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VIOLENCIA POLÍTICA EN EL PERÚ

Y DERECHOS HUMANOS

SESIÓN 12

EQUIPO DE CONSTITUCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

2019-II
1
VIOLENCIA POLÍTICA EN EL PERÚ Y DERECHOS HUMANOS

“La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera


disminuye sus consecuencias dramáticas”.
Juan Pablo II.

“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”.
Martín Luther King.

1. ¿Qué es violencia?

Las concepciones que sobre violencia se tiene varían según la cultura, la época y el espacio geográfico. El estudio de la
violencia es multidisciplinario, pues para su análisis concurren diversas disciplinas, entre ellas, la sociología, la psicología, la
antropología, la biología, el derecho, etcétera; asimismo, es multisectorial, porque involucra diversos sectores de la
sociedad (medio, bajo, alto); y, multifactorial, toda vez que se produce por un sinnúmero de factores: crisis familiar,
desempleo, desigualdad de ingresos, crisis política, social y económica, tamaño y densidad del hogar, exposición temprana
a la agresión, abuso de drogas, entre otros, de allí sus múltiples definiciones o concepciones; sin embargo, existe consenso
en que su ejercicio siempre involucrará un juicio de desvalor.

Si queremos pensar en violencia como conflictividad debemos alejarnos de las definiciones que se sostienen en la práctica
moral de los malos versus los buenos, pues ello únicamente nos llevará a etiquetamientos y alarmismos sociales sin
mayores propuestas de solución. Pues bien, para Cerbino (2006, p. 8), la “violencia a este nivel hallará su contenido en la
existencia de una diversidad de escenarios marcados por múltiples conflictos sociales, culturales y políticos, generados por
la presencia de mecanismos de inferiorización, exclusión o marginación social, económica y/o política de amplios sectores
de la población”. Por otra parte, cabe mencionar que muchas veces confundimos violencia con agresividad; sin embargo,
esta es la conducta innata que se despliega de manera ´automática´ ante determinados estímulos y que cesa ante
inhibidores específicos; mientras que aquella es agresividad, pero agresividad alterada, principalmente, por factores
socioculturales que la liberan de todo carácter automático, convirtiéndola en una conducta intencional y dañina.

En consecuencia, queda claro que pueden existir diversas concepciones de violencia, sin embargo conviene elaborar una
definición operativa. Así, debemos entender por violencia a la conducta comisiva u omisiva de una persona natural o
jurídica, individual o colectiva, orientada al sometimiento, control y/o daño de terceros destinatarios de la misma –también
personas naturales o jurídicas, a nivel individual o colectivo-, a través del uso deliberado de la fuerza o poder. En principio,
puede ser física o psicológica, pero también puede tener connotaciones económicas, políticas y sociales. Se presenta en los
ámbitos privado y público, en este último caso, en los contextos nacional, regional y local.

2. Naturaleza multicausal de la violencia:


No existe una única causa que pueda dar cuenta de los diversos tipos de violencia que existen en nuestra sociedad, ni
mucho menos de los altos niveles que esta puede alcanzar, toda vez que en este fenómeno entran en juego muchos
factores de riesgo, ya sea a nivel del comunidad, sociedad, hogar o individuo. Pues bien, Morrison, Buvinic y Shifter en
´América violenta: factores de riesgo, consecuencias e implicaciones para las políticas sobre violencia social y doméstica´
(Frühling, Golding y Heather, 2005, pp. 117-151) identifican las siguientes causas de violencia en América Latina y el Caribe:
2.1. Factores a nivel de la sociedad y la comunidad:
 Desigualdad en los ingresos.
 Historia de violencia familiar.
 Debilidad de las instituciones de control social (judicial y policial).
 Disponibilidad de armas y droga. Violencia en los medios de Comunicación.

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 Nivel de pobreza del barrio.
 Tasa de crímenes en el barrio.
 Normas culturales y sociales.
 Condiciones ambientales del barrio.

3.2. Factores a nivel del hogar:


 Tamaño y densidad del hogar.
 Historia de violencia en la familia.
 Dinámica y normas del hogar.
 Nivel de pobreza del hogar.

3.3. Factores a nivel del individuo:


 Género.
 Edad.
 Biológicos.
 Nivel educativo.
 Nivel socioeconómico.
 Situación laboral.
 Abuso de drogas.
 Exposición temprana a la agresión.

Como vemos la violencia tiene


múltiples causas y puede Para la UNESCO la
manifestarse de diversas maneras y violencia es el uso
en todos los ámbitos, sea en la esfera deliberado de la fuerza
privada como en la pública. Pero física o el poder, ya sea
además, esta puede presentarse en
todos los contextos de nuestra en grado de amenaza o
realidad: local, regional y nacional. efectivo, contra uno
mismo u otra persona,
4. Contextos en que se puede presentar la violencia:
un grupo o comunidad,
 Local: es la violencia que surge en espacio geográfico inmediato en el que cause o tenga
que la vive o se desenvuelve la persona. muchas probabilidades
 Regional: abarca un espacio geográfico mayor que la violencia local, de causar lesiones,
pero menor que la violencia nacional. Es la que padecen determinados muerte, daños
sectores que guardan coincidencias culturales, geográficas, etcétera.
Como regiones podemos citar: costa, sierra y selva. Ejemplo: El psicológicos, trastorno
descuido o la falta de promoción del agro puede ser un tipo de del desarrollo o
violencia económica del sector de la sierra. privaciones.
 Nacional: Es la violencia que padecen todos (o la mayoría) los
habitantes de una nación.

