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MOTIVADORES

Son las vivencias de la infancia las que determinan nuestra vida adulta. Con esta premisa, el
documental retrocede en el tiempo y llega a los recuerdos infantiles de espectadores que se
pegaban al televisor para escuchar al carismático divulgador y naturalista Félix Rodríguez de la
Fuente que desde programas como “HOMBRE Y LA TIERRA” cambió la mentalidad de los
españoles en relación con la naturaleza.

"Quizá suena ya un poco caduco o casposo, pero fueron los documentales de El hombre y la
Tierra, los que me engancharon primero a la naturaleza y luego a la ciencia", escribió el
catedrático de Microbiología Ignacio López Goñi al ser preguntado por la persona que marcó su
carrera.

Una reflexión similar a la realizada por el bioinformático Francis R. Villatoro, "cuando era niño
la única fuente de divulgación científica en mi casa era la televisión", donde Félix "era la gran
estrella".

Detrás de cada imagen de la fauna española hay el esfuerzo de todo un equipo". Así
comenzaba Félix Rodríguez de la Fuente la presentación del programa « El hombre y la
Tierra», donde mostró los animales y los ecosistemas que forman parte de la Península Ibérica.

"Estamos destruyendo nuestro medio ambiente y si lo destruimos nos destruimos a nosotros


mismos", alertó Félix Rodríguez de la Fuente en un aviso que parece hoy en día más actual que
nunca.
NATURALIA

Este era el National Geographic colombiano, ¡nos encantaba!

1. Naturalia era un programa de documentales ecológicos de la programadora RTI

2. El programa estuvo al aire de 1974 a 1993, estaba por cumplir 20 años de transmisión
ininterrumpida cuando se acabó.

3. Su lema era "La historia de los animales y los animales en la historia".

4. En Naturalia, Gloria Valencia, hizo famosa su frase "Lástima que la televisión no sea en
color".

5. Dirigido por Álvaro Castaño Castillo y presentado por Gloria Valencia de Castaño (eran
esposos).

6. El programa se preocupaba por dar a conocer la vida de los animales en su hábitat, pero
también por enviar mensajes a los televidentes sobre la necesidad de proteger y preservar la
naturaleza.

7. En sus primeros años debía nutrirse con los documentales y películas que traían las
embajadas de los diferentes países en Colombia, ya que no contaba con el presupuesto
suficiente para comprar este material.
AVISTAMIENTO DE AVES
ORNITOLOGÍA PAJARERÍA

• Ornitología es una de los pocos campos de la  La pajarería es la práctica de observar aves en


ciencia en la cual personas no profesionales su hábitat natural, identificándolas según su
realizan una gran contribución con sus nombres comunes y científicos, y registrando
observaciones. sistemáticamente las observaciones según lugar
y fecha de observación, cantidad de ejemplares
observados por especie, condiciones climáticas,
• El desarrollo e investigación se realiza en las comportamiento y otras observaciones
universidaes y museos en donde se analizan, relevantes.
conservan y mantienen colecciones de pieles,
esqueletos y se preservan especimenes de
donde los taxonomistas y anatomistas • En los países de habla inglesa se le denomina
dependen para realizar su trabajo. generalmente birding, aunque en el Reino Unido
y algunos países de la mancomunidad británica
también se le conoce como birdwatching.
• La Investigación de campo, por el contrario, se
lleva a cabo por los profesionales y aficionados,
el último proporciona valiosa información sobre • Colombia, el país más diverso en avifauna,
comportamiento, ecología, distribución y cuenta relativamente en el 2016 con pocos
migración. observadores de aves, pero estos se hallan bien
organizados en cada una de las regiones
naturales de Colombia
• La Ornitología, una rama de la Zoología sobre
el estudio de las aves. La mayoría de los
primeros escritos sobre las aves son más • Resulta esto una buena base para emprender la
anecdótica que científica, pero que representan tarea de hacer popular la práctica de la
una amplia base de conocimientos, en pajarería en Colombia, entre la población
particular, mucho folclore, en que se basó un general, teniendo en cuenta que la observación
trabajo más último. En las edades medias de aves como rama del ecoturismo (aviturismo)
europeas muchos tratados abordan los aspectos se complementa con comunidades locales
prácticos de la ornitología, especialmente conocedoras de su avifauna que pueda
cetrería y aves de juego de gestión. interactuactuar y compartir el conocimiento
Colombia tiene una larga tradición ornitológica, pero
a pesar de ello la observación de aves como
pasatiempo solo en años recientes se hizo popular, lo
cual no deja de ser curioso en un país que se
enorgullece de tener la máxima riqueza de especies
de aves silvestres en su territorio. Si bien la gran
mayoría de los estudiosos de las aves son
verdaderos apasionados por su oficio, la línea
divisoria entre sus afanes y los de quienes se
consideran primariamente pajareros apenas se
empieza a trazar ya bien entrado el siglo XXI.

