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tragedia del Monte Medulio por CASIMIRO TORRES RODRIGUEZ Profesor de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Santiago CAMPANIA DE AUGUSTO Fuentes, — Es rigirosamente exacto 10 que dice Cuevillas (1), de que la tierra galle- 2 No se abrié al conocimiento de los romanos hasta los tiempos de la llamada Guerra Cantdbrica. ¥ que hasta entonces las tierras interiores fueron ignoradas, 0 poco menos, dada Ta vagiiedad de tas referencias geogriticas, que no nos deja apercibirnos del papel, Posiblemente esencial, que las tribus galaicas desempefiaron en las Iuchas emprendidas Quizis con las miras’ptiestas en las minas de Oro y del estafio. Por tanto las referencias mas exactas sobre Galicia las empezainos a tener en In época de Augusto, pues como de- {allaremos més adelante, en dicha época tiene ‘lugar’ la conquista efectiva y el comienzo de la romanizacién de la misma. A la importancia; que tuvo para Galicia la conquista de Augusto no responde, sin embargo, la tradicién hist6rica. Mientras la guerra de Numancia y la de Viriato han sido descritas con toda exactitud por un gran historiador, Polibio, compafiero de Escipién, cuya relacién nos ha sido conservada en la “Iberike” de Apiano; para la Guerra Cantéc brica, en Ia cual se vid envuelta Galicia, no poseemos més que fuentes escasas: lo poco que, por un lado, Dién Casio y por otro Floro y Orosio nos dicen (2), Nada sabemos del caudillo que Ilevé a resistir a los gallegos al Monte Medulio, ni siquiera el nombre, como el de aquel Corocoita, que resistié en Cantabria, Escasean también los detalles militares, hasta el punto de que de aquella guerra conocemos sola. mente las operaciones principales. La fuente principal es Dién Casio en los libros LI y LIV de su “Historia Romana". Su valor reside, ante todo, en su cronologia, pues retiere los hechos analisticamente, aiio Por aiio, como lo hace Ticito, siendo los dos partidarios de la preponderancia del Sena- do. Dién refiere los primeros hechos de la guerra al aiio 29 antes de Cristo y los iiltimos al 19, de suerte que él abarca toda la guerra mientras Orosio y Floro, la otra fuente prin- cipal, dan noticia tan solo de los afios 26, 25, 22 y 19 antes de Cristo. La segunda fuente es la relacién de Floro (3) y Orosio (4). Las relaciones de Floro y (0. Estudios sobre a edade do ferro no NW, Peninsular. Arquivos do Seminario de Estudos alegos, VI, pag. 238. Q) Sehutten, Los Cantabros y Astures y su guerra con Roma, pag. 17. (3) Il, 33,4660. (4) Via, 18. 53 Orosio son casi idénticas, en algunas partes hasta verbalmente, porque proceden de la misma fuente primaria: Livio, que describié esta guerra en el libro XXXV y siguientes de sus Décadas, cuyos libros desgraciadamente se han perdido. De que Livio sea la fuente comiin de Floro y Orosio no cabe duda (1), porque escribiendo éste hasta el afto 9 antes de Cristo, hubo seguramente de tratar de toda la guerra, y a menudo, Adems nos consta por las Periocha. Se ha discutido si Livio siguié para las guerras cantabricas la autobiografia de Au- gusto (2) en trece libros que segiin Suetonio Megaba: Cantabrico tenus bello, nec ultra: Hasta la Guerra Céntabra y nada més. Esta tltima frase no se opone a que describiera la mencionada guerra hasta el 19, en que termind; pues dedicé su libro a Agripa y es natu- ral que no dejar de narrar la victoria de éste en el 19. Los fragmentos de la autobiogra- fia de Augusto pueden verse en Peter, Fragmenta historicerum romanorum, pig. 252. De este y otros fragmentos se deduce que Augusto narraba sus guerras con profusién de de- talles topograficos. ‘Orosio es el més detallado en el relato de la expedicién contra el monte Medulio, cuya posicién junto al Mifio debfa conocer bien, por ser de aquella region. Hay algunas confusiones en ambos, pero més en Floro (3). De gran importancia son los datos de Estrabén (4), que escribe en tiempos de Tibe- rio y podia atin informarse de los contempordneos de la guerra. Nos habla de la feroci- dad heroica de estos pueblos, contando anécdotas horripilantes. y nos describe sus cos- tumbres, armas y etnologfa y su valentia salvaje, al entonar himnos de guerra desde las ccruces, etc. Ptolomeo (5) nos da la descripcién geografica mas completa. Mela (6) nos interesa también para el conocimiento de las tierras, costas y pueblos. Interesa también conocer los cuatro itinerarios encontrados en Asturias en placas de barro; el itinerario de Anto- nino Caracalla y las monedas acuitadas por Carisio (7). Omitimos la resefia de otras fuen- tes de menor importancia, como Horacio, Silio, Porfirio, Idacio, S. Isidoro, ete. (1) Schulten, 0. c., pag. 123. ¢ @) De vila sua. Suetonio, Augusto, LXXXV. (3) V. Schulten. O. c., pig. 122, (4) ML, 3,453,753, 8 4, 6 4. 10/4, 17;4, 18; 4, 20 (3) 1,6, 6; 6,50. (6) Chorogrufta, 111, 12, 18, 15 16, 20, (7) Babeton: Monales dela Republique Romane, 1, 317, 54 Venida de Augusto a Espaiia No es un tépico decir que Augusto consolidé ta obra de César y que uno de los actos mas trascendentales de César fué el haber escogido a Augusto por sucesor. Pues aventajé al mismo César, si no en visién y voluntad decidida, por lo menos en habilidad. Augusto es ico en la Historia en saber conjugar la ambicién con la posibil- dad. Consolidé el Imperio proyectado por César, aseguranidolo contra toda clase de corroedores peligrosos: en el orden moral, religioso, social y politico; en el orden militar, librandolo del peligro de las faccio- hes infernas y de las sublevaciones y ataques de los enemigos externos; y hasta en el orden sucesorio. Tenia visién exacta de las cosas y actua. a a su debido tiempo con firmeza y con prudencia. Por eso, como comprendié la necesidad de conquistar la Retia, la Vindelicia, la Nérica y la Dalmacia, para asegurar a Roma de todo peli- gro de ataque de los barbaros, lo que en parte estaba logrado por la conquista de las Galias y de la frontera del Rhin por César, también comprendié que para asegurar la paz y seguridad de un modo definitivo en Espafia era preciso someter a las tribus montafiesas del Norte y Noroeste de la Peninsula, aunque estas iiltimas en parte también