Está en la página 1de 8

1

Catolicismo y capitalismo: una complexio oppositorum contemporánea

Carlos Eduardo Pérez Crespo

Resumen
El presente ensayo aborda la relación conflictiva que se encuentra en el
pensamiento sobre los fundamentos del catolicismo y la filosofía liberal capitalista
anglosajona. Esta contradicción de posturas permitió la formación de distintos
discursos éticos y políticos después del s. XIX, con lo cual se produjo al mismo
tiempo la reforma integral de la Iglesia Católica en el s. XX con el Concilio de
Vaticano II. Exploraremos estas posturas en contradicción y analizaremos los
componentes del pensamiento filosófico detrás de sus presupuestos.
1. ¿Qué es una complexio oppositorum?
La complexio oppositorum es un concepto del jurista Carl Schmitt, en su
conocido libro Teología Política, para definir a la Iglesia Católica. Decía este autor
alemán que ello es así porque internamente la Iglesia está compuesta de
posiciones políticas, culturales y económicas contrapuestas, pero que todas ellas
terminan construyendo una unidad eclesiástica donde la autoridad principal es,
indudablemente, el Papa. Comprendemos, entonces, el concepto de complexio
oppositorum como una contradicción intrínseca que no anula la convivencia y la
construcción de una unidad, pues esta es finalmente el resultado de esa
contradicción.
La comprensión de la contradicción es tan amplia que podemos ver los
distintos matices de posturas éticas y políticas alrededor del catolicismo: desde
anarquistas católicos irlandeses que defendían su libertad frente a la invasión
inglesa, hasta católicos defensores del tradicionalismo monárquico después de la
caída de Napoleón. Siendo de este modo, podemos reconocer que esta
contradicción es un fenómeno propiamente moderno, pues se desarrolló en el s.
XIX y permitió desarrollar distintas posturas y banderas políticas en el s. XX, así
como una reforma integral de la Iglesia Católica en el Concilio de Vaticano II. De
este modo, la Iglesia pasó de un discurso que condenaba al liberalismo y el
2

socialismo en el s. XIX, hacia un discurso de apertura a las nuevas ideas del


desarrollo humano y social.
2. La filosofía católica clásica
La concepción de la filosofía católica clásica hacia el capitalismo se encuentra,
como ha señalado el importante filósofo y ex primer ministro italiano Amintore
Fanfani, en los evangelios y los Padres y Doctores de la Iglesia Católica. Es
importante resaltar el rol de San Agustín, quien es el primer doctor de la Iglesia en
importancia real para el desarrollo de la Filosofía católica, por sus importantes
ideas acerca del sujeto como motor principal para el desarrollo de la fe en Dios.
Sin embargo, a pesar de estos importantes aportes de San Agustín, fue Santo
Tomás de Aquino el filósofo católico más importante de la Edad Media y quien,
según el experto neotomista francés Étienne Gilson, es quien sistematizó todo el
pensamiento católico precedente y el que marca la pauta de la concepción católica
de la sociedad y la economía, a través del rescate de las ideas de Aristóteles. Pero
no solamente Santo Tomás, sino también los papas León XIII, Pío XI, Pío XII,
entre otros, fueron quienes siguieron las ideas tomistas para comprender el rol del
catolicismo frente al mundo del capitalismo moderno.
Fanfani menciona que el catolicismo le condena al capitalismo liberal tres
puntos: a) el interés generado por el retorno del capital, lo cual evidencia usura y
avaricia; b) la deshumanización del trabajo; y c) el egoísmo individualista. Sobre
ello, el autor recuerda que en el pensamiento católico defiende más bien la idea de
la solidaridad, la austeridad (humilitas) y el sentido de que en todas las acciones
del hombre Dios está presente como un fin trascendente, es decir, providencial.
Sobre ello, Gilson en su libro Filosofía Cristiana, agrega que el pensamiento
católico tomista también condena estas acciones. Pero no como los papas del
siglo XIX y XX, pues en la Edad Media no se conoció el capitalismo del cual
escribieron Adam Smith o Karl Marx.
No obstante, Santo Tomás defendió una concepción de la sociedad en donde
la autoridad superior es el Papa y las instituciones político-estatales, conformando
así un sentido de comunión en pro del bien común. En ese sentido, el capitalismo
3

