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CRIMINALIDAD ECONÓMICA, NORMA PENAL EN BLANCO Y

RETROACTIVIDAD DE LA LEY MÁS BENIGNA (A PROPÓSITO DE


UN RELEVANTE CAMBIO DE CRITERIO POR PARTE DE LA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN)
JOSÉ DANIEL CESANO1

Abstract: El presente trabajo intenta discutir el problema de la aplicación de la ley más benigna en el
caso de leyes penales en blanco dictadas en el ámbito del Derecho penal económico. Con tal finalidad, se
tomará como punto de partida un reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación relacionado
con esta temática.

SUMARIO: I.- Introducción. II.- El criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el


precedente “Cristalux”: A) El caso. B) La doctrina de la Corte anterior al precedente “Cristalux”. C) El
cambio de criterio. III.- El marco conceptual: Derecho penal cambiario y técnica de la ley penal en
blanco. IV.- La ley penal en blanco y el ámbito temporal de la normativa de complemento: A) Preliminar.
B) El ámbito temporal de la normativa de complemento: el problema y su solución. V.- A modo de
conclusión.

I.- Introducción
En un trabajo reciente2, afirmábamos que, pese a innegables adelantos, la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en lo que concierne al
tratamiento de la ley penal en blanco, seguía ofreciendo algunos flancos débiles.
Concretamente – señalábamos – la firme reticencia a aplicar el principio de benignidad en
aquellos casos en los que se verificaba una modificación (posterior al hecho delictivo) de la
norma de complemento.
En un fallo muy reciente, nuestro máximo Tribunal federal ha variado aquella postura
inveterada. En la presente contribución nos proponemos analizar el significado de esta
relevante variación jurisprudencial.

1
Miembro correspondiente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Doctor
en Derecho y Ciencias Sociales. Miembro del Consejo Consultivo Internacional del ICEPS (International
Centre of Economic Penal Studies - Nueva York).Profesor de postgrado en las Universidades Nacional de
Córdoba [R.A.] (Carreras de Especialización en Derecho Penal y Derecho de los Negocios), Siglo 21
(Diplomatura en Derecho Penal Económico), Blas Pascal (Especialización en Derecho Penal Económico) y
Universidad de Castilla La Mancha – Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional – Universidad
Nacional de Córdoba [R.A.] (Especialista en Derecho Penal Económico). Contacto: cesano@ciudad.com.ar
2
Cfr. José Daniel Cesano, Principios constitucionales y ley penal en la reforma de 1994: de la formulación a la
praxis, Ley, Razón y Justicia, Nº 10, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2006, pp.139/164.
CENTRO DEI NVESTIGACIÓN INT EROISCIPLI NARIA
C IIDPE EN DEREC HO PENAL ECONÓMICO

II.- El criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el precedente


“Cristalux”
A) El caso
Tres ex directivos de la firma “Cristalux S.A.” fueron condenados, en forma solidaria
con la empresa, por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal económico, al pago de
una multa por violación al régimen penal cambiario. De acuerdo al dictamen del Procurador
General, los hechos materia de investigación fueron los siguientes: los imputados omitieron
ingresar y negociar en el mercado único de cambios, en tiempo propio, el contravalor en
divisas de diversas exportaciones de productos de vidrio realizadas a Uruguay, República
Dominicana, Perú, Paraguay y Bolivia, entre los años 1982 y 1991, circunstancia por la cual
se imputó violación al art. 1º, incs. e y f y art. 2º, inc. f, de la ley 19.359 (t.o. según decreto
1265/82), en función del art. 1º del decreto 2581/64, circular COPEX I —capítulo I— y
comunicación "A" 39 de la citada entidad. El período de la omisión fue ubicado entre el 13
de junio de 1983 y el 10 de enero de 1992.
El magistrado de primera instancia decidió la absolución de los nombrados al declarar
la prescripción de la acción penal cambiaria con relación a casi la totalidad de las
infracciones imputadas, con excepción de la derivada de la exportación efectuada a Uruguay
el 28 de marzo de 1991, instrumentada en el permiso de embarque 072787 de fecha 18 de
marzo de ese año, respecto de la cual entendió que correspondía aplicar —por el principio de
ley penal más benigna— las disposiciones del decreto 530/91, cuyo art. 1º había dejado sin
efecto la obligatoriedad de ingresar y negociar en el sistema financiero nacional las divisas
provenientes de las exportaciones de productos nacionales.
Tal decisión condujo al fiscal actuante a interponer recurso de apelación ante la
cámara del fuero, donde los jueces de su Sala B sostuvieron —en lo que aquí interesa— la no
aplicación al caso del principio de retroactividad de la ley más benigna, al considerar que por
el citado decreto 530/91 sólo se modificaron las previsiones por las cuales se completa la ley
19.359, pero su dictado no importó la supresión de ésta última, puesto que afirmar lo
contrario implicaría otorgar al Poder Ejecutivo la facultad implícita de derogar la normativa

