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LA TRINCHERA DE PAPEL
Por Joaquín Leguina

Literatura y enfermedad

E
l título se refiere a un sub- cio de vivir con estas palabras: “No Mariano José ganador del Nobel en 1968, había
género perteneciente al au- más parloteo. Un gesto. Ya no escri- escrito que “el suicidio no es una
de Larra, sin
tobiográfico que se cons- biré más”... y se tomó una dosis le- forma de iluminación”, pero en abril
truye en torno a las enfer- tal de somníferos. Yukio Mishima te- haber de 1972 abrió todas las espitas de
medades del escritor y hay muchos nía 40 años cuando se hizo el hara- cumplido los gas en su casa y se dejó morir. Emi-
autores que han practicado esa au- quiri delante de la televisión en un 30 años, una lio Salgari, que había escrito las más
topatografía. Unos cuantos ejemplos cuartel de Tokio cuyo asalto había mala mañana hermosas aventuras orientales sin sa-
para ilustrarlo: William Styron fue dirigido. Romain Gary –cuyo éxito lir de su casa italiana, usó la espada
se puso
capaz de escribir un libro sobre su literario y vital parecían indiscuti- para suicidarse. Gabriel Ferrater ha-
depresión (Esa visible oscuridad), Jo- bles– llamó desde su casa parisina a delante del bía anunciado que no cumpliría los
sé Cardoso Pires hizo lo mismo con una amiga en Suiza y le anunció que espejo y en 51 años... y poco antes de la fecha
su ictus (De profundis). Hervé Gui- al día siguiente iría a visitarla. A con- lugar de metió la cabeza en una bolsa de
bert narró su final a causa del sida tinuación se puso un pijama, cubrió afeitarse la plástico que ató alrededor del cue-
en un libro escrito contra Michel la almohada con una toalla roja, se llo. Muchos años atrás, Guy de Mau-
barba se
Foucault, que fue quien le contagió. metió en la cama, sacó un revólver passant había escrito: “El suicidio es
También Harold Bodkey escribió un de la mesilla de noche y se pegó un pegó un tiro, la fuerza de quienes ya no tienen na-
libro desolador sobre su propia ago- tiro en la sien. Yasunari Kawabata, privándose él da, la esperanza de quienes ya no
nía a causa del sida (Esa salvaje os- y privando a creen, el sublime valor de los
curidad). Por su parte, Susan Sontag los demás de vencidos”.
habló en primera persona del cán- Virginia Woolf se metió en las
una vida
cer que padeció en La enfermedad aguas del río Ouse, con una
y sus metáforas... Pero aquí glosaré creadora gruesa piedra en el bolsillo de
la enfermedad y la muerte de otra su abrigo de pieles, un viernes
notable escritora. Virginia Woolf, de de 1941, cuando no había pa-
soltera Stephen, padecía una psico- sado ni un mes desde que San-
sis maniaco-depresiva que la con- tander había sido devastado por
dujo al suicidio. Y es que el suicidio las llamas y faltaban 38 días pa-
es otro asunto hacia el cual muchos ra mi nacimiento.
escritores han sentido atracción. Pa- Después de tres semanas de
ra explorarlo y también para practi- búsqueda infructuosa, unos ni-
carlo. Por ejemplo, Mariano José de ños encontraron su cuerpo flo-
Larra, quien sin haber cumplido los tando en el río. Su reloj se ha-
30 años, una mala mañana se puso bía parado a las 11 horas y 45
delante del espejo y en lugar de afei- minutos. El certificado de de-
tarse la barba se pegó un tiro con función decía así: “Adeline Vir-
una pistola, privándose él y privan- ginia Stephen, escritora, esposa
do a los demás de una vida creado- de Leonard Sydney Woolf, es-
ra. Porque Larra –excepto en lo to- critor, murió por inmersión en
cante a esta decisión estúpida– era el río Ouse el 28 de marzo de
una persona llena de talento. Más 1941 por su propia acción sui-
lógicos me parecen los suicidios de cida. La muerte se produjo al
Stefan Zweig y de su esposa, muer- ahogarse”. Tenía 59 años.
tos juntos en su exilio brasileño al Entrevistado por un periódi-
no poder soportar el hundimiento de co local, el coroner que había
un mundo que había sido el suyo. firmado el acta de defunción
Cesare Pavese terminó su libro El ofi- expresó su más sentido pésame
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viaje de bodas, precisamente, des-


