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Universidad Mayor de San Simón

Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas


Carrera: Derecho

Ensayo Académico:
Fraude Electoral Boliviano

Materia: Derecho Internacional Privado


Docente:
Estudiante: Luis Viltres
Grupo:
Fecha 05/12/2019

Cochabamba – Bolivia
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN ....................................................................................................................... 1
2. ANTECEDENTES ....................................................................................................................... 2
2.1. REFERENDUM DEL 21 DE FEBRERO ................................................................................. 2
2.2. LA SENTENCIA 084/2017 ................................................................................................. 2
2.3. INCONSTITUCIONALIDAD QUE BUSCA LA RUPTURA DEL SISTEMA CONSTITUCIONAL
BOLIVIANO .................................................................................................................................. 5
3. FRAUDE ELECTORAL ................................................................................................................ 7
3.1. RESULTADOS DEL INFORME DE LA ORGANIZACIÒN DE LOS ESTADOS AMERICANOS .... 9
4. VIOLENCIA POLITICA ............................................................................................................. 10
4.1. CONFLICTO Y POLITICA .................................................................................................. 10
4.2. DERECHO Y RESISTENCIA............................................................................................... 12
4.3. VIOLENCIA POLITICA...................................................................................................... 15
4.4. RESISTENCIA PASIVA Y DESOVEDIENCIA CIVIL .............................................................. 28
4.5. MANIFESTACIÓN PUBLICA VIOLENTA ........................................................................... 30
4.6. REPRESION MODERADA ................................................................................................ 31
4.7. REPRESION CRUENTA .................................................................................................... 31
4.8. DISTURBIOS GENERALIZADOS ....................................................................................... 31
4.9. DELITO POLITICO ........................................................................................................... 31
4.10. GUERRILLA ................................................................................................................. 32
4.11. CONTRAINSURGENCIA .............................................................................................. 32
4.12. GENOCIDIO ................................................................................................................ 33
4.13. GUERRA CIVIL ............................................................................................................ 33
4.14. GUERRA ..................................................................................................................... 33
4.15. TEORIA DE LA REVOLUCIÓN ...................................................................................... 33
1. INTRODUCCIÓN
La Secretaría General de la OEA y el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia el 30 de
octubre firmaron los acuerdos relativos al análisis de integridad electoral de las elecciones
celebradas el 20 de octubre. En los que se estableció que el gobierno garantizaría todas
las facilidades para el cumplimiento adecuado de la auditoría al cómputo oficial de las
elecciones del 20 de octubre, así como la verificación de actas, aspectos estadísticos,
verificación del proceso y cadena de custodia. Se acordó, asimismo, que las autoridades
brindarían a los expertos de la OEA el pleno acceso a sus instalaciones, así como a la
información sobre los comicios que el equipo considerara relevante. Por otra parte, se
estableció que la auditoría se concentraría en la jornada electoral del 20 de octubre y en las
etapas posteriores y que, al concluir su análisis, el grupo de especialistas entregaría un
informe al Secretario General, que lo enviaría al gobierno de Bolivia. Además, con la
finalidad de asegurar la máxima seriedad y rigurosidad, se estableció que las conclusiones
del análisis serían de carácter vinculante para las partes actuantes en el proceso.
El análisis del informe final respecto a la integridad electoral dio a conocer a detalle el
funcionamiento de los procesos involucrados en el conteo de votos, la transmisión de
resultados preliminares, el cómputo oficial y la cadena de custodia de material electoral,
para -a partir de ello- verificar la integridad y confiabilidad de los resultados electorales del
20 octubre de 2019.
La auditoría de la OEA dio un informe señalando fraude electoral implicante al gobierno de
Evo Morales y al Tribunal Supremo Electoral que desato en una convulsión social vivida
producto de la cohesión de instituciones y las protestas ciudadanas en los últimos meses
en Bolivia dejando varias muertes y muchos heridos dando como conclusión que
Las manipulaciones al sistema informático son de tal magnitud que deben ser
profundamente investigadas por parte del Estado boliviano para llegar al fondo y deslindar
las responsabilidades de este caso grave. La existencia de actas físicas con alteraciones y
firmas falsificadas también impacta la integridad del cómputo oficial. De 176 actas
analizadas de la muestra que habían sido escrutadas en Argentina, el 38,07% presentan
inconsistencias con el número de ciudadanos que sufragaron. Es decir, las actas reflejan
un número mayor de votos que el total en las listas índice. Teniendo en cuenta las
proyecciones estadísticas, resulta posible que el candidato Morales haya quedado en
primer lugar y el candidato Mesa en segundo. Sin embargo, resulta improbable
estadísticamente que Morales haya obtenido el 10% de diferencia para evitar una segunda
vuelta.
Pero no incluye los actos sociales acaecidos por las protestas ciudadanas como la violencia
política vivida, los actos de acoso y linchamiento político vividos y como estos actos han
influido en la vigilancia y control del proceso electoral como producto de un conflicto político.
Alguien interesado en el consenso minimiza las diferencias. Alguien interesado en el
conflicto no solo las magnifica sino que convierte el debate en una lucha por la
supervivencia: nosotros contra ellos, todo o nada, ahora es cuando, ahora o nunca, ¿Quién
se rinde? ¿Quién se cansa?
Pero el conflicto muchas veces no toca el problema de fondo y es muy proclive a
catalogarse en una tipología conflictiva para los actores en muchos de los casos.

1
El presente ensayo tiene como objetivo realizar un bosquejo como respuesta a las
siguientes preguntas ¿Hubo fraude electoral?, ¿hubo intensión de conseguir un beneficio?
¿Si hubo fraude quien fue el culpable? y ¿quiénes quedaron perjudicados?.
2. ANTECEDENTES
2.1. REFERENDUM DEL 21 DE FEBRERO
Es importante señalar el hito que originó este conflicto y que sirvió como fundamento para
las protestas ciudadanas en las principales metrópolis del país, y es el referéndum vivido el
21 de febrero denominado por las plataformas “21F” donde se consultó a la ciudadanía
sobre la abrogación del art. 168 de la constitución política del Estado, gano el no por
mayoría simple.
2.2. LA SENTENCIA 084/2017
La Constitución Política del Estado al ser la Norma Suprema del ordenamiento jurídico
boliviano, se erige como pilar jurídico fundamental y ostenta supremacía sobre todas las
normas del orden interno, debiendo las infra constitucionales circunscribirse a su contenido
sin contradecirla; en ese entendido, el art. 410.II establece el bloque de constitucionalidad,
integrado por los Tratados y Convenios internacionales en materia de derechos humanos y
normas de derecho comunitario, ratificados por el país y tratándose de derechos humanos,
el art. 256.I de la CPE, cede su jerarquía normativa a favor de ellos, indicando que los
Tratados y Convenios internacionales en la materia, que declaren derechos más favorables
a los contenidos en la Constitución, se aplicarán de manera preferente sobre ésta.
Asimismo, respecto a la interpretación y aplicación de los Tratados y Convenios
internacionales sobre derechos humanos, los arts. 13.IV y 256 de la CPE, establecen que
los derechos y deberes consagrados en la Constitución se interpretarán de conformidad
con los tratados internacionales de derechos humanos ratificados por Bolivia, cuando éstos
prevean normas más favorables, fundamentos constitucionales esenciales en los que se
inscribe la Convención Americana sobre Derechos Humanos de 22 de noviembre de 1969,
aprobada y ratificada por Bolivia mediante Ley 1430 de 11 de febrero de 1993, cuyo art. 23
señala claramente que el ejercicio de los derechos políticos contenidos en su texto, no
pueden ser reglamentados sino 'exclusivamente' por razones de edad, nacionalidad,
residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o condena por juez competente,
en proceso penal, criterios que constituyen 'numerus clausus'.
La Constitución se caracteriza por ser progresista y garante de los derechos humanos y
contiene una excepción hacia su misma aplicación, pues determina la aplicación preferente
de Tratados y Convenios internacionales, cuando éstos prevean normas más favorables
incluso por encima de la Norma Suprema; empero, el art. 52.III de la LRE, establece que el
mandato de la Presidenta o Presidente y de la Vicepresidente o Vicepresidente es de (5)
cinco años y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua; lo
mismo los arts. 64 inc. d) y 65 inc. b) respecto a las gobernadoras y gobernadores y
asambleístas departamentales y los arts. 71 inc. c) y 72 inc. b) en relación a las alcaldesas
y alcaldes y concejalas y concejales, denegando el ejercicio pleno de los derechos políticos,
considerados éstos como derechos humanos esenciales, ampliamente reconocidos por
Tratados y Convenios internacionales e internalizadas en el ordenamiento jurídico boliviano
en los arts. 26 y 28 de la CPE. Asimismo, se evidencia una "paradoja" dentro del propio
texto constitucional, pues por una parte reconoce los derechos políticos de las y los
ciudadanos y su posibilidad de ser candidatos y postularse a elecciones limpias y justas en

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los arts. 26 y 28 de la CPE y por otra parte, los arts. 156, 168, 285-II y 288 de la misma
Norma Suprema, limitan dichos derechos, alejándose de esta manera del propio texto
constitucional y de los Tratados y Convenios internacionales suscritos por el Estado
boliviano, como el "Pacto de San José de Costa Rica" hoy Convención Americana sobre
Derechos Humanos que claramente enuncia derechos más amplios e irrestrictos, por lo que
el Tribunal Constitucional Plurinacional debe efectuar una interpretación conforme a los
arts. 13, 256 y 410.II y de la CPE; y, 1.1, 23, 24 y 29 de la CADH.
De acuerdo al art. 256 de la Ley Fundamental, el Estado boliviano se encuentra obligado a
aplicar los tratados e instrumentos internacionales, de manera preferente a la Constitución
y que al haber internalizado derechos humanos más favorables como los derechos políticos
enunciados en el art. 23 de la CADH, está obligado internacionalmente a su cumplimiento
en virtud al principio pacta sunt servada, principio general del derecho internacional que
debe ser fielmente cumplido de buena fe por las partes de acuerdo a lo pactado, como
señala el art. 2.2 de la Carta de Organización de las Naciones Unidas, caso contrario
emerge la figura de la responsabilidad internacional que puede afectar al Estado boliviano
en caso de incumplimiento, sea por omisión al no considerarlo o por acción al vulnerarlo,
postura que queda reforzada con el art. 116 de ta CPE, que establece que en caso de duda
sobre la norma aplicable, deberá regir la más favorable, dando luces así sobre la
interpretación que vaya a efectuarse sobre la norma cuestionada de inconstitucional, por lo
que en el marco de la protección preferente y aplicación progresiva de los derechos
humanos, se deberá aplicar de forma preferente los arts. 26 de la CPE; y, 1.1, 23, 24 y 29
de la CADH, por encima de los arts. 156, 168 y 285.II y 288 de la Norma Suprema, debido
a que vulneran derechos fundamentales dentro del ordenamiento jurídico boliviano y
derechos humanos en el ámbito det derecho internacional, además de contradecirse con
otras normas constitucionales, resultando ser no sólo inconstitucionales, sino también
inconvencionales, pues Sesionan y niegan mejores derechos políticos contenidos en el
"Pacto de San José de Costa Rica".
Los derechos políticos al mismo tiempo son reverso esencial de otro derecho fundamental
de las personas, como ser la prohibición de toda forma de discriminación, por lo que
aquéllos deben ser ejercidos sin ninguna restricción indebida y que comprenden
indivisiblemente derechos esenciales tales como a participar en la dirección de los asuntos
públicos directamente o por medio de sus representantes, a votar y ser elegido en
elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por voto
secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores; por su parte, el art.
23 de la CADH al reconocer derechos políticos y determinar que todos los ciudadanos
tienen el derecho de participar en la dirección de los asuntos públicos, así como acceder a
la función pública en condiciones de igualdad y establecer causales taxativas numerus
clausus en la regulación de su ejercicio, tiene el propósito de evitar la discriminación contra
individuos en el ejercicio de sus derechos políticos. (BOLIVIA, 2017)
El texto constitucional boliviano, respecto a los derechos humanos, establece por un lado
que los Tratados y Convenios en materia de derechos humanos forman parte del bloque de
constitucionalidad y por otro, acoge la jurisprudencia de los tribunales internacionales en la
materia, que según la jurisprudencia constitucional boliviana se constituyen en vinculantes.
Así, el art. 410 de la CPE, establece el principio de jerarquía normativa, donde la
Constitución es la cima del ordenamiento jurídico, estando por debajo los tratados
internacionales ratificados por el país en materia de derechos humanos, los que tal cual
establece el texto, forman parte del bloque de constitucionalidad y luego con menor
jerarquía, las leyes nacionales, estatutos autonómicos y demás normas; empero, bajo su
vocación internacionalista, el propio Texto Constitucional en su art. 256 cede esa jerarquía

