Está en la página 1de 4

TRANSICIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO:

Las escuelas historiográficas que se han dedicado fundamentalmente a analizar la crisis final del feudalismo, han sido el
marxismo (especialmtente el británico) y la corriente demografista.
A principios del siglo XX, analizando la realidad rusa, Lenin propuso el concepto de diferenciación social para poder
comprender cabalmente la forma en que la liberación de las cargas feudales incidía en la estratificación social, al
posibilitar mecanismos de acumulación social individualizados. Esto implicaba la aparición de antagonismos sociales que
iban en aumento, encabezados por campesinos enriquecidos que tendían a convertirse en capitalistas al tiempo que los
otros se encaminaban a conformar la mano de obra asalariada. A su vez, hace hincapié en el protagonismo del campesino
enriquecido como agente histórico que facilita la llegada del capitalismo siempre y cuando esté liberado de obstáculos
feudales, como el condicionante jurídico de la servidumbre, que le permitan convertirse en productor simple de mercancías
primero y como productor que contrata mano de obra asalariada después.
El marxismo británico siguió la corriente analítica fundada por Lenin. Insistieron en que el campesino enriquecido estaba
interesado lógicamente en ampliar la tenencia y contratar asalariados, lo que haría que en el siglo XVI se convirtieran en
arrendatarios de lo que antaño era la reserva señorial. A partir del esto, se generaba un régimen de producción simple de
mercancías en los intersticios del feudalismo que convertía al productor directo, el yeorman, en el agente que lideraba la
transformación.
Esto que acabamos de explicar, configura lo que se conoce como la primera vía de la transición del feudalismo al
capitalismo.
La segunda, se configura cuando un mercader que ha acumulado cierto nivel de capital monetario a partir de la actividad
comercial, se convierte en organizador de la producción campesina, al obtener los medios de producción a partir del cobro
de deudas contraídas por el campesinado con anterioridad.
Se impone aquí plantear algunas cuestiones básicas que hacen a la conformación de la conciencia de clase, tema tan
asociado a la escuela marxista inglesa. El análisis de la conciencia de clase tiene dos dimensiones, una objetiva y otra
subjetiva. Esto implica intentar comprender si los diferentes grupos tienen conciencia de la explotación, si están
cohesionados como colectivo, si están politizados, si tienen objetivos antistemas, si logran identificar un enemigo en
común, por citar algunos ejemplos.
No sería justo no mencionar la postura analítica de Maurice Dobb, que es quien inaugura el conocido debate en torno a la
transición del feudalismo al capitalismo en 1946 con la publicación de un famoso libro que se titulaba “Estudios sobre el
desarrollo del capitalismo”. En él Dobb sostenía que el señor feudal tuvo diferentes posibilidades para enfrentar la crisis
del siglo XIV, ya que la posibilidad de ejercer coacción sobre el campesinado, dependía del grado de estratificación social
existente. En el caso inglés, la aparición del sistema de enclosures, de cercamiento de los campos para ser luego
arrendados por campesinos enriquecidos y puesto en producción con mano de obra asalariada, hizo que algunos de ellos
aprendieran manejos económicos típicos de los burgueses para enfrentar la crisis.
Por su parte Postan, el mayor exponente de la vertiente demografista, proponía el análisis histórico a partir de la existencia
recurrente de ciclos A de expansión material y ciclos B de contracción, los que marcaban auges de expansión de la variable
poblacional o la reducción de esta. Para él, la evolución de la renta dependía de las relaciones que se establecían entre los
hombres y la capacidad real de obtener recursos de la tierra, por lo que los momentos de baja poblacional facilitaban la
liberación de los mecanismos de coacción señorial, ya que se necesitaba mano de obra que no abundaba. Es esto lo que
genera la crisis y no la lucha de clases que propone el marxismo.
Finalmente mencionaremos a Brenner, que siguiendo a Dobb, propone que es la lucha de clases el motor de la
transformación ya que en sociedades precapitalistas los actores económicos actúan de acuerdo a metas precapitalistas: el
campesino tiene que asegurar la tierra y el señor por su parte, tiene que asegurar el ingreso por vía coercitiva por tanto, por
más que se liberen del señor, los campesinos no pueden hacer por sí solos la transición ya que el cambio se da por cambios
no premeditados por los sujetos. Argumenta que la ley de baja tendencial de la rentabilidad de la renta (significa que es una
condición estructural del feudalismo el hecho de que con el tiempo la renta pierda rentabilidad) hace que aumente la
capacidad del campesino para socavar el volumen de lo que paga porque es él el que controla el proceso productivo y
puede esconder del fisco señorial parte de su excedente.