Cabe preguntarse si muchos de los hitos que


marcaron el desarrollo de la ornitología colombiana
[Bravo y Naranjo, 2006; Córdoba-Córdoba, 2009;
Estela et al., 2010; Naranjo, 2008; Naranjo y Bravo,
2006] prepararon el camino para la masificación de
la observación lúdica de las aves silvestres en el país
o si, por el contrario y de manera paradójica,
contribuyeron a retardarla. Los móviles de los
científicos no necesariamente coinciden con los de
quienes no lo son, así el objeto de su interés sea el
mismo y existen referentes del desarrollo
relativamente independiente de estos dos procesos
en otros países [véanse, por ejemplo, Moss, 2004 y
Weidensaul, 2007 para los casos de Gran Bretaña y
los Estados Unidos, respectivamente].
SOCIEDADES PIONERAS

En 1981, un grupo de estudiantes


universitarios y jóvenes profesionales
convocados por Humberto Álvarez-López
crearon en Cali la Sociedad Vallecaucana de
Ornitología (SVO), el primer grupo
formalmente constituido con el objetivo de
“promover el estudio, la protección y la
apreciación estética de aves silvestres en los
diversos niveles educativos y sociales y crear
conciencia de los valores científicos, estéticos,
culturales y económicos que les son
inherentes” [Álvarez-López, 1981].

Si bien es cierto que la vinculación de la


mayor parte de sus miembros con la
academia marcó de muchas formas el devenir
de este grupo pionero –varios de sus socios
incursionaron en la investigación y algunos
hicieron carrera como ornitólogos–, las
labores de divulgación dirigidas a un público
más amplio consiguieron impulsar la afición
por la observación como nunca hasta ese
entonces había sucedido en Colombia.
Gracias a las salidas de observación, las
charlas periódicas y, sobre todo, los artículos
publicados en el boletín Rupicola, la SVO
captó el interés de muchas personas en otras
regiones del país y esto condujo en pocos
años a la creación de grupos análogos en
diferentes ciudades:

-Sociedad Caldense de Ornitología (1984), la


-Sociedad Antioqueña de Ornitología (1984),
-Grupo Ornis (1985)
-Asociación Bogotana de Ornitología (1989).

Todos estos grupos surgieron alrededor del


trabajo académico y, por lo tanto, tuvieron
como gestores a docentes e investigadores.
Las contribuciones de Jesús Antonio Vélez en
Manizales, Marco Antonio Serna en Medellín y
Gary Stiles en Bogotá fueron decisivas en el
fomento de la observación de aves como
actividad recreativa.
LA REVOLUCIÓN HILTY
Hasta finales de la década de 1970, las únicas
ayudas verdaderamente prácticas a la identificación
en campo de las aves en el país eran algunas guías
de especies de los Estados Unidos y las de Panamá
[Ridgely, 1976] y Venezuela [Meyer de Schauensee
y Phelps, 1978].

Cualquiera de esos libros era difícil de conseguir,


pues aparte de su costo era necesario encargarlos
al exterior, proceso que estaba fuera del alcance
para una gran mayoría de aficionados. Esto hacía
que quienes se iniciaban en la observación de aves
gravitaran alrededor de un puñado de
investigadores asociados a universidades y museos
quienes, por la naturaleza de su trabajo, tenían
más herramientas.

Esta guía de campo [Hilty y Brown, 1986], hoy


conocida entre los iniciados como “la Hilty”, no solo
ilustraba por primera vez la mayoría de las aves
silvestres presentes en Colombia, sino que proveía
una gran cantidad de información sobre
distribución, historia natural y ayudas de
identificación y además recopilaba una extensa
bibliografía que hasta ese momento estuvo
dispersa y que era difícil de acceder para los
interesados.
¿DE DÓNDE SALE UN
PAJARERO?

