sea, que las perturbaciones morbosas tienen que ver en buena parte con la estructura y con el funcionamiento sociales, 0 —como dirian los organicistas— que las enfermedades sociales dependen de la anatomia y la fisiologia del organismo social. Lilienfeld (que representa a la escuela organicista en Sociopatolo- gia) sostiene un criterio analogo al de Gillin en cuanto a las relaciones de esta especialidad con otros apartados sociolégicos. Asi, tras haber in- troducido el concepto de “vicariato” o posibilidad de substitucién de unas células sociales por otras, habla de cémo, en cuanto aumenta el vicariato de una sociedad (0 sea, en cuanto su estructura es mas eldstica) Ja apa- ticién de las enfermedades sociales es mas frecuente. 8 Gillin, opus cit. p. 10. 9 Queen, Stuart Alfred and Gruener, Jenette Rowe: Social Pathology. Thomas Y. Crowell Co. N. Y., 1942, 382 Revista Mexicana de Sociologia ‘Textualmente, dice el autor ya citado: “es justamente a causa de la clasticidad relativamente grande det sistema nervioso social y de la fa~ cultad de sus partes de vicariarse las unas a las otras, como Jas enferme- dades sociales causadas por las transformaciones violentas ¢ imprudentes son tan frecuentes”. 1° Sin embargo, habria que hacer notar que a miayores posibilidades dinamicas de un grupo o de una sociedad, correspondera una mayor pro~ pensién patdgena, pero también una mayor facilidad o una multiplicidad mas grande de los procesos terapéuticos. Lilienfeld, en una tesis que no se compagina facilmente con sti aserto anterior, consigna cl hecho de que “en el seno de la sociedad humana, la facultad de vicariarse las células y los grupos de células mituamente es, relativamente, mucho mayor, y aumenta en proporcién de las mismas Ebertades econémicas, juridicas y politicas de que disfruta la sociedad. En una sociedad dividida en castas, las diferentes clases de la poblacién encuentran dificultades casi insuperables para vicariar unos individuos a los otros’. Esto queria decir que: a mayor rigidez del sistema social (ie. a menor libertad individual) corresponderia una mayor vicaria (tesis contradic~ toria con la anterior), y por ello menor susceptibilidad hacia los morbos sociales. Como en estas afirmaciones de Lilienfeld estén incluidas dos con- clusiones intimamente enlazadas, para permitirnos una critica mejor, las desmembraremos en dos cuestiones: 1. ¢La elasticidad, movilidad o dinamicidad social produce o no, morbos sociales? 2. :EI vicariato contribuye a Ja dinamicidad, o a fa estabilidad social ? La primera pregunta se encarga de contestarnosla Gillin, quien Ilega a la conclusién de que “puede haber armonia entre el interés individual y la norma social en una sociedad estitica, o sea, en aquella en que ocu- rren pocos cambios, 0 en la que los que ocurren son lentos; por otra parte, la estructura social puede resultar mal adaptada a las necesi- 10 Lilienfeld: Pathologie Sociale. J1 Lilienfeld. Opus cit. Introduccién a la Sociopatologia 383 dades experimentadas por el individuo; esta situacién nace en una socie- dad dindmica en la que se introducen cambios rapidos que afectan radi- calmente las formas ya establecidas de vivir” 1? 0 sea, que la dinamicidad social favorece la aparicién de los morbos sociales. En cuanto al vicariato, podemos intentar una solucién, considerandolo como un mecanismo compensatorio, por medio del cual, el cuerpo social, al substituir una de sus células que estd fuera de servicio, por otra que cumplia un trabajo distinto, tiende a mantener su estabilidad y, con ello, combate el morbo social, En efecto, el vicariato se ejerce de las céhilas. que realizaban funciones marginales hacia aquellas otras que tenian a st cargo funciones existenciales de la sociedad, y nunca a la inversa. Asi, si el directivo de una empresa muere, uno de sus subordinados se ve obligado a vicariarlo; en cambio, si muere un obrero, no es el gerente quien le vicaria. Naturalmente, atin este vicariato del inferior por el