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penal cambiaria. Al fundar esta tesis, la Cámara remitió al precedente de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación in re “Argenflora, S.C.A.”3.
B) La doctrina de la Corte anterior al precedente “Cristalux”
El caso “Argenflora” fue resuelto el 6 de mayo del año 1997. En lo medular, la
doctrina sentada por la Corte en aquel precedente4 puede sintetizarse de la siguiente manera:
“(...) las variaciones de la ley extrapenal que complementa la ‘ley penal en blanco’ no dan
lugar a la aplicación de la regla de la ley penal más benigna, cuando ese complemento de la
norma penal es un acto administrativo concebido ya por ella misma como de naturaleza
eminentemente variable. En tal sentido, las variantes reflejan circunstancias de hecho, cuya
desaparición luego de cometido el delito, en nada influye sobre la punibilidad de éste”.
También se señaló que: “si se aplicara indiscriminadamente el principio de la retroactividad
benigna del art. 2° del Código Penal importaría, respecto de estas leyes especiales,
despojarlas a priori de toda eficacia, pues el ritmo vertiginoso con el que se desenvuelve el
proceso económico desactualizaría rápidamente las disposiciones anteriores que intentaban
protegerlo” (Fundamento jurídico N° 6).
Tal tesitura, fue mantenida (por mayoría de votos) al fallar el precedente “Diego Luis
Ayerza” (16 de abril de 1998)5.
C) El cambio de criterio
Con fecha 11 de abril de 2006, el máximo Tribunal Federal cambió el criterio sentado
en el precedente “Argenflora” y ratificado en “Ayerza”. Así lo hizo al fallar el caso
“Cristalux S.A. s/ ley 24.144. RECURSO DE HECHO”, que motiva este breve comentario.

3
Para el texto de este fallo, Cfr. José Luis Amadeo, La ley penal más benigna según la jurisprudencia de la
Corte, Ed. Ad – hoc, Bs. As., 1999, pp. 75/79.
4
En rigor, en este precedente, hubo una remisión expresa a lo resuelto, por el mismo tribunal, en Fallos,
311:2453 (in re “Cerámica San Lorenzo I.C.S.A.”). En dicho decisorio, la Corte, haciendo suyo el dictamen del
Procurador General, sostuvo que, en el caso de violación de la ley 20.680 (de abastecimiento) “(...) las variantes
ocasionales de los precios, así como su ocasional renovación, sólo juegan como nuevas circunstancias de hecho,
cuya desaparición luego de cometido el delito, en nada influye sobre la punibilidad de éste. Si se aplicara
indiscriminadamente el principio de la retroactividad benigna del artículo 2° del Código Penal, importaría
respecto de estas leyes especiales, despojarlas a priori de toda eficacia, pues el ritmo vertiginoso con que se
desenvuelve el proceso económico desactualizaría rápidamente las disposiciones anteriores que intentaban
protegerlo”.
5
Para su texto, Cfr. Amadeo, La ley penal (...), op. cit., pp. 79/92.
Básicamente, en este último fallo, la mayoría de la Corte6 adhirió a la disidencia vertida por
el Juez Petracchi al votar el precedente “Ayerza”.
¿Qué dijo el ministro Petracchi en “Ayerza”?
El Juez Petracchi estructuró su argumentación sobre la base de los siguientes
postulados:
a) En primer lugar, hizo referencia a la jerarquía constitucional que, a partir de 1994 – y
merced a la incorporación de la Convención Americana de Derechos Humanos [en adelante
C.A.D.H.] y del Pacto Internacional de derechos Civiles y Políticos [en adelante P.I.D.C.P.]
(artículo 75, inciso 22, 2ª cláusula, C.N.) - se confirió al principio de retroactividad de la ley
más benigna7. Así dijo que: “[e]l reconocimiento de tal principio en los arts. 9°, in fine, de la
C.A.D.H. y 15, ap. 1°, in fine, del P.I.D.C.P. obliga (...) a mudar de punto de partida. La
norma [ahora] es, pues, ‘si con posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la
imposición de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello’ (tal el texto
compartido de ambos tratados). Más allá de la norma transcripta sólo se abre el estrecho
campo de las excepciones, de las estrictas restricciones legítimas a los derechos humanos
consagrados en las citadas convenciones internacionales” (Fundamento Jurídico N° 6)8.