Hasta 1970 la afición por la observación


de aves silvestres en Colombia era
inexistente o a lo sumo, marginal. Más
que observadores, los pioneros de la
ornitología nacional, como Carlos Federico
Lehmann, José Ignacio Borrero y el padre
Antonio Olivares fueron grandes cazadores
y no solo practicaron este deporte con el
fin de nutrir las colecciones científicas.

Borrero publicó un libro sobre las aves de


caza colombianas [Borrero, 1972],
Lehmann perteneció a clubes deportivos
de Cali y Popayán y Olivares declaró su
afición en las notas autobiográficas que
acompañaron la publicación de su obra
sobre las Ciconiiformes (Aves grandes de
humedales) colombianas [Olivares, 1973].

Humberto Álvarez publico en 1987 el libro


que se referencia a la izquierda y que
ayudó a marcar el interés en las aves, su
observación y su cuidado para no
ornitólogos
Aparte de este interés, que puede parecer antagónico para los pajareros de hoy en día,
dedicarse a la búsqueda y contemplación de los pájaros era una práctica inusual en Colombia.

Sin embargo, los primeros ornitólogos en tener una formación académica en escuelas
estadounidenses, Humberto Álvarez-López y Jorge Enrique Orejuela, desarrollaron una
apreciación estética por sus objetos de estudio, que muy seguramente estuvo influenciada
por el auge de la observación lúdica de aves en los Estados Unidos.
POR AMOR A LO QUE VUELA

Como cualquier clasificación, el agrupamiento de distintas formas de aproximarse a la


apreciación de las aves es arbitrario. Sin embargo, y para efectos prácticos, la distinción entre
quienes observan aves teniendo como principal objetivo responder preguntas de investigación y
quienes lo hacen por razones simplemente estéticas y lúdicas, permite un primer acercamiento
a la definición de la pajarería.

A pesar de que la ornitología como disciplina científica no excluye el disfrute de la observación,


el distanciamiento requerido por el método científico entre el investigador y su objeto de estudio
[Tábara, 2006] limita el establecimiento del vínculo emocional que caracteriza a los pajareros.

Por su parte, estos llegan a ser minuciosos conocedores de los animales que observan y para
ello se ven obligados a tener un rigor que los acerca en gran medida a los investigadores
formales. Dado que su principal propósito es el de coleccionar observaciones de la mayor
cantidad posible de especies de aves, su conocimiento es subsidiario y no necesariamente
conduce ni a la producción de información, ni a la corroboración de hipótesis [Naranjo, 2008b].
Independientemente de su ocupación principal, los pajareros están motivados ante todo por su
pasión compartida.
Las aves son componentes significativos de los
diferentes ecosistemas del mundo, dada su
diversidad y amplia distribución, su estado de
conservación es clave para entender el estado
de conservación del planeta. Conociendo y
difundiendo más sobre ellas y el bienestar de
sus poblaciones, estamos ayudando a resaltar el
progreso o perturbación de sus hábitats. No es
necesario ser un universitario graduado en
biología u ornitología para colaborar con ello,
la ciencia ciudadana ya se puso en marcha. La
observación de aves ofrece grandes
oportunidades para aplicarla.

En Estados Unidos la Universidad de Cornell ha


creado el proyecto eBird, una plataforma online
donde cualquier persona de cualquier parte del
mundo puede subir datos sobre las aves
observadas alrededor del mundo. Actualmente
existen 110,000 participantes que registran 3.5
millones de observaciones al mes, lo que la
convierte en una herramienta de conservación
muy potente y lo mejor es que cualquiera
puede colaborar.
PUNTO DE ENCUENTRO
Con el lanzamiento de la Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves en Colombia
[Rengifo et al., 2000], se dio reconocimiento formal a la observación de aves más allá del
ámbito de la ornitología como ciencia. Las distintas agrupaciones regionales, convocadas por
Luis Miguel Rengifo desde el Instituto de Investigación en Recursos Biológicos Alexander von
Humboldt, sentaron las bases de una colaboración transparente para la consolidación de la
ornitología en el país.

