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El origen de esta forma superadora del pensamiento mítico se sitúa en la Grecia del siglo VI antes
de nuestra era, más concretamente en Jonia, y es obra fundamentalmente de los filósofos de la
escuela de Mileto: Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Siguiendo a Guthrie, se podría decir que
tal paso «se produjo cuando empezó a cobrar forma en las mentes de los hombres la convicción
de que el caos aparente de los acontecimientos tiene que ocultar un orden subyacente, y que
este orden es el producto de fuerzas impersonales». Según Platón (ver texto ) y Aristóteles (ver
texto ), esta mutación sería fruto de la admiración.
Pero si bien la mayoría de los autores están de acuerdo en señalar en los milesios (de Mileto) el
origen del pensamiento filosófico y científico-racional, no hay una interpretación única de las
causas que produjeron tal paso del mito al logos. En este sentido fue famosa la polémica que
enfrentó a Burnet con Cornford.
Según Burnet los filósofos jonios habían franqueado «la vía que la ciencia, a partir de este
momento, no ha tenido más que seguir». Esta idea implicaba la suposición de que el
pensamiento racional - la filosofía en su forma originaria - había hecho aparición de un modo
repentino, sin historia previa que investigar, como un «milagro» griego debido a las supuestas
peculiaridades del espíritu griego.
Esta tesis del «milagro griego» no explicaba realmente nada y, además, mostraba un
cierto eurocentrismo al no querer tampoco reconocer las influencias de los saberes babilonios
y egipcios sobre los primeros pensadores griegos. Ante dicha concepción, Cornford sostuvo la
tesis (en De la religión a la filosofía, 1912 y en Los orígenes del pensamiento filosófico griego,
1952), según la cual la cosmología de los primeros jonios procedía de una reinterpretación y
prolongación de los mitos cosmogónicos y teogónicos griegos (narrados por Homero y Hesíodo,
ver texto 1 y texto 2 ). En la Teogonía de Hesíodo se pueden distinguir dos narraciones distintas
del mito primordial. En una, el relato habla de dioses; Zeus lucha contra Tifón, el poder de la
confusión y el desorden, para lograr la soberanía del universo. ... A esta fase corresponde la
segunda versión en la Teogonía de los mitos de los orígenes: la lucha por el orden no es ahora
obra de dioses, sino de principios naturales, aunque todavía con resonancias míticas: Caos, Luz,
Día, Noche, Cielo, Tierra, Eros. Esta segunda versión de los mitos cosmogónicos actuó como
modelo a las primitivas abstracciones de los físicos jonios: aquello que en el mito son poderes
naturales personificados, en los milesios son cualidades abstractas naturales: lo que son se
explica por las cualidades empíricamente conocidas, aunque pensadas abstractamente y
generalizadas. De esta manera dice Cornford que «en la filosofía, el mito está racionalizado».
La conjunción de los factores sociales (el fin de la monarquía micénica y los cambios sociales
correspondientes; la ausencia de castas sacerdotales entre los griegos del S. VI a.C.; el afán
sistematizador de Hesíodo y la influencia de los saberes de otros pueblos, juntamente con la
misma situación geográfica de Jonia en un cruce de civilizaciones) es la que permite entender
este «paso del mito al logos», en el que jugó también un papel importante el desarrollo de una
escritura alfabética. Como fruto de estos procesos surgió, según J.P. Vernant, un pensamiento
que excluye la presencia de dioses como explicación de la naturaleza, y la presencia de un
pensamiento abstracto que se constituirá en el fundamento de la inteligibilidad de los procesos
naturales sometidos al cambio: el λόγος (logos), o razón, o idea, o ley universal.
El primer elemento dependió de su relación con el mito cosmogónico griego racionalizado; para
entender y explicar el segundo, hay que recurrir, según Vernant, al proceso histórico de la
constitución de la polis griega como elemento determinante de la aparición de la
racionalidad: «la razón griega -dice- aparece como hija de la ciudad». A su vez, en ambos
procesos jugaron un papel destacado la transmisión del saber mediante la palabra escrita y no
ya meramente por tradición oral, y -como lo destaca Popper- la actitud crítica (ver texto ).
ARISTÓTELES: LA ADMIRACIÓN
Que [la filosofía] no se trata de una ciencia productiva, es evidente ya por los primeros que
filosofaron. Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la
admiración; al principio admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego
avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como las cambios de la luna y los
relativos a sol y a las estrellas, y la generación del universo. Pero el que se plantea un
problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por eso también el que ama los mitos es en
cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos). De suerte que, si
filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del
conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina
comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al
descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna otra
utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro, así
consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta sola es para sí misma. [...] Así, pues,
todas las ciencias son más necesarias que ésta; pero mejor, ninguna.
