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La inserción laboral en el área mental.

Bárbara Medina

CI V-26.849.191.

Docente asesor:

Christie Corrales.

Sección 02.

República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria

Ciencia y Tecnología

Universidad Politécnica Territorial de Los Altos Mirandinos


“Cecilio Acosta”

Programa Nacional de Formación en Terapia Ocupacional.

Introducción.

En el presente trabajo, nos centraremos en la integración laboral de un


colectivo específico de personas con discapacidad, las personas con
trastorno mental, en primer lugar se darán a conocer distintas
definiciones referentes al tema, en segundo lugar definiremos las
características generales de este colectivo, las distintas opciones y
estrategias laborales con las que cuentan, las barreras existentes, y el
importante papel de las familias en el proceso de integración laboral.

Y por último, realizaremos una breve descripción la situación de la


integración laboral y del mercado laboral. En nuestra sociedad existe un
gran número de personas con discapacidad, el empleo en la mayoría de
las personas genera amplios beneficios psicológicos. Los avances
científicos en el descubrimiento de la regeneración y estimulación del
cerebro, la nueva visión integradora de la discapacidad y una sociedad
que camina hacia el pleno empleo, hacen que se presente en el siglo XXI
un escenario de nuevas oportunidades para todos, entre ellas, para las
personas con trastorno mental.

La eliminación de las barreras culturales, muy vinculadas a la


discriminación y al estigma, será determinante para hacer realidad el
deseo de un amplio número de estas personas. A la luz de la revisión
realizada los profesionales y las familias no deberíamos fijarnos tanto en
las características de la persona, sino en la forma en que intentamos
apoyarla para conseguir y mantener un empleo.
¿Qué es inserción?

A través de la palabra inserción es posible dar cuenta de la acción de


incluir una cosa en otra, o bien de incluir a un individuo dentro un grupo
cuando este por alguna razón aún no ha logrado ingresar en él.

La palabra que nos ocupa presenta un uso muy frecuente a instancias


del ámbito social, ya que es justamente a través de ella que se puede
dar cuenta de la acción de introducir a una persona en un grupo social,
comunidad, sociedad.

Si bien los seres humanos somos animales sociales que estamos


preparados para vivir en sociedad e interactuar con nuestros pares en
diversos ámbitos, también es una realidad innegable que existen
muchos individuos que por diversos factores se hallan fuera de
determinas agrupaciones o de las mismísimas sociedades y
comunidades en las que viven. Por ejemplo, aquellas personas que por
no disponer de recursos económicos quedan fuera del acceso a la
educación, pueden ser, a través de programas y políticas públicas de
educación incluidos en las escuelas, universidades, para que puedan,
como aquellos que sí disponen de recursos, estudiar la materia que les
interesa y graduarse finalmente. Una vez que el individuo se haya
recibido se podrá hablar de una satisfactoria inserción.

Por otra parte y junto a la educación nos encontramos con el trabajo,


que también de no existir la posibilidad cercana de conseguirlo,
demandará de la implementación de políticas y medidas especiales para
que aquel sector social que se haya privado del mismo pueda lograrlo.
Formalmente se la conoce como inserción/integración laboral.

La integración laboral:

En 1999 el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en una guía de


buenas prácticas de empleo define, la integración Laboral como "la
incorporación de una persona con discapacidad a un puesto de trabajo
real en una empresa ordinaria, pública o privada, donde el trabajador
con discapacidad trabaja junto al interactúar frecuentemente con otros
trabajadores sin discapacidad, diferentes del personal de los servicios de
apoyo". Ésta, además de propiciar la integración social, permite que la
persona encuentre sentido a su proceso terapéutico, ya que le va a
ayudar a desarrollar su rol normalizado de trabajador .Además, según
los estudios F. Rodríguez Pulido y cols. en EE.UU, la gran mayoría de las
personas con trastorno mental crónico desea trabajar (70%) y sólo una
minoría no lo desea (15%). Sin embargo, a pesar de este deseo de las
personas con trastorno mental grave y de las repercusiones positivas de
la integración laboral, el acceso al empleo es muy complicado para este
colectivo. En la realidad, nos encontramos con una población de
personas con trastorno mental crónico, que presenta un altísimo índice
de desempleo.