5. Violencia a nivel colectivo:

5.1. Violencia Política:


Es la violencia que se usa por los pobladores de un país o por el mismo gobierno para lograr sus objetivos políticos en
cualquiera o en todos los poderes del estado –ejecutivo, legislativo y judicial-. En efecto, la violencia política surge de los
grupos organizados -o no organizados- estén o no en el poder. Se manifiesta mediante la coerción –traducida en las
destrucciones o atentados contra bienes muebles e inmuebles, contra instituciones públicas o privadas o contra las
personas-, a fin de someter su voluntad política, dejando de lado el diálogo, la negociación o el consenso político.

Como evidencias claras de violencia política podemos citar a los movimientos insurgentes, guerrilleros, terroristas;
prácticas brutales de contra insurgencia; las prácticas genocidas, que no vienen a ser otra cosa que la destrucción

3
deliberada y sistemática, de todo o en parte, de una etnia, raza, religión o grupo nacional; las violaciones estructurales de
derechos humanos, reconocidos por los tribunales internacionales competentes y por las Comisiones de la Verdad y
Reconciliación; las guerras; las prácticas clientilistas de los gobiernos; la indiferencia de la poblaciones ante los
acontecimientos del país -su no participación en las decisiones que rigen el destino de la nación, así como en el manejo y
fiscalización de algunas instituciones-; el terrorismo de estado –este recurre al asesinato político, a las ejecuciones
extrajudiciales, la tortura, el secuestro, el encarcelamiento extrajudicial, la conformación de grupos paramilitares, como el
Grupo Colina, Comando Rodrigo Franco, Ku Klux Klan, entre otros-; la imposición de políticas económicas o sociales que
descuiden o pongan en peligro la subsistencia o derechos de determinados sectores de la población –aquí conviene
recordar la hambruna decretada por Stalin para exterminar a siete millones de ucranianos-; la restricción absoluta de los
derechos fundamentales en los estados de emergencia; los gobiernos dictatoriales; las campañas psicosociales emitidas
por el gobierno a través de la prensa y televisión, para mantener confundida o desinformada a la población; la pena de
muerte; las migraciones forzosas; etcétera.

Para explicar el tema de la violencia política en el Perú, la autora ha elegido abordar en primer lugar el tema del terrorismo
subversivo, pues este fenómeno se ha manifestado en todos los contextos de nuestra realidad (a nivel local, regional y
nacional), y porque su presencia en nuestro país a su vez ha generado y/o estado ligada a la violencia de tipo económica y
social. Así, los grupos terroristas de los años 80, Sendero Luminoso (SL) y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)
no solo hicieron sentir su presencia en la profundidad de la serranía de este país, sino que irrumpieron en las zonas
urbanas de las capitales de departamentos. En efecto, en Lima, en el periodo comprendido entre 1980 hasta 1990, se
registraron una diversidad de hechos subversivos violentos –coches bombas, balaceras, pintas subversivas, extorsiones y
asesinatos a autoridades y funcionarios-, entre ellos, recordemos los atentados que sufrieron el local de Frecuencia Latina
(Canal 2), el Centro Comercial El Polo y un edificio ubicado en la calle Tarata, en el distrito de Miraflores, esto sin contar con
la irrupción de esta ideología, fundamentalmente, en las universidades públicas del Perú. Pero veamos como surgió este
problema nacional –por lo extenso de este tema, solo estudiaremos al grupo terrorista Sendero Luminoso.

EL TERRORISMO EN EL PERÚ (1980 – 1990)

Los antecedentes del terror:


Los antecedentes del grupo subversivo más violento
que ha tenido el Perú, Sendero Luminoso –en
adelante SL-, se remonta al año 1960. Abimael
Guzmán, profesor de Filosofía de la Universidad
Nacional San Agustín de Huamanga – Ayacucho,
fundó este grupo subversivo tomando el nombre de
una frase del reconocido fundador del Partido
Comunista Peruano, José Carlos Mariátegui, utilizado
en la portada de un periódico editado por esta
organización: ´el marxismo leninismo abrirá el
sendero luminoso hacia la revolución´.
Desde sus inicios “SL se constituyó en un movimiento
cuya base descansaba en profesores y alumnos de La militancia senderista recurrió a la organización, infraestructura
ideas radicales, quienes mezclaban un discurso y logística para conseguir sus fines ideológicos.
marxista, leninista y maoísta. Con el paso del tiempo,
y principalmente, a partir de 1980, Guzmán concentró toda la conducción del proceso revolucionario, fue bautizado
por sus seguidores como Presidente Gonzalo o la cuarta espada del comunismo, haciendo alusión esta vez al
cuarteto formado por marxismo – leninismo – maoísmo – pensamiento Gonzalo” (Gavilán, 2012, pág. 32). Es a
partir de esa época que Abimael Guzmán incluye en su lucha a la masa campesina, según su discurso, parte
fundamental en la revolución peruana.

SL llevó al extremo las ideas marxistas que señalaban que la sociedad estaba compuesta por clases sociales, y que la
relación entre estas es de lucha –aunque Abimael Guzmán consideró clave el papel de los campesinos en la lucha
revolucionaria, lo cierto es que Marx (1852) desechó su protagonismo cuando observó lo ocurrido en los procesos
revolucionarios de París. Llegó a sostener que ellos no pueden representarse a sí mismos, por el contrario, deben
ser representados-. Del mismo modo, Portocarrero (1998), indica que SL adoptó las ideas de Mao en el sentido de
que “la violencia es un fenómeno natural e inexorable. En tanto, la lucha entraña una dinámica antagónica,
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absoluta, solo superable por medio de la muerte o por la sumisión incondicional de una de las partes. [En este
sentido], aunque el conflicto pueda ser ocultado por la ideología o atemperado por la traidora conciliación de los
dirigentes, a la larga, sin embargo, su naturaleza tiende a prevalecer, pues es el combate a muerte lo que caracteriza
la relación de las clases sociales” (p. 24). De esta manera el presidente Gonzalo se transformó en el líder de esas
ideas, se convirtió -a decir de sus seguidores- en el faro de la revolución mundial, enarbolando la violencia como
herramienta sistémica, así lo manifestaba en sus discursos y acciones.