ARKHÉ
Término griego (también transcrito como "arjé" y como "arché") que viene a significar
etimológicamente principio, fundamento, comienzo, y que fue utilizado por los primeros
filósofos para referirse al elemento primordial del que está compuesta y/o del que deriva toda
la realidad material.
MITO
(del griego μῦθος, mythos: expresión, mensaje, algo que se narra)
Pueden distinguirse diversas clases de mitos: mitos de la creación del mundo o cosmológicos,
mitos de renovación, mitos de héroes y de salvadores, mitos acerca del origen de un pueblo en
los que éste se interpreta a sí mismo simbólicamente, mitos escatológicos, mitos de las edades,
etc.
Pero a pesar de la gran variedad de mitos primitivos, es destacable la gran uniformidad de los
temas fundamentales que abordan: los referentes a la cuestión de qué es el hombre y cuál es
su origen, del por qué de la vida, de la muerte y del origen del mundo y de la sociedad.
En los mitos, tanto los fenómenos de la naturaleza como los de la sociedad adquieren un
determinado sentido, ofrecen modelos ejemplares y generan valores. A su vez, en cuanto que
dan explicación de los fenómenos sociales, de las instituciones, y de las diversas actitudes que
deben tomarse ante la vida, actúan como cohesionadores sociales. Los personajes de los mitos
no pertenecen al mundo cotidiano (al tiempo o al espacio profanos), sino al mundo de lo
sagrado.
... ya desde la antigua Grecia, se tendió a minusvalorar los mitos. El primero en atacarlos por
su antropomorfismo fue Jenófanes.
EL MITO DE LA CAVERNA
Famosísimo texto de Platón que expone bajo la forma de mito o de alegoría su antropología,
ontología y epistemología, basadas en la teoría de las ideas. Dicho texto aparece en el libro VII
de la República (ver texto ) a continuación de otro texto también muy famoso, el de la metáfora
de la línea (ver texto ).
Imaginemos, dice Platón, la situación siguiente: una caverna profunda en cuyo fondo se hallan
unos prisioneros que se encuentran inmovilizados desde siempre. Están atados de manera tal
que solamente pueden mirar hacia el frente, donde se encuentra la pared de dicha cueva en la
que se proyectan unas sombras engendradas por un fuego situado en un pequeño promontorio
interior y que ilumina unas figuras transportadas por otros hombres que caminan por un
sendero, tras los prisioneros, y separado de éstos por un pequeño muro, como las mamparas de
los titiriteros. Estos caminantes llevan esculturas y figuras diversas, hechas también de diversos
materiales, cuyas sombras son lo único que los prisioneros del fondo pueden ver, de forma que,
para ellos, que no conocen otra cosa, aquellas sombras, son la verdadera y única realidad, y a
ellas atribuyen los sonidos y palabras proferidas por los hombres que, tras ellos, transportan las
figuras proyectadas. ¿Qué sucedería -pregunta el Sócrates del diálogo platónico- si se liberase a
uno de estos prisioneros y se le obligase a la fuerza a mirar primero las imágenes que
transportan los otros hombres, al fuego después y más tarde a ascender hacia el exterior de la
caverna? (Platón insiste en que el prisionero debería ser arrastrado a la fuerza, ya que de grado
no querría abandonar su situación puesto que no conoce ninguna otra).
El prisionero quedaría primero como cegado al ver directamente la luz del fuego y creería que
quien le impulsa hacia afuera le está engañando. Pero, poco a poco, a medida que vaya
ascendiendo hacia la auténtica realidad, hacia el exterior de la caverna, se iría dando cuenta del
engaño de su situación anterior y tomaría conciencia de su condición de prisionero liberado.
Ya en el exterior, podría ver primero las sombras de los objetos reales, y se percataría de que
estas sombras son bien distintas de las anteriores, ya que no son proyectadas por un fuego sino
por el sol, y no lo son de imágenes o esculturas, sino de verdaderas realidades. Después, podría
observar directamente el mundo real y, por fin, el sol mismo.
Fuera ya de la caverna (es decir, fuera ya de la ignorancia) no necesitaría que nadie le siguiese
impulsando por la fuerza, sino que voluntariamente proseguiría su investigación. Llegado a este
punto, se daría cuenta de que la realidad existente en el interior de la caverna es una copia de
la auténtica realidad del mundo exterior; se daría cuenta, también, de que las sombras del fondo
de la cueva son doblemente artificiales, ya que son sombras de imágenes artificiales que son
copias de realidades externas, y proyectadas por un fuego que es como una pálida imitación del
sol. Por fin, se daría cuenta también de que el sol es, en cierta forma, la causa de todo cuanto
existe, ya que sin él no habría ni día ni noche, ni estaciones, ni vida sobre la tierra ni, por tanto,
esculturas, fuego, prisioneros ni sombras en el fondo de la cueva.