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en favor de los tratados internacionales en materia de derechos humanos, reconociendo
además que no es necesario que éstos hayan sido ratificados por el país, que son de
preferente aplicación sobre la propia Constitución boliviana y que los derechos
fundamentales serán interpretados de acuerdo a los tratados internacionales en materia de
derechos humanos, lo que hace que la jurisprudencia de los tribunales internacionales de
derechos humanos sea vinculante para el Estado boliviano, por ello es posible tutelar
derechos fundamentales o demandar la inconstitucionalidad de normas que contradigan
derechos reconocidos en el propio texto constitucional, protección que abarca a otros
derechos más favorables existentes en Tratados y Convenios internacionales o aquéllos
que encontrándose en la Constitución boliviana, pudieran ser interpretados a través de los
tratados e instrumentos internacionales de manera más favorable que en el ordenamiento
jurídico interno, concluyéndose que los derechos humanos, pueden ser aplicados de
manera preferente incluso por encima de la propia Constitución, existiendo una ineludible
responsabilidad del Estado boliviano de protegerlos y respetarlos.
La interpretación constitucional es un elemento fundamental en el ejercicio del control
jurisdiccional por el Tribunal Constitucional Plurinacional, más aún si de la interpretación de
derechos fundamentales se trata, para lo cual se deberán considerar los criterios
interpretativos que las normas de derechos humanos contienen, como el control de
convencionalidad, deber internacional que emana de la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, mecanismo que protege el principio de supremacía
de los derechos humanos para la eficacia normativa de las sentencias internacionales sobre
derechos humanos, estableciendo que todos los jueces y autoridades de los Estados Parte
deben realizar una confrontación entre la norma general aplicable a un caso concreto y el
bloque de constitucionalidad, buscando una interpretación conforme o, en caso extremo,
desaplicarla de la resolución o norma correspondiente, por lo que de conformidad al art. 29
inc. b) de la CADH al aplicar e interpretar los derechos humanos, debe acudirse a la norma
y a la interpretación más amplia, extensiva y favorable, que garantice la plena vigencia de
los derechos y desarrolle en mejor forma el contenido de éstos, tomando en cuenta los
principios y criterios de interpretación desarrollados por la Corte, como órgano competente
para interpretar y aplicar el "Pacto de San José de Costa Rica", cuyos precedentes forman
también parte del bloque de constitucionalidad, criterios asumidos plenamente por el
Tribunal Constitucional Plurinacional a partir de la SC 0110/2010-R de 10 de mayo,
estableciendo que los órganos internos se encuentran sujetos a la jurisprudencia
interamericana en su labor interpretativa de la Convención. (BOLIVIA, 2017)
El Tribunal Constitucional Plurinacional desarrolló la doctrina del estándar más alto,
estableciendo que bajo los principios de constitucionalidad y convencionalidad, el intérprete
debe acudir a aquella jurisprudencia que desarrolle de mejor forma o de manera más
razonable los derechos fundamentales, estableciendo que para la máxima eficacia de
éstos, está vigente como fuente jurídica del derecho el entendimiento más favorable,
progresivo y extensivo del derecho en cuestión, el cual puede emanar de órganos supra-
estatales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por lo que en el caso
presente, se debe aplicar dicho estándar a la efectividad de los derechos políticos
consagrados en las normas del "Pacto de San José de Costa Rica", conforme establece el
art. 256 de la CPE.
Los arts. 156, 168, 285.II y 288 de la CPE, se contraponen, en primer lugar, con otros
artículos de la misma en materia de derechos humanos; específicamente, los arts. 26, 28,
256 y 410.II de la Norma Suprema, al restringir el goce de los derechos políticos y vulnerar
derechos humanos reconocidos en Tratados y Convenios Internacionales de la materia,
concretamente los arts. 1.1, 23, 24 y 29 de la CADH, pues no solo limitan el goce de los

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derechos, sino también las 'posibilidades' reales y efectivas, pues de manera
inconstitucional e inconvencional vulneran derechos humanos más favorables,
constitucionalizando disposiciones completamente discriminatorias para el goce efectivo de
los derechos humanos, poniendo límite sin justificación alguna al goce de los derechos
políticos para que todos los ciudadanos puedan ser reelectos como autoridades de
representación popular, mientras el soberano así lo desee, restringiendo los artículos
cuestionados la posibilidad de participar en la dirección del poder conforme al art. 23.1.A y
la oportunidad de ser elegido en elecciones periódicas y auténticas, cuando la elección
depende del voto del ciudadano, ya que si confía en sus candidatos, éstos saldrán
victoriosos, no pudiendo restringirse sin ningún motivo la participación, pues quien elige es
el soberano a través del voto, en consecuencia no se puede limitar la 'participación' y
posibilidad de ser electo, por lo que el Estado boliviano incumplió compromisos al disponer
constitucionalmente normas que deniegan el ejercicio de derechos, cuando se debieron
ampliar las oportunidades a los ciudadanos para poder ser elegidos, de participar en las
decisiones del poder público o acceder a un cargo a través del voto; en consecuencia, los
artículos de la Norma Suprema señalados, al establecer la limitación de la reelección por
una sola vez de manera continua, restringen derechos humanos, como son los derechos
políticos y al confrontarse con los arts, 1.1, 23, 24 y 29 de la CADH se constituyen en
inconvencíonales, pues el art. 13 de la CPE establece que los derechos reconocidos en su
texto son inviolables, universales, interdependientes, indivisibles y progresivos y que se
interpretarán conforme con los tratados internacionales de la materia, cuando prevean
normas más favorables, en concordancia con el art. 256.11 de la misma Norma Suprema.
(BOLIVIA, 2017)

2.3. INCONSTITUCIONALIDAD QUE BUSCA LA RUPTURA DEL SISTEMA


CONSTITUCIONAL BOLIVIANO
La Academia Boliviana de Estudios Constitucionales(ABEC) ha tenido el acierto de publicar
(Ed. Kipus, enero 2018) la obra colectiva “LOS CLAROSCUROS DE LA ACCIÓN DE
INCONSTITUCIONALIDAD QUE BUSCA LA RUPTURA DEL SISTEMA
CONSTITUCIONAL BOLIVIANO”, en la que 12 de sus académicos de número, exponemos
nuestros puntos de vista sobre esa acción para la 4ª repostulación de Evo Morales que dio
origen a la Sentencia del TCP No. 084/2017.
Si bien la edición inicial del trabajo cerró antes de la publicación de esa sentencia, algunos
de los académicos lograron incluso insertar algunas posturas después de su publicación,
con lo que la obra analiza finalmente ambos aspectos. Siendo imposible condensar cada
una de las 13 ponencias, intento aquí resumir las principales ideas que considero relevantes
para acreditar que la acción pero sobre todo la SCP No. 084/2017, son, sencillamente
aberrantes y, que los autores (de la sentencia) incurrieron de manera flagrante en delitos
como prevaricato y resoluciones contrarias a la Constitución, entre otros.
¿El Tribunal Constitucional tenía competencia para ejercer control de constitucionalidad de
normas constitucionales? NO, toda vez que ese control, sólo se ejerce respecto de normas
infra constitucionales: leyes, decretos, estatutos u otras y, jamás de normas
constitucionales, ya que el parámetro del juicio de constitucionalidad se aplica respecto de
éstas normas infra, versus la CPE; no entre normas constitucionales. (YAÑEZ, 2019)
¿Podía, como lo hizo, declarar la inaplicabilidad en abstracto y con efecto erga omnes de
las normas constitucionales sobre relección? NO, lo máximo que el TCP puede hacer es
inaplicar en un caso en concreto (no en abstracto, como lo hizo) una norma constitucional

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versus otra, pero jamás expulsarla del tráfico jurídico, cual se tratase de alguna norma infra
constitucional. Lo propio, respecto del control de convencionalidad: si una norma
convencional declara derechos más favorables que alguna de la CPE, el TCP no puede
dejar sin efecto esa norma de la CPE, sino en el caso concreto, aplicará de manera
preferencial la convencional, más jamás podrá anular la de la CPE. Se trata de un juicio de
especialidad, más no de jerarquía.
¿Tenía el TCP competencia para modificar la CPE? JAMAS, toda vez que se trata de un
órgano emanado del poder constituido y no tiene poder constituyente. En el caso, la
normativa sobre relección contenida en la CPE de 2009, fue realizada por la Asamblea
Constituyente; luego aprobada por el referéndum constitucional posterior e incluso, ese
tema en concreto fue objeto del referéndum del 21F, no pudiendo por tanto el TCP modificar
lo así resuelto, por millones de votos del soberano.
¿Realmente el art. 23 de la CADH declara el “derecho humano” a la reelección indefinida?
NO pues, tratándose de una norma de Derechos Humanos, jamás podría proteger al poder
y peor al poderoso, para que por encima de los derechos del resto de los ciudadanos,
proclame ese inexistente derecho: el sujeto de los derechos políticos es el ciudadano. Es
más, lo que ese Art. 23 consagra es el derecho a votar y ser elegido en elecciones
periódicas y ejercer funciones públicas, bajo el siguiente parámetro: los derechos de cada
persona, están limitados por los derechos de los demás (art. 32).
¿El derecho a candidatear o algún otro es un derecho absoluto? NO, ya que ello generaría
un caos en la sociedad, pues cada persona ejercería esos derechos de manera arbitraria,
abusiva y excesiva por sobre los derechos de todas las demás: es decir, lo que
precisamente genera la sentencia.
¿Cuáles los efectos de la sentencia? Por las graves vulneraciones que contiene al orden
jurídico constitucional, se encuadra dentro la teoría del acto jurídico inexistente o la nada
jurídica, más aún cuando como acaba de revelarse, sus MASitrados relatores fueron tan
pero tan capos, que hasta lo resuelto en esa sentencia de noviembre, ya aparece glosada
en una anterior sentencia, de septiembre…
A propósito, el maestro SAGUES enseña: “La principal razón de ser del juez constitucional,
es la de operar como órgano de control constitucional de los demás poderes y no para
oficiar como una dependencia del partido victorioso en las urnas”. (YAÑEZ, 2019)

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3. FRAUDE ELECTORAL
Se define al termino fraude como el “engaño económico con la intención de conseguir un
beneficio, y con el cual alguien queda perjudicado”, referenciado a la sublema de actividad
delictiva previa en el delito de blanqueo de capitales señalada en el código penal español
art. 301 por la RAE se identifica al fraude como a la acción de “engañar, actividad delictiva
previa relacionada con el cohecho, trafico de influencias, malversación, fraudes y
exacciones ilegales, negociación y actividad prohibida a los funcionarios públicos y por
abusos en el ejercicio de su función, corrupción en las transacciones comerciales
internacionales y delitos sobre la ordenación del territorio y el urbanismo. (RAE, 2019)
Del latín fraus, un fraude es una acción que resulta contraria a la verdad y a la rectitud. El
fraude se comete en perjuicio contra otra persona o contra una organización (como el
Estado o una empresa).
Para el derecho, un fraude es un delito cometido por el encargado de vigilar la ejecución de
contratos, ya sean públicos o privados, para representar intereses opuestos. El fraude, por
lo tanto, está penado por la ley.
Nos encontramos con el hecho de que existen múltiples tipos de fraude. Así, entre los
mismos se hallan los pagos de sueldos a personal que no trabaja, la anulación de facturas
que han sido cobradas, la doble facturación, los pasivos registrados sin documentación
soporte, las ventas y servicios que no son declarados en impuestos o los sueldos pagados
a personas que no existen.
Estos son algunos ejemplos de las diversas modalidades de fraude que existen. No
obstante, si hubiera que realizar una clasificación mucho más concreta y exhaustiva
podríamos decir que nos encontramos, por ejemplo, con el llamado fraude procesal. Este
se puede definir como aquel que tiene como claro objetivo el engañar al juez que está
llevando a cabo un procedimiento judicial.
En este sentido, para engañar a dicha autoridad lo que se hace es ofrecerle informaciones
falsas y eso se hace por parte de la persona que está implicada, directa o indirectamente
en el caso citado, y que tiene el deber de decir la verdad y de presentar los hechos de la
forma verídica.
Asimismo otro de los tipos de fraude más frecuente en la sociedad actual es el llamado
fraude informático que consiste en la elaboración de documentos falsos o la obtención de
crédito mediante una serie de acciones punibles que se realizan a través de un ordenador.
Dentro de esta categoría, a su vez, nos encontramos dos clases claramente diferenciadas.
Por un lado, están los fraudes que se realizan en cajeros automáticos y por otro lado hay
que hablar de lo que son los fraudes bancarios.
El concepto de fraude está asociado al de estafa, que es un delito contra el patrimonio o la
propiedad. Consiste en un engaño para obtener un bien patrimonial, haciendo creer a la
persona o la empresa que paga que obtendrá algo que, en realidad, no existe.1
Por ejemplo: un hombre solicita 1.000 dólares como anticipo para gestionar la entrega de
un automóvil. Según esta persona, los 1.000 dólares permiten comenzar el trámite para la

1
(Ver mas en: https://definicion.de/fraude/)

7
concesión del vehículo a un precio promocional. Sin embargo, el proceso es inexistente y
el estafador huye con ese anticipo. La persona que pagó, por lo tanto, ha sido víctima de
un fraude.
Con el avance de Internet, muchos estafadores han desarrollado fraudes virtuales. Uno de
los más usuales es conocido como estafa nigeriana. A través de un correo electrónico, un
supuesto millonario nigeriano solicita una cuenta bancaria para poder sacar dinero de su
país. Para esto, le pide a la víctima un adelanto y su número de cuenta, asegurando que
después realizará el deposito y ofreciendo una comisión al incauto. Por supuesto, se trata
de un fraude y la víctima nunca recibirá dinero.
El fraude electoral entonces es el engaño económico con intensión de conseguir beneficios
en el ámbito electoral, realizando engaños, tráfico de influencias, malversaciones,
negociaciones de actividad prohibida a los funcionarios pùblicos.
El informe preliminar presentado por la Organización de Estados Americanos (OEA) señala
que existen “graves irregularidades” en el proceso electoral, lo que desencadenó una
convocatoria a nuevas elecciones por parte del gobierno, aunque esto no calmó los ánimos.
Días después, Morales renunció y se autoexilió en México. Pero eso provocó otro estallido,
esta vez de los partidarios de Evo, que se enfrentaron a la policía y a sus oponentes, en
manifestaciones que en un mes han provocado 24 fallecidos, desabastecimiento y
especulación de precios tras cortes en las principales carreteras del país.
Bolivia A pesar de que los bolivianos han comenzado a volver a la normalidad, ahora un
grupo de más 100 expertos en economía y estadísticas de diversos países emitieron un
informe en el que descartan un fraude electoral, ya que según sostienen, la Misión de
Observación Electoral de la OEA en Bolivia “no incluyó evidencia que respaldara la
declaración” en la que la organización expresó una “profunda preocupación y sorpresa por
el cambio drástico y difícil de justificar en la tendencia de los resultados preliminares
conocidos tras el cierre de urnas” y frente a esto “se interpretó ampliamente como una
acusación de fraude, y después de las elecciones tales acusaciones se tornaron habituales
en los principales medios de comunicación”. (ROJAS, 2019)
Ante esto, los especialistas que provienen de distintas universidades -entre éstas
University of Chicago, Cornell University, University of Cambridge, University of Notre
Dame, University of Toronto, y del Economic Policy Institute- estudiaron los resultados
electorales y concluyeron que “es fácil mostrar con datos electorales que el cambio en la
ventaja de Morales no fue ni “drástico” ni “difícil de explicar“, ya que “fue parte de un
aumento constante y continuo en la ventaja de Morales iniciado horas previas a la
interrupción del TREP”.
Antes de la paralización del conteo parcial, Evo Morales tenía una ventaja de 7,9% respecto
de Carlos Mesa, con el 84% escrutado. Cuando el número de actas analizadas aumentó a
un 95%, Morales se distanció del segundo lugar por 10,6%, el margen necesario para evitar
la segunda vuelta. Según el informe, este resultado estaría vinculado a un “sesgo por
ubicación geográfica, que significa que los resultados pueden variar dependiendo de
cuándo se cuenten los votos de las diferentes áreas (del país)“.
En el análisis, los especialistas ejemplifican que nadie catalogó como fraude electoral las
elecciones para gobernador de Louisiana, EE.UU., el 16 de noviembre, “cuando el
demócrata John Bel Edwards ganó con una diferencia de 2,6% después de aparecer atrás
toda la noche”. Esto, porque el 90% de los votos en el condado Orleans fueron para
Edwards, pero llegaron al final del conteo. (ROJAS, 2019)