de Zaragoza.
“¿Por qué la gente da tanta im-
portancia al coito? Posiblemente mi
edad avanzada (tenía entonces
treinta años) hace que esto no sea
ninguna catástrofe, pero, cierta-
mente, creo que se exagera con el
orgasmo...”.
Aunque Virginia siempre fue leal a
su marido, sí tuvo algunos escarceos
amorosos. Por ejemplo, con su cuña-
do Clive Bell, pero muy probable-
mente nunca llegaran a alcanzar una
relación sexual en sentido estricto, y
lo mismo ocurrió con algunas amigas
íntimas, como la escritora Katherine
Mansfield, Ethel Smith, etc.
Cosa distinta fue su relación, mu-
cho más íntima y duradera, con Vi-
ta Sackville-West, también escrito-
al viudo y su más profunda simpa- El brote nes sociales y preferencias políticas... ra, casada con el diplomático y en-
tía por Virginia. Si se había matado, psicótico se que se forjaron en torno a un libro sayista Harold Nickolson, pertene-
comentó, “debió ser porque había desató en la que fue para ellos como una biblia: ciente ella a una familia de muy ran-
sufrido de una forma más intensa Principia Ethica de G.E. Moore. De cia nobleza.
mente de
que los demás la bestialidad de es- este libro se nutrieron como si fue- Los Woolf habían comprado ya
tos tiempos”. Utilizó la palabra bes- Woolf y ella ra una eucaristía laica y moderna. hacía tiempo una casa de campo
tiality, que también puede tradu- fue muy Socialistas o liberales de izquierdas, (Monk’s House) en Rodmell (no le-
cirse como “depravación”, y se re- consciente de confiaban –al modo de uno de los jos de Brighton), donde solían pa-
fería –obvio resulta señalarlo– a la ello. La carta más distinguidos de entre ellos, John sar los veranos. Allí se trasladaron a
guerra. Maynard Keynes– en el individua- vivir en octubre de 1939 y allí so-
de despedida
Virginia era hija de Julia Jackson lismo que, depurado de sus abusos, portaron la batalla de Inglaterra.
(1846-1895) y de Leslie Stephen que dejó a su representaba el mejor respaldo pa- Aunque su sobrino y biógrafo
Wolf (1832-1904). Tanto Julia como marido no ra las libertades personales. Quentin Bell descarte la tensión bé-
Leslie eran viudos cuando contraje- deja lugar El sábado 10 de agosto de 1912 lica como detonante de la crisis en
ron sus segundas nupcias y el mari- para la duda Leonard y Virginia se casaron en el la mente de Virginia, el hecho es que
do de Virginia, Leonard Woolf, era Registro londinense de St. Pancras. el brote psicótico se desató y ella fue
un joven muy dotado intelectual- Pocos días después iniciaron un lar- muy consciente de ello. La carta de
mente, mas, si se acaloraba, tem- go viaje de novios que duraría has- despedida que dejó a su marido no
blaba todo él. Jugando con su pro- ta el 3 de octubre, fecha en la cual deja lugar para la duda. No era la
pio apellido, su padre había puesto regresaron a Londres. Durante aque- primera vez que se veía atacada por
la figura de un lobo en el escudo de lla larga temporada de “nómadas la enfermedad, que era, al parecer,
la familia. Leonard era feroz en sus crónicos y monógamos” descubrie- una psicosis maniaco-depresiva, lo
convicciones, una virulencia naci- ron que sus personalidades eran que hoy se denomina trastorno bi-
da, quizás, tras la temprana muerte complementarias y que eran muchas polar, enfermedad de la cual Virgi-
de su padre y la consiguiente ruina sus afinidades. Su amor –basado en nia se negó a ser tratada de nuevo.
familiar. Pese a ello, en 1899, a sus la comprensión mutua– estaba en Virginia es su obra –esté influida o
19 años, aquel pobre huérfano ju- condiciones de soportar los azotes no por su enfermedad–. Una obra lle-
dío superó con brillantez los exá- de la suerte. Un amor que –pronto na de sentido y de sensibilidad, que
menes de ingreso en la Universidad se vio– tenía que renunciar a la pa- lleva al lector a una inquietante ex-
de Cambridge. sión física. Este fracaso (si es que es- trañeza porque es el hermoso pro-
Aquellos jóvenes (el grupo de Blo- ta palabra puede aplicarse aquí) lo ducto de su atormentado e insonda-
omsbury) acabaron compartiendo explicó la propia Virginia en una car- ble mundo interior. Porque Virginia
predilecciones artísticas, motivacio- ta enviada a una amiga durante su fue un gigante de la literatura. l
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