liberal, que centra el foco sobre el individuo y los beneficios del egoísmo, destruye
la concepción del comunitarismo católico y la búsqueda del bien colectivo.
3. La filosofía católica entra en contradicción con el capitalismo moderno
Entre el catolicismo y el capitalismo, encontramos también esta relación de
complexio oppositorum. Muchos autores antiliberales católicos surgieron en los
siglos XVIII y XIX, bebiendo de la tradición escolástica tomista, como el caso del
español decimonónico Juan Donoso Cortés y los franceses Joseph De Maistre y
Charles Maurras, señalaban las contradicciones lógicas que existían entre el
catolicismo y el capitalismo moderno, en sus dos versiones: la liberal anglosajona
y la socialista europea continental naciente en el siglo XIX. Así, identificaban a
ambos fenómenos sociopolíticos como expresiones del mal y del demonio, pues
instrumentalizaban al hombre en pro de una visión que ponía entre paréntesis la fe
religiosa.
De hecho, el mismo Donoso Cortés afirmaba en su famoso discurso Sobre la
Dictadura, como parlamentario español frente a las revueltas obreras europeas de
1848, que la historia del mundo moderno capitalista mostraba que a medida que
disminuía la represión religiosa tradicional; tenía que aumentar la represión política
estatal, por lo cual el capitalismo moderno tenía que ir acompañado de un proceso
violento. Max Weber, muchos años después, le daría la razón a esta afirmación, al
afirmar en su famoso escrito La política como vocación, que el Estado moderno
era una construcción paralela al capitalismo moderno, en donde se convierte en
un aparato instrumental con el monopolio legítimo de la violencia para controlar los
procesos iniciados por el capitalismo moderno liberal.
4. La filosofía liberal ilustrada entra en contradicción con la filosofía
católica clásica
En el bando contrario están los pensadores liberales críticos del catolicismo por
considerarlo incompatible con los principios elementales de la libertad moderna, es
decir, la libertad heredera del sistema capitalista moderno. Como lo decía
Benjamín Constant: la libertad de los modernos. Así, se puede apreciar el famoso
escrito de Isaiah Berlin, Seis enemigos de la Libertad, en donde uno de los
pensadores duramente criticados es Joseph de Maistre. La crítica principal de los
4

filósofos liberales como Berlin es que la filosofía católica tradicional, heredera del
tomismo, es una manifestación conservadora de la sociedad, por lo cual se anhela
una sociedad estamental, jerárquica y religiosa. Y todo ello, consecuentemente,
restringe y anula la libertad en el sentido moderno: es decir, la libertad como
ausencia de coerción externa.
En esta misma línea de razonamiento encontramos al filósofo capitalista y
liberal Friedrich Von Hayek , quizás el liberal más importante del siglo XX junto con
Karl Popper y Robert Nozick. En su escrito ¿Por qué no soy conservador?, Hayek
planteaba que los defensores de la libertad económica del capitalismo moderno,
defienden el escepticismo frente a lo que los conservadores religiosos asumen
como lo verdadero: Dios, la revelación y la fe. Estos tres elementos, siguiendo la
línea del escepticismo de Hume, no son demostrables como verdades absolutas,
por lo cual no puede imponérsele al individuo una visión del mundo sin desconfiar
de ella, por lo cual solo queda defender la libertad y la libre confesión de cada uno
de los individuos sin imposiciones externas: institucionales teológicas o estatales.
5. La filosofía católica se reforma a sí misma después de esta complexio
oppositorum
Las instituciones tardan en formarse y actualizarse. De hecho el mismo Max
Weber reconoce que el inicio del Estado moderno es un fenómeno que se
desarrolló entre el s. XII y XV. Es de este mismo modo que la Iglesia Católica tiene
una historia y desarrollo independiente al de las fuerzas del capitalismo del s. XIX.
Nos preguntamos por qué la Iglesia no cambia con la misma rapidez que la
sociedad, pero ello sucede porque las instituciones tienen su propio desarrollo y
vida misma.
Comprender la vida misma de la Iglesia, es ver su desarrollo en la
perspectiva de que es la continuación del Estado romano en el mundo actual. Ante
ello se podrían tomar dos perspectivas. La primera, considerarla como una
institución arcaica y que siempre se mantendrá en ese estado. La segunda, más
cercana a la idea del complexio oppositorum, como una institución que se
actualiza y tiene distintos aggiornamenti en su historia. Lo interesante de esto es la
posibilidad de pensar que estos aggiornamenti siempre se han producido por
5

