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En cada uno de estos diálogos, vibran el corazón y la mente luminosa de una mujer
incomparable: Beatriz Restrepo de Echavarría. Su inspiración cariñosa y oportuna, su
aporte generoso en la redacción y en los giros, dieron vida a estas páginas que hoy echamos
a andar —como las hormigas con su tesoro a cuestas— para que muchos se alimenten con
los valores que fortalecen y hacen florecer el hogar.
A ella, la señora, la madre, la amiga, la maestra, hacemos ahora un justo homenaje. Muy
pequeño quizás para su extraordinaria persona.
—ooo—
Partimos de una definición tradicional: Valor es todo aquello que es bueno, tiene
importancia y le da sentido a la vida.
A diario escuchamos hablar de valores económicos, intelectuales, artísticos, morales, etc.
Otros prefieren dividirlos en necesarios, útiles y superfluos.
Se afirma además que los valores existen fuera de las personas que los aprecian y los
ordenan. Sin embargo, muchos autores defienden que un valor sólo nace cuando alguien
racional percibe la importancia de algo.
El valor es una cualidad, la cual le da a algún ser relieve e importancia. Un cuadro de siglos
anteriores además de su tema, su colorido y el estilo propio del autor, posee un valor de
antigüedad. En él se conjugan dos factores: La tradición y el arte.
Pero esta cualidad que llamamos valor no se entiende, sino relacionada con otros elementos
igualmente «valiosos», como el bien, el fin que en mi tarea me propongo, la búsqueda
cotidiana de la felicidad.
De otro lado, afirma un autor, los valores son parásitos, como las orquídeas en los árboles.
No pueden vivir sin apoyarse en objetos o personas reales. Son además, de frágil existencia
(1). Y brotan de una realidad externa al hombre, iluminada por la actitud de cada persona.
No se ven con los ojos, afirma Ortega y Gasset, como los colores. No se entienden
plenamente, como tampoco entendemos con toda claridad qué es arte, qué es la bondad,
qué cosa es un millón de dólares. La belleza de una estatua, la justicia de un acto, la gracia
de un perfil femenino no son cosas que quepa entender o no entender. Sólo cabe
«sentirlas», o mejor estimarlas o desestimarlas. La estimación es la actitud humana que se
refiere a los valores, mucho más que su comprensión (2).
Por eso los valores no existen, sino para gente de cierto nivel humano. Si a un mendigo le
entregas un objeto de arte moderno, nada le dirá. No apreciará su valor.
Comprendemos pues que todo valor se basa en algo real, pero a la vez exige una actitud
humana para lograr su existencia.
Además, que todos los valores se encierran en una denominación global de «valores
humanos». Aparece así la axiología, una palabra derivada de dos raíces griegas, que
significa el tratado de los valores.
Se clarifica también la común expresión «jerarquía de valores». Esta quiere decir el orden y
manera como una persona o algún grupo humano, estima los diversos valores y gradúa su
importancia.
—ooo—
Los autores que tratan el tema clasifican los valores, cada cual a su manera: Desde los
llamados útiles hasta los religiosos.
Los distribuyen además en dos grandes apartados, de acuerdo al modo como cada quien se
relaciona con el mundo (3):
Tendríamos entonces:
o Valores económicos
o Valores afectivos
o Valores intelectuales
o Valores estéticos
o Valores éticos
o Valores religiosos
Esta es una de las muchas clasificaciones, que obviamente no será absoluta. Ni menos aún
encerrará todos los valores de todos los grupos humanos.
—ooo—
Los filósofos señalan como valor esencial de la persona humana el ser. En otro lenguaje, la
existencia. Para nuestro caso, identificamos este valor como la vida. Sin embargo, el valor
de la vida no es algo simple que se pueda cultivar y defender directamente.
Vida es el resultado de una serie de factores de todo orden. Para vivir en el plano biológico
necesitamos alimento, techo y vestido.
