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Historia de los Balcanes

Al igual que Medio Oriente, han sido desde fines del siglo XIX hasta nuestros días
territorio de pillaje, dominación y disputa de las grandes potencias imperialistas
Desde el Congreso de Berlín en 1878, cuando las principales potencias europeas decidieron
“organizar” las fronteras ante el constante repliegue del Imperio Otomano, los pueblos
balcánicos han visto condicionada su realidad política y económica desde el exterior.
La Primera Guerra Mundial
A partir del siglo XIX las transformaciones políticas, más allá del accionar de los movimientos
nacionalistas locales, tuvieron que ver con las pujas y disputas entre los imperios Otomano,
Austrohúngaro, Zarista, Alemán, y Francia y Gran Bretaña. Las permanentes tensiones incluso
provocaron el estallido de las Guerras Balcánicas en 1912 y 1913, que fueron la antesala de
la Primera Guerra Mundial (PGM).
El asesinato de Franz Ferdinand, a manos del nacionalista serbio Gravrilo Princip, fue la
excusa “ideal” para el desencadenamiento de la guerra. En poco tiempo, la península
balcánica, como buena parte de Europa, se convirtió en un polvorín. Las contradicciones
irresueltas entre el desarrollo de las fuerzas productivas al interior de las principales economías
europeas, y la diferencial posesión de colonias hizo que estallara el enfrentamiento bélico que
iba a costar millones de vidas.
Entreguerras
La finalización de la PGM modificó el mapa político y territorial balcánico a principios de 1919.
Desaparecidos Austria-Hungría y el Imperio Otomano, surgió el reino de los serbios croatas y
eslovenos (reino de Yugoslavia en 1929), Albania vio la luz como país independiente (aunque
sujeto a tutela italiana), Rumania amplió su territorio a costa de lo que perdió Hungría, Bulgaria
también se vio favorecida territorialmente a costa de Turquía, y Grecia mantuvo su status.
El periodo de entreguerras fue testigo de la fascistización de la mayor parte de los gobiernos
balcánicos. En 1940, los reinos de Yugoslavia, Rumania y Bulgaria firmaron la adhesión al
Pacto Tripartito, pero antes habían surgido formaciones políticas que sintonizaban
ideológicamente con Adolf Hitler y Benito Mussolini, como los ustashas en Croacia, la Guardia
de Hierro en Rumania, Zveno en Bulgaria y el gobierno de Ioannis Metaxas en Grecia.
Segunda Guerra Mundial
Las formaciones políticas de izquierda, especialmente los partidos comunistas, estaban
prohibidos y actuaban en la más profunda clandestinidad. Con la llegada de la Segunda Guerra
Mundial (SGM) salieron a la luz en Yugoslavia y Grecia, y jugaron un rol determinante en la
lucha contra la invasión nazi-fascista y sus colaboradores. Los partisanos yugoslavos y
griegos, además de llevar adelante una lucha de liberación nacional, se enfrentaron a las
fuerzas reaccionarias autóctonas que pugnaban por mantener el status quo previo a la guerra.
En Yugoslavia resultaron vencedores y como consecuencia surgió un Estado socialista, pero
en Grecia fueron derrotados tras duros años de guerra civil, y pudo entonces restablecerse la
dominación político-económica previa a la SGM. En Bulgaria, Rumania y Albania, como
consecuencia de la liberación de los territorios por parte del Ejército Rojo [con ayuda de los
partisanos], se establecieron gobiernos socialistas.
Guerra Fría