6
Las conclusiones a las que arriba el Tribunal son coincidentes (se deja sin efecto la sentencia apelada).
Empero, los ministros Fayt y Argibay Molina, efectúan un voto particular en donde, a su vez, remiten a la tesis
sostenida por el primero de los nombrados en el caso “Ayerza”.
7
Sobre este aspecto, cfr. José Daniel Cesano, Proyecciones de la reforma constitucional (1994) sobre la
retroactividad de la ley penal más benigna, Zeus, Rosario, 27 de noviembre de 2000, boletín Nº 6563, Tº 84,
pp. 2/6.
8
Para el juez Petracchi, una de las excepciones legitimas estaría representada por las leyes temporarias o de
emergencia. Para llegar a esta conclusión, realiza una argumentación (compartida en la ponencia conjunta de los
ministros Fayt, Boggiano y Bossert) de carácter genético. Por nuestra parte, discrepamos con tal opinión. En
efecto, hemos sostenido ya que esta forma de argumentación (la genética o histórica) “no parece decisiva
cuando, de lo que se trata, es de interpretar un texto (artículos 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y 9 de la Convención Americana) inserto en un sistema normativo constitucional. En este sentido
coincidimos con la opinión de Robert Alexy (Cfr. Teoría de los derechos fundamentales, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1997, pp. 227/230) respecto a que: ‘(...) la medida y fuerza de sujeción de la
argumentación iusfundamental a los argumentos (...) genéticos son limitadas. La relativamente reducida medida
de la sujeción resulta tanto de la apertura de las disposiciones iusfundamentales como del hecho de que en
muchos casos nada o nada unívoco, puede obtenerse de la génesis. La fuerza de la sujeción es relativizada por el
hecho de que los argumentos (...) genéticos, cuando son relevantes, no siempre obligan el resultado por ellos
exigido. Pueden ser superados por otros argumentos’. Y es del caso que, en la hipótesis que aquí se analiza, el
argumento semántico parece ser concluyente. En efecto: tanto la estructura lingüística del texto de la
Convención Americana (art. 9º) como la del Pacto Internacional (art. 15) se refieren a un caso de sucesión de
leyes, sin distinguir el carácter excepcional o temporal de la sustituida por la posterior más benigna. Sobre esta
base no puede dejar de reconocerse el valor de la siguiente pauta derivada de la teoría de la argumentación: ‘un
texto legal (...) tiene prioridad sobre otras fuentes del derecho, sin que importen que éstas estén dotadas de
autoridad o sean materiales’ (Cfr. Aulis Aarnio, ‘Lo racional como razonable’, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1991, p. 143); con lo que, toda otra forma argumental, cuando la ley (por su
b) Para el juez Petracchi, el asunto discutido en el caso (que guarda, en lo normativo, una
semejanza con el plateo realizado en el precedente “Cristalux”) resulta ajeno “al referido
ámbito de los regímenes penales temporarios. En efecto – continúa el magistrado- se trata en
esta oportunidad de resolver si, ante una ley penal en blanco – como lo es la ley 19.359 en
los incisos de su art. 1° que han entrado en consideración en el caso -, las mutaciones de
las normas permanentes que la complementan ponen también en funcionamiento el
derecho del imputado a beneficiarse por la nueva configuración normativa”
(Fundamento jurídico N° 9. El énfasis nos corresponde).
c) Esencialmente, al dar respuesta al agravio puntual, el ministro Petracchi expresó: “(...) el
decreto 2581/64 estableció un sistema de clausura en relación con el tráfico exterior de
divisas. Éste imponía el deber de ingresar al país toda suma ganada en moneda extranjera por
un residente de la República Argentina. A la vez, disponía un riguroso régimen de control de
la salida de divisas que tendía a reducir al mínimo la extracción de moneda extranjera del
mercado interno. La (...) circular COPEX 1, capítulo II, reglamentaba ese régimen de control
en lo relativo al pago de importaciones. Ésa es la reglamentación cuya violación se ha
imputado en estas situaciones. En términos del Banco Central, se atribuyó la realización de
un ‘... pago de mercadería(s) que – ex ante – se sabía que no iban a ser despachadas a plaza
(...). Es decir se produjo un giro indebido por abonarse una mercadería que de no mediar el
accionar descrito no hubiera significado una erogación de divisas para el país’ (...). A su vez,
el decreto 530/91 – que derogó el entonces aún vigente art. 1° del decreto 2581/64 – forma
parte del proceso de modificación del anterior sistema por uno, precisamente opuesto, de
apertura del mercado cambiario (...). Consecuencia de aquél es también la derogación de las
disposiciones de la circular COPEX 1, capítulo II (...). Por tanto, conductas como la imputada
en estos autos – ilícitas a la luz del sistema ordenado por el decreto 2581/64 – dejaron de