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Así, los expertos sostienen que el aumento de votos favorables al expresidente se debe a
que “las áreas que informaron sus votos posteriormente fueron más pro-Morales que las
áreas que informaron sus votos más temprano”. Además, apuntan a que el resultado final
era “predecible”, dada las “diferencias entre las preferencias políticas de las áreas que
informaron sus votos antes y las que informaron después”. Críticas a la OEA Tras el análisis
estadístico, el grupo de expertos emitió un llamado a la OEA para retirar las “declaraciones
engañosas sobre las elecciones, las que han contribuido al conflicto político y han servido
como una de las “justificaciones” más utilizadas para consumar el golpe militar”. Además,
el panel hizo un llamado al Congreso de Estados Unidos para que investigue el
“comportamiento” de la OEA, entidad que a la fecha no ha publicado el informe final sobre
las elecciones en Bolivia. En tanto, sostienen que los medios de comunicación y periodistas
tienen la “responsabilidad de buscar expertos independientes que estén familiarizados con
los datos electorales y puedan ofrecer un análisis independiente”.

3.1. RESULTADOS DEL INFORME DE LA ORGANIZACIÒN DE LOS ESTADOS


AMERICANOS
El informe final de la auditoria de los resultados de la OEA en los cuatro elementos
revisados (tecnología, cadena de custodia, integridad de las actas y proyecciones
estadísticas) señala que se encontraron irregularidades, que varían desde muy graves
hasta indicativas. Esto lleva al equipo técnico auditor a cuestionar la integridad de los
resultados de la lección del 20 de octubre pasado. en el componente informático se
descubrieron fallas graves de seguridad en los sistemas tanto TREP como del cómputo
final. Además, se descubrió una clara manipulación del sistema TREP que afectó tanto los
resultados de dicho sistema, como los del cómputo final. análisis de Integridad electoral
Estado Plurinacional de Bolivia 3 a existencia de 1.575 actas TREP en el cómputo final,
corresponde a un aproximado de 350 mil votos. El margen de victoria en primera vuelta es
menor a 40 mil votos. Por lo tanto, una Irregularidad de estas dimensiones es determinante
para el resultado. Por estas razones el equipo auditor no puede validar una victoria en
primera vuelta.
Las manipulaciones al sistema informático son de tal magnitud que deben ser
profundamente investigadas por parte del Estado boliviano para llegar al fondo y deslindar
las responsabilidades de este caso grave. La existencia de actas físicas con alteraciones y
firmas falsificadas también impacta la integridad del cómputo oficial. e 176 actas analizadas
de la muestra que habían sido escrutadas en Argentina, el 38,07% presentan
inconsistencias con el número de ciudadanos que sufragaron. Es decir, las actas reflejan
un número mayor de votos que el total en las listas índice. teniendo en cuenta las
proyecciones estadísticas, resulta posible que el candidato Morales haya quedado en
primer lugar y el candidato Mesa en segundo. Sin embargo, resulta improbable
estadísticamente que Morales haya obtenido el 10% de diferencia para evitar una segunda
vuelta. os técnicos de la OEA contaron con la necesaria información y accesos para poder
realizar su trabajo. el equipo auditor no puede validar los resultados de la presente elección,
por lo que se recomienda otro proceso electoral. Cualquier futuro proceso deberá contar
con nuevas autoridades electorales para poder llevar a cabo comicios confiables.
Finalmente, el equipo de auditores seguirá procesando información y las más de 250
denuncias recibidas sobre el proceso electoral de cara al informe final, el cual contendrá
una serie de recomendaciones. Sin embargo, los hallazgos preliminares son contundentes.

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4. VIOLENCIA POLITICA
4.1. CONFLICTO Y POLITICA
Se debe distinguir entre problema, y conflicto, el problema es la causa y el conflicto es el
efecto, Según Duverger: "cuando los hombres y los grupos se enfrentan con los puños, las
lanzas, los fusiles o las ametralladoras, nos encontramos fuera de la politica", y Andrade
Sánchez señalando que la manifestación violenta de conflictos en el seno de la sociedad
constituye una de las formas que puede asumir la lucha política. (ANDRADE, 1990)
Conflicto es Oposición o desacuerdo entre personas o cosas. "tener un conflicto de
intereses; durante mucho tiempo subsistieron sin grave conflicto el sacerdocio ritualista y la
hechicería; el conflicto matrimonial no depende de la condición económica de las personas;
huelgas y conflictos con los servicios de inteligencia paralizan la compañía; la idea de un
artista en conflicto con la sociedad que le rodea es una creación romántica" Guerra o
combate derivados de una oposición o rivalidad prolongadas. "el tema más debatido de la
reunión fue el relacionado con el envío de tropas a las zonas de conflicto del continente"
Según el diccionario de Ossorio que refiere que es "Lo más recio o incierto de un combate,
pelea o contienda, Oposicion de intereses en que las partes no ceden, El choque o colision
de derechos o pretensiones, Situacion dificil, caso desgraciado. (OSSORIO)
Alabamos el consenso y elogiamos a los líderes políticos cuando son capaces de
alcanzarlo. YZ repudiamos el conflicto y nos lamentamos cuando lo impregna todo. Es
comprensible que a algunos les pueda resultar doloroso, incluso cínico, pero la realidad es
como es: la política es tanto conflicto como consenso. En unas ocasiones la política debe
ser conflicto y expresarse a través de él; en otras debe ser consenso y visualizarse como
tal. Respecto a cuándo conviene uno u otro, hay que ser pragmático: bien manejado y
dependiendo de las circunstancias, un buen conflicto puede ser tan útil como un buen
consenso. Quien no lo entienda o se niegue a aceptarlo no durará mucho en el mercado
político.
El conflicto es útil para galvanizar a las bases, cohesionar a los votantes, reforzar la
identificación con los líderes, cimentar las identidades y poner a los demás a la defensiva.
El consenso es útil para comprar tiempo, seducir a los reticentes, ensanchar los apoyos,
ganar en respetabilidad y limar las aristas más agresivas del liderazgo. Alguien interesado
en el consenso minimiza las diferencias. Alguien interesado en el conflicto no solo las
magnifica sino que convierte el debate en una lucha por la supervivencia: nosotros contra
ellos, todo o nada, ahora o nunca. (TORRES, 2016)
Negociar, pactar, consensuar, es repartirse una diferencia. Si A y B tienen que repartirse
100 unidades de algo, el espacio intermedio para el acuerdo es enorme. Si el poder
negociador de A no es muy alto, cualquier cantidad por encima de cero será aceptable. Hoy
quizá acepte 40, pero si no cierra la puerta, mañana puede que llegue a 60. Sin embargo,
las diferencias morales no se pueden negociar: nos permiten quemar los puentes que nos
conectan con nuestro potencial aliado, ahora adversario, de ahí la utilidad de traducir las
diferencias políticas en categorías morales. Si algo es bueno, su contrario tiene que ser
necesariamente malo. ¿Y cómo se reparte lo malo? Esta semana, las fuerzas políticas no
se van a dividir entre vieja y nueva política sino entre los que piensan que necesitan el
conflicto para sobrevivir y los que vinculan su supervivencia al consenso. @jitorreblanca
El Congreso, las Cortes o la vida interna de los partidos son espacios donde la política se
enfrenta al conflicto, que es uno de los principales acicates de la democracia. Procesarlo
de manera adecuada fortalece a las instituciones y mejora la calidad de la ciudadanía.

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En democracia, el acuerdo es el resultado final del diálogo, la superación final del conflicto.
La política en democracia nace y vive del conflicto. En sociedades plurales, con intereses
diversos e incluso hasta contrarios, la política busca ser el espacio donde las diferencias se
dirimen a través de la negociación, el diálogo y el acuerdo.
Por eso, las posturas radicales, cerradas o inamovibles tienen —o debieran tener— poco
futuro en la democracia: el todo o nada cancela el debate, lo sitúa en extremos
irreconciliables y la cerrazón impide que todos cedan para que, al mismo tiempo, todos
ganen.
La derrota o la victoria son, por ello, pasajeras bajo un régimen democrático. El que hoy
está arriba puede estar abajo mañana; la oposición será gobierno un día y el Gobierno
pasará a ser minoría que deberá volver a ganarse la confianza de la sociedad.
En todo este proceso yace latente siempre el conflicto, que es de alguna forma el acicate
que hace funcionar a la política. Negarlo es ignorar la naturaleza propia de las sociedades;
ignorarlo es pretender que el otro, el que piensa distinto, no existe o no vale la pena ser
considerado.
Entre la negación y la ignorancia del conflicto hay, en medio, la siempre latente tentación
de suprimirlo, de ahorrarlo mediante atajos que pretenden pasar por alto el proceso de
dialogar, de acordar, de buscar coincidencias por encima de las diferencias.
Suprimir el conflicto suele ser casi siempre un atentado contra los valores que sostienen a
la democracia. Y atentar contra estos es, poco a poco, restar calidad a la propia democracia.
Cuando, por ejemplo, un tema que divide a un grupo se omite o se calla para evitar la
discusión que podría provocar —y allí donde la división está siempre latente—, se premia
el silencio por encima de la palabra, esa materia prima de la política y sus herramientas, la
retórica y la oratoria. Esto lleva de igual modo a evitar la negociación que generaría el
consenso, ambas prácticas que vigorizan y fortalecen también a la democracia.
Cuando, de igual modo, los partidos suprimen la democracia interna con tal de omitir el
contraste de propuestas y el debate, o hacen de estas prácticas un deplorable espectáculo
de lucha encarnizada, se vulnera la democracia en sus procesos puntales: la competencia
y la elección.
Ambos ejemplos buscan suprimir el conflicto, voltear hacia otra parte ante la inminencia de
este y salir del paso mediante acuerdos, casi siempre entre cúpulas, que dan la espalda al
votante o militante, le niegan la participación y merman el ejercicio democrático en sus
prácticas más elementales.
Y los partidos deben ser mucho más que la búsqueda del poder por el poder, que es la
lógica que prevalece cuando se suprime el conflicto y se fuerza la unidad —cuando esta no
pudo conseguirse con liderazgo, con normatividad y con prácticas democráticas— a costa
de la formación de ciudadanía, de la práctica cotidiana de la democracia que la convierte
en costumbre, luego en hábito y al final en cultura.
La sola búsqueda del triunfo a costa de lo que sea lleva a suprimir el conflicto, a verlo como
un estorbo, un lastre o la razón de todas las derrotas, retrocesos o estancamientos.
Una clase política que rehúye el conflicto va desmantelando los engranajes que hacen
posible la democracia, hasta que esta se convierte en el solo acto de votar, vacío de sentido,
de razones, de fines superiores que los de la obtención del poder.

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Donde falta el conflicto sobra la política, y la democracia se vuelve un mote para dar nombre
a los procedimientos por los que las elites se disputan candidaturas, diputaciones o
gobiernos; y ahí no hay sociedad, o esta vale solo por lo que su voto es capaz de producir.
Si el ciudadano es solamente su voto, y la democracia se reduce a las campañas y las
elecciones, la brecha entre política y sociedad se ensancha hasta hacer a una y otra
irreconocibles, con cada vez menos en común, cada cual encerrada en su coto de acción.
Lo público entonces deja de serlo para convertirse en esferas cada vez más parceladas,
fragmentadas en un individualismo donde cada quien mira para sí y rara vez afuera de sí.
El conflicto es el mejor combustible para echar a andar una sana democracia. (CASTILLO)

4.2. DERECHO Y RESISTENCIA


La insurreccion es muy antigua y según aristoteles quien señala que donde hay desigualdad
siempre se dará las revoluciones, entendiéndose la insurreccion como Sublevación de un
colectivo contra la autoridad es cuando un colectivo de personas se organiza para
levantarse en contra de su gobierno. segun andrade sanchez "fundamentalmente, el
cuestionamiento de la legitimidad de las instituciones establecidas se argumenta como
elemento justificativo de manifestaciones violentas en contra de la autoridad." (ANDRADE,
1990)
El derecho de rebelión, derecho de revolución o derecho de resistencia a la opresión es un
derecho reconocido a los pueblos frente a gobernantes de origen ilegítimo o que teniendo
origen legítimo han devenido en ilegítimos durante su ejercicio, que autoriza la
desobediencia civil y el uso de la fuerza con el fin de derrocarlos y reemplazarlos por
gobiernos que posean legitimidad.1?
El derecho a la resistencia frente al tirano, que ha llegado a justificar la muerte de éste, se
puede encontrar en la Antigüedad. Así ya Platón trató el tema de la tiranía y del derecho
del pueblo a defenderse contra el tirano y la injusticia. A partir de él, numerosos autores
han desarrollado el tema a lo largo de la historia, tales como San Isidoro de Sevilla y Santo
Tomás de Aquino.2?
Este derecho puede considerarse implícito en la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos de 1776, que en su párrafo más famoso declara:
Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales;
que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la
vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se
instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del
consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga
destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir
un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma
que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.
El derecho a la resistencia fue incluido de forma explícita en la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano (1789) de la Revolución francesa, pero se encuentra más
desarrollado en los tres últimos artículos de la que se redactó nuevamente el 24 de junio de
1793:
Artículo 33. La resistencia a la opresión es la consecuencia de los demás derechos del
hombre.