A su vez, para analizar esta compleja transición se deben tener en cuenta una gran cantidad de variables sociales, políticas,
culturales y económicas que intervienen, sumado a la extensión territorial del fenómeno y un lapso de más de doscientos
años que abarca el mismo.
A continuación se analizará específicamente el rol que jugaron en esta transición el mercado, la renta de la tierra y las
manufacturas y producción artesanal tomando en cuenta las posiciones de diferentes autores.

Mercado:
Para analizar el rol del mercado en la transición debemos comenzar con un breve comentario sobre el debate Sweezy-Dobb
que giró alrededor de las causas de la transición del feudalismo al capitalismo. La hipótesis de Maurice Dobb es que ésta
se produce por causas internas dado que la necesidad de consumo de las clases nobiliarias lleva a una sobreexplotación del
campesinado. Esto provocará fugas, rebeliones y mortalidad entre los sectores campesinos. El feudalismo no podrá
reproducirse con la mano de obra que permanece en el campo y esto provocará cambios en el sistema productivo. La tesis
de Dobb es que la lucha de clases influyó, más que la moneda y el comercio en la caída del feudalismo.
Hacia 1950 Paul Sweezy presentará su crítica a la hipótesis de Dobb dando prioridad a las causas exógenas al feudalismo.
El desarrollo de los enclaves urbanos llevó a la ampliación del mercado y al aumento del comercio al punto de debilitar la
economía agraria feudal. Las causas internas se subordinan a este fenómeno. Dobb responderá a esta crítica argumentando
que la ciudad y concomitantemente el mercado y comercio que la acompañan no es incompatible con el feudalismo dado
que a partir de ella se vehiculiza el comercio a larga distancia. En este intento de negar la incompatiblidad entre comercio
y feudalismo, Astarita asegura que el consumo es un requisito del dominio de los señores y se inscribe en el mecanismo de
las relaciones sociales dominantes y la lógica de dominación de clase.
Se puede tomar como eje las tesis de Dobb y Astarita para sostener que a lo largo del siglo XVI se dará un crecimiento del
comercio, una expansión del mercado y un mayor impulso de las ciudades pero que, no obstante, este no fue un proceso
externo al sistema feudal dado que estos procesos se desarrollaban en su interior. Citando a John Merrington, Perry
Anderson sostiene que el debate causas externas-internas se resuelve demostrando que “...el feudalismo europeo - lejos de
constituir una economía exclusivamente agraria- es el primer modo de producción de la historia que concede un lugar
estructural autónomo a la producción y al comercio urbanos. En este sentido, el crecimiento de las ciudades en el
feudalismo de Europa Occidental es una evolución tan “interna” como la disolución del señorío.”
Hacia el siglo XVI la agilización de las redes comerciales en el noroeste de Europa, el descubrimiento y conquista de
América junto con la apertura de nuevas rutas hacia Asia permitieron una expansión del comercio y el mercado con un
hiperfuncionamiento del sector financiero y de servicios y una suba de precios entre los que se encuentran en primer lugar
artículos de primera necesidad.
El crecimiento tendrá lugar en Inglaterra y Países Bajos donde se da una estructura agraria que, a través de cercamientos
en Inglaterra y de una propiedad feudal poco desarrollada en Países Bajos, permitirá un sistema de explotación más
intensivo y de rotación de cultivos.
Peter Kriedte plantea que hay fenómenos que demuestran que este sigue siendo un sistema feudal entre los que destaca la