estructura idiomática) no admite realizar distinciones, debe ser considerada como un razonamiento de carácter
más bien débil” (Cfr. Cesano, “Proyecciones...”, op. cit., p.6). Quizá pueda pensarse que, a partir de nuestro
razonamiento, las leyes penales transitorias (temporales y excepcionales), se tornarían inocuas desde una
perspectiva político criminal. Y efectivamente, así es. Una solución posible que conjugue ambos intereses (esto
es: el de un mayor resguardo punitivo frente a una situación de excepción y el de aplicación retroactiva de la ley
más benigna) podría ser el siguiente: que la norma transitoria, expresamente, prevea que su vigencia
subsistirá para los casos ocurridos durante su imperio. Una tal previsión implicaría la no derogación de la
norma. En otras palabras: no se trataría de un caso de sucesión de leyes en el tiempo por cuanto, más allá de la
finalización de la situación de excepción, el mismo precepto ya perpetuaba (para los hechos acaecidos en ese
período) su vocación aplicativa. Para este argumento, cfr., mutatis mutandi, Javier Augusto De Luca, Leyes
penales más benignas, en blanco y Constitución Nacional, Ed. Ad – Hoc, Bs. As., 1997, p. 90.
estar prohibidas con el dictado del decreto 530/91 y la consecuente derogación del régimen
anterior. Como principio, pues, el imputado debería beneficiarse de ello” (Fundamento
jurídico Nº 10).
d) Por fin, el voto que sintetizamos, expresamente considera inaplicables a este caso, las
remisiones a los precedentes que la Corte, a su vez, efectuara al fallar “Argenflora”. Al
respecto, el Juez Petracchi epiloga su razonamiento con la siguiente afirmación:
contrariamente a lo sucedido en los antecedentes que se aplicaron en “Argenflora”, “la
modificación legal examinada en estas actuaciones tuvo como consecuencia una considerable
ampliación de la esfera de libertad de comportamiento en el campo del tráfico exterior de
divisas y la consiguiente revocación del concreto fin de protección al que respondía el
sistema de clausura fundado en el decreto 2581/64 (...). Por lo tanto, es forzoso concluir que
tal modificación cae, respecto de la conducta imputada a Ayerza, en el ámbito de ampliación
directa de la regla de la retroactividad de la ley penal más benigna.” (Fundamento jurídico Nº
14).

III.- El marco conceptual: Derecho penal cambiario y técnica de la ley penal en blanco
Más allá del claro mandato de legalidad contenido en el artículo 18 de la Constitución
Nacional - notablemente fortalecido, ahora, por diversas normas introducidas como
consecuencia de la reforma de 19949- en la actualidad resulta indiscutible el crecimiento de la
utilización del recurso a la técnica de las leyes penales en blanco.
Mucho se ha discutido sobre la justificación de esta actitud. Sin embargo, existe cierto
consenso en que, uno de los factores que legitimarían tal crecimiento está dado por la
dilatación de los límites de la tutela penal hacia nuevas materias, caracterizadas, además, por
una intrínseca complejidad (medio ambiente, regulación económica, etc.); complejidad que, a
su vez, torna prácticamente improbable que el legislador mantenga un rígido monopolio10. Si

9
En efecto, expresa Jorge De la Rúa, que la reforma de 1994 reforzó, en algunos aspectos, el principio de
legalidad. Ello se advierte, básicamente, en los siguientes aspectos: a) al excluir expresamente de los posibles
contenidos de los decretos de necesidad y urgencia a la materia penal; b) al vedar – a fortiori – que pueda ser
objeto de legislación delegada disposiciones de esta naturaleza (penal) y c) al excluir, también, lo atinente a la
regulación del ius puniendi, del derecho de iniciativa (Cfr. La reforma de 1994 y su influencia en las ciencias
penales, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Anales, 1997, pp. 184/185).
10
Así, Francesco Palazzo, Estado constitucional de derecho y derecho penal, en AA. VV., Teorías actuales en
el Derecho penal, Ed. Ad-Hoc, Bs. As., 1998, p. 156.
se comparte la interpretación anterior, a nadie puede llamar la atención, la circunstancia de la
proliferación de disposiciones normativas de este tipo; en particular dentro del ámbito de la
denominada criminalidad económica11.
El recurso al empleo de leyes penales en blanco, empero, está repleto de dificultades.
La gama de problemas que genera resulta de la más diversa; tensionando, en muchos casos,
la propia garantía de legalidad. Así, y sin ánimo de exhaustividad, se ha discutido la validez
de que la disposición complementaria pueda emanar de una instancia normativa distinta a la
del Congreso Nacional (por lo general, el Poder Ejecutivo)12; o las dificultades derivadas de
la hipótesis en donde, el complemento al que se remite la ley penal en blanco es un producto
normativo que, por la distribución de competencias legislativas propias de nuestro sistema
federal, corresponde a los Estados Provinciales13 o, por fin, si una modificación de la norma