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Artículo 34. Hay opresión contra el cuerpo social cuando uno solo de sus miembros es
oprimido. Hay opresión contra cada miembro cuando el cuerpo social es oprimido.
Artículo 35. Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para el
pueblo y para cada una de sus porciones, el más sagrado de los derechos y el más
indispensable de los deberes.3?
Miguel de Cervantes ya afirmaba algo parecido a este último artículo: "Por la libertad, así
como por la honra, se puede y debe aventurar la vida" (Don Quijote, II, cap. 58). La Carta
fundacional de las Naciones Unidas (ONU) reconoce este derecho de forma implícita,
estableciendo no obstante que las partes se deben someter a las decisiones de su Consejo
de Seguridad, que componen quince estados, los cinco con derecho a veto y diez más que
ejercen su función por un periodo determinado y rotativo.
En la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, este derecho no es reconocido
explícitamente, pero sí implícitamente en el Preámbulo:
Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de
Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión
contra la tiranía y la opresión;
Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Usos a través de la historia
Entre los más importantes movimientos revolucionarios que han afirmado y justificado el
ejercicio del derecho de rebelión están:
La Revolución Gloriosa: el derecho a la rebelión fue el fundamento de la defensa filosófica
del derrocamiento y remplazo de Jacobo II de Inglaterra por Guillermo III de Inglaterra, por
el parlamento del Reino Unido en 1688.
La revolución estadounidense: el derecho a la rebelión jugaría un papel principal en los
escritos de los revolucionarios americanos. Además fue citado en la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos, cuando un grupo de representantes de varios
estados firmaron una declaración de independencia citando cargos contra el Rey Jorge III
de Inglaterra. Según expresaba la declaración de independencia estadounidense en 1776,
"la ley natural le enseña a la gente que el pueblo está dotado por el creador de ciertos
derechos inalienables y puede alterar o abolir un gobierno que destruya esos derechos".
La revolución francesa: el derecho a la rebelión también fue incluido en la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789 durante la revolución francesa, así como
en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1793):
Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo la insurrección es para el pueblo, y para
cada porción del pueblo, el más sagrado de sus derechos y el más indispensable de sus
deberes.
Artículo 35 de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1793 (WIKIPEDIA, 2019)
Un tema que ha sido debatido en el pensamiento político es el derecho del pueblo a resistir
la tiranía o el mal gobierno, y como dijera el jurista francés León Duguit, esta es una cuestión
“muy antigua, muy célebre y muy compleja”.
En los siglos XIV y XV los reformistas religiosos habían sostenido el derecho a resistir a un
Papa herético, en el siglo XVI, en algunos casos se hacía resistencia a reyes herejes, pero

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este problema que en principio era de carácter religioso al mismo tiempo se tornó en un
conflicto político, de ahí que uno de los puntos más controvertidos de la filosofía política de
entonces pasó a ser el de si los súbditos tienen derecho a resistir a sus gobernantes.
Fueron varios y muy destacados pensadores los que escribieron sobre el derecho de
resistencia al poder del Estado, pero sin duda el más notable de ellos fue el padre Juan de
Mariana, uno de los famosos juristas españoles del siglo XVI, quien construyó una teoría
basada en la explicación del origen de la sociedad civil que partía de un estado de
naturaleza anterior al gobierno y que hacía derivar el poder del monarca de un contrato con
el pueblo, representado por las cortes (el Parlamento) a las que, decía el padre Mariana,
está reservado el poder de modificar el derecho, derivándose de ahí que pueda eliminar al
rey en caso de que violara la norma fundamental.
Esta teoría postulada hace quinientos años bien se puede tomar de base para justificar la
oposición institucional y ciudadana que desde hace unos años se ha manifestado de
muchas maneras en Venezuela, país en donde se ha instaurado una execrable tiranía
producto de la implosión que tuvo el sistema de partidos dominante en esa nación y que
posibilitó el triunfo electoral de Hugo Chávez quien gobernó de febrero de 1999 hasta su
muerte ocurrida en marzo del 2013.
Para legitimar el nuevo régimen lo primero que hizo Chávez al tomar posesión fue jurar (en
México es el único lugar en donde de manera aberrante y contradictoria se tiene que
“protestar” cumplir la ley al tomar posesión de un cargo público) sobre “la moribunda
Constitución” (así definió a la carta entonces estaba vigente), de ahí que pocos meses
después se elaboró una nueva Constitución que fue ratificada por el pueblo venezolano, lo
que ha legitimado al régimen militar-socialista instaurado hace 18 años y que desde
entonces ha sido, teórica y prácticamente, dirigido por Cuba y por los miles de cubanos que
se han apoderado y operan en las instituciones claves del Estado.
Chávez y Maduro no solo han reprimido y encarcelado a los líderes opositores, han
bloqueado a la Asamblea Nacional, han dictado estados de excepción, han suplantando las
funciones legislativas, la Corte ha declarado inconstitucionales todas las leyes y acuerdos
de la actual legislatura, y lo más humillante, en marzo pasado el Tribunal Superior de
Justicia declaró la extinción del Poder Legislativo, esa medida tuvo que ser revertida con la
misma rapidez y de la misma forma ilegal como fue tomada como consecuencia del rechazo
interno y de la comunidad internacional.
Por desgracia la respuesta a esa fallida decisión fue expedir una convocatoria a un nuevo
Congreso Constituyente no obstante que la actual Constitución de 350 artículos apenas
tiene diez y siete años de haber sido ratificada por la mayoría de los venezolanos. Lo que
realmente pretende el dictador Maduro con esta medida es destituir a los actuales diputados
que fueron democráticamente electos en diciembre del 2016.
El pueblo ha salido a las calles a protestar en contra de esa convocatoria, el presidente
Maduro ha decidido reforzar las acciones de represión (en un mes han muerto más de 30
ciudadanos) y de una manera cínica y desvergonzada al dar a conocer esa iniciativa
expresó que “… el pueblo debe decidir si quiere guerra o paz”, y lo hizo de manera festiva,
bailando, mientras decenas de miles de jóvenes, mujeres y gente del pueblo eran
salvajemente reprimidas por las fuerzas públicas al servicio del régimen chavista, lo que
demuestra la calidad moral de este personaje.
¿Hasta cuándo seguirá padeciendo Venezuela esta dictadura? Por desgracia la respuesta
no está en las urnas ni en la capacidad de resistencia de su población, para recomponer el

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orden constitucional y recuperar la libertad las fuerzas armadas deberían cumplir el artículo
328 de la Constitución de 1999 que les ordena estar “al servicio exclusivo de la nación, y
en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”.
La historia demuestra que Maduro seguirá en el poder hasta el día que los militares decidan
relevarlo. Ojalá que sea pronto. (SEPULVEDA, 2018)
4.3. VIOLENCIA POLITICA
La violencia política es un medio común usado por los pueblos y gobiernos de todo el mundo
para lograr objetivos "políticos", esto es, relacionados con los siguientes poderes;
legislativo, ejecutivo y judicial de un Estado. Se trata de un concepto habitualmente utilizado
en Ciencias sociales y políticas que hace referencia a destrucciones o atentados físicos
contra objetos, instituciones o personas cuyo propósito, selección de daños y víctimas,
puesta en escena y efecto poseen una significación política y tienden a modificar el
comportamiento de los protagonistas en una situación de negociación mediante una
coerción consumada. Por lo general suele calificarse por parte del poder constituido en
legitimidad como delito de asalto o vandalismo, pero sus fines (suponiendo que haya fines)
son políticos, aunque sus medios sean violentos.
lLa posibilidad de una acciòn violenta para demandar algun tipo de satisfacciòn por parte
del orden politico establecido tiene, obviamente, como raiz, un sentimiento de descontento
o de privación por parte de los grupos que se en a realizar una acciòn directa contestataria
de la autoridad. La manifestaciòn publica de protesta, sin embargo, no necesariamente
adquiere expresiones de fuerza, y por ello se situa en la frontera entre las acciones politicas
legitimamente reconocidas y aquellas que desde el punto de vista del poder politico
imperante, constituyen violaciones a las normas juridicas. En estricto rigor la manifestaciòn
pùblica no puede3 ser considerada como un acto de violencia propiamente dicha. Su
ejercicio es permitido por la ley practicamente en todos los lugares donde existen
constituciones fundadas en los principios liberales, no obstante la hemos incluido en este
capitulo porque constituye el germen o el caldo de cultivo para que se produzca, como paso
siguiente, la posibilidad de una acciòn violenta. (ANDRADE, 1990)
4.3.1. Concepto e historia
Como muchos grupos y personas creen que sus sistemas políticos no responden a sus
demandas políticas, recurren a uno de los Derechos del hombre reconocidos,
implícitamente, en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776) y,
explícitamente, en las Constituciones de la Revolución Francesa de 1789 y 1793, el de
Resistencia a la opresión, para cambiar la forma de gobierno en todo o en parte (alguna
disposición concreta) por medio de acciones de fuerza. Es, pues, una forma de activismo,
propaganda, presión o persuasión entre muchos otros menos discutibles según criterios
éticos, como la desobediencia civil o la no violencia.
Han estudiado el papel de la violencia política en la historia teólogos, filósofos,
historiadores, politólogos y sociólogos como Tomás de Aquino, que autorizó en el siglo XIII
el levantamiento popular contra los gobiernos tiránicos y en el siglo XVI, Nicolás
Maquiavelo, para quien la razón de estado justifica a veces realizar el mal menor para evitar
el mal mayor y la crueldad puede estar justificada en un buen gobierno, ya que la política
es una realidad ajena a toda moral, si es que es a hombres a los que hay que gobernar. En
el siglo XIX, Karl Marx afirmaba que "la violencia es la comadrona de la Historia" y por lo
tanto está autorizada por la lucha de clases y el materialismo histórico, y su amigo y
seguidor Friedrich Engels escribió al respecto un ensayo no concluido, El papel de la

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violencia en la Historia (1888). También estudió este fenómeno el sociólogo Georges Sorel
en sus Reflexiones sobre la violencia (1908), autorizando en cierta manera el Terrorismo
de fin político y social. La legitimidad de la acción política violenta la ofrece a posteriori el
éxito de la misma. Como escribió Pedro Calderón de la Barca en su La vida es sueño,
cuando en la tercera jornada estalla la guerra civil, "a batallas tales / quienes vencen son
leales / los vencidos, los traidores".
Como resultado, personas, grupos, religiones y algunos regímenes políticos suelen creer
que algunos o todos los distintos tipos de violencia política no sólo están justificados, sino
que son necesarios para lograr objetivos políticos y algunos gobiernos los utilizan para
intimidar a sus poblaciones e inclinarlas a la aquiescencia. La inacción o pasividad de un
gobierno también puede ser tomada como una forma de violencia política, por ejemplo
cuando, en vísperas de la Guerra Civil Española, el Gobierno republicano adoptó una
actitud de no intervención ante el incendio y pillaje de iglesias y, posteriormente, no reprimió
sino muy tarde los actos violentos de los grupos paramilitares comunistas y anarquistas que
se levantaron contra los levantados y a los que ella misma permitió que se les diesen armas.
En el curso de la historia, el siglo XX ha sido probablemente el siglo con más violencia de
esta clase que ha existido nunca. Sin embargo, al menos en el campo de la izquierda, hubo
un Revisionismo de la filosofía política marxista por parte de Eduard Bernstein y Jean
Jaurès que excluyó la idea de la revolución violenta para alcanzar el socialismo y optó por
la evolución para llegar a él mediante el sindicalismo y la acción política.
4.3.2. Clases de violencia política
Genocidio, o destrucción deliberada y sistemática, en todo o en parte, de una etnia, raza,
religión o grupo nacional. Por ejemplo, el Genocidio armenio
Violaciones de los derechos humanos, reconocidos en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de los países inscritos en la ONU, como la esclavitud, la violencia de
género, la discriminación racial, el acoso, etcétera
Guerras de distinto tipo.
Violencia policial y también paramilitar (Tonton Macoutes, etc...) u organizada (Ku-Klux-
Klan).
Hambre, por ejemplo la hambruna decretada por Stalin para exterminar a siete millones de
ucranianos.
Insurgencia, guerrilla, guerrilla urbana o rebeldía violenta de los nativos de un país contra
su Gobierno o forma política.
Contrainsurgencia, o represión violenta de la insurgencia por parte del estado, también
llamado Terrorismo de estado, recurriendo a procedimientos como el asesinato político o la
ejecución extrajudicial o secuestro o encarcelamiento extrajudicial o por orden reservada.
Terrorismo, en realidad una forma de insurgencia.
Tortura
Pena de muerte o capital.
Migraciones forzosas, Desplazados internos y refugiados.
Lavado de cerebro o "Reeducación política"

