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El proceso electoral 2018 se ha distinguido por la histórica participación política femenina. Como nunca, se
ha visto a las mujeres actuar en los comicios más grandes de la historia del país. Presencia pública importante
no sólo por su papel como candidatas a puestos de elección popular, sino desempeñando una diversidad de
papeles, los cuales han desarrollado de manera destacada, informando a las demás mujeres que la política ha
dejado de ser una actividad exclusivamente masculina y las prepara, al igual que a los hombres, para verse no
sólo representadas por personas de su mismo sexo, sino para confirmar que tienen el derecho y la capacidad
para participar activamente en la vida pública.
Ciertamente, la lucha de las mujeres por lograr esos espacios de participación ha sido ardua, continuada y
difícil y que nada les ha sido ‘otorgado’, ‘regalado’ o ‘cedido’. En 2018, se cumplen 134 años de las primeras
demandas en torno al sufragio femenino; 107 en que se exigió ese mismo derecho en plena Revolución
Mexicana; 102 de la realización del primer Congreso Feminista de Yucatán; 95 desde que la Sección
Mexicana de la Liga Panamericana de Mujeres convocara al Primer Congreso Nacional Feminista, reunido en
la Ciudad de México; 83 desde que, por primera vez, las mujeres participaran en las votaciones internas del
Partido Nacional Revolucionario (PNR); 81 de que el presidente Lázaro Cárdenas enviara a la Cámara de
Senadores la iniciativa para reformar el artículo 34 constitucional para que las mujeres obtuvieran la
ciudadanía; 72 de que la Cámara de Diputados aprobara la iniciativa enviada por el presidente Miguel Alemán
para que las mujeres participaran en las elecciones municipales; 65 de que Adolfo Ruiz Cortines reconociera
su derecho al ejercicio de la ciudadanía sin restricciones.
Sin embargo, a pesar de la lucha y el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres, se pueden
observar diferentes hechos.
Durante 65 años ninguna mujer ha sido presidenta de la República, aunque seis de ellas han sido
candidatas:
Rosario Ibarra de Piedra, por el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) primero en 1982, cuando
obtuvo el 1.76% de los votos; y luego, en 1988, con el 0.3%.
Cecilia Soto González, por el PT (Partido del Trabajo), con el 2.75% de la votación, en 1994.
Marcela Lombardo Otelo, por el PPS (Partido Popular Socialista), con el 0.47%, en la misma elección que
Soto.
Patricia Mercado Castro, con el 2.7%, por el PASC (Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina), en
2006.
Josefina Vázquez Mota, por el PAN (Partido Acción Nacional) quien obtuvo el porcentaje más alto de votos
que ha obtenido una mujer en un proceso electoral presidencial, el 25.41%.
Margarita Zavala Gómez del Campo, que al no obtener la candidatura del PAN se registró como
independiente, abandonando la contienda unas semanas antes de que terminaran los comicios de 2018.
Una más que no logró esa calidad, pero que lo intentó fue María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy,
indígena nahua, médica tradicional y defensora de los derechos humanos que fue elegida por el Congreso
Nacional Indígena como vocera y representante para las elecciones federales de 2018.
El hecho de que Josefina Vázquez Mota obtuviera poco más del 25% de la votación nacional, a pesar de no
contar con el total apoyo de su partido ni del presidente de la República en ese momento, Felipe Calderón
Hinojosa, significó un salto cualitativo pues se puede afirmar que hoy la ciudadanía en México está dispuesta
a votar por una mujer para que ocupe la Presidencia de la República.
Durante 75 años sólo siete mujeres han ocupado el cargo de gobernadoras:
Sin embargo, a pesar de que aun las mujeres se encuentran subrepresentadas en los cargos públicos, son las
que más votan. En 2015, la tasa de participación femenina fue del 50.89%, cifra superior en 7.94 puntos
porcentuales respecto a los hombres, cuya participación electoral a nivel nacional fue del 42.95%. Por edad y
sexo, se encontró que, entre los 18 y 69 años, las mujeres son las que más participan; sin embargo, a partir de
los 70 años esta tendencia cambia, y son los hombres los que registran mayores niveles de participación. Muy
probablemente, esta tendencia se ha repetido en el presente proceso electoral.
Como conclusión, se puede afirmar que a pesar de lo lenta que ha sido la integración de las mujeres a la vida
política del país, 2018 marcará una participación sin precedentes.