11
Se trata de un fenómeno generalizado: respecto de la situación en Italia, cfr. Enzo Musco, El nuevo derecho
penal económico entre poder legislativo y poder ejecutivo, en Juan María Terradillos Basoco – María Acale
Sánchez (coordinadores), Temas de Derecho penal económico. III Encuentro Hispano – Italiano de Derecho
penal económico, Ed. Trotta, Madrid, 2004, pp.174/175. Asimismo, y en igual sintonía, con respecto a la
situación de la cuestión en Francia, Cfr. Geneviève Giudicelli – Delage, Droit pénal des affaires, Dalloz, 1994,
p. 25. Respecto de España, cfr. Manuel Jaén Vallejo, Cuestiones actuales de Derecho penal económico, Ed. Ad
– Hoc, Bs. As., 2004, p. 34 y ss. En la literatura jurídica uruguaya, Gabriel Adriasola, por su parte, señala que la
“extendida creencia de que en (...) (esta) materia (se refiere a la legislación penal económica) es absolutamente
necesario el recurrir a tipos excesivamente abiertos y a normas penales en blanco”, “lo que ensancha aún más la
discrecionalidad judicial”, “comporta además una agravante. En efecto, la selectividad del aparato penal y la
habitual naturaleza simbólica de las legislaciones en materia penal societaria o económica – continúa el autor –
(...) sin duda constituyen una merma a la imagen de eficacia. Es por esa razón que cada vez que algún caso de
estas características ingresa al sistema penal, el aparato judicial se encontrará generalmente más proclive a la
incriminación para promover esa imagen de eficacia, y parece indudable que la existencia de tipos penales de
estas características son un instrumento idóneo para reforzarlas” (Cfr. Juez, legislador y principio de taxatividad
en la construcción del tipo penal, en El penalista liberal. Controversias nacionales e internacionales en
Derecho penal, procesal penal y Criminología. Libro homenaje a Manuel de Rivacoba y Rivacoba, Ed.
Hammurabi, Bs. As., 2004, p. 1067). Ciertamente, el riesgo enunciado, no tendría porqué preocuparnos en la
medida que, entre nosotros, existiese una cultura de la judicatura conciente de que, por encima de la ley, están
las mandas de la Constitución.
12
Refiere Esperanza Vaello Esquerdo que, pese a que puedan resultar atendibles las cuestiones prácticas que se
invocan, para utilizar esta técnica, “se le oponen serios reparos – especialmente en los casos en que la remisión
se hace a normas de carácter reglamentario-, considerando que resulta un peligro para el principio de legalidad y
la reserva de ley, con el consiguiente riesgo para la certeza y seguridad jurídicas. De ahí que no nos deba
sorprender que algunos autores hayan defendido su inconstitucionalidad por entender que supone una
vulneración del principio de legalidad” (Cfr. Introducción al Derecho penal, Universidad de Alicante, 2002, p.
54). Entre nuestros autores, Carlos A. Tozzini, partiendo de una distinción que formulara en la doctrina italiana
Vassalli, refiere que hay leyes “que dejan a instancias administrativas intermedias caracterizar, especificar,
alguna vez directamente integrar, y hasta formular el precepto”. Con relación a esta posibilidad, el autor expresa
que prevalece la tesis “conforme a la cual el reglamento (...) administrativo podrían solamente especificar o
describir analíticamente el precepto fijado en la norma legal, pero sin poder en modo alguno integrarlo” (Cfr.
Garantías constitucionales en el Derecho penal, Ed. Hammurabi, Bs. As., 2005, pp. 68/69).
13
Esta situación, también se plantea en la doctrina española respecto de las atribuciones de las Comunidades
Autónomas. En tal sentido, afirma Vaello Esquerdo (op. cit., p. 55) que: “Otro de los problemas graves que
plantea la remisión normativa (...) es el de aquellos supuestos en que la norma que complementa el CP emana
complementaria, posterior al hecho delictivo, puede aplicarse retroactivamente en caso de
resultar más beneficiosa para los intereses del imputado.
La descripción precedente, enmarca, sucintamente el fallo que nos convoca.
En efecto, el Derecho penal cambiario constituye un ámbito del Derecho penal
económico que, hoy, vuelve a cobrar relevancia, luego del proceso de devaluación devenido
tras el fin de la convertibilidad. Es que, el régimen de control de cambios “resulta
trascendente para la economía, en tanto tiene como objeto proteger la moneda y regular las
importaciones de modo que su infracción causa un daño consistente en la perturbación y
obstaculización de la política económica y financiera del Estado”14.
Dentro de ese ámbito (régimen penal cambiario), los artículos 1° y 2° de la ley 19.359
(y sus modificatorias)15, prevén las distintas conductas o acciones prohibidas. La lectura de
los preceptos (entre los cuales se encuentran las normas que se atribuyeron como infringidas
por los imputados)16 permite apreciar que se trata de disposiciones que han utilizado la
mentada técnica de la ley penal en blanco17; reenviando, en este caso, a disposiciones del
Poder Ejecutivo, quien – en definitiva – completa o llena la acción delictiva.
Al proceder de esta manera, se reeditan algunas de las problemáticas consustanciales
con esta técnica legislativa. En esta ocasión – y según ya lo describiéramos al presentar el
caso tratado en el fallo que se analiza – nuestra discusión se vincula con una reforma,

