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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ANTIGUA Y MEDIEVAL

Máster en Filosofía Teórica y Práctica

TEXTOS DE FILOSOFÍA

Tomás de Aquino (textos seleccionados en Eudaldo Forment, Sto


Tomás de Aquino. Su vida, su obra y su época, BAC, 2009)

1. En todas las criaturas hay alguna semejanza de Dios, sólo en la


criatura racional se encuentra la semejanza de Dios como
imagen […] ésta representa en semejanza específica, mientras
que el vestigio representa como efecto, que imita su causa sin
llegar a la semejanza específica. (Summa Theologica I, q.93 a.6
in c.) (Forment, p. 7)

2. Aunque en todas las criaturas hay alguna semejanza de Dios,


sólo en la criatura racional se encuentra la semejanza de Dios
como imagen, y en las demás se encuentra sólo como vestigio.
Pero la criatura racional es superior a las otras por el
entendimiento o mente. De ahí que ni en ella se encuentra la
imagen de Dios sino en cuanto a la mente. En las demás partes
de la criatura racional se encuentra la semejanza de vestigio,
como en las demás cosas a las cuales se asemeja por ellas.
(Ibid., a.6 in c) (Forment, p. 8)

3. Vivir templadamente, prescindiendo de deleites y de manera


perseverante, no apartándose del bien por el trabajo duro y los
pesares, no es algo deleitable para muchos hombres.
Especialmente, no lo es para los jóvenes, que son propensos a
los deleites. Por tanto, es preciso que la educación de los niños
y sus descubrimientos, es decir, las vías de acción que los
hombres descubren, estén regulados por buenas leyes, por las
cuales los jóvenes sean impelidos a acostumbrarse al bien. Una
vez que se hayan habituado al bien, éste ya no será penoso,
sino más bien deleitable. (In decem libros Ethicorum Aristotelis
ad Nicomachum expositio X, 14) (Forment, p. 16)

4. Ciertamente que en esta vida no podemos conocer la esencia


de Dios tal cual es, pero lo conocemos en la medida en que
está representada en las perfecciones de las criaturas, y en
esta medida la significan los nombres que le aplicamos.
(Summa Theologica I q.13, a.2 ad 3) (Forment, p. 46)

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5. El entendimiento humano apetece y ama y sobremanera se
deleita en el conocimiento de lo divino, por menguado que sea,
mucho más que con el conocimiento perfecto que tiene de las
cosas. (Summa contra los gentiles III 25) (Forment, p. 46)

6. El poder espiritual y el poder secular derivan, uno y otro, del


poder divino; por ello, el poder secular no está subordinado al
poder espiritual más que en la medida que ha sido sometido
por Dios, es decir, en lo que atañe a la salvación de las almas;
en este dominio, hay que obedecer antes al poder espiritual
que al secular. Pero en lo que concierne al bien político, es
mejor obedecer al poder secular antes que al espiritual, tal y
como se dice en Mateo 22, 21: “Dad al César lo que es del
César”. A menos que el poder secular esté unido al poder
espiritual, como se produce en el caso del Papa. (Scriptum
super quatuor libros Sententiarum Magistri Petri Lombardi d.44
exp. Textus, ad 4) (Forment, p. 80)

7. Hay infieles que nunca han recibido la fe, como los gentiles y
los judíos. Estos no deben ser obligados de ninguna forma a
creer, porque el acto de creer es propio de la voluntad. Deben
ser, sin embargo, forzados por los fieles, si tienen poder para
ello, a no impedir la fe con blasfemias, incitaciones torcidas o
persecución manifiesta. Por esta razón, los cristianos suscitan
con frecuencia la guerra contra los infieles, no para obligarles a
aceptar la fe, pues si los vencen y hacen cautivos los dejan en
su libertad de creer o no creer, sino forzarlos a no impedir la fe
de Cristo. (Summa Theologica II-II q.10 a.8 in c) (Forment, p.
87)

8. Hay, en cambio, infieles que han recibido alguna vez la fe y la


profesan, como los herejes y los apóstatas. Estos deben ser,
aun por la fuerza física, compelidos a cumplir lo que han
prometido y mantener lo que una vez han aceptado. (Ibid.)
(Forment, p. 88)

9. El régimen humano proviene del divino y debe imitarle. Dios,


aunque omnipotente y sumamente bueno, permite que sucedan
males en el universo, pudiéndolos impedir, para que no sean
impedidos mayores bienes o para evitar males peores. De igual
suerte, los que en el régimen humano razonablemente toleran
algunos males para que no sean impedidos otros bienes o para
evitar peores males […] Por consiguiente, aunque los infieles
pequen en sus ritos, pueden ser tolerados, ya por algún bien
que puede provenir de ello o para evitar algún mal. (De regno
seu de regimine principium ad Regem Cypari, lib. II c.4)
(Forment, p. 88).

