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De acuerdo con una vieja leyenda cabalística que describe «La Formación del Hijo» (1), Dios
ordena que en el momento de la creación la semilla del futuro ser humano sea traída ante Él,
después de lo cual decidirá lo que su alma llegará a ser: un hombre o una mujer, sabio o tonto,
rico o pobre. Sólo una cosa deja de decidir, si el será justo o injusto, porque como está escrito,
«Todas las cosas están en manos del Señor, excepto el miedo al Señor». El alma, sin embargo, le
suplica no ser enviada a la vida más allá de ese mundo. Pero Dios le responde «El mundo al que
te envío es mejor que el mundo en el cual tú estabas; y cuando te formé, lo hice para ese destino
terrenal». Inmediatamente después, Dios le ordenó al ángel encargado de las almas que vivían en
el más allá iniciar a esta alma en todos los misterios del otro mundo, a través del Paraíso y .del
Infierno. De esta manera, el alma experimenta todo los secretos del Más allá. En el momento del
nacimiento, sin embargo, cuando el alma llega a la tierra, el ángel extingue la luz del conocimiento
que se quema arriba de ella y el alma, encerrada en su envoltura terrenal, entra a este mundo,
olvidando su elevada sabiduría, pero siempre buscando recuperarla.
¿Cuál es el significado psicológico de este profundo mito con respecto al destino del alma? De
acuerdo con la leyenda, Dios ordena el desarrollo futuro de la semilla, pero con una limitación
extremadamente curiosa y significativa. Él no ordena que la semilla se desarrolle en el alma de un
hombre justo o injusto, porque «todas las cosas están en manos del Señor, excepto el miedo al
Señor». Esto significa que un cierto destino y un cierto camino está establecido para cada hombre,
pero el que cumpla con su destino o el que vaya por ese camino señalado no depende de su
propio poder. Por el «temor al Señor”, será la aceptación querida de Su propósito divino señalado,
esto es, el elemento de la elección ética permanece dentro del poder del individuo. El objetivo está
fijado, pero la forma de aproximarse y su logro se le deja a cada individuo. Es en verdad una
respuesta profunda al eterno problema del libre albedrío. En su dialogo con Dios, el alma
temiendo perder su pureza por el contacto con la transitoriedad de la existencia terrenal, protesta
por tener que descender a este mundo. Pero Dios le reprocha. El mundo al que ella va a entrar es
mejor que el anterior, en vista de que para ese mundo ha sido ella creada. En otras palabras, el
significado total de la existencia de cada alma yace precisamente en el hecho de que ella sólo
puede lograr su propósito fundamental dentro y a través de las realidades de. su vida terrenal. El
verdadero :propósito y objeto del alma no consiste en el logro de un estado puramente inmaculado
en un mundo de ideas, sino más bien en la aceptación querida de las responsabilidades concretas
de este mundo y de la constante obligación periódica que ellas traen consigo. Esta es la razón por
la cual, si bien antes de su nacimiento, el alma está familiarizada con los secretos del Más allá, en
el momento que entra en este mundo, debe olvidar todo ese conocimiento para poder descubrirlo
otra vez dentro y a través de su experiencia en esta vida y, de esta forma, hacerlo suyo.
¿Qué es lo que el mundo del Más allá en el cuál se origina el alma, significa en el lenguaje
psicológico? El «Más allá» es el depositario de los secretos fundamentales del cielo y del infierno,
de la luz y de la oscuridad, del abajo y arriba, de lo positivo y lo negativo –en otras palabras, es el
mundo de lo inconsciente colectivo del cual nos originamos todos. Es con razón que en el cuento
de hadas la cigüeña que saca a los niños del lago profundo es tan persistente, porque es sólo otra
presentación de la misma experiencia física de que, principalmente, todos nosotros brotamos de
esas grandes aguas. Porque no es cierto, como ha sido afirmado por una psicología racionalista
mecánica y unilateral que el hombre nazca como una tabula rasa, como una hoja en blanco. Por el
contrario, él oculta dentro de él y señala un tiempo que llega lejos en el futuro. Es de la misma
esencia del niño que aún vive en el mundo misterioso de las imágenes míticas y de mágicas
relaciones: sin duda, está sumergido en el mundo de las imágenes del inconsciente colectivo, del
pasado mitológico de la humanidad, que todavía no está empañado por las realidades concretas
del presente.
Las grandes imágenes colectivas del pasado todavía están cerca y son poderosas en el caso de
un niño: su primera tarea es liberarse de la fascinación de su poder supra-personal y en el
conflicto con esas fuerzas, él debe forjar su propia pequeña personalidad, liberando y
desarrollando su yo individual que aún está muy fragmentado.