Luego de la SGM y hasta principios de 1990, salvo en el caso de Grecia que se mantuvo bajo
la órbita capitalista, el resto de los países balcánicos tuvieron regímenes socialistas. Con
diferentes matices, pues Yugoslavia no fue un satélite soviético como sí lo fueron Bulgaria,
Albania y Rumania (desde la llegada de Nicolae Ceausescu al poder mantuvo una relativa
independencia en política internacional); estos países fueron el escenario en donde surgió y
se consolidó una “nueva clase” (2): la burocracia socialista. El proceso de expropiación de la
burguesía trajo como resultado profundas transformaciones para la clase obrera y el conjunto
de los trabajadores, pero terminó quedando trunco y en definitiva su fracaso fue la condición
de posibilidad para el restablecimiento de la economía de mercado y el régimen político
burgués.
La Perestroika y la Glasnost, las reformas económicas y políticas llevadas adelante en la Unión
Soviética a mediados de la década de 1980, habían ido mostrando el camino para la
restauración capitalista en los regímenes socialistas de los Balcanes. El premier soviético,
Mijaíl Gorbachov, viabilizaba por medio de la Doctrina Sinatra (3) la posibilidad de que cada
país socialista decidiera sobre su destino; los tanques rusos del Pacto de Varsovia ya no iban
a invadir e interferir en la política interna de los “satélites” [para contrarrestar la interferencia
de EEUU], como lo habían hecho anteriormente en Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968).
De vuelta a la economía de mercado
El relampagueante paso de una economía socialista a la de mercado conmovió a los
habitantes de los Balcanes. La seguridad en materia socioeconómica, a pesar de todas las
carencias que pudieran existir, se desvaneció de un día para el otro. En el caso yugoslavo, el
pasaje del socialismo al capitalismo fue particularmente trágico pues costó la vida de miles de
personas como consecuencia de distintas guerras civiles y fratricidas. Las guerras de
desintegración de Yugoslavia, fogoneadas y usufructuadas desde el exterior, no sólo tuvieron
como consecuencia la muerte de casi un cuarto de millón de personas, sino que además el
pasado de convivencia y fraternidad entre los eslavos del sur fue gravemente dañado por una
mitología nacionalista que pretendía y pretende sostener que las diferencias religiosas y
nacionales provocan, por sí mismas, tensiones irreconciliables.
Las guerras civiles de Croacia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y en el conflicto de Kosovo,
con la intervención y bombardeo de la Organización de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN),
no fueron sólo consecuencia de los distintos intereses de los nacionalismos locales, ya fueran
estos encabezados por históricos disidentes comunistas -como Franjo Tudjman en Croacia y
Alija Izetbegovic en Bosnia- o encumbrados dirigentes que habían abandonado, ayer, la
“ortodoxia” socialista y se habían volcado al campo del nacionalismo, como Milan Kucan en
Eslovenia y Slobodan Milosevic en Serbia.
Las principales potencias imperialistas también jugaron un radical rol desestabilizador.
Alemania, El Vaticano y muchos países europeos rápidamente reconocieron las
independencias de Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina, inhabilitando la negociación y
promoviendo la desintegración. La venta ilegal de armas, la ayuda económica y la logística
militar brindada a los nacionalismos croata, musulmán y albano-kosovar por parte de
importantes gobiernos y organizaciones occidentales como la OTAN, Alemania y los EEUU de
América no hicieron más que alentar el conflicto bélico. Luego, con el desastre consumado,
terminaron jugando el rol de “garantes de paz” para terminar quedándose con buena parte del
“botín”.
Actualmente, el capital alemán es mayoritario en los países de la ex Yugoslavia y el gobierno
de Donald Trump tiene instalada en Kosovo la base militar estadounidense más grande fuera
de los EEUU. Croacia, Eslovenia, Montenegro, Rumania, Grecia, Albania y Bulgaria son
miembros de la OTAN, mientras que Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Serbia son aspirantes.
Bien lejos parece haber quedado el Pacto de Varsovia y la autonomía en política internacional
de la Yugoslavia de Tito, pero bien cerca la dependencia político-militar del imperialismo
liderado por EEUU.
Balcanes
La península Balcánica o península de los Balcanes es una de las tres grandes penínsulas
del sureste de Europa, continente al que está unida por los montes Balcanes al este (cordilleras
que han dado nombre a la península) y los Alpes Dináricos, al oeste.
Se encuentra rodeada de mares por tres de sus lados: el Adriático y el Jónico, al oeste; el
Egeo, al sur; y el Mármara y el Negro al este. Al norte, se delimita la península generalmente
por el curso de los ríos Danubio, Sava y Kupa. Está separada de Asia por los estrechos de
Dardanelos y del Bósforo. Esta región comprende una superficie total de más de 550.000
km² y tiene una población de casi 53 millones de habitantes.

La península, administrativamente, pertenece a los estados de Albania, Bosnia y


Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Grecia, Eslovenia, República de Macedonia,
Montenegro, Rumanía, Serbia, Kosovo (parcialmente reconocido) y Turquía (la región
europea de Estambul).Aunque estrictamente hablando Eslovaquia, Hungría, Rumania,
Moldavia y Ucrania no estén dentro de la península de los Balcanes, por motivos históricos y
culturales sí suelen ser incluidas en la región de los Balcanes.