de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas, que tienen, por ejemplo, facultades para
establecer normas adicionales de protección medioambiental (...). En tanto (...) las legislaciones autonómicas
sobre el particular no sean coincidentes, se ha esgrimido la posible infracción al principio de igualdad, dado que
el mismo hecho cometido por dos ciudadanos en diferentes territorios autonómicos podría constituir delito en
un sitio y en el otro no”.
14
Cfr. Mariano Hernán Borinsky y Alejandro Catania, Los mismos sospechosos de siempre, en Zulita Fellini
(directora), Temas de Derecho penal económico y responsabilidad de las personas jurídicas, T° II, Grün
editora, Bs. As., 2004, pp. 91/92.
15
Leyes 22.338 y 24.144.
16
A los acusados se les imputaron los artículos 1°, incisos “e” y “f” y 2°, inciso “f”. Dispone el inciso “e”:
“Serán reprimidos con las sanciones que se establecen en la presente ley: (...) e) toda operación de cambio que
no se realice por la cantidad, moneda o al tipo de cotización, en los plazos y demás condiciones establecidos por
las normas en vigor”. Por su parte, el inciso “f” (del mismo artículo 1°) reprime: “todo acto u omisión que
infrinja las normas sobre el régimen de cambios”. Finalmente, el artículo 2° en su inciso “f”, párrafo 1°,
establece una cláusula de responsabilidad directa de la persona jurídica (sobre ésta, cfr. José Daniel Cesano y
Fabián I. Balcarce, Reflexiones sobre la responsabilidad penal de las personas jurídicas en la República
Argentina, Anuario de Derecho penal y ciencias penales, Tº LVI, Madrid, 2004, p. 419); en tanto que, en su
párrafo 2° dispone la solidaridad de la sanción pecuniaria entre el ente ideal y los directores. Para un excelente
análisis dogmático de las diversas figuras delictivas contenidas en la ley 19.359, cfr. María T. Garay, Régimen
penal cambiario, en Fabián I. Balcarce (Director), Derecho penal económico. Parte especial, T° III, Ed.
Mediterránea, Córdoba, 2006, pp. 45/100.
17
Así opina Ventura González, Nociones generales sobre derecho penal económico, Ediciones Jurídicas Cuyo,
Mendoza, 1998, p. 176.
posterior al hecho que se incrimina, del decreto del Poder Ejecutivo Nacional que actúa como
norma de complemento; modificación reglamentaria que tiene interés (por su posible efecto
más benigno) sobre la disposición legal complementada18.
Como se viera en el acápite anterior, en el precedente “Cristalux” se ha operado un
cambio significativo (al plegarse, el máximo tribunal federal, a la tesis sostenida por el
ministro Petracchi in re “Ayerza”). Y calificamos la mutación de criterio como significativa
ya que, hasta antes de este decisorio, el razonamiento de la mayoría de la Corte y de los
tribunales inferiores era el siguiente: cuando la ley del congreso (en nuestro caso, los incisos
“e” y “f”, del artículo 1°, de la ley 19.359) se mantienen inalterados pero la norma de
complemento (el decreto 2581/1964) es sustituida por otra (decreto 530/1991) que
desincrimina la conducta que antes era castigable, al no cambiarse la ley que establece el
precepto y la sanción (esto es: los incisos “e” y “f” del artículo 1°) sino la
reglamentación, la conducta sigue siendo delito punible19.