superior, pro- duce movilidad en la sociedad, y causa en ella desajustes debidos a la impreparacién del vicario para sus nuevas funciones; sin embargo, es este tipo de movimiento que tiende a Ievar a Ja sociedad nuevamente hacia su equilibrio el que trata de mantener, en lo posible, la estructura preestablecida. De aqui que podamos establecer que el vicariato de una sociedad favorece la estabilidad social 0 el cambio lento (evolucionario) de la misma, y en cambio se opone a los cambios répidos (revolucionarios) que constituyen agentes patégenos. Desde este mismo punto de vista, el desarrollo del vicariato social (por medio de educacién y entrenamien- to) es el mejor medio preventivo-curativo de que dispone la sociedad. Esto nos hace ver cémo la premisa de Lilienfeld que nos ha Hevado aestas conelusiones, est4 en pro del enlace entre 1a Sociopatologia y los estudios relativos a la estructura y a la dindmica sociales. Frente a esta posicién, compartida por Gillin, tenemos, segtin ha- biamos asentado anteriormente, la de Queen y Gruener, quienes por con- siderar que la patologia social depende de la escasa participacién del in- dividuo en la vida de la sociedad, ligan —tacitamente— a este apartado de la Sociologia con la Sociometria. Estos autores piensan que la mayor trabazén se establece entre la Sociopatologia y una técnica de medicién social del tipo de las des- arrolladas por Chapin y J. L. Moreno, técnica a la que el propio Mo- 12 Gillin, Opus. cit. p. 9. 384 Revista Mexicana de Sociologia reno denominara Sociometria; ya que, en efecto, es necesario medir el grado de participacién de un individuo en cl medio social, a fin de diag- nosticar y prevenir o curar el morbo social. * in efecto, los sociometristas y los sociopatélogos se han preguntado en qué grado podrian colaborar la técnica de los primeros y la ciencia de los segundos; asi, Kephart, en un estudio de técnica sociométrica, ** se pregunta si “la dindmica del comportamiento grupal puede ser mejor entendida al través de un cociente de las relaciones reales y las relaciones potenciales los miembros de un grupo”, cociente que quedaria representa- do por la fraccién es en la que Rr representa las relaciones realmente existentes en el interior de un grupo, y Rp las que podrian establecerse en el seno de ese mismo grupo. Naturalmente que, desde el punto de vista técnico, podriamos res- ponder a esta pregunta afirmando que la participacién de la Sociometria en la Sociodinamica y en la Sociopatologia puede hacerse en mayor gra- do, siempre y cuando se base en una teoria suficientemente amplia, del tipo de la que, para la ultima de las disciplinas mencionadas, nos ofrece Gillin, puesto que la que nos presentan Queen y Gruener puede considerarse Gnicamente como manifestacién particular y conereta, 0 como enfoque restringido de la misma. El mismo problema del vicariato, planteado por Lilienfeld, podria ser resuelto en gran parte con la ayuda directa de la Sociometria, y en relacién directa con la Sociopatologia, ya que, entre mayor es la partici- pacién de los individuos en las actividades o relaciones introsocictarias, es también mayor su capacidad de vicariarse los unos a los otros. Esta consideracién lleva implicada, en cierto modo, la relativa a la estructura social, puesto que en una sociedad rigidamente organizada (por cjem- plo, en el sistema castal), muchas relaciones interindividuales estin pro- hibidas y por lo mismo, la pequefiez de los indices de participacin social son, al mismo tiempo, indices de vieariato minimo y —consecuentemente— de rigidez de la estructura. Colocados en otro angulo visual, debemos considerar cémo esa falta de armonia, 0 esa inadecuacién sociopatologica, se produce entre 13. Es significative el hecho de que la obra de Queen y Gruener tenga como. subtitulo el de “Obstaculos para la Participacién Social”. 