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La educación como espacio de búsqueda de la verdad.

Daniel Esteban Alzate Escobar

Profesor: Bayron Osorio.

Curso: ETICA DEL DEBER: Problemas de la Filosofía Antigua

Hannah Arendt en su texto “Política y Verdad” del libro titulado “Entre el pasado y
el Futuro ochos ejercicios sobre la reflexión política” expone que la relación entre la verdad
y la política siempre ha sido conflictiva, argumenta que la veracidad no ha hecho parte de las
virtudes que se viven dentro de los espacios políticos, por el contrario la mentira se encuentra
inmersa en el ejercicio político como una herramienta que los políticos y demagogos utilizan
con el fin de alcanzar las metas que se han trazado “Siempre se vio a la mentira como una
herramienta necesaria y justificable no sólo para la actividad de los políticos y los demagogos
sino también para la del hombre de Estado.” (Arendt, 2016, pág. 347)

Si entendemos las acciones políticas en términos de medios-fin, la mentira sería una


herramienta que ayuda al hombre a cumplir con las metas que se plantea. Sin embargo, más
allá de si los políticos mienten hay una reflexión importante que hacer ¿para qué mentir?
¿Por qué es casi necesario mentir en los ejercicios políticos? A lo cual podemos responder
que se hace por una fuerte necesidad de lograr intereses particulares, ya sea de partidos
políticos o de personas de forma individual. Así pues, es necesario que el discurso del político
y las ideas del pueblo se encuentren en lugares comunes. Por un lado la mentira acerca al
político a su fin, y a los individuos con nuevas expectativas lo llena de ilusiones.

Para Arendt no sólo es importante comprender que dentro del ejercicio político se
pueden establecer mentiras sino que según la interpretación de Alejandro Sahuí Maldonado
la filósofa hablando de la verdad “sospecha de una autoridad que se pretenda poseedora y
guardiana de ella” con lo cual se aprecia que el problema no es nada sencillo puesto que
Arendt nos da a entender que no sólo es el problema de la mentira el que va a relucir en la
esfera política, sino también que existen personas y grupos de personas que se hacen dueños
de la verdad, o creen poseerla.

Lo anterior significa un peligro para la capacidad deliberativa de los individuos.


Cuando alguien se ha adueñado de la verdad o cree poseerla impide que se haga alguna crítica
o comentario a sus postulados, dicho rechazo a la opinión sobre la verdad que se cree poseída
no nace sólo del miedo a ser descubierta en su falsedad, sino por una incapacidad a rebatir y
sustentar sus ideas de forma lógica, coherente y real.

La preocupación por la verdad que muestra Hannah Arendt aplicada a la vida política,
no es para nada novedosa, ya desde la antigüedad se planteaba la búsqueda de ésta como una
de las principales funciones de los hombres entregados a la filosofía. Lo que sí aparece como
una preocupación autentica de la autora es el interés por regresar la política a su carácter
clásico como espacio de participación y deliberación de los hombres, ya no entre los hombres
libres al estilo de la antigua Grecia, sino entre hombres distintos, con capacidad de
comunicación y acción, lo que busca sacar la política de la mera esfera administrativa y
politiquera como la entendemos hoy.

Ahora bien, si dentro de la esfera política como lo entiende Arendt se ve un ejercicio


efectivo de la mentira ¿cómo hacer para que la mentira no siga siendo un elemento relevante
dentro de los ejercicios políticos? ¿Quiénes son los que mienten y a quienes mienten? Con
esto quedan en evidencia las relaciones de poder que se establecen entre los individuos, en
las que un grupo de personas tiene acceso a la información verídica y completa y la otra parte
de las personas sólo a una verdad parcial, no sólo porque la información que recibe es
incompleta sino porque desconoce las verdaderas intenciones de quienes ostentan el poder o
buscan acceder a él. Con referencia a estas relaciones que se establecen de forma desigual
Estanislao Zuleta dirá

“Al igual se le demuestra, a un inferior, se le puede ordenar,


amenazar, intimidar; a un superior se le puede solicitar, suplicar,
seducir, pero al que se le demuestra se le trata como igual, y la relación
de quienes están en un proceso de demostración es, entonces una
relación entre iguales; incluso quien demuestra trata al otro como
inmediatamente y espontáneamente como un igual” (Zuleta, 1991,
pág. 63)
De allí que las relaciones en éste caso políticas, están dadas en forma desigual, ya que
quienes ostentan el poder no se ven en la necesidad compartir con el resto de los individuos
la información y conocimientos que poseen; en primera instancia porque los creen inferiores
en capacidades para comprender la realidad o asuntos políticos que se traten, y segundo
porque al ser los ejercicios políticos también una lucha de intereses estos no pueden mostrar
al resto de los individuos sus verdaderas intenciones.

Entonces ¿De qué manera contrarrestar todo esto que sucede en las relaciones
políticas? Sin lugar a dudas, una de las mejores herramientas que podemos utilizar para ello
es la educación, una educación que busque más allá de encargarse de entregar contenidos a
las personas, que sirva como medio para desarrollar un pensamiento crítico, educación que
propenda por fortalecer la capacidad para leer de forma objetiva la realidad, una educación
que favorezca la capacidad de diálogo y fomente las sanas relaciones humanas como base
fundamental de toda construcción social.

En éste sentido la educación ha de entenderse como una luz que guía a los individuos
por el camino del autoconocimiento y del conocimiento de todo aquello que los rodea. Si se
me permite hacer la comparación, la educación debe ser cómo el sol que muestra la realidad
a aquel hombre que logró salir de la caverna en el mito platónico, y luchar por quitar a las
personas las cadenas que los atan a la oscuridad de la ignorancia, y permitir que la realidad
de los individuos se amplíe, permitiendo que se indaguen de forma crítica por la veracidad
de aquello que ven, y escuchan.

En el mito de Platón, un hombre logra salir de la caverna y enfrentarse a un incómodo


proceso tras el cual logra contemplar la verdad que lo rodea, se da cuenta que la caverna es
sólo una parte de toda la realidad, y que las imágenes que se contemplaban reflejadas de un
extremo de la caverna eran sólo ficciones generadas por otros hombres. Así pues, la
educación ha de encargarse de mostrar a los individuos que el mundo y la realidad de éste es
mucho más amplia de lo que piensan.

Debe ser entonces una meta de la educación promover la igualdad de los hombres en
cuanto al acceso a la verdad, al conocimiento y promover que éstos tengan la capacidad de
debatir, dialogar y exponer sus ideas entre iguales en términos de Zuleta, en el cual cada
quien pueda exponer su pensamiento sin menospreciar a quien tiene al lado, mostrando
respeto hacia sus ideas refutándolas con sólidos argumentos. Una educación que permita la
formación de ciudadanos capaces generar un pensamiento libre y crítico, con la capacidad de
expresar sus ideas en pro de la búsqueda social de los aspectos fundamentales, en éste caso
de los ejercicios políticos en los que primen siempre el valor y la importancia del ser humano
y la búsqueda de estrategias efectivas y colectivas, para buscar el bienestar, la concordia y la
paz entre los hombres.
Bibliografía
Arendt, H. (2016). Entre el pasado y el Futuro ochos ejercicios sobre la reflexión política. Bogotá:
Ariel .

Zuleta, E. (1991). Colombia: violencia, democracia y derechos humanos. Bogotá, Colombia : Altamir
.

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