importancia que continúa teniendo el mercado suntuario, la inexistencia de mercados internos significativos junto con la
continuación de la extracción del excedente mediante mecanismos extraeconómicos. Pero por otro lado surgen
mecanismos de acumulación nuevos: la expansión del mercado mundial se encuentra entre estos últimos.
Autores como Immanuel Wallerstein, un férreo defensor de la tesis circulacionista (Swezzy) sostiene que en el siglo XVI
aparece una economía-mundo basada en el modo de producción capitalista. Para Wallerstein fue la división del trabajo en
la economía mundo y la revolución de los beneficios (la baja de los salarios frente a los precios) lo que permitió la
acumulación de capital básico en el centro a través de la transferencia de materias primas por manufacturas de una región a
otra con el resultado de desarrollo y subdesarrollo como aspectos relacionados de un mismo proceso. Otra de las tesis que
fundamenta su posición teórica es el de la teoría de la dependencia según la cual subdesarrollo y desarrollo coexisten en el
tiempo como necesidad del sistema mundial capitalista. Para Wallerstein el capitalismo no se define por el modo de
producción dominante sino por su inserción en el sistema mundial y de este modo no ve contradicciones con el trabajo
forzado y servil que se da en la periferia y el trabajo libre en el centro. Esta es la esencia del capitalismo.
Frente a esto, Astarita plantea que este estudio de dimensiones desmesuradas que propone Wallerstein implica una
totalidad homogénea del mercado mundial que no es tal y deja fuera largos períodos de la historia que son vistos
simplemente como preludio a algo que se da por supuesto como el establecimiento del sistema capitalista del siglo XVI.
“La primera evidencia es que el desarrollo desigual entre regiones vinculadas mediante flujos de excedentes económicos,
no es el efecto de una supuesta evolución prematura del capitalismo, sino que es un resultado de la variada tipología
regional del feudalismo europeo.”
Coincidir con esto no es restarle importancia al factor mercado en la transición, pero la oposición causas externas-internas
oscurece el largo proceso de articulación de modos de producción diferenciados ya que “...el dominio del modelo de
producción capitalista no sólo se realizó mediante la destrucción de otros modos de producción, sino también mediante su
preservación.” Es aquí donde encontramos la riqueza del estudio de este largo período histórico.
Sin embargo, este crecimiento de la economía europea que se da hacia el siglo XVI en el marco del sistema feudal
encontrará sus propios límites.
Eric Hobsbawm utiliza el concepto de “crisis de siglo XVII” para explicar por qué el crecimiento del siglo XVI no
desembocó en la Revolución Industrial. Estos límites, estos obstáculos pueden resumirse en la inexistencia de una
revolución agrícola que liberara la mano de obra campesina y produjera la separación entre productores y medios de
producción y la no existencia de un mercado externo e interno significativos. Una balanza comercial deficitaria
caracterizaba las relaciones entre Europa y los mercados de ultramar dada la escasa relevancia de las manufacturas
europeas en el intercambio con América y Oriente. La crisis del XVII creará un mercado internacional monopolizado por
una potencia hegemónica (Inglaterra) y esto a su vez abrirá el camino para crear “mercados en expansión” que impulsarán
la revolución industrial de la mano de la producción algodonera.

