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Ante la necesidad de un ajuste económico:

Efectividad de los aumentos del salario mínimo y las transferencias de dinero como medidas de protección a los pobres

La instalación de una nueva Asamblea Nacional, con una correlación de fuerzas que favorece la posibilidad real de impulsar
cambios en las políticas económicas y sociales que conduzcan a la recuperación del país y las recientes discusiones sobre la
necesidad de implementar un ajuste económico, hace a este momento propicio para revisar la efectividad que han tenido
algunas de las medidas aplicadas con mayor frecuencia tanto por el actual gobierno como por su antecesor, en los 17 años que
en conjunto llevan de gestión, con el propósito de proteger del efecto perverso de la inflación a los ciudadanos, en particular a
los de más bajo ingreso.

Una de esas medidas ha sido el aumento recurrente del salario mínimo, la cual recientemente se ha aplicado incluso varias veces
al año debido a la atípica situación inflacionaria que padece el país, más acentuada en los dos últimos años. Esos aumentos,
unidos a las transferencias de dinero, que incluyen becas, subsidios familiares y pensiones, se han presentado como políticas
efectivas en la reducción de la pobreza de ingreso, que con mayor rapidez se observó en particular entre 2004 y 2007, llevándola
a niveles sin precedentes en Venezuela. No obstante, diversos estudios informan sobre un aumento de la pobreza en los años
recientes, que también el INE registra en su página web hasta el año 2013. En particular el estudio conducido por la UCAB, USB
y UCV reporta un nivel de pobreza de ingreso en 2014 similar al que había en 1998, mientras otros anunciaron que para el cierre
de 2015 la proporción de pobres en Venezuela habría alcanzado un elevado valor también sin precedentes.

Cabe entonces preguntarse porque si esas medidas fueron efectivas en ese período, no han sido capaces ahora de al menos
contener el incremento tan abrupto de pobreza de ingreso en el país, ya que el gobierno en los dos últimos años ha llegado
incluso a triplicar respecto a años anteriores la tasa de incremento del salario mínimo en un intento de contrarrestar el impacto
negativo de la alta inflación sobre el bienestar, a la vez de que, a pesar de la caída de los precios petróleo, se ha esforzado en
mantener las transferencias de dinero hacia los grupos de menores ingresos, así como también ha incrementado el número de
pensiones, cuyos montos en bolívares han crecido al ritmo del salario mínimo. ¿Cuán efectivas son entonces en realidad estas
medidas? Esta pregunta es relevante en este momento en que hay propuestas de implementación de un ajuste económico, el
cual contempla medidas similares con el objeto de proteger a los grupos más pobres de la población del posible efecto adverso
de ese ajuste. ¿Puede este tipo de medidas realmente proteger a los pobres para hacer viable un ajuste económico?

En principio podría pensarse que lo que ha ocurrido es que los incrementos recientes del salario mínimo han sido inferiores a los
experimentados por la inflación. Para examinar esta posible explicación en el Grafico 1 se muestran las diferencias entre los
incrementos del salario mínimo y los experimentados por el costo de la Canasta Alimentaria Normativa (CAN) publicada por el
INE, los cuales capturan las variaciones de precio de los alimentos, junto a la evolución de la pobreza extrema de ingreso, la cual
se mide en base a la comparación del ingreso total per cápita de los hogares con respecto al costo per cápita de una CAN.
Lamentablemente existen cifras oficiales publicadas sólo hasta 2013, no obstante la observación del comportamiento esas
variables entre 1999 y 2013 ayuda a visualizar la posible asociación entre ellas1.

Grafico 1

La asociación parece ambigua, por lo que no se le puede atribuir un efecto determinante a la diferencia entre los incrementos
del salario mínimo y la CAN. Los valores registrados desde 2002 a 2006 al igual que el observado en 2013, se ajustan a la
explicación antes dada. Es decir, cuando el incremento del costo de la canasta alimentaria fue mayor que el aumento del salario
mínimo la pobreza extrema aumentó y viceversa. Sin embargo, tal explicación no es satisfactoria según lo observado en 2001 ni
entre 2007 y 2012. En 2001 la pobreza extrema disminuyó respecto a su nivel en 2000 habiendo aumentado el costo de la CAN
mucho más que el salario mínimo. Entre 2007 y 2011 el nivel de pobreza extrema se mantiene relativamente estable a pesar de
que también en esos años el costo de la CAN aumentó más que el salario mínimo, mientras que en 2012 el aumento del salario