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Escala
El espectro de acciones y eventos cubiertos por el concepto de violencia política es muy
amplio. Se presenta en la tabla siguiente establecida por Paul Wilkinson1?
Gran escala Pequeña escala
* Revueltas y violencia callejeras * Actos aislados de sabotaje o ataque a propiedades
* Rebelión armada o resistencia * Intento aislado de asesinato
* Revolución o contrarrevolución * Guerra de clanes y vendettas
* Terrorismo de estado o represión * Terrorismo político
* Guerra civil * Guerrilla local o a pequeña escala
* Guerra limitada * Terrorismo transnacional e internacional
* Guerra nuclear * Incursiones, raids, razzias o algaras de tipo guerrilla sobre estados
extranjeros
Organizaciones contra la violencia política
Las violaciones de los derechos humanos son supervisadas por comités de las Naciones
Unidas (Consejo de Seguridad, Asamblea General), por el Tribunal Penal Internacional de
La Haya, las instituciones nacionales, muchos gobiernos y organizaciones no
gubernamentales independientes, como Amnistía Internacional, la Federación Internacional
de los Derechos Humanos, Human Rights Watch, la Organización Mundial Contra la
Tortura, la Casa de la Libertad, la Antiesclavitud Internacional etcétera. Estas
organizaciones reúnen pruebas y documentación de las presuntas violaciones de los
derechos humanos y ejercen presión para hacer cumplir las leyes de derechos humanos.
(WIKIPEDIA, VIOLENCIA POLITICA, 2019)
No se puede entender el problema de la violencia política sin conceptuar a la política como
la organización y aplicación sistemática de determinadas relaciones de poder, como la
articulación de un conjunto de medios para la consecución y la preservación de éste. La
política organiza el poder, le otorga forma estatal y viabiliza un proyecto socio-económico
de clase. En este marco, la violencia es parte activa de la estructura social, no es sólo un
instrumento o medio de lucha, sino sobre todo un modo de conflicto.
El surgimiento de la violencia política está estrechamente vinculado al desarrollo de la
propiedad privada, y es sólo en el transcurso de la consolidación histórica de ésta, que la
violencia se transforma en manifestación específica de poder social. En otras palabras,
posee una base material concreta y no es una constante histórica, por lo tanto es factible
su desaparición en una fase superior del desarrollo humano, cuando sea eliminado todo
tipo de explotación pues -como señalara Engels- "el poder, la violencia, no es más que el
medio, mientras que la ventaja económica es el fin" (1).
Cuando la ventaja económica, la ganancia, deje de ser la principal motivación de la
producción material, cuando el fin de la actividad económica sea la satisfacción de las
necesidades del hombre, y no el mero lucro, allí se crearán las condiciones básicas para la
extinción definitiva de la violencia política.
No obstante, esta posibilidad histórica se vislumbra lejana, y la violencia continúa siendo
componente central de todo el sistema de dominación. De allí que la clase en el poder

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requiera -a todo nivel- de estructuras que le permitan organizar el control social, minimizar
los riesgos de un cuestionamiento revolucionario de la sociedad, y garantizar las
condiciones para la reproducción ampliada del poder y del sistema en su conjunto. En esto
el Estado desempeña un rol crucial.
4.3.3. Estado y violencia política
El principal organizador y concentrador de la violencia estructural es el Estado, de manera
que cualquier intento por legitimar y justificar la violencia ejercida por la clase en el poder,
pasa por legitimar el Estado. El objetivo básico que se persigue es despolitizar,
desideologizar y neutralizar el Estado, presentarlo como el sintetizador del "bien común" y
garante de la "ley y el orden". Para ello es imperativo la imposición de una visión histórica
de la naturaleza humana, la sociedad y elaborando, simultáneamente, conceptos abstractos
de nación, interés nacional, estabilidad y paz social.
Este tipo de Estado se justificaría por el posible "caos" que devendría en la sociedad
humana por el hecho de su inexistencia. Fenómeno que hace más de tres siglos ya debatían
los grandes pensadores filósofos y políticos. Según esta corriente teórica -que de una u otra
forma sigue vigente- la naturaleza humana es esencialmente egoísta y utilitaria, cada ser
lucha por su propia subsistencia, por la satisfacción de sus propios intereses, lo que
inevitablemente le lleva a la confrontación permanente con otros seres humanos. Esta
situación es la que Hobbes (2) describiera como "la guerra de todos contra todos". Situación
superable sólo con apego a un ente no-utilitario, a un órgano que no buscase la satisfacción
de intereses particulares, sino que comunes, generales. De allí surge la noción básica y la
materialización del concepto del Estado actual como el único capaz de imponer el orden en
medio del "caos natural". Es decir, ser un "administrador neutro del conflicto social".
Dicha tesis amerita al menos dos consideraciones. En primer lugar, la naturaleza humana
no es egoísta, ni altruista, ni agresiva ni pacífica, ni buena ni mala en si misma, sino que
simplemente sintetiza el sistema de relaciones sociales prevaleciente en un momento
histórico determinado. La esencia humana en abstracto no existe, esta es concreta y, por
sobre todo, dinámica, cambiante, de modo que la hipótesis de una situación natural de
guerra permanente solo sirve para justificar la creación y consolidación de un complejo
aparato de dominación de clase como es el Estado (analícese, en un grado menor, la lucha
contra la delincuencia), además de proyectar la idea de la imposibilidad de transformar el
sistema o luchar por una sociedad igualitaria, puesto que el ser humano sería individualista
y egoísta en esencia y jamás podría cambiar.
En segundo lugar, es necesario puntualizar que el Estado no es un ente que esté por sobre
las clases y la sociedad. Ninguna institución es neutra o poseedora de poder propio, más
bien expresa poder social de clase. Es por ello que conceptos y prácticas tales como orden,
legalidad, estabilidad, paz social, civilismo, etc., son de carácter tan determinado; la
sociedad virtual no existe, ni ha existido, solo existe la sociedad históricamente concreta,
de manera que el orden y la estabilidad que se defiende hoy, es el orden y la estabilidad
del neoliberalismo. El Estado no es ningún sintetizador del bien común y del interés de un
país, sino que de violencia política y, por consiguiente, de poder de un sector de la sociedad
sobre otro.
4.3.4. La dimensión ideológica de la violencia
Históricamente a través de diversos medios de socialización -la estructura educacional, los
medios de comunicación, entre otros-, la clase dominante ha ido configurando un sistema
de valores, normas, conceptos y categorías tendientes a justificar su dominio: su

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preponderancia monopólica a regir los destinos de la humanidad, sus instancias de
organización y la vida de los individuos. Medios entre los cuales la autentificación del uso
de la violencia en sus diferentes formas por parte del Estado, su institucionalidad, sus
fuerzas armadas y policiales, han sido una constante.
Esta manipulación ideológica se ha sostenido en tres ejes esenciales:
a) Ocultar la violencia estructural propiamente tal.
b) Legitimar la represión institucional.
c) Deslegitimar toda violencia social contra el sistema.
La violencia es inherente a una estructura social injusta, a un orden social basado en la
explotación del trabajo por el capital, en la exclusión y marginación económica, social y
cultural de vastos sectores de la sociedad. De hecho la violencia no se reduce únicamente
a su manifestación más ostensible, a su forma represiva. Esta última es sólo una vía que
permite mantener maniobrando y desarrollándose a la violencia estructural en su conjunto,
al capitalismo. Es por ello que Marx y Engels señalaron la existencia de un virtual estado
de guerra entre patrones y trabajadores (3), en otras palabras, criticaban la influencia de la
violencia económica y de cómo ésta se reproduce a través de todo el sistema
consolidándose como violencia estructural.
Mas este modo de abordar el problema no es prerrogativa exclusiva de los clásicos del
Marxismo, también -y básicamente a partir de la encíclica Populorum Progressio- la Iglesia
Católica, en particular el Movimiento de la Teología de la Liberación, manifestó sin
ambigüedad, que "la violencia originaria, raíz y principio de todas las demás violencias
sociales, es la llamada violencia estructural, la injusticia de las estructuras sociales,
sancionada por un orden legal injusto y orden cultural ideologizado, que como tales
constituyen la institucionalización de la injusticia" (4).
El ocultamiento de la violencia estructural requiere imponer la idea de la libertad del
individuo, de la igualdad de oportunidades, de los beneficios de un mercado abierto a la
libre competencia. El esquema de valores imperantes reproduce sistemáticamente la idea
de que los pobres, los marginados, son tales sólo debido a la mala suerte de haber nacido
pobres o a su propia impericia, a su falta de creatividad y esfuerzos personales. Entonces
la injusticia no es tal, pues las naturales diferencias sociales no son más que el resultado
de las leyes de funcionamiento del mercado, leyes, que según se argumenta, no responden
a los intereses de nadie en particular. Obviamente entonces, al negarse la injusticia social,
se está negando también la violencia estructural.
Bajo este marco conceptual surgen las nociones de violencia directa (represiva) y violencia
indirecta (estructural). Donde producto de la manipulación y desinformación ideológica, se
tiende adscribir un carácter significativamente más negativo a la violencia directa que a la
indirecta; se condena el destrozo de la propiedad pública y privada, un secuestro, un
atentado, pero no ocurre lo mismo con la miseria, la pobreza, la carencia de vivienda o
salud. O, dicho de otra manera, se considera social y culturalmente peor, matar que dejar
morir. La clase en el poder juega con la sicología de las personas, con sus emociones y
decepciones, a fin de encauzar cualquier signo de descontento, diluir y desviar la atención
del impacto de cualquier violencia estructural.
Junto con la legitimación ideológica y política de la existencia y el recurso de las distintas
formas de coacción, se deslegitima todo intento de organización popular de la violencia. A
pesar que en los discursos oficialistas es frecuente la condena de la violencia "venga de

19
donde venga", en la práctica se busca neutralizar o desarticular únicamente su desarrollo
en la base, su forma auto-defensiva u ofensiva, especialmente aquella que se puede erigir
como alternativa de lucha política, militar o social.
En consecuencia, la naturaleza clasista del proceso en marcha instituye que la violencia
ejercida por el sistema es positiva y necesaria. Es decir, toda consideración moral acerca
de la violencia política, tiene que ver con el sistema de valores que éste estime necesario
para lograr la estabilidad del mismo. Por eso se critica el uso de la violencia en política, en
la misma medida que se crean organismos de seguridad y de lucha antisubversiva, y
aumentan los presupuestos de las fuerzas armadas y de orden. Así se ha ido estableciendo
una relación arbitraria entre democracia y paz por un lado y cambio y violencia por otro.
En este contexto ideológico es que surge una inevitable interrogante: ¿Existe una forma
ética de ejercer la violencia? Está claro que de aceptarse el sistema de valores imperantes,
como el único referente para medir lo positivo o lo negativo, lo bueno y lo malo del recurso
de la violencia, la conclusión será siempre la misma: la violencia ejercida por la base social
será siempre reprobable. Sin embargo, si ponemos el punto del análisis en otro ámbito, sí
logramos trascender el límite de la moral general y vaga para reconstruir desde el pueblo -
los verdaderamente afectados por ésta-, valores morales y nociones éticas que expresen
la necesidad histórica del cambio social, y muy especialmente, que desmitifique el uso de
la violencia por parte de las masas, ubicándola en su justo contexto como fenómeno socio-
político, el centro del problema cambia:
La violencia es moralmente válida y políticamente viable, en la medida que se corresponde
con la dirección principal del movimiento histórico, al cambio social necesario para erradicar
primero parcial y luego definitivamente la violencia estructural creada por el sistema
capitalista.
La forma ética de ejercer la violencia está en ponerla al servicio de las mayorías populares,
al servicio del cambio social y de la dignidad humana.
La violencia revolucionaria es una forma específica de manifestación ética, pues ésta no
persigue la destrucción del ser humano y su entorno, ni su sometimiento, sino que es un
período muy breve de la actividad por las transformaciones, sólo un momento histórico; no
es un fin sino uno de los medios disponibles para desplegar la multifacética lucha por el
poder popular.
La violencia revolucionaria tiene un rango cualitativo, destruye para construir un sistema
justo que nos encamine hacia una nueva sociedad.
4.3.5. La violencia militar
La violencia militar es una expresión particular de la violencia política que se estructura en
forma de doctrina y se organiza como cuerpo armado.
Ninguna doctrina militar es neutral, más bien condensa la idea militar estratégica de quien
la ejerce. En el caso específico de los países latinoamericanos, por parte del poder
imperante, aún prevalece en la región la Doctrina de Seguridad Nacional, que con la entrada
en escena de las democracias protegidas ha tendido en nuestros países hacia lo que hoy
se conoce como "seguridad ciudadana". La DSN en Chile como apreciación básica de
cualquier futura guerra, partió a fines de los 70 manejando tres hipótesis de conflicto: en el
sur con Argentina, en el norte con Perú y Bolivia, y en el frente interno, donde
definitivamente se puso el mayor énfasis.

20
Lógicamente, la definición de frente interno conlleva la necesidad de organizar la represión
dentro de nuestras fronteras y la voluntad de neutralizar o exterminar a un enemigo (el
enemigo interno). Es decir, el desarrollo de la violencia en términos específicos y no
genéricos como se expresaba en la idea de "todos contra todos"; más bien la guerra de las
FFAA como instrumento político de la clase dominante contra el pueblo como sucedió tan
explícitamente durante la dictadura. Sin embargo, junto con el proceso de transformaciones
que ha vivido Chile luego del cambio pactado de un gobierno militar a uno civil dentro del
mismo sistema, esta visión aún es compartida entre los diferentes actores políticos
involucrados en dicho pacto. Diferencias más diferencias menos, en la lucha contra el
enemigo interno, "el terrorismo", están comprometidos todos quienes participan del poder
(gobierno, oposición, FFAA, Iglesia). Entonces, no es correcto incluso desde éste punto de
vista, hacer una división tan categórica y defiitiva entre lo político y lo militar, puesto que en
la práctica ambos se siguen conjugando a través del accionar del Estado y de sus
instrumentos armados y no armados.
La violencia militar adquiere también diferentes formas, puede ser central o periférica en un
momento histórico determinado, pero en lo fundamental, está siempre presente en forma
de una estrategia militar para la obtención o la defensa del poder.
Por último, y obstante la condena a la violencia en general por "inhumana y anticristiana",
ante situaciones concretas de guerras o conflictos internos, la clase gobernante no sólo
defiende moral y políticamente la violencia, sino que además es la primera en unirse para
regular las formas de ejercerla y premiar a los agentes que se destacan en el ejercicio de
ésta. De otra forma no se explicarían las convenciones internacionales que norman las
guerras, los conceptos de valor y heroísmo, instituciones tales como las condecoraciones
al mérito, pensiones específica, etc.
La violencia no se puede separar de la política y no es sólo un instrumento auxiliar al cual
se recurre en momentos de crisis.
La lógica definición luego de constatarse esta realidad objetiva, es que toda propuesta
política debe, ineludiblemente, contener el factor violencia como una de las posibilidades
históricas, especialmente la revolucionaria. Y es más, debe contar con una política y una
estrategia militar capaz de disputar el poder. Entonces, podría existir un amplio debate
acerca del contenido y la forma que definen su implementación, pero no sobre la necesidad
de su existencia.
La violencia política no se reduce a su expresión militar, aunque ésta es su manifestación
más ostensible, es por sobre todo una relación de poder, una estructura históricamente
objetiva, la cual debe ser enfrentada tanto en el terreno material como en el político e
ideológico, pues es un fenómeno multidimensional. (HAINE, 2019)
En los últimos veinte años el mundo ha sido testigo de grandes transformaciones en relación
con una mayor equidad de género en los cargos de elección popular. Esto ha sido
impulsado por campañas locales y globales que muestran que una mayor equidad de
género en la política está vinculada con numerosos resultados positivos para la democracia
y la sociedad en general (Krook, 2009; Krook y True, 2012). Quienes apoyan estas
campañas argumentan que una representación política más equitativa e igualitaria no sólo
es lo justo (las mujeres son el cincuenta por ciento de la población y deberían ocupar la
mitad de las posiciones de poder), sino que también mejora las posibilidades de que los
intereses y preocupaciones de todos los ciudadanas y ciudadanos estén reflejados en las
políticas públicas. Esto, a su vez, promueve una mayor participación ciudadana y una mayor
confianza en las instituciones públicas (Phillips, 1995; Schwindt-Bayer y Mishler, 2005).