El fenómeno de la violencia política en el Perú:

Sostienen Torp y Paredes (2011, pp. 171-206) que irónicamente el retorno a la democracia en 1980 coincidió con el
estallido de una seria violencia política, pues el primer acto terrorista llevado a cabo por SL se suscitó el 17 de mayo
de 1980, en el distrito de Chuschi, provincia de Cangallo, departamento de Ayacucho -con motivo de las elecciones
presidenciales quemaron ánforas y cédulas de votación en dicha localidad-.

Los orígenes de SL se hallan documentados en la Universidad de Huamanga – Ayacucho, desde allí el movimiento se
propagó gradualmente a todo el departamento, así como a Apurímac, Huancavelica, Huánuco, Junín y
eventualmente Lima, a mediados de la década de 1980. Así, en la primera etapa de preparación y organización
subversiva SL no buscó a campesinos indígenas, sino a jóvenes indígenas que migraban a la ciudad en busca de
educación y de algo mejor que la vida rural de sus padres. La dirigencia senderista comenzó su reclutamiento a
comienzos de la década del 70 entre los jóvenes estudiantes y profesores de la Universidad Nacional de Huamanga.
La estrategia consistía en implementar un ´proyecto pedagógico´ que presentaba una visión esquemática del
mundo y de la historia que justificaba la violencia. Guzmán aprovechó su poder como Director de Estudios
Generales para introducir cursos inspirados por los manuales de marxismo – leninismo preparados por la Academia
de las Ciencias de la URSS. Con dichos medios SL promovió la visión crítica de la sociedad peruana que contribuyó a
la aceptación del papel de la violencia, tal como lo revela el siguiente testimonio de una estudiante militante de SL
recluida en el penal Santa Mónica (CVR, 2003, V, p. 615):

“…cuando yo ingresé a la Universidad, [encontré que] el materialismo dialéctico, el materialismo histórico te abre los
ojos […]. Comprendí más el proceso, el proceso de la lucha, que el pueblo siempre ha luchado y luchará y esa lucha
misma sirve para transformar. Se estudió la revolución francesa, que ha sido sangrienta, que ha habido excesos, que ha
sido violenta, sí, pero eso de qué sirvió, de transformar la sociedad y eso es lo que pasa y ahora pues, sino se hubiera
dado esa situación ¿cuántos años más hubieran pasado para que pueda devenir todo lo que es capitalismo ahora?
Hubiera demorado más; ellos han tenido trescientos años para tomar el poder y consolidar el poder…”.

Expulsado Guzmán de la Universidad en 1975, él y muchos de los dirigentes de SL iniciaron un intenso trabajo
político en otras partes de la sociedad ayacuchana, en particular en las áreas rurales de las provincias pobres del
centro del departamento. El enfoque inicial usado en las comunidades campesinas fue también pedagógico, para
ello SL empleó un gran número de alumnos de la facultad de educación convertidos en militantes en sus épocas
universitarias. Se ganaban la confianza de la gente con largas permanencias en las comunidades campesinas y
formando parte de las labores comunales, incluso contrajeron nupcias con los pobladores de dichas localidades.
Una vez que la población dejó de verles como ´forasteros´ iniciaron el adoctrinamiento formal por medio de las
escuelas populares –allí les enseñaban técnicas de guerra para que se unieran al Ejército Guerrillero Popular, brazo
armado del partido-, claro está, SL aprovechó los conflictos sociales, la pobreza de las poblaciones rurales, los
cuestionamientos a las autoridades y todo tipo de resentimiento contra de los campesinos más acomodados,
beneficiados con la desigual distribución de la reforma agraria.

La influencia de SL se extendió más allá de Ayacucho. Las universidades eran un terreno fértil para el activismo
político, sobre todo las universidades públicas que contaban con gran cantidad de alumnado proveniente de las
provincias del Perú -Universidades Nacionales San Cristóbal de Huamanga en Ayacucho, del Centro del Perú en
Huancayo, de Ingeniería y Mayor de San Marcos en Lima-. Los poblaciones campesinas indígenas inicialmente
también apoyaron a SL, en parte porque se vieron atraídas por su discurso de restablecer el orden mediante el
castigo público de los comuneros que quebraron sus normas; sin embargo, tal respaldo decayó a medida que SL
asesinó a dirigentes que aún gozaban de legitimidad en sus comunidades, y por no respetar las estructuras y
costumbres comunales.

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Si el poder de la ideología y el clientelaje (incluía nombramiento de profesores, transporte y comida gratuitos en las
universidades) eran insuficientes para ganar adherentes, SL recurría al terror y la coerción como medios de
cooptación. SL no distinguía edad ni género, abusaba de los niños y se los obligaba a unirse al partido -el secuestro y
el empleo de niños en los enfrentamientos fue una práctica senderista generalizada-. En efecto, SL pasó de la
manipulación intelectual y clientilista al uso de la fuerza y la violencia física, propagando una cultura del terror. Su
discurso jamás fue étnico, pero las personas oprimidas por desigualdades socioeconómicas, políticas y culturales
resultaban particularmente vulnerables a él.

La respuesta de las autoridades y los efectos retroalimentadores: Torp y Paredes (2011, p. 190), y Gavilán (2012, p.
32):

El primer acto sedicioso de SL se dio en la década de 1980, este coincidió con la elección de Belaunde Terry como
Presidente de la República; sin embargo, las autoridades centrales no advirtieron la real connotación y
trascendencia del problema1, por lo que luego de aproximadamente dos años y medio dicho mandatario envió a las
FF. AA. al departamento de Ayacucho para controlar el conflicto armado.