14 Kephart, William M.: “A Quantitativa Analysis of Intragroup Rela- tionships”. American Journal of Sociology. Vol. ww, N* 6, mayo de 1950, p. 545. Introduccién a la Sociopatologia 385 dos términos, y que, debido a ello, el estudio cientifico de tales trans- tornos debe considerar, en forma analitica: 1? Cudles son los factores individuales del desajuste. 2° Tomar en cuenta cules son aquellos que provienen de Ia sociedad. En la consideracién de los factores individuales, seria menester re- ferirse a las excedencias tanto como a las deficiencias individuales (mas frecuentes éstas que aquéllas), pues ambas producen —aunque sea de modos diferentes— ese malestar social que es sintoma y causa de las crisis. Gillin, al igual que sus predecesores en estas tareas (Cooley, Tho- mas, Ross) no considera sino el caso de las inadecuaciones nacidas de jas deficiencias individuales enfrentadas al avance social, y no toma en cuenta aquellos casos que —en forma no menos evidente— se producen cuando el individuo supera las normas sociales, 0 cuando por una am- plitud de vision mayor que las de sus contemporaneos se adclanta a sut tiempo (casos del genio, el lider, el apéstol). En relacién con la sociedad, hay que tener presente que ésta no es simple, sino compleja; que dentro de ella se integran los agrupamien- tos y los grupos sociales * de indole mas diversa, puesto que un morbo social seri distinto segtin se produzca en el seno de un agrupamiento natural o de uno artificial, etc. Segtin esto, en la primera parte de una Sociopatologia sistematica, se han de estudiar los factores individuales del desajuste, tales como: la enfermedad, la invalidez, la ceguera y la sordera, las deficiencias y desérdenes mentales, la desorganizacién personal, el alcoholismo, la narcomania y el suicidio. Como se puede ver por esta enumeracién, los factores individualés del desajuste pueden reunirse bajo los rubros de: 1. Deficiencias fisicas. 2. Deficiencias mentales. 3, Transtornos de la personalidad. 4, Vicios. 15 Para la distincién entre “agrupamientos” y “grupos”, véase Mendieta y Nitiiez, Lucio: Teoria de los Agrupamientos Sociales Coleccién de Cuadernos de So- ciologia publicados por el Instituto de Investigaciones Sociales. México, D, F. 386 Revista Mexicana de Sociologia Cada uno de estos grandes géneros requiere una forma distinta de combate, ya que derivan de factores de indole diversa: los dos primeros se originan en la herencia bioldgica, asi como en las condiciones ecolégi- cas y, por lo mismo, necesitaran prevenirse o curarse por medios sani- tarios, eugenésicos, mediante reglamentos de transito, de campafias contra el ruido y otras disposiciones semejantes. La procedencia hereditaria y mesolégica de algunos transtornos es reconocida por la Sociopatologia en definiciones como Ia siguiente que se da de la debilidad mental: “La debilidad mental es un defecto here- dado 0 producido por condiciones anteriores o posteriores al nacimiento, que impiden el desarrollo normal de la mente, de modo que la persona es incapaz de conformar sus acciones a las normas convencionales de la sociedad”. #° En cambio, el tercero de dichos géneros est constituido por distur- bios de orden emotivo que hacen que el individuo piense que la vida es indigna de ser vivida. Frente a estos dos grupos en que el origen del transtorno es principalmente intelectivo o emotivo, en el ultimo grupo se encuentran aquellos casos en que la voluntad y la abulia juegan un papel primordial, ya que el individuo que se entrega a un vicio hace uso de la voluntad en una ocasién para después abdicar de su dominio para siempre. Estas deficiencias individuales producen los desajustes sociales; pero no es menos cierto que estos tltimos influyen en el desajuste de otros individuos, de tal manera que no podemos decir que existe simplemente una acci6n ejercida en un solo sentido, sino una accién-reaccién, o una reaccién reversible que se diria en Quimica, ya que el individuo —como ser social— es eminentemente racional y sus relaciones con otros indi- viduos influyen en éstos al mismo tiempo que provocan Ia influencia de éstos sobre