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LUBRICANTE

Para otros usos de este término, véase Lubricante (dermatología).

Un lubricante es una sustancia que, colocada entre dos piezas móviles, no se degrada, y forma
asimismo una capa que impide su contacto, permitiendo su movimiento incluso a elevadas
temperaturas y presiones.

Una segunda definición es que el lubricante es una sustancia (gaseosa, líquida o sólida) que
reemplaza una fricción entre dos piezas en movimiento relativo por la fricción interna de sus
moléculas, que es mucho menor.

En el caso de lubricantes gaseosos se puede considerar una corriente de aire a presión que
separe dos piezas en movimiento. En el caso de los líquidos, los más conocidos son los aceites
lubricantes que se emplean, por ejemplo, en los motores. Los lubricantes sólidos son, por
ejemplo, el disulfuro de molibdeno (MoS2), la mica y el grafito.

Tipos

Existen distintas sustancias lubricantes dependiendo de su composición y presentación:

Líquidos

De base (origen) mineral o vegetscript gpnios para la lubricación hidrodinámica y son usados
comúnmente en la industria, motores y como lubricantes de perforación.

Semisólidos

Son las denominadas "Grasas". Su composición puede ser mineral, vegetal y frecuentemente
son combinadas con muchos tipos de lubricantes sólidos como el Grafito, Molibdeno o Litio.

Sólidos

Es un tipo de material que ofrece mínima resistencia molecular interna por lo que por su
composición ofrece óptimas condiciones de lubricación sin necesidad de un aporte lubricante
líquido o semisólido. El más común es el Grafito aunque la industria está avanzando en
investigación en materiales de origen metálico.

Descripción

El lubricante es una sustancia que introducida entre dos superficies móviles reduce la fricción
entre ellas, facilitando el movimiento y reduciendo el desgaste.

El lubricante cumple variadas funciones dentro de una máquina o motor, entre ellas disuelve y
transporta al filtro las partículas fruto de la combustión y el desgaste, distribuye la temperatura
desde la parte inferior a la superior actuando como un refrigerante, evita la corrosión por óxido
en las partes del motor o máquina, evita la condensación de vapor de agua y sella actuando
como una junta determinados componentes.
La propiedad del lubricante de reducir la fricción entre partes se conoce como Lubricación

y la ciencia que la estudia es la tribología.

Un lubricante se compone de una base, que puede ser mineral o sintética y un conjunto de
aditivos que le confieren sus propiedades y determinan sus características.

Cuanto mejor sea la base menos aditivos necesitará, sin embargo se necesita una perfecta
comunión entre estos aditivos y la base, pues sin ellos la base tendría unas condiciones de
lubricación mínimas.

Los lubricantes se clasifican según su base como:

Mineral.

Vegetal

Sintético.

Lubricante mineral

Es el más usado y barato de las bases parafínicas o nafténicas. Se obtiene tras la destilación
del barril de crudo después del gasoleo y antes que el alquitrán, comprendiendo un 50% del
total del barril, este hecho así como su precio hacen que sea el más utilizado.

Existen dos tipos de lubricantes minerales clasificados por la industria, grupo 1 y grupo 2
atendiendo a razones de calidad y pureza predominando el grupo 1. Es una base de bajo índice
de viscosidad natural (SAE 15) por lo que necesita de gran cantidad de aditivos para ofrecer
unas buenas condiciones de lubricación. El origen del lubricante mineral por lo tanto es
orgánico, puesto que proviene del petróleo.

Los lubricantes minerales obtenidos por destilación del petróleo son fuertemente aditivados para
poder:

Soportar diversas condiciones de trabajo.

Lubricar a altas temperaturas.

Permanecer estable en un amplio rango de temperatura.

Tener la capacidad de mezclarse adecuadamente con el refrigerante (visibilidad).

Tener un índice de viscosidad alto.

Tener higroscopicidad definida, (capacidad de retener humedad).


Lubricante sintético

Es una base artificial y por lo tanto del orden de 3 a 5 veces más costosa de producir que la
base mineral. Se fabrica en laboratorio y puede o no provenir del petróleo. Poseen unas
excelentes propiedades de estabilidad térmica y resistencia a la oxidación, así como un elevado
índice de viscosidad natural (SAE 30). Poseen un coeficiente de tracción muy bajo, con lo cual
se obtiene una buena reducción en el consumo de energía.

Existen varios tipos de lubricantes sintéticos:

1.- HIDROCRACK o grupo 3

2.- PAO o grupo 4

3.- PIB o grupo 5

4.- ESTER

1.- Hidrocrack. Es una base sintética de procedencia orgánica que se obtiene de la


hidrogenización de la base mineral mediante el proceso de hidrocracking. Es el lubricante
sintético más utilizado por las compañías petroleras debido a su bajo costo en referencia a otras
bases sintéticas y a su excedente de base mineral procedente de la destilación del crudo para
la obtención de combustibles fósiles.

2.- PAO. Es una base sintética de procedencia orgánica pero más elaborada que el hidrocrack,
que añade un compuesto químico a nivel molecular denominado Poli-Alfaolefinas que le
confieren una elevada resistencia a la temperatura y muy poca volatilidad (evaporación).

3.- PIB. Es una base sintética creada para la eliminación de humo en el lubricante por mezcla
en motores de 2 tiempos. Se denomina Poli-isobutileno.

4.- ESTER. Es una base sintética que no deriva del petróleo sino de la reacción de un ácido
graso con un alcohol. Es la base sintética más costosa de elaborar porque en su fabricación por
"corte" natural se rechazan 2 de cada 5 producciones. Se usa principalmente en aeronáutica
donde sus propiedades de resistencia a la temperatura extrema que comprenden desde -68 °C
a +325 °C y la polaridad que permite al lubricante adherirse a las partes metálicas debido a que
en su generación adquiere carga electromagnética, hacen de esta base la reina de las bases en
cuanto a lubricantes líquidos. El ester es comúnmente empleado en lubricantes de automoción
en competición.