1
Todas las cifras que se presentan en este trabajo son el resultado de cálculos propios utilizando la Encuesta de Hogares por
Muestreo de los segundos semestres del INE, los valores en diciembre de cada año tanto de la CAN publicada por el INE, así
como del salario mínimo publicado en la Gaceta Oficial.
1
mínimo fue mucho mayor que el de la canasta pero la pobreza tampoco cambió respecto a su nivel de 2011. Obviamente otros
factores intervienen. Debe entonces revisarse en más detalle lo que pudiera estar ocurriendo.

Los aumentos del salario mínimo impactan de manera directa e inmediata sobre la población de ocupados formales que recibe
ese nivel de salario o menor que el mismo y sobre la población de pensionados, ya que el gobierno ha homologado éstas al
salario mínimo. El resto de los asalariados que están en situación de recibir el efecto de esos aumentos lo obtienen en rezago y
a escalas diferentes a los decretados para el mínimo. La proporción de trabajadores que recibían un ingreso por trabajo igual o
menor al mínimo entre 1999 y 2006 era más de la mitad de la población total de ocupados llegando incluso a superar el 60%
tanto en 2003 como 2004. Era de esperar entonces que los incrementos del salario mínimo en este período hayan tenido algún
efecto sobre los niveles de pobreza, ya que estaban beneficiando a una importante proporción de la población ocupada, bien
fuera de manera directa o indirecta, en rezago o en escalas diferentes a las decretadas. No obstante, esa proporción se fue
reduciendo a partir de 2004 llegando a ser igual a 34% en 2013. Obviamente esta disminución también reduce el impacto de la
medida. De todos modos algún impacto tiene, ya que, como se dijo antes, se sabe que si bien los decretos de aumentos van
dirigidos específicamente a la población que recibe salario mínimo, la cual se ha reducido, los empleados que devengan salarios
superiores también pueden beneficiarse de esos aumentos pero probablemente a tasas distintas a las decretadas.

Con respecto a la población de pensionados se debe admitir que el gobierno ha hecho un gran esfuerzo por beneficiar
justamente a esta población. En 1999 ésta representaba el 1,3% de la total, mientras que para 2013 esa proporción ya había
llegado a ser el 5%. Este incremento ha sido el factor que más ha contribuido al aumento del ingreso que reciben los hogares
por fuentes distintas al trabajo (ingreso no-laboral). En 1999 el ingreso por concepto de trabajo de todos los hogares (ingreso
laboral) representaba el 91% del total, bajando esa proporción a 82% en 2013. Esto es, el ingreso no-laboral duplicó su
importancia de 9% a 18% en detrimento del ingreso laboral. Cabe destacar que en 2013 del monto total de ingreso no-laboral el
valor de las pensiones representó el 52%, mientras los ingresos por renta, intereses y dividendos apenas acumularon juntos una
cifra cercana al 3%. También vale la pena mencionar aquí que del total de individuos que perciben ingreso no-laboral los
pensionados en 1999 eran el 15% pasando a ser el 50% en 2013, mientras que la proporción de los que reciben ingresos por
rentas, intereses y dividendos disminuyó del 13% al 3,5%. Suministrar las correspondientes cifras absolutas da una mejor idea de
la magnitud y significado de esos cambios. Entre 1999 y 2013 el total de pensionados aumentó de 305.000 a casi 1.500.0002,
mientras el total de perceptores de rentas, intereses y dividendos cayó de 214.000 a 93.500. Este comportamiento tiene un
gran significado porque es un reflejo de la drástica disminución de la inversión que ocurrió en el país entre 1999 y 2013, con la
consecuente disminución del trabajo, factor que también contribuye a la disminución de importancia del ingreso laboral frente
al no-laboral antes destacada3.