En la perpetuación de esta situación de aislamiento social y laboral


influyen distintos factores que obstaculizan el proceso de integración y
se reconocen hoy, también factores facilitadores de la misma.
Analicemos los mismos.

a) Las barreras de la integración: Mucho se habla y se habla bien de


las barreras arquitectónicas como obstáculo a la integración social de las
personas con discapacidad, pero poco se había, si cabe, de las barreras
que forma en la arquitectura de nuestro pensamiento y emociones el
prejuicio, las estigmatizaciones y las creencias erróneas sobre este
aspecto. Esto ocurre diariamente con las personas que sufren un
trastorno mental crónico, y más aún si hablamos de la empleabilidad de
las mismas. Por lo tanto, a la hora de lograr la integración laboral, la
persona con trastorno mental crónico debe, no sólo entrenar las
habilidades y las capacidades que necesitará para desempeñar con éxito
su trabajo, sino que debe salvar los distintos obstáculos con los que se
encontrará en su proceso de integración plena. Ahora bien, las barreras
que debe salvar no son. Únicamente físicas, sino que más difíciles aún
de enfrentar son, lo que unos llaman las barreras psicosociales
(superprotección familiar, déficits de formación, etc), otros barreras
culturales (los servicios de salud mental están para atender a las
personas fuera del trabajo), y nosotros barreras cognitivas (creencias y
prejuicios erróneos: la esquizofrenia lleva al deterioro inevitable, estos
enfermos no pueden trabajar, se corre mucho peligro con ellos). Una
combinación de estas barreras puede darse para cada sujeto, siendo
particular para cada caso, si bien, globalmente consideradas, destacan
los déficits comportamentales que presentan estas personas, la
inexistente historia laboral previa a la patología, la falta o inadecuación
de recursos de rehabilitación laboral, y por supuesto, el estigma
asociado a los problemas psiquiátricos No obstante, a la hora de analizar
las barreras y obstáculos que deben afrontar este colectivo, el primer
grupo se incluyen aquellas dificultades derivadas del prejuicio social; el
segundo grupo está compuesto por las dificultades derivadas de la
propia enfermedad, como las dificultades a la hora de elegir, de
conseguir y de conservar un empleo; y un tercer lugar formado por las
dificultades derivadas de la situación del mercado laboral. Pasemos a
desarrollarlas en mayor profundidad. Como ya hemos visto, uno de los
principales obstáculos son los prejuicios sociales. Para conseguir la
integración de cualquier colectivo en cualquier área de la vida, es tan
importante la motivación del colectivo de participar en la comunidad,
como de la comunidad en aceptar al colectivo. En nuestro caso, la
sociedad no muestra actitudes de aceptación respecto a este tema, y en
muchas ocasiones, es debido a la ignorancia que tienen sobre las
enfermedades mentales. Esta ignorancia junto a la imagen distorsionada
que se tiene sobre este colectivo ha sido ampliamente fomentada por
los medios de comunicación, cine, literatura, etc quienes no suelen
recoger entre sus titulares o noticias las relacionadas con el éxito en la
integración de este colectivo, sino aquellas que siguen alimentando el
estigma (fundamentalmente relacionado con la violencia) que recae
sobre estas personas, a pesar de estar ampliamente demostrada en la
literatura científica lo erróneo de las creencias fomentadas. Así, nos
encontramos con una sociedad, incluyendo empresarios, profesionales,
trabajadores, etc, con creencias erróneas y distorsionadas sobre el
colectivo, lo que afecta enorme y dramáticamente a las posibilidades de
integración sociolaboral. Ante ello, los profesionales podemos actuar
difundiendo y promocionando en medios de comunicación, etc los éxitos
conseguidos por las personas con trastorno mental crónico en materia
de integración laboral, ya que esto ayudará a luchar contra el estigma y
cambiar la visión de trabajadores y empresarios tienen sobre el
colectivo.
Otra barrera la conforman aquellas dificultades derivadas de la propia
enfermedad. Algunas de las dificultades que pueden presentar estas
personas son el deterioro cognitivo y conductual, la falta de motivación
en el mercado laboral (en muchas ocasiones fomentada por la familia,
por miedo a que se agraven los síntomas o a perder la pensión), la
carencia de hábitos básicos y habilidades sociales, el papel de la familia
(ya sea por sobreprotección, o por excesiva presión). Además, suelen
ser personas con escasa formación y casi inexistente historia laboral
previa, debido a que la enfermedad suele aparecer cuando aún están
inmersos en procesos formativos; que desconocen el mercado laboral,
sus características, normas, etc.

Salud mental: un estado de bienestar

La salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el


individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las
tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y
fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

La dimensión positiva de la salud mental se destaca en la definición de


salud que figura en la Constitución de la OMS: «La salud es un estado
de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia
de afecciones o enfermedades».