Como parte de las discusiones que condujeron a la formulación y publicación de la


estrategia, el papel de los aficionados en la generación de información sobre las aves
silvestres se hizo evidente. Al fin y al cabo, el grueso de la membresía de las distintas
organizaciones y de los participantes en los encuentros anuales estaba constituido por
pajareros más que por ornitólogos y todos ellos, de la mano de la academia, habían hecho de
la comunidad ornitológica colombiana una de las más sólidas en América Latina.
Observación de aves, un aporte a la ciencia

Por: Lisbeth Fog Corradine // Fotografía: Juan David Ramírez, Daniel Uribe, Diego Calderón |
Ilustraciones: Robin H. Schiele

Muchas veces sin saberlo, con sus fotografías, dibujos y notas, los observadores de aves
contribuyen a conocer más sobre las diferentes especies que cruzan su mirada cada vez que
participan en una salida de campo. Ataviados con binóculos, grabadoras, cámaras
fotográficas, lápiz y libreta, sus registros dan cuenta del lugar donde las vieron, su forma y sus
colores, sus costumbres y, en general, las características de su observación.

Esta actividad forma parte de lo que se llama CIENCIA CIUDADANA o INVESTIGACIÓN


PARTICIPATIVA, en las que el público general apoya con sus vivencias, conocimiento y
recursos visuales —como dibujos y fotografías de las especies— o auditivos —como las
grabaciones de sus cantos— a quienes, desde la academia, se encargan de analizar dicha
información. Cada vez son más los observadores de aves en un país que, como Colombia,
ocupa el primer puesto en diversidad de este grupo —más de 1.900 especies—, y cada vez
serán más, porque incentivar el avistamiento de aves se ha convertido en una política de
gobierno. El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo ha promovido la actividad como un
renglón más de ingresos para el país, y anunció que espera recibir unos 15.000 observadores
en 2017.
La participación de varios centenares de observadores, en su mayoría aficionados, en los
censos de aves organizados por la RNOA cumple una función doble en la génesis de la
ornitología y la pajarería colombianas.

Por una parte, estos eventos son una herramienta de ciencia ciudadana liderada por
investigadores experimentados, que produce datos de enorme utilidad para el monitoreo
de poblaciones de distintas especies y de sus hábitats. Pero por otro lado, atrae nuevos
adeptos que poco a poco se suman a las filas de quienes hemos convertido la observación
de aves en el hilo conductor de nuestras vidas.
HISTORIA DEL CONTEO NAVIDEÑO DE AVES

Antes de comienzos de siglo, las personas se involucraban en una tradición de las fiestas
conocida como “Cacería de campo” de Navidad [Christmas “Side Hunt”]. Elegían campos y se
adentraban en ellos con sus armas; quien trajera la mayor cantidad de presas, ya fueran aves
o mamíferos, ganaba.

La conservación se encontraba en sus primeras etapas alrededor de comienzos del siglo 20, y
muchos observadores y científicos comenzaban a preocuparse por las poblaciones de aves en
disminución. A partir del día de Navidad de 1900, el ornitólogo Frank Chapman, uno de los
primeros directivos de la entonces incipiente Audubon Society, propuso una nueva tradición
para las fiestas: un “Censo navideño de aves” [Christmas Bird Census], donde se contarían
las aves durante las fiestas en lugar de cazarlas.
QUÉ ES EL CONTEO NAVIDEÑO DE AVES?

El Conteo navideño de aves (Christmas Bird Count, CBC, por sus siglas en inglés) es el perfecto
ejemplo de la perspectiva de Audubon hacia la conservación de las aves, involucrando a las
personas para que las ayuden. Mientras ofrecemos retroalimentación a los científicos ciudadanos
sobre los resultados de su trabajo, tenemos la esperanza de darles poder como portavoces de
las aves que observan.

Los Científicos ciudadanos voluntarios [Volunteer Citizen Scientists] recopilan información sobre
el número de aves en un período de tres semanas al final del año y envían sus observaciones a
personal científico con asiento nacional.

Luego de ser revisados por un panel de expertos regionales, ponemos el conjunto de datos
acumulativos a disposición del público y de los investigadores para su revisión y estudio
científico.