21
Estos mensajes han resonado en la gran mayoría de los países del mundo, que han
adoptado numerosas medidas con el propósito elegir a más mujeres, en particular a través
de las cuotas de género (Krook, 2009).
Sin embargo, cada vez es más evidente que las estrategias como las cuotas de género no
nivelan completamente el campo de juego político. Los ambientes políticos "generizados"
en que se adoptan estas leyes, por ejemplo, pueden hacer difícil para las mujeres ser
nominadas como candidatas y ejercer su autoridad una vez que son elegidas (Bjarnegárd,
2013; Krook y Norris, 2014; Puwar, 2004; Walsh, 2011). Las iniciativas como las cuotas
también pueden desencadenar resistencia y reacciones violentas (backlash) contra la
integración política femenina. Estas reacciones van desde actos explícitos de violencia y
acoso, hasta el sexismo en los medios de comunicación y las redes sociales, que están
dirigidas contra las mujeres por ser mujeres y tienen el propósito de forzarlas a retirarse de
la vida política (Krook, 2015; Krook y Restrepo Sanín, 2014). Estas acciones representan
una amenaza muy seria para la democracia puesto que les impiden a las mujeres llevar a
cabo sus campañas políticas o cumplir con las obligaciones de sus cargos. En este sentido,
los procesos electorales son anulados a través de la intimidación y la coerción.

El problema de la "violencia contra las mujeres en política", como estas acciones se


conocen, ha aumentado la preocupación de organizaciones de la sociedad civil
internacionales (OSC) alrededor del mundo (Bardall, 2011; iKnowPolitics, 2007; Inter-
Parliamentary Union, 2014; NDI, 2014; SAP International, 2006; USAID, 2013). Sin
embargo, este fenómeno ha recibido más atención en América Latina, donde numerosos
actores, como mujeres electas, periodistas, académicas, OSC, e incluso tribunales
electorales, han buscado visibilizar este problema. Estas organizaciones buscan combatir
la violencia y el acoso político con numerosas estrategias para proteger los derechos de las
mujeres a la participación y salvaguardar la integridad de los procesos electorales. Como
resultado, cada vez es posible encontrar más evidencia de la violencia contra las mujeres
en política en los países de la región. Al mismo tiempo es posible encontrar numerosas
soluciones, incluidas leyes para criminalizar estas conductas. Estas experiencias
enriquecen las discusiones internacionales puesto que estos debates no se han dado tan
ampliamente en otras regiones. Sin embargo, información de otros países, así como
aportes de diversas disciplinas académicas, también enriquecen el debate en América
Latina, resaltando la ubicuidad de este problema y proporcionando mayor precisión
conceptual a los debates.
En la primera sección presentamos el "estado del arte" de los debates que se han dado en
la región en torno a la "violencia y el acoso político contra mujeres". Rastreamos cómo
activistas en América Latina han definido este concepto de manera inductiva desde sus
experiencias y observaciones. Encontramos que el caso de Bolivia, donde una larga
campaña realizada por activistas y organizaciones de la sociedad civil culminó en una
reforma legal en 2012, ha sido influyente en tres aspectos: nombrando el fenómeno,
resaltando formas de abuso tanto físico como psicológico y desarrollando legislación para
criminalizar estas conductas. En las tres secciones siguientes ponemos estos
descubrimientos en diálogo con los datos globales y la investigación en diversas disciplinas
académicas. El propósito es teorizar mejor la violencia contra las mujeres en política,
entender qué es y, a continuación, qué pasos se pueden tomar para minimizar su impacto.
La conceptualización es fundamental tanto para académicas como para activistas, pues es
una manera de comprender y analizar el mundo de una forma más sistemática, así como

22
para desarrollar soluciones efectivas para problemas políticos apremiantes (Goertz, 2006;
Sartori, 1970).
En la segunda sección usamos literatura de varias disciplinas académicas para diferenciar
la violencia contra las mujeres en política de conceptos similares como la violencia electoral
y política, y la violencia contra las mujeres. También usamos estas investigaciones para
teorizar por qué ocurre y el significado e importancia de sus diversas manifestaciones. En
la tercera sección, incorporamos literatura feminista y no feminista sobre la violencia, para
argumentar en favor de una definición ampliada de la violencia contra las mujeres en
política. Con base en esto, proponemos dos formas de violencia adicionales a las que se
han teorizado: violencia económica y simbólica. También establecemos relaciones entre las
diversas manifestaciones. Usamos ejemplos de todos los tipos de violencia, tomados de
varios países de América Latina para sustentar nuestros argumentos.
En la cuarta sección consideramos las implicaciones teóricas y prácticas de optar por
diferentes definiciones. Proponemos que ampliar el concepto para incluir más dimensiones
es vital para entender la naturaleza de este problema y para diseñar diversas soluciones
que sean efectivas. Este ejercicio revela la amplia resistencia a una incorporación completa
de las mujeres en la política, tanto en América Latina como en el resto del mundo.
Concluimos con una reflexión sobre por qué la violencia contra las mujeres en política debe
ser una preocupación de todos los ciudadanos y de la comunidad académica en general.
En lugar de descartarla como formas "normales" o "tradicionales" de hacer política,
argumentamos que estas acciones deben ser entendidas como un esfuerzo por socavar y
debilitar los derechos civiles y políticos de las mujeres, amenazando perspectivas más
amplias para la inclusión y la democracia, así como el respeto por los derechos humanos
en América Latina y en el resto del mundo.
4.3.6. Debates emergentes en América Latina
La violencia y el acoso político contra las mujeres describe comportamientos dirigidos
específicamente contra las mujeres por ser mujeres con el propósito de que abandonen la
política, presionándolas para que renuncian a ser candidatas o a un cargo político en
particular. En América Latina este concepto apareció primero en Bolivia en el año 2000,
cuando varias concejalas se reunieron un en seminario en la Cámara de Diputados para
discutir reportes en relación con el acoso y la violencia contra las mujeres en municipios
rurales. Diversos eventos que se realizaron a partir de esta reunión jugaron un papel
fundamental en toda la región, para dar nombre a este fenómeno, definir sus límites en
términos del tipo de acciones que constituyen violencia y acoso político, y privilegiar
reformas legales como la estrategia primaria para combatir este fenómeno creciente.
La Asociación de Concejalas de Bolivia (Acobol) ha sido fundamental en este proceso. Poco
tiempo después de su primera reunión, Acobol logró que el Congreso, en el año 2001, se
comprometiera a trabajar en legislación para combatir este problema. Una propuesta fue
presentada finalmente durante la legislatura de 2005-2006 como una iniciativa de la
sociedad civil en conjunto con parlamentarias y organizaciones civiles (iKnowPolitics, 2007,
p. 16). Acobol desarrolló un protocolo para rastrear y reportar los casos, a través de un
sistema estadístico de información. Para el año 2012, esta organización había recolectado
más de cuatro mil demandas de mujeres electas, principalmente en las zonas rurales con
población indígena, dando testimonio del impacto negativo que el acoso y la violencia han
tenido en su trabajo político (Observatorio de Género, 2012, p. 1). La legislación propuesta
fue controvertida. Incluso algunas mujeres indígenas se opusieron a ella argumentando que
la ley era contra los hombres (específicamente sus hijos) (Cabezas Fernández, 2014). La

23
propuesta de ley finalmente fue aprobada por la Asamblea Legislativa en 2012 después del
asesinato de la concejala Juana Quispe.

La reforma resultante, Ley 243 contra el Acoso y la Violencia Política hacia las Mujeres1
refleja el trabajo inductivo de Acobol y otras mujeres políticas y activistas, en lo referente al
nombre y las manifestaciones de este fenómeno. La Ley 243 protege a las mujeres
candidatas, elegidas, nombradas y a aquellas que ejercen funciones políticas, que se
enfrentan a esfuerzos por alejarlas de la toma de decisiones en razón de género. La ley
define "acoso político" como "al acto o conjunto de actos de presión, persecución,
hostigamiento o amenazas" y la "violencia política" como "las acciones, conductas y
agresiones que causen daño físico, psicológico o sexual" que tengan como propósito
reducir, suspender, impedir o restringir el ejercicio de las funciones de su cargo a una mujer
política, o inducirla, en contra de su voluntad, a actuar de una manera particular, o dejar de
hacerlo, en relación con su mandato político. El Artículo 8 enumera una larga lista de
comportamientos que constituyen acoso y violencia contra las mujeres en la política. Es
interesante que, si bien la ley menciona acciones físicas y sexuales, todos los ejemplos
dados caen en la categoría de violencia psicológica, probablemente porque hay menos
consenso respecto a su definición como "violencia".
Las conductas enumeradas en el Artículo 8 incluyen, dados los estereotipos de género,
imponer tareas que no están relacionadas con el cargo,2 dar información errónea o
imprecisa que hace que las mujeres hagan su trabajo de manera inadecuada; evitar que
mujeres electas o nombradas asistan a las sesiones u otras actividades relacionadas con
la toma de decisiones; proveer información falsa o incompleta en relación con la identidad
o el sexo de las o los candidatos, a las autoridades electorales;3 impedir o restringir la
reelección o nominación de una mujer cuando hace bien su trabajo; restringir el derecho de
las mujeres a hablar en las sesiones, comités u otras reuniones que son parte de su trabajo;
restringir o impedir a una mujer asumir el cargo para el que ha sido elegida por los
procedimientos establecidos por las comunidades indígenas o afrobolivianas; imponer
sanciones injustificadas que restringen el ejercicio de los derechos políticos a una mujer;
imponer sanciones económicas ilegales o retener el salario de una mujer; divulgar
información personal y privada para forzar a una mujer a renunciar o para que solicite una
licencia, y obligar a las mujeres electas a firmar documentos o tomar decisiones contra su
voluntad usando la fuerza o intimidándolas.

La ley reconoce que estos actos pueden ser cometidos por una o varias personas,
directamente o a través de terceros, contra mujeres candidatas y servidoras públicas, así
como contra miembros de sus familias. Las violaciones pueden ser denunciadas por la
víctima, sus parientes o por otra persona, de manera escrita u oral. Las penas incluyen dos
a cinco años de prisión por acoso político, tres a ocho años por violencia física o psicológica,
y las sanciones existentes en el código penal en los casos de acoso y violencia sexual.
Factores agravantes que pueden aumentar las penas incluyen a) acciones cometidas en
contra de una mujer embarazada, mayor de 60 años, con educación limitada o
discapacitada; b) acciones cometidas por una persona en una posición de poder dentro de
los partidos políticos, movimiento ciudadano, o un oficial público; si la persona ha cometido
previamente actos de acoso o violencia contra una mujer, y c) acciones cometidas por dos
o más personas. Las oficinas encargadas de hacer cumplir esta ley incluyen el ministerio
de justicia, las autoridades electorales y líderes en diferentes niveles de gobierno.