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10. Por el hecho de que los judíos observen sus ritos, en los
que antiguamente se prefiguraba la verdad de la fe que
poseemos, proviene la ventaja de hallar en nuestros enemigos
un testimonio de nuestra fe, pues que se representa como en
figura lo que nosotros creemos. (Ibid.)

11. Es lícito matar al malhechor en cuanto se ordena a la


salud de toda la sociedad, y, por lo tanto, corresponde sólo a
aquel a quien esté confiado el cuidado de su conservación,
como al médico compete amputar el miembro podrido cuando
le fuera encomendada la salud de todo el cuerpo. Y el cuidado
del bien común está confiado a los príncipes, que tienen pública
autoridad, y, por consiguiente, solamente a éstos es lícito
matar a los malhechores: no lo es a las personas particulares.
(Summa Theologica II-II q.64 a.3 in c) (Forment, p. 101)

12. Del acto de la persona que se defiende a sí misma pueden


seguirse dos efectos: uno, la conservación de la propia vida, y
otro, la muerte del agresor. Tal acto, en cuanto por él se
intenta la conservación de la propia vida nada tiene de ilícito,
puesto que es natural a todo ser el conservar su existencia todo
cuanto pueda. (Ibid., q.64 a.7 in c) (Forment, p. 104)

13. La necesidad que proviene de la coacción hace el acto


involuntario y excluye la razón de laudable y meritorio. Pero la
necesidad que nace de la obediencia no es de coacción, sino
completamente libre, en cuanto que el hombre libremente
quiere obedecer, aunque a veces no quiere precisamente
aquello que se le demanda. Por consiguiente, puesto que el
hombre se somete por amor de Dios, mediante el voto de
obediencia, a la necesidad de hacer cosas que por sí mismas no
le agradan, todo lo que hace es más agradable a Dios, aunque
sea menos excelente. Y es que nada mejor puede el hombre
ofrecer a Dios que el sometimiento de la propia voluntad a otro
por amor a Dios. (Ibid., q.186 a.5 ad 5) (Forment, p. 133)

14. Es lógico que quien se levante contra el orden


establecido, reciba del mismo orden o del que lo preside o
mantiene, su castigo merecido. El pecado es un acto
desordenado, y quien peca obra contra un orden. Debe ser, por
tanto, abatido. Ese abatimiento o castigo es la pena. (Ibid., I-II
q.87 a.1 in c) (Forment, p. 164)

15. La curiosidad no tiene por objeto directamente el


conocimiento, sino el deseo de conocer; y no debemos juzgar
igualmente del conocimiento y del deseo de conocer. El
conocimiento de la verdad, en sí mismo, es bueno, puede ser
malo circunstancialmente, por razón de las consecuencias que

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de él deriven; por ejemplo […] debido a que se hace de la
ciencia un medio para pecar. (Ibid., II-II q.166 a.2 ad 3)
(Forment, p. 196)

16. Se debe escoger un mal menor para evitar un mal mayor,


como el médico amputa un brazo para que no enferme todo el
cuerpo. Ahora bien, hacer creer a uno algo falso es un mal
menor que el homicidio. Luego es lícita la mentira para evitar
que alguien cometa un homicidio y para salvar al otro de la
muerte. (Ibid., q.110 a.3 ob 4) (Forment, p. 222)

17. Lo que la Escritura cuenta del paraíso, lo hace como


narración histórica. Aquellas cosas que la Escritura nos
transmite de esta forma, hay que admitir un fundamento
histórico real, al que se le pueden añadir comentarios
espirituales. (Ibid., I q.102 a.1 in c) (Forment, p. 224)

18. Si de dos contrarios suponemos que uno sea infinito, este


anula totalmente a su opuesto. Ahora bien, el nombre o
término “Dios” significa precisamente un bien infinito. Si, pues,
hubiese Dios, no habría mal alguno. Pero hallamos que en el
mundo hay mal. Luego Dios no existe. (Ibid., q.2 a.3 ob 1)
(Forment, p. 348)

19. Algunos, al ver sucederse los males en el mundo,


negaban la existencia de Dios. Así Boecio, en el libro I de La
consolación de la filosofía, cita a cierto filósofo que preguntaba:
“Si Dios existe, ¿de dónde el mal?” Más bien debería argüir al
revés: “Si el mal existe, Dios existe”, pues el mal no se daría si
desapareciera el orden del bien, cuya privación es el mal; y tal
orden no se daría si Dios no existiera. (Summa contra los
gentiles III 71) (Forment, p. 348)