Renta de la tierra:
Para comprender el papel de la renta de la tierra en el proceso de transición debemos analizar brevemente la estructura de
propiedad de la tierra y extracción del excedente en el sistema feudal.
La soberanía fragmentada que implica el feudalismo se refleja en un doble status de la propiedad de la tierra: la propiedad
eminente y el derecho de uso. La propiedad eminente en última instancia está en manos del Rey y mediante lazos de
vasallaje crea una red de delegaciones de esa misma propiedad. Por otro lado podemos diferenciar el dominio útil de esa
tierra, el derecho de uso, que dadas las características de la propiedad territorial en el feudalismo queda muchas veces en
manos de campesinos.
El señorío como unidad de producción durante el feudalismo se divide en dos: por un lado las tierras del dominio donde el
señor tiene derecho de uso, propiedad eminente y jurisdiccional en razón de la delegación vasallática de un feudo.
(aclaremos que esto no siempre se dio junto a partir de la edad moderna). Por el otro las tierras entregadas a censo donde el
señor pierde el dominio útil que pasa a perpetuidad al campesino.
En estas características, la extracción del excedente mediante mecanismos extraeconómicos se realiza de diversas formas.
El señorío solariego comprende las rentas y censos fijos que se derivan de la propiedad eminente que detenta el señor en
las tierras entregadas a censo que se pagan como reconocimiento a su dominio eminente. El señorío jurisdiccional expresa
el carácter más arbitrario de la sujeción del campesinado a la servidumbre. Comprende las rentas que vienen del derecho
jurisdiccional: derecho a ejercer justicia (y así recaudar), monopolio sobre molinos y graneros, impuestos al consumo y
cobro de peajes. En fin, permite la imposición de toda una amplia gama de cargas arbitrarias.
Pierre Goubert confecciona una lista de las diferentes vías de extracción del excedente. Lo significativo en el proceso de
transición es el peso cada vez menor que tendrá a través del tiempo la renta señorial como reconocimiento al titular del
señorío y el peso cada vez mayor de la renta territorial o renta de la tierra pagada al propietario de esa tierra en la relación
privada de arrendamiento, y no en virtud del cargo de titular del señorío.
Este proceso cobra impulso a partir de la salida de la crisis del siglo XIV cuando se reduce la explotación directa del
dominio(la reserva señorial) a través de corveas que implicaban la obligación del campesino del censive a prestar su fuerza
de trabajo. A partir de aquí y sobre todo entre el siglo XVI y XVIII, irá cobrando cada vez más importancia el
arrendamiento a corto plazo como mecanismo de extracción del excedente que es la renta de la tierra fija mientras dure el
contrato (7 a 9 años) tras el que el señor volverá a recuperar el dominio útil de esas tierras. Los excedentes recolectados así
serán cada vez mayores que los recolectados por la totalidad de las tierras entregadas a censo.
Por otra parte, autores como Guy Bois, plantean que el feudalismo tiene un problema estructural ya que a una fase de
expansión siguen fases de recesión, sucesivamente, pero que en determinado momento el volumen total de la renta feudal
tenderá a la baja. Esto se explica por la ley de baja tendencial de la tasa de tributo (renta del censive más renta
jurisdiccional). La tasa de rendimientos decrecientes implican una baja del tributo y la única forma de expansión que
permite la comunidad campesina es extensiva. Esto determinará tierras marginales que producen cada vez menos a un
costo cada vez mayor.
Brenner propone otra explicación de los cambios a largo plazo en la historia. Este autor plantea que para superar la visión
maltusiana que ve en el desequilibrio entre recursos y población la única explicación hay que ver qué pasa con las fuerzas
productivas. El eje para explicar la transición es el papel de la lucha de clases en las transformaciones que se dan en el
campo. Es el equilibrio de fuerzas entre las clases lo que determina la distribución de la renta y el cambio en la sociedad.
Así, lo que diferencia las experiencias históricas de Inglaterra, Francia y Europa Oriental es el surgimiento o no del
capitalismo agrario. Lo que permitió que esto se diera en Inglaterra y no ocurriera en Francia fue el equilibrio de clases en
cada sociedad y la diferencia estructural de la estrategia del Estado (las bases agrarias que tendrá en Francia y no en
Inglaterra). Hacia el siglo XVII ya hay capitalismo agrario en Inglaterra. La expropiación de tierras al campesinado
(primero mediante iniciativa señorial y hacia 1700 con leyes del Parlamento) es acompañada por transformaciones en la
producción que sólo podían realizarse mediante la descomposición de la comunidad campesina y la perdida de los
derechos comunales que implicaban la fragmentación e intercalado de las parcelas y un tradicionalismo y rutina que
impedían cualquier innovación.
De acuerdo con Mantoux podemos concluir que “así las enclousures y el acaparamiento del suelo por los grandes
terratenientes tienen como última consecuencia el poner a disposición de la industria una gran cantidad de fuerzas sin
empleo. Es el aflujo de estas fuerzas vivas lo que hace posible el desembolbimiento de la gran industria.”