24
Los debates en Bolivia jugaron un papel fundamental en la discusión de este problema en
la región, incluso antes de que se aprobara esta reforma pionera. En 2007, poco después
de que el proyecto de ley fuera presentado, en la décima Conferencia Regional sobre la
Mujer de América Latina y el Caribe se firmó el Acuerdo de Quito en el que se reconoce
este problema por primera vez en una escala más amplia. Los firmantes acordaron "Adoptar
medidas legislativas y reformas institucionales para prevenir, sancionar y erradicar el acoso
político y administrativo contra las mujeres que acceden a los puestos de decisión por vía
electoral o por designación, tanto en el nivel nacional como local, así como en los partidos
y movimientos políticos".4 Un proyecto financiado por la Agencia Española de Cooperación
Internacional para el Desarrollo, con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) Mujeres, se desarrolló posteriormente en cuatro países: Costa Rica, El Salvador,
Ecuador y Bolivia. El propósito fue enriquecer la discusión teórica en este tema a través de
estudios de caso. El resultado de este trabajo inductivo fue la identificación de conductas
adicionales que constituyen acoso y violencia política contra mujeres. Éstas incluyen no
notificar a una mujer del día, hora y lugar de reuniones políticas; ocultar o no entregar la
correspondencia; negar a una mujer los recursos necesarios para ser una representante
efectiva; así como faltarle al respecto, ridiculizarla o descalificar públicamente las
propuestas hechas por mujeres (Herrera, Arias, y García, 2011).
Recientemente, diputadas y senadoras en varios países de la región han propuesto leyes
en este sentido. En 2011, al mismo tiempo que la propuesta boliviana era considerada, una
ley contra el acoso y la violencia política era presentada en Ecuador por la congresista
Lourdes Tibán Gualá. La propuesta hacía referencia a varios artículos de la constitución,
como el compromiso del Estado de garantizar la equidad real, el derecho de los ciudadanos
a una vida libre de violencia, y los principios de no-discriminación, y enumeraba algunos de
los desafíos que enfrentan las mujeres que consideran lanzar una campaña política. Entre
éstos se encuentran tener menos recursos económicos y la prevalencia de creencias
respecto a los roles tradicionales de género que en conjunto disuaden a las mujeres de
convertirse en candidatas políticas. Aparte de estos elementos, la propuesta era muy similar
a la ley boliviana, usando términos como acoso y violencia, clasificando las acciones en
términos de violencia física y psicológica (pero incluyendo "violencia verbal"), e
introduciendo factores agravantes como el estado de embarazo, la condición de minoría de
las víctimas, o la posición de poder de los victimarios. La propuesta estaba apoyada por
otros nueve miembros del Congreso pero fue archivada al considerar que era muy similar
a una propuesta de reforma del código penal en el que se reconocía el acoso político como
un delito, aunque sin incluir una dimensión de género.
Una propuesta similar tuvo mayor éxito, aunque sólo parcialmente, en México. Allí, la
senadora Lucero Saldaña presentó una ley en este sentido en noviembre de 2012. La ley
mencionaba de manera explícita la ley contra el acoso y la violencia política en Bolivia, y
muchas frases fueron tomadas del texto original. La propuesta mexicana se diferencia sobre
todo porque buscaba modificar legislación existente en lugar de crear nuevas leyes. Este
proyecto modifica la ley que garantiza a las mujeres el derecho a una vida libre de violencia
y el Código Federal Electoral. El lenguaje y los objetivos son, no obstante, los mismos:
criminalizar actos de violencia física, psicológica o sexual perpetrados contra una o más
mujeres con el propósito de impedir su acceso a, o desempeñar, un cargo de representación
política. La propuesta fue aprobada de manera unánime en el Senado en marzo de 2013,
pero no formó parte de la agenda de la Cámara de Diputados. No obstante, el tema persiste
en la agenda política, con varios actos organizados en 2014. En estos eventos han
participado autoridades electorales, el Instituto Nacional de las Mujeres, así como líderes y
representantes de varios partidos políticos. En abril de 2015, en la segunda vuelta de las
elecciones de junio, el Senado emitió una opinión exhortando al Instituto Nacional Electoral

25
y al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) para que respondieran al
incremento en el número de casos de violencia política contra mujeres reportados en los
tribunales electorales locales. El Conapred hizo un llamado a los partidos políticos y
distribuyó una guía para elecciones libres de discriminación.
En otros países de la región también se ha presentado proyectos de ley. En febrero de
2013, la congresista peruana Verónika Fanny Mendoza Frisch introdujo un proyecto de ley
para combatir el acoso político contra las mujeres. Aunque la propuesta es muy similar a la
ley boliviana, la palabra "violencia" no fue incluida. Esta palabra fue omitida, según algunas
fuentes, debido a su asociación con la historia de conflicto armado en Perú. Esta propuesta
fue firmada por otros siete miembros del Congreso y se enfoca en violaciones y amenazas
contra la integridad física, psicológica y sexual de las mujeres políticas y sus familias.
Enumera muchas de las acciones mencionadas previamente, pero incluye
comportamientos como maldecir o insultar, y convocar reuniones a horas inadecuadas para
la seguridad personal, un problema más complejo para las mujeres que para los hombres.
En marzo de 2015 la propuesta fue aprobada en la comisión y fue puesta en la agenda de
la Asamblea Nacional, pero aún no ha sido debatida. El presidente del Jurado Nacional de
Elecciones se sumó a las voces que claman en favor de esta reforma, destacando que en
las elecciones de 2015 al menos 40 por ciento de las candidatas han sido víctima de acoso.

En marzo de 2013, una propuesta presentada por Pilar Porras Zúñiga, diputada
costarricense, buscaba también prevenir y erradicar el acoso o violencia política contra las
mujeres. Esta iniciativa menciona el ejemplo boliviano pero también incluye referencias a
las discusiones en Ecuador. Se centra también en manifestaciones físicas, psicológicas y
verbales de la violencia, pero incluye la violencia verbal como el texto presentado en
Ecuador. Como factores agravantes se incluyen los mismos enumerados en la ley
ecuatoriana, pero sin referencia a las minorías étnicas o la falta de educación. Un elemento
nuevo es la consideración que esta ley le da al impacto de la violencia psicológica, no sólo
lo limita al hecho de que las mujeres renuncien a sus cargos, sino que reconoce que, como
consecuencia del acoso y la violencia, pueden sufrir depresión, aislamiento, baja
autoestima e incluso suicidio. La ley detalla también una penalidad nueva: la persona
condenada por acoso o violencia política perderá su cargo como oficial electo o nombrado
si lo tiene, o perderá el derecho a ser candidato para una oficina pública en el futuro.
Estas leyes son un claro ejemplo de la difusión, al menos en los países de la región, de
iniciativas para criminalizar el acoso y la violencia política contra las mujeres. Al mismo
tiempo, han inspirado un creciente interés en este fenómeno en la academia
latinoamericana. Un análisis de la literatura muestra que la mayor parte de los estudios
sobre este tema se limitan a las definiciones dadas por la ley boliviana, adicionando nuevos
ejemplos, pero manteniéndose dentro del marco de las manifestaciones físicas,
psicológicas y sexuales. Como resultado, la categoría "psicológica", en particular, ha
crecido para incluir una variedad amplísima de comportamientos que, teóricamente, podrían
estar mejor descritos como formas distintivas de violencia. Algunas contribuciones se
mueven en esta dirección al mencionar, aunque no necesariamente con profundidad,
términos como violencia "económica" o "simbólica" (Cerva Cerna, 2014; Lamas y Azuela,
2009; Machicao Barbieri, 2004; Medina Espino, 2013).

Este ejercicio tiene el efecto de reforzar clasificaciones existentes, al mismo que tiempo
estas categorías necesitan ser "estiradas" para acomodar diferentes acciones. En

26
consecuencia, se pierde la oportunidad de usar esta información cualitativa para mejorar
los marcos conceptuales existentes respecto a este fenómeno. Más aún, usar el ejemplo
de la ley boliviana puede llevar, tanto entre académicas como entre activistas, a sobre-
enfatizar las reformas legales como la respuesta primaria contra este fenómeno, ignorando
otras estrategias que pueden usarse, junto con, y en lugar de, las leyes.
Al tiempo que estas discusiones se llevan a cabo en Latinoamérica, activistas en otras
regiones también han identificado un conjunto de acciones, sorprendentemente similares,
que han llamado "violencia contra mujeres en política". Un reporte de la Alianza Asia del
Sur Internacional (SAP, 2006), por ejemplo, habla de acciones realizadas para dificultar,
castigar, o privar a las mujeres del derecho a la participación política. Identifican acciones
físicas como golpear, empujar, acosar sexualmente, violar, secuestrar y asesinar. También
enumeran varios tipos de violencia psicológica como amenazas, acoso, abuso verbal,
coerción, difamación y amenazas contra la familia. De manera sorprendente, este grupo
enmarca la violencia contra las mujeres como un fenómeno específico del sur de Asia, sin
hacer referencia a las tendencias en otras regiones del mundo.
La creciente conciencia sobre la naturaleza global de este problema inspiró a la Red
Internacional de Conocimiento sobre Mujeres en Política (International Knowledge Network
on Women in Politics, iKnowPolitics) a organizar un debate en línea sobre este tema en
2007, para entablar una conversación entre activistas y políticas de varias regiones. Este
ejercicio mostró más ejemplos de violencia contra mujeres políticas, incluyendo violencia
doméstica, acoso mediático, difamación y calumnia, control económico, y la victimización
de familiares y seguidores (iKnowPolitics, 2007). Estas discusiones, como las realizadas en
América Latina, se han dado con pocas referencias a investigaciones académicas en temas
relacionados. Esto no deja claro cómo la violencia contra las mujeres en política es similar
o diferente a conceptos relacionados como la violencia política y electoral, o la violencia
contra las mujeres. Incluir estos trabajos académicos no sólo ayuda a delinear los límites
de este nuevo concepto, sino que también provee importantes reflexiones respecto al
porqué de esta violencia, ampliando el significado de estos actos para las mujeres, la
política y la sociedad en general.
4.3.7. Violencia política y electoral
La violencia política durante elecciones, o violencia electoral, ha sido definida como
"cualquier acto o amenaza, fortuita o deliberada, para intimidar, hacer daño físico,
chantajear, o abusar de un actor político con el propósito de determinar, retrasar o influir un
proceso electoral" (Fischer, 2001, p. 3). Generalmente toma una de dos formas: casos de
conflicto étnico o comunal en los que los incidentes de violencia ocurren o aumentan
alrededor de la temporada electoral, o instancias en que diversos actores usan la violencia
para determinar los resultados electorales a través de acciones como el fraude electoral o
la interferencia en los procesos de inscripción de votantes y candidatos (Höglund, 2009). A
pesar de que tanto hombres como mujeres pueden ser víctimas de violencia electoral, datos
de más de dos mil casos de violencia electoral in seis países entre 2006 y 2010,
proporcionados por la Fundación Internacional de Sistemas Electorales (IFES), revelan
patrones particulares respecto a los tipos de violencia experimentada: los hombres tienen
mayor posibilidad de sufrir violencia física, mientras que las mujeres fueron víctimas de
abuso psicológico o intimidación (Bardall, 2011, p. 13).
"Generizar" definiciones existentes de violencia electoral, reconociendo que mujeres y
hombres sufren experiencias de violencia que son al tiempo similares y distintas no captura,
sin embargo, que candidatas, activistas y votantes son con frecuencia víctimas de violencia
por ser mujeres. Estos ataques pueden ser llevados a cabo en el contexto de las elecciones,

27
pero también pueden ocurrir en los otros tres contextos de violencia contra las mujeres: la
familia, la comunidad y el Estado (USAID, 2013). Bardall (2011) propone "violencia contra
mujeres en elecciones" como un concepto más amplio que incluye prácticas adicionales a
las normalmente reconocidas dentro de la violencia electoral, coincidiendo, pero también
ampliando este concepto en nuevas direcciones. Ella argumenta que esta violencia incluye
intimidación social o familiar en espacios privados, discursos sexistas, acoso para intimidar
a candidatas y activistas mujeres, así como ataques verbales hacia mujeres políticas para
disminuir su credibilidad y cuestionar sus capacidades para la política por el hecho de ser
mujeres.
La violencia en un sentido general se trata de acciones, conductas u omisiones que buscan
afectar o dañar a un individuo o grupo social. La violencia política en particular es aquella
que interfiere en el ejercicio de los derechos políticos de las personas y tiene como objetivo
evitar o alterar su libre participación en la toma de decisiones públicas. Entre todos los
sectores víctimas de violencia política en México destaca la población femenina, pues a
pesar de todos los mecanismos diseñados para defender su participación, las mujeres
siguen encontrando enormes obstáculos para ejercer sus derechos político-electorales. En
un contexto democrático las decisiones se toman de acuerdo al bien común y a los mejores
argumentos expuestos por cada una de las partes. Así, el respeto a los derechos políticos
—aquellos que garantizan la libre participación política de todos los ciudadanos— es una
condición básica para que estas decisiones sean consideradas legítimas. De esta manera
todo acto que atente contra estos derechos deber ser considerado un acto de violencia
política. La violencia política afecta gravemente a los procesos democráticos pues restringe
la libre expresión de ideas, la participación y el derecho de los ciudadanos de hacerse
presentes en el espacio público. En consecuencia, la violencia también afecta a la
democracia en sí misma pues no es posible que ésta funcione correctamente si la libre
participación es violentada. Debido a su prevalencia, es importante advertir que la violencia
política en México tiene un sesgo contra las mujeres. Solo de 2012 a 2016 la Fiscalía
Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) reportó 156 casos de
violencia política en su contra, en su mayoría servidoras públicas. También son comunes
agravios a otros niveles que pueden pasar inadvertidos, pues no se registran, por ejemplo:
el condicionamiento de programas sociales y la coacción del voto a escala individual. Es
imperativo rechazar la violencia política en cualquiera de sus manifestaciones, ya sea física
o verbal. Los ciudadanos deben tener la certeza de que estos actos no serán tolerados por
las autoridades electorales; las instituciones deben actuar con estricto apego a la ley para
prevenirlos y evitarlos. En el caso de la violencia política es necesario aplicar la ley en primer
lugar, y luego ser elementos activos para evitar normalizar estos comportamientos. Incluso
hay que tomar en cuenta que el Código Electoral vigente en CdMx establece en su artículo
114 que la acreditación de la existencia de violencia política o violencia política de género
es causa de nulidad de una elección. ¿No es tiempo ya de reflexionar, cambiar el rumbo de
las cosas, minimizar la violencia y hacer nuestro entorno más seguro, más amable y más
feliz? Y no me refiero solo al gobierno y a las instituciones electorales, me refiero a cada
uno de nosotros. La violencia política se puede acabar, pero debe terminar primero en cada
uno de nosotros para que se note también en la vida pública. Flor de loto: El miedo es el
origen de toda forma de violencia. (HERNANDEZ, 2017)
4.4. RESISTENCIA PASIVA Y DESOVEDIENCIA CIVIL
Fenomeno político de envergadura cuando un numero considerable de ciudadanos acuden
a ella como medida de protesta contra ciertas decisiones del poder político. (ANDRADE,
1990) “La desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad. Los obedientes deben

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ser esclavos.” – Henry David ThoreauV“La desobediencia es el verdadero fundamento de
la libertad. Los obedientes deben ser esclavos.” – Henry David Thoreau.
Vivimos en una sociedad moderna, mediatizada y tecnologizada, en donde la mayoría de
los países vive en democracia. Por lo tanto, hablar de marchas o protestas de sus
ciudadanos es algo común, debido a la (supuesta) posibilidad de libre expresión y ausencia
de opresión. Por la educación, por la salud, por derechos laborales, por políticas exteriores,
guerras y/o por el medioambiente, entre otros temas, la ciudadanía se ha convocado para
manifestar rechazo frente a situaciones que les parecen injustas, dejándole claro al Estado
y a los grandes grupos de poder que tienen una fuerte voz a la hora de plantear cómo
deberían ser las cosas.
Casos de éxitos hay muchos, en donde las manifestaciones han logrado su cometido.
Casos de fracaso también, cuando de todas formas se aprobaron leyes o proyectos que
muchos consideraban injustos. Sea cual sea el resultado, las marchas, protestas y
movimientos ciudadanos son parte de nuestra historia.
Y la idea en la mayoría de los casos ha sido actuar de manera no violenta. Son marchas
convocadas con una intención pacífica, y aunque muchas de ellas han terminado con
detenidos y actos vandálicos que se escapan a la noción original. Pero, ¿cuándo nace esta
manera de actuar de la ciudadanía? Es cierto que en Latinoamérica en la década de los
setenta y ochenta, en varios países hubo dictaduras que impidieron que las personas se
manifestaran libremente. Sin embargo, sabemos de enormes movimientos ciudadanos que
han marcado décadas pasadas, y que han dado un giro a la historia.
Eran finales del siglo XIX, específicamente 1848, cuando se publicó un libro que cambiaría
la mirada sobre cómo un ciudadano podía enfrentarse a su entorno político y social. Se
trata de “Desobediencia civil”, del poeta y ensayista norteamericano Henry David Thoreau,
donde explicó los principios básicos de esta desobediencia civil que él mismo puso en
práctica dos años antes. En el verano de 1846, Henry se negó a pagar sus impuestos, por
lo que fue detenido y encerrado en prisión.
Él se justificó explicando que se negaba a colaborar con un Estado que mantenía el régimen
de esclavitud y emprendía guerras injustificadas, en aquel caso, contra México.
Cabe destacar que las ideas e intenciones de Thoreau, que era considerado una persona
excéntrica de gran ingenio, iban más allá del egoísmo individualista, ya que cuestionaba la
conformidad del gobierno para cobrar impuestos que financiaban una guerra injusta.