20. Como la perfección del universo exige que haya en él no


sólo entes incorruptibles, sino también entes corruptibles, de
igual modo exige que haya entes que pueden fallar en su
bondad, de lo cual se sigue naturalmente que fallen de hecho
algunas veces. En esto consiste precisamente la razón del mal.
A saber, en que alguna cosa decaiga de su bondad. (Summa
Theologica I q.48 a.2 in c) (Forment, p. 349)

21. Aquellos bienes que son comunes a toda una multitud se


distribuyen a cada uno de los miembros de la comunidad según
el parecer de quien la rige. Por consiguiente, así como uno
obtendría la remisión de una pena si otro satisficiese por él, así
también obtendrá si quien tiene potestad para ello le aplica la
satisfacción de otro. (Ibid., Supl. Q.25 a.1 in c) (Forment, p.
365)

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22. El modo de existencia de una cosa se determina por lo
que le atañe esencialmente, no por lo accidental. Por ejemplo,
si el cuerpo se ve, es por razón de la blancura, no porque es
dulce, aunque el cuerpo blanco sea dulce. Y si la dulzura afecta
a la vista, es en cuanto blanca, no en cuanto dulce. En el
sacramento, por la virtud sacramental está sólo la sustancia del
cuerpo de Cristo. Si está presente también su cantidad
dimensiva, esto sucede accidentalmente, por concomitancia, y
estará no según el modo propio de la cantidad, a saber, toda en
el todo y cada parte en cada parte. Sino según el modo de la
sustancia, que está toda en el todo y toda en cada parte.
(Summa Theologica III q.76 a.4 ob 2) (Forment, p. 393)

23. Como escribe San Juan Damasceno (Exposición exacta de


la fe ortodoxa, II, c.12), el hombre se dice hecho a imagen de
Dios, en cuanto que la imagen significa “un ser intelectual, con
libre albedrío y potestad propia”. Por esto, después de haber
tratado del ejemplar, a saber, de Dios y de las cosas que el
poder divino produjo según su voluntad, resta que estudiemos
su imagen, que es el hombre en cuanto es principio de sus
obras por estar dotado de libre albedrío y dominio sobre sus
actos. (Summa Theologica I-II pról.) (Forment, p. 437)

24. La doctrina sagrada es ciencia. Pero adviértase que hay


dos géneros de ciencias. Unas que se basan en principios
conocidos por la luz natural del entendimiento, como la
aritmética, la geometría y otras análogas; y otras que se
apoyan en principios demostrados por otra ciencia superior,
como la perspectiva, que se basa en principios tomados de la
geometría, y la música en los demostrados por la aritmética; y
de este modo es ciencia la doctrina sagrada, ya que procede de
principios conocidos por la luz de otra ciencia superior, cual es
la ciencia de Dios y de los bienaventurados. Por consiguiente, lo
mismo que la música acepta los principios que le suministra el
aritmético, así también la doctrina sagrada cree los principios
que Dios le ha revelado. (Summa Theologica I q.1 a.2 in c)
(Forment, p. 478)

25. El creer depende, ciertamente, de la voluntad del


hombre; pero es necesario que la voluntad humana sea
preparada por Dios mediante la gracia para que pueda ser
elevada sobre la naturaleza. (Summa Theologica II-II q.6 a.1
ad 3) (Forment, p. 479)

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26. Para entender este razonamiento se debe observar que la
causa eficiente que obra con movimiento, por necesidad
precede temporalmente a su efecto; porque el efecto no existe
hasta el término de la acción, de la cual necesariamente es
principio el agente. Pero, si la acción es instantánea y no
sucesiva, no es necesario que el agente preceda en duración a
aquello que hace, como lo vemos en la iluminación. Por lo cual
dicen que no es necesario que Dios preceda al mundo en
duración aunque sea causa activa del mismo; porque la
creación, mediante la cual produjo Dios el mundo, no es una
mutación sucesiva. (Summa Theologica I q.46 a.2 ad 1)
(Forment, p. 489)

27. Hace ya algún tiempo que se ha extendido como mancha


de aceite entre muchos un error acerca del entendimiento,
originado en algunas afirmaciones de Averroes (De Anima, III,
com. 4-5), el cual se empeña en sostener que el entendimiento
que Aristóteles designa como posible y él, en cambio, con
término impropio, llama material, es una sustancia cuyo ser
está separado del cuerpo, y, en modo alguno, resulta unida a
este como forma; afirma además que este entendimiento
posible es único para todos los hombres. (De unitate intellectus
contra averroistas proem. 1) (Forment, p. 490)

28. Según Aristóteles, en el libro III Sobre el alma, que es lo


mismo el entendimiento y lo entendido, y que lo entendido es
universal. Además lo que es entendido es idéntico en todos.
Luego el entendimiento posible es uno en todos los hombres.
(Quaestiones disputae De anima, q.1 a.3 ob 7) (Forment, p.
491)

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