Los primeros que acudieron a controlar el orden fueron los miembros de la Policía -con recursos y preparación
inadecuados-, pero incluso cuando ingresaron al escenario los miembros de las fuerzas armadas aún no se tenía
una noción exacta de la naturaleza de la guerra interna.

La persona que se opuso en forma más lúcida al ingreso de las FF. AA. en la lucha antisubversiva fue el General Luis
Cisneros Vizcarra, el Ministro de Guerra de este entonces –entrevista en Qué Hacer-. Él entendió claramente que si
no se contaba con la preparación y los recursos adecuados, el único resultado posible sería la matanza
indiscriminada: “Matan 60 personas y a lo mejor ahí hay 3 senderistas […] y seguramente la policía dirá que los 60
eran senderistas […] creo que sería la peor alternativa”.

Al no contar con la inteligencia adecuada, las FF. AA. solo podían intentar recuperar el control territorial. El análisis
de la CVR sostiene que entre 1983 y 1984 fue la etapa más letal del conflicto. Aquello, sumado a los prejuicios
étnicos, fue en gran parte responsable de la severidad de los abusos. Se evidenciaron múltiples casos de tortura, el
tratamiento al indio fue más feroz, porque se le consideraba inferior. Lo mismo valía para SL, que describió a las
comunidades indígenas como carne de cañón. Hubieron casos en que los naturales de las zonas alto andinas se
plegaron a los terroristas debido a los abusos cometidos por los militares. Este episodio del terror aun es una vena
abierta sangrante de nuestra historia peruana. El indígena estuvo sometido a una doble violencia, la generada por
los grupos terroristas subversivos y por agentes estatales.

MRTA

Este grupo conformado por exapristas, abandonaron sus filas criticando sus posiciones reformistas y fundaron el
APRA Rebelde, En 1962, el grupo disidente se autodenominó Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y
asumió como ideología el marxismo-leninismo.
El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) se caracterizó por:
a. Criticar al Partido Comunista Peruano que seguía las directivas del Partido Comunista de la Unión Soviética; y al
APRA, por abandonar sus primeras tesis.
b. Su vocación para hacer la revolución en el país vía la lucha armada.
c. Su negativa a adscribirse a uno de los faros de la revolución de entonces como la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas o la República Popular China y por no someterse al tutelaje de sus respectivos Partidos Comunistas.

En este sentido su líder Víctor Polay Campos señaló: Lo de la situación revolucionaria era una cuestión común
dentro de la izquierda, todos los grupos planteaban la violencia revolucionaria. Yo no conozco ningún grupo en ese
momento que no planteara la violencia revolucionaria como requisito a la toma del poder y la construcción de la
nueva sociedad.

El 1 de marzo de 1982, se reunieron en un Comité Central y después de un balance de la situación internacional y


nacional llegaron a la conclusión de que las condiciones para el reinicio de la violencia revolucionaria estaban dadas.
1
Lo que permitió que SL siga actuando de modo amplio en la región de Ayacucho.
6
En consecuencia, acordaron que la organización en su conjunto asumirá a partir de este Comité Central como tarea
principal, el desarrollo de la lucha armada, entendiendo este proceso como la estrategia de la guerra revolucionaria
y la insurrección de todo el pueblo. Asimismo, se adoptó el nombre de Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
(MRTA), disponiendo guardar en reserva dicho nombre hasta que la nueva estructura partidaria esté en condiciones
de respaldar al MRTA con las armas en la mano.
La condición especial de este grupo era la extorsión y el secuestro de los principales industriales y/o políticos del
país, es así que un 17 de diciembre de 1996 el comando subversivo Edgard Sánchez, integrado por 14 emerretista, al
mando de Cerpa Cartolini, tomaron como rehenes a más de 400 participantes de una velada en la residencia del
Embajador del Japón, Morihisa Aoki.

El objetivo de tomar rehenes para intentar canjearlos con sus presos había sido logrado. En los días siguientes
fueron liberando un número significativo de rehenes. Poco tiempo después el gobierno inició una ronda de
negociaciones buscando encontrar una salida a tal situación. Sin embargo, cuando las conversaciones entre el MRTA
y el gobierno habían sido suspendidas, el 22 de abril de 1997, donde la impecable operación Chavín de Huántar de
fuerzas combinadas del ejército logró la liberación de todos los rehenes.

Los subversivos, que mantuvieron en cautiverio a 72 personas durante 126 días, murieron durante la intervención
militar. Además uno de los rehenes y dos efectivos militares perdieron la vida. Los terroristas fueron ultimados en el
rescate y fue el fin de ellos.
El desenlace en la residencia del embajador japonés marcó prácticamente la desaparición del MRTA en el escenario
nacional. Los dirigentes que quedaron en el Frente Central, trataron de recomponer la Dirección Nacional del MRTA,
pero no contaban con la experiencia ni el manejo político para asumir la conducción de su organización. Instalados
en la selva de Junín, con una columna de pocos combatientes que actuaban en la margen izquierda del río Perené,
perdieron de vista toda perspectiva política nacional y contribuyeron a la debacle de su organización. Durante los
meses de agosto y octubre de 1998, la policía detuvo a algunos subversivos que operaban en esta zona. Estas
capturas pusieron punto final al último frente emerretista 2.

En consecuencia, y tal como concluyó la Comisión de la Verdad y Reconciliación en su informe final el año 2003, el
saldo de víctimas de la violencia política interna en las décadas de los años 80 y 90 superó los 69,000 peruanos y
peruanas, muertos o desaparecidos a manos de las organizaciones subversivas o por obra de agentes del estado.
Del mismo modo, afirmó que de cada cuatro víctimas, tres eran campesinos cuya lengua materna era el quechua.
Se trata entonces del sector de la población históricamente olvidado –desde la época de la colonia-, e ignorado por
el estado y por la sociedad urbana. Si bien la Comisión no tiene bases para afirmar que este fue un conflicto étnico,
sí tiene fundamento para aseverar que durante estas dos décadas de destrucción y muerte no habrían sido posibles
sin el profundo desprecio a la población más desposeída del país, evidenciado por los miembros del Partido
Comunista Sendero Luminoso y agentes del estado por igual, ese desprecio que se encuentra entretejido en cada
momento de la vida cotidiana de los peruanos.