él. De este modo, se explica el que en la exposicién de Ia patologia de las relaciones humanas debamos considerar como factores coadyuvantes (0 cofactores) los que dependen de la soctopatologia individual; asi, no po- dran menos de estudiarse la locura, 1a embriaguez, la narcomania y otros morbos sovio-individuales en cuanto se estudien el divorcio, el abandono de hogar y otros morbos de las relaciones humanas. No obstante, esto no bastard, pues a su vez el divorcio y el abandono seran factores coadyu- vantes en la aparicién de trastornos mentales y de desorganizacién de la per- 16 Gillin, Opus, cit, pag. 106. Introduccién a la Sociopatologia 387 sonalidad en el individuo, asi como de dependencia de la familia abandonada por uno de los padres, etc. Esto quiere decir que, desde el punto de vista estadistico, uno de los elementos mas utiles para el estudio de la Sociopa- tologia ser4 el que nos brindan los Iamados “indices de correlacién”. Por lo dicho, resulta claro que los dos elementos del problema de desajuste no pueden aislarse netamente, sino que entran en una trabazén casi indisoluble que, tmicamente por un proceso abstraccionista puede des- hacerse. Ya en el terreno de la Sociopatologia de las relaciones humanas (que sigue’a la de los morbos individuales), Ia aplicacién de la Sociometria se hace mas evidente, pues en ella se considera como primer tipo patolégico por estudiar el que se produce en las relaciones domésticas, ya que la fa milia sigue siendo —hasta el momento *7— el grupo fundamental de la sociedad, y todo desarreglo que en él ocurra habra de repercutir necesa- riamente en el todo de que forma parte. En este apartado de la Sociopatologia, se enfrentan los problemas derivados de la solteria, la viudez, el divorcio, el abandono de hogar, la dependencia infantil, la ilegitimidad en el nacimiento, la “transeuncia”, y la ancianidad. Como puede verse, solamente aquellos estados como la ancianidad y Ja nifiez pueden considerarse como productos involuntarios propios del des- arrollo vital, pues el resto de los casos deja que se patentice eti forma mas _.o menos apreciable, la voluntad del individuo; lo cual es de tenerse en cuenta para cuando Hegue et momento de sugerir soluciones, puesto que no se puede proceder en la misma forma cuando se cuenta con la voluntad del individuo o cuando se puede obrar (por persuacién u otros medios) sobre ella, que cuando el individuo desajustado (por ejemplo el nifio) es un ente meramente pasivo confiado al cuidado de la sociedad. ‘Aqui se nos presenta de nuevo el caso de un tipo de Sociopatologia que influye en otro o en otros varios: asi, la viudez y el divorcio influyen naturalmente en la aparicién de la dependencia infantil; ésta, puede trans- formarse —con el correr del tiempo— en prostitucién y en vicio. Por otra parte, hemos de encontrar factores distintos de las relaciones domés- ticas y de los factores individuales que también provocan trastornos en las propias relaciones domésticas, segiin es el caso del desempleo que influye en el abandono de hogar. 17 Cf. Queen y Adams: The Family in various cultures. J. B. Lippincott, Co. Chicago, Philadelphia, New York, 1952. 388 Revista Mexicana de Sociologia Ademas, las relaciones domésticas desajustadas van a provocar a su vez, repercusiones desastrosas en la organizacién social, econdmica y politica; asi, la “transeuncia” va a ser un producto o una manifestacién concomitante del desempleo, y éste contribuird tarde o temprano a la agudi- zacién de las crisis econémicas y a la aparicién de turbulencias de deter- minados sectores de la poblacién. Como puede verse por la enttmeracién de los morbos sociales que dependen del trastorno de las relaciones domésticas (viudez, solteria, ile~ gitimidad, etc.), la Sociologia sigue contentindose, en la mayoria de los casos, con elevar a la categoria de términos cientificos vocablos del len- guaje vulgar; sin embargo, un término de dicha enumeracion —tran- nos muestra también la necesidad