Según lo anterior, la cobertura del impacto que podría tener el aumento del salario mínimo vía las pensiones se ha
incrementado durante este período hasta alcanzar por lo menos al 5% de la población total. Sin embargo, si bien es cierto que
esta es una proporción importante de población, hay que tener en cuenta que el beneficio de las pensiones no es exclusivo de
los grupos de menores ingresos sino de toda la población en edad de retiro, la cual incluye también a individuos con ingresos
medios y altos, por lo que el impacto de esta medida se dispersa en toda la población disminuyendo su relevancia a afectos de
reducción de pobreza. Al estimar las proporciones de individuos que reciben pensión del Instituto Venezolano de Seguros
Sociales (IVSS) y que habitan tanto en hogares en pobreza extrema como en pobreza general, sorprende que en 1999 éstas
fueron 7% y 24% respectivamente, las cuales se redujeron a 1% y 7% en 2013. Esto es, en 2013, del total de individuos que
reciben pensiones, el 93% no habita en hogares pobres. Esto da una idea del limitado impacto que puede tener el incremento
tanto del número como del monto de las pensiones en la reducción de pobreza. Esta situación se ilustra mejor dando las cifras
absolutas. Para 2013 la población de individuos que habitaban en hogares pobres llegó a ser de 11 millones 500 mil individuos,
de los cuales sólo 97 mil doscientos recibieron pensión del IVSS. Por su parte, las transferencias de dinero por conceptos de
subsidios familiares y becas, contrario a lo que muchos suponen, representan una proporción muy baja de la población total,
siendo ésta para 2013 muy inferior al 1% de la total.

2
Es importante señalar aquí que algunos de los candidatos a diputados en campaña para las pasadas elecciones parlamentarias,
así como algunos electos, han insistido en destacar como uno de los logros importantes de la “Revolución Bolivariana” el haber
elevado el número de pensionados por el IVSS de aproximadamente 300 mil en 1999 a más de 3 millones en 2015. Si esta
afirmación es cierta, así como también lo fuera mi cálculo para 2013 en base a la EHPM del INE, significa que tan sólo en dos
años, entre 2013 y 2015, el gobierno otorgó más de 1.500.000 pensiones. Esto es, se otorgó más en dos años que todo lo
otorgado durante los 14 años anteriores. De ser cierta, esta es una cifra sorprendente.
3
Todas las cifras proporcionadas son el resultado de cálculos propios utilizando las encuestas de hogares del INE.
2
En base a lo mostrado hasta aquí se puede inferir que los cambios observados en los niveles de pobreza entre 1999 y 2013 no
pueden estar determinados sólo por la acción combinada de los incrementos del salario mínimo, las pensiones y las
transferencias de dinero. Esto contrasta con la creencia generalizada de que la importante reducción de la pobreza de ingreso
ocurrida entre 2004 y 2007, que reconocen tanto seguidores como opositores del gobierno, fue el resultado de esas políticas
sociales que pudieron ser financiadas por la bonanza petrolera de ese período. Lo adicional que hay que considerar aquí es que
esa bonanza petrolera no solo permitió respaldar esos incrementos salariales y transferencias de dinero a través de subsidios
familiares, becas y pensiones, sino que también permitió la creación de empleo. Haya sido este empleo formal o informal, de
“calidad” o no, productivo o no, el hecho es que siendo el trabajo la principal fuente de ingreso de los hogares en Venezuela, a
pesar de haberse reducido la participación del ingreso laboral en el total, como antes se señaló, los incrementos del empleo
definitivamente incrementan los ingresos de los hogares. Por esta razón es importante observar la asociación que hay entre la
evolución del desempleo y de la pobreza. En el Gráfico 2 se adiciona a las curvas antes representadas en el Gráfico 1 la
evolución de la tasa de desempleo.

Gráfico 2

Es interesante observar la similitud entre las curvas de desempleo y pobreza extrema, la cual sugiere una estrecha asociación
entre generación de empleo y reducción de pobreza. Pero también interesante es el hecho de que al agregar la curva de
desempleo se pueden explicar ciertos cambios en la pobreza extrema que la diferencia entre los incrementos del salario mínimo
y los costos de la canasta alimentaria por sí sola no es capaz de explicar. Por ejemplo, se había visto que en 2001 a pesar de que
la canasta aumentó más que el salario mínimo, la pobreza disminuyó pero esto ocurrió simultáneo con un descenso del
desempleo. Luego, a pesar de que hacia 2002 el desempleo continuó disminuyendo la pobreza por el contrario aumentó, lo cual
se podría explicar porque el aumento de la canasta fue en ese año apreciablemente mayor que el incremento del salario
mínimo. Situaciones similares se registraron en 2008 y 2013. En 2003 el incremento del salario mínimo fue similar al del costo
de la canasta, sin embargo la pobreza alcanza su máximo del período acompañado por un apreciable aumento del desempleo en
ese año. Del 2004 al 2006 se combina la acción de un mayor aumento del salario mínimo que del valor de la canasta con
descenso sostenido del desempleo determinando el rápido decrecimiento de la pobreza entre esos dos años. En 2007 a pesar de
que la canasta aumentó mucho más que el salario mínimo la pobreza continuó decreciendo siguiendo a la disminución del
desempleo. En los años en que las diferencias entre los aumentos de la canasta y los del salario mínimo, así como los cambios en
el desempleo, fueron irrelevantes, tampoco la pobreza experimentó cambios importantes (2009 a 2011). En 2012, con un nivel
de desempleo muy similar al del año anterior, el aumento mucho mayor del salario mínimo que el incremento del costo de la
canasta no tuvo efecto en el nivel de pobreza de ese año.