habian sido sometidas por César. La importancia de la operacién la deducimos del hecho de haberse puesto al frente el mismo Augusto en el afio 26 antes de Cristo, preci- samente cuando estaba en el zénit de su prestigio y de su poder, un ano después de haberle suplicado el Senado y el pueblo romanos que conti- huara dirigiendo los destinos de Roma; y después de haber sido procla- 55 mado Augusto, es decir: sagrado 0 consagrado por el augurio, expre- sidn de la voluntad de los dioses. No habiendo podido sus legados acabar con la guerra y resultando ésta cada vez mds peligrosa, en el afio 26 Augusto mismo toma el mando de ella (1). Como dice Orosio en el afio 726 de la fundacion de Roma (2) siendo por sexta vez cénsul el Emperador Augusto y Agripa por segunda vez, considerando César (Augusto) que se habia consegui- do poco en Espafia en una guerra de doscientos afios, si a los céntabros y astures, dos fortisimos pueblos de Espafia, se les consentia obedecer a sus propias leyes, abrié las puertas de! templo de Jano y se encamind a Espaia con sus ejércitos. La guerra habia ya comenzado en el 29 y se prolongs hasta el aio 19 antes de Cristo; de suerte que duré diez aiios: pero las acciones decisivas se dieron en los aflos 26-25. I Dificultades de la guerra El ciimulo de dificultades, que llevaba aneja la guerra en Espafia existe en su mds alto grado en la Guerra Cantabrica. Los cantabros, astures y. galaicos vivian cn sicrras de muy poco transito, falténdoles a los romanos caminos para trasladar su impedi- menta: carros para los viveres, méquinas de guerra, material de asedio y ataque de plazas fuertes. Habia tan solo sendas; pues las vias, se hicieron durante la conquista, o después. Estos pueblos poseian las for- tificaciones llamadas castros, en posiciones dificiles de atacar y faciles de defender, pues siempre estaban en lugares relativamente. elevados. Por ser el suelo pobre, habia que traer los viveres de lejos, faltandoles sobre todo el trigo, que era el alimento basico del soldado romano; sélo en caso de necesidad Io suplia con la carne. La extensién del teatro de la guerra era enorme, pues comprendia unos cuatrocientos kilémetros; por eso en esta guerra se opera con varias columnas, mientras que en las anteriores solia operarse con una sola. (1) Schulten: Los edntabros y astures, pig. 134: Que Augu: é ca % sto se aiios, 26 y 25, en Espatia lo sabemos de fijo por los Fasti montis eae er 2240). Dion (LIII, 25,8) fija la guerra de Augusto en el 25 y lo mismo Livio (Periocha 138), Pero as operaciones decsivas que se darian en el 25, necesitaron u pie eiget anterior. En cambio Orosio la pone en el aito 26 (V1, 21,1). io eparacién (2) Orosio pone el nacimiento de Cristo ear en el 752. UG. “(VI, 22, 5) siguiendo a 56 No fueron inferiores en valor y heroismo a los de Numancia y de Sagunto los luchadores, de Cantabria, Asturias y Galicia; prefiriendo la muerte a la rendicién, cuando no tuvieron otro recurso; pero antes usando la estrategia de la guerrilla, para la que tanto se prestaban los respectivos terrenos. Fallé a los tres pueblos rebeldes solidaridad, como falt6 también a los demas espaftoles y un mando centralizador y unico. También les falté un gran caudillo, como Caro, Cesaro, Piinico, 0 Viriato, dado que Corocotta mandé‘s6lo en Cantabria (1). Hl Base de operaciones La base de operaciones, se llama en términos militares la linea, en donde se sittian con seguridad las tropas, que han de actuar contra el enemigo, asi como los almacenes de viveres, talleres y pertrechos de guerra. La base de operaciones en Galicia es probable que no estuviera ya en el Duero, pues distaba demasiado del lugar de la lucha. Mas bien es de creer que la base de operaciones, para Galicia, debid de ser una creacién artificial, la que primero fué el campamento de Braga y des- pués la ciudad de Bracara Augusta, Habia sido ya conquistada por Bruto; en lugar elevado y defendida por varios rios ofrecfa cierta seguri- dad y estaba relativamente cercana al gran puerto de Cale, por donde podia aprovisionarse por mar, asi como a la regidn costera, ya domina- da también desde el tiempo de Bruto. Podia ya estar enlazada o enla- zarse en esta época por la via militar, que sabemos iba mas tarde por Aguae Fldviae (Chaves) y seguia al Sur de la Segundera hasta Astiri- ca Augusta, base de operaciones contra los astures; y desde aqui por Brigaecium (Villabrazao, cerca de Benavente) y Palantia (Palencia) en- lazaba con Segisamo (Sasamén), base de operaciones contra los canta- bros, en un trayecto de unos cuatrocientos kilémetros, como hemos dicho anteriormente. IV El ataque Es de suponer que en la organizacién de la guerra. se empleasen todos los adelantos técnicos y todos los recursos del Imperio, pues nada (1) Schatten: Los Céntabros y Astures y su guerra con Roma, pag. 127. ; 87 “4 menos se ponia en juego, que el prestigio de Augusto, que iba pease de sus legiones. Se organizé el ejército en tres columnas; Co! ae Floro: tripartio exercitu y Orosio tribus agminibus. Estas es © Ni nas tenian tres objetivos marcados. La que partfa de Bracara A)” t © tomar el Monte Medulio, 0 sea Galicia; 1a que partia de Astinict, © ciudad de Bergidum y el Monte Vindio, 0 sea Asturias; Y la que parti j de Segisamo, la ciudad fortificada de Aracillum, que estaba en a extremo oriental de Cantabria, 0 sea Cantabria; y todas en conjunto tenian el objetivo de conquistar toda la Cantabria, Asturias y Galicia, con parte de Leon, Zamora, Palencia y Burgos, 0 como dice Floro (1): totam Cantabriam amplexus. Estas tres columnas estratégicamente situadas y casi equidistantes (2), cooperarian entre si, ayudandose mituamente, atacando a la vez, para que el enemigo no pudiera con- centrar sus fuerzas en un punto determinado y amenazando siempre a éste con atacarle por la espalda, o cortarle la retirada. Esta estrategia combinada la empled también Augusto en el ataque a los retos y vendélicos en el afio 15 antes de Cristo, atacando al mismo tiempo Druso desde Italia y Tiberio desde la Galia; y en el aflo 6 después de Cristo atacando a Marbod en Bohemia desde el Danubio por el Sur y desde Alemania por el Norte (8); y