Aditivos de los lubricantes

La base de un lubricante por sí sola no ofrece toda la protección que necesita un motor o
componente industrial, por lo que en la fabricación del lubricante se añade un compuesto
determinado de aditivos atendiendo a las necesidades del fabricante del motor (Homologación o
Nivel autorizado) o al uso al que va a ser destinado el lubricante en cuestión.
Los aditivos usados en el lubricante son:

Antioxidantes: Retrasan el envejecimiento prematuro del lubricante.

Antidesgaste Extrema Presión (EP): Forman una fina película en las paredes a lubricar. Se
emplean mucho en lubricación por barboteo (Cajas de cambio y diferenciales)

Antiespumantes: Evitan la oxigenación del lubricante por cavitación reduciendo la tensión


superficial y así impiden la formación de burbujas que llevarían aire al circuito de lubricación.

Antiherrumbre: Evita la formación de óxido en las paredes metálicas internas del motor y la
condensación de vapor de agua.

Detergentes: Son los encargados de arrancar los depósitos de suciedad fruto de la


combustión.

Dispersantes: Son los encargados de transportar la suciedad arrancada por los aditivos
detergentes hasta el filtro o cárter del motor.

Espesantes: Es un compuesto de polímeros que por acción de la temperatura aumentan de


tamaño aumentando la viscosidad del lubricante para que siga proporcionando una presión
constante de lubricación.

Diluyentes: Es un aditivo que reduce los microcristales de cera para que fluya el lubricante a
bajas temperaturas.

Clasificaciones

Existen diversos tipos de clasificaciones de lubricantes según el ámbito geográfico, según sus
propiedades y según el fabricante de la máquina a lubricar.

Según el ámbito geográfico podemos encontrar la clasificación americana API (American


Petroleum Institute), la clasificación Japonesa JASO (Japanese Automotive Standards
Organization) y la Europea ACEA (Asociación de Constructores Europeos Asociados).

Según sus propiedades se clasifican según la norma SAE (Society of Automotive Engineers)
que básicamente separa el comportamiento del lubricante a temperatura de -18 °C y la define
con una letra W proveniente del inglés "Winter" (Invierno-Frío) y otra letra que define el
comportamiento del lubricante en temperatura de trabajo 95 °C-105 °C. La tabla SAE hace
referencia a las tolerancias que debe "llenar" el lubricante tanto a temperatura ambiente como a
temperatura de trabajo, siempre teniendo en cuenta la temperatura interna del motor y como
adicional la temperatura exterior que si bien infuye algo en el comportamiento no es la más
importante a la hora de elegir un lubricante adecuado.

Según el fabricante del motor o componente a lubricar existen las normativas de fabricante con
diversas nomenclaturas tipo VW505.01, GM Dexos2, Dexron III, MB229.51, LL-01, etc... Los
fabricantes de motores y componentes conocen al detalle su producto y son conscientes de la
importancia de un lubricante adecuado y de las consecuencias en caso de un lubricante
inadecuado. Con la finalidad de "protegerse" y distinguirse de sus competidores hace ya
muchos años comenzaron a definir estándares de fabricación de los lubricantes aptos para sus
productos. Son las llamadas "Homologaciones del fabricante", que es la prueba de que el
lubricante ha sido testado por el fabricante en el motor y por ello expide su correspondiente
certificado de homologación.

Lamentablemente son muchas las marcas de lubricantes que no homologan sus productos
conformándose con el "Nivel de homologación" que no es más que un certificado de la
compañía que ha fabricado el compuesto de aditivos de que estos están sujetos a la norma del
fabricante, con lo que técnicamente no ofrecen un lubricante aprobado por el fabricante ni
poseen el correspondiente certificado. Los acuerdos comerciales de los responsables de cada
marca de vehículos, motores o componentes en cada país con las diferentes empresas
petroleras hacen que estas últimas presenten los certificados de homologación exclusivamente
de los fabricantes con los que ha llegado a acuerdo dificultando la diagnosis del lubricante
adecuado para cada vehículo.

En todo caso cabe destacar que usando un lubricante con la homologación del fabricante de la
máquina o vehículo las demás clasificaciones son complementarias. Hay más de 72
homologaciones en el sector de lubricación automotríz debido a la reciente incorporación de
filtros de partículas y sistemas anticontaminación y hay fabricantes que disponen de varias
normativas de homologación.

AGENTE ESPUMANTE

A veces el empleo de agentes espumantes en la industria alimenticia tiene por objeto atraer la
atención de los potenciales usuarios, haciendo más atrayente un producto.

Un agente espumante es una substancia química con propiedades surfactantes (tensoactivo)


que cuando se encuentra presente en pequeñas dosis en una disolución facilita la generación
de espuma. En el mundo de la industria alimentaria suelen ser substancias con un código E que
va desde el 990 hasta el 999 que se emplean como aditivos. O incluso mejoran las propiedades
de estabilidad de los coloides inhibiendo la coalescencia de las burbujas.[1] Aquella substancia
que posea propiedades contrarias, es decir que capaz de eliminar la espuma, se denomina
agente anti-espumante. La espuma se suele producir durante los procesos de mezclado de
líquidos. Existe un segundo grupo de agentes espumentes que consisten en compuestos
químicos que, mediante reacción química o descomposición, aportan un gas que se absorbe
por el medio reactante generando espuma.[2] Este tipo de agentes se emplea, por ejemplo, en
la industria metalurgica generando espumas metálicas.