Consecuencias la de la violencia política y el ahondamiento de las desigualdades sociales:

La violencia política de los años 80 generó en parte la recesión económica del país, aun cuando el endeudamiento
externo y el mal manejo de la economía del país probablemente fueron las principales causas, la VP también tuvo
su efecto en la decadencia de las inversiones en el Perú. Así, el caos político y económico -entre 1980 y 1990 Alan
García rechazó la recesión y se concentró en el congelamiento de precios, lo que para 1987 produjo la
hiperinflación- a mediados de aquella década produjo sensación de ingobernabilidad y desmoralización, bases del
atractivo de las políticas dictatoriales y represivas de Fujimori, esto tuvo un profundo efecto en el espacio político y
ciertamente sobre las desigualdades sociales -en 1990 el nuevo gobierno recibió una economía seriamente
distorsionada y con una inflación que alcanzaba más del 2000%-.

El gran costo de la deteriorada economía lo sufrió –principalmente- el campesinado indígena. Se aunó a la crisis el
fenómeno del Niño de 1983, que produjo inundaciones en el norte del país, y una terrible sequía en el sur. Esto
desembocó en la migración masiva del campo a la ciudad (sobre todo a la capital del Perú), incrementando así las
tasas de desempleo, sub empleo o empleo de subsistencia en la ilegalidad e informalidad, sin contar con el
2
BENAVIDES CAVERO, César. El Terrorismo en el Perú Lima: p. 4-5.
7
abandono de la producción de alimentos en el campo, que se tradujo en la necesidad de importarlos del extranjero,
a fin de cubrir las necesidades locales. Como siempre, los más afectados fueron los más pobres, sobre todos los
campesinos e indígenas de las zonas más olvidadas del Perú.

Narcoterrorismo y resurgimiento del terrorismo:

Si bien con la captura de los grandes cabecillas terroristas Abimael Guzmán (SL) y Polay Campos (MRTA), así como
con la muerte de Néstor Cerpa (MRTA) en la Embajada del Japón, el terrorismo se ha replegado, ello no significa que
haya desaparecido totalmente. Así, en la zonas del Alto Huallaga y del VRAEM –valles de los ríos Apurímac, Ene y
Mantaro- aún vemos su accionar delictivo, han aliado fuerzas con el narcotráfico, formando un binomio
denominado “narcoterrorismo”, que no es otra cosa que la cooperación estratégica entre las mafias del narcotráfico
y los grupos armados extremistas o terroristas, estos prestan servicio de seguridad en la producción y transporte de
droga e insumos químicos, a cambio de dinero para financiar la compra de armas y alimentos, y de esa manera con
su lucha armada en el resto del país, incluso pretenden resucitar su trastornada y trasnochada ideología en la
esfera política democrática a través a través del MOVADEF 3.

TERRORISMO DE ESTADO

Debemos tener presente que el terrorismo no solo puede ser causado por terroristas, sino también por el mismo
Estado. Así, el terrorismo de estado constituye la utilización de métodos ilegítimos del gobierno para inducir el
miedo o terror en la población civil, a fin de alcanzar objetivos o fomentar comportamientos que no se producirían
por si mismos. Modalidades: Desaparición forzada, secuestro, tortura, asesinatos, ejecuciones extrajudiciales,
conformación de grupos paramilitares para exterminar a personas opositoras del gobierno, etcétera

Casos Barrios Altos y Cantuta

El 3 de noviembre de 1991, miembros del grupo paramilitar conocido


como el ´Grupo Colina´ irrumpieron en el vecindario conocido como
´Barrios Altos´ ubicado en la ciudad de Lima, ejecutando
extrajudicialmente a 15 personas e hirieron gravemente a otras cuatro.
Iniciadas las investigaciones correspondientes, el Congreso de la
República emitió una Ley de Amnistía que exoneraba de
responsabilidad a los policías y militares que hubieran cometido entre
1980 y 1995, violaciones a los derechos humanos. La Corte
Interamericana de Derechos Humanas encontró al estado peruano
responsable de la violación a los derechos humanos por estos hechos
execrables, y evidentemente se dejó sin efecto dicha ley de amnistía,
toda vez que los delitos de derechos humanos son imprescriptibles
(Comisión Andinas de Juristas y Konrad Adenahuer, 2006, p.160).

Asimismo, el citado grupo paramilitar en la madrugada del 18 de julio Caso Barrios Altos. Publicación del lunes 4
de 1992 irrumpió en las viviendas de estudiantes y profesores de la de noviembre de 1991.
Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta. Detuvieron
a los alumnos: Bertila Lozano Torres, Dora Oyague Fierro, Luis Enrique Ortiz Perea, Armando Richard Amaro Cóndor,
Robert Edgar Teodoro Espinoza, Heráclides Pablo Meza, Felipe Flores Chipana, Marcelino Rosales Cárdenas y Juan
Gabriel Mariños Figueroa, y al Profesor Hugo Muñoz Sánchez; luego los ejecutaron extrajudicialmente y enterraron
de forma clandestina en tres fosas en el Cerro Santa Rosa. Después, los autores materiales del asesinato
desenterraron los cuerpos, para incinerarlos y trasladarlos a nuevas fosas clandestinas, ubicada en Chavilca –
Cieneguilla, donde finalmente los encontraron.