en la guerra danubiana con tres ejércitos también combinados. La flota cooperaba por mar, llegando a hacer desembarcos en la costa oriental de Cantabria, para favorecer el ataque de las tropas de Augusto y venia a ser una especie de cuarta columna mévil, que ame- nazaba constantemente por la espalda con un desembarco y obligaba a los enemigos a mantener puestos y vigfas sobre la costa, impidiendo el aprovisionamiento y el traslado de las tropas indigenas en barcas de un lugar a otro; y abasteciendo en cambio a los romanos. Tampoco faltaron quintas columinas, pues hubo ciudades que traicionaron a sus compatrio- tas, como la ciudad de Brigaecium (4). Segiin Schulten (5), de los generales que dirigieron las tres colum- nas, que atacaron a los cantabros, astures y galaicos en la campafia del 26-25, sdlo se puede citar con seguridad a Cayo Antistio, aunque es natural que cada columna Ilevara su general. Sin embargo y con todo el respeto y admiracién para el gran hispanista aleman, a quien Q) Le (2) La distancia de ta columna media ala oriental venta a ser de unos 170 kiléme- sidental US a8 la occidental de unos 210. (V. Schulten, Los eantabros.. pig. 137 y el mapa (3) Veleyo Patérculo, 11, 109, 5, (4) Floro, Il, 33, 49. (6) Los Céntabros, etc., pig. 138, 58 seguimos en gran parte en esta exposicién, creemos que, conjugando los datos, que nos dan las fuentes, se pueden sefialar con toda probabi- lidad los jefes de las tres columnas. Por lo pronto Orosio (1) nos dice: gue las partes ulteriores de Galicia fueron sometidas por los legados Antistio y Firmio. Y lo mismo Floro (2), quien refiriéndose a la noticia de la toma del Monte Medulio dice: Recibié estas noticias César (Au- gusto) por sus legados Antistio y Firmio y Agripa, mientras él inver- naba en Zaragoza. Desde luego Schulten opina que este Firmio, debe ser Cayo Furnio (5) el que fué cénsul en el aflo 17, y que en el aio 22 mandaba como legado la Legion IV Macedénica en Cantabria; confu- sidn facilmente explicable bajo eljpunte de vista paleografico. Por tanto tenemos ya el jefe, o mejor dicho los jefes, no simulténeos sino mas bien sucesivos de la columna que atacé Galicia; Cayo Antisteo Vetus primeramente. Din Casio, Orosio y Floro nos dicen que Augusto en persona mandaba la columna, que partié de Sasamén contra Cantabria; pero fatigado por la guerra de guerrillas, enfermé, sin lograr éxito algu- no, como dice Didn Casio (4) y fué sustituido por Cayo Antistio, a quien, naturalmente, sustituye en la campaiia de Galicia Cayo Furnio. Este a su vez sustituy6 a Antistio en Cantabria en el aio 22, al frente de la Legion IV Macedénica, segiin afirma el mismo Dién (6); y no vemos ningiin inconveniente en las palabras, que siguen del mismo autor, para identificarlo con el Furnio, que hizo la campaia de Galicia: que los cdntabros se rebelaron, porque supieron que lo habian hecho los astures y porque despreciaban a su gobernador Cayo Furnio, por ser recién llegado y jazgarto inexperto en sus asuntos. Pues recién lle- gado podia serlo aun viniendo de Galicia; sin que sea preciso entender que hubiera de venir de Italia. Aparte de que terminada la campafia de Galicia, pudo ir a Italia y estar de regreso el 22 antes de Cristo. Por tiltimo que Carisio mand6 la columna central, que partié de Astorga contra Asturias, lo admite. el mismo Schulten (6), como muy probable, pues al final de la campajia funda para los veteranos de la misma la colonia de Emérita Augusta, siendo ya Legado de la Lusitania. Es posible que hubiera en Lugo un legado de Augusto llamado Paulo Fabio Maximo, segtin una inscripcién (CIL, Il, 2581), que segin Hiimner y Maria Marchetti, es anterior al 27. Por consiguiente podemos afirmar, con cierta seguridad, que los generales de la campajia de Gali- (1) VI, 21,6. 2) 11, 33,51. (@) RE. Vu, 377. (4) LIM, 25,2. @) LIV, 5,1. (0) Los Cantabros... pigs. 131, 149 y 150. cia en el 26-25, fueron Antistio y Fumio (1) sucesivamente, los de Can- tabria Augusto y Antistio; y Carisio el de la de Asturias. También estu- vieron en la guerra los hijos adoptivos de Augusto: Tiberio, a quien los Soldados, por su aficién al vino, segin Suetonio (2) llamaban Biberio (de bibere - beber) Caldio (de calda - bebida caliente) y Mero (de merum - vino), 0 sea: Bebedor de vino caliente, en vez de Tiberio Claudio Nerén; y Marcelo, el celebrado por Virgilio en la Egloga IV. Tenian ambos dieciséis aios. Que Bracara, Astirica y Segisamon fueron la base de las opera- ciones, se deduce del hecho de haber sido convertidas, primero en cam- pamento y luego en cidades por Augusto, dandoles su nombre: Bracara Augusta, Astirica Augusta y Segisama Julia; y la capitalidad después sobre la regi6n correspondiente; pues es corriente esta practica en el Imperio de Augusto con las bases de operaciones. El desarrollo de las operaciones Las puertas de Galicia se abren de lleno a los romanos en esta campajia, porque, a pesar de las campafias de Bruto y de César, la mayor parte de Galicia estaba sin conquistar. En primer lugar como dice Floro (3) la columna de Braga y la de Astorga se encaminan hacia la ciudad de Bergidum, en donde estaba centrada la resistencia de los astures. Esta ciudad, que ha dado el nombre a la regién del Bierzo, estuvo situada en el cruce de Asturias a’ Lucus y de Asturica a Brdcara Augusti y sus restos (4) se ven en una meseta llamada «Castro de Ven- tosa», junto al rio Cua, afluente del Sil, y el pueblo de Cacabelos, a unos seis kilémetros al Este de Villafranca del Bierzo, partido judicial de la region. En dicha meseta subsiste todavia una muralla de cuatro metros de anchura y siete de altura, en la cual segiin Schulten se ven atin los huecos de las vigas puestas en la muralla, como era costumbre cél. (1) Asi lo sostienen Huerta, Flérez, Masdeu y los Mohedano, Q) IXyX. @) Lew (4) Schulten, Les Céntabros... pig. 139 y Gomez More de Espaita, pig. 50; también el Boletin de la Academia de lu Hie 60 Catdlogo Monumental toria, LX, pig. 498, tica (1); de manera que la muralla parece ser la de Bergidum. La exten- sidn de la ciudad parece que era de unos quinientos metros a lo largo y unos doscientos a lo ancho. La raiz