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Solleiro
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RESUMEN
En esta ponencia se presenta un análisis de la evolución de la regulación de bioseguridad en
México, mostrando los principales avances y las fuerzas que han intervenido para la conformación de un
marco legal que ha dado lugar a las decisiones respecto a la adopción de los Organismos Genéticamente
Modificados. México ha avanzado muy lentamente en esta materia y, a pesar de haber realizado
importantes inversiones en la creación de capacidades de investigación en biotecnología, ha tenido que
mantenerse como actor pasivo en cuanto a la aplicación de innovaciones.
Recientemente se han expedido los primeros permisos de liberación experimental de maíces
genéticamente modificados, terminando once años de moratoria. Esto puede significar el establecimiento
de las bases para la aplicación de resultados de investigación y la adopción de biotecnologías para resolver
algunos problemas críticos de la agricultura mexicana, lo cual sólo se logrará si se siguen cabalmente los
principios indicados en la Ley: evaluación basada en la ciencia caso por caso y paso por paso.
LA BIOSEGURIDAD EN MÉXICO.
En México la regulación de bioseguridad se ha venido estableciendo, desde 1987, en cada
uno de los sectores relevantes: agricultura, salud y ambiente; de forma simultánea, pero
independiente, a través de reformas puntuales a leyes y reglamentos específicos, y de la
expedición de normas oficiales mexicanas. Los organismos genéticamente modificados, para
efectos de la legislación son alimentos, semillas, fármacos, plaguicidas, microorganismos para
biorremediación, etc. Consecuentemente, hasta antes de que se aprobara la Ley de Bioseguridad
de Organismos Genéticamente Modificados en 2005, la legislación de bioseguridad se encontraba
diseminada en la regulación sanitaria, fitosanitaria, zoosanitaria y ambiental 1.
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Las disposiciones legales de bioseguridad relacionadas con sanidad vegetal se encontraban contenidas en: La Ley
Federal de Sanidad Vegetal, la Ley Federal sobre Producción, Certificación y Comercio de Semillas y su
Reglamento, y la Ley de Desarrollo Rural Sustentable. No obstante, las disposiciones específicas más importantes de
bioseguridad agrícola en México, se encontraban en una norma oficial mexicana, la NOM-056-FITO-1995, en la
que se establecía el procedimiento para la aprobación de la liberación al ambiente de OGMs y cuestiones
relacionadas con importación y movilización en el territorio nacional de cultivos transgénicos. Al amparo de esta
Norma, se concedieron decenas de permisos de liberación experimental para cerca de quince especies GM.
La sanidad animal es también competencia de la Secretaría de Agricultura. Sin embargo,
en esta área no existe ninguna disposición explícita relacionada con bioseguridad, con los
organismos transgénicos, sus productos y derivados.
La normativa más amplia de bioseguridad se encontraba en el área de salud,
concretamente en la de Ley General de Salud y cinco de sus reglamentos: alimentos naturales y
materias primas; insumos para la salud; alimentos y bebidas procesadas; plaguicidas, fertilizantes
y sustancias tóxicas; e investigación en salud humana. Siguiendo las disposiciones de esta Ley, se
expidieron cartas de no inconveniente para la importación y consumo de alimentos GM, con base
en la evaluación previa de su inocuidad.
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Se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 19 de marzo de 2008.
respuesta, la SAGARPA optó por reformar el Reglamento para incluir directamente las
disposiciones especiales para el maíz, en lugar de expedir un acuerdo en esta materia.
Estas reformas establecen medidas nuevas, que son de carácter muy general, dejando
abiertos grandes espacios para la actuación discrecional de la autoridad competente para emitir
permisos. Por ejemplo, en el Artículo 66 reformado, se solicita a los particulares que “al realizar
las solicitudes de permiso de liberación experimental de maíz genéticamente modificado,
adicionalmente a lo establecido en el artículo 16 del presente Reglamento, deberán proporcionar
… la información que les requieran las autoridades para determinar la procedencia de etapas de
liberación subsecuentes”. La falta de precisión y especificidad es evidente.
Además, en el Artículo 68, se introduce una nueva competencia para SAGARPA, la cual,
“previo al otorgamiento del permiso de liberación experimental, deberá verificar que para el
organismo que se pretende liberar no exista una variedad convencional alternativa. En caso
afirmativo, la SAGARPA llevará a cabo el análisis comparativo entre las diferentes opciones
tecnológicas. El resultado de este análisis deberá ser elemento adicional al estudio de evaluación
del riesgo para resolver la solicitud de permiso”. No es previsible cómo se haría el análisis citado,
cuánto duraría y qué tratamiento recibiría como “elemento adicional”.
En el Artículo 69, se introduce un nuevo análisis de tipo económico, al invocarse otro
ordenamiento legal de la siguiente forma: “En aquellos casos en que se considere que el
desarrollo tecnológico propuesto por los particulares, mediante una solicitud de permiso de
liberación, es contrario al artículo 2 de la Ley Federal de Competencia Económica (LFCE) o
puede conducir a la realización de las prácticas prohibidas por los artículos 8, 9 y 10 del mismo
ordenamiento legal, se deberá informar, de manera inmediata, a la Comisión Federal de
Competencia, para los efectos legales a que haya lugar”. No queda claro, por supuesto, cómo “se
considerará” que un desarrollo tecnológico pueda ser contrario a la LFCE y qué efecto puede
tener informar inmediatamente a la Comisión sobre la resolución de SAGARPA para otorgar un
permiso de liberación del maíz GM.
Así las cosas, ese espacio para la discrecionalidad puede traducirse en nuevos requisitos,
hoy desconocidos. Sin embargo, en octubre de 2009, se han otorgado los primeros permisos para
liberación experimental de maíz en Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Tamaulipas, con lo cual se da
un paso importante para responder las preguntas que motivaron la moratoria.
Ha habido tiempo de sobra para escuchar todos los argumentos y las posiciones
ideológicas, políticas y ecológicas, que quisieron manifestarse. No obstante, hay voces que
aseguran que se han tomado decisiones precipitadas. Pueden hacerse muchos reclamos al
gobierno mexicano en relación con las reglas nacionales de bioseguridad, pero con toda certeza,
la toma de decisiones precipitadas no es uno de sus defectos y más bien habría que preguntarse si
el tiempo que ha tomado la formación del marco regulatorio está en consonancia con el ritmo del
cambio económico que requiere el país ante las condiciones actuales de la competitividad.