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LA BURBUJA DE FILTROS O POR QUÉ

TODOS SÓLO VEMOS NUESTRA


PROPIA VERSIÓN DE LA REALIDAD
MEDIOS Y TECNOLOGÍA

POR: ALEJANDRO MARTÍNEZ GALLARDO - 11/10/2016


LA FORMA EN LA QUE ESTÁN PROGRAMADAS LAS
PLATAFORMAS EN LÍNEA HACE QUE CADA UNO DE
NOSOTROS EXPERIMENTE UNA VERSIÓN
PERSONALIZADA DE LA REALIDAD, LA CUAL NOS
MANTIENE AISLADOS DE VERSIONES QUE DESAFÍAN
NUESTRAS PROPIAS IDEAS.

En el día después de la votación del Brexit, el activista Tom Steinberg


notó un hecho alarmante. Aunque más de la mitad de su país había
votado a favor de abandonar la comunidad europea en su Facebook no
podía encontrar ningún post sobre alguien que estuviera celebrando el
Brexit.

Estoy activamente buscando personas que estén celebrando la


victoria del Brexit, pero la burbuja de filtros es tan grande, se
extiende incluso a la búsqueda personalizada de Facebook, que
no puedo encontrar nadie que realmente esté feliz pese a que la
mitad del país claramente está en estado júbilo hoy.

Steinberg incluso hizo un llamado a las personas que trabajan en


Facebook para que detuvieran "este problema de una cámara de ecos"
donde "tenemos países en los que una mitad simplemente no se entera
de la otra mitad". Claro que el problema no puede detenerse por los
empleados de Facebook, porque es parte del código más básico de
Facebook, gobernado por su complejo algoritmo: darle a las personas
más de lo que ya les gusta. Sin embargo, el pleito de Steinberg probó
ser ominoso en el caso de Donald Trump, una elección en la que la
mitad de un país estaba tan disociada de la otra que nunca espero que
pudiera ganar.
Algo similar le pasó a Douglas Rushkoff, quien ha montado este
excelente sitio para entender la nueva ecología mediática que ha hecho
surgir un nuevo nacionalismo. Explica Rushkoff que el Internet:

Se ha convertido en un bucle [loop] de retroalimentación que se


auto-refuerza, cada elección que hacemos es cuidadosamente
notada e integrada por los algoritmos que personalizan nuestros
feeds de noticias, así aislándonos cada vez más en nuestras
burbujas de filtros ideológicos. Ninguno de los miles de personas
que aparecen en mi feed de Twitter apoyaron a Trump o al Brexit.
Para aquellos que si lo hicieron, estoy seguro que lo contrario es
verdad.

El término "filter bubble" fue acuñado por el fundador de Upworthy, Eli


Pariser en el 2011. "Tu burbuja de filtros es única, un universo de
información personalizada para ti por este abanico de filtros". Desde
hace algunos años, Erick Schmidt de Google ya había anticipado que
"va a ser muy difícil que las personas vean o consuman algo que no
haya sido de alguna forma hecho a la medida para ellos".

Actualmente la mayoría de los principales sitios de Internet no ofrecen


ya una experiencia igual para todos los usuarios, cada uno se
encuentra con una plataforma personalizada y optimizada para
satisfacer su experiencia. Por ejemplo, la búsqueda de Google utiliza
más de 200 señales para personalizar los resultados que arroja (incluso
si no estás logged in en una cuenta de Google). Cada pregunta que le
hacemos a Google, buscando que nos ayude a entender la realidad,
recibe una respuesta sesgada a nuestros patrones previos de consumo
de información.

Nikki Usher Layser, de la Universidad de George Washington, habla de


una nueva "mass self-communication", (autocomunicación de masas),
un entorno mediático en el que "la toma de decisiones autónoma" de los
algoritmos define que historias vemos. "No podemos romper con el
patrón si sólo consumimos información en línea a través de nuestros
feed sociales". Somos como peces pero no en el mar sino en nuestra
propia pecera con los otros peces que piensan como nosotros.