Berg, que entra en este nombre es de origen céltico (2) y significa altura, se encuentra en otros nombres de ciudades nacionales y extranjeras y parece existir en el primitivo indo-europeo, equivaliendo a la actual palabra burgo. Debié de seguir la columna de Braga un itinerario coincidente con el de la via romana de Bracara a Astiirica por Aquae Quaerquernae (3), que se hizo mas tarde, o sea: siguié el valle del Limia y del Sil por la izquierda, atacando y sometiendo a los pueblos de las Sierras de San Mamed, Cabeza de Manzaneda y estribaciones de la Segundera, para evitar que los pueblos de los tiburos, cigurros y otras tribus, que vivian en aquellas regiones, atacasen a la columna, que partié de Astorga y seguia la orilla derecha del Sil, 0 sea la via Asturica-Bergidum que més tarde habia de continuar por Lucus Augusti a Brigantiam, en combi- nacién con los astures y la cogiesen como suele decirse, entre dos fuegos. Tan pronto como se rindié Bergidum, cuya resistencia debié de ser corta, dado que sus habitantes inmediatamente, al decir de Floro (4), la abandonaron y huyeron al Monte Vindio, 0 Cordillera Astiirica, en donde se creian tan seguros, que antes Megarian las aguas del mar, gue las armas romanas, la columna bracarense, es de suponer que virara hacia la izquierda en direccién a Lugo, para cortar la retirada y la expansi6n allende el Mifio, de los vencidos. En esta ocasién debié An- tistio abandonar la columna bracarense y ponerse al frente de la colum- na oriental, debido a la retirada de Augusto enfermo a Tarragona, to- mando y destruyendo Aracilum, la actual Aradillos. Es dificil saber si en esta época existia ya en Lugo un campamento romano. Schulten (5) sostiene que ya existia desde el afio 46 un legado romano. No obstante la inscripcién en que se funda, encontrada en una piedra de la muralla de Lugo: Caesari Paulus Fabius Maximus lega(tus) Caesaris, que él considera del 46, 0 sea del tiempo de César, es sefialada en el CIL, Il, pag. 2581 y también por Marchetti (6), como dela época de Augusto, si bien anterior al afio 27. Y en la Real Enciclopedia Pauly-Eisoba (7) se considera de época posterior. Es probable que existiera, 0, por lo (1) Schulten, Los Céntabros... pig. 139. (2) Holder, Stcelt Sprachschatz. (3) Iinerario de Antonio Caracalla, pigs 421-428, (4) Ib, hens ‘i Fontes Hispaniae Aut, V, 96. 5) Los Céntabros y Astures.. pig. 145 y d A o Diccionnrio Epigréfico di Antichité Romane, Hispania, pig. 787. (7) VI, pig. 178. o menos, que se construyera en esta época, y que de ahora en te sirviese de base de operaciones, tanto para la ulterior conquista de Ga- licia, como para el ataque a los rebeldes de Asturias. F También se plantea otro problema, que es si el legado Paulo Fabio Maximo mands, desde ahora, las tropas romanas, que prosiguieron la conquista de Galicia, pues Schulten relaciona la mencionada inscripcion con otra encontrada en Braga (1), en la que se conmemora el natalicio del legado Maximo, que dice asi: «im. Caesari Divi f. Aug. etc. sacrum Bracaraugustani. Paulli Fabi Maxsimi leg(ati) pro pr. natali dedicata est». «Al Emperador César Augusto, hijo del Divo, (le dedican) esta estatua los bracarenses... Se hizv la dedicacién en el natalicio del legado Paulo Fabio Maximo, propretor». El hecho de celebrar Braga, naturalmente en época muy posterior, el natalicio de Paulo Fabio Maximg, nos da pie para creer, que tal vez mand6 y consigui6 victorias al frente de la co- lumna bracarense: Esto pudiera chocar con las palabras anteriormente citadas de Floro y Orosio, de que fueron Antistio y Furnio los que tomaron el Monte Medulio. Pero bien pudiera ser que dichos autores den el nombre de Antistio por ser el que primero venia al frente de la expedicién, en vez del de Maximo; y que éste siguiera con parte de las tropas bracarenses sometiendo la orilla izquierda del Mifio, hasta reunir- se con Furnio en el Monte Medulio, cerca de Tuy. Pero dejando estas cuestiones inseguras, podemos afirmar con mas certeza que desde ahora Lugo fué base de operaciones para la conquis- ta de Galicia hasta el Océano, y de «las Islas», asi como: para cortar la retirada y atacar a los astures y gallegos refugiados en el Monte Vindio, pues veremos que, al terminar la guerra también fué convertido en ciudad recibiendo el nombre de Augusto, al lado del de Lucus, 0 bosque sagrado. Que en Lugo hubo un campamento romano se aprecia en el plano levantado por el Dr. Leonhardt (2) quien observé que hay en Lugo un rectingulo formado: por calle Rita Nueva, al Oeste; calles de San Marcos y de la Reina, al Este, la Muralla, al Norte, y la Plaza Mayor, al Sur. Este recténgulo tiene la forma de un campamento de unos 500 por 240 metros, lo que corresponderia a 1.700 por 800 piés romanos. La plaza de Santo Domingo corresponderia a la via principa- lis, 0 calle principal del campamento romano; y la calle Ballesteros, a la via praetoria. Ahora bien, este campamento no podria albergar una legién entera que necesitaba unas 20 hectareas, sino media legién, o cinco cohortes. Lo cual favorece nuestra hipstesis de la bifurcacién de la columna de Braga, después de la batalla de Bergidum, siguiendo una parte la orilla izquierda del Mifio para someter las tribus rebeldes de las (1) Ephemerides epigraficas (de Berlin), VI, 504. 2) V.Schulten: Los Céntabros... pag. 776, fig. 1. 