Austria-Hungria y sus naciones sin estado en 1910


Imperio Habsburgo de Austria (morado azulado) e Imperio Otomano (rojos, dominio directo; naranja-marrón,
autonomías) en 1859.
La Austria-Hungria de los Habsburgo, la Rusia Zarista y la Turquia otomana se reparten los Balcanes
Cambios territoriales en los Balcanes I. 1815-1878; II. 1878-1915 (picar para ampliar)
Disgregación del Imperio turco en los Bacanes 1. Fronteras 1800, 2. Fronteras 1878. 3. Fronteras 1914.
6. GRECIA (expansiones de 1881, 1912 y 1913). 7. BULGARIA (1878 y “Rumelia autónoma” y expansión
1913). 8. SERBIA (1817, 1878,1913). 9. RUMANIA (1859, 1878, 1913)
Guerra Ruso-Turca de 1878
En 1875, estalló una revuelta anti-turca en Bosnia-Herzegovina y pronto se extendió por
Bulgaria, Serbia y Montenegro. La represión turca fue muy dura.

La Rusia zarista se mostró dispuesta a intervenir aunque era consciente de que necesitaba el
visto bueno del Imperio Austro-Húngaro, lo que acabó consiguiendo.

En 1877, tuvo lugar la Guerra Ruso-Turca que acabó con una total victoria rusa.
Se firmó el TRATADO DE SAN STÉFANO (1878). Se creó la Gran Bulgaria que quedó bajo
influencia rusa. Además, Rusia ganó parte de la Dobrudja. (al sur de Besarabia, actual
Moldavia). También se cedieron territorios a Rumania, Serbia y Montenegro.

Balcanes tras guerra ruso-turca y Congreso de Berlin (1878)

Las ventajas de Rusia preocuparon y molestaron al Imperio Austro-Húngaro que no obtuvo


ningún beneficio. El Imperio Austro-Húngaro exigió una revisión inmediata del Tratado de
S. Stéfano.
Esta revisión se llevó a cabo bajo la tutela de Bismarck en el CONGRESO DE BERLÍN (jun.-
jul., 1878). Su resultado:
* Desapareció la Gran Bulgaria (con el consiguiente descontento ruso)
* Rusia se quedó con una parte de la Dobrudja
* Austria-Hungría consiguió que le adjudicasen la administración de Bosnia-Herzegovina.
* Los Estados balcánicos de Rumania, Serbia y Montenegro consiguieron el reconocimiento
formal de su independencia, además de mantener parte de la compensación territorial
conseguida en S. Stéfano.
El Congreso de Berlín de 1878 estableció la independencia total y definitiva de Serbia y
Montenegro, si bien separados uno del otro, y sin que Serbia dispusiese de accesos directos
al mar. Pero también quedaron en el territorio que permaneció bajo dominio turco varios
millones de serbios, griegos, búlgaros, etc., que aspiraban a la liberación del dominio otomano.
Mientras el norte de Serbia (Vojvodina, parte húngara y parte serbia) pertenecía a Austria, a
su vez, existía una estrecha franja que separaba Montenegro y Serbia llamada Sandzak
(Sanjacato), que continuaba bajo dominio otomano. En ambos Imperios(Habsburgo y
otomano) habitaban importantes minorías nacionales eslavas que deseaban su liberación
* Finalmente, a Grecia se le prometió Tesalia
Rusia acabó muy descontenta. Vio como Bismarck (aliado de Austria y Rusia en la Entente de
los Tres Emperadores) se posicionaba del lado austriaco, así que Rusia dio por rota esta
alianza que formaba parte del Primer Sistema de Alianzas de Bismarck
En el Congreso de Berlín (1878) las potencias europeas redistribuyen los Balcanes sin contar con sus pueblos
Balcanes tras guerra ruso-turca y Congreso de Berlin (1878) Observar avance y retroceso de Bulgaria al
no consolidarse el Tratado de San Stefano y el mantenimiento y fronteras del Imperio Otromano (Turquia)
en Europa al finalizar el siglo XIX
Los Balcanes en 1900. Evolución de las fronteras en los Balcanes (1875-2003)
Península balcánica

Vista de satélite de la península (imagen de julio 2007 mostrando la ola de incendios de ese verano)

Localización administrativa

País(es) Albania
Bosnia y Herzegovina
Bulgaria
Croacia
Eslovenia
Grecia
Italia
Kosovo
República de Macedonia
Montenegro
Rumania
Serbia
Turquía
Localización geográfica