En tal situación, no tendría ninguna envidia ni ninguna añoranza de su anterior estado y más
bien tendería a volver al interior de la caverna para liberar a sus antiguos compañeros de
ignorancia. Pero este trabajo de liberación sería interpretado por sus antiguos compañeros
como un engaño, puesto que, desconocedores de la verdadera realidad, preferirían seguir
manteniendo la seguridad de sus acostumbradas creencias antes que enfrentarse a un mundo
desconocido, razón por la cual, y en clara alusión a la muerte de Sócrates, matarían si pudieran
al que intentase liberarlos y sacarlos de su complacida y segura ignorancia.
Este texto, como, en general, toda la obra de Platón, debe ser interpretado. Y admite diversas
interpretaciones interrelacionadas entre sí:
a) Desde una perspectiva pedagógica, este texto es una alegoría sobre la educación y la función
del maestro, que es quien ha de obligar a que sus alumnos abandonen la ignorancia.
b) Desde el punto de vista epistemológico, plantea de la división en grados del conocimiento (al
igual que en el texto de la metáfora de la línea), entre ilusión, opinión, razonamiento e
intelección. Grados que, a su vez, se corresponden también con los diversos grados del ser:
desde la pura materia desorganizada representada por la oscuridad absoluta del fondo de la
cueva, hasta la luz absoluta del sol, que se corresponde con la idea del bien.
INCONSCIENTE
la plena importancia del inconsciente aparece con el psicoanálisis de Freud. Dicho autor (que
tuvo en consideración los precedentes de autores como Charcot, Ribot o Janet que habían
estudiado el inconsciente en relación con la hipnosis) distingue tres niveles de la actividad
psíquica:
En una primera etapa (anterior a 1923) Freud coloca en el inconsciente los deseos reprimidos,
que son la expresión psíquica de excitaciones somáticas o pulsiones, generalmente constituidos
por deseos infantiles censurados o reprimidos, que tienden a ejercer una fuerte presión sobre
la conciencia, pero que solamente pueden manifestarse a través de mecanismos como los del
desplazamioento o de la condensación.
La energía del inconsciente está regida por el principio del placer, que se opone al principio de
realidad, y sus manifestaciones más destacables son los sueños y los actos fallidos.
A partir de 1923 Freud distinguió tres instancias formadoras de la personalidad: el ello (o id),
el superyo (o super ego) y el yo (o ego). El ello o id representa las tendencias inconscientes e
instintivas, regulado por el mencionado principio del placer
SUPERYO
Definición: Sinónimo: super ego.
Dentro de la teoría estructural de la vida psíquica de Sigmund Freud el superyo surge del yo.
Este se forma a través de la internalización de los valores y normas de los padres. Nace con la
resolución del complejo de Edipo. Se dice que es el heredero del complejo de Edipo. Ejerce una
función de censura y de crítica. Se considera parte del superyo la censura que se manifiesta en
los sueños y la resistencia.
Ello Sinónimo: Id. En la teoría estructural de la vida psíquica Sigmund Freud distinguió entre el
ello, el yo y el superyo. El ello representaría una masa de impulsos que lucha por salir del
inconsciente. Se rige por el principio del placer. Aunque todo el ello es inconsciente no todo el
inconsciente es ello, también hay componentes inconscientes del yo y del superyo. El recién
nacido es fundamentalmente ello.
Nacido en Freiberg (Moravia). Obtuvo el título de médico en Viena. En 1902 fue catedrático de
neuropatología en esta ciudad. Recibió influencias de Jean- Martin Charcot en Paris y del vienés
Joseph Breuer y de Hippolyte Bernheim y Ambroise- Auguste Liébéault (1823-1904) en Nancy.
En 1938 los nazis le obligaron a trasladarse a Londres, donde murió al año siguiente de un tumor
de mandibula que se le había diagnosticado quince años antes. Fundador del psicoanálisis. Sus
principales contribuciones a este fueron: la teoría estructural de la mente (yo, ello y superyo);
el concepto de libido; la teoría del desarrollo de la sexualidad infantil; el concepto de
inconsciente; los mecanismos de defensa del yo; la interpretación de los sueños; la
transferencia; el Eros y el Tánatos; el complejo de Edipo; el concepto de neurosis; las
características psicopatológicas de la vida normal.