62 montafias de la Cabeza de Meda, Monte Medos, etc., y pasando otra el Mifio para conquistar el territorio restante hasta el Océano, conver- giendo las dos cerca de la desembocadura del Mifto, en donde ofrece mayores probabilidades de haber estado situado el Monte Medulio. Lugo era una posicidn de capital importancia bajo el punto de vista estratégico; en plena llanura, pero en lugar elevado y abierto, y por lo tanto libre del ataque por sorpresa, a orillas de un gran rio, estaba en el coraz6n de Galicia, Desde alli no era dificil por la cuenca del Navia y del Eo egara la Costa Cantébrica; siguiendo la llanura mesética, o requejada, de la region de Curtis, podia facilmente alcanzarse Brigan- tium, el gran puerto del estafio, ya conquistado por César; y siguiendo los valles del Mifio, del Ulla y del Tambre, llegar a las rias de Galicia, Sia esto afladimos el cardcter sagrado del emplazamiento, que ocup6, nos convenceremos de la importancia de su conquista, bajo el punto de vista de la moral de las tribus indigenas, y de la visién certera de los estrategas romanos, que la escogieron, como base de operaciones, y como punto de vigilancia, para evitar futuras sublevaciones. Prosiguié pues la conquista de la Galicia, como dice Orosio (1) en su lenguaje esquemético y cuasi telegrafico, por brefales de montes y de selvas hasta los confines del Océano; hasta que, al fin, después de grandes y duras batallas, magnis gravibusque bellis, los legados Antis- tio (2) (0 su sustituto) y Firmio (Furnic) lograron someterla, Si desen- trafamos el lenguajc comprimido de Orosio, podemos apreciar que las dificultades generales de la Guerra Cantabrica se dieron igualmente en Galicia, en donde subsistieron las dificultades de un terreno accidenta- doy la bravura de sus habitantes, que defendieron y regaron con su sangre la tierra, ahora y entonces. tan amada. Es de suponer que se repitieran los episodios de la guerra contra los bracarenses (3) y que las mujeres cooperasen con los hombres, dando lugar a episodios de tragi- Ca fiereza. La lucha tuvo su remate epilogal, en lo que pudiéramos llamar la Numancia galaica:.en el Monte Medulio. Alli se concentré, como afir- man los dos cronistas synépticos Floro y Orosio (4), una gran multitud de gentes torbas y fieras, incapaces de aguantar la lucha con los roma- nos, por desigualdad de armas, y menos de someterse, Este traslado en masa de las tribus con sus familiares y todo su 1) VI, 21, 6. 0) Antistio, como hemos dicho anteriormente mandaba, a la sazén, la columna oriental y debié de ser sustitufdo por otro (zPaulo Fabio Méximo?). Cabe también la ex- Plicacién de que llevase la alta direccién de la carspafia. (3) Apiano, Iberike, LXX. (4) I, 33, 50y VI, 21, 7. obstaculos, se puede ajuar, a v a i cia y salvando enorme: +o i Jeces a larga distancia y salv. Se ae eno observar también en la guerra de César contr (Sierra de la Estrella) y sus cercanias (1) Aqui se concentraron 10s aie habian ocupado y desalojado distintas montaflas de Galicia y alpuez! Asturias, u otras regiones, pasando y repasando los rios y brefias, que al mismo conducen. Aqui la resistencia fué verdaderamente €pica, en todo el sentido que podamos dar a esta palabra. La desesperacion y el odio rabioso contra el invasor, correspondiente al amor de sus tierras, almacenado en anteriores combates, también se concentré alli. La sangre fria de los curtidos veteranos romanos les hizo ver la dificultad de reducirlos por las armas y desistieron de atacar a la fiera acosada en su guarida. Optaron por cercarlos y rendirlos por hambre, rodedndolos de un foso de 15 millas en derredor (unos 25 kilémetros), 0 sea unas cinco horas de camino, con sus correspondientes estacadas, torres de alarma, etc., permaneciendo el ejército vigilante, para evitar que pudieran aprovisionarse, 0 huir. Cuando los refugiados vieron que era imposible escapar y que su destino era morir de hambre, prefirieron el suicidio colectivo por medio del fuego, de la espada y del veneno, obteniendo éste de una especie de pifias, 0 pinochas, que cria el tejo (taxus) y que cocidas dan un veneno mortifero. Asi lo hicieron también los cantabros en el afio 22, también atacados por Purnio (2). Con este epilogo de crispada y sombria mortandad se cierra la Historia de la conquista romana de Galicia. Como Sagunto y Numancia apelé a todos los medios destructores del ser humano, al fuego, al hierro y al veneno, antes de rendir su cuello al-yugo del invasor; con la diferencia de que alli fué una sola ciudad, aqui sucumbe la élite de una regién entera. Cinco horas, eran precisas, de caminar, para recorrer el foso que los rodeaba; de suerte que hemos de calcular que fué crecido el mimero de los que sucumbieron. Por distintos senderos huyeron a la muerte, y es de suponer que buscaran con mas avidez los medios de defensa que los de destruccién; y es de suponer también que el furor y rabia que los llevaron a poner en practica tal resolucién, antes harfan presa y dejarian marcadas sus garras en las legiones romanas. Cuando el hambre y la miseria convirtié sus cuerpos en espectros harapientos, no falté el valor a sus almas para buscar la muerte y asi huir ala escla- vitud. El Monte Medulio es uno de los jalones més gloriosos de nuestra historia, que pregona a todos los vientos la indomable ferocidad de la raza espanola, cuando se trata de defender su independencia y de impe- dir que sea hollada su libertad, Y menos mal que de aquellas cenizas (1) Dién Casio, XXXVI, 52-53. (2) Dién Casio, LUI, 26. 4 oe esparcidas por ef cierzo y de aquellos huesos calcinados y desparrama- dos por los tojales, como la planta y la espiga del trigo brotan del grano, que se ha corrompido, broté la civilizacién en la tierra gallega traida precisamente por aquellas aguilas romanas homicidas. Lastima es que en este monte no pueda levantarse un monumento que emulara la gloria de los héroes de Maraton, y, ni siquiera, una lépi- da, como la que perpetué la heroicidad del gran Leénidas. Pues la su- cinta relacién de los historiadores antiguos no nos ha dejado datos sufi- cientes, para poder sefialar con seguridad, cual es el Monte Medulio. El que més ha concretado, dentro de la estrechez de sus noticias, es Orosio (1) quien nos da esta referencia vaga de que el Medulio estaba Minio flumini inminentem, es decir: que su sombra se proyectaba sobre el Mifio. Orosio, que era gallego, historiador y gedgrafo, no nos quiso dar mas detalles, aunque conocia bien la geografia de Galicia; ignora~ mos si intencionada, o desintencionadamente. Tal vez prefirid que el Medulio quedase asi, como una sombra longivaga, que se posa alterna- tivamente en todas las montafias gallegas, que se miran en el Mifio, o en el Sil; que, como una oleada de brumosa morrifia, se citniese siempre al rodar de los siglos sobre toda Galicia, cubriendo como bruma otofial, toda la regin gallega a través de su historia, El Mifio es el simbolo de Galicia; el decir que estaba junto al Mifio es suficiente. Pero