Continente (o subcontinente) Europa meridional

Mar (océano) Mediterráneo (Adriático, Jónico y


Egeo), Mármara, y Negro

Estrecho Dardanelos y Bósforo

Mapa(s) de localización

Mapa físico de la península balcánica


Mapa político de la península balcánica
Otra línea de separación, la línea Trieste-Odesa

Coordenadas 42°N 22°E42, 22Coordenadas:


42°N 22°E42, 22 (mapa)

La península balcánica o península de los Balcanes es una de las tres grandes penínsulas
del sureste de Europa, continente al que está unida por los montes Balcanes al este (cordilleras
que han dado nombre a la península) y los Alpes Dináricos, al oeste.
Límites y características generales
Se encuentra rodeada de mares por tres de sus lados: el Adriático y el Jónico, al oeste; el
Egeo, al sur; y el Mármara y el Negro al este. Al norte, se delimita la península generalmente
por el curso de los ríos Danubio —el principal de la zona—, Sava y Kupa. Está separada de
Asia por los estrechos de Dardanelos y del Bósforo. Al oeste, los Alpes Dináricos separan el
interior del mar Adriático.1 En el sur, diversos ríos —entre ellos el Vardar y el Struma— que
desembocan en el Egeo facilitan el acceso al centro peninsular. La principal ruta de
comunicación norte-sur la componen los ríos Morava y Vardar, que en conjunto casi cruzan
toda la península.
Esta región comprende una superficie total de más de 550 000 km² y tiene una población de
casi 53 millones de habitantes. Su nombre proviene de la cadena montañosa homónima en
turco, situada en el centro de Bulgaria.
La península, administrativamente, pertenece a los Estados de Albania, Bosnia y Herzegovina,
Bulgaria, Croacia, Eslovenia, Grecia, República de Macedonia, Montenegro, Rumanía, Serbia,
Kosovo y la región turca de Estambul. Diversas ciudades sirven de canal comercial con el
interior de la península: en el oeste, Dubrovnik, Split; en el este Constanza, Burgas y Varna; y
en el sur, la principal, Salónica.
Una cadena montañosa de unos 650 msnm atraviesa dicha península, separando Bulgaria de
Rumanía, entre las cuencas del Danubio, el Mármara, el archipiélago de las islas Espóradas y
los Dardanelos, a la que corresponde la montaña de Yumkusal (2380 m).
La vertiente meridional es mucho más abrupta que la del norte. Bosques de coníferas y
caducifolias. El valle de Iskar y los puertos de Sipka y de Trojan son los pasos más importantes.
Con el topónimo Hemo se aludía en la antigüedad al macizo montañoso de los Balcanes, en
Bulgaria, que se prolonga de oeste a este desde Serbia hasta el mar Negro.
Composición política