3
Un pequeño sector de la población exterrorista aún insiste en seguir el camino ideológico subversivo, por lo que se han
reagrupado en el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Humanos Fundamentales (MOVADEF), que pregona la
amnistía no solo para los líderes senderistas, sino también, paradójicamente, para Alberto Fujimori y los militares
sentenciados por violaciones de derechos humanos.
8
Por los hechos antes descritos el ex Presidente Alberto Fujimori fue sentenciado 25 años de pena privativa de
libertad. La sentencia de primera instancia, del 7 de abril de 2009, le dio la calidad de autor mediato en los delitos
de homicidio calificado –asesinato-, lesiones graves (además por el secuestro agravado y trato cruel del periodista
Gustavo Gorriti Ellembogem y el empresario Dayer Ampudia). El 30 de diciembre de 2009, en segunda instancia, se
confirmó la condena.

En el caso de los miembros del Grupo Colina fueron sentenciados el 1 de octubre de 2010 –en primera instancia-
junto con Vladimiro Montesinos Torres, con penas que oscilan entre los 15, 20 y 25 de privación de la libertad. Con
fecha 20 de julio de 2012 la Corte Suprema emitió sentencia en segunda instancia, redujo algunas penas y consideró
que los hechos investigados ´no eran delitos de lesa humanidad´. Ello fue denunciado por los agraviados ante la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, razón por la cual dicho organismo emitió un pronunciamiento
aduciendo que tal calificación vulnera los derechos humanos de las víctimas y familiares de ambos casos. Con fecha
27 de setiembre de 2012 la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República (voto en
mayoría) declaró la nulidad del fallo que expidió el 20 de julio de 2012.

5.2. Violencia Económica:

Consiste en toda acción u omisión del agresor que afecta la supervivencia económica de la víctima. Se manifiesta a
través de limitaciones encaminadas a controlar el ingreso de sus percepciones económicas, así como la percepción
de un salario menor por igual trabajo, dentro de un mismo centro laboral. Este tipo de violencia puede ser ejercida
desde el hogar, los centros laborales, las empresas y por el Estado.

A nivel intrafamiliar el agresor puede ser el jefe del hogar o el responsable del mantenimiento de la familia, este le
exigirá a su pareja o a los demás integrantes dependientes todo tipo de explicaciones para entregarle dinero, o en
todo caso, dará menor cantidad de la que realmente se necesita. Puede suceder también, que aunque la familia
necesite de recursos económicos, le impedirá a su pareja que trabaje para que no tenga la posibilidad de tener
autonomía económica, y de esa manera pueda continuar con el control sobre la familia. También existe violencia
económica cuando el agresor destruye los bienes personales del otro o dispone de los recursos económicos propios
y de la persona que está siendo violentada, solo para su propio beneficio (alcohol, amigos, entre otros).

A nivel laboral se observa cuando se incumple el pago de la remuneración del trabajador, cuando sin causa
justificada -y por el mismo trabajo- este recibe un salario menor, en trabajos forzados o cuando se excluye o
discrimina a la personas en el acceso al trabajo, por razones de género, raza, color, etcétera; mientras que a nivel
empresarial se evidencia en actividades que vulneran la seguridad económica de las personas, incluso del mismo
mercado: dumpings, monopolios, oligopolios, publicidad engañosa, evasión tributara, competencia desleal,
etcétera.
El estado también puede derivar en este tipo de actividades, sino recordemos la inflación, la hiperinflación, el
fujishock de la década de 1990, la excesiva privatización de empresas del estado, incluso de las instituciones que
involucran la prestación de servicios sociales (telefonía, agua, salud, seguridad social, esto en perjuicio de la
población), el excesivo apoyo económico a determinados sectores de la población, en desmedro de los sectores
excluidos, los altos costos de la formalización, clientilismo, corrupción, entre otros.

En efecto, si nos remitimos a nuestra historia recordaremos que en agosto de 1990 los peruanos empezamos a
pagar los costos de las malas gestiones económicas de los gobiernos precedentes. A decir de Murakami (2012, p.
302), “En un mes, la inflación alcanzó 397% y el año cerró con 7.650%. Fue el resultado del shock aplicado para
revertir los principales desequilibrios macroeconómicos: déficit fiscal, baja presión tributaria, déficit externo en la
balanza de pagos, hiperinflación y no alineamiento de los precios relativos”. Así las cosas, el gobierno de Fujimori
impuso políticas de recesión con el fin de cortar la hiperinflación. Con ese objeto redujo la creación del empleo,
flexibilizó la estabilidad laboral –pues a diferencia de la Constitución de 1979, la de 1993 admite el despido
arbitrario-; elevó las tasas de interés y redujo los salarios, etcétera.

Entre marzo de 1991 y febrero de 1992 fueron aprobados 923 decretos leyes que impulsaron las privatizaciones, la
desregulación, la liberalización de los mercados, sobre todo del mercado de trabajo, así como la forma de
administración tributaria. No obstante ello, el gobierno no tenía mayoría parlamentaria, y el Congreso de resistió a

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aprobar o apoyar las medidas económicas del ejecutivo sin debatirlas, razón por la cual el ex Presidente Alberto
Fujimori cerró dicha institución mediante el autogolpe de abril de 1992.

Finalmente, en el año 1993 se aprobó por referéndum la Constitución de 1993, la cual si bien se acomoda mucho
mejor a las exigencias del mercado actual, brinda menor protección al trabajador. Queda decir, que aunque el
crecimiento económico de nuestro país en las últimas décadas e innegable, este ha sido acompañado por la
corrupción destapada con los vladivideos y con la permanente exclusión de determinados sectores de la población.