Desde el nacimiento del Recuento navideño de aves (Christmas Bird Count, CBC) el día de
Navidad de 1900, con 27 observadores en 25 localidades de Canadá y Estados Unidos, el
recuento ha crecido e incluye más de 63.000 contadores en más de 2.200 ubicaciones cada año
desde más al norte del Círculo Ártico hasta las aguas del Pasaje de Drake en Tierra del Fuego.
LOS NUEVOS PAJAREROS

El que Colombia sea reconocida como la meca de la pajarería mundial no se basa solo en
las estadísticas de riqueza de especies y número de endemismos. Cualquier rincón de la
geografía nacional está lleno de sorpresas y a medida que el país busca caminos para
superar los muchos años de conflicto armado e inestabilidad social, un número creciente de
pajareros extranjeros es atraído por este patrimonio.
Conscientes del potencial económico que representa este atractivo, algunos estamentos del
gobierno, empresarios y grupos locales se han dado a la tarea de fortalecer las capacidades
locales para explotarlo. Desde 2011, Manizales realiza un Encuentro Internacional de Turismo
de Observación de Aves y en solo los dos últimos años, Cali, Medellín e Ibagué han organizado
cinco festivales que atraen visitantes de distintas regiones del país, lo mismo que operadores
de aviturismo nacionales e internacionales
A partir de estos eventos, una nueva generación de pajareros invade los campos
colombianos, muchos de ellos en compañía de caras conocidas que han vivido las etapas
anteriores de la multiforme afición por la avifauna colombiana. Aún en los rincones más
remotos de Colombia, guías indígenas, afro descendientes, campesinos y estudiantes están
en capacidad de orientar al número creciente de visitantes. Con el apoyo de algunas
organizaciones regionales, estos jóvenes reciben entrenamiento en métodos de observación e
identificación en campo y muchos de ellos aprovechan ahora la oportunidad de mejorar sus
ingresos usando su conocimiento de las aves con las que crecieron.
Además de sus atuendos de campaña, es
posible reconocerlos por su parafernalia de
alta tecnología.

En su mayoría, portan cámaras digitales con


las que intentan capturar el efímero instante
de sus encuentros con las aves y teléfonos
celulares que almacenan grabaciones de
cantos como ayudas de identificación o que
sirven de puente para anotar sus registros en
plataformas virtuales como eBird, la base de
datos administrada por la Universidad de
Cornell.

Conectados por sus hallazgos, estos


pajareros establecen relaciones que luego
consolidan en las redes sociales al compartir
las imágenes, los cantos y los
comportamientos de las aves.

Desde estos espacios virtuales consiguen


atraer nuevos adeptos que eventualmente
terminarán cualquier fin de semana en la
trocha, binoculares en mano.
Pero además de estos desarrollos, en Colombia
comienza a presentarse un fenómeno similar al
ocurrido en Norteamérica y Europa en la época
en la que la pajarería alcanzó masa crítica.

Cada día se hace más frecuente encontrar


grupos de observadores en cualquier sitio, cuya
composición es cada vez más heterogénea.
Ingenieros, médicos, amas de casa,
odontólogos, comunicadores, contadores,
arquitectos y abogados, entre muchas otras
profesiones y oficios, confluyen alrededor de
los lugares en donde aparecen los mejores
registros.
Los ciudadanos aportan a la ciencia

Fueron muchas las personas que aportaron información para hacer los análisis de este
libro. Aparte de los 104 colaboradores antes mencionados, cientos de ciudadanos aportaron
sus registros de observación de las especies. Esta participación colaborativa permitió
recopilar la información que sirvió de base para evaluar el riesgo de extinción de las aves.

“Sin esta valiosa participación ciudadana sería muchísimo más difícil lograr una investigación
tan compleja como esta, considerando que, para hacer los análisis de riesgo de extinción, se
requiere de información que se obtiene a varios niveles que no podría ser generada por un
equipo de pocos investigadores. Además, otro aspecto que resultó muy beneficioso de esta
colaboración fue acceder a registros que no necesariamente están publicados en artículos
científicos o en bases de datos”, explica Amaya-Villarreal.