espumantes

En la industria de detergentes se encuentra a menudo el lauril éter sulfato sódico bajo la


abreviatura SLES muy empleado en la elaboración de jabones, cremas de afeitar, pasta
dentífrica y champú. Algunas evidencias muestran que el SLES puede causar irritación en la
piel.[3] [4] De la misma forma el lauril sulfato de sodio (abreviado SLS) que es un agente
surfactante aniónico empleado en una variedad de formulaciones. A pesar de todo posee
algunas propiedades irritantes para la piel.[5] [6] El lauril sulfato amónico (abreviado como ALS)
que es empleado como detergente substituyente del SLES poseyendo una muy buena
solubilidad en agua fría, además de poseer una buena compatibilidad con la piel. Otros agentes
espumentes clásicos son mezclas de glicerina y agua que se emplean en la fabricación de
refrescos, de la misma forma en cocina se emplea de forma clásica las claras de huevo.[7]

Desde el punto de vista químico, uno de los espumantes más reconocidos desde antiguo, son
las levaduras que fermentan en presencia de agua produciendo dióxido de carbono (CO2) que
acaba produciendo las burbujas y textura esponjosa final.[2] Otro agente espumante corriente
es bicarbonato sódico que al ser calentado produce dióxido de carbono y vapor de agua. De la
misma forma sulfato magnésico heptahidratado (epsomita o MgSO4·7H2O) que a los 70ªC
libera su molécula de agua en forma de vapor. Se emplea a altas temperaturas como agente
espumante el Hidruro de titanio (TiH2).

TENSIÓN SUPERFICIAL

Ejemplo de tensión superficial: una aguja de acero sobre un líquido.

En física se denomina tensión superficial de un líquido a la cantidad de energía necesaria para


aumentar su superficie por unidad de área.[1] Esta definición implica que el líquido tiene una
resistencia para aumentar su superficie. Este efecto permite a algunos insectos, como el
zapatero (Gerris lacustris), poder desplazarse por la superficie del agua sin hundirse. La tensión
superficial (una manifestación de las fuerzas intermoleculares en los líquidos), junto a las
fuerzas que se dan entre los líquidos y las superficies sólidas que entran en contacto con ellos,
da lugar a la capilaridad. Como efecto tiene la elevación o depresión de la superficie de un
líquido en la zona de contacto con un sólido.

Otra posible definición de tensión superficial: es la fuerza que actúa tangencialmente por unidad
de longitud en el borde de una superficie libre de un líquido en equilibrio y que tiende a contraer
dicha superficie. Las fuerzas cohesivas entre las moléculas de un líquido son las responsables
del fenómeno conocido como tensión superficial.

Causa

Diagrama de fuerzas entre dos moléculas de un líquido.

Este clip está debajo del nivel del agua, que ha aumentado ligeramente. La tensión superficial
evita que el clip se sumerja y que el vaso rebose.

La tensión superficial se debe a que las fuerzas que afectan a cada molécula son diferentes en
el interior del líquido y en la superficie. Así, en el seno de un líquido cada molécula está
sometida a fuerzas de atracción que en promedio se anulan. Esto permite que la molécula
tenga una energía bastante baja. Sin embargo, en la superficie hay una fuerza neta hacia el
interior del líquido. Rigurosamente, si en el exterior del líquido se tiene un gas, existirá una
mínima fuerza atractiva hacia el exterior, aunque en la realidad esta fuerza es despreciable
debido a la gran diferencia de densidades entre el líquido y gas.
Otra manera de verlo es que una molécula en contacto con su vecina está en un estado menor
de energía que si no estuviera en contacto con dicha vecina. Las moléculas interiores tienen
todas las moléculas vecinas que podrían tener, pero las partículas del contorno tienen menos
partículas vecinas que las interiores y por eso tienen un estado más alto de energía. Para el
líquido, el disminuir su estado energético es minimizar el número de partículas en su
superficie.[2]

Energéticamente, las moléculas situadas en la superficie tiene una mayor energía promedio que
las situadas en el interior, por lo tanto la tendencia del sistema será disminuir la energía total, y
ello se logra disminuyendo el número de moléculas situadas en la superficie, de ahí la reducción
de área hasta el mínimo posible.

Como resultado de minimizar la superficie, esta asumirá la forma más suave que pueda ya que
está probado matemáticamente que las superficies minimizan el área por la ecuación de Euler-
Lagrange. De esta forma el líquido intentará reducir cualquier curvatura en su superficie para
disminuir su estado de energía de la misma forma que una pelota cae al suelo para disminuir su
potencial gravitacional.

Propiedades

La tensión superficial puede afectar a objetos de mayor tamaño impidiendo, por ejemplo, el
hundimiento de una flor.

La tensión superficial suele representarse mediante la letra griega \scriptstyle\gamma (gamma),


o mediante \scriptstyle\sigma (sigma). Sus unidades son de N·m−1, J·m−2, kg·s−2 o dyn·cm−1
(véase análisis dimensional).

Algunas propiedades de \scriptstyle\gamma:

\scriptstyle\gamma > 0, ya que para aumentar el estado del líquido en contacto hace falta llevar
más moléculas a la superficie, con lo cual disminuye la energía del sistema y \scriptstyle\gamma
es

o la cantidad de trabajo necesario para llevar una molécula a la superficie.

\scriptstyle\gamma depende de la naturaleza de las dos fases puestas en contacto que, en


general, será un líquido y un sólido. Así, la tensión superficial será igual por ejemplo para agua
en contacto con su vapor, agua en contacto con un gas inerte o agua en contacto con un sólido,
al cual podrá mojar o no (véase capilaridad) debido a las diferencias entre las fuerzas cohesivas
(dentro del líquido) y las adhesivas (líquido-superficie).

\scriptstyle\gamma se puede interpretar como un fuerza por unidad de longitud (se mide en
N·m−1). Esto puede ilustrarse considerando un sistema bifásico confinado por un pistón móvil,
en particular dos líquidos con distinta tensión superficial, como podría ser el agua y el hexano.
En este caso el líquido con mayor tensión superficial (agua) tenderá a disminuir su superficie a
costa de aumentar la del hexano, de menor tensión superficial, lo cual se traduce en una fuerza
neta que mueve el pistón desde el hexano hacia el agua.