Todo lo observado antes sugiere que la “eficacia” de los incrementos del salario mínimo sobre los niveles de pobreza está sujeta
a lo que ocurra en el empleo. A partir de 2009 esa eficacia se ha visto muy disminuida, por un lado, porque la proporción de
ocupados que perciben salarios iguales o menores al mínimo se ha reducido de manera importante (en casi la mitad respecto a
su nivel en 2004), mientras que vía las pensiones la proporción de hogares pobres que se benefician de esos incrementos es
también bastante reducida. Este análisis da pie para pensar que la rápida disminución de pobreza de ingreso que se observó en
Venezuela entre 2004 y 2007 fue principalmente consecuencia de la generación de empleo y no de incrementos salariales, ni del
aumento de las pensiones y mucho menos de los subsidios familiares o las becas, dada la muy baja cobertura de estas últimas.
La conclusión más importante de todo lo observado es que mientras no se produjeron cambios relevantes en los niveles de
empleo, tampoco se produjeron cambios importantes en los niveles de pobreza.

3
Esta conclusión permite entonces dar base a una respuesta de la pregunta formulada al comienzo. Las políticas de incrementos
salariales, aumento de pensiones y transferencias de dinero han sido incapaces de contener el aumento abrupto de la pobreza
de ingreso de los últimos dos años debido a, por un lado, la reducida proporción de la población que puede ser impactada
directamente por esos aumentos y, lo más importante, porque, aunque no se dispongan de cifras oficiales para sustentar la
siguiente afirmación, en medio de la crisis económica que atraviesa el país no es un exabrupto especular que no sólo el empleo
no debe haber experimentado cambios relevantes sino que incluso muy probablemente el desempleo debe haber aumentado y
esta es la variable que ha mostrado mayor asociación con los cambios en los niveles de pobreza observados en Venezuela entre
1999 y 2013. Insistir entonces en constantes incrementos salariales y de pensiones, así como en mayores transferencias de
dinero a los grupos de más bajos ingresos en una economía que no genera empleo, con alta inflación y escaza producción, no
logrará contener el aumento de la pobreza sino que más bien creará un círculo vicioso produciendo más inflación y más pobreza.

Aun cuando el fin sea proteger a los más pobres de los efectos adversos que puedan tener los ajustes que requiere la economía
para su recuperación, si no se pone énfasis inmediato en la creación de empleo, en particular empleo productivo, tales medidas
no sólo seguirán siendo inefectivas para contener el aumento de la pobreza en el país, sino que ellas más bien generarán
obstáculos a la recuperación económica. Es así como el mensaje a quienes tendrán la posibilidad de impulsar políticas de
ajustes para la recuperación económica del país, es que la protección a los sectores más vulnerables de la población no debe
basarse en transferencias de dinero e incrementos salariales, sino en la creación de empleo productivo que incorpore
efectivamente a esos sectores de la población. La generación de empleo ha demostrado ser la medida anti pobreza más efectiva
que existe.

Para cerrar estas notas y en vista de la falta de información oficial relevante para estimar el nivel de pobreza al cierre de 2015,
deseo mostrar el resultado de un ejercicio realizado en base a la información oficial de hogares disponible hasta 2013, con el
objeto de dar una idea aproximada del nivel de pobreza extrema al que se podría haber llegado en el país al culminar 2015 y al
que nos estaríamos enfrentando en este momento a pesar de todos los incrementos salariales que se han decretado. La
información relevante para realizar el ejercicio se muestra en el siguiente cuadro.