Manufacturas y producción artesanal:


Para referirnos a manufacturas y producción artesanal en este largo proceso de transición necesariamente debemos hablar
de industria domiciliaria o protoindustria. Este término fue acuñado hacia 1970 por Franklin Mendels para explicar el
proceso de transición y este modelo clásico analiza la protoindustrialización como la primera fase del proceso de
industrialización. De acuerdo con él, las características de la protoindustria que se expandirá con fuerza hacia la segunda
mitad del siglo XVI y tendrá su auge en el siglo XVIII son: una expansión de industrias domésticas de producción
artesanal en el campo, donde no hay concentración de trabajadores en el espacio, que produce tejidos baratos y livianos
para mercados extraregionales o internacionales. Esto tendrá como consecuencia una revolución en las pautas
demográficas ya que permite progresos con poca tierra; una liberación de la población de su base rural; una profundización
de la especialización por regiones; y el debilitamiento de los gremios tradicionales que evitan la reproducción ampliada. El
modelo clásico plantea un paso del verlocsistem (una variante en la que pequeños productores campesinos producen por
encargo de un empresario comerciante que es propietario de parte o todos los medios de producción) al factorysistem
(fábrica con una máquina de vapor). Esto se logró mediante la concentración de capitales, ampliación de las redes
comerciales y un mayor entrenamiento empresarial que permitió esta primera fase como experiencia.
Si bien este modelo explica de manera convincente el proceso de transición hacia el capitalismo (en lo referente a la
producción manufacturera), deja afuera la necesidad de un proceso de acumulación primitivo (la separación de productores
y medios de producción que permitieron los cercamientos).
Peter Kriedte, enriquece este modelo y propone analizar la protoindustria como la segunda fase hacia la industrialización
que implicó previamente la abolición de la servidumbre. Junto con autores como Schlumbohm insiste en que el papel de la
protoindustria fue imponer masivamente las relaciones de producción asalariadas imprescindibles para el capitalismo
industrial. Pero esto no fue condición suficiente para el surgimiento del capitalismo. La protoindustria tiene influencia en
la abolición del feudalismo pero no en el despegue del capitalismo ya que puede coexistir con el mantenimiento de la
estructura socioeconómica tradicional, como lo demuestran numerosos estudios de caso realizados en los últimos tiempos.
Hará falta una revolución de las fuerzas productivas, además de la generalización de las relaciones de producción
asalariadas, en el paso a la revolución industrial.
Autores como Iradiel llaman la atención sobre los cambios en la estructura de la demanda que al orientarse a productos de
calidad inferior producirá la decadencia de la industria de lujo tradicional y una ampliación del mercado.
Carlos Astarita, a diferencia del modelo clásico y de los aportes de Kriedte, plantea que la protoindustria es una relación
de producción capitalista donde hay una semiproletarización (aunque no analiza qué pasa con el sector que aún tiene
acceso a los medios de producción). Por lo tanto se diferencia de quienes analizan la protoindustrialización como etapa de
transición planteando que es la primera etapa del desarrollo capitalista.
El aporte de estudios de caso realizados en las últimas décadas permiten afirmar que el modelo clásico de
protindustrialización, entendido como un momento de la transición hacia el capitalismo se aplica sólo a algunas regiones
de Europa Occidental (Flandes, algunas zonas de Inglaterra y Alemania). Estos estudios microhistóricos acotan el modelo
general convirtiéndolo casi en una excepción. La protoindustrialización sería una forma más, transicional, de acumulación
en el sistema feudal. Estos estudios son valiosos porque aportan matices y una mirada más ecléctica a los procesos de
cambio en la historia. Sin embargo, considero que los modelos generales son útiles porque permiten generar leyes
generales para analizar los procesos de cambio en el largo plazo en regiones tan vastas como Europa. El historiador deberá
cuidarse de no olvidar de que no se trata de leyes físicas sino que se aplican a las sociedades humanas con todo lo que
tienen estas de común y diferente.

Finalmente y a despecho de cada una de las vías analíticas expuestas, diremos que es un hecho incontrastable que el
feudalismo generó en sus intersticios al capitalismo en gran medida, porque tendía a generar trabajo asalariado para
sostener la producción de materias primas.

Lectura sugerida:
-Astarita, C: “La transición del feudalismo al capitalismo: estudio preliminar”, en Anales de Historia Antigua y Medieval,
UBA, 1983.

También podría gustarte