cortando las alas a la fantasia con frecuencia enemiga de la fria mirada de la Musa de la Historia, vamos a exponer las opiniones de los eruditos sobre el lugar que ocupé, dado que se trata de un monte real y no de una entelequia. Aparte de la referencia de Orosio, no tenemos, para localizarlo, otros medios que la toponimia, 0 las excavaciones arqueolégicas; pues tampoco existe una tradicién popular, que haga reférencia a la batalla, salyo la que en breve reseflaremos. La toponimia falla por sobreabun- dancia de nombres de montafias, tal vez derivados de la palabra latina meta y de |a gallega meda, que viene a significar montén, que se pare- cen a Medulio, como son: Medos, Meda, Médulas (Bierzo), Medanas, Medado, Medelo, Madairo y Medet. Pero mas bien parece tratarse de un nombre indigena celta o ligur, como el de los medulios, o habitantes del Medeo de Burdeos; 0 el de Medullon, localidad situada en Vindeli- cia (2), hoy Mlln; o los nombres de persona: Medullius o Medullia (5). Sin duda sugestionado por la etimologia aparente el ilustre historia~ dor P, Flérez (4) lo localiza en las Médulas, que son unos grandes mon- (1) Ib.,7. 2) Ptolomeo, 11, 12, 4 (3) Schulten: Los Cantabros. .. pa. 147. (4) Espata Sagrada, XV, pag. 40, También lo defiende Oyenarto y Moret antes de Florez. 65 tones de tierra colorada, elevados en forma de torres sobre la montafia, que corta el Sil al entrar en Galicia, mas abajo de Ponferrada. No en- contramos inconveniente en admitir con el principe de los historiadores espafioles que el Sil pudo ser el rio, que Hlevé primeramente el nombre de Mino, pues los gedgrafos antiguos hacfan sus observaciones desde la costa y no precisaban demasiado, Ptolomeo sefiala el nacimiento de! Mifio al Oriente de Galicia en la Asturia: lo cual se verifica en el Sil, que nace unas nueve leguas mas arriba de Ponferrada y de Villafranca del Bierzo; el Mino en cambio nace en Galicia al Sur de Mondofiedo. Posidonio dice que el Mifio bajaba de los cantabros, lo que, aunque no es verdad en rigor, apoya que ios antiguos no aplicaron al Mifio el na- cimiento, que hoy le damos, sino donde empieza el Sil. A lo cual co- menta Monteagudo (1): «Después de hacer uso de la segunda correc cién por nosotros propuesta, y contra la opinién de Miller, Schulten y otros autores, ya no hay duda acerca de la identidad del Minius de Ptolomeo con el actual Sil». Por consiguiente no encontramos inconve- niente en admitir que los gedgrafos antiguos llamaron Mifio al actual Sil; pero no parece estar de acuerdo con el contexto de Orosio, la ubi- cacién del Medulio al Sur de Ponferrada, dado que Orosio considera la lucha en el Medulio como epilogal, y como final de la campafia en las tierras gallegas Ilenas de selvas y precipicios hasta el Océano. El mismo inconveniente ofrece la opinién de Huerta (2) que lo identifica con el actual Medelo, entre el Chao de Amoeyro y Orense, aparte de que distaria varias leguas del Mifio y del Sil; y la de los que la identifican con la Cabeza de Meda. Amor Meilan, a quien sigue Vaz- quez Seijas, lo sitia en Castro de Rey, municipio del Norte de Lugo y a diez kilémetros de la costa: ocupa un lugar estratégico y esté cerca del Mifio. (Lugo bajo el Imperio Romane, pag. 8). Ofrece mas visos de probabilidad la opinién de Schulten (5), que lo sitta en el Monte Aloya, llamado también de S. Julidn porque hay en él una capilla levantada en honor de dicho Santo, a siete kilémetros de Tuy, cerca de la desembocadura del Mito; su circunferencia mide 25 kilémetros, que vienen a ser las 13. millas romanas; y en dicho monte existen restos de una fuerte muralla de 5,30 metros de anchura, que defendia el ancho recinto, excepto en los lugares en donde habia sufi- cienté defensa natural; a pesar del muro y de los restos de ceramica en- contrados, no se han descubierto cimientos de casas, lo cual indica que (1) Galicia en Plolomeo. Cuadernos de Estudios Gallegos, T. 111, 1947, pag. 620. (2) Anates del Reino de Galicia, pig. 74. De la misma opinidn es Villamil y Castro en st trabajo premiado en los Juegos florales de la Corufia el afio 1861, que se titula: wSitttacién del Monte Medulio y sts incidencias histéricas". (3) Los Céntabros... pag. 147. 06 no debié existir alli ciudad alguna, ofreciendo tos caracteres de haber sido una mansién temporal. Fernandez Costas (en la Rev. Construccio- nes, 1947, pag. 49) sostiene que el llano que esta detras de la capilla de S. Julian se llama «Campo de los mértires>, y que corre la leyenda de que si se exprimiera la tierra del monte destilaria sangre. Lo cual consi- dera como una reminiscencia legendaria de la matanza en el Medulio Después de’ la conquista del territorio de lo que pudiéramos llamar la Galicia continental, los romanos conquistaron también las islas adya- centes, segtin ei testimonio de S. Isidoro (1), quien dice, tomandolo probablemente de lo desaparecido de Tito Livio, que Augusto fundo Mérida, después de haber conquistado la Lusitania y ciertas islas del Océano. La columna central o asturicense, a cuyo frente estaba Carisio en el 25, al menos, persiguis y cercé en el Monte Vindio alos que habian huido de Bergidum hasta conseguir exterminarlos por el hambre (2). Ptolomeo coloca el Monte Vindio al Sur de Lucus Asturam, que estaba cerca de Oviedo. Segiin Schulten (3) el Vindio comprendia en Ptolomeo toda la gran sierra que divide Leén y Asturias; pero en Floro y Orosio se trata de la parte occidental de la misma, que la constituyen las sierras de Caurel y de Picos, siendo el camino, por el que los de Bergi- dum huyeron, el que sube al pueblo de Piedrafita del Cebrero. Por lo cual tenemos que suponer que la toma del Monte Vindio interesa tam- bién a la Historia de Galicia y que a su rendicién cooperaron las tropas romanas destacadas en Lugo, las cuales tomarian también la parte de Galicia situada a la izquierda del Navia. La columna oriental avanz6 por el valle del Pisuuerga y conquist6 Aracillum, a actual Aradillos, en esta misma fecha, la cual segtin Floro y Orosio ofrecié también mucha resistencia; y entrando en la Cordille- ra Cantabrica lleg6 por Juliobriga al Portus Blendius, en la actual Ria de