IV.- La ley penal en blanco y el ámbito temporal de la normativa de complemento


A) Preliminar
En primer término conviene recordar que, según el artículo 20, inciso “a”, de la ley
19.359, no resultan aplicables al régimen penal cambiario, entre otras previsiones, el artículo
2° del Código Penal “cuando se trate de la imposición de la pena de multa en todos los
supuestos del artículo 2° de la presente ley”.
Obviamente, tal disposición, colisiona abiertamente con los artículos 9°, in fine, y 15,
apartado 1°, in fine, de la Convención Americana de Derechos Humanos y del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, respectivamente; documentos internacionales
que consagran, con jerarquía de garantía constitucional (artículo 75, inciso 22, 2ª cláusula,
C.N.) el principio de retroactividad y ultra-actividad de la ley penal más benigna. Por tal
razón, el legislador infraconstitucional, como premisa general, no puede excepcionar, a
través de una norma de menor jerarquía, un precepto de aquel valor (artículo 31, C.N.).

18
En esta ocasión, por tanto, no discutiremos la posible tensión entre la ley penal en blanco y el principio de
legalidad, dado el origen de la instancia normativa de complemento (Poder Ejecutivo).
19
Así plantea la cuestión, De Luca, Leyes penales más benignas, en blanco y Constitución Nacional, ob. cit.,
p. 14.
Si bien es cierto que, para algún sector de la jurisprudencia – con la cual,
personalmente, no comulgamos - el principio anterior se excepcionaría en casos de leyes
transitorias (sea ya temporales o excepcionales), la norma que aquí se analiza no reviste ese
carácter. En palabras del ministro Petracchi: “resulta ajena al referido ámbito de los
regímenes temporales” (fundamento jurídico N° 9 del precedente “Ayerza”).

B) El ámbito temporal de la normativa de complemento: el problema y su solución


Las leyes penales en blanco poseen una fisonomía particular: una parte del supuesto
de hecho no se encuentra descrito en la ley; siendo necesario, para su determinación, acudir a
otra instancia normativa que la complete20.
No hay dudas que, cuando se produce una sucesión temporal de la ley (y no de su
complemento), en la medida en que tal modificación resulte más beneficiosa para los
intereses del imputado, la misma se aplicará retroactivamente21.
El tema que se discute, sin embargo - y sobre el cual este fallo toma postura –, es el
del régimen de sucesión cuando se trata de normas de complemento y, más concretamente,
“si a las mismas le sería de aplicación, y en caso afirmativo, en qué medida, la mencionada
excepción de la retroactividad de las normas penales más favorables”22.
Diferentes construcciones se han elaborado al respecto; sistematizando la doctrina
posturas contrarias a dar efecto retroactivo a la normativa de complemento y tesis favorables
a ese efecto23.
No corresponde – por elementales razones de prudencia vinculadas con la extensión
de esta nota – desarrollar cada una de estas posiciones.
Simplemente queremos explicitar porqué la nueva tesis de la Corte nos parece
correcta.
Con tal finalidad, comencemos por señalar que la actual tesis de la Corte recepta una
firme tendencia evidenciada en la jurisprudencia europea. En tal sentido – refiere Bacigalupo