que a veces hay de crear seuncia”. nuevos vocablos, El término “transeuncia” sirve para designar diversos tipos de vaga- bundismo (no sdlo dentro sino también fuera de las ciudades), de traba- jo migratorio y de verdadero:nomadismo; su amplitud significativa puede apreciarse si se tiene en cuenta lo que declara Gillin, segim el ctral “se usa esta palabra para incluir todas fas fricciones sociales que restiltan de la movilidad fisica o mental de la poblacién”, '* Sin embargo, esta definicién de transeuncia nos parece demasiado ambiciosa, pues es dificil delimitar esa “movilidad mental de la poblacién’” a la que en ella se alude; en efecto, el propio Gillin no hace tal delimi- tacién, sino que se contenta con sefialar los trastornos causados y las pre- venciones tomadas en contra de la extremada movilidad fisica de los ha bitantes. En este punto, seria conveniente precisar la forma en que esto nos brinda un ejemplo de la intima relacién existente entre la Sociopato- logia y los estudios que se refieren a la estructuracién dindmica de la sociedad, pues “movilidad” trasciende “dinamismo”, y “movilidad” se ha- lla implicita en la definicién de este morbo social, Esa transeuncia sociopatégena resulta ser, segtin esto, ch producto de una movilidad horizontal 0 de desplazamiento en el espacio, o de una mo- vilidad vertical o de desplazamiento jerarquico o de status del individuo ; © sea, que segiin esto, podriamos reconocer dos tipos de transeuncia (de los que sdlo uno es estudiado por Gillin): una transeuncia fisica, y una transeuncia mental. El estudio de la transeuncia en general, nos brinda un buen ejemplo de como procede la Sociopatologia en el estudio de un morbo social. Para 18 Gillin, of. cit, p. 354, Introduccién a la Sociopatologia 389 estudiar la transeuncia, como para estudiar cualquier otra enfermedad social : 19 Se la define. 2° Se clasifican sus diversos tipos. 3° Se muestra el transfondo (background). 49 Se sefialan sus repercusiones. 5? Se sugieren los métodos terapéuticos. Asi, tras haber definido Ja transeuncia en la forma en que lo he- mos hecho mAs arriba, se la clasifica (en fisica y mental) y se enume- ran sus diferentes tipos (trabajadores, inmigrantes, estacionales, desem~ pleados, dependientes; némadas “esenciales”). En seguida, se averiguan los antecedentes de los transetintes (en relacién con sus relaciones do- mésticas, con respecto a sus relaciones econémicas, etc.) asi, se estudia i aislamiento familiar en que han vivido y de qué tipo, la instruccién que han recibido y hasta qué grado, los empleos que han desempefiado y con qué salario, su edad, su nacionalidad y su estado de salud. Asimismo, en el estudio de la transeuncia, como en el de otras mu- chas manifestaciones sociopatégenas, es necesario estudiar los anteceden- tes biolégicos, ya que, segin Davenport, “los biélogos han llegado a la conclusion de que la tendencia nomédica es una caracteristica ligada al sexo, heredada principalmente por los hombres” atm cuando también se asienta que suele corresponder a familias que sufren disturbios emociona- les periddicos. Analizados los caracteres y las causas posibles de una socio-enfer- medad, es necesario mostrar las repercusiones de la misma en la socie- dad; asi, con respecto a la transeuncia se sefialan: Ia desmoralizacién de la personalidad, el inatil gasto econémico y el desperdicio de energias humanas (que por ser escasas han hecho nacer una “ciencia de las rela ciones humanas en el trabajo”, Ja cual trata de aprovecharlas al maximo). asi como la desmoralizacién social que se produce al encontrar algunos individuos que el nomadismo o la transeuncia en que viven es facil via d= supervivencia que invita a ser imitada. Finalmente, un estudio sociopatolégico debe incluir consideraciones relativas a métodos de combate y programas de rehabilitacién de los des- ajustados, en los cuales debe tenerse en cuenta el diagnéstico de las causas para proponer los remedios adecuados que pueden ser : 390 Revista Mexicana de Sociologia. 