Sin duda, la mayor motivación de los ciudadanos, expertos y no expertos, para participar en
esta investigación ha sido su pasión por el estudio, la ecología y la conservación de las aves.
Fueron aportes ofrecidos de manera desinteresada y voluntaria a través de
correos electrónicos dirigidos a los investigadores, o por medio del ingreso de la información
obtenida por ellos, como resultado de sus salidas de campo, a plataformas de captura de
información en línea como eBird o xeno-canto.
“eBird Colombia fue una fuente importante de registros
recientes y confiables con los cuales pudimos construir los
modelos de distribución de las especies, información
muy importante para los análisis del riesgo”, continúa Renjifo,
aunque confiesa que de todas maneras fue necesario invertir
mucho tiempo en „limpiar‟ los datos pues con “registros
de baja precisión se obtienen modelos ecológicos de baja
precisión”.

El encanto de las aves


“Hay una razón muy importante para que la apreciación por
las aves sea muy alta, y es que ellas viven en el mismo
mundo sensorial de los seres humanos: vemos los mismos
colores, escuchamos el mismo rango de sonidos y
la comunicación de las aves entre ellas se hace a través del
sonido y de señales visuales, como en nuestro caso”, explica
Renjifo.

Desde hace diez años, el médico veterinario Daniel Uribe creó


Birding Tours Colombia, para promover el avistamiento de
aves. Dice que desde los siete años las está
observando; actualmente es un gran conocedor.
Británicos, estadounidenses, canadienses, japoneses y
de muchos países europeos vienen en grupos para salir a
„pajarear‟ por todo el país bajo su guía.
“Las aves son indicadores importantes del estado de
conservación y manejo del ecosistema”, dice.
En Colombia existen grupos de ciudadanos interesados en aves en los que, por lo general hay
un ornitólogo. Además de los censos navideños y los de aves acuáticas, que se realizan en
unas fechas específicas del año, casi todas las asociaciones de ornitología ofrecen salidas de
campo periódicas. Cada vez son más los colombianos que madrugan a observar los
pájaros despertando y cantando al asomarse el sol; y cuando se acostumbran a sistematizar la
información obtenida y la comparten, se convierten en científicos ciudadanos. Y es que “para
poder defender y conservar hay que conocer; y para poder conocer hay que amar”, concluye
Uribe.
Conscientes del potencial económico que representa este atractivo,
algunos estamentos del gobierno, empresarios y grupos locales se han
dado a la tarea de fortalecer las capacidades locales para explotarlo.
Desde 2011, Manizales realiza un Encuentro Internacional de Turismo de
Observación de Aves y en solo los dos últimos años, Cali, Medellín e
Ibagué han organizado cinco festivales que atraen visitantes de distintas
regiones del país, lo mismo que operadores de aviturismo nacionales e
internacionales

A partir de estos eventos, una nueva generación de pajareros invade los


campos colombianos, muchos de ellos en compañía de caras conocidas
que han vivido las etapas anteriores de la multiforme afición por la
avifauna colombiana.

Aún en los rincones más remotos de Colombia, guías indígenas, afro


descendientes, campesinos y estudiantes están en capacidad de orientar
al número creciente de visitantes. Con el apoyo de algunas
organizaciones regionales, estos jóvenes reciben entrenamiento en
métodos de observación e identificación en campo y muchos de ellos
aprovechan ahora la oportunidad de mejorar sus ingresos usando su
conocimiento de las aves con las que crecieron.
La PAJARERÍA ofrece un sin número de temas, tales como:

 Establecer contactos, amigos

 Conocer diferentes sitios de nuestra geografía

 Descubrir áreas ocultas de nuestra personalidad

 Gusto por la fotografía

 Despertar nuestros sentidos hacia el entorno que nos rodea

 Emplear productivamente el tiempo libre


BIBLIOGRAFÍA
- Álvarez-López, H., Introducción a las aves de Colombia , 2 Edición.
- Informe Nacional sobre el Avance en el Conocimiento y la Información de la Biodiversidad
1998-2004, t. II, Bogotá, Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von
Humboldt, 2006, págs. 130-151.
- Córdoba-Córdoba, S., “Historia de la ornitología colombiana: sus colecciones científicas, -
- Hilty, S. L. y Brown, W. L., A Guide to the Birds of Colombia, Princeton, Nueva Jersey,
Princeton University Press, 1986. —
- BOLETIN CULTURAL Y BIBLIOGRAFICO, VOLUMEN I , 91* BANCO DE LA REPUBLICA
GRACIAS POR SU ASISTENCIA

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