6. Costos socioeconómicos de la violencia (Frühling, Tulchin, Golding, 2005, p.134).

6.1. Costos directos: el valor de los bienes y servicios destinados a atender o prevenir la violencia.
 Policía
 Sistema de justicia penal
 Médicos
 Atención psicológica
 Vivienda
 Servicios sociales

6.2. Costos no monetarios: dolor y Sufrimiento.


 Aumento de la morbilidad
 Aumento de la mortalidad por homicidio y suicidio
 Abuso de alcohol y drogas
 Desórdenes depresivos

6.3. Efectos multiplicadores de tipo económico: macroeconómicos, en el mercado laboral y en la productividad en la


siguiente generación
 Participación decreciente en el mercado de trabajo
 Disminución de la productividad laboral
 Aumento del ausentismo
 Impactos de la productividad de una generación a otra por medio de la repitencia de cursos y el descenso en el
logro educativo de los niños
 Disminución en la inversión y el ahorro.
 Fuga de capitales.

6.4. Efectos multiplicadores del tipo social: en impacto sobre las relaciones interpersonales y la calidad de vida
 Trasmisión de la violencia de una generación a otra
 Deterioro del capital social
 Reducción de la calidad de vida
 Reducción de la participación en el proceso democrático

Ya vimos que la violencia de tipo política y/o económica está estrechamente vinculada, pero ¿podemos hacer algo al
respecto?
Claro que sí, para contrarrestar los distintos tipos de violencia y sus correspondientes costos económicos se recomienda
diseñar ´políticas públicas´ que respondan a los factores de riesgo que causan la violencia en una determinada localidad, y
que estas sean vigiladas con mucho cuidado. Un proceso en cuatro etapas, conocido como ´enfoque epidemiológico´,
puede ayudar a garantizar que las acciones propuestas sean realmente efectivas para reducir la violencia: Estos cuatro
pasos son:
1. Definir el tipo de violencia que se quiere abordar y recopilar datos sobre la magnitud del problema.
2. Identificar los factores de riesgo para este tipo de violencia.
3. Desarrollar y verificar la intervención o intervenciones.
4. Analizar la efectividad de la intervención o intervenciones.
CONCLUSIONES GENERALES DEL INFORME FINAL DE LA CVR

Como resultado de sus investigaciones sobre el proceso de violencia de origen político que se vivió en el Perú entre los
años 1980 y 2000, la Comisión de la Verdad y Reconciliación ha llegado a las siguientes conclusiones:
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I. Las dimensiones del conflicto
1. La CVR ha constatado que el conflicto armado interno que vivió el Perú entre 1980 y 2000 constituyó el episodio
de violencia más intenso, más extenso y más prolongado de toda la historia de la República. Asimismo, que fue un
conflicto que reveló brechas y desencuentros profundos y dolorosos en la sociedad peruana.
2. La CVR estima que la cifra más probable de víctimas fatales de la violencia es de 69,280 personas. Estas cifras
superan el número de pérdidas humanas sufridas por el Perú en todas las guerras externas y guerras civiles
ocurridas en sus 182 años de vida independiente.
3. La CVR afirma que el conflicto abarcó una proporción mayor del territorio nacional que cualquier otro, provocó
enormes pérdidas económicas expresadas en destrucción de infraestructura y deterioro de la capacidad
productiva de la población y llegó a involucrar al conjunto de la sociedad.
4. La CVR constata que existió una notoria relación entre situación de pobreza y exclusión social y probabilidad de
ser víctima de violencia. En el departamento andino de Ayacucho, donde ésta se inició, se concentra más del 40
por ciento de muertos y desaparecidos reportados a la CVR. Al sumar a ellas las víctimas consignadas por la CVR
en los departamentos de Junín, Huánuco, Huancavelica, Apurímac y San Martín se llega al 85 por ciento de las
víctimas registradas por la CVR.
5. La CVR ha constatado que la población campesina fue la principal víctima de la violencia. De la totalidad de
víctimas reportadas, el 79% por ciento vivía en zonas rurales y el 56 por ciento se ocupaba en actividades
agropecuarias.
6. La CVR ha podido apreciar que, conjuntamente con las brechas socioeconómicas, el proceso de violencia puso de
manifiesto la gravedad de las desigualdades de índole étnico-cultural que aún prevalecen en el país. Del análisis
de los testimonios recibidos resulta que el 75 por ciento de las víctimas fatales del conflicto armado interno tenían
el quechua u otras lenguas nativas como idioma materno.
7. La CVR comprueba que, en términos relativos, los muertos y desaparecidos tenían grados de instrucción muy
inferiores al promedio nacional. Mientras el censo nacional de 1993 indica que solamente 40 por ciento de la
población nacional tiene un nivel educativo inferior a la educación secundaria, la CVR ha encontrado que el 68 por
ciento de las víctimas se encontraba por debajo de ese nivel.
8. La CVR concluye que la violencia impactó desigualmente en distintos ámbitos geográficos y en diferentes estratos
sociales del país. Si la tasa de víctimas reportadas a la CVR respecto de la población de Ayacucho hubiera sido
similar en todo el país, la violencia hubiera ocasionado 1 millón 200 mil muertos y desaparecidos. De esa
cantidad, 340 mil hubieran ocurrido en la ciudad de Lima.
9. La CVR ha constatado que la tragedia que sufrieron las poblaciones del Perú rural, andino y selvático, quechua y
asháninka, campesino, pobre y poco educado, no fue sentida ni asumida como propia por el resto del país; ello
delata, a juicio de la CVR, el velado racismo y las actitudes de desprecio subsistentes en la sociedad peruana a casi
dos siglos de nacida la República.
10. La CVR ha hallado que el conflicto puso de manifiesto graves limitaciones del Estado en su capacidad de garantizar
el orden público y la seguridad, así como los derechos fundamentales de sus ciudadanos dentro de un marco de
actuación democrático.
11. La CVR asimismo ha encontrado una precaria vigencia del orden constitucional y el Estado de Derecho, los que en
momentos de la crisis fueron vulnerados.