Balcánica política, 1996


Los países y entidades incluidos en la región son los siguientes:
 Albania (en su totalidad);
 Bosnia y Herzegovina (en su totalidad);
 Bulgaria (en su totalidad);
 Croacia (en parte: Dalmacia, Istria y los territorios al sur del río Save: 50 %);
 Eslovenia (únicamente una pequeña parte al sur del país)
 Grecia (parcialmente, salvo las islas);
 Italia (Friuli-Venecia Julia: 1 %);
 Macedonia (en su totalidad);
 Montenegro (en su totalidad);
 Rumania (Dobruja: 6 %);
 Serbia (Excepto Voivodina).
 Kosovo (en su totalidad);
 Turquía (Tracia, 10 %).
Aunque estrictamente Hungría, Moldavia y Ucrania no estén dentro de la península de los
Balcanes, suelen ser incluidas en la región de los Balcanes (Países Balcánicos) por motivos
históricos y culturales. La complicadísima historia de esta región, caracterizada por las
frecuentes divisiones y subdivisiones de los Estados desde al menos la segunda mitad del
siglo XIX, ha dado origen al concepto de «balcanización» que se aplica, incluso, a territorios
muy distantes de los Balcanes. «Balcanización» significa la división generalmente violenta y
artificial por potencias extrarregionales de los territorios de los países que integran una región.
Idiomas
En los Balcanes se hablan multitud de lenguas de familias lingüísticas muy diferentes: entre
las mayoritarias un grupo de eslavas (el búlgaro, el serbo-croata, el esloveno y el macedonio,
entre otras), la griega, la albanesa y un grupo de lenguas neolatinas (la rumana, la moldava –
identificada con la rumana– y la aromuna –o valaca–, entre otras). Hay pequeñas áreas donde
se habla el húngaro, el alemán, el turco y el italiano; y en comunidades dispersas por toda la
península el romaní (comunidades gitanas) y los idiomas vinculados a las comunidades judías
(yiddish y judeo-español).
Guerras de los Balcanes
Cambios territoriales
Situación balcánica en vísperas de las guerras balcánicas, tras la guerra ítalo-turca de 1911 (izquierda) y los
territorios ocupados por la Liga de los Balcanes tras las dos guerras balcánicas (derecha). En rojo la antigua
frontera otomana anterior a las contiendas.
Asignado a Serbia. Asignado a Bulgaria. Asignado a Rumanía. Asignado a Montenegro. Asignado
a Grecia.
Albania independiente.
Las guerras de los Balcanes fueron dos guerras ocurridas en el sureste de Europa de 1912
a 1913. La primera enfrentó al Imperio otomano con la llamada Liga de los Balcanes formada
por Bulgaria, Montenegro, Grecia y Serbia. Las pequeñas naciones balcánicas lograron
expulsar a los otomanos de casi todo el territorio de la península, pero no pudieron evitar
enfrentarse entre sí por el reparto de las tierras que les habían arrebatado, lo que originó la
segunda guerra balcánica. El Tratado de Bucarest puso fin a las guerras, pero dejó la zona en
un equilibrio inestable, debido al deseo de los derrotados búlgaros de tomarse la revancha en
cuanto surgiese la oportunidad. Las contiendas tampoco saciaron los apetitos de los
nacionalistas griegos y serbios, que seguían desear ampliar sus Estados a costa de otomanos
y austrohúngaros, respectivamente.
Antecedentes
La conquista de la península balcánica por los otomanos, completada a finales del siglo XV,
marcó el comienzo de una etapa fundamentalmente pacífica en la región. La extensión del
nacionalismo surgido en Europa occidental a finales del siglo XVIII y principios del XIX fue el
germen de nuevos conflictos. Los grupos balcánicos trataron de aplicar el concepto de Estado-
nación y para ello trataron de eliminar el poder turco de la península. Si bien los primeros
esfuerzos se dirigieron contra los otomanos, las distintas nacionalidades acabaron por
enfrentarse entre sí, por las incompatibles ansias territoriales. Las grandes potencias, en
especial las colindantes (Rusia y Austria-Hungría), trataron de influir en la evolución de la
situación política peninsular, en su propio beneficio. El principal instrumento para ello fue el
Tratado de Berlín de 1878, que contuvo los cambios en la región hasta principios del siglo XX.
Como consecuencia del tratado y de la incapacidad de las pequeñas naciones balcánicas de
imponer sus deseos de extensión territorial a las grandes potencias, aquellas buscaron la
colaboración de Rusia y de Austria-Hungría.
La toma del poder por los Jóvenes Turcos en julio de 1908 supuso el principio del fin del
acuerdo entre las potencias, inquietas por la posibilidad del resurgimiento del poderío otomano,
respecto de la situación balcánica. El suceso desencadenó una serie de reacciones en la zona:
el 5 de octubre, los búlgaros proclamaron la independencia de Constantinopla; al día siguiente,
los austrohúngaros anunciaron la anexión de Bosnia-Herzegovina, para disgusto de Serbia,
que deseaba adueñarse de la región.5 La crisis bosnia puso fin al acuerdo austro-ruso sobre
los Balcanes y tensó las relaciones entre Viena y Belgrado.
Causas
En el año 1878, los otomanos perdieron el control en Tesalia, Bosnia y Herzegovina, Novi
Pazar, noroeste y noreste de Montenegro, Rumelia y Dobruya. Tras la derrota diplomática rusa
en la crisis bosnia de 1908, esta trató de recuperar su influencia en los Balcanes induciendo a
los países de la península a asociarse7 bajo su supervisión. En 1911, llegó también a un
acuerdo con Italia para cooperar con ella en la región. El mismo año, la derrota del Imperio
otomano ante la misma Italia en la Guerra Ítalo-Turca que le permitió a esta anexionarse Libia
y la continua inestabilidad en el Imperio hicieron que los Estados balcánicos viesen como
inminente la partición de Macedonia.
A pesar de su rivalidad por controlar Macedonia y erigirse como la potencia principal de los
Balcanes, Bulgaria y Serbia lograron alcanzar un acuerdo el 13 de marzo de 1912 de defensa
mutua y contrario a la repartición de territorio otomano por otros Estados. Los anexos secretos
del acuerdo trataban sobre la división de Macedonia entre los dos países, dejando la futura
frontera entre ambos extremadamente vaga: Serbia se anexionaría los territorios al norte de
los montes Šar, Bulgaria aquellos al este del Struma y de las montañas Ródope. El resto de
Macedonia quedaba sin asignar, aunque Serbia se comprometía a no exigir los territorios más
allá de la línea Kriva Palanka-Veles-Ohrid, sin ocupar ninguna de las dos últimas poblaciones.
El resto podría dividirse entre Bulgaria y Grecia. Ambos países se comprometían a enviar cien
mil soldados al frente de Macedonia, suministrando Serbia un total de ciento cincuenta mil y
Bulgaria doscientos mil soldados.
Más tarde Bulgaria llegó a un acuerdo más limitado con Grecia. Esta se negó a aceptar una
Macedonia autónoma y reclamó, como Bulgaria, el puerto de Salónica. Así, el acuerdo con
Grecia fue puramente defensivo, dadas las grandes diferencias entre las dos naciones.
A continuación Serbia y Bulgaria comenzaron las negociaciones con Montenegro, que debía
provocar al Imperio otomano para lograr el estallido de las hostilidades. Rusia, consciente de
que su alianza para frenar el poderío del Imperio austrohúngaro se había convertido en un
pacto para atacar al Imperio otomano, trató de frenarla mediante diplomacia, para lo que contó
con el acuerdo de Austria-Hungría. El 8 de octubre de 1912, estas dos potencias advirtieron a
los países balcánicos que los posibles cambios territoriales en la península no serían
reconocidos por las grandes potencias, pero ese mismo día Montenegro desencadenó un
ataque contra los otomanos, apoyado inmediatamente por el resto de sus aliados.
Primera Guerra