Las personas con discapacidad y su relación con el trabajo:

Nos vamos a centrar en la población con trastorno mental, más que


todo en personas con diagnóstico de esquizofrenia, por entender que es
uno de los colectivos con discapacidad que mayores dificultades y
barreras se encuentra en la inserción laboral. La complejidad de la
esquizofrenia radica en que el trastorno no se limita únicamente a la
presencia de diferentes formas de expresión de su sintomatología, sino
que la misma, compromete el funcionamiento del individuo y su
participación efectiva en los distintos ámbitos de la vida .Ya no podemos
hablar invariablemente de un deterioro progresivo de la esquizofrenia,
hacia la demencia precoz tal como anunció Kraepelin o ni del efecto
positivo significativo del envejecimiento sobre la evolución de la
enfermedad a una edad avanzada, como sentenció Ciompi. En general
se acepta que la esquizofrenia es un trastorno heterogéneo, con una
evolución variable en diferentes grupos de pacientes .Según la revisión
de McGlashan , la evolución de la esquizofrenia se mantiene estable en
un 60% de los pacientes, mientras que un 20% experimenta un
agravamiento y el 20% restante presenta una remisión al llegar a la
edad avanzada. Así los resultados de Jeste, sobre envejecimiento y
esquizofrenia, nos indica que no son incompatibles con la aparición de
demencia en un subgrupo de pacientes con una demencia krapeiliana ni
con la remisión en algunos pacientes. Sin embargo, si indican que una
gran mayoría de los pacientes con esquizofrenia, al envejecer, continua
presentando síntomas y un deterioro, aunque con una ligera mejoría de
la sicopatología general. Desde este marco clínico de la evolución de la
enfermedad, los programas de rehabilitación cobran especial relevancia,
ya que como profesionales, estamos en disposición de ofertar
programas y técnicas -si bien los recursos no depende de nosotros- para
recuperar la máxima autonomía de estas personas e integrarlas y
mantenerlas en la comunidad en las mejores condiciones de calidad de
vida, de independencia y de autonomía posibles. Nosotros partimos de
una posición optimista de la ciencia. Desde la premisa que el empleo
es la llave de la integración y de la participación plena en la
comunidad, y hacia este esfuerzo, entendemos hay que dirigir nuestra
esperanzas, con la participación de las personas. Así, se entiende que el
desempleo en las personas con trastorno mental crónico es el camino
hacia la marginación social, afectando a sus posibilidades de
socialización, de productividad, de calidad de vida, de apoyo social, etc.
El valor que tiene el trabajo se extiende a los ámbitos económico, social
y psicológico, proporcionando una estructura básica para la conducta
social. En su vertiente social, promueve la integración y la
normalización del individuo haciéndolo miembro partícipe de la sociedad,
generando conductas en la persona que la sociedad reconoce como
propias del grupo. En su vertiente económica, el trabajo ofrece a la
persona un salario, que por un lado, le va a aportarle independencia
económica, y por otro lado, le va a hacer contribuir a la economía de la
comunidad. En su dimensión psicológica, el trabajo favorece el
establecimiento de la identidad, mantenedor de actividad, de las
relaciones sociales y de la comunicación interpersonal, permite
estructurar el tiempo, y refuerza la autoestima. En definitiva, tal como
se reconocía en las Jornadas sobre rehabilitación laboral, los beneficios
del trabajo para las personas con un trastorno mental crónicos, se
centran en ofrecer a esta, salir de su arraigado rol de enfermo para
incluirse en la sociedad con un rol de trabajador, un rol normalizado.

Las estrategias de inserción en el empleo:

Al hablar de integración en el empleo estamos incluyendo todas aquellas


modalidades o las estrategias de inserción. En la autocrítica revisión
realizada por Grove en 2000 sobre las integración laboral de personas
con trastorno mental severo en Reino Unido ,concluye, que en la era de
la terapia industrial, en los años sesenta y setenta, basado en la idea del
"cuidado en la comunidad" y en "ofrecerles a los pacientes experiencia
laboral para prepararlos para la vida", fracaso porque esto era otra
forma de tratamiento que mantenía a las personas ocupadas, y
raramente culmino ofreciéndole empleo reconociendo que durante los 10
últimos años han tenido en el Reino Unido que enfrentarse al fracaso de
la falsa expectativa de que los usuarios de los servicios de salud mental,
pasaran gradualmente del trabajo protegido al empleo, Llevándoles al
desempleo permanente. A finales de los años noventa, comenzaron a
publicarse los resultados de la nueva estrategia. En nuestro país, en las
estrategias de integración laboral, ha habido un mayor peso de las
estrategias procedente de las influencias de las estrategias de paso a
paso de la rehabilitación vocacional, manifestando en el desarrollo
excesivo de los llamados Talleres o Centros Ocupacionales, y los Centros
de rehabilitación Laboral. Por tanto, disponemos de distintas
posibilidades de integración laboral, que debemos ajustar a las
necesidades concreta de cada persona con trastorno mental crónico.
Posibilidades, cuya eficacia en términos de empleo y duración tendrá
que ser oportunamente evaluada. En los EE.UU en las últimas décadas
se han puesto en marcha numerosas estrategias de empleo, tal como
nos comunico Bond en el 2000 en Sevilla). Esta diversificación de
estrategias requiere que las mismas sean evaluadas en cuanto a su
efectividad. La estrategia de apoyo individualizado al empleo, es la que
hasta el momento, ha demostrado mejores resultados, con una mayor
evidencia científica y mas investigaciones, en torno a la empleabilidad
frente a la estrategias de los talleres ocupacionales, las casas-club y los
programas de rehabilitación, cuyos resultados son modestos. Esta
manera de aproximación al empleo a través de los equipos de apoyo
individualizado al empleo significa de hecho una estrategia que rompe
con la estrategia mas clásica del paso a paso o estrategia de la
rehabilitación vocacional o laboral. Uno de los problemas en EE.UU. de
las estrategias de empleabilidad, es la no disponibilidad y limitaciones
en el acceso a estos programas y que presentan una deficiencia
recurrente, a saber, establecerse sin apoyo por el programa de
rehabilitaron. El apoyo individualizado al empleo (IPS), dirigida a las
personas que presentan una alta motivación para el empleo, se basa en
seis principios: 1) el empleo competitivo es la meta, 2) la búsqueda
rápida del empleo, 3) la integración de la rehabilitación y la salud
mental, 4) atención a las preferencias de los usuarios, 5) evaluación
continua y comprensiva y 6) apoyo por tiempo ilimitado