Este acto fue sólo el principio de una “filosofía” que muchos luego seguirían como una fuerte
ideología. Esto, ya que Henry fue un acérrimo crítico de la sociedad civil norteamericana y
del naciente capitalismo, e invitaba a los ciudadanos a practicar la protesta legítima no
violenta, haciéndose algunas preguntas básicas como: ante la presencia de leyes injustas
¿debemos obedecerlas? ¿O debemos hacer un esfuerzo por modificarlas?
Es así como su obra más conocida tiene una repercusión tan grande, que llegó a ser
inspiración directa personajes de la historia contemporánea emblemáticos. Por ejemplo, de
Mahatma Gandhi. Aunque aprendió de su madre el respeto por los seres vivos, las virtudes
del vegetarianismo y la tolerancia hacia diferentes formas de pensar (inclusive hacia otros
credos y religiones), este reconocido abogado, político y pensador indio tuvo la obra
Desobediencia Civil como libro de cabecera. (VERGARA, 2017)

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Gandhi es conocido por su inmensa obra pacifista e independista en la India, porque
promovió manifestaciones no violentas y huelgas de hambre para obtener del imperio
británico autonomía como país. Y aunque muchos de sus compatriotas propusieron una
guerra abierta, Gandhi siempre insistió en el camino de la no violencia, defendiendo que
“cuando un hombre entiende que obedecer leyes injustas va contra su dignidad como ser
humano, ninguna tiranía puede dominarle.”
También influyó en Martin Luther King y en su lucha no violenta contra la discriminación a
la población negra en EEUU. “El objetivo es crear una situación de crisis generalizada que
abra inevitablemente la puerta a las negociaciones”. Así pudo resumir Luther King su acción
sociopolítica: encarar pacíficamente con una movilización que pueda desestabilizar el
panorama hasta llegar a un punto de ebullición, pero sin permitirle estallar, gracias al
liderazgo y a las convicciones compartidas.
Esta era una de las principales diferencias entre la no violencia de King y la violencia
proactiva de su contemporáneo Malcolm X. Mientras el último no dudaba en acudir a la
defensa propia para lograr sus cometidos, King (pastor bautista) llevó los principios de
Gandhi hasta cada rincón del sur de EEUU. (Fuente: Lupaprotestante.com)
4.5. MANIFESTACIÓN PUBLICA VIOLENTA
Esta forma constituye la primera forma de expresión que realmente puede ser catalogada
como de violencia po9litica, aunque en muchos casos suele estar precedida por otras
formas de expresión de resistencia a las autoridades que no ha llegado tener una dimensión
en la que aparezca la fuerza física como elemento […] caracterizada por los actos de
destrucción o ataque contra los bienes o personas en forma tumultuaria, como
procedimiento para reivindicar conquistas validas para el grupo. (ANDRADE, 1990)
Un rasgo definitorio de las sociedades democráticas está dado por el modo en que
resuelven los conflictos que se derivan del ejercicio simultáneo de derechos que pueden
colisionar entre sí. El respeto a todos ellos en el marco de su adecuada jerarquización es
un desafío permanente, pero especialmente urgente para aquellos países que, como el
nuestro, han retomado el cauce democrático después de una larga pausa autoritaria. Ello
es especialmente relevante cuando se trata de derechos asociados al ejercicio de la
manifestación de reivindicaciones políticas o sociales por parte de sectores de la ciudadanía
que, por su particular exclusión del debate político público, requieren de espacios distintos
a los tradicionales para requerir al Estado la realización de ciertos derechos. Por lo mismo,
los Estados deben ser especialmente cuidadosos a la hora de desarrollar legislaciones que
puedan llegar afectar el derecho a la manifestación pública.
En ese marco se considera que debe analizarse con particular atención desde la
perspectiva de derechos humanos que compete a esta institución el proyecto de ley “que
fortalece el resguardo del orden público”1 presentado por el Poder Ejecutivo. En efecto, el
27 de septiembre de 2011, el Presidente de la República envió al Congreso Nacional dicho
proyecto de ley que consta de cuatro artículos, cada uno con modificaciones a diferentes
cuerpos legales. Respecto de las motivaciones del proyecto, destacan las que aparecen
para la nueva tipificación del delito de desórdenes públicos. Según el Mensaje Presidencial,
ella responde al contexto de manifestaciones estudiantiles que se han desarrollado durante
el año y a que “la redacción del artículo 269 del Código Penal no responde a los fenómenos
sociales ni a los de desórdenes públicos que enfrentamos” dado qué “… los últimos
acontecimientos en nuestro país, han demostrado que el derecho a manifestarse
pacíficamente se ha visto limitado y restringido debido a la acción de personas ajenas a las
causas que ellas expresan, las que actúan violentamente”. (CHILE, 2012)

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4.6. REPRESION MODERADA
Asi como la manifestación publica violenta constituye una primera forma de violencia
política, la correspondiente reacción por parte del Estado se situa en el mismo ámbito,
auqneu siempre bajo la pretensión de la restauración del orden pùblcio como un valor
legitimo y cuya preservación corresponde precisamente a la autoridad. La represión
moderada se caracteriza por el empleo de fuerzas policiacas que se enfrentan a los
manifestantes violentos, pero emplenado técnicas en las que se procura no causar a estos
ningún daño permanente. Puede consistir simplemente en rodear a los manifestantes, o en
el uso de elementos que no produzcan lesiones graves como gases mogenos o agua a
presión. (ANDRADE, 1990)
4.7. REPRESION CRUENTA
Esta es una forma de reqacciòn gubernamental a las manifestaciones publicas violentas,
generalmente realizada mediante las fuerzas policías auqnue en ocasiones se puede hacer
intervenir al ejercito. Se caracteriza por la desproporcion de las fuerzas empeleadas y por
los instrumentos represivos contra los manifestantes. (ANDRADE, 1990)
4.8. DISTURBIOS GENERALIZADOS
Mientras una manifestación publica violenta puede presentarse de manera aislada y con
motivo de una cuestión especifica que induce a los que intervienen en ella a protestar, los
disturbios generalizados constituyen formas de insurreccion popular urbana en los que
grupos numerosos de la población realizan actividades violentas de destrucción de bienes
o ataques a personas. (ANDRADE, 1990)
4.9. DELITO POLITICO
Esta es una forma de manifestarse en contra del orden establecido, violando normas
jurídicas peron en nombre de una causa política, puede presentar distintos grados, desde
la simple incitación al desorden publico hasta la toma de edificios o el secuestro de
personas, reclamando a cambio algunas reivindicaciones de orden político como pueden
ser la publicación de un manifiesto de la liberación de compañeros de causa que se
encuentren encarcelados.
4.9.1. Persecución política
En democracia no puede existir persecución política, pero en los regímenes dictatoriales
del socialismo del siglo XXI se trata de una práctica fundamental en el ejercicio y para la
permanencia indefinida en el gobierno. La ausencia de “división e independencia de los
órganos del poder público” y la eliminación del “Estado de derecho”, son el marco para la
sistemática violación de los derechos humanos de ciudadanos cuya condena está
previamente señalada. La persecución política destroza la organización democrática para
reemplazarla por el miedo como mecanismo de control social y no afecta solamente al
perseguido, es un problema de toda la sociedad.
La persecución en los regímenes no democráticos tiene la acepción de presionar, “molestar,
conseguir que alguien sufra o padezca procurando hacerle el mayor daño posible”, pues se
trata de causar molestia de manera continua, acosándolo. La persecución política está
constituida por un “conjunto de acciones represivas o maltratos persistentes, realizadas por
un gobierno sobre un individuo o grupo del cual se diferencia por la manera de pensar o por
determinadas características políticas o de otro tipo”. La viuda del asesinado líder cubano
Osvaldo Payá, enseña que “la persecución política es la consecuencia directa de la

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discriminación política que sufren todas las personas que tiene el valor disentir del poder
político establecido por la fuerza bruta, la trampa o por ambos…” (SANCHEZ, 2016)

4.9.2. Linchamiento Político


No se trata de defender "como sea y al costo que sea" al gobernador por algo que es
indefendible, como lo es haber incurrido en delitos electorales, algo que está jurídicamente
demostrado. De una defensa así, seguramente se ocupan sus abogados. Pero tampoco se
trata de que, "como sea y al costo que sea", El Bronco tenga que ser destituido por el
Congreso, solo porque, además de que el repudio generalizado en su contra él mismo se
lo ha ganado, con fines electorales, desde el Congreso se atiza el fuego para su
linchamiento político. De lo que se trata es de defender el Estado Democrático
Constitucional de Derecho. No al gobernador; tampoco a quienes afilan los cuchillos largos.
Indudablemente, solo en este modelo de estado es posible que florezca la razón, para que
el poder no se pudra y solo sirva a los intereses de la mayoría. En Nuevo León sigue vigente
el artículo 106 de la Constitución local que dice: "El gobernador del estado solo podrá ser
acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común durante el ejercicio de su
cargo". Y, como es sabido, la relación entre una norma de jerarquía superior y otra inferior,
como lo es una norma constitucional y una de cualquier ley, es una relación de
determinación y obligación; la norma de jerarquía superior determina y obliga el sentido de
la inferior. ¿Cómo la ven? Para qué buscar tres pies al gato si sabemos que tiene cuatro. A
los congresistas les sucede lo mismo que al hombre necio descrito por Sor Juana Inés:
"¿Qué humor puede ser más raro/ que el que, falto de consejo, /él mismo empaña el espejo/
y siente que no está claro?". Si han sido los legisladores quienes por medio de prácticas
corruptas crean leyes desdentadas; si desde los 90 del siglo XX se la han pasado diciendo
que el gobernador ya no va a ser inmune, y el 106 sigue inamovible, ¿cómo ahora quieren
que los tribunales hagan justicia si no les proporcionan leyes bien hechas? (VASQUEZ,
2019)
4.9.3. TERRORISMO
Constituye una forma de violencia expresada en la realización de delitos políticos que
producen serios daños ya sea a instalaciones materiales o a personas. Se caracteriza por
la crueldad y su manera indiscriminada de aplicarlo.
4.9.4. TERRORISMO DE ESTADO
Constituye un forma particular de terrorismo, que se distingue por ser patrocinada por las
propias autoridades de un Estado particularmente contra grupos opositores, ya sea en el
interior del mismo o fuera de el o bien, atacando blancos que están bajo la jurisdicción de
un gobierno extranjero pero sin que medie declaración de guerra alguna normalmente
mediante incursiones sorpresivas.
4.10. GUERRILLA
Esta es una forma de violencia con un cierto grado de organización y permanencia que se
manifiesta por la actuación de grupos instruidos con técnicas militares y que realizan
ataques màs o menos frecuentes contra tropas del gobierno o contra lugares estratégicos
para la prestación de servicios públicos.
4.11. CONTRAINSURGENCIA

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Es la forma de respuesta violenta por parte de la autoridad establecida, en contra de la
guerrilla. Suele manifestarse a través de diversas acciones que tienden en primera instancia
a localizar los focos guerrilleros y destruirlos mediante acciones armadas.
4.12. GENOCIDIO
La Organización de Naciones Unidas lo define como la negación del derecho a la existencia
de grupos humanos enteros. Como forma de acción antiguerrillera es extremadamente
cruel, consiste en la eliminación física de la población de toda una área dentro de la cual se
realiza una actividad guerrillera.
4.13. GUERRA CIVIL
Constituye una forma generalizada de enfrentamiento en el interior del país. Supone la
existencia de un considerable fortalecimiento militar de la insurrección, de manera que los
combates se traban en condiciones relativamente igualitarias.

4.14. GUERRA
Esta es la manifestación de violencia política por excelencia que se presenta entre dos o
más entidade3s políticas autónomas, cuyos conflictos desembocan en un enfrentamiento
armado mediante el empleo de sus ejércitos regulares.

4.15. TEORIA DE LA REVOLUCIÓN


Revolución es el cambio político violento en sentido intempestivo y cruento, inesperado,
rápido, no sujeto a las normas establecidas, es un termino moderno dentro de la ciencia
político , proviene de la palabra revolveré en el sentido de volver a un mismo lugar, en
sentido etimológico implica un movimiento circular cerrado como el que realizan los cuerpos
celestes.

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