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Reparar por todos los latigazos que recibe mi Cuerpo Eucarístico, por todos los
maltratos a mi Divinísimo Corazón
En un Rosario.
1.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad les digo, pidan y obtendrán, busquen y
encontrarán, llamen y se les abrirá. He ahí Señor, que confiando en tu Palabra divina,
yo llamo, yo busco, yo pido la gracia: Cuida Señor a Sahid Alexis Lopez Ruiz, donde
este, como este, abraza le para que sanes su cuerpo, su alma.
2.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: "En verdad les digo, pasarán los cielos y la tierra pero
mis palabras jamás pasarán". He ahí Señor, que basándome en la infalibilidad de tus
santas palabras yo pido la gracia: Piedad y misericordia Señor, para que su familia y
todos los que le amamos que le volvamos a ver.
3.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad os digo, todo aquello que pidan a mi Padre
en mi Nombre, El se los concederá”. He ahí Señor, que al eterno Padre en tu Nombre
yo pido la gracia: Señor mio, solo tu tienes el poder de abrir sus caminos, guiar sus
pasos, protegido por un ejercito de ángeles.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, el cual es imposible no sentir compasión por los
infelices, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que
pedimos en nombre del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre.
San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te
salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros, esos
tus ojos misericordiosos. Y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, OH piadosa, OH dulce Virgen María! Ruega
por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Rosario:
En las cuentas grandes:
Oh Sacratísimo, Divino y Adorado Corazón de Jesús, a
vos me doy y consagro todo y sin reserva.
En las cuentas pequeñas:
V/ Divino Corazón de Jesús fuente Inagotable
de Amor y de bondad.
R/ Sed nuestro refugio y nuestro amparo,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Al final de la coronilla, repetir 3 veces:
Divino Corazón de Jesús, tened piedad de nosotros.
Amén.
Jesús dice:
Hijo mío: hay tanta agonía en mi Divino Corazón porque
sufro los dolores místicos de mi Sagrada Pasión. El
Sagrario, que es mi mansión de amor en la tierra, ha
dejado de ser muchas veces mi dulce morada, morada que
se ha transformado en un segundo Getsemaní porque
desde aquí padezco la misma tristeza e igual soledad de
aquella noche lúgubre en que me preparaba para ser
aprehendido como a un criminal. Aquí mi Sagrada cabeza
es coronada de espinas por la distracción y los malos
pensamientos con que algunas almas vienen a adorarme.
Aquí, mis manos y mis pies son perforados con grandes
clavos cuadrados por la crueldad con que soy tratado por
algunos de mis ministros y laicos de mi Iglesia.
Aquí, mi Cuerpo santísimo es flagelado porque muchas
almas me reciben indignamente, almas que beben y
comen su propia condenación.
Aquí, soy crucificado por aquellas almas que hacen de la
fe un negocio, almas que comercializan con los bienes
espirituales para sacar el máximo provecho.
Aquí, mi Sacratísimo Corazón se consume en una sed
devoradora de almas. Almas de corazón acartonado que
muy pocas veces piensan en Mí. Almas que llegan a Mí
buscando al Dios furtivo, Dios que las libra de sus apuros,
y prontamente vuelven a las cosas del mundo y se olvidan
de que Yo existo.
Aquí soy abofeteado por la irreverencia de algunas almas,
almas que me arrinconan como si fuese un objeto
inservible, objeto de poco valor.
Aquí soy insultado, menospreciado, degradado por
muchas almas que se enojan conmigo cuando me piden
algún favor y Yo no se los concedo porque sería
perjudicial para su salvación o porque no estaban en los
planes divinos.
Aquí muchas veces mi Sangre preciosa se pierde porque
no encuentro almas que vengan a adorarla o a recogerla.
Aquí, muy pocas Verónicas limpian mi Sagrado Rostro
empolvado y ensangrentado por los pecados de los
hombres.
Aquí, encuentro muchos políticos como Pilatos o
Herodes, políticos corruptos que se deshacen de Mí con
tal de ser reconocidos y aplaudidos por una sociedad
infame.
Aquí difícilmente hallo Cirineos, almas que libremente
carguen con mi cruz, cruz que lacera mis sagrados
hombros produciéndome profundas heridas y acérrimos
dolores.
Aquí, encuentro muy pocos Juanes (Juan Evangelista),
almas armadas de coraje que estén conmigo hasta mi
descenso, mi desprendimiento de la cruz.
Aquí, llegan algunas almas que son como Judas, almas
que me venden a cambio de intereses mezquinos o cifras
monetarias.
Aquí me encuentro como cordero indefenso rodeado de
muchos lobos que quieren devorarme.
Hijo mío, estos son algunos de los vejámenes y ruindades
que recibo de muchas almas; naufrago en la soledad y
abatimiento en el Getsemaní de mi Sagrario.
Venid pues y reparad en este primer viernes de mes por
todos los latigazos que recibe mi Cuerpo Eucarístico, por
todos los maltratos a mi Divinísimo Corazón.
Limpiad con el lienzo blanco de vuestro corazón las
lágrimas que brotan de mis purísimos ojos y la sangre que
corre a borbotones de mis sagradas llagas.
Haced muchísimos actos de reparación en este primer
viernes. Adorad mis llagas y suturadlas con los algodones
blancos de vuestra oración, oración que ha de cicatrizar
mis heridas, oración que ha de ser bálsamo sanador que
calme mi gran dolor. Oración que ha de ser voz de aliento
para mi Corazón compungido.
Haced muchísimos actos de reparación en este primer
viernes. Adorad mi Divino Corazón y quitad, con vuestro
ayuno y sacrificio, cada espina incrustada por los pecados
de los hombres, hombres creados a mi imagen y
semejanza, pero la bajeza de sus actos los ha deformado.
Hombres con olor mortecino que ha perdido la fragancia
del nardo purísimo.
Hombres que arrastran cadenas de maldición, hombres
que deben volver a Mí para ser perdonados.
Hombres que deben recobrar su dignidad perdida.
Hombres que necesitan sentirse amados, valorados.
Hombres que deben regresar al aprisco de mi Divino
Corazón y ser restablecidos, restaurados.
Hombres que deben purificarse en los Ríos de la Gracia.
Hombres que han de reconocer que existo, que aún vivo,
que permanezco en la soledad de los Sagrarios hasta la
consumación de los siglos.
Oración:
Omnipotente y sempiterno Dios, mirad al Corazón de
vuestro amadísimo Hijo y a las alabanzas y satisfacciones que
os dio en nombre de los pecadores, y conceded propicio el
perdón a los que imploran vuestra misericordia, en nombre
de vuestro mismo Hijo Jesucristo, que con vos vive y reina en
unión con el Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.
CONSAGRACIÓN AL SAGRADO
CORAZÓN DE JESÚS