Así, vemos que dos de los factores que más influyen en la integración
social, como son la educación y la integración laboral, se ven muy
afectados en las personas con discapacidad. Por tanto, la situación de
las personas con discapacidad en el mercado laboral se caracteriza por
una baja implicación en el mismo. Pero a esta situación de poca
participación, hay que sumarle el hecho de que los trabajos ofertados a
estas personas son de poca cualificación, precarios, y con malas
condiciones laborales, ejemplo salario.

Como lograr un proceso de inserción laboral exitoso con


personas con enfermedad mental:

Una de las herramientas resultantes de nuestra experiencia consiste en


haber resumido en un decálogo las principales claves que contribuyen a
lograr inserciones laborales de éxito con personas con enfermedad
mental. Dado que entendemos la inserción como parte de un proceso
más completo y complejo, es necesario tener en consideración todos los
aspectos que van a contribuir al acierto en el encaje de la persona en el
puesto. Estas son las diez claves:

1. Creación de una red de apoyos naturales en el puesto de trabajo a


través de la capacitación específica de los profesionales en intervención
sociolaboral con personas con enfermedad mental.

2. La motivación de los usuarios/as hacia el empleo, a través de un


proceso de orientación y formación.
3. Buena conciencia de la enfermedad y adscripción a tratamiento
psiquiátrico y farmacológico.

4. Una formación prelaboral acorde a intereses e historia laboral, donde


desarrollar hábitos básicos de trabajo y habilidades de relación
sociolaboral.

5. La adecuación del puesto de trabajo a las características y


capacidades de la persona.

6. El establecimiento de sistemas de seguimiento de la evolución del


trabajador/a.

7. El grado de satisfacción de la persona con el puesto de trabajo.

8. Contar con apoyo externo de carácter social (asociación de familiares


e instituciones competentes) y sanitario (red de centros de salud
mental).

9. Programación de la intervención familiar con el fin de que familiares


de usuario/as sean gentes activos de apoyo y colaboración en el proceso
de integración sociolaboral.

10. Inserción a través de estructuras de apoyo, adecuadas y flexibles en


cuanto a los itinerarios.
Conclusión.

Toda persona tiene derecho a tener trabajo así sea con o sin
discapacidad, el mismo genera amplios beneficios reconocidos
ampliamente para las personas, en principal, gracias al salario, las hace
sentir partícipe y útiles al momento de hacer vida en la comunidad y le
permite transformar su habitual rol de enfermo por un rol de trabajador,
más adaptado y normalizado. Las personas con trastorno mental
presentan un gran conjunto, lo que nos obliga a dar respuestas
diferentes y adaptadas a cada persona. Para hacer menos tediosa la
integración sociolaboral de estas personas, es necesario el trabajo en
conjunto entre los distintos profesionales (sector sanitario, social, de
empleo, etc), los usuarios, las familias, los empresarios, y las
organizaciones sindicales, para fundamentar e incluir actuaciones en la
comunidad encaminadas a eliminar las graves barreras que dificultan
este proceso. Las enfermedades mentales tienen un alto coste para la
sociedad. Existe un amplio número de personas con discapacidad que
desean y pueden trabajar, y que con apoyo se mantienen en el empleo.
Pero que no consiguen emplearse. No deberíamos fijarnos tanto en las
características de la persona, sino en la forma en que intentamos
apoyarla para conseguir y mantener un empleo.

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