Suances. A la toma de Aracillam cooperé también la flota romana, que desembarcé en Portus Blendius y atacé a Aracillum por la espalda. En el afio 25 los astures se vuelven a sublevar y descendiendo de los Montes Nevados (Montibus Niveis) por las orillas del Esla, intentan nada menos que tomar tres campamentos romanos, situados a orillas de este rio. La ciudad de Brigaecium (cerca de Benavente) (4) los traicio- nd y avis6 a los romanos del peligro que corrian, pues estos no debian (1) Etimotogias, X, 1, 69. (2) 1, 6, 20. (3) Los Cantabros. . pag. 140. (4). Segiin el Itinerario de Antonino Caracalla, 430-444, estaba en Ia via de Astirica a Cesaraugusta, a 40 millas al Sur de Asttirica y 20 al Oeste de Intercatia, 0 sea en Villa brdzaro, Blézquez, Memorias de Excavaciones, 1917, la coloca en Ceinos. o7 estar muy abundantes de tropas, dado que las legiones VI y X estaban en Galicia (1). Acudié Carisio, legado de Lusitania y logré vencerlos, refugiandose en la ciudad de Lancia; Carisio tomé. esta ciudad y no la destruy6, dejéndola como monumento de su victoria. Las ruinas de Lancia se encuentran en el «cerro de Lance», junto al pueblo de Villa- sabariego, entre los rios Porma y Esla (2). En esta fecha fund6 Carisio, por encargo de Augusto, la colonia de Emérita Augusta, hoy Mérida, para los veteranos de esta guerra (5). Existen monedas de Mérida con la figura de la colonia con una puerta de dos salidas y la leyenda: P. Carisius leg(atus) pr(o) pr(aetor), en el reverso, y en el anverso, la cabeza de Augusto; y otras, por un lado, muestran la cabeza de Augusto, y por el otro trofeos de la Guerra Cantabrica (4). y VI Ultima etapa de la campafia de Augusto Después de terminada la campana en todos los frentes, Augusto que, como hemos dicho anteriormente, por enfermedad y sobrecogido por el temor supersticioso de un rayo, que cayé en sit litera y maté al esclavo que llevaba la antorcha (5), se habia retirado a Tarragona, después de las victorias de sus legados, Antistio, Furnio y Carisio, se encamind al teatro de la guerra, para imponer a los vencidos las condi- ciones de paz. Esto debié suceder en el verano y otofo del 25. Las condiciones impuestas a los vencidos son del mismo estilo, que las que acostumbraba César. Una parte de los vencidos (6), con toda segu- ridad de las familias més influyentes, los retuvo en calidad de rehenes; a otros los vendié como esclavos; y a otros, finalmente, les obligé a bajar de sus montafias y a establecerse en las llanuras, para trabajar las tierras y las minas de oro y cinabrio. A los astures les entregé su cam- pamento, para que fuera su capital, constituyendo con ellos la ciudad de Astiirica Augusta, que llevé su nombre unido al de los astures, hoy (1) Estrabén, I, 3, 8 y 4, 20. (2) Gémez Moreno, Oc, pag. 53. (@)_Dién Casio, LI, 26 ySS. Isidoro, Origenes, XV, 169, (4) V. Babelén, Monnaies de la Republique Romaine, 1, pag. 317 (5) Suetonio, Augusto, XXIX. (6) Floro, Il, 33, 51. oe Astorga. Es posible que igual conducta siguiera con Lugo y con Braga, conservando en la primera el caracter sagrado del nombre indigena, y haciendo de ambas la capital de las tribus cercanas. También les impu- so contribuciones, en oro, trigo y ganado (1). Precisamente, al negarse a entregar el trigo los céntabros y astures en el afio 24, y atacando al convoy, que iba a recogerlo y dando muerte a los soldados romanos, {fué precisa la campajia de castigo, que hizo en dicha fecha contra ellos el legado de Cantabria, Lucio Emilio, quien empled contra ellos el mayor rigor en el castigo; pues destruyé varias ciudades y ordend cor- tarles las manos a los rebeldes. Este parece haber sido L. Emilio Lépi. do Paulo, partidario de Augusto en la guerra contra Sexto Pompeyo, cénsul en el 34 y antepasado de Emilio Severo Cantabrino, que vivid en el siglo Ill después de Cristo (2). Enel afio 23 parece que hubo paz, pues no tenemos noticia de sublevaciones ‘en Cantabria, ni en Asturias; pero en el 22 se vuelven a sublevar los astures, debido al mal trato de que les hizo objeto Carisio, y aellos se unieron los Céntabros, quienes despreciaban a Furnio, al decir de Dién Casio (5), porque aiin era nuevo como: legado y no cono- cia el pais. Este Furnio, que fué cénsul en el 19, segiin Floro y Orosio, como ya hemos dicho anteriormente, fué el que hizo la campafia contra el Monte Medulio en el 26; al ser nombrado legado de Cantabria en el 22, ignoramos si venia de Galicia, o de Roma, directamente; lo que si sabemos por el testimonio de Didn es, que era nuevo en Cantabria; lo cual no se opone, como ya hemos dicho, a que hubiera sido antes legado en Galicia. Debi6 de emplear la misma tactica que en el Medulio, pues obligé a los cantabros a qué se dieran muerte por la espada y el veneno también, después de incendiar sus castros (4). Los astures, tan pronto como fueron rechazados'de un lugar que asediaban, no resistieron mas y se rindieron enseguida. Se le aplicaron ejemplares castigos y se ven- dieron como esclavos- Finalmente después de un descanso de dos afios, estallé de nuevo la reyuelta en el afio 19 (6). Los cantabros vendidos como esclavos en ja vecina Galia, mataron a sus duefios y se fueron a sus casas; conven- ciendo a los demas, se fortificaron en sus montafias y se prepararon para asaltar los campamentos romannos Esta vez Augusto encargé a (i). Dién Casio, LI, 26. ; (2) V. Schulten: Los Cantabros. » pig. 138. @) LIV, 5,1. (4) Dién, ib. e (6) Dién, LIV, 11 y San Jerénimo, Pamphili (Migne, P. Lt. VIII a: Abraham 2010-15. 