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Dialektiké

Cómo organizar un diálogo

1. Problema en forma disyuntiva: ¿Es o no es verdad que tal cosa es así?


2. Dos partes: una que dice “es verdad” y otra que dice “no es verdad”.
3. Tres personajes: el impugnador, quien pregunta. El sostenedor, quien
responde. Cada uno defenderá una de las partes del problema. El arbitro.
4. El impugnador, mediante las respuestas del sostenedor, intentará probar la
afirmación de lo que el sostenedor negase o la negación de lo que el
sostenedor afirmase, según el caso. O sea, buscará que diga “sí” a algo
que niegue lo que defendía o buscará que diga “no” a algo que afirme lo
que defendía.
5. Las preguntas del impugnador buscarán respuestas que lleven a la
contradicción: proposiciones que al final serán usadas como premisas
que, mediante un razonamiento, demostrarán que la otra parte se
contradice. Las repuestas del sostenedor serán cuidadosas, es decir,
intentarán no conceder nada que lleve a una conclusión contradictoria.
6. El sostenedor (quien responde) puede poner objeciones a las preguntas
que se le plantean y las preguntas deberán ser reformuladas o sustituidas
por otras.
7. El arbitro velará porque la buena fe reine en el diálogo: negarse a
responder a una pregunta correctamente formulada o seguir preguntando
una y otra vez lo mismo de formas distintas cuando la respuesta ha sido
clara e inequívoca, estas y otras cosas deberán ser controladas por él.

Si los participantes persiguen la victoria (o sea, tener razón sí o sí: aún cuando
sabe que no la tiene hacer que parezca que sí) por sí misma, el diálogo será una
conversación erística, un discutir por discutir, un “esgrima intelectual” como
decía Schopenhauer. Si los participantes persiguen la verdad, aunque no esté en
su lado (o, incluso, aunque no esté en ninguno de los dos lados), será un diálogo
al modo socrático.

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