20
Cfr. Dulce María Santana Vega, El concepto de ley penal en blanco,Ed. Ad Hoc, Bs. As., 2000, p. 27.
21
Como bien lo distingue Santana Vega: “(...) la cuestión de la retroactividad de la disposición penal más
favorable (...) [hay que abordarla] en una doble faceta: la de la ley penal en blanco y la de la normativa de
complemento. En el primer caso, estaremos ante el régimen general que sobre la materia rige para las otras
disposiciones penales ‘completas’ (...)” (Cfr. El concepto... , op. cit., p. 87).
22
Cfr. Santana Vega, El concepto (...), op. cit., p. 87.
23
Sobre este aspecto, ampliamente, Jesús María Silva Sánchez, Legislación penal socio-económica
(retroactividad de disposiciones favorables: el caso de las leyes en blanco), L.L. 1993 – E, pp. 1208/1226.
– que las sentencias del Tribunal Supremo Español N° 8 (de noviembre de 1963), 25 (de
septiembre de 1985) y 13 (de junio de 1990) “extendieron la aplicación de dicha disposición
[se refiere al artículo 2° del Código Penal español que regula el efecto retroactivo de las
disposiciones más benignas] a los preceptos administrativos y a la norma extrapenal
complementadores de una ley penal en blanco. La jurisprudencia española ha seguido, por lo
tanto, una evolución similar a la alemana, en la que hasta la sentencia contenida en BGHSt
20, se sostuvo que en las leyes penales en blanco no cabía admitir una modificación de la ley
penal cuando sólo se habían reformado normas extrapenales”24.
La senda indicada por tan importantes elaboraciones judiciales – y, ahora, seguida
también por nuestra Corte - resulta inobjetable. En efecto, la ley penal, a los efectos de la
aplicación del principio de retroactividad de las disposiciones penales más favorables, debe
ser entendida como referida a toda aquella previsión normativa que tenga consecuencias
penales. Esto supone incluir, bajo tal denominación, no sólo a las normas que definen delitos
y determinan la imposición de penas, sino también a aquellas otras que, pertenecientes a otras
ramas del ordenamiento jurídico, se incorporan al tipo penal para completar su sentido,
actuando como presupuestos de la imposición de una pena. De esta manera “la modificación
de la normativa de complemento, en cuanto puede ampliar, restringir o suprimir el ámbito de
lo punible queda sometida a la excepción de la retroactividad”25.

V.- A modo de conclusión


El fallo de la Corte que hemos analizado, importa un viraje significativo que debe ser
apreciado con beneplácito. Es que, la tesis defendida por la jurisprudencia anterior (de no
aplicación del principio de benignidad para las modificaciones de la norma de complemento)
se encuentra imbuida en una concepción sancionatoria del Derecho penal y puramente

24
Cfr. Enrique Bacigalupo, Principios constitucionales de derecho penal, Ed. Hammurabi, Bs. As., 1999, p.
105.
25
Cfr. Santana Vega, El concepto (...), ob. cit., p. 89. De idéntica opinión Bacigalupo, Principios
constitucionales (...), ob. cit., pp. 106 y 107. Este autor, expresamente analiza la situación vinculada con la
criminalidad tributaria. En sus conclusiones, incluso, llega a plantear la hipótesis de hechos cometidos bajo la
vigencia del secreto bancario y descubiertos una vez dejado éste sin efecto. En tal sentido refiere que: “[e]l
merecimiento de protección de estos intereses es, indudablemente, pequeño, pero ello no excluye la posibilidad
de considerar que el secreto bancario pueda haber tenido en su momento una cierta influencia sobre la
intensidad de la pretensión imperativa de la norma”.
formalista de lo injusto (anclada en la mera desobediencia); concepciones que ya no
encuentran recepción en la literatura científica dominante26.
Los argumentos que explicitáramos – en sintonía con los sostenidos por el decisorio
que comentamos – hacen difícil oponer alguna consideración a la premisa de que las
modificaciones experimentadas por las normas de complemento, en tanto parte integrante de
la ley penal, puedan quedar marginadas de la aplicación del artículo 2º del Código Penal.
Ello es así por cuanto, toda mutación de una norma (por efecto de una sucesión temporal) –
aún cuando se trate de un precepto reglamentario que completa el blanco de la ley - no es
sino la consecuencia “de una revaloración jurídica de una relación determinada”27; variación
axiológica que, necesariamente, debe proyectar sus efectos sobre el pasado en cuanto ha
tomado como punto de referencia hechos sucedidos durante la vigencia de otras
valoraciones jurídicas a las cuales modifica28.

26
Como lo recuerda Silva Sánchez, Legislación (...), ob. cit., p. 1215.
27
Así, Guillermo J. Fierro, Legalidad y retroactividad de las normas penales, Ed. Hammurabi, Bs. As., 2003, p.
272.
28
Fierro, Legalidad (...), ob. cit., p. 272. En igual sintonía (aún cuando analizando la cuestión a partir del
principio de proporcionalidad), ha expresado Juan Antonio Lascuraín Sánchez, Sobre la retroactividad penal
favorable, Ed. Civitas, Madrid, 2000, p. 129: “La clave de la legitimidad de la aplicación retroactiva radica,
pues, en si el cambio normativo, directo o de la normativa de remisión, muestra un cambio valorativo
relevante desde la perspectiva penal: desde la perspectiva del bien que se quiere proteger y de los ataques que
se consideran intolerablemente lesivos del mismo”.

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