1. De cardcter fisico-médico (0 fisidtrico). 2, De caracter psiquiatrico. 3. De cardcter legal. 4. De cardcter asistencial. 5. De caracter educativo. Tras el problema de las relaciones domésticas, hay que considerar los desajustes producidos por los cambios en la organizacién social, de jos cuales, los mas importantes son los derivados de la industrializaci6n y de los hechos concomitantes, como es el de la escision de Ja sociedad em clases, y la creciente urbanizacién que desorganiza tanto al grupo social receptor de la inmigracién rural y de los adelantos etnolégicos como al oa los grupos donantes que también se desorganizan. Estos problemas, que en buena parte son el resumidero de todos los anteriores (individuales y de relaciones familiares, son los que dan a nuestra época su perfil critico, de aqui la importancia de los estudios so- ciopatolégicos en el combate de esas. mismas crisis que, como muchos se han dado cuenta, nacen del choque entre capitalistas y trabajadores, de la pugna producida por diferencias raciales (discriminacién), del brusco chocar de las culturas (debido a migraciones o a programas fallidos de in- corporacion de las minorias), todo lo cual es a la vez causa y efecto de los desajustes del individuo con su sociedad. Gillin sefiala varias medidas sociales para la desaparicién de los des- ajustes ; entre las que se cuentan : 1, Extensién de las oportunidades educativas, 2. Desviacién de la atencién hacia otros valores distintos de ios eco- némicos (tales como los filantrépicos, civicos o artisticos). 3. Ampliacién de los oportunidades politicas y de la participacién en. el gobierno. 4. Igualdad ante la ley. 5. Adaptacién de las religiones a las necesidades sociales del mo- mento. En suma, una politica que, sin pretender un cambio radical de regi- menes econémicos y tecnolégicos, haga disminuir las tensiones por um Introduccién a la Sociopatologia 391 procedimiento que siempre nos ha parecido admirable y que consiste en mantener una de dichas tensiones, mientras que se hace que el resto de ellas. desaparezca ; 0 sea que, un poco como dice Ferndndez Suarez: “Toda or- ganizacién social, en definitiva, debe cuidar un espacio libre, una camara de seguridad, un Ambito de latitud que haga sitio a lo irracional_y des- conocido, Siempre que se trata de construir una organizacién ha de que- dar una brecha abierta en su estructura, una salida de escape por donde: pueda liberarse el hombre integral. Otra cosa seria encerrarlo en un cam- po de concentracién”. # Esa brecha por donde el hombre integral puede escapar del campo de concentracién y de la psicologia desorganizadora que le es inherente esta representada por las medidas que sugiere Gillin, pues, en efecto, si la primacia econémica coincide en los mismos individuos con la preeminen~ cia cultural, politica, legal y religiosa, y la inferioridad econémica va acom- pafiada de minusvalia educativa, politica, legal y religiosa, quienes perte- nezcan a uno de los dos grupos veran a los del otro como a seres entera~ mente distintos de si mismos, a los que hay que combatir. En cambio, en la otra forma, quienes pueden verse como distintos en el campo econd- mico, se miran como semejantes en el campo religioso, legal, politico, ete., con lo que las tensiones se aflojan y la Sociopatologia se combate. Como Ia amplitud lateral de cada uno de estos temas es tan grande, ni atin a titulo de mostramiento divulgatorio de perspectivas podemos des- arrollarlos en este breve trabajo. Quede pues para otra ocasién y para: otras capacidades el desarrollo de temas que, a pesar de su importancia, hemos bosquejado apenas, con el propésito de indicar los cauces por los que se puede orientar el estudio de los problemas sociales, en un sentido: al mismo tiempo cientifico y pragmatico. 19 Fernandez Suarez, Alvaro: “Teoria de ta Desorganizacién”. Cuadernos Americanos Nov. Dic. 1951, México, D, F.

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