cambios en la estructura de las sociedades, sobre todo en lo concerniente a las


fuerzas económicas. Es por ello que la contradicción entre el capitalismo moderno
ha sido no una manifestación contra la fe católica, como pensaron Donoso Cortés
o De Maistre, sino un reto para pensar el catolicismo y su actualidad. Es de este
modo que podemos ver resultados concretos y reformas dentro de la filosofía
católica, como es el caso de la Teología de la Liberación.
6. Una relectura de la complexio oppositorum desde Alasdair MacIntyre y
la recuperación de la narrativa
Se suele pensar que la teología o la religión no tienen que ver con la ética. Si
partimos del hecho de que la ética es solo una disciplina académica que necesita
estudio, definitivamente estaríamos en lo correcto. Pero la ética, como ha
mencionado el importante filósofo Pierre Hadot, es una forma de vida, de hecho la
forma de vida que caracterizaba a los filósofos clásicos. Encontramos esto mismo
también en la modernidad con el mismo Inmanuel Kant, quien buscó una forma de
pensar la religión desde la razón, por lo cual al mismo tiempo se preocupaba y
discutía por los temas éticos. La separación, entonces, entre la religión como algo
privado y la ética como algo público, es una distinción teórica bastante discutible y
sociológicamente incorrecta.
Siendo de este modo, encontramos entonces una contradicción bastante
compleja entre distintos pensadores liberales capitalistas y las posturas del
catolicismo frente a la vida económica. ¿Son estas contradicciones
irreconciliables? Al parecer no del todo. En Tras la virtud se encuentra una
reflexión muy interesante sobre este punto. El autor canadiense distingue
claramente cómo el proyecto ilustrado es históricamente europeo nórdico, por lo
cual tiene su mayor expansión en la cultura anglosajona, como el caso de la
ilustración escocesa. De este modo, el autor ubica la discusión sobre los
fundamentos de la moral en autores como Kant, Hume o Kierkegaard como
expresiones que tienen una raíz común: el proceso de la reforma protestante que
se instauró en toda la cultura anglosajona y nórdica.
En ese sentido, siguiendo a MacIntyre, podemos ver que los antagonismos
extremos entre la filosofía cristiana tradicional y la filosofía liberal capitalista
6