El valor de \scriptstyle\gamma depende de la magnitud de las fuerzas intermoleculares en el


seno del líquido. De esta forma, cuanto mayor sean las fuerzas de cohesión del líquido, mayor
será su tensión superficial. Podemos ilustrar este ejemplo considerando tres líquidos: hexano,
agua y mercurio. En el caso del hexano, las fuerzas intermoleculares son de tipo fuerzas de Van
der Waals. El agua, aparte de la de Van der Waals tiene interacciones de puente de hidrógeno,
de mayor intensidad, y el mercurio está sometido al enlace metálico, la más intensa de las tres.
Así, la \scriptstyle\gamma de cada líquido crece del hexano al mercurio.

Para un líquido dado, el valor de \scriptstyle\gamma disminuye con la temperatura, debido al


aumento de la agitación térmica, lo que redunda en una menor intensidad efectiva de las
fuerzas intermoleculares. El valor de \scriptstyle\gamma tiende a cero conforme la temperatura
se aproxima a la temperatura crítica Tc del compuesto. En este punto, el líquido es
indistinguible del vapor, formándose una fase continua donde no existe una superficie definida
entre ambos, desapareciendo las dos fases. Al haber solamente una fase, la tensión superficial
vale 0.

Medida de la tensión superficial

Tensiómetro portátil de presión de burbuja para la medición de la tensión superficial.

Métodos estáticos: la superficie se mantiene con el tiempo

1) Método del anillo de Noüy: Calcula la F necesaria para separar de la superficie del líquido un
anillo. F=\scriptstyle\gamma4πR (siendo R el promedio del radio externo e interno del anillo.

2) Método del platillo de Wilhelmy: Medida de la F para separar la superficie de una delgada
placa de vidrio. Precisión de 0,1 %.

Métodos dinámicos: la superficie se forma o renueva continuamente

1) Tensiómetro (Método de presión de burbuja): En un líquido a T cte se introduce un capilar de


radio R conectado a un manómetro. Al introducir gas se va formando una burbuja de radio r a
medida que aumenta la P en el manómetro. Al crecer r disminuye hasta un mínimo, r=R y
después vuelve a aumentar. Esto hace posible su uso en ambos, laboratorios de investigación y
desarrollo, así como monitoreo del proceso directamente en la planta.

Método de presión de burbuja para la medición de la tensión superficial dinámica.

También se puede medir con un estalagmómetro.

Ecuaciones
Ecuaciones empíricas que se ajustan a las medidas de \scriptstyle\gamma a distintas T.

Ecuación de Eötvös: \scriptstyle\gamma= k/Vm2/3 (Tc-T) k= 2.1 erg/K

Ecuación de Van der Waals: \scriptstyle\gamma=\scriptstyle\gamma0(1-T/Tc)n; n=11/9 (liq)=8


(H2O)=1 (metales líquidos)

Para un líquido en equilibrio con su vapor dG= -SdT+VdP+\scriptstyle\gammadA suponiendo el


sistema cerrado con dn=0. Según la condición de equilibrio termodinámico se cumple que:
\scriptstyle\gamma= (dG/dA)>0. De esta ecuación sacamos que la energía libre de Gibbs
disminuye al disminuir el área superficial de un sistema, tratándose este proceso de un proceso
espontáneo.

CAPILARIDAD

La capilaridad es una propiedad de los líquidos que depende de su tensión superficial la cual, a
su vez, depende de la cohesión del líquido y que le confiere la capacidad de subir o bajar por un
tubo capilar.

Cuando un líquido sube por un tubo capilar, es debido a que la fuerza intermolecular o cohesión
intermolecular entre sus moléculas es menor que la adhesión del líquido con el material del
tubo; es decir, es un líquido que moja. El líquido sigue subiendo hasta que la tensión superficial
es equilibrada por el peso del líquido que llena el tubo. Éste es el caso del agua, y esta
propiedad es la que regula parcialmente su ascenso dentro de las plantas, sin gastar energía
para vencer la gravedad.

Sin embargo, cuando la cohesión entre las moléculas de un líquido es más potente que la
adhesión al capilar, como el caso del mercurio, la tensión superficial hace que el líquido
descienda a un nivel inferior y su superficie es convexa.

Tubo capilar

Artículo principal: Tubo capilar

Efectos de capilaridad.

La masa líquida es directamente proporcional al cuadrado del diámetro del tubo, por lo que un
tubo angosto succionará el líquido en una longitud mayor que un tubo ancho. Así, un tubo de
vidrio de 0,1 mm de diámetro levantará una columna de agua de 30 cm. Cuanto más pequeño
es el diámetro del tubo capilar mayor será la presión capilar y la altura alcanzada. En capilares
de 1 µm (micrómetro) de radio, con una presión de succión 1,5 × 103 hPa (hectopascal = hPa =
1,5 atm), corresponde a una altura de columna de agua de 14 a 15 m.

Dos placas de vidrio que están separadas por una película de agua de 1 µm de espesor, se
mantienen unidas por una presión de succión de 1,5 atm. Por ello se rompen los portaobjetos
humedecidos al intentar separarlos.
Entre algunos materiales, como el mercurio y el vidrio, las fuerzas intermoleculares del líquido
exceden a las existentes entre el líquido y el sólido, por lo que se forma un menisco convexo y
la capilaridad trabaja en sentido inverso.

Las plantas succionan agua subterránea del terreno por capilaridad, aunque las plantas más
grandes requieren de la transpiración para desplazar la cantidad necesaria.

Ley de Jurin

La ley de Jurin define la altura que se alcanza cuando se equilibra el peso de la columna de
líquido y la fuerza de ascensión por capilaridad. La altura h en metros de una columna líquida
está dada por la ecuación:

h={{2\gamma\cos{\theta}}\over{\rho g r}}

donde:

Ángulo de contacto.