5, Hieronimi interpretatio Chronicae Eusebit 09, Agripa, el hombre de su mayor confianza, de la tarea de someterlos, La tarea fué dificil, no sélo porque la resistencia fué mas dura, sino Porque los soldados romanos, cansados y desmoralizados, por creer a los cantabros invencibles, se negaban a obedecer. Agripa se vid en la precisién de castigar una legidn entera la Legién I Augusta, suprimién- dole el nombre de Augusta. Aguilas romanas cayeron en poder de los rebeldes. Pero, una vez restablecida la disciplina, los cantabros fueron vencidos y esta vez para siempre. Las medidas fueron exterminadoras. Se dié muerte a todos los que pudieran tomar las armas; a las mujeres, ancianos y nifios se les oblig6 a bajar de sus montafias y a establecerse en la llanura, y se le recogieron todas las armas. Entre los ajusticiados, algunos en las cruces, se dieron episodios tragicamente sublimes, pues cuenta Estrabén (1) que algunos desde las cruces entonaban cantos de victoria y se mofaban de los soldados romanos. Horacio (2) en varias odas se hace eco de la indomable valentia de los cantabros. Livio (3) ensalza la valentia de los espafioles, diciendo que Espajia fué la primera provincia atacada y la ultima vencida. César en ocho afios domind la Galia; en cambio Espaiia tardé doscientos afios en ser sometida. Mientras prosiguié la lucha en Asturias y Cantabria, las legiones residentes en Galicia, prosiguieron también recorriendo el territorio hasta los cabos y peninsulas, que se internan en el Océano. Algunos de los legados quisieron dejar monumentos conmemorativos de las victorias de Augusto. De esta época debe datar la fundacién de una torre en honor de Augusto, cerca del rio Sar, que junto a Padrén desemboca en el Ulla, la cual segiin Mela (4) era notable por una inscripcién, que en ella habia, con toda seguridad conmemorativa de las victorias de Augus- to. Es posible que de esta turris Augusti se derive el nombre actual de Torres del Oeste, las cuales en la Edad Media llevan el nombre de Castellum honestum y Honesti; y que estuviera situada en el lugar que ocupan hoy estas torres; a pesar de la opinién en contra de Lopez Fe- rreiro (5) y de otros eruditos; pues fonéticamente cabe esta evolucién. Es de creer que los romanos Ievantasen otras muchas para orientar a los navegantes por las costas gallegas, muchas de las cuales la tradi- cién popular atribuye a los fenicios, como en el caso de la Torre de Hércules; si bien con esto no queremos negar la posible existencia de faros en la costa gallega levantados por los fenicios, 0 mas bien por los cartagineses. (i) Mf, 4, 18. (2) Odas: I, 29, 15; 11, 6,1 y 11, 15 Il, 14, Ly 8, 21 y IV, 14, 41, ete. (3) XXVIII, 12, 12. (4) M11. (6) Historia de la S A. M.1-de Santiago, pig. 21. Véase también, en pro de nuestra afirmacién, el articulo de Pedro Rodriguez en Galicia Diplomdtica, 1888. 70 —" De esta época también’ eran las tres aras dedicadas a Augusto Ila- madas Sestianas, por haberlas erigido L. Sestio amigo de Horacio y de Augusto, que fué consul en el 25 (1) y legado de Augusto en Gali- cia (2) en los afios 25-24; Mela por una confusién de la Noega de Asturias (Villaviciosa) con la Noega de Galicia (Noya) las sittia en Asturias cerca del cabo de Pefias en donde habia otras; en cambio Plinio, Ptolomeo y el Ravenate las sittian en Galicia, pero no estan de acuerdo en cuanto a su ubicacion, pues mientras Plinio las coloca hacia el Monte Louro, o quiza en el Cabo Finisterre; pues dice que estaban en la peninsula de los supertamaricos, 0 sea de los habitantes de mas arriba del Tambre, entre el Promontorio Céltico y la ciudad de Noya (IV, 111); en cambio el Ravenate las coloca mas al Sur entre Turoqua y Aquae Celenae (CCCVIII, 1), que viene a ser entre Touron y Caldas de Reyes, y Ptolomeo las coloca mas al Norte entre el Promontorio Nerio y Brigantium, que viene a ser entre el Cabo Torifiana y La Co- rufa. Luis Monteagudo, que ha estudiado la Geografia de Ptolomeo en lo referente a Galicia (I. c., pag. 635), las viene a situar, si bien con ciertas vacilaciones, en frente del Cabo de S. Adrién, en las Sisargas, interpretando la palabra latina aras por escollos, que Ptolomeo tradujo por la griega foyo— altares. Pero teniendo en cuenta, que al Oeste de Gijén, después de la Guerra Cantabrica, se le levanté un altar a Augus™ to en el Cabo de Torres (5), con una dedicatoria, como simbolo de la sumisién de aquellas tierras, no nos extrafiaria nada que L. Sestio, tan devoto de Augusto, hubiese levantado estas aras, precisamente, en las proximidades de lo que hasta hoy se llama Finisterre, que quiere decir el fin de la tierra. La ereccién de estas aras se interpreta, como una de las_primeras manifesfaciones del culto imperial en Espaiia (4), que, segiin Alvaro D‘ Ors, comprendia el vinculo de clientela y el de la devotio iberica, afianzados por el juramento de fidelidad, a la espafiola. Y, segin San- chez Albornoz, influy6 de un modo importante en la igualacién de las (1) RE. Sestius, pag, 1885. (2) Garcia y Bellido: La Espata del siglo primero de nuestra Era. segiin P. Melay C. Plinio, pig. 51, n. 137. En cambio Syme: The Spanish war of Augustus (26-25) en The American Journal of Philology (1934), pag. 316, dice que fué el 19 legado de Lusita- nia y Galicia. @)_CILA11, 2703, 2637 y 4223. La lapida del Cabo de Torres, es del afio 9-10 a. C. (4) Sanchez§Albornoz: El cult at les del Instituto de Literaturas Clisicas, de la Universidad de Buenos Aires, pig: Emperador en Espaita, en Emérita, t- X, seine Zeit, Il, pig. 319 x dedicada a Augusto, Enperador y la unificacién de Espaiia, en Ana- t. III, 1946, de Ia Facultad de Filosofia y Letras ‘4, n.56; Alvaro D' Ors: Origenes del culto at 1942, pag. 212; y Gardthausen, Augustus und diferencias culturales, lingiisticas y juridicas que separaban a los hispa- nos, mediante la romanizacién primero; y, después, al hacer resurgir en ellos la idea de Ia unidad de la Peninsula y, por ende, la idea de Espaita, Por lo cual podemos decir que Galicia, con la iniciacién del culto al Emperador, alma de las asambleas provinciales, fué ei primer foco de la unidad espafola; como lo habia de ser més tarde con la Regula fidei, de| primer Concilio Toledano, que en frase de Menéndez y Pelayo, unis por primera vez a las iglesias espafiolas (1); con la in- corporacién de los suevos (convertidos al Catolicismo) al Reino visigo- do (aun arriano); con la devocién a Santiago, y con el Pacto del Tambre (2). No se trata, pues, de simples escollos, sino mas bien de altares erigidos en honor de Augusto, quien, semejante a Hercules, Mercurio, Apolo o Dionisio, se presentaba, como dominador de! mundo. Respecto a la ubicacién de las tres Aras Sestianas, estamos acor- des con Garcia y Bellido (3) de que

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