Cuadro 1
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Salario Mínimo 799.2 967.5 1223.9 1548.2 2047.5 2973.0 4889.1 9649.0
Incremento anual salario mínimo 30.0 21.1 26.5 26.5 32.2 45.2 64.5 97.4
Inflación general BCV 30.9 25.1 27.2 27.6 20.1 56.2 68.5 160.0
Inflación alimentos BCV 41.3 20.2 33.8 33.6 23.7 73.9 102.2 192.0
CAN -INE hogar 877.0 1070.9 1370.9 1741.3 2085.2 3324.4 6382.6 17520.3
CAN-INE pc 168.7 205.9 263.6 334.9 401.0 639.3 1227.4 3369.3
Variación relativa CAN-INE % 44.0 22.1 28.0 27.0 19.8 59.4 92.0 174.5
inflac alim/inflac gen 1.3 0.8 1.2 1.2 1.2 1.3 1.5 1.2
inflac alim/var CAN-INE 0.9 0.9 1.2 1.2 1.2 1.2 1.1 1.1
sal min/CAN-INE hogar 0.9 0.9 0.9 0.9 1.0 0.9 0.8 0.6
Pobreza extrema 11.1 9.2 9.2 9.9 10.2 11.2 15.2 28.4
Pobreza general 37.0 33.5 34.8 35.6 33.0 38.2 46.1 64.8

El procedimiento es como sigue. Se utiliza la base de datos de la Encuesta de Hogares por Muestreo (EHPM) del INE
correspondiente al año 2013, la cual es la más reciente disponible. Hacer esto supone mantener fija la situación del empleo,
pero también asume que no se han producido cambios de población que obviamente influirían en los niveles reales de pobreza.
No obstante, de lo que se trata aquí es de hacer un esfuerzo de aproximación a la posible situación de pobreza en 2015 con la
información oficial disponible en este momento. Con ese objetivo, se aumenta el ingreso de la población de 2013 según el
incremento acumulado del salario mínimo decretado por el ejecutivo en cada año. Estos incrementos no impactan
directamente a toda la población ocupada, ni a los ingresos por fuentes distintas al trabajo que no provienen de las pensiones.
Como se indicó antes, la proporción de ocupados que reciben ingreso igual o menor al mínimo es relativamente baja. Tampoco
esos decretos alcanzan al sector informal, el cual es de tamaño considerable. En realidad la mayor parte de la población de
ocupados recibe el efecto de esos incrementos en rezago y a tasas distintas a las decretadas, usualmente menores para los de
ingresos más altos. Por lo tanto, al aplicar los incrementos oficiales a toda la población perceptora de ingresos se está haciendo
en este ejercicio una sobreestimación de los mismos, al menos para los grupos que reciben los ingresos más bajos, los cuales son
los que interesan a efectos de la estimación de la proporción de pobres. En consecuencia, esto produciría una subestimación del
nivel real de pobreza. Para estimar el nivel de pobreza del 2014 mostrada en el Cuadro 1 se utilizó el costo de la Canasta
Alimentaria Normativa publicada por el INE (CAN-INE) para el mes de noviembre de ese año, el cual fue el último publicado.
Para la estimación de pobreza en el 2015 se debe estimar primero el costo probable de la CAN para ese año. Con este

4
propósito se usó como referencia la información de inflación general para Venezuela suministrada por Alejandro Wermer,
Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, la cual según esta fuente resultó ser 160% para 20154. Luego, en
base al promedio de la relación entre la inflación de alimentos y la general (BCV) observada entre 2008 y 2013, se estimó la
posible inflación de alimentos de ese último año. Con esta cifra y el promedio de la relación entre la inflación de alimentos y la
variación interanual del costo de la CAN del INE, se estimó esta última para el año 2015 respecto al 2014. Se aplicó luego esta
variación al costo de la CAN-INE del 2014 para obtener una aproximación para ese valor en el 2015. Con este resultado y el
incremento acumulado de salarios entre 2013 y 2015, el cual se le aplicó a la población de 2013, se estimaron los niveles de
pobreza aproximados para el 2015 que se muestran en el Cuadro 1. Todas las cifras mostradas en grises en el cuadro son
estimaciones, mientras el resto son oficiales o producto de cálculos propios en base a datos oficiales.