\scriptstyle\gamma = tensión superficial interfacial (N/m)

θ = ángulo de contacto

ρ = densidad del líquido (kg/m³)

g = aceleración debida a la gravedad (m/s²)

r = radio del tubo (m)

Para un tubo de vidrio en el aire a nivel del mar y lleno de agua,

\scriptstyle\gamma = 0,0728 N/m a 20 °C

θ = 0°

ρ = 1000 kg/m³

g = 9,80665 m/s²

entonces, la altura de la columna de agua, en metros, será:

h\approx {{1,4 \times 10^{-5}}\over r} m .

Por ejemplo, en un tubo de 1 mm de radio, el agua ascenderá por capilaridad unos 14 mm

VISCOSIDAD

Ciertos fluidos como, por ejemplo: la miel. Muestran una viscosidad (espesor) mayor que el
agua. Con ello el lenguaje común expresa la resistencia a fluir que tienen ciertos líquidos.
La viscosidad es la resistencia interna de un fluido a las deformaciones graduales producidas
por tensiones tangenciales como la tensiones cortantes. Desde el punto de vista microscópico
la viscosidad es causada por la existencia de fuerzas de cohesión existentes entre las
moléculas de la materia fluida. En el lenguaje común la viscosidad se entidende como la
capacidad de ser espeso, por ejemplo se dice que la miel es más espesa que el agua.[1] La
viscosidad de algunos fluidos se mide experimentalmente con viscosímetros y reómetros. La
parte de la física que estudia las propiedades viscosas de los fuidos es la reología.

La viscosidad es una propiedad física característica de todos los fluidos que emerge de las
colisiones entre las moléculas/partículas que se mueven a diferentes velocidades, provocando
una resistencia al movimiento del fluido. Cuando un fluido se mueve forzado a lo largo de un
tubo, las partículas que componen el fluido se mueven más rápido cerca del eje transversal del
mismo, y más lentas cuanto más alejadas se encuentran de dicho eje. Este escenario permite
que exista una tensión cortante a lo largo del flujo transversal del tubo. Es necesario sobrepasar
el total de la resistencia de fricción entre las capas del líquido para que pueda fluir el fluido en el
tubo. Para un mismo patrón radial de velocidades a lo largo del eje transversal del tubo la
tensión requerida es proporcional a la viscosidad del fluido.

Todos los fluidos conocidos presentan algo de viscosidad, siendo el modelo de viscosidad nula
una aproximación bastante buena para ciertas aplicaciones. Un fluido que no tiene viscosidad
se llama fluido ideal.

Historia

La viscosidad solo se manifiesta en líquidos en movimiento, se ha definido la viscosidad como


la relación existente entre el esfuerzo cortante y el gradiente de velocidad. Esta viscosidad
recibe el nombre de viscosidad absoluta o viscosidad dinámica. Generalmente se representa
por la letra griega \mu.

Se conoce también otra viscosidad, denominada viscosidad cinemática, y se representa por \nu
. Para calcular la viscosidad cinemática basta con dividir la viscosidad dinámica por la densidad
del fluido:[2]

\nu = \frac{\mu}{\rho}

Explicación de la viscosidad

Imaginemos un bloque sólido (no fluido) sometido a una fuerza tangencial (por ejemplo: una
goma de borrar sobre la que se sitúa la palma de la mano que empuja en dirección paralela a la
mesa.) En este caso (a), el material sólido opone una resistencia a la fuerza aplicada, pero se
deforma (b), tanto más cuanto menor sea su rigidez.

Si imaginamos que la goma de borrar está formada por delgadas capas unas sobre otras, el
resultado de la deformación es el desplazamiento relativo de unas capas respecto de las
adyacentes, tal como muestra la figura (c).
Deformación de un sólido por la aplicación de una fuerza tangencial.

En los líquidos, el pequeño rozamiento existente entre capas adyacentes se denomina


viscosidad. Es su pequeña magnitud la que le confiere al fluido sus peculiares características;
así, por ejemplo, si arrastramos la superficie de un líquido con la palma de la mano como
hacíamos con la goma de borrar, las capas inferiores no se moverán o lo harán mucho más
lentamente que la superficie ya que son arrastradas por efecto de la pequeña resistencia
tangencial, mientras que las capas superiores fluyen con facilidad. Igualmente si revolvemos
con una cuchara un recipiente grande con agua en el que hemos depositado pequeños trozos
de corcho, observaremos que al revolver en el centro también se mueve la periferia y al revolver
en la periferia también dan vueltas los trocitos de corcho del centro; de nuevo, las capas
cilíndricas de agua se mueven por efecto de la viscosidad, disminuyendo su velocidad a medida
que nos alejamos de la cuchara.

Ejemplo de la viscosidad de la leche y el agua. Líquidos con altas viscosidades no forman


salpicaduras.

Cabe señalar que la viscosidad solo se manifiesta en fluidos en movimiento, ya que cuando el
fluido está en reposo adopta una forma tal en la que no actúan las fuerzas tangenciales que no
puede resistir. Es por ello por lo que llenado un recipiente con un líquido, la superficie del mismo
permanece plana, es decir, perpendicular a la única fuerza que actúa en ese momento, la
gravedad, sin existir por tanto componente tangencial alguna.

Si la viscosidad fuera muy grande, el rozamiento entre capas adyacentes lo sería también, lo
que significa que éstas no podrían moverse unas respecto de otras o lo harían muy poco, es
decir, estaríamos ante un sólido. Si por el contrario la viscosidad fuera cero, estaríamos ante un
superfluido que presenta propiedades notables como escapar de los recipientes aunque no
estén llenos (véase Helio-II).

La viscosidad es característica de todos los fluidos, tanto líquidos como gases, si bien, en este
último caso su efecto suele ser despreciable, están más cerca de ser fluidos ideales.

Expresiones cuantitativas

Existen diversos modelos de viscosidad aplicables a sustancias que presentan


comportamientos viscosos de diferente tipo. El modelo o tipo de fluido viscoso más sencillo de
caracterizar es el fluido newtoniano, que es un modelo lineal (entre el gradiente de velocidades
y las tensiones tangenciales) pero también existen modelos no lineales con adelgazamiento o
espesamiento por cortante o como los plásticos de Bingham.