Situación militar en abril de 1913, en vísperas de la firma del Tratado de Londres.


Las operaciones contra el Imperio se desarrollaron sin grandes problemas: los Ejércitos
coaligados contaban con setecientos mil hombres frente a los trescientos veinte mil otomanos,
y la flota griega bloqueaba la península, estorbando la llegada de refuerzos otomanos.
Mientras los búlgaros se concentraban en atacar hacia Estambul y sitiaban Edirne con
refuerzos serbios, los griegos ocupaban Salónica el 8 de noviembre de 1912, a donde los
búlgaros llegaron el día siguiente. En Macedonia los serbios ocuparon poblaciones más allá
de la línea de máxima expansión acordada con los búlgaros, haciéndose con Prilep, Bitola y
Ohrid. En el oeste, Serbia, decidida a lograr un puerto en el Mar Adriático, avanzó hacia Durrës,
a pesar de ser el territorio de mayoría albanesa, y cercó Shkodër con ayuda de Montenegro.
En el suroeste, Grecia atacó Ioánina.
A comienzos de 1913, las posiciones otomanas en la península se limitaban a cuatro ciudades
cercadas: Estambul, Edirne, Shkodër y Ioánina. Las grandes potencias intervinieron entonces
para decidir la asignación de territorios mediante la imposición en mayo del Tratado de
Londres, que asignó Edirne a Bulgaria, Creta a Grecia y creó Albania gracias a la insistencia
de Italia y Austria-Hungría, que no deseaban que Serbia contase con salida al Adriático. Esta
y Grecia, habiendo perdido los territorios albaneses ocupados en el conflicto, decidieron
resarcirse en otro territorio.
Segunda Guerra
Serbia exigió entonces a Bulgaria extenderse más allá de lo acordado, alegando que había
llevado el peso de los combates en Macedonia y había perdido su salida al mar, temiendo en
realidad el poder de la nueva Bulgaria, que había logrado una salida al mar Egeo y grandes
territorios en Macedonia. Grecia, a su vez, no deseaba una Bulgaria poderosa a escasos
kilómetros de Salónica. Ante la tensión creciente entre los antiguos aliados, Serbia y Grecia
llegaron a un pacto secreto por el que se dividía Macedonia al oeste del río Vardar, quedando
el territorio al este del río para Bulgaria. Pronto Montenegro y Rumania, que anhelaba tomar
el sur de la Dobruya, se unieron al acuerdo. El Imperio otomano comenzó a tratar también con
los nuevos aliados.
Mientras, Bulgaria se encontraba cada vez más aislada: tras su rechazo a la mediación rusa
perdió el respaldo de esta, que apoyó las pretensiones serbias, mientras los austrohúngaros
trataban con Grecia y Rumania. Creyendo en su superioridad militar, Bulgaria atacó Serbia y
Grecia el 29 de junio de 1913. Pronto los aliados de estas entraron en el conflicto y el 31 de
julio de 1913 Bulgaria se vio obligada a firmar el armisticio, reconociendo su derrota.
Este segundo conflicto conllevó grandes pérdidas territoriales para Bulgaria, que tuvo que
entregar el sur de Dobruya, concedido a Rumania, y casi toda Macedonia a excepción de los
territorios que rodeaban Strumica, aunque mantuvo su acceso al Egeo a través de una franja
de ciento veinte kilómetros y el puerto de Dedeagatch. Serbia obtuvo casi todo el norte de
Macedonia, el Imperio otomano recuperó Edirne y la Tracia oriental, mientras que Grecia ocupó
Epiro con Janina y se extendió unos setenta y cinco kilómetros al norte y este de Salónica.
Montenegro y Serbia se repartieron el Sandžak y se creó Albania.
Consecuencias