Además, el ideal humano no se agota en vivir. Ni menos aún en sobrevivir. Por lo tanto,
para aspirar a una plenitud de vida, cada persona requiere de otros elementos que adquieren
entonces calidad de valores.
Primera, porque no todos tenemos idéntica visión en relación con la vida y las maneras de
promoverla.
En segundo lugar, porque todos los valores relativos a la vida se entrelazan unos a otros. De
tal suerte que, afectado uno de ellos en forma positiva o negativa, todo el andamiaje de los
valores se modifica.
La jerarquía de valores es una opción personal de cada persona, iluminada por la cultura y
por la fe.
—ooo—
Aunque el valor esencial de la familia es la vida, en seguida captamos que ella nunca puede
existir sin el amor. Nace del amor, en él crece y se cultiva. Genera amor y tiene como
objetivo esencial amar plenamente.
Pero no se trata de un amor teórico y extraterrestre. Para que el amor pueda existir necesita
encarnarse en actitudes concretas.
Presencia: La cual se traduce en estar allí. Estar disponible. Tener tiempo para el otro.
Tanto padres como hijos, al igual que los amigos, debilitan sus relaciones cuando, a causa
del trabajo u otros factores, no tienen tiempo de reunirse para compartir de forma serena y
cariñosa.
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Otros valores
Para explicar más ampliamente los otros valores relacionados con la vida y el amor, los
dividimos del siguiente modo:
A. Valores creativos
Ellos expresan y ejercitan el amor. Nos sacan del egoísmo y nos comprometen a mejorar el
mundo.
o Responsabilidad
o Esfuerzo
o Solidaridad
o Honradez
o Austeridad
o Constancia
Dos actitudes que soportan y acrecientan estos valores, son la creatividad y la recursividad.
Dentro del área del trabajo, conviene destacar la constancia. Actualmente muchos fracasan
por no poner toda su capacidad y su empeño al servicio de un objetivo.
En épocas pasadas, cada joven se fijaba un ideal, luchaba con esfuerzo por conseguirlo y
gozaba luego al alcanzarlo.
En tanto que hoy se desea lograr un objetivo sin esfuerzo. Queremos pasar inmediatamente
desde el proyecto al logro.
B. Valores de convivencia
¿Qué esperas tú de una persona con quien vas a convivir? Ante todo el respeto. Pero
además:
o Lealtad
o Aptitud para compartir
o Comprensión
o Capacidad de perdón
o Afecto
o Aceptación de la identidad ajena
o Complementariedad
Cuando el dolor y la adversidad nos golpean, son necesarios otros valores que ayudan a
superar conflictos y tragedias.
Enumeramos algunos:
o Serenidad
o Realismo
o Empatía, que nos ayuda a padecer con quienes nos rodean, evitando pensar únicamente en
nosotros.
o Fe en Dios y en sí mismo
o Esperanza
***
Todos los valores, más que definirse teóricamente, aceptan ser descritos. Se captan con más
claridad en la vida concreta de quienes los poseen.
Ellos se comunican, ante todo, por contagio. No basta enseñarlos. Vale aquí nuevamente
aquel aforismo: Los hijos (y todos los humanos) no obedecen. Imitan.
Así como el movimiento se prueba andando, los valores se enseñan valiendo. Es decir,
presentando una conducta auténtica.
Me llama la atención el adjetivo que han inventado nuestros jóvenes. Ellos hablan de
personas calidosas. Nuestra sociedad exige hoy precisamente personas con calidad de vida.
Es decir, gente de valores.
Fuentes:
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Para la reflexión
Quienes deseen profundizar en los presentes diálogos, podrían seguir estos pasos:
***
Diálogos en familia
1 ¡Luis Hernán, ya sí es hora!
38 ¡A mí esto me va a matar!
39 ¡Mami, lo que nos pasó!
42 ¿Papi, seguimos?
49 ¡Niños, a comer!
57 ¡Papi, papi!
58 ¿Qué es un papá?