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Reseña del concierto: Iglesia San Ignacio.

El concierto se llevó a cabo con completa normalidad el día domingo a la hora pautada. Los
artistas ingresaron al centro de la bóveda, espacio que generalmente se destina a este tipo de
conciertos en la Iglesia San Ignacio.
La acústica que proporcionó el espacio era la idónea, la reverberación del espacio sumado al
repertorio transportaba al oyente a una temporalidad distinta. Tomando en cuenta que en las
afueras la cotidianeidad transcurría con normalidad. El bullicio propio de un fin de semana se
entremezclaba con la interpretación de los cantantes, creando así un contraste marcado entre
dos espacios con situaciones opuestas. Cabría preguntarse si para la época está situación se
podría presentar, ya que la división entre clases suprimia el acceso a las iglesias o centros de
liturgia a los más desfavorecidos.
La agrupación constaba de un barítono, un tenor, un contratenor, una contralto, una
mezzosoprano y una soprano. El director acompañaba igualmente a la agrupación.
Quizás para la época está última figura no era muy habitual. Los músicos entre sí podrían
proporcionarse las entradas a cada una de sus intervenciones.
Curioso es el hecho de que, fuera del sexteto, había un cantante adicional, que a forma
responsorial, intervenía en algunas secciones de la misa.
El estilo de la misa representaba formas bastante complejas de polifonía, alcanzada en su
época de mayor esplendor. Y el estilo podría ubicarse en una época previa pero cercana al
Renacimiento o durante la gestación del periodo mismo.
La interpretación de los cantantes carecía de un vibrato exageradamente expresivo. Por
encima de esto, el flujo regulado del aire era el que le confería mayor o menor dramatismo a la
interpretación. Dándole de igual manera a través del recurso, ligereza a la interpretación.

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