Fluido newtoniano

Esquema que permite entender la resistencia al avance de una placa horizontal sobre la
superficie de un fluido newtoniano.
En un fluido newtoniano la fuerza de resistencia experimentada por una placa que se mueve, a
velocidad constante \scriptstyle u_0 por la superficie de un fluido viene dada por:

F_R = \mu A \frac{u_0}{h}

donde:

F_R\,, fuerza cortante (paralela a la velocidad).

A\,, área de la superficie del sólido en contacto con el fluido.

\mu\,, coeficiente de viscosidad dinámica.

h\,, altura del nivel de fluido o distancia entre la placa horizontal y el fondo del recipiente que
contiene al fluido.

Esta expresión se puede reescribir en términos de tensiones tangenciales sobre la placa como:

\tau_{xy} = \mu \frac{\part u}{\part y}

donde \scriptstyle u es la velocidad del fluido.

Unidades

Medidas de la viscosidad

La viscosidad de un fluido puede medirse por un parámetro dependiente de la temperatura


llamado coeficiente de viscosidad o simplemente viscosidad:

Coeficiente de viscosidad dinámico, designado como η o μ. En unidades en el SI: [µ] = [Pa·s] =


[kg·m−1·s−1] ; otras unidades:

1 poise = 1 [P] = 10-1 [Pa·s] = [10-1 kg·s-1·m-1]

Coeficiente de viscosidad cinemático, designado como ν, y que resulta ser igual al cociente
entre el coeficiente de viscosidad dinámica y la densidad del fluido. ν = μ/ρ. (En unidades en el
SI: [ν] = [m².s−1]. En el sistema cegesimal es el stokes —St—).

Gas (a 0 °C): Viscosidad dinámica

[μPa·s]

Hidrógeno 8,4

Aire 17,4

Xenón 21,2

Agua (20 °C) 1002


COMPRESIBILIDAD

Animación: compresibilidad de un gas a temperatura constante.

La compresibilidad es una propiedad de la materia a la cual se debe que todos los cuerpos
disminuyan de volumen al someterlos a una presión o compresión determinada manteniendo
constantes otros parámetros.

Compresibilidad en sólidos, líquidos y gases

En general para un sistema estable, la compresibilidad es un número positivo, lo que significa


que cuando se aumenta la presión sobre el sistema, este disminuye su volumen. El caso
contrario se puede observar en sistemas inestables por ejemplo en un sistema químico cuando
la presión inicia una explosión. Los sólidos a nivel molecular son muy difíciles de comprimir, ya
que las moléculas que tienen los sólidos están muy pegadas y existe poco espacio libre entre
ellas como para acercarlas sin que aparezcan fuerzas de repulsión fuertes. Esta situación
contrasta con la de los gases los cuales tienen sus moléculas muy separadas y que en general
son altamente compresibles bajo condiciones de presión y temperatura normales. Los líquidos
bajo condiciones de temperatura y presión normales son también bastante difíciles de comprimir
aunque presenta una pequeña compresibilidad mayor que la de los sólidos.

Compresibilidad en termodinámica

En termodinámica se define la compresibilidad de un sistema termodinámico como el cambio


relativo de volumen frente a una variación de la presión. En principio la magnitud de la
compresibilidad depende de las condiciones bajo las cuales se lleva a cabo la compresión o
descompresión del sistema, por lo que a menos que se especifique el modo en que se lleva a
cabo esa operación la compresibilidad de un valor u otro según las cantidades de calor
intercambiadas con el exterior. Debido a esa dependencia de la compresibilidad de las
condiciones se distingue entre la compresibilidad isoterma y la compresibilidad adiabática.

Compresibilidad isoterma

Es una medida de la compresibilidad de un cuerpo o sistema termodinámico cuando se somete


a un proceso termodinámico de transformación cuasiestática de presión mientras su
temperatura se mantiene constante y uniforme, viene dada por:

\beta_T=-\frac{1}{V}\left(\frac{\partial V}{\partial p}\right)_T

En un proceso de variación de presión a temperatura constante, el cuerpo habrá intercambiado


una cierta cantidad de calor con el exterior por lo que su energía total, que puede obtenerse
como suma del trabajo realizado sobre el cuerpo y del calor intercambiado por el mismo no
permanecerá constante.
Compresibilidad adiabática

Es una medida de la compresibilidad de un cuerpo o sistema termodinámico cuando se somete


a una transformación cuasiestática de presión en condiciones de aislamiento térmico perfecto,
viene dada por:

\beta_S=-\frac{1}{V}\left(\frac{\partial V}{\partial p}\right)_S

En un proceso adiabático de variación de presión, el cuerpo experimentará algún cambio de


temperatura. Todos los fluidos son compresibles, incluyendo los líquidos. Cuando estos
cambios de volumen son demasiado grandes se opta por considerar el flujo como compresible
(que muestran una variación significativa de la densidad como resultado de fluir), esto sucede
cuando la velocidad del flujo es cercano a la velocidad del sonido. Estos cambios suelen
suceder principalmente en los gases ya que para alcanzar estas velocidades de flujo en
líquidos, se precisa de presiones del orden de 1000 atmósferas, en cambio un gas sólo precisa
una relación de presiones de 2:1 para alcanzar velocidades sónicas. La compresibilidad de un
flujo es básicamente una medida en el cambio de la densidad. Los gases son en general muy
compresibles, en cambio, la mayoría de los líquidos tienen una compresibilidad muy baja. Por
ejemplo, una presión de 500 kPa provoca un cambio de densidad en el agua de solamente
0,024% (a temperatura ambiente). En cambio, esta misma presión aplicada al aire provoca un
cambio de densidad de 250%. Por esto normalmente al estudio de los flujos compresibles se le
conoce como dinámica de gases, siendo esta una nueva rama de la mecánica de fluidos, la cual
describe estos flujos.