II. Sobre el proceso de Reconciliación Nacional


La CVR propone que el gran horizonte de la reconciliación nacional es el de la ciudadanía plena para todos los peruanos y
peruanas. A partir de su mandato de propiciar la reconciliación nacional y de sus investigaciones realizadas, la CVR
interpreta la reconciliación como un nuevo pacto fundacional entre el Estado y la sociedad peruanos, y entre los miembros
de la sociedad.

La CVR entiende que la reconciliación debe ocurrir en el nivel personal y familiar; en el de las organizaciones de la sociedad
y en el replanteamiento de las relaciones entre el Estado y la sociedad en su conjunto. Los tres planos señalados deben
adecuarse a una meta general, que es la edificación de un país que se reconozca positivamente como multiétnico,
pluricultural y multilingüe. Tal reconocimiento es la base para la superación de las prácticas de discriminación que
subyacen a las múltiples discordias de nuestra historia republicana.
En un intervalo de confianza al 95 por ciento cuyos límites inferior y superior son 61,007 y 77,552 víctimas,
respectivamente.

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La CVR ha recibido reportes de muertes y desapariciones como producto del conflicto armado interno en todos los
departamentos, salvo Moquegua y Madre de Dios. Sólo en Tacna (1) y Tumbes (4), la cifra de víctimas reportadas a la CVR
es de un dígito.

Debe señalarse cómo quienes hoy viven en esos departamentos son tan pobres que en conjunto concentran tan sólo el 9
por ciento del ingreso de todas las familias peruanas. Además Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y Huánuco son 4 de los
cinco departamentos más pobres del país.
En comparación al 29% de personas que vivían en zonas rurales según el censo de 1993 y el 28% de la PEA nacional estaba
ocupada en el sector agropecuario en ese mismo año.
Este dato contrasta de manera elocuente con el hecho de que la población que comparte esa característica constituye
solamente el 16 por ciento de la población peruana de acuerdo con el censo nacional de 1993. En los tres departamentos
más afectados, la proporción de personas que hablaban quechua u otra lengua nativa es siempre mayor entre las víctimas
fatales reportadas a la CVR que en el conjunto de la población.

La CVR ha recibido reportes de 930 autoridades locales asesinadas por el PCP-SL, sin embargo, la CVR estima que la cifra
real es mucho mayor.
El acto mismo de levantarse en armas contra un régimen legítimamente elegido es un acto criminal.
Unidad contrainsurgente de la antigua Guardia Civil.
Las FFPP no contaban con un despliegue suficiente de efectivos en zonas rurales. Allí se encontraban destacados pequeños
contingentes de guardias civiles con formación básica, que en muchos casos no sumaban más de ocho. Básicamente,
personal de refuerzo como los sinchis, estuvieron acantonados en la ciudad de Huamanga, desde donde realizaban viajes
en helicóptero. Pero, incluso con ellos, no se dieron abasto para dar una respuesta en la totalidad las extensas zonas
afectadas y, debido al riesgo que sus efectivos corrían debido a los ataques, tomaron la decisión de empezar a replegar los
puestos rurales, uniendo varios de los mismos sobre todo en capitales de provincia.
Los documentos del PCP-SL reconocen alrededor de 1,700 bajas entre militantes del partido, el ejército guerrillero popular
y las denominadas "masas", que los apoyaron entre 1983 y 1985. Aunque no hay convicción absoluta al respecto, la CVR
considera que parte de los militantes muertos del PCP-SL pueden corresponder al total de 2000 desaparecidos a manos de
SL, sobre los que se puede razonablemente considerar que fueron jóvenes reclutados forzosamente que nunca más
volvieron, posiblemente porque cayeron en enfrentamientos.
El menoscabo de la eficiencia de las FFAA en su tarea fundamental de la defensa nacional se reveló en el conflicto del
Cenepa en 1995. Esta última pudo haberse dejado en manos de la autoridad civil, o de un ministro o delegado presidencial
ad-hoc.

De acuerdo a la Ley 24150, promulgada en 1985, por la cual toda infracción en zonas declaradas en estado de emergencia
era considerada delito de función y, por tanto, era juzgada en el fuero militar.
Los principales actores políticos lanzaron acusaciones cruzadas que denunciaban la autoría de actos terroristas
simultáneamente al gobierno cubano y a la CIA; a la izquierda legal y al gobierno, incluso a militares velasquistas o de
ultraderecha.

Cambio 90 fue desactivado después de las elecciones de 1990 y nunca tuvo vida orgánica. Nueva Mayoría fue sólo una
sigla para presentarse a las elecciones. El Frente Perú al 2000, que debió respaldarlo en las elecciones del 2000, falsificó
más de un millón de firmas para inscribirse en el Jurado Nacional de Elecciones.

Un punto de inflexión fue la permanencia de Nicolás de Bari Hermoza Ríos como Comandante General luego de su pase a
retiro a fin de 1991 y hasta 1998.

Prueba de que era posible objetar esta impunidad la constituye la valiente actitud de la Dra. Antonia Saquicuray, que
conoció el caso Barrios Altos, sustentando la inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía.
Aunque poco aplicada, en la década de 1990 la ley de "apología del terrorismo" legalizó el amedrentamiento al magisterio.

De acuerdo a testimonios recogidos por la CVR, del total de víctimas producidas por agentes del Estado durante el
conflicto, el 3% fueron maestros y el 2.4% estudiantes universitarios o de institutos superiores.
Sin embargo, considerando que la violencia y la sevicia ejercidas intencionalmente tienen un impacto devastador para el
psiquismo, no hablamos de respuestas anormales ni de trastorno mental, aunque reconocemos que pueden devenir en
malestar, síntoma, que requieren atención.
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los derechos humanos y los países andinos. Bolivia, Chile, Colombia, Perú.
- Costa, G. y Romero, C. (2011). Inseguridad en el Perú ¿Qué hacer? Lima: Ciudad Nuestra.
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