Los resultados obtenidos merecen unos comentarios. Las cifras de pobreza de ingreso obtenidas son de por sí bastante altas, de
hecho mucho más altas que cualquiera de las cifras reales que se han obtenido históricamente en nuestro país, incluso antes de
1999. Ahora bien, lo más preocupante es que, en base a los supuestos y al procedimiento de este ejercicio, esas cifras sólo
pueden representar límites inferiores de las estimaciones verdaderas que se obtendrían de tener disponibles tanto la data de la
EHPM para 2015 como el costo real de la CAN del INE en ese mismo año. Esto da base para esperar que en realidad mucho más
de la mitad de la población venezolana está en situación de pobreza de ingreso, de hecho 65% o más, y que muy probablemente
casi el 30%, o quizás más, lo estaría en pobreza extrema, es decir, viviendo en hogares cuyos miembros no están en capacidad
de satisfacer sus requerimientos nutricionales mínimos.

Los resultados de este ejercicio refuerzan la conclusión anterior sobre la ineficacia de los incrementos de salario mínimo y de las
transferencias de dinero como políticas para contener el crecimiento de la pobreza. Nótese además que, a pesar de los
continuos aumentos, la relación entre salario mínimo y el costo de la CAN-INE por hogar se mantuvo inferior a uno en casi todo
el período observado, con excepción en 2010 cuando fue igual a uno (ver Cuadro 1). Esto significa que un jefe de hogar que
devengue salario mínimo, si es el único perceptor de ingreso en ese hogar, mantendría a sus miembros en situación de pobreza
extrema, a pesar de los aumentos que ha recibido. Esa situación se agrava aún más hacia 2015 como se puede ver en el cuadro,
a pesar de que en ese año se decretaron los mayores aumentos de dicho salario desde 1999. Tómese en cuenta que el ejercicio
se realizó asumiendo situación de empleo constante, cuando en la realidad, dada la crítica situación económica del país, es de
esperar que el desempleo haya aumentado. Esto sugiere que un ajuste económico debería considerar la inmediata generación
de empleo productivo como única medida eficaz anti-pobreza. Pero hay que destacar que si en verdad se quiere que esa
medida sea efectiva en términos de reducción de pobreza, el empleo que se genere, aparte de ser productivo, debe además
generarse en actividades económicas que demanden mano de obra proveniente de los sectores populares menos favorecidos.
Es por esto que el ajuste que se proponga debe ir acompañado de programas que estimulen la inversión en sectores económicos
como el de la construcción, que aparte de ayudar a resolver problemas como el de la falta de viviendas, demanda gran cantidad
de mano de obra no calificada, así como también en el sector agrícola, el cual ayudaría a incrementar la producción nacional de
alimentos tan necesaria para ayudar a resolver el problema de escasez.

Los programas sociales de ayudas económicas asumidos como medidas de protección a los más pobres cuando se implementan
ajustes económicos, lo que hacen es contribuir a afianzar las relaciones de parasitismo de la población con respecto al Estado y
generan desestimulo para su incorporación a la fuerza de trabajo activa. Tómese en cuenta que una vez que se le están
otorgando subsidios directos a las familias, transferencias de dinero, su eliminación implica un costo político que los gobiernos
no están dispuestos a asumir, por lo que se convierten en subsidios permanentes haciendo también permanente la dependencia
respecto del Estado de estas familias. Cosa distinta son los programas sociales de salud y educación para estimular el desarrollo.
Si se pretende implementar un ajuste económico pensando en proteger a los sectores de bajos ingresos únicamente con
incrementos salariales y transferencias de dinero, sólo se estaría generando más inflación, en particular la de alimentos y en
consecuencia agravando la situación de pobreza extrema. Se reforzaría así el círculo vicioso que hasta ahora han generado esas
políticas.
CESAR R. GALLO P.
cesar.gallo@gmail.com

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Muchos economistas, analistas políticos y políticos en el país han afirmado que el 2015 cerró con una inflación general muy
superior al 200%. Sin embargo las cifras proporcionadas son muy diferentes unas a otras y en casi todos los casos no
proporcionan las fuentes ni métodos de estimación. Por esta razón, he preferido en este ejercicio usar la cifra más conservadora
proporcionada por el FMI (http://neorika.com/la-inflacion-en-venezuela-fue-la-mayor-del-mundo-160/).
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