Situación territorial en 1913, tras la firma del Tratado de Bucarest que puso fin a la segunda
guerra balcánica.
Las guerras supusieron la expulsión definitiva del Imperio otomano de la península de los
Balcanes salvo en el extremo oriental de Tracia, el establecimiento de fronteras casi definitivas
que perduraron salvo breves intervalos durante las guerras mundiales y el nacimiento de
Albania como Estado independiente. No resolvieron, sin embargo, las disputas territoriales
entre los países balcánicos; Bulgaria mantuvo sus deseos de alcanzar las fronteras del Tratado
de San Stefano y mientras que los territorios de Macedonia, Tracia y Dobruya continuaron
disputados entre los países de la zona.
Refugiados turcos de Adrianópolis. La derrota otomana supuso el desplazamiento de cientos de miles de
personas de los Balcanes perdidos a las tierras del truncado imperio.

Bulgaria sufrió importantes bajas en las dos guerras: sesenta y seis mil muertos y ciento diez
mil heridos de una población de poco más de tres millones.
Serbia casi dobló su territorio (pasó de tener 48 300 km² a 87 300 km²) y aumentó notablemente
su población (creció de los 2,9 millones a los 4,4). Para Serbia las consecuencias también
fueron graves, pese a la obtención de nuevos territorios. La movilización de cuatrocientos mil
soldados durante unos diez meses costó al Estado tres veces el presupuesto de 1912, por lo
que en 1914 el país quedó sumido en una grave crisis económica. El reclutamiento también
había perjudicado el rendimiento de las cosechas de 1912 y 1913 al privar al campo de parte
de la mano de obra, lo que causó inflación en los precios de los alimentos y hambruna en
algunas comarcas. La reducción de la producción agrícola en un país predominantemente
rural también menguó los ingresos del fisco. La contienda también causó gran número de
muertos y heridos y consumió gran parte del armamento disponible, lo que dejó al Ejército en
malas condiciones para librar la siguiente guerra. En las dos guerras, el Ejército había tenido
36 500 muertos —16 300 de ellos fallecidos por enfermedades, no en combate— y 55 000
heridos graves, muchos de los cuales acabaron impedidos de por vida. Se calcula que el
Ejército perdió algo más de un cuarto de sus hombres (unos noventa y un mil) y otros tres mil
hombres fallecieron en los combates en Albania y en los territorios conquistados.
Para el Imperio otomano, estas guerras supusieron un gran descalabro: el país perdió el 80 %
de sus territorios europeos y cuatro millones de habitantes, un 16 % de la población total del
imperio. Unos cuatrocientos mil refugiados abandonaron los territorios perdidos y se asentaron
en lo que quedaba del imperio. Militarmente, también resultaron muy costosas: el Ejército
perdió catorce de sus cuarenta y tres divisiones y la guarnición de Adrianópolis. Solo seis de
las divisiones existentes antes de la guerra no participaron en los combates. Estos costaron
más de doscientas cincuenta mil bajas a los otomanos y desbarataron la organización del
Ejército.

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