YO IDEAL (PSDICOANÁLISIS)
Yo ideal
Yo psicoanalítico
La teoría de Freud distingue en el desarrollo psicosexual de los niños tres etapas principales: la
oral, la anal y la fálica. El período de manifestación del complejo de Edipo coincide con la
llamada fase fálica (pregenital) del desarrollo de la libido, es decir aproximadamente entre los 3
y los 6 años de edad y se acaba con la entrada en el período de latencia. De acuerdo con la teoría
freudiana, el complejo se revive en la pubertad y esta reaparición declinaría a su vez con la
elección de objeto, que abre paso a la sexualidad adulta.
EL PRINCIPIO DE NO CONTRADICCÍON
Este principio se enuncia diciendo: "es imposible que algo sea y no sea al mismo tiempo y en el
mismo sentido".
En forma esquemática se puede simbolizar así: "Es imposible que A sea B y no sea B."
Así como el principio de identidad nos dice que una cosa es una cosa, el principio de no
contradicción nos dice que una cosa no es dos cosas a la vez.
En el plano lógico, de los juicios, este principio de no contradicción nos dice que: dos juicios
contradictorios entre sí no pueden ser verdaderos los dos. Por ejemplo:
• "Todos los hombres son mortales."
• "Algunos hombres no son mortales." En este caso, sólo el primer juicio es verdadero.
MAYÉUTICA
Término griego (μαιευτικη) que designa el arte de la comadrona o partera. El uso filosófico de
este término es introducido por Platón en el Teeteto (149a) para referirse al método socrático,
el cual, dice Platón, Sócrates lo habría aprendido de su madre, que era comadrona. Pero,
mientras las comadronas ejercen su técnica para ayudar a dar a luz a niños que ellas no han
engendrado, sino que están ya en el seno de otras mujeres, Sócrates ejerce una mayéutica
mental, ya que en sus diálogos interroga a sus interlocutores, para ayudarles a alumbrar
ideas, que tampoco él ha engendrado, sino que estaban ya en la mente de sus interlocutores a
pesar de que éstos no lo supieran.
En ambos casos de trata de ayudar a alumbrar un producto que ni la comadrona ni el maestro
(Sócrates) han engendrado. En la mitología griega se presenta a Ártemis, hija de Zeus y Leto,
como el prototipo de las comadronas, aunque ella misma no tuvo hijos.
En la ironía socrática, Sócrates, que es quien nada sabe, puede, no obstante su ignorancia,
ayudar a dar a luz pensamientos que él no ha engendrado en sus interlocutores. Sócrates, a
partir de su confesada e irónica ignorancia, no afirma, sólo interroga a sus interlocutores y
examina aquello que el alma del interrogado ha producido, de forma que el proceso consiste en
llevar al interlocutor al descubrimiento de la verdad a partir de una serie bien trabada de
preguntas y respuestas, y del examen de las inconsecuencias que las respuestas originan. Con
ello se trata de liberar la psyche de su interlocutor de aquello que creía saber pero que en
realidad no sabía, es decir, para liberarlo de una ignorancia muy superior a la que Sócrates
confiesa.
Ahora bien, en la medida en que, en el proceso del diálogo, el interlocutor puede entender y
aceptar las incongruencias que revelan sus respuestas a las preguntas de Sócrates, es porque,
de alguna manera, ya posee unos conocimientos desde los cuales, al menos, puede juzgar sobre
ellas.
En este sentido, la mayéutica revela unos principios o unos fundamentos del conocimiento que
el mismo interlocutor ya conocía sin saberlo y, por tanto, a través del proceso realizado en el
diálogo, «da a luz» este conocimiento, a la vez que se libera de la peor de las formas de
ignorancia, a saber, la que consiste en creer que se sabe algo cuando en realidad se desconoce.
DIALÉCTICA
Dialéctica (Del griego: “dialogo” –sostener conversación, polémica).
Algunos filósofos de la Antigüedad entendían por dialéctica el arte de descubrir la verdad
poniendo de manifiesto las contradicciones en la argumentación del adversario y superando
estas contradicciones.
La dialéctica considera que todos los fenómenos están sujetos a perpetuo movimiento y cambio,
y que el desarrollo de la Naturaleza es el resultado del desarrollo y de la lucha de sus
contradicciones.
El célebre filósofo materialista de la antigüedad, Heráclito, enseñaba que todo es y no es, pues
todo fluye, todo se halla sujeto a un proceso de transformación, de incesante nacimiento y
caducidad.
La moderna filosofía alemana halló su culminación en Hegel. “El mérito principal de esta filosofía
fue, la restauración de la dialéctica como suprema forma del pensamiento” (Engels). La
dialéctica hegeliana presentó por vez primera todo el mundo histórico y espiritual en forma de
un proceso, o sea, en movimiento, mutación, desarrollo y transformación continuos. .