En un flujo usualmente hay cambios en la presión, asociados con cambios en la velocidad. En


general, estos cambios de presión inducirán a cambios de densidad, los cuales influyen en el
flujo, si estos cambios son importantes los cambios de temperatura presentados son
apreciables. Aunque los cambios de densidad en un flujo pueden ser muy importantes hay una
gran cantidad de situaciones de importancia práctica en los que estos cambios son
despreciables.

El flujo de un fluido compresible se rige por la primera ley de la termodinámica en los balances
de energía y con la segunda ley de la termodinámica, que relaciona la transferencia de calor y
la irreversibilidad con la entropía. El flujo es afectado por efectos cinéticos y dinámicos,
descritos por las leyes de Newton, en un marco de referencia inercial –aquel donde las leyes de
Newton son aplicables-. Además, el flujo cumple con los requerimientos de conservación de
masa. Es sabido que muchas propiedades, tales como la velocidad del fluido en un tubo, no son
uniformes a lo largo de la corriente.

CONDUCTIVIDAD

Conductividad eléctrica

No debe confundirse con Conductancia eléctrica.

La conductividad eléctrica es la medida de la capacidad (o de la aptitud) de un material o


sustancia para dejar pasar (o dejar circular) libremente la corriente eléctrica.[1] La conductividad
depende de la estructura atómica y molecular del material. Los metales son buenos
conductores porque tienen una estructura con muchos electrones con vínculos débiles, y esto
permite su movimiento. La conductividad también depende de otros factores físicos del propio
material, y de la temperatura.

La conductividad es la inversa de la resistividad; por tanto, \scriptstyle \sigma = 1/\rho, y su


unidad es el S/m (siemens por metro) o Ω−1·m−1. Usualmente, la magnitud de la conductividad
(σ) es la proporcionalidad entre el campo eléctrico \bold{E} y la densidad de corriente de
conducción \bold{J}:

\bold{J} = \sigma \bold{E}

Conductividad en diferentes medios

Los mecanismos de conductividad difieren entre los tres estados de la materia. Por ejemplo en
los sólidos los átomos como tal no son libres de moverse y la conductividad se debe a los
electrones. En los metales existen electrones cuasi-libres que se pueden mover muy libremente
por todo el volumen, en cambio en los aislantes, muchos de ellos son sólidos iónicos.

Conductividad en medios líquidos

La conductividad electrolítica en medios líquidos (Disolución) está relacionada con la presencia


de sales en solución, cuya disociación genera iones positivos y negativos capaces de
transportar la energía eléctrica si se somete el líquido a un campo eléctrico. Estos conductores
iónicos se denominan electrolitos o conductores electrolíticos.

Las determinaciones de la conductividad reciben el nombre de determinaciones


conductométricas y tienen muchas aplicaciones como, por ejemplo:

En la electrólisis, ya que el consumo de energía eléctrica en este proceso depende en gran


medida de ella.

En los estudios de laboratorio para determinar el contenido de sales de varias soluciones


durante la evaporación del agua (por ejemplo en el agua de calderas o en la producción de
leche condensada).

En el estudio de las basicidades de los ácidos, puesto que pueden ser determinadas por
mediciones de la conductividad.

Para determinar las solubilidades de electrólitos escasamente solubles y para hallar


concentraciones de electrólitos en soluciones por titulación.

La base de las determinaciones de la solubilidad es que las soluciones saturadas de electrólitos


escasamente solubles pueden ser consideradas como infinitamente diluidas. Midiendo la
conductividad específica de semejante solución y calculando la conductividad equivalente
según ella, se halla la concentración del electrólito, es decir, su solubilidad.
Un método práctico sumamente importante es el de la titulación conductométrica, o sea la
determinación de la concentración de un electrólito en solución por la medición de su
conductividad durante la titulación. Este método resulta especialmente valioso para las
soluciones turbias o fuertemente coloreadas que con frecuencia no pueden ser tituladas con el
empleo de indicadores.

La conductividad eléctrica se utiliza para determinar la salinidad (contenido de sales) de suelos


y substratos de cultivo, ya que se disuelven éstos en agua y se mide la conductividad del medio
líquido resultante. Suele estar referenciada a 25 °C y el valor obtenido debe corregirse en
función de la temperatura. Coexisten muchas unidades de expresión de la conductividad para
este fin, aunque las más utilizadas son dS/m (deciSiemens por metro), mmhos/cm (milimhos por
centímetro) y según los organismos de normalización europeos mS/m (miliSiemens por metro).
El contenido de sales de un suelo o substrato también se puede expresar por la resistividad (se
solía expresar así en Francia antes de la aplicación de las normas INEN).

Conductividad en medios sólidos

Según la teoría de bandas de energía en sólidos cristalinos, son materiales conductores


aquellos en los que las bandas de valencia y conducción se superponen, formándose una nube
de electrones libres causante de la corriente al someter al material a un campo eléctrico. Estos
medios conductores se denominan conductores eléctricos.

La Comisión Electrotécnica Internacional definió como patrón de la conductividad eléctrica:

Un hilo de cobre de 1 metro de longitud y un gramo de masa, que da una resistencia de


0,15388 Ω a 20 °C al que asignó una conductividad eléctrica de 100 % IACS (International
Annealed Cooper Standard, Estándar Internacional de Cobre Recocido). A toda aleación de
cobre con una conductividad mayor que 100 % IACS se le denomina de alta conductividad
(H.C. por sus siglas inglesas).

Algunas conductividades eléctricas

Explicación de la conductividad en metales

Antes del advenimiento de la mecánica cuántica, la teoría clásica empleada para explicar la
conductividad de los metales era el modelo de Drude-Lorentz, donde los electrones se
desplazan a una velocidad media aproximadamente constante que es la velocidad límite
asociada al efecto acelerador del campo eléctrico y el efecto desacelerador de la red cristalina
con la que chocan los electrones produciendo el efecto Joule.