Adam Curtis, en su extraordinario documental


Hypernormalization, sugiere que esta burbuja de filtros es parte de
todos los sistemas informáticos de la actualidad, consustancial al
desarrollo del Big Data y la predicción de comportamientos. Una serie
de sistemas de información en los que todos los usuarios
constantemente reciben una versión de la realidad basada en lo que de
antemano ya les gusta, creando pequeñas bolsas de realidad que sólo
afirman las creencias preestablecidas y los mantienen aislados de
ideas que desafían sus nociones básicas (el axioma de los algoritmos
es: if you liked that, you will love this). Esto hace que en cierta forma
nuestra experiencia con la tecnología moderna sea la de un espejo, que
tiende al narcisismo, e incluso a un narcótico: nos empachamos de
nosotros mismos y quedamos sedados, aislados en el confort de
nuestra burbuja algorítmicamente personalizada del mundo externo --un
mundo externo que nos parece frustrante ya que no es como nosotros
queremos, por lo cual mejor nos quedamos en la plácida y anestésica
comodidad de nuestra versión de la realidad cuidadosamente curada
por los algoritmos que conocen lo que nos gusta.

El peligro de esto es que al movernos en una ecología de información


personalizada sólo reforzamos lo que ya somos y nos encontramos con
información que pueda desafiar nuestra ideología. Adam Curtis ha
sugerido que los algoritmos utilizados por los sistemas financieros y las
grandes corporaciones digitales tienen programado en su núcleo la
noción de evitar los riesgos, maximiza ganancias y mantener la ilusión
de que el mundo es simple, por lo cual puede ser enmarcado en
narrativas dualistas del tipo bueno o malo, me gusta o no me gusta. Los
algoritmos mantienen el orden de lo mismo y nos protegen del caos y la
incertidumbre o del enfrentamiento con lo desconocido. En otras
palabras, las plataformas digitales han incorporado en sus programas el
sistema neoliberal de una economía de crecimiento infinito y consumo
de entretenimiento a manera de distracción de los sucesos políticos que
desafían su versión de la realidad y que los podrían colocar en contra
de este mismo sistema. Como explicó Mark Zuckerberg a una
periodista la importancia de su news feed. "Una ardilla muriendo en tu
patio trasero puede ser más relevante para tus intereses en este
momento que una persona muriendo en África".

Eli Pariser sugiere que hemos pasado de una broadcast society una
sociedad de transmisión unidireccional, como ocurría en la TV y en los
diarios impresos, a una sociedad digital interactiva de consumo en
paquetes discretos de información en la que los usuarios eligen o creen
elegir todo lo que consumen. En una primera impresión esto tiene sus
aspectos positivos, el paradigma de la transmisión hacía del usuario el
receptor de un mensaje que se ajusta a ciertos intereses, con una
agenda específica, sin embargo, también permitía que ciertos editores
o gatekeepers que controlaran los flujos de información. Al leer un
diario o incluso hasta hace unos al visitar un sitio de noticias en línea
uno se encontraba con información de mayor variedad, filtrada por
expertos, personas que reconocíamos como calificadas para presentar
una versión relevante del mundo. Actualmente, según Pariser, se ha
producido un relevo de la antorcha de los editores humanos a los
editores algorítmicos. Esto es importante ya que los algoritmos no
tienen ninguna noción ética, curan el mundo a partir de una única
motivación: darle a los usuarios lo que les gusta para que sigan
consumiendo más información en la plataforma en la que se
encuentran, lo cual a su vez genera útil información que es procesada e
integrada para generar mejores anuncios y actualizar esos mismos
algoritmos que nos mantienen cautivos. Algoritmos que incluso ya
empiezan a saber lo que vamos a hacer incluso antes que nosotros.

Algunos téoricos de medios han sonado la alarma sobre el posible


problema que esto representa para la democracia, incluso se habla de
que la "burbuja del filtro" fue un factor importante en la campaña
electoral del 2016. Pero esto podría ser sólo la punta del iceberg, si es
que, como creen algunos insiders de Silicon Valley quienes se desviven
en elogios por la nueva tecnología de Magic Leap, estamos por entrar a
la nueva revolución tecnológica: la realidad virtual o la realidad mixta. Si
sumamos los algoritmos personalizados y su burbuja de filtros a una
serie de aplicaciones que se mezclan con la realidad o la reemplazan,
entonces literalmente enfrentamos la posibilidad de que hagamos
realidad lo que ya sospechaban algunos filósofos escépticos: que cada
quien sólo experimenta su propia realidad, todos vivimos en nuestra
propia burbuja.

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