presentan dos discursos inconmensurables. De hecho, desde los presupuestos de


ambas no podemos encontrar puntos que permitan un diálogo sobre lo moral, por
lo cual ambos caen en argumentos emotivistas: para el antiliberal Donoso Cortés
el capitalismo liberal encarna al demonio y Satanás; para Berlin el catolicismo de
De Maistre es un pensamiento trasnochado que pide el regreso al Ancien Régime.
Ello es así porque los liberales capitalistas parten del supuesto de la existencia
de un individuo que conoce el mundo desde el mismo sujeto, por lo cual la religión
es una vivencia interior racional, que no necesita de instituciones o agentes
externos que digan cómo interpretar la fe, la creencia y el encuentro con Dios.
Pero ello es así porque en la tradición europea anglosajona y nórdica el
protestantismo planteó esta relación individual frente a la fe cristiana: el sujeto que
conoce la verdad a través de su propia lectura y reflexión de la Biblia.
Sin embargo, encontramos que en el capitalismo desarrollado en las
sociedades católicas, como la española o italiana, hay una relación de complexio
oppositorum. Debido a que el capitalismo moderno se desarrolló sin negar la
defensa de los valores morales de la Iglesia Católica como institución. Pero ello es
así porque en ambos países, a diferencia de la experiencia nórdica y anglosajona,
en donde se desarrollaron sobre todo las guerras entre cristianos, se tuvieron
también guerras contra otras religiones no cristianas. Ese fue el caso de las
batallas que hubo entre los católicos ibéricos en el proceso de expulsión de los
moros hasta el siglo XV. Pero no solo eso, se debe recordar la alianza entre el
ejército ibérico e italiano en la Batalla de Lepanto, en donde se produjo la mayor
batalla naval de la historia. El hecho es importante no solo por el tema bélico, sino
porque en esta guerra estuvo directamente involucrado el mismo Papa, quien fue
un actor importante para desarrollar la tecnología militar veneciana naval que
permitió lograr el triunfo del bando católico.
De este modo, encontramos que en las sociedades católicas el capitalismo
moderno encontró un desarrollo diferente al anglosajón, pues terminó
conformando una unidad, ya que los estados ibéricos e italianos tuvieron una
convivencia conflictiva, pero unitaria, entre la existencia de una Iglesia Católica y
un desarrollo capitalista moderno. Es por esa razón que en ambos países se
7

considera a la Iglesia Católica como una organización fundamental que promueve


la cultura y la reflexión sobre las consecuencias que el capitalismo ha tenido en
sus sociedades.
Tomando en cuenta esta experiencia, se debe preguntar entonces por qué
MacIntyre prefiere regresar a la discusión sobre la virtud desde los griegos, mas
no sobre la filosofía y la cultura católica que en España e Italia ha superado a lo
largo de los siglos la aparente contradicción insalvable entre los fundamentos de la
moral y el mundo capitalista. Lo más probable es que se deba a que finalmente
MacIntyre como canadiense está reflexionando desde y para la sociedad
anglosajona. No obstante, es interesante notar que él mismo sabe que esta labor
no es fácil, si en caso no imposible, puesto que la reflexión sobre la virtud griega
no es parte de la cultura ni la herencia histórica de los países anglosajones ni
nórdicos. Por eso solo queda enseñarla a partir de la narrativa, la literatura y los
nuevos artes modernos como el cine.
El caso emblemático aquí es Dante Alighieri, quien en La Divina Comedia no
solo hace una demostración de erudición de la cultura griega y católica en sus
narraciones sobre los círculos del Infierno. Sino que además su vida misma es una
complexio oppositorum de lo que es la vida de un católico en un mundo moderno:
fue político, escritor, músico, soldado, artista y erudito de las artes humanísticas. Y
es así porque en la reflexión sobre la moral y la ética, la tradición del renacimiento
italiano, así como la tradición de la filosofía ibérica del siglo XV, no presenta una
contradicción insalvable entre el sujeto y la comunidad política, por lo cual no se
escurre en encontrar los fundamentos de la moral en la cultura, es decir, en lo que
en las sociedades católicas se conoce como la educación católica, que encuentra
sus enseñanzas en los pilares teológicos de la Iglesia Católica.

Bibliografía
Cortés, J. D. (1880). Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo.
Libr. Católica Internacional.
de Maistre, J. (1990). Consideraciones sobre Francia.
8

Fanfani, A., & Sureda, J. L. (1953). Catolicismo y protestantismo en la génesis del


capitalismo (Vol. 19). Rialp.
Hayek, F. A. (1990). Camino de servidumbre (Vol. 2). Alianza.
Gilson, É., & Herzog, F. M. (1978). El tomismo: introducción a la filosofía de Santo
Tomás de Aquino. Universidad de Navarra.
Kant, I., & Marzoa, F. M. (2001). La religión dentro de los límites de la mera razón.
Alianza Editorial.
Hadot, P. (2009). La filosofía como forma de vida. Barcelona: Alpha Decay.
MacIntyre, A. C. (1987). Tras la virtud. Barcelona: Crítica.
Weber, M. (2003). La ética protestante y el espíritu del capitalismo (Vol. 2). Fondo
de cultura económica.

También podría gustarte