Sin embargo, el advenimiento de la mecánica cuántica permitió construir modelos teóricos más
refinados a partir de la teoría de bandas de energía que explican detalladamente el
comportamiento de los materiales conductores.

Modelo de Drude-Lorentz

Artículo principal: Modelo de Drude-Lorentz


Fenomenológicamente la interacción de los electrones libres de los metales con la red cristalina
se asimila a una fuerza "viscosa", como la que existe en un fluido que tiene rozamiento con las
paredes del conducto por el que fluye. La ecuación de movimiento de los electrones de un metal
por tanto se puede aproximar por una expresión del tipo:

m_e \frac{d\bold{v}}{dt} = -e\bold{E} - k\bold{v}

Así la velocidad de arrastre de la corriente, es aquella en la que se iguala el efecto acelerador


del campo eléctrico con la resistencia debida a la red, esta velocidad es la que satisface:

-e\bold{E} - k\bold{v}_e = 0, \qquad \bold{v}_e = \frac{-e\bold{E}}{k}

Para un conductor que satisface la ley de Ohm y con un número n de electrones por unidad de
volumen que se mueven a la misma velocidad se puede escribir:

\bold{j} = \sigma\bold{E}, \quad \bold{j} = -en\bold{v}_e

Introduciendo el tiempo de relajación \scriptstyle \tau = m_e/k y comparando las últimas


expresiones se llega a que la conductividad puede expresarse como:

\sigma = \frac{ne^2\tau}{m_e}

A partir de los valores conocidos de \scriptstyle \sigma se puede estimar el tiempo de relajación
\scriptstyle \tau y compararlo con el tiempo promedio entre impactos de electrones con la red.
Suponiendo que cada átomo contribuye con un electrón y que n es del orden de 1028
electrones por m³ en la mayoría de metales. Usando además los valores de la masa del
electrón \scriptstyle m_e y la carga del electrón \scriptstyle e el tiempo de relajamiento 10−14 s.

Para juzgar si ese modelo fenomenológico explica adecuadamente la ley de Ohm y la


conductividad en los metales debe interpretarse el tiempo de relajamiento con las propiedades
de la red. Si bien el modelo no puede ser teóricamente correcto porque el movimiento de los
electrones en un cristal metálico está gobernado por la mecánica cuántica, al menos los
órdenes de magnitud predichos por el modelo son razonables. Por ejemplo es razonable
relacionar el tiempo de relajamiento \scriptstyle \tau con el tiempo medio entre colisiones de un
electrón con la red cristalina. Teniendo en cuenta que la separación típica entre átomos de la
red es l = 5·10−9 m y usando la teoría de gases ideales aplicada a los electrones libres la
velocidad de los mismos sería \scriptstyle v_e = (3kT/m_e)^{1/2} = 105 m/s, por lo que
\scriptstyle \tau \approx l/v = 5·10−14 s, que está en buen acuerdo con los valores inferidos para
la misma magnitud a partir de la conductividad de los metales.

Modelo cuántico

Según el modelo de Drude-Lorentz la velocidad de los electrones debería variar con la raíz
cuadrada de la temperatura, pero cuando se compara el tiempo entre colisiones estimado por el
modelo de Drude-Lorentz con la conductividad a bajas velocidades, no se obtienen valores
coherentes, ya que esas predicciones del modelo solo son compatibles con distancias
interiónicas mucho mayores que las distancias reales.
En el modelo cuántico los electrones son acelerados por el campo eléctrico, y también
interaccionan con la red cristalina transfiriéndole parte de su energía y provocando el efecto
Joule. Sin embargo, al ser dispersados en una colisión con la red, por el principio de exclusión
de Pauli los electrones deben acabar después de la colisión con el momentum lineal de un
estado cuántico que previamente estuviera vacío; eso hace que los electrones dispersados con
mayor probabilidad sean los más energéticos. Tras ser dispersados pasan a estados cuánticos
con un momentum negativo de menor energía; esa dispersión continua hacia estados de
momentum opuesto es lo que contrarresta el efecto acelerador del campo. En esencia este
modelo comparte con el modelo clásico de Drude-Lorentz la idea de que es la interacción con la
red cristalina lo que hace que los electrones se muevan a una velocidad estacionaria y no se
aceleren más allá de un cierto límite. Aunque cuantitativamente los dos modelos difieren
especialmente a bajas temperaturas.

Dentro del modelo cuántico la conductividad viene dada por una expresión superficialmente
similar al modelo clásico de Drude-Lorentz:

\sigma = \frac{ne^2\tau}{m^*}

Donde:

\tau\, se llama también tiempo de relajación y es inversamente proporcional a la probabilidad de


dispersión por parte de la red cristalina.

m^*\, no es ahora directamente la masa del electrón sino una masa efectiva que está
relacionada con la energía de Fermi del metal.

Si por un razonamiento cuántico se trata de calcular la probabilidad de dispersión se tiene:

\tau = \frac{1}{P_{dis}} = \frac{1}{n_{dis}\Sigma v_F}

Donde:

P_{dis}\, es la probabilidad de dispersión.

n_{dis}\, el número de iones dispersores por unidad de volumen.

\Sigma\, es la sección eficaz de cada dispersor.

v_F\, es la velocidad de un electrón que tiene la energía de Fermi.

De acuerdo con los cálculos cuánticos, la sección eficaz de los dispersores es proporcional al
cuadrado de la amplitud de su vibración térmica, y como dicho cuadrado es proporcional a la
energía térmica, y esta es proporcional a la temperatura T se tiene que a bajas temperaturas:

\tau \propto \frac{1}{T}

Este comportamiento predicho correctamente por el modelo no podía ser explicado por el
modelo clásico de Drude-Lorentz, por lo que dicho modelo se considera superado por el
correspondiente modelo cuántico especialmente para bajas temperaturas.

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